Unidos y Separados II
Los personajes de Naruto no me pertenecen, si no a Masashi-Sama...
Capítulo 17
Unidos y Separados (Segunda Parte)
Hinata sentía como si un camión hubiera pasado por todo su cuerpo. Se sentía pesada y aturdida, la punzada en la cabeza la hizo marearse y unas incontrolables ganas de vomitar subio por su garganta. Hasta tragar la poca saliva que tenía le costaba horroros. Un sonido de sirenas pasó por la penumbra de la oscuridad y el dolor. Y utilizó todas sus fuerzas en abrir un poco sus ojos, apenas en una pequeña rendija.
Lucecitas abarcaron cada lugar donde vió, y por encima del ensordecedor ruido lo escuchó...
—...No me de...jes...
"Naruto..." pensó, reconoció su voz a lo lejos y las fuerzas la abandonaron mientras sentía que flotaba a otro lugar...
—¡Vamos!¡No la muevan demasiado!
Otra vez las náuseas la dejaron casi sin respiración, se sentía tiesa del cuello para abajo. Un gemido se escapó de sus labios al sentir un fuerte apretón en la mano.
— Reacciona al dolor. Hinata, ¡Hinata me escuchas!
Volvió a juntar fuerzas para abrir levemente los parpados. No enfocó nada en realidad, la fuerte luz blanca no la dejaba ver. Un rostro desconocido de una mujer se puso sobre el suyo.
—Hinata, ¿Puedes oirme?
Ella parpadeo, intentado ahuyentar las náuseas y movió levemente los labios resecos. Pero ningún sonido salió de su boca, se humedecido con la punta de la lengua el labio superior.
—S-si...– Se escuchó decir con una voz ronca y apenas auidible.
La mujer de ojos negros sonrió y miró sobre su hombro.
— De acuerdo habla y puede oirme.– Volvió a mirarla,— apreta mi mano, Hinata.– Le pidió.
Frunció el ceño, concentrando en hacer lo que le había pedido. No pudo hacerlo como quería, apenas movió un poco los dedos, pero logró ejercer una minima presión.
—Muy bien Hinata. Lo estas haciendo perfecto cielo.
La doctora siguió hablando con alguien en la espalda de ella, pero Hinata ya no podía escuchar. Tenía la sensación de que la cabeza se le iba a explotar y así como se había despertado se durmió...
Un ruido metálico la despertó por tercera vez, sentía en su espalda algo duro y frío. Se obligó a intentar ver lo que pasaba a su alrededor y qué era lo que provocaba ese ruido casi ensordecedor. Cuando pudo abrir un poco los ojos vió una especie de tubo metálico donde la estaban metiendo. Tuvo miedo hasta que se dió cuenta que estaba en un hospital, segura de que le estarían haciendo un resonancia o algo por el estilo. Escuchó a lo lejos voces por parlantes e intentó concentrarse en escuchar sus susurros.
—Pobres chicos..
—Yo tampoco entiendo que les habrá pasado.
—Me provocó una profunda pena el chico rubio...– Hinata sintió que su corazón se aceleraba al darse cuenta que hablaban de Naruto.
—A mi también querida. La forma que lloraba y gritaba... me puso la piel de gallina..
Hinata sintió que sus ojos se llenaban de lágrimas y el ruido metálico de nuevo no la dejo escuchar y aunque hubiera querido seguir despierta, la oscuridad volvió a llevarla con el nombre de su amigo en su garganta.
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Hikari lloraba abarzada a su cuñado, el terror se apoderó de su cuerpo al saber lo que le había pasado a su hija y a sus amigos. El tiempo pasaba en cámara lenta para ella, mientras sus lágrimas caían interminables por sus mejillas, Hizashi trataba de hacerle entender que Hinata estaría bien.
Hiashi, por su lado, no dejaba de caminar por el pasillo con los rasgos serios y abstraídos. No llegaba a entender lo que había pasado. Cuando llegó la llamada avisándole sobre el ataque, creyó que Uchiha tendría algo que ver, pero al enterarse que el sobrino estaba afectado, quiso desechar esa hipótesis. Después de ello, le nació un odio profundo al amigo de su hija, Naruto, simplemente porque siempre que él estaba cerca, Hinata salía lastimada de una forma. Su lado razonable le gritaba que el muchacho no tenía la culpa, pero la ira que sentía sumado con el miedo que lo llenaba, acallaba esa pequeña voz.
Cada vez que miraba a su esposa, palida y con los ojos rojos, las mejillas mojadas, de nuevo empezaba a caminar en línea recta, girando con sus talones y volviendo en sus pasos; No se asombraría si lograba surcar una linea en el suelo de ese pasillo de sala de espera. Cuando volvió a escuchar el sollozo debil de la mujer que amaba, se detuvo con las manos en puños, cerrando los ojos con fuerza. Le dolía verla así y mucho más tener a su hija en un estado muy crítico.
Escuchó unos pasos y levantó la vista y la furia le nublo la vista. Con grandes zancadas fue directo al pelirrojo que lo miraba lleno de preocupación y dolor y no dudó en golpear su mejilla con un derechazo. Su mano le dolió en mil demonios y la agitó mientras veía el rostro ladeado del tío del amigo de su hija y su sensei.
—Hiashi...– Susurraron asombrados Hiruzen y Hizashi.
—¡Oye amigo..!– Empezó Jiraiya para defender a Kurama, pero un movimiento de la mano de su amigo lo detuvo.
Kurama levantó la mirada despacio, para conectarla nuevamente con los ojos perlas del padre de su alumna. Reconoció el dolor, rencor y el miedo.
—Tu tenias que enseñarle a defenderse.– Le recriminó Hyūga apoyando su dedo índice en el centro del pecho del pelirrojo
Kurama apretó los puños con fuerza, clavándose las uñas en las palmas, pero no dijo nada, sólo lo miró. Aguantaría lo que sea que tenía que aguantar, en parte también se sentía culpable, no sabía que había pasado aún, pero creía que había fallado, y no sólo a Hinata, a su familia y a Naruto.
Su rostro inexpresivo sólo lograba enojar mas a Hiashi, que lo tomó de la camiseta negra con el puño, queriendo partirle la cara. Se quedaron mirando unos interminables minutos, hasta que una delicada mano se apoyó el el brazo del Hyūga y él miró a esa dirección. Hikari lo miraba con súplica.
—Hiashi,– susurró— por favor. No es momento ni lugar.
Él apretó los dientes y tensó la mandíbula hasta que le dolió hacerlo, atravesando con la mirada al pelirrojo. Con un movimiento brusco lo soltó, empujándolo. Se pasó ambas manos por el cabello castaño largo y lacio, apretando con fuerza los ojos al sentir que las lágrimas de impotencia querían salir sin importar quien estuviera para verlo.
Hikari, al parecer, fue consciente de lo que le pasaba porque lo abrazó y con una mano en la nuca, lo guío para que escondiera el rostro en su hombro. Hiashi abrazó a su mujer con fuerzas, dejando que lágrimas silenciosas salieran en ese pequeño lugar donde sólo ella era testigo fehaciente de las gotas saladas que brotaban de sus ojos.
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1 semana después
Naruto miraba por la ventana del hospital, sin mirar nada en concreto. Su mente viajaba al pasado, en el tiempo que conoció a Hinata.
—¡Déjalo en paz!...
Recordaba como si fuera ayer la fiereza de la mirada grisácea y el desafío que reflejaba en ésta. Su cuerpo delgado y menudo, enfrentando al enorme Suigetsu...
—Ya te lo he dicho, no me importa...
Las palabras que le había dicho cuando quiso convencerla de que no era una buena idea relacionarse con él. Su dulce sonrisa que, sólo en ese momento se dio cuenta, que sólo era para él...
—¿Hinata..?– Murmuró aún asombrado.
Ella no lo miró, miraba al Uchiha con el mismo fuego que había visto al peliceste al día anterior. Sasuke elevó una ceja, pero no apartó la mirada...
La primera vez que enfrentó al Uchiha, sin miedo a pesar de lo imponente que siempre lograba ser. Con la mirada oscura y prepotente, ella nunca se achicó, nunca lo dejó sólo...
—¡No me importa el tonto uniforme'ttebayo!– Grito felíz.
La aclaración de por qué ella quería alejarlo lo había llenado de una enorme alegría. Su pecho dolía, pero estaba contento, era tan extraño y cuando se separó sólo un poco de ella para mirarla a los ojos, quedó congelado. No era consciente de la cercanía de sus rostros, lo único que entendía era que el corazón le retumbaba en las orejas y un extraño sentimiento en su estómago, como si algo le apretara las entrañas. Miró los ojos vidriosos de su amiga, y en medio de la pegajosa mezcla pudo ver el intenso sonrojó de sus mejillas...
La primera vez que había quedado atrapado en sus perlados ojos. La primera de tantas veces que la cercanía de ella le había quitado el aliento...
—¿Entonces tú eres el famoso Naruto?
—¿Famoso?
—¡Mamá!– Gritó Hinata roja como un tomate...
Una sonrisa triste nació en sus labios, él había agradecido a sus padres por enviar a Hinata a él, se había sentido eufórico cuando supo que ella hablaba de él en su casa.
¿Pero que había hecho él por ella?...
— Kurama ayudo a tu novia.
Naruto sintió sus mejillas arder y desvío la mirada.— Hinata es mi amiga.— Susurró...
Siempre se sintió incómodo cuando decían que Hinata ers su novia. No porque le molestaba, sólo ahora sabía por qué se sonrojaba cada vez que le decían eso.
Le molestaba tener que decir que era sólo su amiga. Ahora él daría todo por haber estado con ella de otro modo, haber podido contarle lo confundido que se había sentido y el miedo que le cegaba por perderla si era sincero con el mismo.
Ahora que ella no podía escucharlo le había dicho las palabras que nunca se había animado a decirlas ni en su mente, para no traicionar esa hermosa amistad que compartían.
"Te amo"
Cerro los ojos, rememorando cuando entró en la sala de cuidados intensivos. Hinata acostada en la cama, llena de apartos y tubos por distintos lugares. Pálida como el mármol, su cabeza vendada e inconsciente.
Después de la operación había entrado en coma y tenían esperanzas de que despertará. Pero cada día, hora,minuto y segundo que pasaba, las esperanzas se alejaban, dando a todos un ánimo sombrío y devastador. Recordó también la mirada furiosa del padre de la oji perla y se sintió incapaz de retenerle la mirada. Se sentía culpable, él había practicado para ayudar a sus seres queridos, pero cuando Hinata lo había necesitado... de nuevo había fallado, miserablemente.
Se movió algo incómodo en la cama del hospital, tenía aferrado como una pechera que lo ayudaba a no hacer movimientos bruscos para que sus costillas se sanaran. Aguantó la respiración al sentir una punzada de dolor y volvió a relajarse cuando se fue. Miró a la cama vacía aún lado de la suya y suspiró. Sasuke ya le habían dado en alta y aunque pareciera algo contradictorio, extrañaba no tener con quién hablar, aunque no había estado de tan buen humor para hacerlo.
El día anterior, Sakura lo había visitado junto con el azabache después de clases. Supo que ella había hecho la denuncia y recordó todo lo tedioso que había sido, decir una y otra vez frente a la policía, que nunca había visto a los hombres y que sólo había escuchado un nombre..
Hidan...
El maldito que había lastimado a Hinata.
¿Ahora qué le quedaba?
Su mejor amiga estaba en coma, luchando por despertar mientras él se sumía en la desesperación por poder ver de nuevo sus ojos perlas. Por escuchar su cantarina risa o su suave tono de voz. Por apreciar su sonrisa, esa la que sólo tenía destinada para él, esa que Naruto quería sólo para él.
Parpadeó al sentir una gota rodar por su mejilla y se la enjuagó con la mano izquierda. Se mordió el labio inferior al recordar los labios llenos y suaves de Hinata, sabiendo ahora que cada vez que los miraba, lo que sentía era ganas de juntar sus labios con el de ella. Probar su sabor y perderse en ella, la opresión en su estómago por la anticipación, que hacía creerle que estaba mal lo que sentía, no era otra cosa mas que pasión, esa que sólo se lo había despertado Hinata. Su toque suave, totalmente inocente, que le sacaba el aliento. La rabia que sentía al creer que alguien más podía disfrutar de las cosas que sólo las quería él, los celos que lo consumían ...
Todo había estado allí, como un cartel lumínico, diciéndole que estaba enamorado de su amiga. Pero el destino no había previsto, que él, que tenía que leerlo, era analfabeto. Naruto nunca había sentido algo igual, no había tenido una madre o un padre que les explicarán qué era el amor. No había escuchado los concejos que le habían insinuado, no había entendido por más que se lo hubieran dicho. Él lo hubiera seguido negando, fervientemente.
¡Era una traición! A su amistad. Así lo creía él.
Ahora sabía que el gran cariño que sentía, esa sonrisa que nacía de él cuando la veía, era amor. El más inocente y devastador amor que alguna vez había sentido en sus cortos 16 años. Esa atracción que había sentido hacia Sakura años atrás, quedaba totalmente opaca a comparación de lo que ahora sentía por Hinata...
La puerta de la habitación se abrió, sacándolo de sus pensamientos. Miró al hombre que entraba, con una bata de médico y fruncido el ceño.
—¿Quién es usted?– Preguntó receloso, ya que la experiencia por la que había pasado lo dejó con una sensación extraña por los desconocidos.
El hombre no contestó, primero se giró para cerrar la puerta y cuando Naruto escuchó el click de la llave sintió una opresión en el estómago y se congelo, totalmente tenso. El cabello largo y negro caía hasta la cintura, un hombre mayor, tal vez de unos 50 años. Cuando él volvió a voltearse, su rostro le pareció familiar. Los ojos negros estaban levemente perdidos y la sonrisa de lado le daba un aspecto siniestro. Un escalofrío le corrió por la columna al rubio, no sabía quién era, pero no le daba ninguna buena espina.
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Sasuke bajó del auto de su hermano en la mansión Uchiha. Desde el incidente, había buscado una y mil formas de alejar a a Itachi de su lado, pero su hermano nunca dió el brazo a torcer. Solamente lo dejaba solo cuando tenía que hacerlo y, aveces, aunque lo acompañaba no lo atosigaba con preguntas o charlas que, obviamente, no le interesaban.
El humor de Sasuke estaba muy lejos de uno bueno, no aguantaba ver que Hinata no despertaba del coma y él no podía hacer nada por ella. En cierta forma, la oji perla le hacía acordar a su madre. Siempre tenía una sonrisa para él, por más que el azabache estuviera con una cara de perro. Los almuerzos eran interminables y aburridos sin su compañía, por más que ahora la que almorzaba con él era Sakura. Desde que había vuelto al institución, la pelirrosa había comenzado a hablar con él y Sasuke no tenía ni las ganas, ni las fuerzas para echarla de su lado.
Itachi lo llevaba al instituto todos los días y lo traía, últimamente también llevaban a Sakura con ellos. Su hermano mayor conversaba con la pelirrosa mientras el Uchiha menor tenía la vista perdida en el paisaje que pasaba por afuera del auto. Él siempre había sido silencioso, pero ahora estaba mucho más callado de lo natural.
Cuando pasó el umbral de la puerta principal se quedó parado de repente. Un escalofrío le corrió desde la nuca por toda la columna vertebral y se erizó como un gato. El azabache se dió medía vuelta, a la dirección de la calle y una ráfaga de viento lo envolvió, llenandolo de un perfume de lilas que conocía muy bien. Sus ojos quedaron abiertos de par en par, y por un momento creyó escuchar la voz de Hinata.
"Sasuke..."
Itachi subía los pequeños escalones para llegar a él, pero se quedó mirando a su hermano menor con el ceño fruncido. Sasuke tenía la mirada perdida, las pupilas dilatas y pálido como si hubiera visto un fantasma.
—¿Sasuke...?
—Vamos al hospital.– Lo cortó el menor bajando rápidamente los escalones, dirigiéndose al auto.
Tenía un mal presentimiento.
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Kurama se sentó al lado de la cama de su alumna, la venda que le había cubierto la cabeza ya no estaba. Igual que el largo cabello que había tenido Hinata. Se lo habían cortado muy corto para la operación, la parte baja de atrás estaba rapada y era algo que entristecía al pelirrojo. Siempre le había gustado el cabello de Hinata, aunque sabía que volvería a crecer.
Tomó la mano de la chica y la apretó entre las suyas, ella estaba helada, pero seguía siendo suave. Con el pulgar acarició la palma de la mano, preguntadose cómo lograba tener esa suavidad si para golpear era como una roca. Volvió su vista al rostro sereno de Hinata y sonrió con tristeza.
— Desearía tantas cosas Hina. Pero... ¿Sabes? Nunca fui bueno con las palabras. Yo...– Apretó un poco la pequeña mano, tragando saliva y siguio.– Yo tengo muchas cosas que agradecerte. Si tú no hubieras llegado esa noche de domingo en el local, yo nunca hubiera podido encontrar a mi sobrino. Nunca podría haberte conocido.
Volvió a sonreír, recordando ese día. Bajó la mirada a la pequeña mano que tenía escondida entre las suyas y apoyó la frente en el dorso cuando no pudo aguantar mas el escozor de sus ojos.
— Perdóname Hinata.– Dijo con la voz ronca y ahogada.— Por favor... No nos dejes. Lucha por despertar. Justo ahora que el tonto de Naruto...
Se calló de repente al sentir una pequeña presión en sus dedos y levantó la mirada en menos de un segundo. Sus ojos rasgados y rojos se abrieron de par en par, sin que dejarán de caer lágrimas por sus mejillas.
Hinata le devolvía la mirada, algo perdida, pero era ella. Sus ojos perlas fijo en él con algo que parecía curiosidad y preocupación. Parpadeó lentamente, mientras él abría la boca y la cerraba sin que ningún sonido saliera de él.
—Ku..ra..ma-Se..nsei...
El pelirrojo sonrió, esta vez mostrando todos sus dientes, hasta los pequeños colmillos. Se levantó y tocó el botón de la enfermera sin soltar la mano de su alumna.
—Hinata, que bueno que has despertado pequeña. Nos tenías a todos preocupados.
Kurama observó como ella fruncía lentamente el ceño e intentaba hablar.
—No hables Hina. Ya vendrá el doctor y...– Se detuvo cuando la puerta se abrió y entró una enfermera con otra doctora.
El pelirrojo volvió a ver a Hinata con una sonrisa y con la mano libre acarició su frente, quitando el flequillo y la besó con delicadeza entre las cejas. La oji perla se lo quedó mirando, pero no dijo absolutamente nada. La doctora lo hizo salir de la habitación, mientras la enfermera corroboraba los signos de la paciente. Kurama salió de la habitación con una sonrisa y caminó apurado al café del hospital para avisarles a los padres de Hinata de la buena noticia.
Luego iría a ver a su sobrino, de seguro que eso lo animaría...
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Sasuke observó con el ceño fruncido el auto de Madara estacionado en el estacionamiento del hospital. Sabía que algo no andaba bien, su tío nunca había ido a verlo y no sabía por qué estaría allí.
—¿Ese no es el auto de Madara?– Preguntó Itachi mientras estacionaba el suyo cerca.
Sasuke asintió y se apuró a desabrocharse en cinturón de seguridad y bajar. Comenzó a caminar a la puerta del hospital sin esperar a su hermano, pero el mayor lo alcanzó haciendo una pequeña carrera. Empezó a caminar directo al café, donde sabía que estarían los familiares de Hinata. Al haber escuchado la voz de la oji perla algo le decía que algo no estaba bien.
Itachi acompañaba las largas zancadas de su hermano. Observaba su rostro serio y frío como el acero. Pero por más que lo quería ocultar, Itachi notaba el activismo de miedo en ellos, en sus ojos negros. Sabía que algo le preocupaba, pero Sasuke no hablaba y no quiso explicarle el por qué de sus repentinas ganas de ir al hospital.
Sasuke cruzó el humbral del comedor y vago su mirada por él, buscando a los familiares de Hinata. Justo en el momento que los localizó, vió a Kurama sonriendo y a los demás igual de felices. Caminó hacia ellos, esquivando las mesas y sillas.
—¿Qué sucedió?– Preguntó como saludo, sin darse cuenta que su voz transmitió el miedo que quería ocultar.
—¡Hinata a despertado!– Hikari, con una sonrisa que iluminaba su rostro, a pesar de las lágrimas que eran de obvia felicidad.
Por los labios de Sasuke se escapó un suspiro de alivio sin poder evitarlo, pero cuando se estaba relajando, nuevamente el escalofrío le corrió por la espalda. El mal presentimiento seguía allí, Madara seguía en el hospital. Algo no craduaba.
—¡Iré a avisarle a Naruto!– Dijo Kurama levantándose de su asinto y caminando a la salida.
—Señor Hiashi, ¿A visto a mi tío por aquí?– Preguntó Sasuke.
El padre de Hinata lo miró con el ceño fruncido y negó con la cabeza.
— No muchacho, no lo he visto. ¿Qué?¿Está en el hospital?
— Así lo creemos, señor.– Dijo Itachi adelantándose un paso.— Hemos visto el auto de él estacionado afuera y... tal vez pensamos que había venido a ver a su hija.
Los hemanos Uchiha observaron a un asombrado Hyūga.
—No, él no...– De repente Hiashi dejó de hablar con una expresión extraña que hizo que todos lo miraran preocupados.—¡Por qué no me dí cuenta antes!– Exclamó mientras se levantaba con brusquedad.
—¿Hiashi qué sucede?– Preguntó el hermano gemelo del padre de Hinata levantándose también.
—Todo el tiempo estuvo frente a mis narices Hizashi. ¿Cómo no me he dado cuenta antes?– Se preguntó mientras se tomaba la cabeza con las manos.— Jiraiya vamos, Naruto puede estar en problemas.– El peliblanco se levantó, confundido, pero sin dudar.
Cuando Hiashi pasaba a un lado de los hermanos Uchiha, el mayor lo detuvo poniéndose en su camino.
—Por favor, señor. Díganos qué está pasanado.– Le pidió.
El padre de Hinata miró a ambos chicos, ambos parecían de verdad preocupados y totalmente ignorantes de lo que él sabía, de lo que estaba seguro que había hecho su tío.
—Se los contaré en el camino.– Le dijo mientras esperaba que se apartará.– Creo que su tío quiere hacer daño a Naruto...
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Kurama llegó a la puerta de la habitación de su sobrino e intentó abrirla, y se detuvo en seco al darse cuenta que estaba con llave. Extrañado, golpeó la puerta levemente, y al no obtener respuesta decidió llamarlo.
—¡Naruto abre la puerta, muchacho!– Le pidió mientras golpeaba nuevamente.
El ceño del pelirrojo se frunció al seguir sin respuesta, miró a ambos lados del pasillo buscando una enfermera o alguien que pudiera ayudarlo. Cuando estaba por ir a buscar a alguien, escuchó el ruido de vidrio rompiéndose en el interior de la habitación. Empezó a forcejear con el picaporte y a llamar al rubio una y otra vez. Cansado, decidió tirar la puerta abajo, se alejó unos pasos y le pegó una patada frontal cerca de la cerradura.
El estruendoso ruido de la puerta contra la pared al abrirse de golpe irrumpió en la habitación del hospital y Kurama entró atropesones.
—¡Qué diablos...!
Sus ojos se agrandaron al ver al lado de la cama de su sobrino a un hombre mayor. Pero lo que le hizo estremecer fue ver la almohada que estaba en la cara de Naruto, que permanecía totalmente inmóvil, mientras el azabache sonreía de lado.
—¡Bastardo!– Gritó Kurama y corrió en dirección del hombre.
Hizo sólo unos pasos cuando tuvo que detenerse en seco cuando el hombre de cabello largo sacó una pistola de la parte baja de su espalda, apuntandolo, sosteniendo con ambas manos el revolver de calibre 50. El cañón temblaba por más que el hombre de mirada perdida miraba al pelirrojo. Kurama apretó los dientes y puños, midiendo la distancia de ambos, para saber si lograría desarmarlo antes de que él apretará en gatillo. Para desgracia del Uzumaki, el azabache estaba demasiado lejos y por la locura que veía en sus ojos negros, si hacía un mal movimiento sería el último.
—¿Quién eres?– Le preguntó para ver si conseguía algo de tiempo.
—No dejaré que éste muchacho me saque lo que es mío.– Dijo el hombre después de una larga respiración, como si hubiera estado luchando para no respirar.
Kurama hizo de sus ojos dos rendijas, examinando al azabache frente a él, tenía rasgos que definitivamente le hacían acordar a alguien. El cabello oscuro, largo y puntiagudo. Las mandibula cuadrada y los pómulos altos y altivos. Los ojos negros como dos agujeros negros, listos para tragar todo a su paso. Cuando el hombre sonrió de lado supo a quién le hacía acordar. Sasuke Uchiha.
—Uchiha...– Susurró Kurama con la voz apagada.
Madara lo escucho perfectamente y agarró el revolver con más fuerza. El pelirrojo avanzó un paso y él retrocedió uno a su vez. El plan de él había sido deshacerse del hijo de Minato, con los muchachos no tenía problemas en enfrentar, pero no tenía pulso ni valor para enfrentarse a un par.
—¡No te muevas!– Le ordenó colocando el dedo en el gatillo.
Kurama se quedó tan quieto, que hasta se había olvidado de respirar. Vio de reojo a su sobrino, con el pulso en suspenso por lo quieto que se veía. No podía hacercarse a él, o si no Uchiha le dispararía. Volvió a centrarse en el hombre que tenía al frente. Tenía una bata de médico con manchas de sangre en un brazo y el costado del pecho. Observó la ventana que se hallaba justo al lado de la cabecera de la cama de Naruto, obviamente su sobrino había puesto resistencia y no hacía mucho que había escuchado los vidrios romperse. Tal vez Naruto sólo estaba inconsciente y rezaba para que así fuera.
Un grito desde la puerta le hizo desviar la mirada al Uchiha y Kurama aprovecho la oportunidad. Se abalanzó contra él, moviéndose a un costado, para alejarse del cañón. Su puño derecho golpeó de lleno en la boca del estómago de Madara, que abrió los ojos con sorpresa por el rápido movimiento. Los pies del azabache se separaron del suelo al mismo tiempo que el arma se le caía de las manos. Kurama giró su cuerpo y golpeó el otro puño con la parte externa en el pómulo, con los pies del azabache aún en el aire. El rostro de Madara giró gracias al golpe y el pelirrojo no esperó otra reacción, llevando los nudillos de su mano derecha hasta ensartarlos en la mandíbula para desviar la dirección del cuerpo del azabache que iba hacia un costado para que fuera hacía arriba. Por último lo golpeó con la palma de la mano en el centro del pecho y el cuerpo de Madara fue directo a la pared, golpeando su espalda contra ella.
Todos esos movimientos sólo duraron unos segundos, pero para Kurama había sido una eternidad. Soltando el aire que peleaba por salir, aflojó su cuerpo que se había tensado cuando hizo el primer movimiento y se quedó mirando al Uchiha que tosia con una mano en el pecho, justo donde el pelirrojo lo había golpeado. Madara levantó la mirada a él, mientras se pasaba la lengua por la comisura de su labio, probando el gusto metálico de su propia sangre.
—¡Kurama!¡Naruto!
El pelirrojo se volteó al escuchar el grito del pasillo de su amigo Jiraiya, al sentir un peso en su espalda supo que fue una mala acción. Cayó de frente contra la cerámica blanca del hospital, evitando golpearse la cara puso ambas manos, igual así, se quedó sin aire cuando el peso del cuerpo del azabache cayó sobre su espalda. Madara agarró con un puño sus cabellos largos de la parte de arriba y alzó su rostro. Los puñetazos no tardaron en llegar a su nariz y ojos, sin cesar. Kurama aprovechó que el Uchiha se había sentado a horcajadas sobre él y giró su cuerpo. Sentía como el parpado del ojo derecho comenzaba a hincharse y el olor a sangre le llenó las fosas nasales. Agarró en el aire la mano de Madara y lo detuvo, alzando el rostro, golpeó su frente contras el puente de la nariz del que tenía encima y lo empujó con una mano a un costado. Sin perder un segundo se colocó a horcajadas de él y comenzó a golpear el puente de su nariz una y otra vez con los puños, sin darle truega ni una milésima de segundo.
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Sasuke fue el primero en llegar y abrió los ojos de par en par al ver al tío de Naruto arriba de su propio tío, golpeándolo. Los gemidos de dolor de Madara llenaban la habitación y el ruido de que se empezaba a ahogar con su propia sangre helo a Sasuke. Jiraiya lo empujó a un lado y sólo se quedó congelado y anonadado un segundo para después correr en dirección de Kurama. Itachi, Hiashi y Hizashi fueron los últimos en llegar, quedando helados a la escena que había ante ellos.
Sasuke vago su mirada por la habitación y sintió un nudo en el estómago al ver la cama que ocupaba Naruto. Una almohada blanca tapaba su cara y sin ser consciente de sus movimientos corrió a su dirección. Sacando la almohada, llevó su mano a la vena del cuello de Naruto para sentir su pulso, pausado y fuerte. Sólo allí fue consciente de que él mismo no estaba respirando y comenzó a hacerlo lentamente. Se giró a los demás.
—Respira...
Continuará...
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