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Toneri Otsutsuki

Los personajes de Naruto no me pertenecen, sino a Masashi-Sama...

Toneri Otsusuki

Apenas toco la campana que avisaba el almuerzo, Toneri se levantó con su cuaderno y lápiz. Sin mirar a nadie caminó a la puerta del aula y salió. Mientras caminaba sacó su celular y busco la play listen que siempre escuchaba para dibujar sus personajes. La inspiración le llegaba más rápido cuando escuchaba los opening de sus animes favoritos.

Se colocó los auriculares y salió del comedor sin prestar atención a la mirada de un grupo de chicas que casi lo chocan. Estaba acostumbrado que las chicas quisieran prestarle atención al principio, pero una vez que ellas sabían de su pasatiempo no duraban mucho. Tampoco es que a él le interesaba una en concreto, hasta ahora no había llegado ninguna que le despertara algo en especial.

Eligió un árbol para sentarse bajo el, empezaba a hacer frío y las hojas habían empezado a caer de las ramas, pero él prefería el frío, la soledad y la noche. Durante las noches era cuando mejor podía hacer las cosas, se sentía, tontamente, protegido por la luz de la luna cuando esta se dejaba ver.

Él creía que si fuera un anime y pudiera elegir un lugar donde vivir lo haría allí, en la luna. A su punto de vista, ésta era perfecta, era la guardiana de la tierra durante sus momentos más oscuros, después de todo.

Abrió su cuaderno en la hoja donde dibujaba a uno de sus personajes. La chica tenía un largo cabello rubio y los ojos claros, aunque no había decidido de qué color, pero era hermosa. Era la malvada, después de todo se sabe que mientras más perfecta es la chica más podrida tenía su alma. Estaba intentando dibujar su sonrisa, ésta tenía que ser tierna e inocente, ya que no debía mostrar su verdadero ser. Pero la imagen no le llegaba a la cabeza.

Mordió el lápiz mientras levantaba la mirada con el ceño fruncido en concentración.

Fue entonces cuando la vio.

Una chica de cabello corto y flequillo, sonreía de esa forma que él tanto quería plaspar a su personaje. Su mirada desfiló por su cuerpo, la chica era muy hermosa. Su cuerpo curvilíneo, a pesar de la corta edad, se parecía mucho a la chica de su dibujo. Iba acompañada por otras tres chicas, una rubia que tenía el mismo largor y color del pelo de su dibujo. La chica de cabello rosa tenía unos especulares ojos verdes claros, como una piedra jade. Decidió en ese momento, que esos serían los ojos que le quedarían mejor a su villana. La última chica tenía una tez espectacularmente bronce, no era pálida pero tampoco morena, su piel le fascinó, eso le daría un toque especial a su personaje.

Las chicas se sentaron en una mesa no muy lejos de él. Una idea vino a su cabeza y cerró su cuaderno. Debía esperar a su amigo, con quien lo habían transferido, pero él lo encontraría rápidamente. Se levantó, guardando los auriculares y caminó hacia el grupo de chicas con su mejor sonrisa.

Quería recaudar información, era lo mejor que podía hacer, conocer bien el carácter de las chicas para poder decidir cuál iría mejor con su villana.

Mientras más se acercaba podía escuchar las risas de las cuatro, reacción de algo gracioso que dijo la rubia. Tanto ella como la pelirrosa fueron las primeras que lo vieron, ya que las otras dos estaban dándole la espalda.

— Hola, mi nombre es Toneri.— Dijo cuando estaba a un lado de la mesa.

Miró a la rubia que le devolvía la sonrisa coqueta, luego a la pelirrosa que le sonrió amistosa, siguió su mirada por la de cabello castaño que lo miraba con un poco de recelo. Pero cuando su mirada se chocó con la chica de cabello corto se quedó casi sin respiración.

«Sus ojos.»

Sus ojos eran como dos lunas llenas y su sonrisa era auténtica y dulce. Sintió retumbar su corazón en el pecho y la quedó mirando asombrado, sin poder decir ninguna palabra. Su garganta estaba reseca y su lengua quedó atorada. La belleza de la chica le robó el aliento.

—Hola Toneri, somos compañeros de aula.— Dijo con una voz angelical.

Él asintió sin poder creerlo, tragó saliva y miró a aún lado, no podía seguir viendo a sus arrolladores ojos.

—¿Te gustaría almorzar con nosotras?– Preguntó la rubia llamando su atención.

Mirando sus ojos azules se sintió más seguro y asintió. Se sentó en el banco que estaba frente a él, justo en medio de la ojiluna y la pelirrosa, en la cabecera de la mesa.

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Naruto empujó a Sasuke cuando éste le puso la traba con el pie, casi haciéndolo caer de cara al suelo. Agradeció no tirar su almuerzo y bufó al escuchar la risa de Kiba.

— Ten cuidado Dobe—, dijo, burlón, mirándolo con una media sonrisa.

Shino, Kiba, Sasuke y él se habían retrasado para buscar almuerzo en el comedor, mientras las chicas fueron a apartar una mesa afuera. El día estaba soleado y quería disfrutar con sus amigos ese pequeño descanso.

Cuando estaban saliendo, los cuatro se detuvieron al ver que las chicas estaban acompañadas. Naruto entrecerró los ojos al ver al chico nuevo. Él estaba sentado a un lado de Hinata y apretó la mandíbula. Se relajó al instante al ver que el peliblanco ni miraba a su novia y soltó el aire que los celos lo habían hecho aguantar.

—¿Quién es ese?– Preguntó Kiba receloso cuando vio a las cuatro chicas reír por algo que decía el intruso.

—Toneri Otsutsuki—, respondió Shino mientras se subía las gafas—. El que fue transferido del instituto Byakugan.

—¿Qué hace en nuestra mesa?– El castaño no dejaba de verlo ceñudo y con la boca ladeada en una mueca de fastidio.

Naruto suspiró, sabía que Kiba era territorial y él mismo era celoso, pero sabía como era su novia, estaba casi seguro que ella lo había invitado a la mesa.

—Qué importa, ttebayo. Cambien esas caras y démosle una buena bienvenida.— Dijo intentando sonrier de una forma agradable.

— Pareces un psicópata con esa sonrisa, Dobe—. Resopló el Uchiha.

Naruto entrecerró los ojos para tirarle dagas con la mirada a su amigo.

— Cállate y vámonos.

El rubio se adelantó, caminó directo a la espalda de su novia con una sonrisa auténtica. Justo antes de llegar, la mirada del peliblanco se topó con la suya y la sonrisa del chico allí sentado vaciló.

Dejó la bandeja en la mesa y pasó la pierna por sobre el banco, entre Tamaki y su novia, haciendo que la castaña se quejara y apartara para que no resultara aplastada. Se sentó de lado y pasó sus brazos por la cintura de Hinata y depósito un ruidoso besó en su mejilla. La ojiperla se sonrojó con fuerza pero sonrió al verlo.

—Hola Hina, te extrañe.— Disfrutó el nerviosismo de su chica, que todavía no se acostumbraba a sus atenciones.

—Naruto, idiota. No hace ni cinco minutos que estabas al lado de ella.— Resopló Sakura, aunque una sonrisa bailaba en su rostro.

— Pareces una sanguijuelas siempre pegado a Hinata.— Dijo Sasuke mientras se sentaba al lado de Ino.

—No le hagas caso, Hina.— Le susurró Naruto al oido, aunque suficientemente alto para que lo escucharan todos.— Están celosos de nuestro amor.

—¡Pero por favor!— Exclamó la pelirrosa ofendida, cruzando los brazos y mirando hacia otro lado.

Las demás chicas rieron.

— Admitelo frentona— Ino la apuntó con los palillos.— Mueres porque alguien te trate como Naruto a Hina.

—¡Ni hablar!– Grito roja, aunque no se sabía si de vergüenza o ira.

Naruto rió entre dientes, mirando a las chicas discutir. Su mano acariciaba inconscientemente la cintura de Hinata, mientras ella apoyaba la suya sobre ésta. El rubio abrió la boca cuando la ojiperla se estaba llevando un salmón de su bentō a sus labios y con una risita ella se lo dió.

— Mmmm... rico.– La sonrisa de ella resplandecía.

Hinata volvió a comer y empezó a intentar interferir en la discusión de sus amigas. Naruto comió un poco de lo su bandeja, hasta que sintió una mirada penetrante sobre su perfil. Ladeo el rostro para ver que el peliblanco lo miraba con el entrecejo fruncido, no era de enojo, más bien parecía consternado. Tuvo que admitir que, tal vez, no eran la pareja mas predecible y sonrió, cosa que desencajo al chico.

— Hola—, le dijo, haciendo que todos en la mesa se callaran.— Eres Toneli ¿no?

—Toneri—, le corrigió Hinata con un susurro.

—Ah, si. Toneri.— El chico asintió.— Mi nombre es Naruto—, extendió la mano que había estado usando para comer y el peliblanco dudo antes de estrecharsela.— El cara de perro es Kiba—, siguió hablando con una sonrisa y apuntando con la cabeza a su amigo que estaba con su novia. El castaño lo saludo con un movimiento de cabeza—, el silecioso es Shino—. Agregó apuntando al chico de gafas en el otro extremo de la mesa con el pulgar—, y el cara de agreta es Sasuke o mejor conocido como «el Teme».— Dijo con una risilla.

Toneri saludo a todos con un movimiento de cabeza, pero no dijo ni una palabra.

— En todo caso tú seras «el Dobe», en vez de Naruto.— Contestó Sasuke mirándolo mal.

—¡Retira lo dicho Teme, dattebayo!– Exclamó el rubio apuntandolo con los palillos que había vuelto a agarrar.

—Obligame.— Contrataco el azabache con una sonrisa se superioridad.

— Te partire el osico...

—Ya quisieras ...

—No me provoques.

—Hmp.

—¡Siempre «Hmp, Hmp»!— dijo imitando el tono y hasta la cara de Sasuke.— Deberían ponerte otro diálogo.

—¡Ustedes si que son extraños!

La discusión de los amigos se detuvo al escuchar esa exclamación. Todos los de la mesa giraron para mirar a un chico con una bandeja en la mano. Su cabello era negro, brilloso y lacio con un lapiz en su oreja, su tez blanca como la leche y sus ojos negros dos posos oscuros. Naruto sintió un escalofrío cuando observó su sonrisa, daba miedo.

—¿Quién eres tú, ttebayo?

—Mi nombre es Sai Anbu. Fui transferido, junto con Toneri, del instituto Byuakugan. Dobe— asintió hacia Naruto—, cara de perro— miró a Kiba—. Silencioso— le tocó a Shino—, y Teme, si no equivoco.

Menos Toneri, todos estaban con la boca abierta, el primero en reaccionar fue el castaño, que se levanta furioso.

—¿¡Qué has dicho!?— exclamó.

Naruto parpadeo, incrédulo de que ese chico haya insultado a sus amigos apenas los conoció. Miró a Kiba, que estaba siendo retenido por Tamaki.

—Tranquilo Kiba, sólo ha sido una broma. —Intento apaciguar.—¿No es verdad?– Le pregunto a Sai.

Sai levantó una ceja con su sonrisa.

—Claro que no.— Contestó.

Antes de que el rubio pudiera reaccionar, Toneri se levantó de su asiento y agarró del codo a su amigo.

—Lo siento, pero Sai es muy literal.— Todos fruncieron el ceño—, vámonos Sai.— Le susurró a su amigo empujándolo hacía otro lado.

Los amigos se quedaron viendo a los chicos nuevos del instituto alejarse apresuradamente. Más que nada el peliblanco empujaba al chico pálido.

—Eso si que fue extraño...— susurró Naruto.

Hubo un pequeño murmullo en la mesa de asentimiento y todos comenzaron a comer, contando lo que habían hecho en las vacaciones.

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—Vamos Hina, sólo uno..— rogó Naruto mirando a su sonrojoda novia.

Ambos estaban en donde sus caminos se separaban para irse a casa. Naruto quería besar a Hinata, y ella se sentía muy incómoda por estar en la calle. Estaban bajo un arbol tupido, refugiándose del poco sol que habia aún.

Naruto apoyo la espalda de su novia en el grueso tronco y se acercó peligrosamente a su rostro con una sonrisa tan sexy que la ojiperla casi se cae de rodillas. Unos centímetros antes de que su boca tocará la de la chica, ella ladeo el rostro, sus labios terminaron en la mejilla caliente de Hinata. Pero Naruto no se detuvo alli, siguió besándola, haciéndola reír, llendo a sus labios.

—Solo uno...— susurró Naruto pegado a su cuerpo.

Hinata apretó la camisa del rubio en puños cuando sus bocas se conectaron. La suavidad de sus labios la hizo temblar y sintiendo que no podía sostenerse, pasó sus brazos por su cuello. Naruto acarició su espalda y Hinata sintió como si le quemara, cosquilleaba por donde sea que él pasaba su mano. Un remolino de calor comenzó en su estómago, esparciendose por todo su cuerpo.

Naruto dejó sus manos en la curva de la espalda, muy cerca de la parte más baja. Su lengua buscando la de su novia, entrelazando, probando el sabor dulce y adictivo. Él estaba muy tentado a que sus manos fueran un poco más al sur, pero era consciente de que estaban en plena calle. Con un pequeño mordisco, terminó de alejarse de Hinata. Sonrió al escuchar el pequeño gimoteo de protesta de ella.

—¿Quieres que te acompañe a casa?– Preguntó el rubio, no quería alejarse de ella.

Hinata sonrió con las mejillas rojas y los labios brillosos. Ella tampoco quería separase de su lado.

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El Sábado

Toneri llegó a su habitación, dejando la mochila y la ropa que se sacaba en cualquier lugar. Se colocó la ropa de casa y se tiró sobre la cama. Sus manos bajo su nuca lo sostenía mientras pensaba en su compañera.

Hinata Hyūga.

Él estaba seguro de esa teoría que mientras más hermosa era la chica, su interior no lo era tanto. Hinata era muy hermosa, tenía esos espectaculares ojos que lo hipnotizaban y unas curvas muy desarrolladas para su edad. Creía que su carácter en un principio era bastante dócil y tierna, pero estaba seguro de que no era así. Tal vez, cuando la conociera mejor, sería una arpía, una manipuladora, estaba seguro de ello.

La puerta se abrió de golpe y su hermano mayor pasó.

—Oye, Toneri, dijo Sa...— Se tropezó con la mochila y cuando pudo recuperarse miró con mala cara al varon más chico de la familia.

Toneri miró a su hermano mayor, sus cejas plateadas fruncidas, resaltando los dos puntos rojos que tenía sobre ellas.

—¿Qué quieres Kimimaro?

—Madre ya te a dicho que no dejes las cosas tiradas—, lo reprendió mientras levantaba la mochila y ropa.

—Tsk, recién llego del instituto— se quejó mientras se cubría la cara cuando las cosas volaron a él.

— Levántate, debes ayudar a los gemelos con el auto de padre.

Toneri bufó.

—¡No sé nada de mecánica!

—¿Cómo piensas aprender sino ayudas?– Le preguntó mientras salía de la habitación.

Desganado, el peliblanco llegó al garaje de la casa. Sus hermanos gemelos estaban allí, discutiendo sobre lo que debían hacer. Toneri carraspeó para llamar su atención.

—¡Oh, Toneri! ¡Ven, pasa pasa!– Le dijo uno de ellos con una sonrisa.

—Sakon, Ukon.— Saludo el menor mientras se acercaba al patio donde estaba la vieja camioneta de su padre.

—Mira, arreglaremos el motor para que puedas hacer el exámen de conducir.— Dijo Sakon que era el más simpático de los gemelos.

Ukon permanecía con la cabeza dentro del capó del auto. Los dos eran, prácticamente, iguales. El cabello largo hasta los hombros, de un color ceniza, sus ojos pequeños y negros. Sakon pasó un brazo por encima de los hombros de su hermano menor y sonrió. Toneri hizo una mueca.

— No quiero conducir esta chatarra.— Se quejó dándole una pequeña patada a las llantas.

— Pues lo harás te guste o no.— Contestó Ukon golpeando con una herramienta a la camioneta.

Toneri miró a su hermano con los ojos entrecerrados. Ukon era el más dificil de sus hermanos, era autoritario y le gustaba hacer bromas pesadas. Mientras que Sakon era alegre y complaciente.

Primero estaba Kimimaro, el mayor, él era muy maduro. A una edad temprana tuvo que hacerlo ya que sus padres casi no estaban en casa con el trabajo. Kimimaro tenía 27 años y estaba haciendo una segunda carrera en la universidad.

Luego seguían los gemelos, Sakon y Ukon. Ellos siempre había sido la chispa de la familia, hasta que, producto de una de sus bromas, Ukon terminó hospitalizado cuando lo chocó un bus. Sufría de dolores crónicos, que hicieron que su buen humor se esfumará. Ellos tenían 23 y estaban por recibirse de la universidad. Sakon sería doctor, mientras Ukon abogado.

Luego estaba su hermana Tayuya, la más grande de las chicas. Ella tenía 21 y estaba en el exterior, de luna de miel ya que se había casado unos meses antes de que ellos se mudaran.

El ante último era Toneri, de 17 años recién cumplidos. La más pequeña de la casa tenía apenas 5 años y era la princesa de todos. La pequeña Chino, con su cabello rubio claro y sus ojos violetas. Era charlatana y curiosa, más de una vez le sacó canas verdes a sus hermanos mayores.

— Bueno, bueno muchachos.— Intentó aligerar Sakon cuando vió que las miradas se intensificaban.— Toneri sabes que todos hicimos el exámen con el. Es más, lo usamos durante un año, mostrándole a padre que cuidariamos un auto nuevo si es que nos lo compraba.

Toneri rodo los ojos, era la tradición de la familia. Su padre era un empresario con mucho dinero, su madre era su asistente. Hamura tenía la idea de que sus hijos no necesitaban mucho para empezar, igual que él. La vieja camioneta que los gemelos estaban arreglando, fue lo primero que tuvo su padre. La cuidó como si fuera oro y con Kimimaru había nacido la tradición de que todos los usarían, mostrándole a Hamura que podían ser responsables antes de tener algo suyo.

Toneri comenzó a ayudar a sus hermanos y cuando terminaron, le dijeron que fuera a lavar las herramientas que habían utilizado. Toneri se acercó a la canilla que estaba a un lado de la casa con la caja llena de llaves y herramientas. Su ropa estaba manchada con aceite, su cara y sus manos estaban en la misma condición. Él deseaba estar escribiendo su manga o dibujando sus personajes a perder su tiempo con esas cosas.

Cuando terminó y se estaba levantando, escuchó una risita que se le hacía familiar. Frunciendo el ceño, comenzó a buscar el origen del sonido. Se dió cuenta que la risa provenía del otro lado de la cerca y se acercó curioso, para colgarse y ver.

Entonces la vió, a su compañera Hinata Hyūga. Ella estaba sentada dándole la espalda, arriba de un mantel, al parecer en un picnic, pero no podía ver a su acompañante. Sonrió al escuchar su risa de nuevo, ésta era contagiosa y se movió un poco para poder observar su perfil. Su rostro se emsombrecio cuando vió quién la estaba haciendo reír.

Naruto Uzumaki.

El rubio estaba al parecer contándole una anécdota, hacía caras raras y gestos exagerados y Hinata reía sin parar. A Toneri no le terminaba de caer bien el Uzumaki. Era un chico alegre y algo exasperante, para él. Todo el tiempo estaba cerca de Hinata y por eso no había podido hablar con ella, poder conocerla mejor, «obviamente para su personaje» pensó.

Desvío la mirada cuando Naruto casi se tiró sobre ella y dándose media vuelta fue a agarrar las herramientas con las carcajadas de ambos en sus oídos.

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Itachi estaba sentado en la sala, leyendo un informe de la empresa cuando sintió que su hermano bajaba por las escaleras. Levantó la mirada para observar el reloj de la pared y frunció el ceño cuando vio la hora.

20:30hs

Cuando logró llegar al umbral de la sala, su hermano ya estaba agarrando las llaves.

—Sasuse—, lo llamó.

El menor se detuvo con la mano en el pomo y lo observó sobre el hombro.

—¿Adónde vas?– Le preguntó al percatarse que estaba arreglado.

Sasuke se encogió de un hombro.

—Afuera—, fue toda su respuesta abriendo la puerta.

—¡Espera!— Itachi se adelantó dos pasos.

El menor de los Uchiha suspiró cansado y se volteó del todo a ver a su hermano.

—¿Ahora qué?– Le preguntó con fastidió.

— No me has dicho adonde vas, ni con quién.— Le reclamó cruzándose de brazos y en su rostro apareció esa expresión de que no lo dejaría marchar mientras no le contestará.

Con otro suspiro, Sasuke lo quedó mirando.

— Voy a lo de Naruto, vamos a juntarnos con los chicos—, confesó al fin.

Sasuke aguantó la mirada de su hermano mayor, hasta que éste asintió.

—Tsk—, pudo escuchar Itachi antes de que se cerrará la puerta.

Se acercó a la ventana de la sala, que daba justo al frente y observó como su hermano subía al auto y se marchaba. Se había sentido orgullosos cuando su hermano había podido pasar el examen de conducir durante las vacaciones. Ahora no estaba tan contento.

Caminó hasta el teléfono celular y llamó a la casa del amigo de su hermano y su socio mayoritario.

—Hola—. Respondieron del otro lado.

—Hola, ¿Qué tal? Soy Itachi...

—Ah, Hola Itachi. ¿Qué sucede?

El Uchiha reconoció la voz del peliblanco.

— Jiraiya-San. Quería hacerle una consulta.

—Te escucho.

—¿Hoy los chicos se juntan en su casa o en alguna de las chicas?

—Mmm, espérame un segundo.¡¡Kurama!!— Itachi hizo una mueca al sentir su oído pitar.—¿¡Naruto se junta con los chicos hoy!?— Se escuchó una voz en el fondo, aunque no distinguió qué decía.— Si, Itachi. Me acaban de avisar. ¡Pues no te avisan nada en esta casa!— Se quejó y él estuvo apunto de quejarse por lo mismo.— Te juro Itachi, tío y sobrino no me consultan nada de sus planes. Son unos desconsiderados...

— Amm... Gracias Jiraiya-San. Sasuke ya ha ido para allá.

Oh, está bien. Supongo que recién te has enterado también.– Dijo con una risilla.

—E tenido que sacarselo a la fuerza—, confesó con un suspiro. Jiraiya rio del otro lado.

—¡Ah! La edad de la rebeldía y la testosterona.— Dijo con la voz risueña.

—Si. Muchas gracias Jiraiya-San.

— No hay de qué...¡Itachi!

—¿Si?

—¿Qué dices de salir un día nosotros, los grandes?— El Uchiha frunció el ceño— Ya sabes, conozco un buen lugar. Uno tranquilo por supuesto y las chicas son...

—Gr-Gracias Jiraiya-San— Contestó algo cohibido al escuchar su tono sugerente.— Lo pensaré.

Hazlo muchacho, es bueno divertirse de vez en cuando.

Itachi cortó la llamada después de la despedida y sonrío.

¡Donde se había metido su hermano!

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— Mi mamá no me dejó, dice que tendremos visitas.— Dijo Hinata con un suspiro.

Estaba en su habitación, hablando por teléfono con su novio. Naruto la había invitado, esa misma tarde, tenían planeado salir con los chicos por primera vez a un baile para adolescentes.

Que mal Hina, dattebayo...— susurró Naruto del otro lado de la línea.

—Pero diviértete con los chicos.— Dijo con una sonrisa al notar la voz triste del rubio.

—No será tan divertido sino estás tú... Además quería estar contigo, no con ellos—, se quejó.Hinata rio, antes de contestar.

—Has estado conmigo hasta hace una hora como mucho, Naruto...

—¡Pero quería estar MÁS contigo! —le interrumpió.

—¡Hinata!¡Ya baja que vendrán dentro un ratito!– Escuchó la voz de su madre y suspiró.

— Debo irme Naruto, mamá me está llamando...

—Por cierto, ¿quién irá?

—Unos vecinos nuevos...

¿Los que se mudaron al lado de tu casa?

—Mm-hm.— Hinata sonrió al recibir silencio de la otra línea.—¡Vamos! No te preocupes y ve a divertirte.

—Oye, me mantienes al tanto.

—¡Naruto!– Intentó que su voz sonará enojada, pero salió más divertida.—¿S-sabés que sólo tengo ojos para tí?– Le dijo sonrojada y algo nerviosa ya que todavía no se acostumbraba a decir esas cosas.

—Nena, me encanta que me lo digas, ttebayo. Pero el tema son los otros, yo sé lo que tu vales...—Suspiro—. Escuchá, no me hagas caso. Confío en ti, más que en mi mismo. Te quiero Hina.

—Yo te quiero más..

—No, yo mucho más.

—¡Hinata!¿¡Qué tanto estás haciendo!?– La ojiperla pegó un salto al escuchar la voz de su padre.

—Debo irme Naruto. Y yo te quiero muchisisisimo más.— Cortó antes de que él se sumiera en otra discusión que nunca terminaba.

Con una sonrisa de profundamente enamorada, salió de su habitación y corrió hacia abajo. Hiashi estaba en el pie de la escalera, a punto de subir con el ceño fruncido.

—Ya estaba por ir a buscarte.— Le dijo cuando la vio.— Los Otsutsuki ya llegaron.

—¿Otsutsuki?— preguntó ella con las cejas alzadas.

—Si, los están atendiendo tu tío y Hikari.

Ambos comenzaron a caminar a la sala. Hinata se preguntaba si Toneri, su compañero, estaría allí, o sino sería una gran coincidencia.

La respuesta a su pregunta llegó al entrar a la sala. Efectivamente, Toneri estaba allí, pero también toda su familia. Hinata le sonrió a su compañero, caminando junto a su padre hasta ponerse al lado de su madre.

— Déjame presentarte a nuestra primogénita, Hamura—, habló su padre posando su mano en el hombro de la ojiperla.— Ella es Hinata.

—Mucho gusto, señor.

Hinata extendió la mano hacia él mientras lo observaba. El señor Otsutsuki era un hombre no muy mayor o por lo menos no lo aparentaba. Tenía el cabello largo y plateado como todos sus hijos varones. Su tes era blanca extrema y sus ojos grises opacos. Le sonrió educadamente y tomó su mano con increíble cuidado.

—Hinata, es un gusto conocerte.— Dijo éste con una voz tranquilizadora.

La Hyūga sonrió más al escucharlo y miró a la increíblemente hermosa mujer que estaba a su lado.

—Ella es mi esposa—, dijo Hamura—. Mei—, la mujer de pelo rojo sonrió tiernamente también haciéndole un saludo con la cabeza.— Y ellos son mis hijos—, señaló al más alto de todos, su cabello lacio recogido en dos coletas, con pequeños puntos rojos sobre las cejas y los ojos verdes—, Kimimaro.— Él hizo una reverencia.

— Los gemelos, Sakon— señaló a uno de ellos que le sonrió con picardía para luegos hacer otra reverencia.— Y Ukon.

Las cejas de Hinata se alzaron al darse cuenta que eran dos gotas de agua. Idénticos, aunque el segundo no le sonrió, pero si hizo la reverencia.

— Él es Toneri, el mas chico de mis chicos.— La ojiperla le sonrió a su compañero y él imitó la misma reverencia de sus hermanos.

Hinata sintió que alguien le tironeaba de la mano y bajó la mirada para encontrarse con una niña que la miraba con los ojos enormes y violetas.

—Ella es la princesa de la casa, — dijo Hamura con una sonrisa que demostraba a leguas que amaba a cada uno de su familia.— Chino, saluda educadamente a la señorita.

La niña rubia tomó las puntas de su vestido e hizo una reverencia como si Hinata fuera alguien de la realeza. La ojiperla rio encantada y se puso en cuclillas para quedar a la altura de la niña.

—Hola Chino, me encata tu vestido—, le dijo mirando la tela colorida.

—A mi encanta tus ojos.¿Eres una princesa?

—¡Oh no!— Contestó riéndose sonrojada por ser el centro de la atención por lo que había dicho la niña.

La niña la miraba embelesada, posó la pequeña mano en la mejilla caliente de la ojiperla y Hinata la miró curiosa. Sus pequeños deditos acariciaron su rostro.

—Eres muy suave...— susurró asombrada.

Hinata le sonrió, aunque ahora sus mejillas eran escarlata ya que escuchó las risitas de su madre y de Mei. La niña se dió media vuelta y corrió hacia su hermano Toneri, tomándole la mano le tironeo hasta que él se puso a su altura para que ella le susurrara algo al oido. Hinata observó como poco a poco el pálido rostro de su compañero iba cambiando a un color rojo intenso y sus ojos se abrian de par en par.

—¡Chino!— Exclamó cuando se levantó de golpe.

La chiquilla rubia rio y miró a Hinata con tal intensidad que ella empezó a sentirse incómoda.

«¿Qué será que le habrá dicho?»

Continuará...

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