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capítulo dos

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Ya había pasado una semana desde aquel accidente sin embargo JiMin trató de seguir con su cotidianidad, trataba de no hablar con NamJoon pues se sentía extremadamente avergonzado siquiera pensar que ambos compartían la misma marca le hacía pensar que, sin querer, había traicionado a su novio, al chico que amaba. Por ello trató de no pensarlo mucho, pues al final, sí, tenía la marca, la misma que la de aquel chico moreno y alto... pero en definitiva jamás tendría su corazón... su corazón, su mente, su alma e incluso su cuerpo siempre estarían con YoonGi, ese pensamiento y esas reflexiones le relajaban cada mañana que veía la misma marca...

Había escuchado que podían variar, que las formas eran distintas, en su caso era unas florecitas de manzanilla que en otra ocasión le hubiera parecido lindo, pero no así, el color verde y blanco resaltaba en su rosada muñeca por lo que siempre colocaba muchas pulseras encima de ella evitando así que YoonGi lo mirase, no porque estuviera con NamJoon, simplemente sentía vergüenza... él seguía enamorado de YoonGi, del mayor que dormía pateando las cobijas hasta el suelo, de aquel que se levantaba a la cuatro de la mañana para escribir con su taza gris con líneas negras humeante para luego irle a despertar con besos sabor café. Él estaba seguro de amar con locura al chico que se ponía tímido con un simple elogio pero se ponía serio cuando alguien criticaba —positiva o negativamente—su trabajo. Le encantaba cuando corría feliz hacia él gritando por algún logro, o cuando simplemente saltaban juntos por algo que vieron... amaba a ese chico que podía pasarse horas frente al ordenador mirando la página en blanco, llenándola de letras en unas cuantas horas.

Amaba al chico que siempre susurraba que él era su inspiración para escribir.

Por todo eso acomodó la pulsera grande y gruesa color negro sobre aquella molesta marca, pensando que no debería estar allí, deseando que desapareciera... caminó hasta la cocina y tomó el café que su novio le había preparado.

— Tienes que comer rápido. —Habló YoonGi— tus clases comienzan a las ocho ¿no?

— No quiero ir... —puchereó.

— JiMinnie...

— ¿Puedo quedarme? El profesor es aburrido... —suspiró.

— Mira, sí, puedes quedarte, pero al final son faltas que se acumulan ¿no?

JiMin sonrió y estiró los brazos liberando su cuerpo de la tensión que le producía la mañana agotadora.

— Eh~ él ni se da cuenta. —Sonrió al sentir las manos del mayor apresándolo la cintura.

— Tú sabes, JiMin, puedes quedarte pero no tendré mucho tiempo para estar contigo. —Susurró besándolo.

— Ah~ —JiMin suspiró— lo sé, lo sé... —abrazó a YoonGi y volvió a sonreír— igual amo verte concentrado.

— ¿Sí?

— Sí...

— ¿Por qué? —Arqueó una ceja.

— Te ves serio... y guapo.

— Yo siempre soy guapo y serio, JiMin.

— Digamos que siempre eres serio ¿ok?

— Cambié de opinión, ve a clases.

— ¡Yah~! ¿Se enojó Min YoonGi? —Susurró abrazándole sonriendo tímido cuando recibió un simple asentimiento por respuesta— ¿Tengo que hacer algo para que no se enoje el gran autor Min YoonGi?

— Sí...

YoonGi lo tomó de la muñeca levándolo rápidamente hasta la pequeña sala que tenían, allí había un sillón negro simple pero cuidado que habían encontrado en una barata siendo adornado por almohadas de diferentes texturas, además de una mesita muy, muy pequeña en la que sólo descansaban un par de veladoras que de tanto estar encendidas y apagadas por las trasnoches de ambos —mientras YoonGi escribía JiMin leía, o mientras JiMin revisaba sus textos escolares YoonGi escuchaba música— tenían cera por todos lados incluso manchando la pequeña madera barnizada. A lado del sillón, pegado a la pared, había una mesa más alta y un poco más amplia en la que descansaba una laptop negra con rojo teniendo de fondo una pequeña impresora que encima tenía muchas hojas amontonadas, producto de ambos, y algunos libros regados igualmente, por el desarreglo de ambos. A su lado había un librero muy estrecho, uno donde los tomos de diferentes colores, alturas y anchuras se peleaban para poder entrar, los acomodaron como podían y sentían, al final siempre sacaban el que necesitaban o querían para al dejar el mismo desastre de siempre. A lado de la computadora y de las hojas había una pequeña cafetera eléctrica junto a unas, quizás, tres tazas que ambos compartían cada que acompañaban al contrario, frente al escritorio se encontraba una silla simple, color negro, en cuyo respaldo descansaban dos cobijas, una color gris afelpada y la otra de colores pálidos cuyos adornos eran unos simples dibujos abstractos.

Dichas cobijas eran ocupadas cuando en las noches de invierno ambos reposaban en el estrecho sillón, con la cafetera siempre caliente y unas cuantas donas encima de la mesa mientras las veladoras calmaban el ambiente frío, a la par que la luz que proyectaba la laptop trazaba sus sombras en las paredes de aquel estrecho lugar. Ver películas mientras se acurrucaban era su pasatiempo favorito.

Así que con todo ese ordenado desastre lo dejó caer en el sillón ante la mirada expectante de JiMin al sentir el mullido inmueble.

— Te quedarás allí. —Asintió mientras jalaba la silla produciendo un rechinido seco.

— ¿Es mi castigo? —JiMin arqueó una ceja sonriendo para después tomar una almohada y abrazarla contra su pecho.

— No.

— ¿Entonces?

— Si no puedo escribir tú sólo te quedarás allí, te miraré y continuaré ¿entendiste?

JiMin se sonrojó fuertemente, sintió sus orejas calientes y sus latidos estruendosos, aún no se acostumbraba a aquellas muestras de amor, aún sentía aquellos nervios comiéndole el vientre en forma desesperada tratando de liberar todos sus sentimientos cuando simplemente lo veía sonreír. Aunque para ser sinceros... él no quería que pasara, no quería que aquella sensación abandonara su cuerpo, quería seguir sintiendo aquellos piquetes agradables, aquel nerviosismo enamorado... porque eso era... amor. Y no quería dejar de sentirlo.

Pasaron la tarde allí, JiMin sólo se levantaba para traer comida, en momentos, sus mejillas se calentaban cuando YoonGi simplemente lo miraba y asentía volviendo la mirada al ordenador, no sabía si lo que decía era real, si él realmente era su inspiración... pero lo ponía tímido. Leyó, colocó música, miró algunos vídeos en internet e incluso cantó en voz baja siendo alentado por las sonrisas que YoonGi le dedicaba, hizo todo hasta que siendo las seis y media el sueño lo venció. Durmió recargado contra la cobija ejerciendo presión contra su mejilla.

YoonGi lo miró y sonrió, alejó su silla sólo para observarlo mejor, quitó un mechón que le impedía ver lo largas que eran sus pestañas contra su misma piel canela suave, y tomó su celular para revisar la hora y quizás colocar música—podría colocar algún disco pero eso significaba mirar entre toda su colección de CDs y casetes—, sin embargo el movimiento causó la caída, nuevamente, del mechón. Sonrió con suavidad al verlo hacer una suave mueca mientras tocaba su rostro tratando de quitar ese pequeño mechón que le estaba causando comezón.

Tomó su muñeca y quitó su mano para luego atorar correctamente el cabello de JiMin lejos de su rostro, al hacerlo miró la cantidad exagerada de pulseras que llevaba, sonrió negando, su novio tenía una fijación por los anillos pero jamás imaginó que también lo tuviera con las pulseras. Tomó suavemente su mano acomodando los cálidos dedos entre su palma y comenzó a quitar las pulseras para que descansara mejor.

Su sonrisa —que era muy tenue— se borró.

Acarició con la punta de sus dedos el dibujo fino de colores que había nacido en la piel del menor, las delgadas líneas en forma de pequeños tallos de una flor manzanilla, los pétalos detallados con suavidad, sin un sólo error, el centro de la flor delicadamente enmarcado en dorado, como si fuese trabajo del mejor y más detallista pintor. Sus dedos acariciaron suavemente la muñeca y no encontró relieve alguno, aquello estaba bajo su piel... no, lo correcto sería decir que aquello era su piel, los colores los pintaba su misma sangre, la flor era demasiado bonita, los tonos brillaban como si de acrílico fresco se tratase.

Tragó duro y cerró los ojos negando mientras sostenía la mano fuertemente, mordió su labio presa del pánico...

JiMin había encontrado a la persona destinada para él.

•◦✿─✿◦•

— YoonGi... —JiMin se removió entre la cobija que el mayor había puesto en él —lo siento, me dormí.

— Está bien.

— Unh... —JiMin se estiró un poco sintiendo sus músculos temblar bajo la agradable sensación— ¿ya... ya acabaste?

— No.

— ¿Quieres comer? —El menor sonrió pasando sus manos sobre su rostro para despejar el sueño.

— No, así está bien.

— YoonGi. —JiMin se sentó— ¿Ocurrió algo? ¿Estás bien?

El mayor lo miró y sintió aquel dolor que hace bastante no sentía, sus manos se presionaron entre sí, mordió su labio suspirando pesado sabiendo que no podría evitar el tema por mucho más tiempo.

— ¿Hace cuánto tiempo lo viste? —Habló directo.

— ¿Qué?

— JiMin...

— No... no entiendo. —JiMin comenzó a preocuparse, quitó la cobija de sus piernas y le miró.

— Hace... hace cuánto tiempo viste a la persona que... que es tu...

JiMin abrió los ojos sorprendido, miró su muñeca escasa de pulseras en la que resaltaba las pequeñas tres flores que, en otras condiciones, hubiera amado. Negó llena de pavor y miró al pálido que estaba sentado frente a él.

— ¡Esto no es nada! —Negó más rápido— ¡Ni lo conozco bien! Estoy contigo, tú eres mi pareja y ya.

— JiMin...

— Él... él... ni siquiera hablamos, en serio, yo no quiero conocerlo, no quiero saber algo de él.

— JiMin...

— Escúchame, YoonGi, esto no significa nada, he tratado de buscar en internet cómo borrarlo pero no hay métodos seguros, po-podríamos ignorarlo. Igual puedo ir a algún hospital, pedir asesoría.

— ¡JiMin!

El menor se tensó y lo miró sumamente preocupado.

— Esto... esto tenía que pasar...

— YoonGi, cállate.

— Admítelo... tú... nuestro sueño siempre fue conocer a la persona con la que seríamos la pareja perfecta.

— Lo... lo somos... lo sabes.

— JiMin... —YoonGi tomó su mano paseando sus dedos por el dorso de la misma— ¿Y si... y si lo intentas?

— ¿Intentar?

— Con... ya sabes... esas mierdas de... de la pareja ideal.

El menor frunció el ceño y se levantó.

— ¡¿Qué mierda estás diciendo?! —Gruñó molesto— ¡¿Estás loco?! ¡No! ¡Tú eres mi novio y fin! ¡¿No quedó claro?!

YoonGi se tapó el rostro frustrado.

— Tampoco es fácil para mí.

— ¡Entonces sólo ignóralo!

YoonGi frunció el ceño y quitó sus manos para encarar al menor.

— ¡¿Y crees que será fácil?! ¡¿En serio piensas que será fácil para mí?! —Gritó— ¡Es que no conoces la puta sensación de haber cultivado una maldita relación para que venga alguien más y pueda arrebatarte todo lo que lograste!

— ¡Por eso mismo no quiero! —Volvió a gritar JiMin— ¡Porque hemos estado juntos aunque todos nos decían que era imposible! ¿Crees que eres el único con miedo de que todo acabe? ¡No, pero no lo dejaré! —Tomó la mano de YoonGi colocándola en su propia muñeca, justo encima del dibujo— ¡Esto es una estupidez! ¡Quedamos de acuerdo desde hace dos años!

YoonGi quitó el ceño molesto y suspiró.

— JiMin... —acarició su mejilla con lentitud— por favor, piénsalo... ¿y... y si tienes una mejor conexión con... con él?

— Eso es imposible.

— Nosotros... vamos, tenemos... diferencias... y...

— Y es por eso que te amo. —Dijo firme pese que aquellas dos palabras no solían salir a menudo.

— Ah... —YoonGi se quejó— decirlo así es trampa.

— Ignorémoslo... —JiMin lo abrazó— él no me interesa, jamás lo hará...

— JiMin... —devolvió el abrazo— piénsalo bien.

El menor lo miró por entre sus pestañas y comenzó a besarlo cortamente mientras enredaba sus dedos en el corto y azabache cabello, mientras gemidos ahogados morían en las bocas, con las respiraciones cortándose.

— Déjame pensarlo mientras hacemos el amor ¿sí?

YoonGi bajó sus manos hasta sus caderas y le empujó al sillón dispuesto a entregarse y hacerlo suyo  vez más.

•◦✿─✿◦•

Dos semanas más pasaron, JiMin seguía sintiendo esa extrañeza al estar junto a NamJoon... este siempre  intentaba hablarle, pero no quería ser egoísta e ilusionar al chico alto, por lo que sus pláticas eran cortas y sin mucho trasfondo. Por su parte, YoonGi se sentía alerta, cada paso que el menor daba era seguido por él, no de manera literal, claro, pero escuchaba atento las siempre amenas pláticas que JiMin realizaba mientras panecillos inundaban la mesa con olores cálidos y dulces, pues si entre sus risueñas palabras soltaba algún nombre ajeno, por más mínimo e ínfimo que fuera,sabría que terminó. Sin embargo aquellas cortas anécdotas que el más joven relataba sólo lo involucraban a él mismo pero además soltaba, entre palabras, pequeñas frases que enamoraban más, sin querer, a YoonGi.

— Ah, hoy me topé de regreso una sudadera negra que tenía un estampado genial detrás. —Sonrió— y pensé... «ah, esto debe ser para YoonGi».

El aludido sonrió y preguntó.

— ¿Y luego?

— Estaba ¡Muy! Caro... —suspiró— y entonces dije «no, una cosa cara a la vez.»

— Qué egoísta... —carcajeó el mayor limpiándose los restos de la cena con una servilleta.

— Lo soy. —Asintió JiMin.

— Lastimas mi corazón. —YoonGi puso, dramáticamente, una mano en su pecho.

JiMin sonrió y siguieron comiendo mientras bebían también el jugo. El menor miró el perfil de YoonGi y se sonrojó.

— Realmente quería comprarlo. —YoonGi pudo haber seguido el juego de no ser porque los ojos ajenos denotaban tristeza.

— Sabes que no importa. —El mayor se acercó para besar su mejilla.

Aquella acción sonrojó con mas fuerza las, ya de por sí, coloreadas mejillas. Sintiéndose tímido acarició el cabello del mayor deslizando sus dedos entre las hebras tratando de disipar los dejes de tristeza que realmente estaba sufriendo su corazón.

— Es en serio... —suspiró— quería comprarlo, en serio que era para ti... totalmente, pero...

— JiMin, está bien, en serio... —suspiró YoonGi— tengo bastante ropa.

— Es que mi conciencia no me deja —puchereó.

— Bien. —YoonGi tomó de un trago el jugo— dime cuánto cuesta, yo pongo la mitad.

— No es eso.

— ¿Entonces?

— Yo... yo realmente quería comprarlo, pero pensé en el departamento que queremos y decidí ahorrarlo. —Suspiró— y no sé qué debía hacer... quizá... quizá debí comprarlo y trabajar el doble, este departamento es lindo pero no es muy amplio y yo ya quier-...

YoonGi lo calló besándolo, sintiendo sus labios aún con el sabor de las fresas producto de la ensalada que estaba comiendo. Acarició su mano suavemente mientras con la otra le atrajo por la nuca para profundizar el beso probando, además, los suspiros por el repentino contacto.

— Me excita cuando hablas todo romántico. —Sonrió YoonGi.

— Era en serio. —Jadeó JiMin

— Lo que yo dije también.

— Ah, tómame en serio... ¿no... no quisieras mudarte? —Acarició su nuca.

— Si me mudo o me quedo será contigo, por lo tanto no tengo prisa... —sonrió sobre el sonrojo del menor— igual estaremos juntos, dormiremos juntos ¿No es así?

JiMin soltó una risa y se acomodó en la silla abrazando al mayor por los hombros mientras mordía su labio inferior.

— Wao... —su voz sonó un poco ronca causando una risa de igual grosor— acabo de descubrir que a mí igual.

— ¿Qué?

— Me pones cuando hablas románticamente. —Sonrió.

— Me encantaría que nos habláramos así en la cama...

— Mhh... —JiMin sonrió de lado y mordió su labio inferior soltándolo en una sonrisa provocadora—a mí también me gustaría.

— Pero hay trastes que lavar. —Finalizó el mayor.

— Cierto... —JiMin soltó una suave risa.

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Para el sábado JiMin había amanecido enfermo, su nariz se encontraba constipada así como su cabeza latía entre las venas de sus sienes, pero aún con sus malestares había decidido asistir a trabajar, aunque YoonGi lo había abrazado entre las cobijas mientras besaba sus mejillas diciendo que si se quedaba lo mimaría con todos los dulces, chucherías y café que pudiera conseguir, y sí... le había tentado la idea, sin embargo debía trabajar. Él quería trabajar.

— Toma... —una voz frente a él llamó la atención.

Ante él apareció una taza de té humeante con el logotipo de una cafetería cercana, con los característicos colores negros y blancos adornando el vaso a la par que humo cálido emanaba de él. JiMin levantó la vista admirando la gabardina negra sobre los hombros cuyo pecho estaba protegido con un suéter café claro, admiró los mechones claros, dorados, adornar su frente y con una sonrisa que pintaba sus mejillas —adornándole con un par de hoyuelos—.

— Estás enfermo ¿no? —NamJoon habló.

— S-sí... ¿Cómo... lo sabes?

NamJoon levantó los hombros restándole importancia.

— Supongo que esta cosa del ideal... realmente funciona... —sonrió —sentí que estabas mal.

•◦✿─✿◦•

El domingo YoonGi estaba emocionado, por fin un amigo del trabajo había conseguido el libro que JiMin tanto quería, lo había conseguido incluso antes de que llegara a a las librerías locales que abundaban en dónde vivían , había intentado forrar el libro con algún papel cursi que le fuera útil y merecedor de una tenue sonrisa de parte de JiMin, realmente quería verlo feliz, quería admirar sus ojos centelleantes ante las páginas del libro mientras estaban en su cómoda y reducida sala. Sin embargo forrarlo no fue tan fácil como creyó, por lo que simplemente lo guardó en una bolsa color café con un moño negro, no sabía si los colores le gustarían a su pareja, pero al menos podría decir que lo intentó.

Sus pasos le llevaron a la librería y...

— Ah, no tenías... —escuchó la voz, se asomó admirando a JiMin y frente a él un chico, con el cabello tenuemente rubio, más bien era un castaño muy claro, era jodidamente alto y tenía una postura dominante. Sus ojos estaban analizando a su novio mientras que su mano buscaba algo entre su mochila. Pensó no hacer mucho escándalo sobre ello, simplemente entraría, besaría a su novio y dejaría el libro entre sus manos esperando recibir cálidos besos al legar del trabajo.

— Pero quería... —su voz también era gruesa, pero ello no debía importarle, no cuando él era quien tenía el amor de JiMin, sin embargo notó cómo el moreno sacó de su mochila el mismo ejemplar que él llevaba en la bolsa de regalo—. Vamos, tómalo.

— En serio no. —Replicó JiMin.

YoonGi detuvo sus pasos cuestionándose sobre por qué JiMin le habría dicho a alguien más sobre el ejemplar que quería.

— Ni siquiera sé cómo te enteraste... —continuó JiMin mientras soltaba una sonrisa negando, dejando el tomo en el mostrador.

— Sé que no lo dijiste, sólo... iba en el subterráneo... pasé por una librería del centro, estos estaban recién llegando y cuando lo vi... simplemente pensé en ti...

JiMin negó con esa misma sonrisa que se tornó incómoda.

— NamJoon...

— Por favor, acéptalo... no sé por qué... no sé por qué no quieres estar conmigo. —Comenzó a reír— quizás... ¿me consideras feo?—intentó bromear—sólo... acepta el libro... ¿sí?

—Lo siento, no puedo. —Negó por milésima vez dejando el libro— es complejo, NamJoon.

—Soy tu alma gemela... ¿No viste mi muñeca? —Preguntó tomando la mano de JiMin— somos ideales.

JiMin volvió a negar mientras alejaba sus manos, realmente no quería romper las ilusiones de NamJoon sobre encontrar a su ideal, pues él en algún tiempo también las tuvo, lo que sí estaba seguro es que no podría admitirlo como tal, pues su ideal era y será YoonGi.

•◦✿─✿◦•

Cuando regresó encontró las luces prendidas, esperó encontrar a su novio sentado, sin embargo sólo se halló con la cama destendida, el ropero medio vacío al igual que la mesa, donde la característica laptop faltaba. Su pecho comenzó a alterarse, su corazón bombeaba preguntas hasta su mente, preguntas que estaban manchadas de dolor. Comenzó a gritar su nombre esperando que apareciera de algún sitio sonriendo y picando sus costillas diciendo que era una broma.

Llegó a la mesa y comenzó a quitar las hojas siquiera con la esperanza de encontrar el aparato que tanto ocupaba su novio, pero nada, sólo había papeles llenos de letras y libros. Fue allí que lo pensó; los libros, YoonGi amaba sus libros. Giró rápidamente encontrándose con todos los tomos que eran del mayor, frunció el ceño sin entender, él jamás los dejaría. Volvió a revisar en la mesa tratando de encontrar una esperanza que le indicase que el mayor sólo había ido a cenar.

Sin embargo... al mirar el sillón encontró una bolsita café... con un bonito y sedoso moño negro.

Se acercó con temor y lo abrió.

Sonrió con incredulidad al admirar el libro que tanto esperaba —y que había rechazado de las manos de NamJoon—, pero además, pegado delicadamente sobre el delgado hule que le cubría, un pequeño post-it.

[ [ [ Perdón, no pude, no puedo... espero tener el suficiente valor como para marcharme antes de que regreses... 

Ve con él, JiMin, él sabe qué te gusta sin intentarlo... realmente es tu ideal. Hoy los vi, es alto, elegante... quizás un poco feo, no me juzgues, a cualquier otro lo vería feo para ti... pero seguro que es bueno. Pues... mientras yo tuve que preguntarte discretamente por el título... él lo supo con los ojos cerrados. Admito que me muero de celos.

Siempre te querré, JiMin, en serio, ve con él. 

Haz tu vida perfecta, quizá después nos veremos.

Te dejo mis libros, cuídalos bien.

Te amo, JiMin...  

—YoonGi ] ] ]

JiMin cayó de rodillas lastimándose un poco, pero no le importó, sus ojos comenzaron a soltar todos los sentimientos que hasta hace media hora, tiempo en el que había estado buscando como loco en el pequeño departamento, había estado guardando. Sollozó abrazando su cuerpo sintiendo los espasmos quemarle la garganta mientras las lágrimas espesas nublaban sus ojos, mordió su labio y golpeó el sillón deseando que el mayor estuviera allí para golpearlo también... ¿Cómo se atrevía a terminar toda una relación que habían cultivado juntos sin importarle nada? Pataleó y gritó a la nada para al final hipar en el suelo como un pequeño niño agonizando en amargura, sus ojos miraron la habitación esperando encontrar a su chico ideal, no al de la marca, sino al chico que se adueñó de su corazón y su alma, esperaba encontrar a YoonGi, pero al ver la habitación vacía sólo se atrevió a admirar con odio las pequeñas flores que habían aparecido en su muñeca, deseando jamás haber aparecido en la librería, jamás haber conocido a NamJoon.

¿Qué haría ahora sin YoonGi?

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