Mamá me dice que si el país no estuviera esta situación, yo no pensaría en irme para nunca volver, como siempre, la contradigo recordándole mis ansias de irme en busca de nuevas mentes y culturas más allá de este bello país, porque para mí el mundo es muy grande, mucho más grande que estos colores que me representan.

Siempre he querido irme de mi ciudad actual por otra en donde encuentre esa chispa que tanto ansío sin saber bien cuál es, afortunadamente la encontré en otra ciudad que me dije que nunca viviría allí, lo cual es una ironía, por eso uno nunca debe decir tales cosas ya que el mundo da muchas vueltas.

Mi miedo siempre ha sido nunca poder salir de mi pequeña ciudad, ahora mi miedo es nunca poder salir de este país.

Mi miedo es quedar estancada en un trabajo con un sueldo que nunca me alcanzará para independizarme, nunca me alcanzará para nada más que comida y transporte diario, y esto último es a duras penas si vives solo, sin hijos o padres a quienes mantener, sin pagar una renta o alquiler, y no, tampoco incluyo gastos de servicios.

Mi miedo es trabajar de por vida en algo fuera de mi carrera universitaria, me da miedo ser otra estrella más apagada, otra más que no logra sus sueños y metas.

Miedo a enfermarme de gravedad y no poder con los gastos médicos, o que mis padres pasen por lo mismo.

Estos son mis principales miedos, ¿Acaso está mal tenerlos? Considero que todos los venezolanos que no tienen los ojos cegados lo compartimos, esa juventud que duda en graduarse de una universidad ya que el título no le quitará el hambre, padres que temen por sus hijos ante tanta inseguridad, ante tan futuro precario.

También me atrevo a decir que muchos harán lo que puedan para irse. Espero que lo logren, espero que al igual que yo tengan un futuro mejor.