Mi hermano se va hoy a Perú. Yo me reuniré con él en Perú tres semanas después de su partida, saber eso es un consuelo para mí pero no deja de ser difícil decir "Hasta pronto" en unos pocos días, para mis padres mucho menos ya que ellos si no lo verán por mucho tiempo.

Estos últimos días, el aire en la casa ha sido una mezcla de alegría y melancolía, estábamos en los últimos preparativos de su viaje y entre la compra su comida que llevará en el camino, junto con armar su maleta no hemos tenido un tiempo de hacer algo especial por su partida, aunque eso también es un tema difícil considerando los escasos ahorros, si bien es una buena fortuna que se vaya, no cambia la realidad que vivimos aquí.

Ya en el terminal el aire es el que se espera, numerosas familias despidiendo a sus seres queridos, hijos, esposos, madres. Todos con el mismo pesar, el dolor de la partida que marca la esperanza en su destino.

Me da dolor verlo partir, aunque parece tonto porque lo veré pronto.

No dejo de pensar en mis padres porque ellos tendrán que pasar por esto dos veces en el mismo mes, tendrán que despedirse de sus hijos hasta quién sabe. Me espanta dejar a mis padres solos, pero lamentablemente debo hacerlo y debo trabajar muy duro para poder reunirme con ellos nuevamente.

Así estemos haciendo esto por su bien y el nuestro, no es justo, no es justo dejar todo lo que conoces de esta forma.