9. Rastrear
Rastrear
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Cuando NamJoon dejó al fin la pesada mochila que cargaba, pudo responder al llamado:
—¿Sí?
—Hasta que contestas, podría estar muriendo, hombre —Se quejó la voz risueña de su mejor amigo.
—JiMin, no estoy con suficientes energías para tus dramas, di lo que tengas que decir de una vez, por favor.
Se sentó y puso el altavoz para así ocupar sus manos en acomodar los libros que traía. La visita al trabajo de su hermana fue fructífera. Halló libros antiguos con buena data al respecto de sujetos o seres que habitan los sueños. Incluso decidió traer, por si podía ocuparlos para algo, libros sobre la conducta del sueño y la psicología de los mismos.
—Siempre tan simpático mi hyung —Jimin recalcó el honorífico porque en realidad no le gustaba utilizarlo—. Te llamaba para saber si vendrás a la fiesta de Jeon. Estoy aquí enfrente a la puerta, pero ya sabes que eres tú mi contacto de invitación.
Ahora entendía la música. NamJoon no supo decir cuánto hacía que JungKook no organizaba una reunión en su departamento. Tampoco pudo darse idea de la última vez que habló con él, pero sabe que fue hace meses. En otras oportunidades, NamJoon se hubiera unido un rato a la fiesta, esta vez prefiere desistir, aunque agradece que el ruido lo mantenga despierto.
—Lo siento, pero nada de fiestas para mí —habló distraído porque ya estaba hojeando algunas páginas de los libros—. ¿Por qué no superas tu berrinche de la infancia así puedes ser un invitado como cualquier otro? De hecho, si entras ahí probablemente ni note que estás.
—¡No es un puto berrinche! —elevó la voz JiMin, pero NamJoon supo que era para hacerse oír por sobre la música—. ¿Vendrás?
—Tengo cosas que hacer.
—¿Qué cosas? ¿Cita con un video, pañuelos y tu mano? No jodas, Joon-ah. Dijis... ¿Tú qué ves? No, no es mi fiesta, ¿me ves con cara de anfitrión? ¿Quieres un sellito en la mano? ¿Qué? No, tampoco tengo flores, no soy dealer. Mierda, solo sal de mi vista. Anda, sí, eso, sigue caminando idiota que es una llamada importante... —Su amigo era un tanto directo y eso le traía varios problemas, pero tenía buenas intenciones, suponía NamJoon.
—¿Notas por qué es que no le agradas a JungKook? —Solía observar divertido cómo los dos chicos peleaban y solo intervenía si veía que se ponían pesados entre sí—. Entra de una vez o vuelve a casa, Chim…
—¡Oh, diablos! ¡Sexy Min a la vista! —volvió a gritar del otro lado de la línea JiMin.
—Deja de gritar que vas a perforar mi tímpano —pidió enfadado NamJoon.
Pero se encontró leyendo:
"…monstruosos. Desde hace siglos los registros hablan de extraños seres que pueden contactar con los humanos por medio del duermevela o el sueño vívido…"
NamJoon tomó un lápiz y anotó en una libreta: duermevela, sueño vívido. Siguió la lectura.
"...los más insistentes con estas criaturas han sido los griegos y los romanos, los primeros con Morfeo o su padre Hipnos, los segundo con Somnus (véase en Grimal, Diccionario de mitología griega y romana, 1951). Investigadores consideran los estudios de las divinidades de los dioses del sueño como los primeros indicios de reconocimiento del inconsciente del que Freud (véase mención de Freud, artículo de La teoría de los deseos reprimidos) y otras figuras exponentes de la psicología se encargaría siglos después. Por supuesto, no está en discusión las evidentes referencias de la psicología con entidades mitológicas, mas esto se limita a describir ciertas condiciones de la psiquis y la conducta humana, y no pretende admitir la influencia de estos personajes como presencias divinas."
Escribió otras notas, pero se detuvo en un artículo ensayístico adjunto sobre la preocupación que generaba en algunos la cercana relación de Hipnos y su hermano Tánatos, dios de la muerte. No era sino una breve incursión a mitos que circularon durante un tiempo, pero que no fueron recopilados por ningún historiador o investigador. Sin embargo, NamJoon había disfrutado de los mitos cuando estudió de ellos en la escuela secundaria por lo que clickeó y leyó:
El Mito de Tánatos y las Musas
Cuando Tánatos conoció al hijo de su hermano Hipno, Morfeo, se sintió celoso por no tener descendencia. Como representación de la muerte, Tánatos se mantenía aislado de todos, viviendo a la sombra de su hermano. Donde Hipno era luz, era anhelado y era hermoso; Tánatos era oscuridad, era temido y era horrendo. Pese a ser gemelos alados, había sido desgraciado por Zeus, quien sabía de su función de acarrear almas y renegó que le quitara aquellos hijos que desperdigó por la tierra y a los que nunca concedió esencia divina para volverlos semidioses inmortales. Desde entonces, Tánatos se mantuvo cerca de Hades, quien lo recibía en sus terrenos aunque lo mantenía vigilado por temor a que quisiera sublevarse.
Por eso, un día, harto del desprecio de los dioses abandonó sus funciones.
Nadie murió y el equilibrio del orden se vio terriblemente afectado. No obstante, Tánatos se mantuvo escondido entre los humanos. Un mundo sin muerte, contrario a lo que esperaron, no trajo paz a nadie. Por esto, Zeus y los olímpicos se enfurecieron con Tánatos y, para atormentarlo y obligarlo a volver, castigaron a Hipno. Sin muerte y sin sueños —siendo Morfeo apenas un niño—, la humanidad comenzaba a enloquecer. Puede que no hayan sido los hermanos más apegados, pero el sentido de lealtad de uno por el otro era superior a todo así que Tánatos volvió.
Sin embargo, cuando llegó al Olimpo Tánatos encontró a las bellas hijas de Zeus, las Musas, y viendo una posibilidad de vengarse del Padre de los Dioses, se entregó a la pasión con cada una. Dio nueve hijos y mató ocho, hiriendo a las madres musas que buscaron detenerlo, dejando vivo a uno de ellos porque fue descubierto por Mnemósine. La diosa de la memoria se alzó en defensa de sus hijas y condenó a Tánatos a perder una de sus alas, y ya que Hipno intervino perdió también una suya, para que dependieran eternamente y no pudieran llegar tan lejos. Volando bajo, en la tierra, sobre las cabezas de los humanos, sin alcanzar jamás el Olimpo.
Y al bebé que Tánatos no alcanzó a matar, que era hijo de la Muerte, sobrino del Sueño y nieto de la Memoria, se le perdonó la vida y si alguien se encuentra con él mientras duerme, poco puede hacer para defenderse.
En el mismo artículo se mencionaban algunas entradas de quienes consideraban a los Trotasueños como descendientes de Tánatos, pero, como todo mito, eran apenas construcciones del imaginario de una época que a la lectura actual se volvía mera ficción.
Pensó en SeokJin, en la sonrisa tranquila del chico y buscó si en algún momento hubo demostrado ser la mitad de lo bestial que suponían ciertos investigadores. Pero no halló nada, ni siquiera pensando en si él se había sentido diferente desde que conoció al chico de sus sueños. Solo que cada vez le costaba más y más despertar.
—¡NamJoon! ¡Por favor, NamJoon, abre la maldita puerta! —golpes aporrearon la entrada de su departamento y NamJoon se apresuró al reconocer a JiMin que gritaba histérico.
No había siquiera visto si la llamada finalizó.
—¿Qué ocurre? —preguntó y vio a JiMin lívido, acompañado de una chica que traía el rostro cubierto de lágrimas.
La escena fue un tanto extraña, se percató de que la música de la fiesta ya no estaba aturdiendo el pasillo y que muchas personas se dirigían a la salida por las escaleras. Pensó que tal vez hubo un accidente, producto del consumo de alcohol y vaya a saber si no de algo más, en el departamento de JungKook. O un reclamo de los vecinos.
—Tienes que venir conmigo, urgente. He llamado a emergencias y YoonGi hyung está esperando junto a JungKook... Oh, no sabes, no sabes... su rostro, sus ojos estaban vacíos yo creí que estaba muerto —soltó JiMin a las prisas, sujetándolo del brazo y sacándolo de su departamento.
NamJoon cerró la puerta aunque no se preocupó por poner llave porque la última palabra que mencionó JiMin hizo que se le helara la espalda. Tal vez porque su mente seguía sumergida en la mitología, fue que lo que leyó del hijo de Tánatos no sonaba ya tan disparatado.
Recordó entonces la breve charla con el chico hace tiempo donde le había dicho algo de no poder dormir. De sueños. Mas no era ese el momento en que hiciera reflexiones.
Las arcadas lo sacudieron entero y el hielo de su espalda se quebró en escalofríos que hicieron que se sintiera de pronto liviano, tambaleante. Se arrojó al suelo de rodillas para asistir a su vecino que yacía inconsciente junto a un frasco. Alzó el recipiente y vio que la prescripción de la etiqueta mencionaba el insomnio. Concluyó que se trataba de pastillas para dormir.
Tomó la mano fría de JungKook y le buscó el pulso. Con lo tembloroso que estaba desistió y se trasladó al punto en su cuello. Encontró un frágil latido y suspiró. JiMin y alguien más le hablaban, pero él simplemente no prestó atención. Mucho menos cuando, revisando la otra mano de JungKook, encontró un papel que lo hizo jadear horrorizado:
No me despierten.
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Nota:
Aclaro que lo del mito de Tánatos y las musas es algo que inventé en base al vacío de información que hay sobre ellos. Mis referencias mitológicas, además, son del libro de Grimal que mencioné y que son parte del material teórico de mi cursado. Por lo que, versiones y teorías que no coincidan, dependerán del historiador ¿vio?
Nunca escribí un mito, y, loco, es difícil jaja
Ahora, cosa seria por decir. A partir de acá la historia empieza a tener contenido más adulto y delicado. No pretendo banalizar situaciones como lo son el suicidio y los tratamientos psiquiátricos que dependen de fármacos. Solo es una mención, lo más respetuosamente que puedo, sobre estos temas.
Así que, queda en el lector entender que es ficción y no hay apología, aprobación o desaprobación, sobre ello. Solo es ficción.
Página que está robando fics, si lees esto: muérete.
:)
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