Sé que no estoy muriendo, simplemente estoy mudándome. No soy una persona de despedidas, no me gustan los "hasta luegos" ni los "adiós", no me siento bien con esa idea incierta de no saber cuánto tiempo conlleva esas palabras, y ahora me encuentro en esa situación, ¿Ironía?

Despedirme de mi familia y amigos es una de las cosas más difíciles que he tenido que hacer, más allá de las diferencias que alguna vez tuve con cada uno de ellos, los quiero a cada uno, por lo que en las últimas visitas hacia ellos fue duro. No dejaba de repetirme a mi misma que debía ser fuerte, que los volvería a ver sin importar qué, tengo la esperanza y Fe de ello porque así lo deseo.

Me grabé cada arruga de mis tías, cada sonrisa de mis amigos, cada abrazo de mis padres.

Extendí mi momento con ellos hasta donde pude, sin ver las manillas del reloj.

Y nunca dejé de pensar en lo mucho que los voy a extrañar.

Repito, no estoy muriendo, sólo me estoy mudando, ¿Que queda a miles de kilómetros y días de viaje en distancia? Es cierto, pero seguiré respirando, seguiré viviendo. Eso me digo a mi misma, eso le digo a todos, pero en el fondo sé que una parte de mi se queda con ellos, con mi familia, con mis amigos, con lo familiar de mis calles.

Pero repito, no me estoy muriendo, sólo me estoy mudando, sólo es un hasta luego que es doloroso y apesta como el infierno. Despedirse bajo estas condiciones no se lo deseo a nadie, me pesa irme así, pero más me pesa seguir aquí donde no hay futuro.

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