capítulo cuatro
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Entró a su casa pesadamente dejando el ramo de flores encima de la mesa, suspiró pesado porque ya era el quinto de esta semana, parecía que NamJoon no tenía intenciones de quitar su obsesión por estar juntos como una pareja, como él pensaba que serían ideales. Miró las flores rojas y sonrío, realmente le gustaban su olor y color, pero él no era asiduo a ese tipo de romance suave y tierno para que unas flores pudieran seducirlo, suspiró sentándose para comenzar a quitar el papel café grueso que envolvía los tallos verdes y sanos, mientras lo hacía su mente, su rebelde y nada cooperativa mente, comenzó a recordarlo cómo es que el mayor pálido, aquel que hace poco más de un año no veía, le comenzó a cortejar. Si es que eso se le puede llamar "cortejo".
Comenzó lanzándole papelitos en la cabeza durante el taller de literatura, JiMin suspiraba harto pues no sabía qué clase de inmaduro era aquel que lo estaba molestando, simplemente suspiraba y con una mano quitaba los pequeños restos de papel blanco hechos bolita. Después fue aún más extraño, pues había un chico con el que siempre, siempre, después de cada sesión, chocaba, sus espaldas se encontraban o sus pechos, allí admiró por primera vez a YoonGi, recordó con una sonrisa cómo poseía un rebelde piercing en la ceja derecha enmarcando sus ya afiladas cejas, además de la sonrisa ladina que solía mostrar, aunque dicha sonrisa sólo abarcase sus labios, pues sus ojos seguían exactamente igual de serios. Recordó haber recibido múltiples burlas de parte de sus amigos pues había llamado la atención de aquel que nunca habla o mejor dicho el rarito. JiMin solía reír demasiado ante aquel apodo, aunque pedía no lo molestaran más porque de allí no pasaría, no contaba con que en una semana más aquel chico se apareciera frente a su butaca, con el rostro cabizbajo pronunciara algo como...
"Pareces aburrido aquí... te invito a tomar café ¿Sí? Muy bien, mañana después de esta cosa."
JiMin ni siquiera había respondido, sólo quedó estático pues el mayor había hablado tan rápido que sólo fue consciente cuando estuvo solo... no debía preocuparse, pues al final simplemente tendría que decirle al siguiente día que él no había aceptado y que todo era un malentendido. Sin embargo se encontró a sí mismo buscando entre toda su ropa algo que le gustara... no, no lo hacía por YoonGi, claro que no, ni siquiera lo conocía... aunque fuera atractivo, no, no lo hizo por él, sino porque hace tiempo no se ponía esa camisa que se ceñía bien a sus hombros.
Durante esa primera cita a la que JiMin no pudo negarse, ocurrió una muy extraña la plática, pues YoonGi sólo preguntaba cosas básicas que a JiMin le parecían graciosas, comenzó por preguntarle por qué le gustaba más el té negro que el café, JiMin levantó los hombros sin entender del todo qué explicación tendría que darle, después preguntó algo sobre algún autor que estaba difuso en su mente y terminó con algunas películas que él, jamás en su joven e inexperta vida, había visto, así que las respuestas del menor se limitaban a simples "mmh" en afirmación o negación.
"¿Sabes? Estoy tratando de conquistarte y no lo estás haciendo fácil."
JiMin soltó una carcajada cubriendo su rostro mientras negaba por el descaro y naturalidad en sus palabras, pues al decirlo ni siquiera un sonrojo se asomó por sus orejas ni la voz se le quebró en su garganta, aquella frase había salido fuerte y tensa, segura y firme.
"Ah... imposible, si te ríes sólo me atraerás más y yo no te atraeré... ¿Entiendes que eso es unilateral?"
JiMin volvió a reír mientras pensaba que quizás sí valía la pena conocer al chico más raro del taller.
Las siguientes veces le había regalado de todo, suéteres, anillos, collares, figuras de acción, etc... la mayoría de gente que le había regalado cosas con anterioridad siempre le había tratado con delicadeza, suponía que quizás era a su rostro suave o su cuerpo pequeño, así que no pudo evitar pensar que quizás YoonGi era el indicado cuando le regaló unos guantes y un saco de boxeo estrenó ese mismo día agradecido de recordar la tensión en sus músculos. YoonGi había mencionado que por su mente pasó la imagen del menor golpeando algo, diciendo que realmente quería verlo haciendo aquello... aunque afirmó que jamás se habría imaginado que JiMin en su adolescencia practicara desde natación hasta kick boxing.
Con ese "jamás imaginé" JiMin supo que YoonGi no era su ideal, no era la persona con la que debía compartir su vida entera, pues los ideales conocían a la otra persona sin siquiera verlo, sabían sus manías, sus gustos y disgustos... sin embargo JiMin se preguntaba por qué razón el mayor le habría atinado a aquello si él ni siquiera había mencionado sus hobbies pasados.
Negó tratando de olvidarse de la imagen de su relación anterior, suspiró tallado su rostro con sus dos manos, presionando un poco su piel para disipar el sentimiento de pesadez que inundaba sus párpados y continuó, nuevamente, con su labor de acomodar las flores en un vaso, pues los floreros mismos se estaban acabando después de tantas flores que NamJoon le había regalado. Una vez acomodó el vaso azul grande, con aquellas flores rojas resaltando entre el mismo color verde del resto de su composición, acarició un pétalo sin dañarlo, y al hacerlo admiró su muñeca en la que la flor seguía en el mismo estado vergonzoso, había asistido al médico quien sólo le recomendó algunos antidepresivos, sin embargo la flor no parecía mejorar, es más... había perdido unos cuántos pétalos... no quería culpar a YoonGi, pues después de todo ese tiempo, ya no lo culpaba... simplemente hubiera deseado una despedida.
Miró una última vez su mesita que solía estar llena de velitas —y ahora de flores— y rascó su nuca.
Si NamJoon era su ideal... ¿por qué no sabía que le estaban agobiando las flores?
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NamJoon solía sostener su mano con calma, solía sonreírle a todas horas y comprarle todos los peluches, dulces, flores, libros, todo... todo lo que el menor quisiera, pero en el fondo sabía que no podía comprarlo a él. No debía comprarlo, así que cuando estuvo libre, después de una corta investigación por twitter compró un tomo que, sabía no acabaría de leer, y guardó un par de cosas para un corto viaje...
Poco más de tres meses pasaron desde que NamJoon y JiMin tuvieron contacto íntimo, la mañana siguiente al evento el menor se comportaba cariñoso con él, le abrazaba y sonreía a cada instante, cosa que supo... era para calmar los gritos de su corazón, quizás quería engañarse, quizás quería mentirse tapando sus oídos infantilmente diciendo "tengo novio, cállate... tengo novio~" y claro... el novio falso allí sería él. Por lo que no desaprovechó aquella oportunidad para tratar de conquistar el corazón del menor, salían cada que podían, siempre que compraba cosas para él veía su rostro feliz, debía estarlo, él como su ideal, como la persona destinada para toda su vida, era consciente de lo que le gustaba y lo que no. JiMin procuraba no avanzar de los besos en las mejillas, pues sabía que aquella noche había cometido un error, sin embargo deseaba que fuera NamJoon el que arrancase a YoonGi de su mente.
Por ello mismo, porque NamJoon realmente apreciaba a JiMin, era por el que estaba allí, formado, moviendo sus pies un poco por el cansancio del viaje. La fila avanzó un poco más rápido de lo que esperaba... hasta que estuvo en frente, entrecerró los ojos mirándole, no era más alto que él, quizás tendría la misma estatura de JiMin, su cabello oscuro sólo hacía resaltar sus ojeras moradas que adornaban las comisuras de sus ojos, sus labios eran finos y rosas, distantes de los carnosos y tiernos de JiMin... sus manos grandes se abrieron esperando el libro entre ellas, cosa que tardó en suceder, pues el más alto seguía analizándolo, aquella ropa oscura, aquel rostro serio alejado de uno amable, una suave mueca y sus labios torciéndose sólo un poco al no comprender, la ceja afilada encarnándose con interrogación y más cansancio...
— ¿Vas a querer que lo firme? —Escuchó su voz rasposa y seria.
Era lo contrario a JiMin, agresivo y aburrido ante la primera vista, cansado y carente de sonrisas, de aquellas las que, intuía, JiMin amaba recibir. No comprendía qué le atraía de aquel chico... o quizás sólo eran celos los que le ponían un filtro denso ante sus ojos, juzgando al pálido sentado frente a él.
Era él.
Era YoonGi.
— Sí, sí... —NamJoon asintió dejando el libro entre las grandes palmas.
— ¿Cuál es tu nombre? —Preguntó nuevamente YoonGi destapando con maestría, en un solo movimiento, el plumón en su mano libre mientras la otra sostenía la caratula de cartón grueso.
— NamJoon... —habló admirando a YoonGi abrir el libro.
YoonGi asintió mientras movía la carátula, y al hacerlo el plumón cayó de sus dedos manchando con un único punto el mantel blando que cubría la mesa del lugar. Levantó su mirada rápidamente hacia el chico que estaba frente a él y le reconoció, aquel chico de cabello claro, moreno y jodidamente alto, que era el ideal de... de...
— ¿Qué... qué es esto? —Preguntó sacando la fotografía que estaba atorada en la carátula.
— Ah, lo siento, lo ocupo de separador porque... —NamJoon tomó la fotografía instantánea que tenía tintes oscuros y cafés de sombras, mientras que las luces dejaban ver a JiMin sonriendo haciendo un signo de paz con sus manos mientras cerraba los ojos con fuerza—... porque es mi novio.
YoonGi sintió un nudo en su garganta, nudo que subió hasta sus sienes, cerró los ojos y su mano temblorosa palmeó la mesa hasta que encontró el plumón de nueva cuenta y asintió dejando que su mente recordara por última vez el rostro del menor que hasta hace unos instantes, sentía, no podría recordar más.
— ¿No es lindo? —Preguntó nuevamente NamJoon mirando la fotografía para luego girarla hacia YoonGi.
— ¿Cuál... cuál era tu nombre? —Preguntó siseando mientras luchaba por no ver la fotografía.
— Él siempre es amable... —suspiró fingiendo no haberle escuchado—. Aunque es distraído... —soltó una risa.
YoonGi levantó su rostro un poco para admirar la fotografía de nueva cuenta, sus ojos temblaron al ver las líneas suaves de sus ojos apretujándose contra sus mejillas, su cabello esponjoso que solía oler a manzanilla, su cuerpo que solía moldearse bien a los suéteres extra grandes o a las más finas camisas... volvió a bajar la mirada apretando el plumón entre sus manos.
— ¿Puedes repetirme tu nombre? —Suspiró deseando acabar con ese infierno.
— Ah, mi nombre es NamJoon, pero quisiera que lo firmaras para él... —sonrió.
YoonGi negó mientras dejaba el plumón.
— No me estoy sintiendo bien, lo siento. —Pasó una mano por su frente quitando las hebras del mismo sintiendo un suave sudor de pánico en su piel.
NamJoon lo volvió a admirar, parecía estar sufriendo los mismos estragos que JiMin sufrió cuando le escuchó en la radio.
— ¿Estás bien? —NamJoon se inclinó un poco.
— No, yo... lo siento... no puedo firmarlo así... —negó.
— ¿Por qué no?
— Es... sólo... no puedo.
— ¿Por qué?
— No insistas, por favor, puede... puede ser tu nombre, nada más.
— Sólo quiero que pongas "con cariño para Park JiMin", por favor...
— No puedo...
YoonGi cubrió su rostro suspirando, esto no podía estarle pasando, no quería que pasara, no quería ni imaginarse la reacción del menor al ver su letra, escribiéndole como si no le recordara, como si no hubiera golpeado paredes ante la necesidad de ir a su departamento una noche, como si no hubiera tragado las lágrimas en la ducha... no quería fingir que no lo recordaba cuando seguía siendo su inspiración.
— Vamos... hazlo porque... —NamJoon volvió a acercar el libro y colocó encima de la hoja en blanco, lugar donde firmaría, la fotografía de JiMin— él también te extraña.
YoonGi destapó su rostro rápidamente y sorprendido, admiró a NamJoon tomando el libro alejándose de la mesa, justo cuando su mánager iba a mencionar que estaba tardando demasiado, bajó la mirada topándose con la fotografía de JiMin, la tomó entre sus manos y la guardó lentamente en su chaqueta mientras seguía con la firma de libros, desde aquel instante sus actos fueron automáticos, sólo sonreía y se tomaba fotos con quienes pedían, abrazaba a las chicas y unos cuantos chicos, asentía ante anécdotas a las que ya ni siquiera prestaba atención, simplemente estaba desconectado. Cuando la firma acabó, siendo las seis de la tarde, se sentó en la camioneta que le llevaría al hotel, lugar donde se recargó contra el respaldo del mismo y con lentitud acarició los bordes de la fotografía que aún se encontraba en su chaqueta... cerró los ojos y la apresó delicadamente entre el dedo índice y corazón sacándola.
— JiMin... —suspiró con los ojos cerrados y la fotografía entre sus manos.
Levantó con lentitud y pereza sus párpados permitiéndose admirar la fotografía del menor, sus cejas se fruncieron y su garganta pasó saliva al verse débil por una simple imagen, sonrío al ver el suéter de rayas que habían comprado alguna vez en una feria y que él tanto se negaba a usar porque "sería raro" hasta que le obligó a ponérselo. Quería verlo sonreír de nuevo, quería abrazarlo y pedirle perdón... pero sabía que si lo hacía iba a pedirle —o quizás exigirle— que dejara a NamJoon, por esa misma razón no se atrevió a decirle adiós apropiadamente, pues si le veía una vez más simplemente soltaría palabras sin sentido para al final decir "te amo, no me dejes", aunque él sabía que era lo correcto, JiMin siempre soñó con su pareja estable, con una casa y quizás un gato que ambos mantendrían, recuerda haberle oído emocionado hablar sobre el conjunto de ropa que usarían juntos, las camisas sin manga que portarían los fines de semana presumiendo la marca de amor eterno que tendrían en sus muñecas. No quería acabar con las ilusiones que llenaban el corazón del menor, y para ser franco, tampoco quería terminar con el corazón destrozado sin remedio al escuchar que le dejaba por aquel moreno.
Giró la foto sin motivo en realidad encontrando una nota escita a mano con tinta negra.
[[ ¿Tienes tiempo de ir a comer algo? Te espero hoy mismo a las siete en el restaurante "leaves", está a media hora de la firma de libros... espero no estés muy cansado por todos los autógrafos. ]]
Rápidamente miró su celular admirando que eran las seis cuarenta, le pidió al conductor que lo llevase rápido mientras con un mensaje le anunció a su mánager que tendría que salir rápido, acomodó su camisa y su cabello, pues algo en su tonto e ingenuo corazón le decía que allí estaría JiMin, así que estaba más que nervioso. Llegó a las siete diez, esperando con el alma en la mano, que no se hubiese ido, rápidamente entró al lugar buscando al menor, pero sólo se topó con la imagen de NamJoon comiendo un pastelillo.
— Creí que no vendrías.
— Ah, sí... sí... aquí estoy. —Se acercó y se sentó al frente corriendo un poco la silla causando un sonido que taladró su ya cansada mente.
— ¿Quieres café? —Preguntó NamJoon y ante el asentimiento del pálido sólo levantó la mano para llamar a un camarero.
— Café... ¿y? —Cuestionó con la mirada.
— ¿Puedo fumar aquí? —Preguntó ocultando sus manos en los bolsillos de su chaqueta negra.
— No, señor, pero si lo desean, pueden acceder al patio trasero, allí pueden fumar con libertad. —YoonGi asintió mirando a NamJoon quien ayudó a poner el resto del pastelillo y el café en la charola de la joven para así trasladarse hasta el fondo del lugar, donde ciertamente hacía frío pero era más cómodo pues la privacidad podía percibirse en la gente que platicaba a su alrededor con voz moderada.
Se sentaron y YoonGi inmediatamente sacó un cigarrillo, lo prendió haciendo que la punta del mismo resaltara entre la noche como las lámparas que colgaban encima de ellos, haciendo el contraste entre lo amarillento de las mismas y sus pieles.
— ¿No vas a comer algo más? —Preguntó NamJoon.
— No tengo hambre.
— Yah... aunque sea una ensalada.
— No tengo hambre.
NamJoon levantó los hombros y miró hacia las personas que seguían platicando, partiendo sus pasteles o picando sus alimentos, la mayoría —si no es que todos— tenían un café acompañando a la comida que estuvieran consumiendo. No pasaron más de cinco minutos cuando café llegó a la mesa, el pálido agradeció con un asentimiento mientras se recargaba contra el respaldo suspirando sacando así la frustración y también el humo del tabaco.
— ¿Qué hago aquí? —Preguntó bebiendo por primera vez de la taza.
— ¿Bebiendo café? —Habló inseguro NamJoon mirándole intrigado.
— Eso no... —suspiró— ¿Para qué escribiste eso?
NamJoon sonrió y picó una de las últimas fresas llevándosela a la boca para masticarla un poco.
— Hey... en serio... —YoonGi suspiró.
— ¿Mmh? —Preguntó NamJoon.
YoonGi rodó los ojos y sacó del bolsillo aquella fotografía que tantos recuerdos y agujas le trajeron a su corazón, la dejó sobre la mesa mirando al moreno con seriedad.
— ¡Mi foto! —Exclamó NamJoon intentando tomarla.
Sin embargo YoonGi la había vuelto a jalar como un acto primario... como un instinto de querer salvaguardar la memoria del menor junto a su corazón.
— Ah, lo siento. —YoonGi dudó un poco pero extendió la fotografía hacia NamJoon.
El moreno analizó el rostro de YoonGi, pues aunque su semblante estuviera serio, claramente sus cejas estaban temblando al igual que su labio inferior. Cerró los ojos y comenzó a hablar sin darle tregua para que le detuviera, comenzó platicando de cómo había conocido a JiMin y de cómo le rechazaba, habló firmemente de sus deseos de ir al teatro, o sus deseos de ver una película premier, le contó del libro que compró sin dobles intenciones, simplemente lo había hecho con el afán de querer recibir un abrazo —aunque sea de amistad—. Contó de su pérdida de peso, de sus ojeras, de sus ojos decaídos y su voz apagada, le habló detalladamente de como hablaba lento y rasposo, como si hubiese un nudo que le atoraba la voz o si el humo que pasaba por sus pulmones hubiera sido el suficiente para acabar su voz armoniosa. Narró del café que dejó de beber y de los libros que dejaron de interesarle, sobó sus manos con temor mientras le contaba sobre aquella vez que le escucharon en la radio, omitiendo que —para él— habían hecho el amor, aunque seguramente para el menor sólo era un desahogo, algo para no sentir la soledad... detalló cómo su alegría subía con cada día que transcurría, con cada semana que pasaba, con cada segundo que respiraba, asintió emocionado al recordar sus brillosos ojos ante los libreros grandes, ante los pasteles de fresa, ante los peluches o las flores...
— ¿Pasteles de fresa? —Interrogó YoonGi.
— Sí, le gustan mucho... —lo miró dudoso— ¿No lo sabías?
— Creí que le gustaba más el kiwi, es decir, jamás lo hablamos, pero... podía notarlo... —sobó su brazo con incomodidad— aunque supongo que tú sabrás más de ello.
NamJoon ladeó sus labios, realmente él veía que JiMin disfrutaba mucho de los pasteles de fresa, pues casi nunca pedía de kiwi... aunque le restó importancia.
— Pero... —bajó la mirada— parece que se marchita... la flor de su mano... dejó de tener vida.
YoonGi levantó la mirada e inmediatamente la desvió.
— Estará mejor contigo. —Suspiró.
— Ese no es el punto. —NamJoon negó—. Si estás o no dispuesto a volver con él, y si él está dispuesto a iniciar nuevamente... es... es algo de ustedes... —rascó su nuca sintiendo entre sus dedos las cortas hebras —pero creo que necesita saber que si te importa.
— ¡Claro que me importa! —Gruñó.
— Pues eso deberías decírselo... —asintió.
— Escucha... tú... sólo dalo todo... JiMin parece fácil de leer pero es más complejo y--...
— Fuiste y serás una parte importante de su vida, si sigue pensándote así simplemente no podrá avanzar... —lamió sus labios suspirando en el proceso— él, creo que sólo quiere saber cuánto te importa... aunque sea... sólo ve... ve con él a hablar... aunque no vuelvan a verse nunca más.
YoonGi suspiró y prendió el quinto cigarrillo de la noche, se recargó contra el respaldo metálico de la silla y cerró los ojos, ver a JiMin... ver a JiMin de nuevo sonaba como algo que hubiera esperado con ansias, aunque ahora sólo le causaba una agonía y un temor en sus sienes en forma de jaqueca.
— Piénsalo... —NamJoon tomó la fotografía y anotó su número— Llámame si decides verle.
Se despidieron cortamente, con los sentimientos quemando la garganta, YoonGi no pudo entablar una conversación coherente con nadie, pues aun sentía aquella presión en su corazón diciéndole que no debía verle, que debía alejarse, que quizás JiMin poco a poco le superaría...
Pero realmente quería desearle todo lo mejor con NamJoon.
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Tocó el timbre y JiMin corrió rápidamente sonriendo al ver a NamJoon, lo invitó a pasar preguntando qué hacía tan noche por aquellos lugares, el mayor simplemente levantó los hombros sentándose en el sillón mirando la película que pausó.
—Toma... —extendió una cajita mediana color blanco hacia JiMin.
—Yah~ siempre me compras cosas. —Sonrió el menor mientras caminaba a la cocina para abrir la caja.
—Si no te gust--...
—¡Wah! —escuchó una exclamación— ¡Es de kiwi! ¡Hace muchísimo no comía de esto!
NamJoon se levantó y caminó hasta la cocina donde encontró a JiMin enterrando una cucharita en el pastel comiendo animadamente mientras achinaba los ojos.
—¿Te gusta? —Preguntó con el tono más normal que pudo sacar.
—Sí, demasiado... —suspiró— es mi sabor favorito.
—¿Por qué jamás lo dijiste? —Inquirió anulando la pregunta de su mente que citaba "¿por qué no lo sabía si soy tu persona ideal?"
—Bueno... —JiMin dejó de comer— si como de esto querré más y más... y más... —suspiró— y esos pasteles no son gratis —negó sonriendo—. Ni en mi billetera ni en mi cuerpo. —Carcajeó—Me encanta el kiwi pero no quiero que mi ropa me quede pegada.
NamJoon le admiró serio.
— ¿Solías comerlo mucho antes? —Preguntó curioso.
— No, no... solía comerlo... a veces una vez al mes, aunque otros meses me descontrolaba... —volvió a masticar entre risas— ¡Pero es taaaan bueno! —Suspiró.
NamJoon asintió sin continuar con el tema para tomar un vaso y beber agua... pues quizás eso le ayudaría a pasar el nudo que sentía en su pecho, cuando miró a JiMin comer con lentitud los kiwis miró, inmediatamente después, la florecita en su muñeca.
Y por primera vez en sus veintidós años pensó que... quizá... tal vez... eso de los ideales no era tan cierto.
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