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🌸Cap 07.

🌸 Capitulo 07.

Yoongi seguía mirando hacia atrás con tristeza, sintiendo un nudo en el estómago por haber dejado a su novio de esa forma tan brusca. La realidad de su situación se intensificaba con cada kilómetro que se alejaban, y la maraña de mentiras que había tejido en torno a su vida personal se volvía cada vez más difícil de manejar. Aquellos pensamientos lo sumían en un mar de inseguridades, preguntándose una y otra vez si, cuando Jimin descubriera la verdad, lo abandonaría. La idea de perder a Jimin, lo aterraba.

Hoseok conducía perdido en sus propios pensamientos, su expresión un reflejo de la tormenta interna que lo consumía. El miedo de que su novio se enterara de lo que había sucedido con su hermano Taehyung, le corroía por dentro como un veneno lento.

Su mente viajaba en círculos, recordando momentos significativos que tenían juntos y la confianza que, a pesar de todo, creía haber construido. Fue entonces cuando el incómodo silencio, cargado de preocupación y tensión, fue interrumpido por la voz inquieta de Yoongi.

—Hobi, ¿Qué quiso decir Jimin con eso de que no sabemos con quién nos metimos? —preguntó con voz temblorosa. El pánico comenzaba a apoderarse de él, ya que sabía, gracias a las confidencias de su novio, que Taehyung no era un Omega común. Las palabras que había escuchado resonaban en su mente como un eco aterrador.

—Escucha bien, Yoon —respondió Hoseok, tragando grueso mientras una sombra de preocupación se cernía sobre su rostro—, mi cuñado es alguien muy peligroso. No lo parece a simple vista, pero sí. Mi novio me contó que Tae está junto a sus primos para cuidar, proteger y mantener el orden en su Clan.

La realidad del entorno de Taehyung era más compleja de lo que imaginaban y, por un momento, recordó las historias vívidas que DoSam solía contar sobre él. —Sam dice que Tae debería tomar el liderazgo del Clan —continuó, el tono de su voz entremezclando admiración y temor—, que no podría haber un líder más formidable. Lo cierto es que Sam no llegaría a ser, ni la mitad de lo que él es Tae, sobretodo si comparamos la astucia y el poder que Taehyung parece poseer.

Sabía que estos relatos, aunque exagerados a veces, estaban basados en verdades inquietantes, y esa realidad lo mantenía alerta y preocupado por lo que podría significar para ellos.

⏳~Dos años antes~.

—Tae, no es seguro. No me gusta tu plan. —Jin negó con la cabeza, la preocupación reflejada en cada línea de su rostro.

—Vamos, Jini, sé que puedo hacerlo. —El rubio frunció los labios en un puchero, sus ojos brillando con determinación.

—No dudo de tus capacidades, Tae, pero... tu plan es muy arriesgado. —Jin intentaba transmitirle su miedo, su voz un eco de duda que parecía llenar la habitación.

—No quiero que arriesgues tu vida de esa forma. —Namjoon, apoyado en el borde de la mesa, habló con gravedad, cruzando los brazos frente a su pecho —. Vamos a buscar otra solución.

—Mientras nosotros estamos aquí perdiendo el tiempo discutiendo, más mujeres y omegas desaparecen. —Taehyung dio un paso hacia adelante, su voz resonando con una fuerza que no admitía réplica—. Voy a hacerlo.

El peso de su sentencia llenó el ambiente, y Jin dejó escapar un largo suspiro antes de asentir lentamente.—Tienes razón, bebé. Pondremos en marcha tu plan. —Aunque su voz intentaba ser firme, había un temblor apenas perceptible que delataba su inquietud.

—Gracias. —Taehyung sonrió, desplegando sobre la mesa varias hojas con anotaciones y diagramas. Sus dedos, ágiles, recorrieron las páginas mientras hablaba con precisión—. Aquí está toda la información: horarios, lugares, patrones. He estado investigando cada desaparición.

Namjoon y Jin intercambiaron miradas, sorprendidos por la dedicación que Taehyung había puesto en ello.

—Estuve visitando esos lugares intentando llamar la atención de ese desgraciado, pero hasta ahora no había tenido suerte... hasta ayer. —Su mirada intensa se fijó en sus primos, buscando su apoyo en silencio—. Alguien me envió un café como regalo. No lo acepté, pero le pedí a la camarera que le diera información falsa. Le dijo que tal vez hoy tendría suerte. Así que, en dos horas, volveré a esa cafetería.

—¿O sea que estuviste trabajando solo? —reclamó Namjoon, su tono más duro de lo habitual.

—Ustedes me enseñaron a tomar mis propias decisiones. —Taehyung arqueó las cejas, devolviendo el reproche sin miedo. Jin negó con la cabeza, pero no dijo nada más.
—Quiero que estén cerca, pero no se involucren hasta que yo se los pida. —Su tono era autoritario, dejando claro que no había espacio para discusiones. Ambos hombres asintieron con expresión resignada.
—Usaremos los comunicadores molares. Así podran monitorear todo. — añadió por último.

—Y tu rastreador. —agrego Jin con firmeza—. Quiero que lleves dos: uno en tu cadena y el otro en tu zapato.

—Sí, voy a llevarlos. —Taehyung los tranquilizó con un asentimiento seguro, aunque sus labios apretados traicionaban su propia tensión.

El aire parecía pesar más en la habitación mientras el rubio esbozaba una sonrisa segura, su mirada llena de determinación.

—Entonces, tenemos un plan. — finalizó.

La habitación quedó en silencio unos segundos, mientras la adrenalina comenzaba a correr por sus venas. Sabían que no había vuelta atrás.

~Dos horas después.~

Taehyung estaba sentado en una cafetería, con las piernas cruzadas y un libro entre sus manos, fingiendo leer mientras esperaba que su plan diera frutos. Sus ojos apenas se alzaban de las páginas, pero cada ruido a su alrededor lo mantenía alerta, atento a cualquier movimiento sospechoso.

—Perdón que lo interrumpa, joven, pero aquel hombre le envía un café de regalo. —La camarera se inclinó ligeramente, señalando con discreción a una de las mesas al fondo.

Taehyung apenas desvió la mirada del libro, pero su mente ya analizaba cada detalle. Con una sonrisa contenida, respondió:—Lo siento, pero dígale al caballero que no me gusta el café. —Su tono fue suave, casi desinteresado, mientras pasaba la página del libro con un gesto elegante.

La camarera asintió y se alejó, llevando de vuelta el café al hombre que lo había enviado. Sin embargo, el Alfa, lejos de desanimarse, decidió levantarse y caminar directamente hacia la mesa de Taehyung.

—Lamento la confusión, lindura. —dijo el hombre con una sonrisa ladeada mientras tomaba asiento frente al rubio sin permiso—. ¿Qué te gustaría tomar?

Taehyung bajó lentamente el libro, dejando ver solo sus ojos por encima de las páginas. Su mirada, fría y evaluadora, contrastaba con la calidez falsa del Alfa. "Lindura, qué patético intento de halago", pensó, reprimiendo una sonrisa burlona.

—No recuerdo haberlo invitado a mi mesa. —Respondió con firmeza, cerrando el libro de golpe y apoyándolo con fuerza sobre la mesa, el ruido resonando en toda la cafetería.

El Alfa alzó una ceja, claramente sorprendido por la resistencia.

—Creí que aceptarías mi invitación. —Su sonrisa se ensanchó, pero había un brillo de molestia en sus ojos.

—Jamás dije eso. —Taehyung recogió su libro y una pequeña mochila, poniéndose de pie con movimientos precisos y calculados—. La suerte no es para todos. —Añadió con sarcasmo antes de girarse hacia la salida.

El Alfa se levantó de inmediato, siguiéndolo de cerca.

—No te hagas el difícil, lindura. Sé que te gustaría compartir un trago conmigo. —Su voz sonó más insistente mientras cruzaban la puerta de la cafetería.

—No bebo, gracias. —Taehyung no se detuvo ni volteó, manteniendo un paso rápido y decidido.

Pero antes de que pudiera alejarse más, el hombre lo tomó del brazo con fuerza, girándolo de golpe.

—Vienes por las buenas o por las malas. —Murmuró en su oído, lo suficientemente bajo para que nadie más lo escuchara, mientras le mostraba discretamente el arma que llevaba oculta bajo su chaqueta, apuntando directamente al abdomen del Omega.

Los ojos de Taehyung se abrieron con aparente sorpresa, un destello de temor pasando fugazmente por su rostro. Por dentro, sin embargo, una chispa de orgullo iluminaba su mente: su plan había funcionado.

Un auto negro con vidrios polarizados frenó abruptamente frente a ellos. El Alfa abrió la puerta trasera y lo empujó con brusquedad al interior.

—Debiste aceptar mi café, Taehyung. —Soltó con una sonrisa maliciosa mientras el vehículo arrancaba a gran velocidad—. Ahora sería más amable contigo.

El Omega lo miró fijamente, su rostro denotando confusión real esta vez.—¿Cómo sabe mi nombre?

El Alfa rió suavemente, interrumpiéndolo antes de que pudiera terminar su pregunta.

—Te he estado observando durante varios días, lindura. Sé mucho sobre ti. —Se inclinó hacia él, su tono goteando peligro—. Eres perfecto para mi negocio.

—¿Perfecto? ¿Negocio? —Taehyung frunció el ceño, fingiendo no entender, aunque su mente ya comenzaba a planear su siguiente movimiento.

—Es hora de que duermas un poco. —El Alfa sacó una jeringa de su bolsillo, levantándola con deliberación antes de bajarla rápidamente hacia su pierna.

El movimiento fue preciso, pero Taehyung reaccionó aún más rápido, empujando su brazo para desviar el impacto. A pesar de su esfuerzo, el aguijón de la aguja alcanzó a penetrar su piel, inyectando parte del líquido.

—¡Maldición! —El rubio soltó un jadeo entre dientes mientras el ardor invadía su pierna. Sin embargo, apretó los labios, decidido a no mostrar debilidad. Sus ojos brillaban con desafío, incluso cuando el Alfa sonrió triunfante.

El vehículo aceleraba por las calles desiertas, y aunque el efecto del sedante comenzaba a invadirlo, Taehyung sabía que esto apenas era el comienzo.

Inclino su cabeza hacia la ventanilla del vehículo y cerró sus ojos, aunque no todo el sedante había ingresado en su cuerpo; esa pequeña cantidad lo hizo dormir, pero aún así seguía estando consciente. En ese estado nebuloso de semi-sueño, sintió la mano del alfa acariciando su mejilla, una caricia que era tanto seductora como amenazante. La proximidad de aquel desconocido despertaba en Taehyung una mezcla de adrenalina y enojo, sus instintos luchando contra el efecto del sedante que nublaba su mente.

—Tan lindo, pero tan rebelde. Yo voy a quitarte esa rebeldía —afirmó el alfa, soltando una risa maliciosa que resonó en el aire, haciendo que el corazón de Taehyung latiera más rápido. Sus palabras estaban impregnadas de un peligro palpable, y aunque su cuerpo no obedecía, la mente de Taehyung comenzaba a gritar de desesperación.

Para él, aquellos minutos inmóvil le parecieron horas interminables; el conocimiento de que había perdido el control sobre su propio cuerpo lo irritaba y llenaba de ansiedad.

Luego, el alfa lo tomó en sus brazos con una fuerza posesiva, como un lobo que reclama a su corderito, y caminó por unos minutos, su andar firme y decidido, hasta colocar el cuerpo de Taehyung en una cama que parecía desprovista de luz y calor. Después, el sonido del cerrojo al cerrarse tras ellos resonó como un eco siniestro en su mente.

Con un esfuerzo titánico, Taehyung luchaba por recuperar el control de su cuerpo, sintiendo cómo cada fibra de su ser se rebelaba contra la niebla causada por el sedante. Poco a poco, logró abrir sus ojos y comenzó a mover sus manos, aunque esos movimientos eran torpes, como si estuviera intentando despertarse de un largo sueño en el que había estado atrapado en un mar de sombras. A medida que la lucidez regresaba a él, se sentó en la cama, sintiendo que sus brazos aún estaban medio dormidos, como si hubieran pertenecido a otra persona.

Parpadeó varias veces, tratando de acostumbrarse a la escasa luz que invadía la habitación. Un cóctel de olores lo golpeó de pronto; el inconfundible hedor a cigarro y alcohol, combinado con una fragancia absolutamente extraña, lo hizo fruncir el rostro. Era un olor que no podía reconocer, una mezcla que parecía atraer a lo desconocido y lo aterrador. Sin embargo, a medida que movía sus manos, la sensación de control comenzaba a regresar y, con ella, una sonrisa más tranquila emergió en sus labios.

—¿Jin, Nam, están ahí? —susurró, apenas capaz de contener la incertidumbre en su voz.

—Sí, bebé, estábamos muy preocupados —respondió el Omega mayor, su tono lleno de calidez y preocupación que contrastaba con la frialdad del lugar donde se encontraba.

—Aun no se muevan, esperen a mi aviso —demandó por lo bajo, consciente de que cada segundo era crucial.

—Estamos a unos metros del lugar, en cuanto nos avises, entramos —dijo Namjoon, su voz firme y decidida, como un ancla en medio de la tormenta que estaba atravesando su pequeño primo.

Justo cuando Taehyung escuchó unos pasos del otro lado de la habitación, se movió rápidamente, asegurándose de que la navaja que solía llevar siempre con él estuviera a su alcance, y luego se acostó en la cama, fingiendo seguir medio dormido. El sonido de la llave girando del lado de afuera resonó en su mente como una sinfonía de alarma, respiró profundamente y una ligera sonrisa apareció en sus labios, una mezcla de desafío y determinación que había crecido en su interior.

—¿Cómo estuvo tu siesta, lindura? —preguntó el hombre, al sentarse al borde de la cama, dejando unas prendas de ropa sobre una pequeña mesa de luz con despreocupación.

Taehyung parpadeó lentamente, fingiendo seguir en un estado de letargo. —¿Cómo... sabe mi... nombre? —murmuró, arrastrando las palabras con la voz adormecida de quien todavía intenta cobrar conciencia de la realidad que lo rodea.

—¡Oh, eso! Es que te estuve vigilando por casi veinte días. Averigüé tu nombre, donde estudias, y que eres el hermoso hijo menor del líder del clan Kim. Awww, pobre tu padre, estará devastado cuando sepa que su pequeño Omega desapareció —dijo en un tono sarcástico, disfrutando de cada palabra como si le diera poder al describir la angustia ajena.

Taehyung frunció el ceño, dejando ver su desconcierto. —Cuando supe que eras virgen, decidí que eras perfecto para nuestro negocio; los clientes pagan mucho por omegas ''nuevitos'' —dijo, haciendo comillas al aire con sus dedos, como si hablara de un objeto en venta en lugar de un ser humano con pensamientos y sentimientos. —Debes cambiarte, serás subastado en una hora. —Una asquerosa sonrisa apareció en sus labios, llenos de malevolencia y deseo. —Aunque eso no quita que pueda usarte para darme algo de placer; después de todo, no hay nada como un buen juego antes de trabajar.

Se inclinó al rostro del Omega, sus dedos callosos tomaron con fuerza las mejillas del joven, apretándolas como si tratara de apoderarse de su esencia misma. —Me encanta tu boquita. —murmuró, sus ojos destellando con un brillo lujurioso mientras levantaba una ceja, provocando que Taehyung suelte un pequeño quejido de dolor.

Con un movimiento brusco, lo tomó por los hombros, obligándolo a sentarse con un empuje casi despectivo. Taehyung, con su corazón palpitando en el pecho, continuó fingiendo que aún no podía controlar su cuerpo; sabía que cualquier momento de debilidad podría ser su ruina.

—Voy a follar esa boquita tan fuerte que no vas a olvidarlo por el resto de tu vida. —dijo, desabrochando el botón de su propio pantalón, sacando su miembro y masajeándolo de manera desordenada, urgente, como si su deseo no pudiera ser contenido. Con la otra mano, volvió a apretar las mejillas del Omega, forzándolo a mirarlo, envolviendo su mente en la oscuridad de su amenaza. —Juro que quería hacerte mío, pero primero los negocios, luego el placer, ya tendré tiempo de hacerlo. —comentó, su voz resonando con una mezcla de soberbia y deseo primitivo. —Chupa, lindura —demandó, tomando por la nuca al Omega e inclinándolo hacia su miembro, disfrutando de la confusión y la desesperación reflejadas en sus ojos.

Pero en un instante, Taehyung sacó su mano de la espalda y, con un movimiento rápido como un rayo, clavó su navaja en la pierna del alfa, sintiendo la necesaria liberación del dolor que infligía. Retiró la navaja con destreza y, girándose rápidamente, tomó la almohada y cubrió el rostro del hombre, tirándolo hacia atrás y evitando que sus gritos desgarradores se escucharan en los alrededores. Este gritaba y maldecía, su frustración evidente e intentando descubrir su rostro con sus manos, luchando sin tener éxito, mientras la herida de su pierna manaba sangre.

Con una determinación feroz, el Omega movió su rodilla y le dio un golpe seco y duro en sus partes íntimas, disfrutando del dolor que se dibujó en el cuepo del alfa. —Tu triste mini salchicha me da asco. —le dijo con desdén, mientras el hombre gritaba de agonía bajo la almohada, impotente ante su desafiante espíritu del Omega.

Una vez que el caos cedió y el hombre dejó de moverse, Taehyung retiró la almohada, inspeccionándolo con una mirada crítica. Su corazón latío con fuerza al encontrar el arma con la que le había amenazado. Sin perder tiempo, lo sentó en la única silla que había en la habitación, un mueble desgastado que parecía haber sido testigo de muchas tragedias. Con firmeza, ató sus manos y piernas con tiras de las sábanas de la cama que él mismo cortó, y por último, le amordazó la boca, asegurando que no pudiera replicar su larga lista de estupideces.

El alfa despertó, parpadeando con desesperación mientras comenzaba a moverse agitado, intentando liberarse de sus ataduras.

—Ya despertaste, idiota. —murmuró Taehyung, dejando escapar una sonrisa de satisfacción que iluminó su rostro. Caminando hacia un rincón de la habitación, se agachó para recoger su mochila. —Creo que te faltó averiguar un poco más de información sobre mí. —comentó con orgullo, sintiéndose invencible. —No solo soy el hijo del líder de mi clan, soy algo más que ese simple título, pero eso lo vas a averiguar pronto. —sus palabras estaban cargadas de sarcasmo, despertando un eco de incertidumbre en la habitación.

Guardó detrás de su espalda el arma que le había quitado al alfa, antes de tomar el libro que había estado fingiendo leer en la cafetería. Lo abrió con precisión, dejando que sus dedos rastrearan el compartimento oculto entre las páginas. Sacó un arma y un silenciador, todo mientras el hombre lo observaba, sus ojos llenos de miedo y desconfianza.

Con una calma inquietante, se acercó al alfa mientras enroscaba el silenciador en un movimiento casi coreográfico. —Sé que no eres la cabeza de toda esta mierda, eres un simple y asqueroso títere, si quieres sobrevivir, necesito que me des la lista de todos los involucrados y quiero saber dónde están todas las víctimas. —el hombre negó con la cabeza, su pánico claramente palpable. —¡Oh por la diosa luna, no me obligues a hacer esto! —dijo, bajando su arma hacia el miembro aún expuesto del alfa.

Este comenzó a negar frenéticamente, el temor transformándose en súplica. —Uno... Dos... —comenzó a contar, mientras el seguro del arma se desactivaba con un clic, el sonido resonando en la penumbra de la habitación. El hombre asintió con la cabeza, su resistencia desvaneciéndose a medida que la realidad se imponía. —Voy a bajarte la mordaza, llegas a gritar, despídete de tu pequeño y flácido gusanito. —la amenaza fue clara, y con cada palabra, el poder que Taehyung tenía se notaba aún más.

Finalmente, el hombre asintió de nuevo. Taehyung tomó la mordaza y la retiró sin cuidado. —Toda la información que buscas está en la oficina del fondo. —el miedo retumbaba en su voz, un eco de culpabilidad y traición salpicando sus palabras.

—¿Y las víctimas? —preguntó, la preocupación marcando su rostro.

—La mayoría están aquí, el resto al otro lado de la ciudad, la dirección exacta está en la oficina, en la caja fuerte, la clave es 130613. —la revelación salió como un susurro, una mezcla de desesperación y resignación.

—De acuerdo, tendré que ir a comprobar que no me mientes. Aún así, no puedo arriesgarme a que te escapes. —dijo, con una sonrisa que no prometía nada bueno.

—No me hagas nada, por favor, prometo no moverme. —suplicó, las lágrimas comenzando a brotar por sus mejillas, mientras la realidad de su situación se hundía en su mente.

—Lo lamento, no puedo confiar en una rata miserable como tú. —respondió, colocando de nuevo la mordaza sobre su boca, afianzándola con determinación, y luego, sin compasión, le disparó en ambas rodillas, y por último, en el miembro, volando pedazos de carne por toda la habitación, el suave sonido de los disparo resonaron en la habitación como un oscuro presagio para el futuro.

Taehyung sonrió satisfecho, al ver cómo el hombre se ahogaba en su propio llanto desesperado. El terror en la mirada del hombre era palpable, un eco de la angustia que reinaba en esa habitación oscura, iluminada solo por un parpadeo de luz tenue que se filtraba por una rendija. Era un placer prohibido, una especie de victoria anticipada que alimentaba su adrenalina. Ocultó el arma en su vientre bajo su camisa, luego tomó el picaporte de la puerta y lentamente la abrió, sintiendo cómo su corazón latía con fuerza, su respiración contenida mientras asomaba su rostro. Tan solo había un hombre en el pasillo; su mirada era inquisitiva, pero Taehyung, decidido a pasar desapercibido, trató de recordar sus lecciones de actuación junto a Jin, y las sutilezas de la engañosa tranquilidad. Sin saber cómo este reaccionaría, decidió salir tranquilamente, fingiendo que era uno más de ellos, pero su plan se fue al caño, cuando el hombre abrió grandes sus ojos al verlo afuera del pequeño cuarto.

—¿Qué haces afuera de tu habitación Omega? —dijo levantando su voz, impregnada de una mezcla de confusión y hostilidad, que resonaba en el aire frío del pasillo.

Taehyung hizo un tierno puchero con sus labios, tratando de seducirlo con su inocencia aparente, y con un movimiento sexy se acercó al alfa, como si intentara difuminar la tensión con su encanto. —Es que me dio hambre—dijo en un tono sugerente, mordiendo su pulgar de manera traviesa, usando cada uno de sus encantos contra la dura realidad que lo rodeaba.

El hombre soltó una carcajada, su ego inflándose con el momento. —¡Ay, preciosura! Te prometo que te van a dar de comer en unos pocos minutos, será una comida que no olvidarás jamás—dijo de forma sarcástica, subestimando la capacidad del Omega para jugar su propio juego peligroso.

—¿Y si mejor me alimentas tú? —apoyó su mano en el pecho del hombre y lentamente la bajó a su entrepierna, rozándola con delicadeza, disfrutando de la inquietud que comenzaba a surgir en su presa.

El alfa carraspeó su garganta con claro nerviosismo, su control empezaba a desvanecerse en medio de la tensión. —Me encantaría que te la comas toda—murmuró, pasando su mano por la cintura del Omega, obligándolo a pegársele aún más, una danza peligrosa donde la línea entre cazador y presa comenzaba a difuminarse.

En ese instante, la preocupación invadió a Taehyung; sabía que no podía quitar el arma con silenciador de su abdomen sin arriesgar su vida. Sin más remedio, metió su mano en el bolsillo de su pantalón, y sacó su navaja muy disimuladamente, la frialdad del metal contrastando con el calor de la situación. De pronto un suave click se escuchó, un sonido casi sutil pero devastador. Taehyung levantó su mano y la bajó justo en el ojo del alfa, clavándola lo más profundo que pudo; la sorpresa paralizó al alfa, rápidamente retiró la navaja, sabiendo que el tiempo corría en su contra.

El hombre comenzó a gritar con desesperación, un grito desgarrador que resonó en el pasillo, mientras soltaba al Omega y llevaba sus manos a su rostro, el terror y el dolor creando una sinfonía macabra. Taehyung, en el momento que el alfa se distrajo, aprovechó la oportunidad y sacó el arma de su estómago, cuya frialdad le ofrecía una sensación de seguridad momentánea frente al caos.

—¿Qué haces, maldito? —gritó el hombre, justo unos segundos antes de que Taehyung le disparara en el rostro, salpicando las paredes del pasillo con los restos de su arrogancia. La habitación parecía temblar, resonando con la brutalidad de su acto.

—¡Ey! —gritó un segundo hombre, saliendo de una de las habitaciones, su voz llena de incredulidad e ira.

Taehyung se giró rápidamente, colocando su cuerpo detrás del primer hombre, casi como un escudo humano, y antes de que este cayera al suelo, le disparó al que estaba en frente, quien cayó al suelo de inmediato, el eco del disparo retumbando en el pasillo vacío. Un tercer hombre salió justo de la habitación que estaba al lado de donde estaba parado el Omega, sin darle tiempo a reaccionar, Taehyung se movió inmediatamente, quedando detrás de este. Pasó su mano por el cuello, apretando mientras con la otra le apuntaba a la cabeza. —No hagas ninguna estupidez, si no quieres terminar como esos dos—amenazó muy tranquilo, disfrutando de la sensación de control en medio del caos.

—No sabes con quién te estás metiendo, niño—dijo en un tono lleno de ego, un débil intento de retar a su captor, desestimando el peligro que lo rodeaba.

Un cuarto hombre apareció frente a ellos al ver todo el lío por las cámaras, como un comandante que aparece en la batalla. —Ya Omega, con esto solo complicas las cosas, déjalo libre, y te perdonaremos la vida—amenazó, apuntándole con un arma, el desafío en su mirada era claro.

Taehyung soltó una risa nasal, llena de burla y desdén. —Pobre idiota—murmuró, consciente de que era un juego peligroso, pero antes que pudiera hacer algún movimiento, el hombre de enfrente disparó. El Omega, con la rapidez de un felino, movió sus manos y se ocultó detrás del tercer hombre; la bala impactó en este, un golpe que resonó en su pecho. Taehyung se asomó antes de que el hombre cayera al suelo, y con un disparo certero, fue directo a la frente del que estaba adelante de él, ambos cuerpos cayendo al mismo tiempo, sembrando un silencio desolador en el pasillo, un eco de la violencia que acababa de desatarse.

Durante varios minutos, Taehyung se dedicó a acabar con todos aquellos que se interponían en su camino, como si estuviera en medio de un frenético juego de video donde los enemigos caen uno tras otro. La adrenalina corría por sus venas; cuando las balas de las armas se acabaron, no dudó en continuar su misión con su navaja, un instrumento que conocía tan bien que parecía una extensión de su propia mano. Para él, aquello no era más que un simple juego; disfrutaba demasiado el matar y castigar a los que consideraba los males de la sociedad. Cada movimiento estaba cargado de una mezcla de furia y placer, y su risa resonaba en el aire mientras los cuerpos caían a sus pies. Cuando al fin llegó a la oficina, se tomó un momento para examinar su obra; su mirada se detuvo en el macabro camino de cadáveres y sangre que recorría cada rincón del lugar, un testimonio visual de su eficacia y destreza. A pesar del horror de la escena, una sonrisa de satisfacción se dibujó en su rostro. El caos a su alrededor era un reflejo del desorden que había estado buscando desmantelar.

Finalmente, con un cierto aire de triunfo, abrió la caja fuerte, sus manos ágiles resolviendo el enigma con facilidad, encontrando toda la información que había buscado con tanto empeño. Era un momento de revelación; los secretos que resguardaban aquellos papeles podían cambiar el rumbo de muchas vidas.

Taehyung tocó su mejilla, un gesto casi instintivo, y se activó el intercomunicador molar—¿Jini?—lo llamó en un tono tranquilo, como si acabara de salir de un paseo por el parque, en lugar de estar rodeado de muerte y destrucción.

—¡Ay por la diosa luna, Tae, al fin te comunicas! ¿Por qué desactivaste el intercomunicador? Estábamos a punto de entrar. —se quejó Jin, su voz entremezclando el regaño con la preocupación, que se podía sentir a través de la distancia.

—Fue ese alfa idiota que me apretó las mejillas... y luego se me olvidó de activarlo. —su confesión no era del todo cierta; en realidad, había preferido no activarlo para llevar a cabo su plan sin preocupar a sus primos, sin temor a que su advertencia pudiera llegar demasiado tarde. —Tengo toda la información, ya pueden venir a salvar a las víctimas. —soltó un largo suspiro, orgulloso de su trabajo, como un artista que contempla su obra maestra.

—¿Qué, te encargaste de todos tú solo? —preguntó Namjoon, asombrado ante la magnitud de lo que había ocurrido.

—Sí. —respondió con una sonrisa, convencido de que volvería a hacer que sus primos se sintieran orgullosos de su potencial.

Jin y Namjoon entraron al lugar, ambos abrieron sus ojos de par en par, atónitos al ver el desastre que había dejado su pequeño primo. El espectáculo era perturbador, pero también fascinante; un caos que, de alguna manera, hablaba de la eficacia de Taehyung. —Creo que el alumno superó a los maestros. —comentó Jin, aún en estado de shock, y Namjoon asentía de la misma forma, sintiendo un enorme orgullo, ante la implacable transformación de su pequeño.

⏳~ Tiempo presente.

Jungkook y Taehyung.

Sus manos, no obstante, parecían tener voluntad propia y se negaban a detenerse. Continuaron recorriendo la piel cálida de Taehyung, explorándolo con hambre. Un suave jadeo escapó de los labios del Omega, haciéndolo tambalear entre la razón y la locura.

¿Dejaría que la pasión finalmente lo consumiera? El deseo palpitaba en su pecho, tan intenso que parecía reclamarlo. Era un fuego voraz, imposible de ignorar, que le exigía rendirse, olvidar todo lo demás y perderse en él, amándolo toda la noche hasta que el amanecer los envolviera en su luz...

~

Los labios del alfa descendieron al cuello del Omega, logrando arrancarle un jadeo profundo, casi como un susurro de deseo atrapado en su garganta. Taehyung, se sintió como si el mundo que los rodeaba se desvaneciera, dejando solo a ellos dos en esa burbuja de intimidad ardiente.
—Al… alfa. —susurró con voz temblorosa, mientras Jungkook luchaba contra su propio cuerpo, dominado por sus instintos, olvidando lo que estaba en juego. —Ahmm de… debemos.

—Detenernos… —completó la frase, sus palabras parecían mezclarse con el aire cálido que emanaban de sus cuerpos entrelazados, pero lo que realmente quería era rendirse por completo a la tentación. La piel de Taehyung, suave y perfumada, lo llamaba; y aún con el corazón latiendo frenéticamente, el alfa sabía que si no se detenía en ese momento, era una batalla perdida.

Poco a poco, Jungkook comenzó a alejarse, como si cada centímetro que se separaba del calor del Omega lo estuviera desgarrando por dentro. Intentar controlar sus deseos se convirtió en una lucha titánica, y su propio lobo interno resonaba insistente, reclamando que tomara a su Omega, que parecía diseñado solo para él. Con cada pulso de su corazón, sentía el anhelo de mantener a Taehyung a su lado, pero también el peso de la responsabilidad y de la razón.

Taehyung claramente percibía la lucha interna de Jungkook. Era un concepto familiar para él, porque sentía lo mismo, aunque sabia que tenían que pensar fríamente. Jamás se había dejado llevar por sus impulsos; siempre había considerado fundamental tener un plan, un control, algo que, a su parecer, Jungkook aún no había comprendido. El alfa era pura pasión, una tempestad de emociones que a menudo lo llevaban a actuar antes de pensar.

—Será mejor que descansemos —susurró Taehyung, buscando refugio bajo el pecho del Alfa, sintiendo cómo su corazón latía con una ferocidad que solo podía describirse como desesperada. La calidez del cuerpo de Jungkook era reconfortante, pero aún no podía abandonarse por completo a esos sentimientos sin cuestionarlo todo.

—Sí, será lo mejor. —respondió Jungkook, tragando grueso y sosteniéndolo con fuerza, esa conexión entre ellos lo alentaba pero también lo aterraba. Soltó un suspiro de frustración, mientras el cálido cuerpo del Omega se presionaba contra el suyo.

Varios minutos después, la respiración de Taehyung se volvió tranquila y melódica, casi como un canto para adormecer las pasiones desatadas que latían en la habitación. Parecía haberse sumido en un profundo sueño, ajeno a la tormenta que se cernía sobre Jungkook. —El sábado en nuestra cena, no sé cómo podré contenerme. —se confesó en un susurro casi inaudible, mientras acariciaba la espalda de su Omega, perdiéndose en la suavidad de su piel.

—No lo hagas, no te contengas… Por favor. —susurró Taehyung bajo el pecho del Alfa, sus palabras fueron como un fuego avivando las brasas en el pecho de Jungkook, haciendo que su corazón latiera con una fuerza renovada, como si no hubiera un mañana.

Una sonrisa traviesa se dibujó en los labios del alfa mientras su mente comenzaba a girar en torno a cómo convertir aquella cena en algo no solo diferente, sino extraordinario y especial. Ahora sabía que Taehyung también lo deseaba tanto como él, y su mente bullía con ideas, con promesas de una noche que los llevaría a las estrellas, colmando sus almas de deleite, incluso si no podía ver los ojos del Omega bajo la venda.

“Fresas con crema”, pensó Jungkook, mientras mordía su labio inferior, la anticipación formando una chispa en su interior. Este sería su juego, y estaba decidido a llevarlo a otro nivel, creando un recuerdo imborrable que los uniría más allá de lo físico, fusionando sus deseos en una sola experiencia sublime.


🌸 Hola Dulces Obsesionadas por el TAEKOOK/KOOKV.

🌸 Espero que el capítulo les haya gustado, y ahora comprendan que tan peligroso es Tae🤭.

🌸 Gracias por el apoyo.

🌸Nikki.



🌸

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