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No serás el único

Los personajes de Naruto no me pertenecen si no a Masashi-Sama...

Capítulo 2

No serás el único

Naruto guardo sus cosas mucho antes de que el timbre sonara y una vez que lo escuchó, se levantó poniendose en un hombro la mochila. Miró a Hinata que se asombró por su rápido movimiento y él le sonrió.

—¡Nos vemos Hinata!– La saludo con una mano para salir casi corriendo del salón sin esperar respuesta.

Es que sabía lo que pasaría a la salida y no quería arruinar el buen lunes que había empezado después del almuerzo. Corrió a la entrada, entre medio de los demás estudiantes y respiró más tranquilo al estar a las afueras de la escuela y no haberse cruzado con el Uchiha. Pero aún así su corrida no había terminado, de nuevo emprendió la huida para llegar a su casa. Sabía que estaba siendo cobarde, pero es que estaba cansado de las golpizas y como dice un dicho :" Soldado que huye, sirve para otra guerra" y él quería tener todas las fuerzas recompuestas para el día de mañana, ya que se lo veía venir.

Después de estar corriendo al rededor de 20 minutos llegó a su casa, su respiración era normal al estar acostumbrado ya a esa carrera y sacó del bolsillo del pantalón negro del uniforme sus llaves. Abrió la puerta y sintió como alguien lo tacleaba haciéndolo caer de espaldas al suelo.

—Ite, ¿Pero qué...?– Su pregunta quedó incompleta al ver a Konohamaru sobre pecho.

—¡Hey! ¡Jefe Naruto!

El rubio sonrió al escuchar el saludo del nieto de Heruzen.

—¡Konohamaru!¡Bájate!

El chico revoltoso se bajo de su pecho y sonrió pícaramente al ayudarlo a levantarlo. Ambos entraron a la casa, encontrándose con Sarutobi leyendo el periódico en el sofá de la sala de estar.

—¡Viejo! Vamos al cuarto.– Dijo Naruto al pasar por el marco de la sala sin detenerse para que su tutor no notará las marcas de la pelea del día anterior.

—¡Naruto!– Lo llamó y el rubio se detuvo de golpe, pero sin voltearse. No le contestó, pero su cuerpo se tenso al escuchar como Hiruzen se levantaba del sofá y caminaba hacia él. —¿Volviste a pelear?— El rubio bajó la mirada, y siguió en silencio. Escuchó claramente el suspiro del hombre mayor.—¿Qué haré con tigo Naruto?– Le preguntó con la voz notablemente cansada.

El rubio apretó las manos en puños, sabía que su tutor no debía alterarse, después de todo era un hombre de la tercera edad. Por eso él nunca le había dicho de sus problemas en la escuela y tampoco planeaba hacerlo. Quería liberarse de ese asunto él sólo, después de todo él ya era lo suficientemente grande para que un anciano lo protegiera de sus propios compañeros. Naruto soltó aire retenido y empezó a caminar a dirección de las escaleras sin contestar a las preguntas de Hiruzen, sin prestar atención a la mirada del pequeño nieto de su tutor que miraba a su abuelo con la preocupación pintada en su rostro.

Una vez en su habitación, se sacó la mochila y la tiró en una esquina donde tenía un montículo de ropa sucia, que hace varios días había prometido limpiar. Se desiso de su uniforme, qué consistía en una arrugada camisa blanca, del saco que hace varias semanas ya no llevaba al haber sido descocido en varios lugares y el pantalón negro, lleno de tierra. Cuando levantó el pantalón, despues de ponerse una bermuda cómoda, algo cayó al suelo del bolsillo. Naruto arrugó la frente al agacharse para tomar lo que se había caido y sonrió al ver el envoltorio blanco del caramelo que le había regalado Hinata.

En cuclillas aún, examinó el dulce, pensando en realidad en la oji perla. Esa chica lo había defendido. Sin saber nada de él, sin saber si sus compañeros tenían alguna razón para molestarlo de esa manera. Una chica nueva, timida y gentil, se había puesto contra toda la escuela, sólo para estar de su lado.

—Hinata..– Susurró, saboreando cada una de las letras de ese nombre. Se sentó en el suelo y sonrió más al recordar sus sonrojos y cómo podía ser segura con algunas cosa y con otras totalmente retraída.

Se sobresaltó cuando alguien le sacó el pequeño caramelo de los dedos y con entrecejo fruncido miró al chico que observaba el caramelo como si fuera a salir una cabeza de él.

—¿Quién es Hinata?¿Tú novia?– Preguntó con inocencia al mirar al rubio nuevamente.

—¡Dame eso'ttebayo!– Le gritó queriendo sacarle el dulce, con un sonrojo en sus mejillas. El intento fue totalmente un fracaso al separarse rápidamente del rubio.

— ¡Oh! Ya veo.. Así que es un regalito de tu...– Terminó la frase alzando sólo el dedo meñique.

—¡No es mi novia!– Gritó al tirar a Konohamaru al suelo para arrebatarle el caramero.— Es mi nueva amiga dattebayo– Dijo con una sonrisa, al tener en su mano nuevamente el regalo.

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Hinata sintió el repentino picor en sus fosas nasales y le fue imposible no estorbudar.

—Salud, hija.

La oji perla sonrió a su madre Hikari con los ojos levementes llorosos por la reacción de su nariz.

—Gracias madre.

— Cuéntame Hina-chan. ¿Cómo te ha ido en la escuela?¿Ya has hecho amigos?

Hinata sonrió al pasarle un par de papas a su madre, que en ese momento estaban en la cocina preparando la cena.

—Por esa sonrisa parece que sí..– Le dijo con picardía Hikari al tomar las papas.

La menor se sonrojó un poco y miró a su madre. —Tengo un nuevo amigo.– Le contó como si estuviera orgullosa de eso y es que en realidad lo estaba.

—Oh ¿Amigo?– Preguntó como no queriendo.

—Si, su nombre es Naruto.– Hinata se volteó a la heladera para sacar un par de verduras más.

—Naruto...– Repitió su madre, como memorizadose el nombre.—¿Y es amable?– Le preguntó con una sonrisa tierna en sus labios una vez que la hija dejó todos los vegetales sobre la mesada.

—Es un revoltoso.– Contestó una voz trás ellas y Hinata volteó con el entrecejo fruncido a su primo.

—¡Neji-nii!– Le dijo en forma reprobatoria.

Por toda repuesta él se encogió de hombros y sacó un baso de la repisa para servirse agua de la jarra de la heladera. Hikari sonrió, ya que esa actitud le hacía acordar a su esposo más que a su cuñado.

—¿Cómo un revoltoso?– Le preguntó a Neji queriendo parecer seria.

— Es un hiperactivo, que siempre está metido en líos..

—Es un chico muy amable y alegre.– Le cortó Hinata resaltando las dos cualidades.— Además él no se mete en líos, lo meten que es distinto.– Aclaro alzando el dedo índice.

Hikari se mostró claramente confundida.—¿Cómo que lo meten?

—Claro.– Contestó ella totalmente confiada en lo que decía. Neji al pasar a su lado para lavar el baso le empujo con el dedo en la sien.—¡Neji!– Le gritó al darle un leve empujón en el hombro con la mano.

—Ni lo conoces Hinata...

—Ese no es el punto.– Le interrumpió la ojiperla menor.

Hikari sonrió al ver como Neji ponía los ojos en blanco al secar el baso y dejarlo en la repisa nuevamente.

—¿Y cuál es el punto Hina-Chan?– Le preguntó su madre.

—El punto es que unos abusivos lo molestan y toda la escuela le hace bullying. Sabes madre que esas cosas no me gustan, y-yo...– Hinata bajó la mirada con un deje de tristeza en sus ojos.

—Hinata. – La llamó su madre con un tono serio, el tono que siempre usaba para decirle cosas importantes y ella levantó la vista para conectar sus ojos con unos iguales a los suyos; ella había dejado las verduras a un lado para concentrarse en los dos jóvenes.— Nuncas permitas eso, nunca debes dejar a nadie solo. Las personas que se abusan de su poder y maltratan a los demás sólo por ser mas debiles, más inteligentes, con mayor peso, menor altura o demaciada de ésta, sólo lo hacen para no centarse en su verdadera debilidad. Nadie, escucha bien. ¡Nadie tiene el derecho de tratar mal a nadie!— Hinata sonrió con las palabras de su madre y Neji abrió levemente los ojos al escuchar a su tía, descruzando sus brazos apoyado en el marco de la puerta.— Todos somos humanos y si nos trataramos bien entre nosotros el mundo sería muy distinto.— Hikari suspiró.— Pero desgraciadamente siempre han habido y siempre habrá los que se creen mejor o simplemente con el derecho de abusar del más débil. Pero recuerda ésto Hinata, a uno pueden vencer, pero mientras tú éste allí, junto a Naruto o junto a cualquiera, les costará mucho más. ¿Sabes por qué?– Hinata negó con la cabeza levemente, mientras Neji no perdía ni un detalle de la conversación.— Porque si él cae, tú estarás para ayudarlo a levantarse y viceversa.— Le dijo con una sonrisa al ver el asombro de su hija mayor.

—Mamá..– Susurró al sentir un picor en los ojos, que lo apartó al parpadear varias veces.

—Asi que estoy muy orgullosa de ti, hija. Me gustaría conocer algún día a ese chico, debe ser muy bueno.— Terminó de hablar su madre con una sonrisa y volviendo a las verduras.

Neji vió como su prima asentía con una sonrisa que iluminaba su rostro levemente sonrojado y bajó la mirada. Recordando los abusos que recibió en la primaria de Suna al ser más inteligente que sus compañeros y tener un color de ojos extraños. Después de llegar un día con varios moretones en la cara su padre le insistió para que le contara sobre lo que había pasado y apretó los puños al recordar como él había llorado pidiéndole que lo sacará de la escuela. Hisashi así lo hizo y ahí fue cuando se mudaron a Konoha de nuevo, pero nada cambio, seguía siendo lo mismo aún que peor al no tener amigos. Su padre lo inscribió en Karate y ahí fue donde aprendió a defenderse. Su carácter se hizo fuerte, frío y lejano con sus compañeros, entonces se centro mucho mas en el estudio, alejándose de los demás. Sí, era un genio, pero uno solitario ya que no tenía amigos...

—¿Neji?– La pregunta de su prima lo trajo a la cocina de nuevo y sonrió, algo forzado, para no preocuparla.

—Debo irme.— Dijo al ver que su tía también se había volteado a mirarlo.

Las palabras de su tía habían removido la llaga de una herida que no quería recordar, con paso apurado subió a su cuarto y se encerró a pensar bien detenidamente en lo que había escuchado.

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Naruto trago con dificultad al verse rodeado de nuevo por los dos perros de Sasuke y el mismísimo Uchiha.

Él había llegado con una sonrisa a la escuela, recordando que tendría con quien hablar y además de que Hinata le traería el almuerzo. Pero toda felicidad se borró una vez que entro al terreno instituto y vio a ese trío parado en la puerta de entrada. Apretó la cinta que llevaba en su hombro de la mochila y quiso caminar despreocupado al lado de ellos. No sabía por qué había sido tan ingenuo al pensar que no le dirían nada. En un parpadeó ya estaba rodeado de esos tres que mostraban esa asquerosa sonrisa burlesca, que el rubio aprendió a odiar.

Naruto miró con despreció al azabache, sabiendo bien que una aglomeración de alumnos se estaba juntando a su alrededor.

—¿Qué quieres Teme?

Sasuke por toda respuesta elevó la comusira de sus labios, en una sonrisa ladeada.

—Me a contado Suigetsu que una ñina te defendió ayer Dobe.– Le dijo en su habitual tono seco, aunque pudo apreciar un toque de mofa en sus palabras.

Naruto sonrió mirando al peliceleste.— No dudaba que tu perrito faldero te iría con el chisme.

Suigetsu frunció el entrecejo y dió un paso a su dirección, pero cortó todo movimiento al azabache levantar la mano para deterlo.

—Asi que es verdad.— Siguió hablando el Uchiha, el rubio lo miró de mala manera. — Deberíamos enseñarle a esa niña que no debe meternos con nosotros.

Naruto abrió los ojos con sorpresa al ver de nuevo la sonrisa en el peliceste. — ¡Déjala en paz!¡Si llegan a hacerle algo te juro que ...!

—¿Qué?– Le preguntó Sasuke cortando la exclamación del alterado rubio.

El ojiazul bajó la mirada, apretando los puños ya que sabía que nunca podría enfrentarlos a los tres, nunca había podido y hasta ahora no había cambiado nada.

—¡Hinata!¿¡Qué haces!?– escuchó el grito en su espalda y se volteó con los ojos abiertos de par en par al ver a su nueva amiga caminar hacía él y colocarse a su lado.

—¿Hinata..?– Murmuró aún asombrado.

Ella no lo miró, miraba al Uchiha con el mismo fuego que había visto al peliceste al día anterior. Sasuke elevó una ceja, pero no apartó la mirada, Suigetsu le susurró algo al oido y la comisura del labio del azabache se volvió a alzar.

—Asique,– Dijo arrastrando las palabras.— tú eres la defensora de pobres.

Hinata frunció mucho más el entrecejo, pero siguió sin hablar, provocando a la poca paciencia del azabache.

—¿Qué pasa niña?¿Te comieron la lengua los ratones?

—¡Déjala en paz'ttebayo!

—¡Tú no te metas!– Le gritó Sasuke, señalandolo con el índice y dando un paso a la chica que no se achicó ni un segundo, manteniendo una lucha de miradas.

Negro y perla se cruzaron, fuego contra frialdad, sin dejar de acuchillarse con los ojos. Naruto nunca había sentido el ambiente más denso que en ese momento, sentía que hasta había dejado de respirar y todos los espectadores también.

—¿¡QUÉ PASA AQUÍ!?— El grito del preceptor Ibiki hizo a saltar todos y rompio el tenso ambiente.

Naruto miró con agradecimiento profundo al duro semblante del preceptor, que hizo que todo los chismosos se fueran y el grupo popular se dió medía vuelta sin prestar atención a Ibiki, que parecía querer comerlos crudos, mientras los seguía. Naruto miró a la oji perla que no sacó su vista furiosa de la espalda del Uchiha hasta que desapareció al entrar en su salón. Una vez que eso pasó, ella suspiró relajando completamente el cuerpo y levantó la mirada para cruzarla con la del rubio. Él no podía dejar de sonreírle, jamás había visto a una chica más valiente que Hinata y agradecía al cielo que ella fuera su nueva amiga.

—Hola. – La saludo sin sacar su sonrisa y ella también sonrió, aunque con un poco de timidez.

—¿C-cómo estás N-Naruto?

Al rubio le fue imposible no reír, ya que le daba mucha gracia ver cómo podía enfrentar a los otros segura, pero cuando hablaba normalmente tartamudeaba.

—¡Bien dattebayo!– Le contestó y se puso ambas manos tras la nuca para empezar a caminar por los pasillos de la escuela con ella a su lado.

Ella sonrió de esa manera dulce que a Naruto le ponía algo nervioso y caminaron en silencio hasta su aula. El rubio se apuró en correrle la puerta y hacerse a un lado para que ella pasará primero. Hinata con una sonrisa aceptó su invitación y después él entró, sintiendo como todas las malas miradas eran dirigidas a ambos, pero estaba vez no le importo. Se sentaron, cada uno en su pupitre y Naruto miró con una sonrisa a la oji perla.

Nunca más estaría solo.

Lo presentía...

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Hinata miró a Naruto jugando al baloncesto, en la clase de gimnasia.

—¡Hyūga!¡No te distrigas!– Le gritó su sensei Anko.

—¡S-si!– Contestó totalmente roja por haber sido descubierta y comenzo a correr otra vez.

La clase ya estaba por terminar, pero la mirada aperlada de Hinata se volvió a cruzar con una roja como la lava. Desvío rápidamente la mirada de la chica que siempre la estaba observando, algo no le gustaba de ella y era esa mirada maquiavélica que le dedicaba. El silbato de Anko-Sensei sonó, haciendo que todas dejaran de correr y ordenó que elongaran para después ir a las duchas.

Hinata así lo hizo, completamente sola y no pudo evitar dirigir su mirada a sus compañeras las cuales estaban todas en grupo. Su corazón se encogió un poco al sentirse sola, pero miró al campo donde los chicos hacían lo mismo y noto que Naruto estaba igual que ella, totalmente apartado. Sonrió e hizo que su expresión se endureciera, ella debía ser fuerte por Naruto, para ayudarlo a él. Y mientras enlogaban sus miradas se cruzaron, ella le sonrió y el rostro del chico se iluminó para alzar la mano y sacudirla en forma de saludo.

Hinata entró a las duchas, para asearse un poco y cambiarse el uniforme de gimnasia. Estaba preparando su ropa para entrar a uno de los cubículos con ducha, cuando agua helada cayó encima de ella provocando que gritara, al sentir el frío colarse hasta sus huesos. Levantó la vista al escuchar unas risas y vió con asombro a la chica de lentes, cabello y ojos rojos mirándola con mofa rodeada de cinco chicas más.

—¿Q-qué...?– Preguntó al mirarse completamente mojada y ver a su uniforme normal que también lo estaba.

Pero eso no fue todo ya que un polvo blanco la rodeó y cerró los ojos con fuerza al sentir el golpe que le dió la harina cuando se lo tiraban. Por un momento se sintió en la primaria, las risas de esas chicas retumbando en su cabeza y dejó caer la ropa al suelo al apretar las manos con fuerza. Mantuvo los parpados apretados, hasta que dejó de sentir que le tiraban la harina y al abrirlos tuvo que frotarse con fuerza para sacar el menjunje que se había formado en sus pestañas que no la dejaban ver bien. Miró con furia al grupo frente a ella y la pelirroja levantó la barbilla con una mano en su cadera, queriendo demostrar que era mejor que ella.

Hinata miró alrededor, buscando a ver si alguna de las chicas la ayudarían, pero su rostro mostró tristeza al ver que la mayoría sonreía y las que no lo hacían miraban tímidamente, queriendo mantenerse al margen.

—Eso te enseñará a no meterte con Sasuke-Kun, estúpida– Escupió la colorada llamando la atención de la ojiperla.

Hinata sintió sus ojos arder al escuchar más risas, su vista se estaba nublando debido a las lágrimas contenidas. Se mordió con fuerza el labio hasta sentir ese gusto metálica y apretó más los puños hasta que las uñas se le clavaron en la palma. Una ira no conocida hasta ahora la dominó y sin pensarlo se tiró sobre la chica, las dos cayendo al suelo pegajoso por la mezcla de agua y harina. Tomó los mechones colorados desde casi la raíz y comenzó a tironearselo sin piedad. Escuchó los alaridos de su compañera y los gritos de sus amigas, hasta que alguien la tomó de la cola de caballo y la tironeo con tal fuerza que tuvo que soltar los mechones para agarrar su propio pelo con un grito de dolor. Desde ese momento lo unico que sintió fueron golpes en su cuerpo, mezclas de cachetadas con patadas, el dolor era insoportable y las lágrimas salían solas. Lloró, gimoteo, pero nunca pidió que pararán.

Si, en la primaria se habían burlado de ella, hecho bromas pasadas de pesadas, pero nunca llegaban a la violencia como en ese momento. Una vez que sus compañeras se cansaron la dejaron tirada en el piso, en posición fetal llorando como una pequeña. En el silencio del baño, sólo escuchando sus hipeos, supo que la que cometió el error había sido ella. Ella había caido ante la ira y había usado la violencia, aunque bien sabía que violencia traía más violencia.

Cuando se sintió con algo de fuerza se sentó y miró su uniforme que estaba tirado en medio del baño, completamente sucio y roto. ¿Qué debía hacer? Se tenía que bañar pero no tenía que ponerse. Entonces se apoyó en la pared aún sentada y escondió su rostro en sus rodillas levantadas.

Para llorar, sola...

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Naruto volvió a mirar la puerta del vestuario de las chicas, se removía algo nervioso con su pequeño bolso donde llevaba su uniforme de gimnasia. Llevaba mas de diez minutos esperándola después de que las demás chicas salieron. A él le había parecido extraño cuando nadie lo molesto en la ducha, pero estaba muy contento al salir.

Pero ahora estaba preocupado por Hinata, había visto salir a Karin con una sonrisa maliciosa y él sabía que ella era otro perrito faldero del Uchiha. Con el corazón que le salía por la boca corrió lentamente la puerta y asomó la cabeza, aunque tapandose los ojos con una mano.

—¿Hinata?¿Estás vestida?– Dijo dentro de las duchas, pero no obtuvo respuesta.

Levantó dos dedos para asomar un ojo y se sacó completamente la mano y corrió adentró al ver una bolita llena de harina en el rincón.

—¡¡Hinata!!– Al gritar su nombre cuando entraba, ella elevó apenas sus ojos.

En el medio del baño, Naruto sintió como su pies se resbaló con algo pegajoso y cayó de cola al suelo con un ruido seco.

—¡Ite!¡Ite!– Se quejó por el dolor.

—¡Naruto!– Gritó en forma ahogada ella y él levantó la vista para ver a su amiga parada, completamente cubierta de la misma cosa pegajosa con la que él había caido.

—Hinata...— Susurró el rubio asombrado.— ¿¡Qué pasó dattebayo!?

Naruto vio como ella desviaba la mirada a un lado mientras él se levantaba con cuidado, para no caerse nuevamente.

—Uhmm... b-bueno...

—¡No me digas nada!– Cortó el rubio exaltado.—¿Fue Karin?¿Cierto?— Naruto la tomó de los hombros al preguntarle y ella asintió sin mirarlo. Él pudo sentir el leve temblor del cuerpo de su amiga y la abrazó sin importarle que se ensuciará el uniforme.

—¡N-Naruto!– Gritó intentando apartarlo.

Al rubio le dolió esa reacción de ella, tal vez, al experimentar en primera persona el abuso que él sufría diario, ya no quería ser su amigo. Él aflojó suavemente sus brazos y la miró, sin dusimular su tristeza.

—T-te v-voy a en-ensuciar el uni...— Naruto no la dejó terminar al volver a abrazarla con fuerza mientras una risa se escaba de sus labios.

—¡No me importa el tonto uniforme'ttebayo!– Grito felíz.

La aclaración de por qué ella quería alejarlo lo había llenado de una enorme alegría. Su pecho dolía, pero estaba contento, era tan extraño y cuando se separó sólo un poco de ella para mirarla a los ojos, quedó congelado. No era consciente de la cercanía de sus rostros, lo único que entendía era que el corazón le retumbaba en las orejas y un extraño sentimiento en su estómago, como si algo le apretara las entrañas. Miró los ojos vidriosos de su amiga, y en medio de la pegajosa mezcla pudo ver el intenso sonrojó de sus mejillas.

—¿¡¡QUÉ DIABLOS HACEN USTEDES AQUÍ!!?– El gritó de la sensei Anko hizo que se asustaran y como consecuencia se separarán rápidamente.

Naruto sentía su cara arder con la mirada enojada de Anko sobre él y ahí fue consciente que se daba a mala interpretaciones encontrar a una chica y chico solos en el vestuario, cuando las clases ya habían terminado y la mayoría de los alumnos se iban a sus casas.

—¿Y bien Uzumaki?– Le insistió la sensei.

Naruto se hizo a un lado para que Anko pudiera ver la condición de la oji perla y los ojos de la sensei mostraron una enorme sorpresa.

—¿Hyūga?– Preguntó confundida.

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