capítulo cinco
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JiMin estaba ansioso, su corazón retumbaba en sus orejas y sus manos, sonreía lamiéndose los labios y moviendo su pie con nerviosismo. Sus dedos traqueteaban en la mesa del restaurant en el que se encontraba y sus ojos divagaban entre personas, camareros y la enorme ventana que, de momentos, le molestaba muy poco porque el sol vespertino se colaba golpeando directamente sus pestañas. Suspiró pensando que la última semana había pensado que realmente debía intentarlo con NamJoon, quizás aún extraña a YoonGi, sin embargo no quería seguir encerrándose en el pasado, y estaba seguro de que el moreno le había citado para pedirle formalizar, cosa que no negaría, aunque esperaría un tiempo para mostrar la flor, pues aún se conservaba marchita, café, sin vida... sabía que ello era signo de sus verdaderos sentimientos, de aquellas lágrimas que ya no descendían más por sus mejillas pues sus ojos se habían secado al igual que su corazón... por ello, pensó, necesitaba desesperadamente a NamJoon, para que arrancara aquella máscara de felicidad que día tras día se encajaba más en su piel.
— Llegaste temprano. —Escuchó la voz gruesa y giró con una sonrisa.
— Ah, bueno... ¿debía llegar tarde? —Sonrió.
— No, no, para nada... —NamJoon caminó dos escasos pasos hasta llegar a la silla del frente sentándose.
— ¿Qué vas a querer? Yo quiero café... y ¿sabes? Quiero otro de esos pastelillos de kiwi... ¡Ah! ¡Desde esa vez no he dejado de pensar en lo buenos que son. —Exclamó cerrando sus ojos por aquella sonrisa.
— JiMin... —NamJoon pidió su mano y el menor la entregó sin chistar.
El menor sintió pánico y sus labios se secaron, tragó duro cerrando sus ojos con miedo y vergüenza al sentir la manga de su suéter subiéndose.
— Eso... eso pasará. —Habló rápido mirando a NamJoon.
— ¿Ya fuiste al médico? —El moreno delineó con sus dedos las flores que se enmarcaban en la suave piel que tanto quería. No podía permitirse una marca como esa, y no sabía cómo remediarlo.
— Sí... —JiMin miró a la ventana—. Me recetó unas pastillas.
—¿Eran... anti... antidepresivos?
— No importa. —JiMin levantó los hombros y regresó el brazo a su regazo bajando la manga en el proceso.
— JiMin...
— Sólo hay que comer... vamos... —JiMin jugó con una de las servilletas que se encontraba en el centro doblando suavemente las esquinas— ¿N-no querías preguntarme algo?
El menor sentía que realmente quería escuchar la propuesta de formalizar, y si no lo hacía el moreno, él lo propondría esperando que, como ideales, le llevase a vivir con él... quizá de esa manera podría dejar el departamento que aun olía a memorias del mayor... que aún tenía el espectro de su ausencia. Miró al moreno quien revisaba su celular tecleando un par de cosas, aquello sólo implantó dudas en su joven mente, él quería ya superar esa etapa, un año y casi tres meses de sufrimiento no era algo que pensó padecer.
— Te quiero. —Sonrió NamJoon sacando de sus pensamientos agónicos al menor.
— ¡Y-yo también...! —Replicó JiMin asintiendo rápido.
— Pero lo siento... esto tenía que pasar. —Se levantó y abrazó a JiMin para caminar a su lado en dirección a la salida.
JiMin sintió el corazón acelerarse ¡¿por qué NamJoon le estaba abandonando?! Su respiración aumentó y rápidamente giró para decirle que no le dejara, que podrían intentarlo y que, en serio, estaba tratando de olvidar a su expareja. Sin embargo al hacerlo se detuvo y sus manos se congelaron al igual que su mente.
Frente a él, a lado de NamJoon, estaba un chico de estatura mediana, cuyo cabello estaba acomodado, llevaba unos lentes que enmarcaban su piel... su pálida piel, el suéter que traía contrastaba contra su cuello acomodándose a su delgada figura. Inhaló en incredulidad y sus manos apresaron la silla en la que se encontraba sentado.
— ¿Qué es esto? —Al escuchar la voz del pálido sintió desfallecer del pánico.
— Adiós. —Cortó NamJoon saliendo del lugar.
Ambos chicos se miraron con miedo en sus ojos, sus manos sudaron sobre su pantalón.
— ¿Cómo estás? —Preguntó YoonGi después de algunos instantes mirándose enmudecidos.
JiMin paseó la mano desde la silla hasta su muñeca, aquella que tenía la difusa, triste y enferma marca... apretó la misma entre sus dedos y suspiró.
— Bien. Muy bien. —Mintió.
YoonGi tomó con nerviosismo los botones de su saco y miró al menor sin saber qué decir con exactitud, su cabello había crecido al igual que sus uñas, parecía que sus pestañas habían ganado espesor sus labios se habían vuelto más rosados, sin embargo... también encontró unas ojeras que podrían pasar desapercibidas, aunque él las notaba de manera marcada, aquel tono morado y azul empezaba en los lagrimales del menor extendiéndose hacia sus mejillas. Aunque para él JiMin se veía estupendo, siempre lo hacía, claro está, aunque quizás su ausencia sólo marcó mucho más su presencia, haciendo que en las noches o mañanas tratara de cerrar los ojos imaginando cómo estaría él a su lado, durmiendo o despertando, llegando con un café o corriendo por la prisa...
— ¿Te vas a sentar? —Cuestionó JiMin regresando a su posición original.
YoonGi asintió a la nada y caminó para sentarse al frente sacándose su saco dejando así más evidente su esbelta figura. JiMin pensó que quizás no se estaba alimentando bien. El camarero llegó a los cinco minutos, tiempo que había transcurrido en total silencio.
— Un café americano... —habló YoonGi— un pay de queso y... —siguió hablando mientras miraba el menú— y un capuchino... —sin embargo cerró los ojos al percatarse de que se había perdido en sus pensamientos, pues estaba encargando le comida como en aquellos días que ambos salían, pues sentía que conocía tan bien los gustos del menor que no necesitaba preguntar. —Perdón... perdón... —dijo negando aún con los ojos cerrados ante su actitud.
"Capuchino o té helado... pay de limón o pastel de kiwi."
Esas eran sus opciones y rondaban su mente.
JiMin se cohibió ante aquella actitud. Lamió sus labios y bajó el rostro.
— Capuchino... —habló quieto— y... y pastel de kiwi.
YoonGi suspiró con calma sabiendo que sí, le conocía y eso dolía demasiado, pues le tenía allí, podría saber —o intuir—qué quería. Sus manos apresaron la negra tela de su pantalón y negó con lentitud mientras pensaba en todos los sentimientos que galopaban en su corazón a medida que escuchaba la voz de JiMin.
— ¿Por qué NamJoon hizo esto? —Cuestionó el menor con un puchero invisible.
— No lo sé.
— ¿Por qué accediste?
— En realidad... no lo sabía. —Habló asintiendo agradecido al recibir el café.
JiMin sonrió resignado mientras llevaba la taza a su boca... soltó una risa antes de probar el líquido caliente sobre su lengua.
— Debí suponerlo... —aquella sonrisa estaba cargada de tristeza y decepción.
YoonGi lo miró intrigado mientras sentía la cajetilla de cigarrillos golpeando su cadera, pues al estar en el bolsillo del saco el pico de la caja insistía contra su cuerpo, como recodándole que allí estaría para anular su ansiedad al estar frente al menor.
— ¿Eh? —Preguntó sintiendo ansias de sacar la cajetilla y fumar, fumar hasta que sus pulmones salieran de su sistema, hasta que su corazón se ahogara en tanto humo que fuera imposible que sus latidos tristemente enamorados fluyeran hasta su boca en forma de una disculpa.
— Sólo... —JiMin volvió a sonreír en vergüenza por sus propios pensamientos— pensé que... no sé... —dejó la taza haciendo un pequeño y desapercibido sonido por la porcelana— quizás... —su mano, la misma que había sostenido la taza, se paseó hasta su brazo sobándolo en un patético intento de drenar sus sentimientos— quizás... querrías... verme... —habló haciendo que cada palabra fuera más apagada que la anterior pronunciada.
YoonGi admiró la vergüenza del menor y rascó su nuca.
— También quería verte... —habló más firme de lo que en realidad representaban sus sentimientos— pero no sabía cómo hacerlo... —carraspeó partiendo con su cuchara un pedazo del pay— además... él... —lo metió en su boca para que el dulce ayudara con el amargo sabor de las palabras que soltaría— NamJoon... se ve buen tipo.
— ¿Cómo lo conoces?
— Él fue a una firma de libros. —Levantó los hombros omitiendo el hecho de la fotografía que puso entre la portada y la primera página... fotografía que aún tenía recargada contra su lámpara de noche.
— Ya veo. —Le restó importancia sabiendo que posiblemente el moreno fue hasta una firma de libros para conocer al pálido, pues muchas veces el nombre "Min YoonGi" había salido de sus labios en forma de suspiros, sollozos o a veces en medio de abrazos que trataban de apaciguar su adolorido corazón.
La comida fue incómoda y silenciosa, ambos querían saber la vida del contrario pero no se animaban a preguntar. JiMin acariciaba los bordes de la misma servilleta que había sido presa de sus sentimientos tristes, las mismas puntas ya estaban arrugadas, dobladas y había alguna que estaba desprendiéndose por el mismo calor corporal que emanaban sus dedos al rozarle insistente. Cuando ambos platos se vieron libres de todo alimento el menor fue el primero en hablar.
— Mañana tengo escuela. —Replicó girando su mochila negra de piel para sacar su cartera— y necesito dormir. —Sacó de su cartera un billete grande, lo dejó en medio y tomó del respaldo de su silla la gabardina café oscuro.
— Ah, espera... —YoonGi buscó con desesperación su propio dinero para pagar. —Yo pago.
— No, así está bien. —JiMin sonrió— supongo que esto es el adiós... —aplanó con sus palmas la tela entre sus brazos— el adiós de verdad.
YoonGi sintió un pitido ensordecedor en sus oídos, mismo que llegó a colarse hasta sus sienes produciéndole un dolor que ya conocía; el dolor del recuerdo.
— ¿En serio? —Preguntó casi en un jadeo lastimero.
— Sí... —asintió con tranquilidad cerrando sus ojos por un segundo pidiendo a sus sentimientos alocados el entender que no se verían más.
— Entonces... —YoonGi removió su saco—... entonces permíteme hablar.
JiMin lo miro serio y al final accedió, pensó que quizás un adiós correcto sería todo lo que necesitaba para seguir adelante.
Salieron del restaurante con el viento golpeándoles la nariz produciendo un frío escalofrío en sus columnas. Ambos se colocaron correctamente tanto el saco como la gabardina respectivamente y comenzaron a andar sin rumbo, como estaban acostumbrados antes de la marca.
Llegaron hasta un parque que, por la hora, estaba prácticamente deshabitado. JiMin caminó adelantándose unos pasos para sentarse en uno de los columpios, realmente no quería seguir caminando, no deseaba sentir las ansias de tomar su mano o dar pequeños brincos para producir una sonrisa en el mayor como en aquellos días.
— ¿Qué quieres decir? —JiMin comenzó a moverse en un vaivén corto.
— Ah... —YoonGi se sentó en el columpio a su lado y cerró los ojos— quería decirte lo bien que te ves... —sonrió— pero necesitas dormir y quizás comer más...
— Estoy bien. —Respondió con vergüenza.
— Sé que lo estás... —se removió mirando hacia el lado contrario para que sus sentimientos salieran correctamente— siempre lo estás... eres jodidamente fuerte... no sé cómo afrontabas los problemas y siempre salías de ellos... —inhaló de más como si estuviera a punto de suspirar— siempre admiré eso de ti.
—¿Qué quieres, YoonGi? —lo miró intrigado por sus palabras, esperando que su idiota corazón no se ilusionase.
— Sólo... —se movió más— despedirme...
JiMin no mencionó otra palabra, simplemente miró al frente esperando que el mayor siguiera hablando.
— ¿Sabes? Sé que me vi terrible sólo dejándote una nota... sonó como esas novelas que odio, en las que regreso pidiendo perdón y tú me recibes con los brazos abiertos ¿No es así? —Soltó una risa apagada.
— Es más patético que me hayas dejado por un tatuaje. —Soltó sin rencor el menor.
— No fue por un tatuaje.
— Sí lo fue.
— Que no.
— Que sí.
— ¡Cómo insistes!
— ¡Es verdad! —Soltó un puchero el menor.
— ¡Que no! —Suspiró—. Fue porque... cuando empezamos... tú hablabas de lo que usarías cuando conocieras a tu estúpido ideal... y lo que comerían y... —desvió la mirada— y lo que prepararía para ti.
— ¡Eso fue hace años!
— ¡¿Y qué?! —gruñó— ¡Igual siempre tuve miedo de que ese día llegara!
—¡Fuiste egoísta! —Esta vez, JiMin, estaba perdiendo poco a poco el control.
— Egoísta hubiera sido que me quedase a tu lado. —Refutó— que... que te forzara a no experimentar con tu ideal.
— No, egoísta fue que no me preguntaras... una relación es de dos. Tomaste la decisión por tu cuenta.
— JiMin... no fue así... —YoonGi negó con la cabeza.
El menor desvió la mirada y cruzó sus brazos frente al pecho.
— Y si fue por un tatuaje... —recalcó.
— ¡Ah! ¡Que no! —YoonGi le miró con el ceño fruncido.
— Sí, pero da igual porque me dejaste para estar con mi ideal... ¿no? —Cerró los ojos frustrado.
— Sí... —YoonGi miró sus manos evitando así seguir mirando a JiMin privándose de los sentimientos enamoradizos que sentía al admirarlo—. Sabes que lo nuestro no iba a durar mucho.
JiMin relajó su cuerpo y miró el suelo.
— ¿Por qué? —Comenzó a balancearse un poco en el columpio.
— Bueno... —removió sus pies un poco— los ideales están hechos para que las relaciones no fracasen... ¿no es así? Para ser el "perfecto" de la otra persona, conocerla totalmente aun sin haberla visto antes.
— ¿Lo dices por la camisa extremadamente rosa que me regalaste? —Preguntó aun balanceándose.
— ¡¿Qué?! —YoonGi le miró incrédulo.
— La que me diste después... de algún tiempo... —Levantó los hombros.
— ¡Pensé que te gustaba el rosa por esa sudadera que siempre usabas!
— Me gusta el rosa, pero eso no era rosa... —suspiró—. Eso era algún experimento nuclear.
— ¡Era cara!
— También fea. —JiMin soltó una risa.
— Ugh... —YoonGi suspiró—. Cierto... igual que esos calcetines que me diste de estrella...
— ¡Hey! —JiMin hizo un puchero— ¡Eran lindos!
— Tenían estrellas, JiMin... ¡Estrellas! ¡Y estrellas de colores! —Soltó una risa— y era un infierno porque suelo doblar la parte baja de los pantalones... ¡¿Sabes cómo es tener que aguantar eso por vergüenza de los calcetines de estrellas?!
— Pero... —JiMin ya estaba soltando risas amplias— pero hacían juego con los míos.
— ¡Eran feos!
— ¡Eran bonitos! —Siguió insistiendo con una risa—. Además, pensé que siempre usabas negro... debía darte algo de color.
— ¡Eran de estrellas!
— ¡Ay, qué delicado!
Siguieron riendo hasta que sus propias carcajadas se apagaron dejando sólo suspiros. JiMin frunció un poco el ceño y sobó sus mejillas, pues hacía tiempo que no reía sinceramente lo que provocó el dolor de sus mejillas al soltar carcajadas alegres y sin filtro... bajó la mirada decepcionado de sí mismo por no poder reír así con NamJoon. Mientras tanto, YoonGi sólo apretaba las cadenas del columpio, no creía que el "reencuentro" fuera tan tranquilo, no podía entender por qué seguía existiendo esa química perfecta entre ellos, no se odiaban, o al menos eso parecía, sus reclamos salían igual que cuando eran pareja...
— Igual... —siguió hablando JiMin después de unos minutos— igual recuerdo cuando... cuando me diste esos guantes... ¿recuerdas? —vio al mayor asentir—. Ah, estuve feliz... al fin podía seguir practicando boxeo...
— ¿Sigues practicando?
— Sí, el saco tiene una fotografía tuya. —Sonrió.
— ¡Yah!
JiMin volvió a soltar una risa mientras cubría su rostro y pedía perdón diciendo que no era verdad. YoonGi añoró esa imagen.
— Pero... no supe cómo reaccionar... —suspiró— eras el primero en darme algo así... —pensó en mencionar a NamJoon, pero le sabía mal pues el moreno siempre fue amable— nunca... nunca nadie... me ha regalado algo así de nuevo... pensé por un momento que era mi ideal.
YoonGi frunció los labios y asintió.
— Pensé lo mismo cuando me diste ese disco de vinil que tanto quería... —sonrió avergonzado— aún hoy sigo sin saber cómo... cómo lo supiste
— Al igual que tú... —levantó los hombros—... lo vi y supuse que eso te gustaría.
YoonGi asintió y volvieron a sumergirse en un silencio, mismo que duro escasos cinco minutos pues el mayor retomó la palabra.
— ¿Y cómo te va con él? —Hizo la pregunta que tanto le dolía.
— No me va... —levantó los hombros—. No somos pareja.
YoonGi frunció el ceño y quiso tener allí mismo a NamJoon para golpearlo un par de veces por hacerle creer que eran novios, por causarle todas esas lágrimas en la ducha, por interrumpir —aún más— su sueño.
— Ah, pensé...
— No, YoonGi... —negó molesto—. No creas que porque me dejaste voy a ir buscando a otros. —Refutó aun en contra de sus pensamientos anteriores, justo cuando pensaba en pedirle a NamJoon que fuese su pareja para arrancar el recuerdo.
— Debería decir que me alegra ¿no? —Sonrió derrotado— pero no es así...
JiMin lo miró dudoso.
— En realidad... me entristece... —lo miró—. Al menos eres feliz ¿no?
JiMin suspiró.
—No lo soy, YoonGi... —se balanceó con fuerza como si fuera un niño divirtiéndose, aunque en realidad sólo quería drenar la adrenalina que recorría su sangre—. No lo soy, te extraño como nunca... —jadeó moviéndose más— quisiera no estar más en esa casa porque sólo te recuerdo... —gruñó deteniéndose haciendo que su rostro terminase rojo, no sólo por los movimientos bruscos que realizó, sino también por los sentimientos que galopaban hasta sus ojos que amenazaban con lagrimear—. Te extraño muchísimo... sentí que moriría... golpeé el sillón tantas veces que no tienes una idea... odié como nunca la marca, después te odié... después me odié por enamorarme... y al final sólo comprendí que era algo que debía pasar.
— JiMin.
— Hoy quería pedirle a NamJoon que formalizáramos. —Recalcó serio— pero no como mi ideal, sino como una persona a la que también puedo conocer y me puede conocer.
— JiMin...
— Porque... por más que te haya odiado... comprendí que tú me enseñaste a no menospreciar el tiempo... —miró hacia el cielo—. Quiero que alguien se tome el esfuerzo de conocerme... y quiero esforzarme por conocer a alguien.
— JiMin... no llores.
El menor le miró y tocó sus mejillas sintiéndolas húmedas... se sonrojó y limpió con sus mangas sus cansados ojos.
—Lo siento... —soltó una risa amarga—. No quería llorar.
— Perdóname.
— YoonGi, no...
— En serio... —carraspeó apresando más la cadenita contra sus dedos pues el ardor de querer quitar las lágrimas de las mejillas que tanto adoraba le consumía—. Lo siento mucho... no debimos intentarlo... —cerró los ojos— aunque igual... igual sufro... —parpadeó evitando las lágrimas— aprendí tanto de ti... que siempre... siempre imagino qué dirás o qué harás cuando estoy solo... —subió su mano para quitar el cabello de frente llevándose así también una lágrima que había salido sin su permiso— pero... pero me alegra demasiado... que quieras conocer a NamJoon... imagino que siendo ideales todo será más fácil. —Sonrió.
— No seas estúpido. —Gruñó el menor— que sea mi ideal no ha impedido que me regale flores que no me gustan o que elija helado que me empalaga... tampoco ha evitado que me abrace de la cintura aun cuando lo detesto.
YoonGi lo miró serio, pensando que aquello era un incentivo para iniciar de nuevo, para volver a besarse tímidamente o regalarse camisas y calcetines feos.
— ¿Qué tonto no podría saber eso? —Habló como si fuera lo más obvio, y al recibir la mirada sorprendida del menor supo que no debía decir más—. Tengo que irme. —Se levantó antes de que sus palabras salieran.
— YoonGi... —El menor le habló aun sentado.
— ¿Sí?
— ¿En serio piensas que ponerle una flor a mi té es estúpido? —Habló con la mirada en el suelo.
El mayor abrió los ojos en sorpresa al comprender que aquella frase sólo significaba que JiMin había leído su libro, pues allí había mencionado que el chico, ridículamente, ponía una flor en su té... personaje que estaba totalmente inspirado en JiMin.
— Bueno... después...
— Sí, sé que después dice que es tierno pero... ¿pensabas que era estúpido? —Levantó el rostro.
— Lo estúpido era que me fijaba en ello aun cuando llevábamos un mes. —Buscó dentro de su saco encontrando el cartón de la cajetilla, lo abrió y sacó un cilindro de tabaco para prenderlo.
— Entonces... —JiMin se levantó— esto no es como esas novelas ¿no? —Sonrió— no nos besaremos ni lloraremos juntos...
YoonGi no respondió y simplemente inhaló todo el tabaco que podía para así evitar hablar.
—Entiendo... —JiMin le miró sonriendo tan suave que podría confundirse con una mueca de tristeza—. Espero que te cuides... —sin preguntarle rodeó el cuerpo del mayor con sus brazos aferrándose un poco a su espalda— come bien, estás muy delgado... —asintió separándose para caminar lejos de él.
YoonGi miró al menor caminar lejos de él, apagó el cigarrillo bajo sus pies y trotó un poco hasta estar cerca de él. Jadeó por su mala condición física —más la última adicción al tabaco— y pasó saliva. Joder, esto no podía terminar así.
— Y... —habló llamando la atención de JiMin, quien se dio la vuelta. —¿Y si quiero ser como... como esos personajes que odio? —sus cejas se juntaron en una muestra de preocupación.
— ¿Cómo?
— ¿Y... y si quiero que nos besemos y lloremos juntos?
— YoonGi...
— ¿Qué?
— Las cosas no son así de fáciles. —Negó.
— Es... es por eso que me enamoré... —suspiró— y... y también es por eso que estoy aquí... no sabes cuántas veces pensé que debí ser egoísta y retenerte a mi lado... —bajó la mirada.
JiMin le miró achinando muy poco la mirada, ladeando el rostro y metiendo las manos en sus bolsillos mientras mordía su labio inferior, parecía estar pensando algo con delicadeza.
— ¿Q-qué? —Habló YoonGi tratando de disimular su nerviosismo.
— No sé si hacerme el difícil... o si abrazarte.
— Abrázame.
— Ok. —JiMin se dio la vuelta—. Hacerme el difícil será.
— ¡Ah, JiMin!
—Uh... —notó, por un leve movimiento, que JiMin se había sonrojado hasta la punta de sus orejas— como... como parte... de tu intento... de... umh, reconciliación... ¿no deberías acompañarme a casa?
—Sí.
•◦✿─✿◦•
— JiMin... llegó esto... —la chica le entregó una caja de chocolates envinados.
— Ah... —trató de no mostrar una sonrisa—. No me gustan.
— ¡No mientas! —se escuchó un grito y los presentes admiraron a un chico vestido de negro salir de uno de los pasillos llenos de libros— ¡Sé que te gustan y los has estado rechazando! ¡Son caros, Park! ¡Aprecia mi esfuerzo! ¡¿Sabes lo que es tener un mes entero buscando algo que te sonroje o te haga sonreír?!
JiMin frunció el ceño.
— Min... dije. No. Me. Gustan. —Recalcó palabra por palabra.
— ¡Ah! ¡Me rindo contigo! ¡Dámelos! —Estiró la mano.
La chica, con un rostro lleno de miedo, estuvo a punto de extenderle la caja de chocolates a YoonGi, sin embargo la mano de JiMin lo evitó.
— ¡No! ¡Son míos!
— ¡Pero si dices que no te gustan!
— Los tiraré o regalaré...
— ¡Devuélvelos!
— No, son mi regalo, yo decido qué hacer con él, Min.
—Park... —gruñó el mayor—. haz lo que quieras yo me voy. —Dio la vuelta metiendo las manos en los bolsillos.
—YoonGi... —llamó el menor haciendo que se detuviera— ¿Hoy irás a mi casa?
El mayor giró el rostro mirando por encima de su rostro sonriendo con suavidad.
—Sí.
NamJoon, que estaba en la caja registradora, sonrió negando pensando que ellos dos realmente se complementaban. Desde aquel día él había aceptado que JiMin no debía estar con él, puesto que iniciar una relación sería más un compromiso forzado, cosa que ninguno de los dos deseaba. Después de terminar medio turno se dirigió al baño para lavar sus manos y así poder comer el sándwich que se había preparado esa mañana...
Cuando entró a los baños se encontró con el menor lavando sus manos.
— Hola. —Habló sonriente.
— Hola... —replicó un poco dudoso.
— Dime... ¿Cómo te ha ido con...?
— Es tonto. —Levantó sus hombros.
— ¿Y...?
— Aun no somos novios o algo así, NamJoon.
— ¡¿Por qué no?! —Puchereó.
— Quiero que sea serio.
— ¿Y no lo es?
— Lo es... —JiMin se miró en el espejo—... pero no sé si estemos listos.
En ese instante el mayor admiró la muñeca del menor, la florecita había renacido, los pétalos habían regresado y los tallos parecían más sano que nunca, los colores resaltaban con una claridad que jamás había visto, ni siquiera en su propio brazo.
— Son pareja... aunque lo niegues.
JiMin miró a NamJoon y con sus ojos pedía perdón, se supondría, él debía ser su pareja destinada.
— Ah, quita ese rostro... —frunció el ceño el moreno— ésta marca no es de amor... —mostró su muñeca— al menos no de pareja... es de amistad... jamás había encontrado alguien en quien confiar tan rápido... —sonrió— pero no estoy enamorado. Lo sé... porque yo no te trataría como YoonGi... yo... sería muy... de novela barata... —soltó una risa avergonzada— pero ciertamente quisiera encontrar a alguien a quien tratar con la naturalidad con la que ustedes lo hacen.
— Lo harás. —JiMin sonrió—. Pero no necesitas a alguien.
— Lo sé, gracias.
El descanso transcurrió tranquilo, regresaron al trabajo que, por la hora, disminuía considerablemente. Cuando la hora de cerrar llegó NamJoon tomó su bufanda acomodándola sobre su cuello y encima de su pecho, apagó la luz de la recepción y comenzó a caminar a la salida. Una vez fuera escuchó la risa de JiMin, giró para encontrar a YoonGi a su lado, tratando de abrazarlo mientras el menor se negaba. Soltó una sonrisa mientras los admiraba, quería a JiMin, pero ciertamente no de manera romántica, aquello lo aprendió cuando YoonGi soltó las manías de las que él jamás se había percatado. Así que pensó que antes de pensar en un ideal, debía conocerse, pues la mayor parte de su vida se había concentrado en pensarse con otra persona.
Cerró con el candado la puerta y bajó la cortina de metal para lanzar una última mirada a la "no-pareja" que se encontraba caminando lejos. Soltó una risa mientras negaba al ver como YoonGi apresaba a JiMin para besarlo mientras este lo golpeaba pero al final lo abrazaba.
Sonrió mirando su propia mano cubierta, la cual debajo de aquel abrigo estaba la florecita, pues al parecer aquellos dos —de los que se seguían escuchando risas— estaban hechos el uno para el otro sin importar lo que la piel dictara.
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