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6. Velar

Velar

Corrió con toda la fuerza de sus piernas para salir de esas arenas movedizas. Su desesperación crecía y viendo que le era imposible escapar gritó por ayuda. 

—¡Por favor! ¡Alguien salveme! —estiró las manos rogando porque fueran tomadas por cualquier salvador que quisiera asistir en socorro.

Por suerte, había alguien más allí y lo sujetó impidiendo de este modo que se hunda en la arena movediza. Trastabilló cuando fue jalado con rapidez y facilidad, cayendo de rodillas sobre hielo. Miró sus manos tibias empezar a congelarse por la exposición a esa superficie helada, no entendiendo cómo llegó ahí si estaba en pleno desierto hasta hace un momento.

—¿Qué sucede? —preguntó en voz alta, no dirigiéndose a quien le había ayudado, pues no reparaba en la otra presencia que le observaba con picardía. 

—Lo que sucede es que estás soñando, JungKookie —Le respondieron y él buscó a quien dijo eso, topándose con un muchacho que sonreía de lado.

—¿Quién eres tú? —quiso saber, presintiendo que tal vez ya sabía la respuesta. Pero era imposible, pensaba mientras se ponía de pie, resbalando por el hielo.

—Soy… ¿Como dije la vez pasada? —El chico se cruzó de brazos, pensativo, y luego chasqueó los dedos haciendo sobresaltar a JungKook, que seguía confundido—; ¡ya recordé! ¡Mi nombre es HoSeok!

Dicho esto, hizo una gran reverencia que a ojos de JungKook era aparatosa. Como un gesto teatral.

—Mucho gusto, HoSeok —imitó el saludo, recibiendo un golpe en la cabeza que le hizo quejarse y sobar la zona atacada—. ¿¡Por qué me maltratas!?

El castaño se le acercó nuevamente con un amague para volverlo a golpear, pero esta vez JungKook fue rápido y le sujetó la muñeca.

—¿¡Te atreves a preguntar por qué!? —gritó él, y de pronto dejó de ser un simpático muchacho para volverse intangible, como un fantasma semi transparente.

JungKook no daba crédito a lo que veía. El chico, HoSeok, que tomó del brazo pareció volverse un borrón y, enseguida, visualizarse como un holograma. Estiró la mano para comprobar que, efectivamente, no podía tocarlo, pero recibió a cambio un golpecito en la mano.

—No entiendo —No disimuló su asombro, ni tampoco se privó de mostrarse temeroso.

—Otra vez con eso —musito enfadado HoSeok, pero su voz se quebró al final, como si una inmensa desdicha le acudiera al alma—. Dijiste… No, prometiste que no volverías hasta hallar respuestas.

—¿Respuestas a qué? —A JungKook le dolía ver la tristeza inundando los ojos cafés del castaño y con la confianza fluyendo de no sabe dónde, tomó impulso, quiso protegerlo, rodearlo con sus brazos para quitarle ese velo de nostalgia y plantar una sonrisa en su lugar.

—A por qué sigo volviendo a ti y tú no eres capaz de reconocerme —Un sollozo escapó de boca de HoSeok, que enseguida quiso retirarse, librarse del abrazo, pues estaba superado por la situación—. No sé qué soy, qué hago yendo de un lado a otro en lo que parecen ser sueños o pesadillas y cuando dijiste que me ayudarías de verdad confié en tu palabra.

El escenario donde se encontraban mutó y entonces ambos estaban en un bonito parque de diversiones, JungKook luciendo un traje de oso y HoSeok vestido de conejo rosa. Ridículos los dos, mas no había risas.

—Oh, por Dios, creo que estoy loco ¡Esto debe ser una pesadilla! —gritó JungKook arrojando lejos la cabeza del traje de animalito. Cuanto odió ese empleo, el calor sofocante de estar bajo el disfraz volviendo a él y logrando que sude exageradamente.

—No es una pesadilla —refunfuñó el chico graciosamente, dejando a un lado su gorro de orejas rosas y con un movimiento de la la mano deshizo los disfraces—. Estás soñando, Jeon JungKook, y necesito que te des cuenta de ello.

JungKook prestó atención a las palabras dichas. Se dijo que tendría sentido que se tratara de un sueño ya que él mismo se juró, tras renunciar a ese horrible trabajo, jamás volver a vestir ese uniforme. Pero si era un sueño, entonces, ¿qué más daba que el muchacho a su lado llorara por unas respuestas que JungKook no tenía?

—Déjame en paz —pidió, asustándose de las terribles ganas de acurrucarse en los brazos del chico que lo miraba con intensidad—, si es un sueño, entonces no eres real.

—Lo soy, sólo que no sé por qué —respondió HoSeok llanamente.

—Todos tenemos crisis existenciales —aventuró a decir JungKook, un poco más lúcido de sus pensamientos. Mordiéndose el labio inferior, miró alrededor deseando que la tormenta que veía acercarse se disipara. Fue un gran susto, y alivio, que ni bien lo pensó, el cielo se despejó trayendo un sol enceguecedor que lo obligó a mirar a HoSeok—. Estoy soñando —repitió, convencido.

—Hoy tardaste menos tiempo en notarlo —Le reconoció HoSeok, cabizbajo, jugando con un hilillo suelto del suéter que traía ahora sin el traje de conejo—, pero no tenemos mucho por hablar y ya debes despertar.

Se notaba, en los límites de ese espacio en el que estaban, que despacio iba borrándose cada línea, siendo el final cuando el blanco brillante le devolviera del todo la conciencia al humano.

Llegó como una descarga de información en un procesador lento todo lo que sabía del chico, de su misión. HoSeok buscando a alguien que también camine por los sueños de las personas; él rastreando fuentes de que existan realmente. Y ninguno queriendo enfrentar por qué se eligieron, o si es que se eligieron realmente, para esperarse y encontrarse en sueños.

—Seokie… —susurró JungKook, sujetándole la barbilla y orientándola en su dirección para que lo vea. Estaba lleno de mortificación por fallarle al chico de sus sueños—: perdón, yo intenté encontrar tu origen, estoy buscando minuciosamente, solo necesito unos días más.

La sonrisa en la cara de HoSeok se volvió a iluminar y JungKook apoyó su frente en la de él para hacerle saber que se esforzaría todo lo posible por verlo feliz. Incluso, aunque egoísta, poniendo mucho más esmero al querer él mismo saber qué era HoSeok, el muchacho que le visitaba mientras dormía, y por quien empezaba a tener sentimientos profundos.

—JungKookie, debes cuidarte… No soportaría que algo te suceda —Y omitió expresar sus miedos de no volverlo a ver.

—Estaré bien, he rastreado todas las leyendas en internet y en los libros de la biblioteca que puedan hablar de seres de los sueños.

Se separaron para mirarse a los ojos, ambos embargados por una paz que llevaban días sin encontrar; sobre todo porque él no dormía para no perder tiempo investigando y HoSeok, por su lado, no encontraba tranquilidad en la mente de otras personas.

—¿Crees que soy real? —preguntó HoSeok, dejando que en su voz se reflejara el deseo por ser reconocido como parte del mundo de lo sensible.

—Es una pregunta algo tramposa —se rio JungKook para aligerar el ambiente y temiendo que en cualquier momento su celular sonara despertándolo del todo—; si no eres real, estoy loco, y si eres real, también.

Ante esto, HoSeok ladeó la cabeza, sus gestos adorables por no lograr entender qué quería decirle el humano.

—¿Loco? —Se asustó cuando el cielo se oscureció y ya sentía internamente que el humano lo dejaba solo de nuevo—. JungKook… no...

JungKook recordó que programó su celular para que le dejara dormir sólo dos horas. Su desesperación por encontrar cualquier dato que le sirva para ayudar a HoSeok era ya una obsesión y se reconoció a sí mismo teniendo la urgencia de encontrar una solución para sus preocupaciones. Le preocupaba dormirse y no verlo en sus sueños y le dolía la idea de que si no sabía qué era de pronto se esfumara. Porque JungKook era capaz de saber que, pese a su reticencia a darle nombre al sentimiento que quemaba en su pecho, incluso al despertar evocando la sonrisa de HoSeok, era mucho más que curiosidad lo que lo motivaba en su pesquisa.

Fue por eso que en el límite de la ensoñación y la conciencia, se juró a sí mismo que no se detendría hasta dar con la verdad y hasta saber si era posible amar a alguien que se esfuma cuando despierta.

Con un movimiento lento, midiendo la reacción de HoSeok, le atrajo el rostro para que  sus labios pudieran encontrarse en un beso suave. La ternura de quien no quiere jugar con los sentimientos, quien quiere abrazar todo miedo hasta apaciguarlos y volverlos sólo un susurro sin poder. Sus labios probando que quizá la locura no fuera un mal modo de vivir si entonces podía tener así la correspondencia en un beso que le hizo arder el cuerpo, incluso cuando la alarma lo devolvió a la realidad y se halló dormido en la mesa de su balcón, usando un libro de mitología como almohada.

—Te amo, te amo, y prometo decirlo cuando pueda resolver el enigma de tu presencia —murmuró somnoliento y se restregó los ojos antes de ponerse de pie para preparar café.

Sería una larga noche de lectura.

[...]

NamJoon estaba escandalizado y divertido a partes iguales cuando Seokjin se mostró ante sí luciendo exactamente como él. 

—Eres lindo —dijo la voz de NamJoon-Seokjin, mientras se acercaba pavoneándose en modos nada propios del humano.

—¿Solo lindo? —atinó a decir, estirando la mano para tocar el rostro del trotasueños—. Es tan espeluznante verme.

—¿Por qué? A mí me gusta verte —se encogió de hombros Namjoon trotasueños y el NamJoon humano delató en una sonrisa cuán complacido estaba de oír esto—. Pero si te incomoda, mejor cambio a…

Con los ojos cerrados, el ser de los sueños mutó de una copia exacta de NamJoon al de una muchacha que vio en los recuerdos de este noches atrás.

—¿Mi profesora de arte? 

—Siempre supe que estabas enamorado de mí, estudiante Kim —se burló la imitación—. Eras un pequeño adorable con esos cabellos trenzados y tu apariencia...

—Sí, sí, me gustaba mucho. Vuelve.

Nuevamente, Seokjin apareció ante él. A tiempo, pues Namjoon comenzaba a despertar. Había sido una visita rápido, y el ánimo de NamJoon no había sido el más brillante por lo que Seokjin decidió hacer algo al respecto.

—Debo despertar —dijo derrotado NamJoon.

Seokjin no se acercó, pero le transmitió su mismo descontento. Una vez despierto, NamJoon no conservo recuerdo alguno, pero sí una ligera sensación de cariño por lo que sea que el trotasueños haya compartido con él. Eso bastó







Nota:

Amo el Hopekook, ¿vio?

:)

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