One
Las sábanas estaban arrugadas, el edredón tirado en el piso, junto con varias almohadas. La ropa no se quedaba atrás, pero esta había quedado colgada en el velador, observando cómo había sido retirada sin ningún cuidado.
El movimiento de la cama llevaba un vaivén ligero, pero quienes realizaban dicho balanceo, seguían ensimismados en su trabajo de darse placer. Los dedos de sus pies se retorcían por la sobre estimulación de rozar su próstata, mientras su miembro era acariciado con ímpetu y todo eso, sin dejar de besarse.
Como cada noche que podían, el par de amantes mantenía su idilio bajo cuatro paredes y alejado del mundo. Nadie sabía de ello, no era necesario porque lo suyo no tenía nombre, etiqueta o preferencia.
Era algo que sucedió así sin más y cuando quisieron parar, ya estaban enredados entre las sábanas y con sus cuerpos desnudos muy juntos, sudados, jadeando y satisfechos.
El gruñido ronco que soltaron casi al unísono al llegar al orgasmo daba a conocer lo excitante que fue su reciente revolcón y que, con unos minutos de descanso, seguirían posiblemente con una segunda ronda o simplemente, uno de ellos se levantaría rápidamente para cambiarse e irse.
Quien se levantó primero fue el dueño del departamento donde se reunían, desde meses atrás. SeokJin respiraba con rapidez, con su cuerpo desparramado y desnudo en la cama.
—Yoongi —llamó cuando vio que se demoraba en el baño.
La respuesta que obtuvo fue un murmullo así que continuó hablando. —Mañana no podré venir, tengo una reunión del trabajo y debo salir de la ciudad.
Y ustedes se preguntarán ¿Por qué le decía aquello? Cuando ellos mismo no sabían lo que eran y tampoco podrían serlo.
Porque SeokJin quería demasiado a Yoongi.
—¿A qué ciudad? —preguntó al salir del baño secando su rostro en con una toalla blanca con bordados en los extremos.
—No se muy bien, tenemos que ir a varias y seremos diferentes grupos —dijo mirando la hora de su celular. Ya era tarde y debía irse a su departamento.
—Bueno, eso queda perfecto para pasar tiempo con mi esposa.
Cuando terminó de decir aquello, un sabor amargo se instaló en su boca. No quería que sonara a reproche ni nada por el estilo, pero se sintió así, que SeokJin notó como le restregó lo que ellos no tenían.
—Se hace tarde y debo madrugar —rompió el silencio que se había formado entre ellos.
Recogió su ropa con rapidez y entró al baño con un golpe seco en la puerta.
Yoongi soltó el aire retenido y aún desnudo, prefirió sentarse en la cama en vez de cambiarse y no despedirse de SeokJin. Con las manos en su cabello y los codos apoyados en sus piernas fue la posición que adquirió hasta que escuchó la puerta abrirse para erguir su espalda y en un salto ponerse de pie.
—Hasta cuando regrese de viaje —SeokJin habló agarrando su celular.
—Sabes que no quise decir eso —aclaró. Era la verdad, pero existían momentos que lo superaban y no podía controlarse.
—Lo dicho, dicho está —esta vez si lo miró. —Y me parece genial que pases tiempo con tu esposa.
No contestó, ya que, lo menos que quería era pasar tiempo con ella.
—SeokJin, por favor —pronunció muy despacio, acercándose para evitar que se marchara sin hablar.
La respuesta que recibió fue la espalda ancha de su amante y luego el portazo de la puerta de su departamento al ser cerrada.
Mientras salía del edificio con una sensación muy conocida en su estómago, pensó que sería lo mejor si se tomaban varios días libres. Cuando empezaron, su siguiente encuentro fue meses después y casi con la misma pasión que el primero.
Yoongi quedó de pie en medio de la habitación, con su desnudez y el corazón doliendo. Su intención no fue decirle aquello a SeokJin, herirlo y restregarle en la cara esas crueles palabras.
Mirando la hora en su celular, empezó a cambiarse para salir del departamento. No habían pasado ni cinco minutos desde que Seokjin se marchó y esperaba poder encontrarlo.
Al llegar al estacionamiento, buscó su auto y condujo por la ruta que solía escoger su amante a su casa. No fue difícil encontrarlo, parado en la acera y mirando su celular, levantando su rostro cada que un auto pasaba pensando que sería un taxi.
Se acercó y pitó, esperando que no le ignorara y saliera corriendo. Lo conocía demasiado bien y ya habían tenido esas peleas donde uno lastimaba al otro inconscientemente y luego se disculpaban con un beso apasionado y un silencio que les dejaba con miles de dudas y ninguna por aclarar.
Solo que esta vez no corrió e ignoró, lo miró dispuesto a escuchar las excusas. Cuando lo vio bajar del auto, no pudo evitar que se le secara la boca y tuviera sed de su piel blanquecina, aunque solo unos minutos atrás la besó y probó con voracidad.
No hubo palabras en ese momento, solo unos brazos más pequeños y delgados que los suyos, pero con más fuerza. Su corazón no se resistía a un Yoongi que le mostrara cariño fuera de la cama, fuera del departamento donde se veía, por eso su mano empezó a acariciar la espalda hasta subir a su cabello.
Con su otro brazo colgando, no completaba el abrazo y tampoco tenía intenciones de hacerlo. La frente del pálido estaba recargada en su hombro ancho, sintiendo los temblores del llanto silencioso que había empezado unos segundos atrás.
La calle seguía sólida, con uno que otro carro pasar, que simplemente les encendían las luces por si necesitaban ayuda. Yoongi se sintió arrastrado a su vehículo, ocupando los asientos traseros.
Necesitaban hablar, la situación se les escapaba de las manos y el miedo de decir sus sentimientos. SeokJin no dudaba de lo que sentía, porque se dio cuenta que el estaba muy enamorado y aunque sabía que no podría hacerlo, su corazón no hizo caso.
—Yo prometo que …
—No hagas promesa que no serás capaz de cumplir —le advirtió.
—Mi matrimonio es una farsa y …
—Continuas con ella por los negocios —respondió sabiendo de memoria lo que solía decirle.
—Yo te quie…
—No lo digas —lo calló con su mano. —No te obligo a nada.
—No es por obligación, es cierto.
—Ya no quiero palabras, ya no Yoongi —murmuró.
Sus manos estaban tan cerca, que no tuvieron que moverse demasiado para poder entrelazar sus dedos y juguetear entre ellos. Ninguno hablaba y esperaba que el otro lo hiciera, prolongando el silencio en el auto.
—Tengo que irme, mañana salgo muy temprano —dijo despacio.
—Te llevaré —respondió limpiando sus lágrimas y bajando del auto para esperar que este lo siguiera y observar que entrara en el lado del copiloto.
El tiempo que tomaba para llegar al departamento de SeokJin no pasaba de la media hora, por eso los primeros diez minutos no pronunciaron palabra, sumidos en sus pensamientos.
Yoongi en el futuro con su esposa, la empresa que llevaba en sus manos y opiniones de sus socios. Tenía muchas cosas en la cabeza y sentía que explotaría con tanto. En cambio, SeokJin había tomado otro rumbo, al pasado, donde se conocieron por primera vez y empezó todo.
El viaje que realizaron en un crucero de parejas casi dos años atrás fue el principio de su enredo. En ese tiempo salía con Taehyung, su exnovio y mejor amigo de la ahora esposa de Yoongi.
Irónico, ¿no?
Que en un viaje romántico en pareja, donde pasarían sus aniversarios y con unas copas de más, el objetivo inicial cambiaría. El alcohol hizo lo suyo, mientras sus parejas dormían. SeokJin se había fijado en lo fibroso que era el cuerpo de Yoongi, tan pálido que podría jurar que brillaba en el sol como lo hacía el tipo de la película de Vampiros.
Un primer comentario sobre su cuerpo y la respuesta del contrario sobre lo mismo. Una risa que no intentó ser coqueta, pero el otro la percibió así. Una mirada esquiva y unos ojos analizadores. Un movimiento sutil descuidado y un reflejo actuado.
En silencio cada uno llevó a su pareja a sus camarotes, saliendo luego a su encuentro, donde no hubo necesidad de palabras, pero si una mirada prometedora. El frío que calaba sus huesos no hizo efecto ante el fuego que llevaban por dentro y explotó cuando sus dedos rozaron la piel helada del otro.
Un lugar escondido los acogió esa noche, donde se besaban con arrebato y con la ropa fastidiando por no poder sentir su desnudez. Yoongi se enganchó al cuerpo más grande por las caderas sin dejar de frotar sus erecciones.
No fue algo romántico, delicado y con premura.
No.
Fue rápido, sucio y desenfrenado.
La preparación para el pálido no fue suficiente, pero eso no impidió que siguiera pidiendo más, jadeando en la oreja de SeokJin que lo sostenía de sus muslos, acorralándolo con su cuerpo y la espalda apoyada a una firmeza —que ninguno de los dos recordaba por el ajetreo y el alcohol en sus cuerpos.
Acabaron pronto. Sin embargo, eso no privó que continuarán en un vaivén más suave que el primero.
No tuvieron momento de lucidez de lo que hicieron, recogieron su ropa y se vistieron sin más.
Al día siguiente, al despertar junto a su respectiva pareja pensaban que lo sucedido era más que un tonto sueño.
Un sueño donde a Yoongi le dejaba con un terrible dolor de culo y espalda —sin olvidar de la viscosidad en medio de sus nalgas—, mientras a SeokJin con una mordida en su hombro y su miembro manchado de su esperma.
Ocultar lo sucedido no resultó difícil, Yoongi se excusó con una terrible resaca y que al llevar a Yoona se cayó de culo. SeokJin no tuvo la misma suerte, pero con una mentira que tuvieron una noche acalorada y que luego ayudó a limpiar, Taehyung le creyó.
Menos mal que esa noche desembarcarían, por eso habían festejado como el final de sus vacaciones.
Y que vacaciones.
—Me llamas cuando salgas —interrumpió Yoongi conduciendo.
Llevaba su camisa blanca doblada hasta la altura de los codos, con los botones estirando por sostener la tela y que no se abriera. Se relamió los labios antes de contestar.
—Será bien temprano y aún estás en casa —Una manera simplificada de decir que estaba con su esposa.
—Al menos un mensaje —rogó sin dejar de mirar la carretera.
SeokJin podría negarse o decir que si y luego no hacerlo. Prefirió no responder.
Los minutos más largos fueron los que quedaban de viaje, menos mal fueron un par, pero se sintieron como una hora.
Al abrir la puerta y despedirse con un susurro, pudo sentir un poco de alivio. Nadie lo detuvo ni le dio un abrazo de despedida, ni deseándole bue ni viaje y pronto regreso.
Subió en el ascensor con un nudo en la garganta y sus ojos empezando a empaparse. Decaído colocó el código para entrar en su departamento, siendo aprisionado por unos brazos fuertes que conocía a la perfección.
Lo sintió respirar agitado y con su cuerpo temblando.
—Juro que cuando regreses estaremos juntos —pidió entre lágrimas.
SeokJin decidió ingresar al departamento por si algún vecino los veía en esa situación.
—Pero por favor no te alejes —volvió a pedir.
—Es un viaje de trabajo —recalcó
Continuó llorando en la espalda ancha y musculosa del más alto.
—Hoy habla-ré con ella, no m-me importa que las acciones bajen, no me impor-pota —el llanto no le dejaba hablar —. Quiero estar contigo —confesó.
Una debilidad de SeokJin era un Yoongi abatido y nada seguro, con miedo y llorando. Una vez más le creyó, porque era un adulto y si él sufría a nadie más debía importarle.
Lo arrastró hasta el sillón más cercano de su sala, sentándose y abrazándolo para que se calmara.
Las promesas que repitió Yoongi fueron escuchadas con atención, más no respondidas. Lo paró de su retahíla porque debía viajar en pocas horas, al rectificar la hora en su reloj.
Al despedirse, el ambiente cambió y SeokJin con un beso respondió que le creía.
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