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Llamas

Le encantaría pensar.
Pero no puede.
Tiene el corazón en la garganta. Tiene tanta prisa que hasta igual se le olvida como respirar. La cita que tiene es demasiado importante como para ponerse a pensar en, yo que se, que si se despista se empalma.

Sólo es cuestión de autocontrol. Ya está. Sólo eso. Respirar hondo, cuando pueda.
Corre como sus piernas se lo permiten. Lleva el mismo traje, el de anoche. Aún huele a incienso barato de bar y puede que a frito. También huele un poco a whisky y al ambientador del hotel. Pero sobre todo huele a su perfume. Será un tío y será muy masculino, pero si masculinidad no se va a resquebrajar por echarse un poco de perfume caro.
Tira el aire por la boca y sigue corriendo hasta llegar al edificio.
Si algo tiene ser el héroe n°1 es el hecho de tener que hablar mucho, hacer mucho negocio y, sobretodo, entrevistas. Y eso es lo que le está matando ahora mismo.

Al llegar, las puertas se abren junto a jadeos de expectación al recibir al héroe.

-Sr. Endeavor, le esperábamos -murmura la recepcionista, una chica guapísima. Dime algo que no sepa, piensa Enji. Como no, explotando los encantos para dar buena imagen del alojamiento. -Planta 4.

-Lo se. -murmura. Se conoce el edificio de sobra. Sabe que a las tres siempre está la misma señora de la limpieza, de alrededor de unos 50 años, haciendo el baño junto a su despacho. Lo sabe por que siempre que quiere ir, le toca negarse a entrar. Puede aguantar sin mear, ¿qué serán, 10 minutos de limpieza? Es un infierno pero puede aguantar.
Sube al ascensor y presiona el botón que marca el 4. En cuanto las puertas se cierran y se queda sólo él, tira y coge aire. Casi muere en la carrerita mortal. Llega con 20 minutos de retraso, no me jodas.
Quiere no pensar en el tema pero... pero el pie travieso de Hawks no le deja razonar. Sólo piensa en como sus dedos se deslizaban de forma curiosa sobre su bragueta. Cree que sería capaz de bajarsela sólo con ellos.
Fuera. No puede pensar en eso. Sí piensa en eso no podrá hacer la entrevista en condiciones.

Cuarta planta, dejen salir antes de entrar, escucha desde el altavoz. Respira hondo y con su faceta seria que tanto le caracteriza, toca a la puerta donde se encuentran lxs periodistas.

-Siento la tardanza. - murmura el héroe n° 1 nada más entrar. La persona encargada en entrevistarle niega.

-No se preocupe Endeavor, serán unos minutos.

El pelirrojo afloja su corbata y tensa su cuerpo. Su cara es seria.

Y así fue. Fueron unos minutos. Largos minutos.

Hawks simplemente está tirado en la cama del hotel.
Mira la lámpara que cuelga, mientras levanta una pierna y la deja caer sobre el colchón.
En algún momento de esos actos prácticamente inconscientes, el rubio gira sobre se mismo y se acomoda sobre su estomago, con la barbilla sobre la almohada.
Huele a sudor, se dice a sí mismo.
Le encantaría recordar al menos como gime Enji...
A diferencia del mayor, no tiene nada que hacer. Bueno, corrijo: tiene cosas que hacer que no piensa hacer.
Tiene entrevistas, pero se niega a ser entrevistado por la carroña que es la prensa. Él a su bola, siempre, vía libre. Y si no, de la manita de Endeavor. Hablando de manitas de Endeavor, ¿le habrá cogido del pelo como dejo caer esa misma noche?
Tira el aire por la boca y estira el brazo para coger el teléfono. Pasa de darle vueltas al polvazo que seguramente han echado.

-Hola, ¿servicio de habitaciones? El desayuno, por favor... zumo de naranja y... tostadas, y fruta. Y cereales, de los de chocolate. Y donuts, con azúcar por encima. -el rubio mira un punto fijo. -Y dos envases de mermelada, de fresa. -una pausa al teléfono. -No, no es mucho. -sonríe el rubio. -Ah, y el periódico por favor.
Que si es mucho, dice la recepcionista. ¿Es que no sabe quien es? Eso es poco. El desayuno es su comida preferida. Comer hasta reventar para quemarlo en un buen vuelo o simplemente mirando la ciudad desde alguna azotea. Es perfecto.
Se haría una paja para matar el rato, pero no quiere autosatisfacerse. Quiere contacto, más. Como si tiene que andar como un puto pingüino una semana entera. Su sexualidad no era un problema a estas alturas de su vida, y mucho menos lo era tener que comprar lubricantes o condones. Y aún menos tener que esconder sus dotes de seducción. Solía ser más respetuoso en el trabajo, pero después... si podía tentar a la suerte ahí que iba. Que tiemblen los dioses y el azar.
Mirando la nada, jugando con un mechón de su cabello, escucha los toques a la puerta.

-Servicio de habitaciones. -el rubio se levanta. Ya lleva algo más de ropa. Después de unos minutos largos de que Enji saliese de allí escopeteado.

-Gracias. -no tan rápido vaquero.

-¡Oh, es... es Hawks, dios mío!... ¿puedo, un autógrafo por favor? -Hawks coge aire y asiente.

-Claro, no veo por que no. -sonríe.

Firma en una servilleta de tela y se despide. Entra a la habitación y comienza a comer mientras echa un vistazo al periódico. Todo desgracias: que si un atraco, que si un héroe no se que, que si un fallecido, que si una heroína no se que... un aburrimiento.
Y entonces encuentra a su querido secreto de una noche.

Entrevista con Endeavor. Tokio central, sede.
Hawks sólo pues sonreír. Y se ha ido prácticamente recién follado, piensa
Al pasar otra página del periódico, antes de que inunde su olfato con ese olor tan característico a papel lleno de tinta y drama, se da cuenta de sus dedos. Ni un anillo. Eso no puede ser...
Acerca su mano a la mesita y coge todo lo que hay sin mirar.
Comienza a ponerse las pulseras, los anillos, el reloj, el otro rel... ¿otro reloj de qué? ¿para que quiere otro?

Y ese otro reloj es de Enji. Con una sonrisa peligrosa lo inspecciona minuciosamente. Le encantaría sobornarle con su encanto natural.
O vienes a follar o el reloj se queda en mi muñeca, le diría. O algo como vienes a por el reloj y hacemos pasar el tiempo más rápido. Eso sí sería bueno. Hawks sonríe y ladea la cara mientras lo observa con más detenimiento. Huele a hombre, a colonia de hombre adulto. Le ponen esas cosas, y aún no sabría muy bien por qué. La correa del reloj es negra, de cuero, y está algo pelada. Que desastre de hombre, piensa.
No quiere el reloj, a no ser que pueda chantajearle. Pero no va a hacerlo, y le encantaría. No sería el primero. Ni la primera. Que no habrá hecho con sujetadores en su casa...
No lo quiere, es feo, es de persona mayor. No de vieja... o si. No, es de persona mayor, entre elegante y adulta. Ese no es su rollo.

La duda: ¿dónde podría encontrarlo para que no se escape de él, le de el reloj y... quien sabe?

Y el periódico tiene esa respuesta.
La sede de Tokio. El piso que todos los héroes se conocen, en general

Y esa es su parada en cuanto se arregla y acaba de desayunar.

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-Gracias señor Endeavor por sus palabras de paz. -murmura la persona encargada de llevar la entrevista. -Y gracias a nuestros telespectadores. -y tras unos segundos de silencio, esa misma persona le marca con el dedo y con una sonrisa que puede quitarse los cascos y alejar el micrófono que tiene a centímetros largos de la boca. -Muchas gracias por la entrevista.

-A vosotrxs. -murmura de forma seria Enji. -y el móvil le suena por cuarta vez. Le vibra, le vibra el bolsillo desde bar A perfectamente una hora. -Si me disculpais. -las personas de la radio niegan a la vez que recogen todo. El mayor sale con el móvil en la oreja. Sale al pasillo que lleva al ascensor, y por ende, a su despacho propio.
-¿Si?

-Padre. -murmura una voz igual de seca que el padre.

-Ah... hijo.

-Quería avisarte de que Midoriya y yo iremos a la sede.

-¿Para qué? -su cara es seria. Conoce a su hijo, y el tono con el que me avisa no es de ilusión o agrado. Enji levanta la vista del suelo una vez se abren las puertas del ascensor.

-Cosas de la U.A. -una pausa de hace entre ellos. -Nos veremos allí.

-De acuerdo hijo. Adiós. -y con esa despedida fría, aprieta con el pulgar en botón de colgar. Cuando levanta la cabeza, se encuentra las puertas del ascensor están a punto de cerrarse. Ya está dentro.
Pero hay alguien que no.
Alguien que zarandea su reloj desde fuera.

-Campeón. -murmura el rubio. Enji siente un vuelco en su pecho. No me jodas... piensa.
Las puertas se cierran, y la última imagen que tiene es a Hawks sonreír y darse la vuelta. El reloj acaba en su bolsillo del vaquero. Hijo de puta...
Sube a la sexta y última planta.
Las puertas se abren.
Ni rastro del mocoso alado.
Camina al despacho, algo temoroso, y entra tras girar la llave, la misma que se guarda.
Coge aire y mira por la ventana enorme de su despacho. Igual se ha ido, piensa. ¿Pero y su reloj? Se mira las muñecas. No, no lo lleva. Y es de los últimos regalos de su mujer. De hace años. Ya no es el valor amoroso, ya es su gusto. Le gusta ese reloj. Es una manía.

Al escuchar dos toques en la puerta despierta del trance. Es Shoto, piensa.
Se acerca a ella. Tuerce el pomo y abre la puerta.

-Hola. -murmura. Y otra vez su dentadura perfecta y su sonrisa de diablo.

-Hawks... pierdete. Va a venir mi hijo de un momento a otro. -bufa Enji, cansado. Se da la vuelta, con esperanzas de que cuando gira su cuerpo, el rubio se haya esfumado.
Claro que no es así.
Se ha dado el gusto de sentarse en la silla que hay frente su bonita mesa. Enji continúa mirando tras las cortinas de fibras verticales que dejan ver la gran ciudad. Mira de reojo sus espaldas. Si es que siente su mirada... y juraría que le mira el culo.
A quién va a engañar, no se va a ir tan fácilmente.
Pivota su cuerpo y cruza sus brazos. Si hace más fuerza, revienta la camisa.
Hawks está de brazos cruzados, con la espalda pegada a la silla, mirando el alrededor de la habitación con los ojos, rodandolos lentamente por cada esquina, con una pequeña sonrisa en la boca.
El pelirrojo chasquea la lengua a la vez que arruga la nariz.

-Eres insoportable. -sentencia Enji.

-¿Hablamos ya del polvo de anoche o...?

-¡Sshhh! -el pelirrojo corre a cerrar la puerta. Una vez la cierra, camina de nuevo hacia él.

-Me siento como cuando me castigaban en la agencia. -su risa escandalosa se corta en cuanto Endeavor le planta una colleja en la nuca. -¿Usando la fuerza antes de hablar? Joder, Enji, que salvaje. -el mismo bufa y golpea la mesa con el puño.

-¿De qué cojones vas, diciendo las cosas así a la ligera? -sus ojos se enfrentan en otro combate a muerte. -Hawks, como se te haya ido la boca...

-Si, ya lo he hecho oficial. -Enji parece palidecer. -Eres tan simple... -bromea. Con una sonrisa, gira su cara hacia algún punto del despacho.

-Déjate de bromitas. No digas nada de anoche. Nada. -el pelirrojo se sienta. -Asunto zanjado. -Hawks niega. Lentamente desliza sus ojos al pelirrojo.

-No no. -despega su espalda de la silla y se acerca suavemente a la mesa. -¿Por qué no quieres hablar del tema?

-Hawks, no me acuerdo de nada.

-Mi culo si. -Enji trata saliva y niega. -Follar con un tío no es tan repulsivo como te piensas. Cuando duele tanto es que no ha sido solo una vez. -susurra.

-Hawks, podrías ser mi hijo. Eres un crío. -rumia con una mano sujetando su frente desde la zona de la sien. -Fue... puntual... el alcohol.

-No.

-No que.

-Que no funciona así.

-Hawks...

-Follamos. Y te corriste.

-Hawks. -murmura entre dientes.

-Enji. -se acerca aún más a la mesa, buscando sus ojos. -A este crío se le ha pasado la racha de jugar a la pelota. Bueno, al menos con una sólo. -su sonrisa se ladea. Mira de arriba a abajo al pelirrojo.

-Dame mi reloj.

-Ah, eso. -su mano se sumerge en su vaquero. -Me da a mi que no.

-Como que no, Hawks.

-Que no es tan simple. -sonríe y apoya su codo en la mesa. En su mano apoya su cara. -¿No te gustaría recordar lo de anoche?

-Hawks...

-Es sexo, Enji. ¿Te da miedo llegar al orgasmo? ¿O no estás a la altura? -el pelirrojo frunce el ceño. -¿Es eso, daddy? ¿Te da miedo que un niñato te haga correrte? -susurra. La poca compostura de Endeavor se evaporaba por cada murmullo del rubio.

-Estoy a la altura.

-Dijiste que habías vivido más.

-Y es así. -gruñe.

-Entonces dime, ¿has follado en un despacho? -Hawks sigue sonriendo. -Yo si. -a Endavor le encantaría preguntarle y saber quien fue la valiente ,o el valiente (a estas alturas no sabe quien o como sería) en meter a ese imbécil en un despacho. Le gustaría saber por donde han viajado sus manos y como de seca se le quedó la garganta. Pero va a ahorrarse esas preguntas, las respuestas serán decepcionantes y demasiado explícitas.

-Yo también. -igual maquilla un poco la realidad, pero la juventud es una época loca y su novia de por aquel entonces también lo era.

-¿Ah si? ¿Y ahora? -susurra.

-Tu que crees.

-Que no. Y que es hora. -Enji sigue mirándole.

-Dame. Mi. Reloj.

-Quítamelo. -el rubio sonríe. Extiende sus muñecas.

-Ese no es el mío. ¿Donde lo has metido? ¿No estará...?

-No me lo metería en los huevos o en el culo ni loco. -y lo saca. Antes de que estire en pelirrojo su brazo, echa hacia atrás su brazo y vuelve a guardarlo en el bolsillo trasero de su vaquero. -Es un momentito Enji. No hace falta que te muevas. Sólo déjame aclararte los recuerdos. -el pelirrojo bufa.
A quien va a engañar, es un niñato que le puede. Le esta ganando. Está a punto de hacerlo.

-Que pretendes. -susurra. Y esa voz ronca le da una mínima posibilidad a Hawks.

-Ya te lo he dicho.

-Digo ahora. Físicamente. -Hawks sonríe. Lo tiene hecho. -Mi hijo y otro chico van a venir en breves.

-Ya te lo he dicho. No te tienes que mover. -el rubio se levanta sonriendo. -A no ser que tú quieras hacerlo... -sonríe. Da varios pasos para acercarse a la mesa, al lado que da a Enji. Se sienta en el pico de la mesa, cerca suyo.

-Preferiría que no. -murmura.

-Vale. -alza sus hombros. -¿Has bebido?

-No.

-Pues no hay excusas... -sentencia el rubio antes de acercarse al mayor, tirar de su corbata hacia él y mirar su boca.

-Keigo... -las palabras aterrizan a centímetros de su boca

-Tranquilo, daddy. Hoy no habrán masajitos... -dice sonriendo. Y como si fuera el primer beso, desliza sus labios por los de Enji. Las diferencias de temperatura son notables. Enji siempre está caliente. En el sentido menos cerdo posible. O en el más, a saber.
El mayor cierra los ojos y deja que el rubio lleve el beso. Poco a poco el espacio entre ambas bocas en pleno beso es tanto que cabe la lengua. Y claro, Hawks la piensa usar.
Con una mano en su nuca y la otra en su corbata, sigue el puñetero beso que está encendiendo y avergonzando a Enji a partes iguales.
Se separa unos centímetros para sonreír y lamer sus labios con la punta de su lengua.
Las manos de Enji suben a su culo en cuanto vuelven a unirse en otro beso.
El rubio se separa unos centímetros de sus labios para coger su mano y alejarla del bolsillo donde está el reloj.

-Aún no... -murmura. Enji simplemente gruñe y le acerca del mentón con rabia.
El rubio simplemente ronronea en su boca al sentir como el beso coge cada vez más y más salvajismo.
Le encanta sentir que Enji aprieta sus muslos con sus dedos, casi como él le había hecho la noche de antes.
A Hawks le pondría mucho sentarse sobre sus muslos, sobre esos muslos duros y musculosos. Le encantaría sentarse ahí y morderle los labios, a la vez que araña su nuca y deja salir algún gemido húmedo y cálido. Le gustaría estar subiendo y bajando, alzando la voz como un energúmeno. Y que les pillaran, y que al borde de Enji se le cayera la cara de vergüenza. Dar explicaciones de que no le está follando le parece muy erótico.
Pero no.
No eran sus planes.

Se separa de sus labios y sonríe. El pelirrojo está agarrando su cintura con sus dedos. Están clavados en su ropa.

-Lo que sea, hazlo ya. -gruñe.

-¿Es una orden?

-Hazlo y punto. -Hawks trata saliva y sonríe. Endeavor estaba lo suficientemente caliente como para no poder razonar dos oraciones más. El rubio simplemente mostró sus dientes blancos. Colocándose delante suya, sus labios comenzaron a descender desde los ajenos hasta el pómulo. Desde el pómulo, a su mandíbula, pasando de vez en cuando su lengua, y de ahí a su cuello. Le encantaría morderlo, de hecho lo hace. Pero no lo marca. No va a dejar rastros del delito que están cometiendo.
Le gustaría dejarle un chupetón y que, al entrar su hijo, se diera cuenta. Le gustaría oírle decir algo como ¡ha sido un mosquito!. Uno que te la pone dura, piensa.
Pasa la lengua por el ancho de su cuello, deteniendose en su nuez. Escucha como gruñe. Sus manos ahora modelan la curva de su cintura, casi buscando meterse bajo las telas de su ropa. Pero no lo hace, demasiado cobarde.
Deja varios besos y algún ronroneo que hace al pelirrojo tener aún más calor y aún menos paciencia.
Los besos llegan al borde de la camisa. Siendo mujer o simplemente alguien con gustos al maquillaje habría dejado otra prueba del delito, como sería un rastro de labios de carmín en el cuello de la camisa blanca, pero eso no ocurrirá. Como mucho, saliva, y ni eso.
Planta besos suaves que dejan a la imaginación mientras sus dedos delgados se encargan de desatar su corbata. Una vez lo consiguen, la deja caer a un lado. El pelirrojo traga saliva y suelta un suave suspiro al sentir los dientes de Hawks agarrar la piel de su clavícula.
Los besos van descendiendo hasta que la camisa entera es un obstáculo.
Desabrocha hasta cierto punto. Es mucho botón y su entrepierna (la de ambos) no aguantan más tonterías.

-O haces algo o te follo ahora mismo... -gruñe en su oído. Esas palabras curiosas y a su vez excitadas ponen firme al rubio. Y con una mirada que podría transmitir miedo, pero que lo único que pretende expresar es seducción, dominación y erotismo, se agacha.
Aterrizan sus rodillas en el suelo mientras sus ojos permanecen clavados a los de Enji. El pelirrojo tiene el mentón ligeramente alzado, mirándole. El rubio ahora se encuentra bajo la mesa, desabrochando su cinturón.
Endeavor no tiene intenciones de pararle. Lo tomará como un castigo. No va a permitir que le vacile o se ría de él así, sin más.
El metal de su cinturón deja de sonar y la bragueta queda a la vista. Desabrocha el botón y dirige otra mirada fulminante a Endeavor. Será hijo de puta, piensa. El rubio sólo sigue callado, liberando a la bestia allí abajo.

Es tras unos minutos cuando Hawks se deshace de su bragueta y baja parte de la ropa interior de Enji. Está ahí, de rodillas, escondido bajo una mesa de despacho de madera, con sus piernas juntas y una mano sujetando el sexo de Endeavor. Su otra mano está sobre el muslo del mayor.

-Hawks... -murmura el mayor. -Vamos. Muévete... -susurra. El rubio, que se ha limitado a lamer y hacer algún que otro ligero movimiento de cabeza y boca, dirige sus ojos al pelirrojo. Y cerrándolos, rodea con sus labios la punta. Y poco a poco la sumerge en su boca. Y eso provoca un jadeo de alivio al pelirrojo.
Jadea una vez más y observa como Hawks mueve su cabeza allí abajo. Es mucho. Igual es mucho para él. No sabe si le puede excitar más verle ahí, de esa forma.
El rubio comienza a moverse un poco más rápido, tratando de mover su lengua.
Endeavor sólo puede cerrar sus ojos, pasar su mano por el cabello despeinado del alado y echar la cabeza hacia atrás.
Benditas cortinas y puerta cerrada. Y ante todo bendita mesa.
Siente como lo saca, y como vuelve a sumergirlo en su boca. Y como incluso ladea la cara. Le pone mucho, muchísimo.
-Sigue... sigue así... -susurra. Cuando abre los ojos le encuentra con los suyos cerrados, el ceño ligeramente fruncido y una mano moviéndose en la base. Demasiada práctica, piensa. Debería atragantarse, por egocéntrico y por capullo.
Y entonces recuerda las palabras del bar.
El pelo. Le molaba el agarre. ¿Te gustan los tirones?, piensa Enji. Pues toma: y el pelirrojo agarra con fuerza su cabello, moviéndole al ritmo que marca. Y eso hace que Hawks acelere algo más. Parece que se da cuenta de todo. Y lo hace, por que abre sus ojos y le dirige una mirada llena de censura y putas ganas de acabar con todo.
Y empieza a subirse el tono, si es que se puede subir más.
Hawks se acerca algo más, acelerando sus movimientos y produnciendo ronroneos en cada movimiento profundo. El pelirrojo sólo puede apretar el agarre del pelo.

-Hawks... -jadea. Ha comenzado a gemir y jadear, tratando de no formar mucho escándalo. El rubio le mira desde ahí abajo, entrecerrando de vez en cuando los ojos.
Y la hora. Mierda. No tiene el reloj, no sabe que hora es. Y la mano inquieta de Hawks y sus ganas de correrse no le permiten adivinar la hora.
Entre jadeos y gemidos trata de hablar.
-Hawks... Hawks... la hora... mi... hijo estará aquí de un... -muerde su labio y deja salir el aire por su boca al sentir como se mueve de forma lenta y apretando sus labios. - ...un momento a otro... -y el único momento donde el rubio cesa es este, mirándole a los ojos con una sonrisa endiablada.

-Tranquilo daddy... seré rápido... -susurra. Y pasando la lengua con mucha lentitud, robando un suave gemido al mayor, siente un tirón en el pelo. El rubio os sea contra su sexo y vuelve a la faena.

Son pocos movimientos los que necesita para hacer llegar al mayor al final.
El pelirrojo sólo agarra su pelo y gruñe.

-Aparta... aparta... -susurra. Y todo lo contrario: Hawks aprieta sus labios y ronronea. Y no lo puede evitar, se viene.

Hawks podría jurar no haber visto a Enji tan avergonzado, pero mentiría.

-Sal de ahí abajo por favor... -el rubio suspira y sale de ese escondite mortífero. No sin antes ver como Enji se levanta, cerrándose la bragueta y borrando pruebas. Asoma la cara al pasillo. Nadie. Todo despejado.
Cuando Endeavor se da la vuelta, Hawks está sentado de nuevo en la mesa, con el reloj colgandos de dos dedos.

-Tu reloj. -murmura. El mayor se acerca, con las cara ligeramente roja y algo húmeda. El calor, es lo que tiene... Antes de que se aleje, el rubio sonríe. -Te quedaste con lo del pelo.

-Dijiste que te ponía.

-Y bien que te acuerdas... -murmura sonriendo. Le abrocha un botón de la camisa y mira sus ojos. -Te has corrido.

-Si. -sentencia.

-Porque te ha gustado. -y a Enji le cuesta algo más el siguiente.

-Si.

-Y solo es una mamada. Imagínate follar. -el pelirrojo está delante suya. El rubio tira del cuello de la camisa y mira su boca. -Y yo estoy calentito Enji. -susurra. Endeavor ha plantado las manos a los lados de sus muslos. Si, le tiene en la palma de su mano. Pero el también. Por que le encantaría hacer que se coma la puta mesa, por provocar.

-Y yo. -su voz suena grave.

-Y tengo tantas ganas de tantas cosas. -su aliento caliente golpean los labios de Enji. - Te juro que yo... -el rubio ladea su cara, al igual que Enji, punto de besarle otra vez, no sin antes acabar lo que va a decir. Pero le corta. Le cortan unos toques a la puerta. Ambos se tensan instantáneamente.

-¿Quien es? -pregunta Enji a centímetros de Hawks.

-Yo, Shouto. -y la cabeza de Endeavor es una sirena roja que chilla con fuerza la palabra alerta roja. Se separa de Hawks y bufa.

-Mierda. -ahora hablan en voz baja. -Un momento. -grita de nuevo. - Me cago en todo Hawks.

-Qué, simplemente estábamos en un negocio. Somos un equipo. - murmura mientras baja de la mesa despreouoado. -Si no hay pruebas, no hay delito. -Endeavor admira su tranquilidad y serenidad. Le acaba de comer la polla y como si nada. Se da la vuelta y sonríe. -La próxima vez pediré una tutoría. -su sonrisa se curva.

-Sal. Sal ya. -se abrocha todos los botones y se dirige a la puerta. -Vamos.

-Voy voy. Que ansias. -y con naturalidad, se acerca a la puerta. La abre. Y ahí están esos dos críos. -Hola chicos. -dice sonriendo.

-Hola Hawks. -saluda con naturalidad Midoriya. -Hola Endeavor.

-Hola. -murmura Shoto, tan serio como su padre.

-Hola. Pasad. -y una vez entran, mira a Hawks. -Adiós.

-Bueno, me llamas Enji. -el pelirrojo dirige una mirada de muerte al rubio.

-No.

-Si, lo harás. -y con una sonrisa, relame sus labios. Benditas las sillas que dan la espalda a la puerta. Ni Shoto ni Midoriya pudieron observar como Hawks le tentaba por vigésimo quinta vez en lo que llevaban de encontronazo. Si lengua resbala por su labio superior con calma. Y el ascensor se abre. -Nos vemos. -murmura, entrando en él.

Y por desgracia, tendría razón. Por que los ojos de Enji van al culo de Hawks al entrar al ascensor.

Ahí supo que estaba en la mierda.

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