Extra 2
La biblioteca le resultó familiar y por eso es que decidió entrar. Se alegró al ver que dio con el sitio correcto. Y notó que el lugar era tal cual lo recordaba de otros tiempos, de otras memorias. De él.
—Buen día —saludó a la recepcionista—. ¿Podría decirme si trabaja aquí Kim Namhee?
—Está ocupada en este momento, pero si es urgente puedo avisarle que...
—No, no —se apresuró a decir—. La espero, no hay problema.
Pasó más de media hora cuando una muchacha de cabellos oscuros, tez morena, llegó hasta donde estaba. Dejó la novela que había tomado para entretenerse y se puso en pie para saludarla. Aquellos vistazos que le fueron compartidos generosamente le permitieron reconocerla. Y sin ellos, notaba el evidente parecido.
—Disculpe que lo hice esperar —correspondió el saludo ella—. Me dijeron que me buscaba, ¿en qué puedo ayudarle?
Dudó, pero cuando tomaron asiento decidió que debía hacerlo. Tomó aire y miró a la chica, que parecía curiosa.
—Eres la hermana de Kim Namjoon —no sonó a pregunta realmente.
La expresión de la chica cedió a una de preocupación y cautela.
—¿Quién eres?
—Soy Seokjin —se presentó—. Y me disculpo por lo que pasó, y por venir hasta tu trabajo, solo... necesito saber cómo está.
—Lo lastimaste —acusó ella, aunque no parecía enojada, sino cansada—. Y quisiera lastimarte también, pero soy lo suficientemente capaz de ver que no fue tu culpa.
—Lo fue, yo... —pero Seokjin no tenía qué decir, no podía hablar de ello ya que era parte de las condiciones que aceptó.
Con un gesto de la mano, Namhee desestimó sus palabras.
—Trátalo con un especialista, no es mi área. —Se permitió una sonrisa—. De todos modos, serás el único torturándote con esto.
—Él no me recuerda. —Otra vez, no fue una pregunta, pero ella respondió.
—No, él no sabe qué lo llevó a tomar aquella dosis. Solo recuerda que estaba frustrado, agobiado por algo y quería simplemente descansar —Las manos de la chica se volvieron puños—. Sé que es tonto, pero no puedo culparte a ti por lo que orilló a mi hermano a eso, él es más inteligente. No se haría esto por un tipo, incluso aunque lo ame.
Seokjin asintió, dándole la razón. Namjoon fue a salvarlo, a él y a Jungkook. Podía verse como una muestra de amor, pero no se limitaba a ello. Namjoon era una persona increíble, noble, que se enfrentó a algo que lo superaba y que no alcanzaba a entender porque era lo correcto.
—Me alegra que esté bien —y reprimió la tristeza, no correspondía quebrarse frente a la hermana de su amado. Sentía que no tenía derecho—. Debo irme, gracias por hablar conmigo...
Titubeó. ¿Había algo más que decir? No. Ciertamente, todo lo que debía hacer era marcharse y vivir esta vida mortal que le fue dada como perdón y en agradecimiento por su sacrificio. Evitó así que un descarriado trotasueños, que había sido condenado a vagar en las sombras eternamente, mate a Namjoon al usarlo como pase de salida y escape. El crédito de que Jungkook esté a salvo fue por otro trotasueños, Hoseok, quien acudió a él y juntos intervinieron en las fuerzas superiores de su pueblo.
Ni Hoseok ni él esperaron ser recompensados por su lucha. Aunque debieron renunciar a la inmortalidad, y Seokjin a algo más.
—Ha pasado mucho tiempo —comentó Namhee, deteniendo su salida—. ¿Por qué esperaste tanto para preguntar por él?
Seokjin, por haberse apartado de su pueblo y no respetar las leyes —es decir, deliberadamente, no aprenderlas—, debió resignarse a ser olvidado. Cada memoria construida junto al humano que le enseñó una vida distinta a la que sucede mientras esperas que pase el tiempo, fue apagado de la mente de Namjoon. Él, sin embargo, pudo conservar los recuerdos. Y no está seguro de si esto es un acto de bondad o maldad de sus superiores. Por esta razón, se debatió si era aconsejable saber de Namjoon. Comprobar si era verdad que los olvidó.
—Tenía miedo —admitió, sintiéndose liberado por la confesión.
Namhee lo estudió con bonitos ojos cafés, antes de asentir como si tomara una decisión. Seokjin se removió, cambiando el peso de un pie al otro sin saber qué esperar.
—Él viene este sábado a verme, suele esperarme leyendo en aquella zona —señaló los dramas y romances históricos.
—¿Por qué me dices esto?
El corazón de Seokjin, sin embargo, saltó contento, desbordando ilusión.
—Antes de... —se mordió los labios, moviendo las manos aparatosamente y Seokjin entendió a qué se refería—. Él nos habló de ti, y vimos cuánto sonreía por mencionarte simplemente. Luego, cuando discutieron, lo noté apagado, lo que es normal dado que te quiso tanto.
Las palabras dolían, y Seokjin se mantuvo callado hasta que ella terminó.
—No creo que sea bueno que...
—Si no creyera que lo es, te habría despachado con dos palabras —hizo chasquear los dedos, aunque volvió a ponerse seria—. Como dije, no fue tu culpa, quizá influyó a su ánimo, pero no es tu pecado —rodó los ojos—. Tampoco estoy empujándote a los brazos de mi hermano, solo que tengo la corazonada de que los dos merecen intentarlo una vez más. Solo promete decirle la verdad cuando esté listo, y cuídalo. No tendrás otra oportunidad si lo lastimas, ¿estamos claros?
Asintió. Y sabiéndose apoyado por alguien, tomó el valor para ir el sábado previsto.
Nota final:
Esta historia lleva escondida en mis borradores desde los principios de mi exploración Army, años ya. La pospuse por muchas razones, pero nunca dejé de volver a ella. Me encanta en su sencillez, y en cómo me entusiasmó escribirla en aquel entonces y cuánto me gustó volver a ella aunque sea para salvarle los errores y las cosas desastrosas. La escondí porque aunque me gusta compartir lo que escribo, todavía no me deja de preocupar lo que ocurre con la historia una vez se escapa de la seguridad de mis borradores. Aun así, me prometí concluir proyectos. Y dejar que otros lleguen a ellos para, como yo, distraerse, desconectar un rato del afuera, caer en la ficción a refugiarse.
No iba a explicar mucho cómo Seokjin salió, no creí necesario el proceso, pero quise darle una chance a ver el por qué pudo abandonar el mundo de los sueños. No sé. Y el Hopekook merecía un final feliz también, claro.
Quejas, sueños, comentarios, aquí:
Lector comentarista, el que lee sin comentar, el que lee y vota, el que lee y no, el guarda esta historietita en su biblioteca, el que no, el que la visita una vez, el que vuelve cada tanto, lector de ahora, de mucho más adelante: gracias ♡.
:)
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