Epílogo
My life
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Si quieres saber cuántas razones tengo para amarte, tendrás que contar mis latidos
—Ron Israel
Tres años después. Portofino, Italia.
Jules
Kiev y Beau subieron las escaleras corriendo, o por lo menos eso intentaban. Terry iba a mi lado con su videojuego en su mano izquierda y con mi mano en la derecha. Ambos subimos las escaleras con cuidado.
Al llegar al patio pude ver que Max estaba cargando a ambos mientras giraba con ellos. Terry hizo un mohín.
—Uhg, van a terminar vomitando— no pude evitar reír por la mueca de asco de mi bebé. A pesar de que ya tenía diez años no dejaba de ser mi bebito.
—Lo sé, pero tu padre limpiará— inmediatamente cuando Max escucho que dije eso dejó de girar y bajó a los niños dejándolos sobre una jardinera. Terry río.
—Voy a ducharme para ir a cenar, tengo ganas de pizza, ¿podemos ir papá? —pregunto acercándose a Max mientras le hacía su mejor puchero. Sonreí con diversión mientras Kiev se acercaba a mí tambaleándose un poco.
—Sí, pero primero recoge tu habitación— Terry asintió con una sonrisa y corrió hasta su habitación. Alce a Kiev en brazos y Beau se acercó a su padre estirando sus pequeños brazos. Era idéntica a su padre en el cabello y los ojos, un poco también en lo malcriada.
En cambio, Kiev solo tenía los ojos de Max, él había sacado mi cabello y si, también era un malcriado.
—¡Papi Kiev tiro de mi trenza mientras subíamos! —se quejó Beau señalando a su hermano.
Max evito soltar una carcajada, yo copeé su acción y me quedé en silencio esperando a escuchar cual era el argumento de Kiev.
—Ella me tiro del cabello primero— se quejó él mientras cruzaba sus pequeños y delgados brazos sobre su pecho.
Nosotros hacíamos un intento por no soltar a reírnos debido a aquel momento tan gracioso. La vida con niños sin duda era cansada, pero llegaba a ser muy divertida y maravillosa sin duda alguna.
—Vayan a ducharse y luego iremos a cenar, solo si no se pelean— les dije mientras bajaba a Terry. Max copeo mi acción y bajó a Beau. Ambos entraron a la casa seguido de los perros quienes siempre los acompañaban.
Agradecí a la diosa que ellos ya pudieran ducharse solos, ya que cuando teníamos que ducharlos siempre terminaba en un desastre total.
—Vamos a arreglarnos—Max me hizo una seña con la cabeza mientras me tendía la mano. La acepte gustosa y deje que me guiara a nuestra habitación. Nos adentramos en esta y antes de que pudiera ir a buscar mi ropa él enredo sus brazos en mi cintura y me pegó a su pecho.
—Diez dólares a que terminan dormidos los tres— murmuró Max cerca de mi oreja provocando que mi piel se erizara. Sonreí levemente.
—¿Diez dólares? Podemos apostar mejores cosas—respondí mientras giraba un poco mi cabeza para poder mirarlo mejor.
Una sonrisa maliciosa abarco su rostro.
—¿Qué puedes ofrecerme? —interrogó mientras escondía su rostro en el hueco de mi cuello inhalando mi aroma.
—Primero ve a revisar si ya se han dormido y luego veremos eso— me zafé de su agarre con facilidad y fui al baño a darme una ducha mientras él iba a ver a nuestros niños.
Minutos después escuche la puerta del baño abrirse. El olor de Max llegó a mis fosas nasales. Cerré la llave del agua y antes de que pudiera comenzar a envolver la toalla en mi torso su voz me detuvo.
—La quitare de todos modos, ¿Para qué te la pones? —mordí mi labio inferior y me gire para verlo. Ya estaba desvistiéndose. Abrí la puerta de la ducha.
Iba a preguntar pos los niños cuando el pareció leer mi mente.
—Todos dormidos, ni siquiera se ducharon, solo se pusieron sus pijamas y se acostaron, es más Terry ni siquiera se puso pijama— se rio mientras dejaba la camisa de un lado. Prosiguió a quitarse los pantalones.
—Si tal vez pasar más de medio día nadando los dejo exhaustos— el asintió.
—Seguramente. Tendremos que llevarlos a nadar diario y desde temprano para tener la noche solo para nosotros— comento para luego acercarse a mí.
Sonreí levemente y esperé a que estuviera frente a mí para besarlo con fervor.
Sus manos apretaron mi cintura pegándome a su cuerpo, dejándome sentir su creciente erección en mi vientre. Solté un gemido bajito.
—¿Encendiste el monitor? —pregunte entre besos. El asintió para luego deslizar sus palmas hasta mis muslos y luego mi trasero.
Me alzo con facilidad y enrede mis piernas en su cintura. Me sostuvo contra la pared mientras nos besábamos con destreza.
Antes de que pudiéramos seguir un grito nos puso la piel helada. Nos separamos por inercia.
—Yo voy— dijo Max mientras comenzaba a ponerse en pantalón con rapidez. Ambos sabíamos que era Terry. Aun después de estos años sus pesadillas no se iban, a pesar de haberlo llevado a distintas terapias parecía que el recuerdo no dejaba de molestarlo. No diario se despertaba por las pesadillas, sin embargo, las noches que lo hacía duraba mucho en volver a dormir.
—Me visto y voy— asintió antes de salir del baño e ir a la habitación de Terry. Terminé vistiéndome y luego fui a la cocina a preparar un té. Cuando estuvo listo lo puse en la taza favorita de Terry y subí a su habitación.
Entre en su habitación y pude ver a Max abrazando a Terry mientras lo consolaba.
—¿Puedes prender la luz? —preguntó en un tono vacilante. Le temía a la oscuridad desde que estuvo en esa habitación, también nos dimos cuenta de que comenzó a tener ataques claustrofóbicos así que dejábamos la puerta entre abierta a pesar de que su habitación era grande y dejábamos pequeños focos de luz tenue conectados a la luz para que se mantuviera iluminada toda la noche.
Encendí la luz y me acerqué a la cama sentándome frente a Max y le di su taza de té a Terry quien la tomo y le dio un sorbo.
Un lloriqueo en la otra habitación llamo la atención de los tres. Oh rayos. Esta era la parte no tan linda de tener hijos.
—Voy yo— dijo Max levantándose de la cama. Dejo un besó en la coronilla de Terry no sin antes decirle que todo iba a estar bien y salió de la habitación dirigiéndose a la de los mellizos.
Me acosté junto a Terry y esperé a que se terminara su té. Luego de eso le canté una canción de cuna y se quedó dormido.
Me mantuve en espera durante unos minutos por si despertaba, no obstante, no lo hizo. Abrí la cortina de la habitación dejando que entrara la luz de la luna y apague la luz dejando las demás encendidas. Salí de su habitación y fui a la habitación de los mellizos. Abrí la puerta con cuidado.
—Está dormida— susurró Max. Pude ver como se levantaba de la cama. Se alejó de ella haciendo el menor ruido posible y terminamos saliendo de la habitación.
—Se cayó de la cama— menciono Max mientras nos dirigíamos a la habitación. Reí en voz baja.
—Lo imagino, Terry se ha quedado profundamente dormido, espero que ninguno despierta hasta mañana—
—Yo también espero eso— respondió tranquilamente.
Entramos en la habitación y cerramos la puerta detrás de nosotros.
—¿En que estábamos? —interrogó mientras yo me giraba para poder besarlo. Enrede mis brazos en su cuello mientras me pegaba a su cuerpo. Metió sus manos debajo de mi blusa y comenzó a acariciar mis pechos.
—No seas ruidosa, sino ambos terminaremos con una noche llena de frustración durmiendo con tres niños en la cama—murmuró Max mientras pellizcaba mis pezones. Asentí levemente mientras acallaba mis gemidos. Sabía que le gustaba este juego, ambos lo disfrutábamos.
Ya no me sorprendía la destreza con la que me ayudaba a desvestirme, no obstante, la seguía disfrutando como si fuera la primera vez. El sexo con Max nunca me aburría.
Me saco la blusa por encima de los brazos. Nuevamente me acorralo contra la pared pegando sus caderas a mi cuerpo. Aunque la ropa nos seguía estorbando.
Solté un suspiro mientras sus labios se deslizaban por mi cuello y sus manos seguían magreando mis pechos sin ninguna pizca de pudor. Llevé mis manos a su abdomen acariciando su suave y tibia piel.
Sus labios comenzaron a bajar por mis clavículas y sus manos copearon esa acción, deslizándose por mi abdomen dejando unas caricias que dejaban a desear mucho más. Me bajo el short del pijama junto con las bragas. Sus labios recorrieron el valle de mis pechos y cuando llevó el primero a su boca cubrí mi boca con el dorso de mi mano.
La sensación de sus labios en mi seno era sin duda estimulante, la forma en la que mordisqueaba la piel sensible y luego como solo dejaba unos cuantos besos alrededor de mi pezón.
La piel sensible de mis pechos comenzaba a tomar un tono carmín, lo cual hizo que Max me mirara con una sonrisa maliciosa para luego pasar su boca al otro seno.
Cuando cumplió su objetivo de dejarme ambos senos rojizos debido a sus mordidas comenzó a deslizar su boca por mi abdomen, arrodillándose frente a mí.
Nunca admitiría en voz alta cuando adoraba verlo arrodillado por mí.
Abrió mis piernas con facilidad y comenzó a besar la cara interna de mi muslo.
Mis sentidos se adormecieron al sentir como su respiración y sus labios se acercaban al punto sensible en mi entre pierna.
Emití un gemido muy bajo al sentir como sus dedos rozaban mis labios ya humedecidos. Ya estaba muy mojada. Max alzó la cabeza para mirarme. Esa sonrisa y esos ojos eran mi condena he de admitirlo, el deseo en sus ojos y sus movimientos desesperados me informaban cuando me deseaba tanto que ni siquiera me hacía cuestionarlo, porque con cada acción y cada palabra el demostraba cuanto me amaba y deseaba.
En ese momento su lengua paso por encima de mis labios. cubrí mi boca para acallar mi gemido y me sostuve con mi mano libre de su hombro. Llevó una de mis piernas a su hombro y con una de sus manos me ayudo a sostenerme mientras que con la otra comenzaba a deslizar uno de sus dedos por donde su lengua había pasado con anterioridad.
Deje caer la cabeza contra la pared y tome una respiración profunda al sentir como hundía uno de sus dedos en mí. Mordí mis labios y evité gemir.
Comenzó a mover su dedo dentro de mí de forma lenta y tortuosa, no obstante, hundió otro dedo en mi interior robándome un jadeo.
Llevé mi mano instantáneamente a mi boca, escuché una pequeña risa proveniente de Max. Me apretó en trasero con su mano libre y siguió con su vaivén que llevaba tan bien con sus dedos.
Como si fuera poco su lengua se unió. Comenzó a devorar mi punto más sensible a lametazos imparables. Dejó mi mano suspendida sobre mi boca para no hacer ruido, aun así, algunos pequeños jadeos logran escaparse de mi boca debido al placer que impone en mí. Mis piernas comienzan a flaquear y por un segundo la necesidad de apartarlo porque es demasiado se suspende sobre mí, no obstante, esa absurda idea solo dura segundos ya que en verdad disfruto como su lengua se ejerce en el manojo de nervios tan sensible que es placentero.
Chupa, lame y mordisquea mi sexo, sus dedos no dejan de arremeter contra mí sin piedad alguna y la exquisitez de mi tan deseado orgasmo azota cada parte de mi cuerpo. Él me sostiene con fuerza evitando que me caiga debido a la debilidad que hay en mi cuerpo.
Aunque no deja de lamerme como si fuera lo más delicioso que ha probado en su vida, la imagen era sumamente erótica y esos malditos momentos en los que sus hipotecantes ojos bicolores me observaban mientras intentaba contener cada gemido además de esa sonrisa llena de arrogancia que gritaba "solo yo te hago sentir así" solo me dejaban claro bien que me sabía complacer y que él sabe cómo tocarme y usarme a su antojo para llevarme al éxtasis.
Se levanta del suelo y me besa con pasión. Pruebo mi sabor en sus labios y no me disgusta, es algo a lo que ya me había acostumbrado y antes de que pudiera envolver mis brazos en su cuerpo habló.
—Date vuelta— ordeno. Obedecí mientras me giraba y entreabría un poco mis piernas. Escuche como se abajaba el pantalón y el bóxer y sin darme tregua alguna me penetró de forma rápida y de una sola estocada. Inmediatamente cubrió mi boca para ahogar el gemido que abandono mis labios, pero que solo fue un sonido ahogo contra la palma de su mano.
Su mano azoto mi trasero robándome un jadeo, sentí como mi carne ardió ante el impacto, no obstante, eso solo hizo que me humedeciera más causando como respuesta de su parte que me penetrara con más fuerza y más profundo si eso era posible. Magreo mis pechos lo suficiente como para devolverles el color carmesí que con anterioridad habían tomado. Apretó mi trasero con fuerza y en algunos momentos me azotaba causando ondas de placer que se distribuían por mi cuerpo. Mordí mi labio inferior y alcé un poco más el trasero. Disfrute como entraba y salía de mí, la forma en la que jugaba con mis pechos y trasero a su antojo.
Antes de que pudiera pedirme que me dejara girarme para verlo salió de mí por completo y me giro. Me beso con la misma pasión desenfrenada que derrochábamos y luego me guio a la cama, donde se sentó en él bordo y sonreí al darme cuenta que me iba a dejar follarlo.
—Vamos, cariño, sabes que soy jodidamente tuyo— una sonrisa traviesa surco mis labios y no espere más para acercarme.
Me coloque a horcajadas sobre él y me apoye de sus hombros unos segundos. Luego me atrevía a tomar su polla y a colocarla en mi entrada para comenzar a moverme hacía abajo con lentitud. Jadee al sentir como entraba en mí por completo.
Y el hecho de estar sobre él siempre me hacía sentir como una diosa, debo admitirlo.
—Te vez hermosa sobre mí— susurró entrecortadamente mientras comenzaba a moveré de arriba abajo cada vez más rápido causando sonidos obscenos con nuestros cuerpos.
—Lo sé— sonreí mientras me movía sobre su polla.
—Y mierda me pone tanto cuando me follas, la forma tan sensual en la que te mueves y como intentas llenarte tu sola— una sonrisa llena de picardía surca si rostro y aunque mis mejillas están rojas por lo que acaba de decir sé que es cierto y yo también lo disfruto así que tomo su rostro con ambas manos y lo beso con fiereza.
Me alejé de él cuando sentí que el aire me faltaba. Me dio una sonrisa boba.
—Definitivamente me tienes, siempre me tendrás, cuerpo, alma y corazón siempre seré tuyo, la mia luna— sonreí al escucharlo. La forma en la que lo decía y el escuchar su corazón me hacía saber que siempre me decía la verdad.
Además, siempre amo cuando me habla en italiano, más ahora que ya se lo que me dice.
—Yo también soy tuya lobito, cuerpo, alma y corazón, chérie—esa sonrisa no se borró de sus labios, al contrario, solo incremento.
Minutos después ambos llegamos al orgasmo colapsando cuerpo con cuerpo a la vez mientras el cubría mi boca para acallar mis gemidos. Descanse mi cuerpo sobre el de él. Su respiración era pausada y escuchaba como intentaba que los latidos de su corazón se regularan.
Luego de unos minutos nos dimos una rápida ducha y nos acostamos a dormir ya que estaba muy cansada.
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Max
Cuanto la amo joder, es el amor de mi vida y el amor para mi vida. Tan perfecta, tan hermosa, tan ella y tan mía. Continúe dejando un camino de besos desde su cadera hasta su mejilla. Pude ver un rastro de sonrisa en sus labios.
A pesar de todo ella me escogió y mierda que bien se siente despertar cada día y verla a mi lado, darme cuenta de que sin duda alguna lo que teníamos era una de las mejores cosas que me han pasado en la vida. Tener a los niños corretear por la casa, si, era cansado, pero me gustaba he de admitirlo.
—Te amo— bese su cabeza —te amo— deje un beso en su hombro —te amo— bese su cuello. Ella sonrió y se acercó un poco a mí para darme un corto beso.
—Yo también te amo—sonrió mientras tiraba de mi cuello hacía ella para besarla. Sonreí antes de llegar a rozar sus labios con los míos.
—Podría escucharte toda mi vida decir que me amas y nunca me cansaría— ella dejo otro casto beso en mis labios —tampoco me voy a cansar de escucharte gemir, así que alza ese lindo trasero y déjame follarte otra vez— ella sonrió con socarronería. Conforme pasaba el tiempo sin duda alguna Jules se había vuelto más atrevida ya ni siquiera vacilaba cuando tenía alguna de mis ideas descabelladas.
—¿Me vas a azotar? —interrogó mientras me daba una sonrisa juguetona. Sonreí levemente mientras me levantaba de la cama.
—Puede— pause mientras rebuscaba algo en mi armario. Regrese a la habitación encontrándome con una de las mejores vistas, aún mejor que la vista al mar del balcón.
Jules en cuatro con el trasero alzado dejándome una vista muy perfecta de su coño. Amaba, disfrutaba esto.
Mi polla palpito debajo de mi bóxer. Mierda.
—¿Sabes lo mucho que me excita sabes que me miras así? — interrogo mientras me acercaba. Oh, claro que lo sabía, podía ver lo húmeda que se ponía.
Acaricie su trasero con delicadeza pasando mi palma lentamente hasta llegar a su coño. Ella soltó un leve jadeo al sentir como deslice mis dedos por sus pliegues demasiado húmedos. Sentí como descanso su pecho sobre la cama y suspiro mientras la estimulaba.
—Amo tus dedos— murmuró mientras seguía suspirando. Luego de tener a los niños en la casa veinticuatro siete tuvimos que aprender a la mala a ser más silenciosos a excepción de cuando salíamos algunas noches solo. Esas noches contratábamos una niñera y aparecíamos al día siguiente con un desayuno deliciosa y una buena paga para la niñera a modo de agradecimiento.
—¿También a mí? —interrogué mientras seguía moviendo mis dedos. Pude ver una sonrisa perezosa en su rostro cuando volteo a verme.
—También a ti— sonreí levemente y alejé mi mano de su entrepierna para tomar la corbata que había traído de mí armario.
—Muñecas— pedí mientras ella emitía un leve gruñido de frustración debido a mi repentino movimiento. Ella se giró y me tendió sus muñecas. Me concentré en mi labor para no ajustar de más la corbata y lastimarla. Cuando estuvo hecho ella me dio un último beso antes de girarse y sonreí levemente. Amaba y disfrutaba cada parte de ella, más su cuerpo cuando estábamos solos.
Después de tener a los niños entro en una inseguridad que le decía que solo por eso no iba a desearla y joder eso no importaba, ella no dejaba de ser mi linda y sexy luna. Luego de eso y de que me dejara mostrarle cuanto deseo sentía por ella comenzó a desvanecerse esa vocecilla que le decía lo contrario.
Y siendo sinceros una vez después de que ella se convirtió deje de temer al lastimarla cuando la follaba.
Cuando estuvo nuevamente en cuatro para mí acerque mi rostro a su trasero. Deslice mi lengua por su coño aun mojado haciendo que ella jadeara. Sentí como se estremeció mientras disfrutaba de ella, mientras mi polla no dejaba de palpitar por la necesidad de penetrarla ya mismo, pero me gustaban los juegos, más cuando sabía que ella lo disfrutaba.
Deslicé mi lengua de arriba abajo y apreté su trasero con una de mis manos, mientras que con mi mano libre estimulaba su clítoris con leves movimientos.
Sus gemidos apenas eran audibles, pero estaba seguro de que estaba luchando por estar en esa posición.
Mientras yo seguía disfrutándola. Unos cuantos segundos después de torturar su clítoris con mi lengua y con mis dedos sus piernas comenzaron a temblar. La tomé del trasero y seguí deslizando mi lengua por su coño saboreando su corrida. Ella escondió el rostro en su almohada para acallar sus gemidos. Cuando me levante de la cama me deshice de mi bóxer y le pedí que se moviera a la orilla de la cama. Nuevamente la vista que me dejaba era perfecta, sus piernas seguían temblando debido a ese intenso orgasmo.
—Juro que a veces puedo odiarte— murmuró mientras regulaba su respiración. Sonreí con diversión.
—No seas mentirosa— murmuré y me acerqué a dejar un beso en su mejilla ella me sonrió complacida.
Nuevamente me coloque detrás de ella. Comencé a rozar mi pilla en su entrada de forma provocadora. Unos suaves gemidos apenas audibles se escapaban de sus labios.
Entre en ella sin reparar en ser amable. Ella escondió su rostro en la almohada para acallar su gemido.
Empecé a entrar y salir de su interior. Mis dedos se habían clavado en su cintura. Una fina capa de sudor cubría nuestros cuerpos y su hermoso cabello caía por sus hombros y parte de la espalda.
Emití un gruñido mientras sentía como sus paredes se cerraban a mi alrededor.
Tan caliente, tan estrecha y tan mía.
La idea siempre me volvía loco.
Mía, mía, mía.
Su cuerpo comenzó a temblar nuevamente fui disminuyendo la fuerza de mis estocadas hasta que salí de ella no tuve que pedírselo ya que se giró quedando con la espalda sobre la cama. Mordí mi labio inferior su cuello estaba rojo. Sus pezones estaban erectos y su pecho subía y bajaba con rapidez.
Desaté sus manos y nuevamente la penetré de una vez. Tuve que cubrir su boca para callarla.
Sus piernas se enrollaron en mi cintura, sus uñas se clavaron en la piel de mi espalda con fuerza mientras la embestía de forma salvaje.
—Me vas a romper— murmuró extasiada y una carcajada ronca salió del fondo de mi garganta.
—¿Me detengo? —cuestione alentando nuevamente cada movimiento, solo con el fin de molestarla. Y lo hice.
Ella me miró mal.
—No Max—chilló al mismo tiempo que arremetí contra ella con fuerza. Una sonrisa de satisfacción cubrió su rostro. Agache la cabeza hasta pegarla a su cuerpo. Comencé a repartir besos en su cuello hasta llegar a sus pechos.
—Max— gimió con voz entre cortada mientras se deshacía debajo de mí. maldita sea la forma en la que gime mi nombre.
Me corrí justo después de ella y tuve que besarla para no gemir y despertar a los niños. Sus labios recibieron a los míos y nos separamos unos segundos después por la falta de aire. Una sonrisa seguía en su rostro.
Ni siquiera había salido de ella. Cuando lo hice fue lento y le robé un pequeño gemido de esos labios hinchados y rojizos.
—¿Tienes sueño? —pregunto mientras me dejaba caer a su lado. Negué con la cabeza sabiendo que tenía su mirada puesta en mí.
—Ni un poco, dormí cuando los niños se durmieron después de comer— ella rio.
—Si yo dormí cuando los llevaste a hacer la compra, espero que hayan sido buen repelente de mujeres— negué con la cabeza. Divertido.
—No, los niños les atraen más, deberías ir— ella rodo los ojos.
—Vamos por a preparar café, yo hago tu té— sonreí y me levanté siguiéndola a la ducha.
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Por la mañana Max no estaba a un lado de mí en la cama, pero supuse que estaba en el patio con los niños, no solo por los gritos de ellos, sino también porque era el rito diario.
Me tome mi tiempo para vestirme y ducharme, termine poniéndome un traje de baño y un pareo cuando vi que se encontraban en la piscina.
Bajé a la primera planta y me dirigí directo al patio. Eran las siete de la mañana, no me sorprendía que ellos quisieran estar nadando, lo que me sorprendía era ver a Max tan temprano en la piscina, por lo general prefería meterse luego de haber desayunado o haber hecho ejercicio o ya que la luz del sol golpeara la piscina.
—Buenos días— los salude mientras me sentaba en el bordo de la piscina dejando mis pies colgando dentro del agua. Los mellizos nadaron hacía mí y me dieron un beso en la mejilla y me dieron los buenos días. No me sorprendía que fueran tan inteligentes y que hicieran muchas cosas solos a su edad, a lo que Max me había dicho cuando ellos nacieron al ser híbridos eso les ayudaba un poco a la hora de aprender cosas.
Como a caminar, nada y hablar.
Max se acercó y solo me dio un pico ya que no queríamos escuchar el sonido de asco que ellos hacían al ver que me daba un beso.
—¿Cómo dormiste? —pregunto mientras Terry se acercaba y me abrazaba. Bese su cabeza y mire a su padre.
—Como un bebé ¿Tú? —
—Igual, pero ciertos niños fueron a despertarme porque querían nadar, no entiendo cómo pueden venir a la piscina desde esta hora, tengo frío— hizo un puchero —¿Me abrazas? —
—Me está abrazando a mí— Terry le mostro la lengua y Max entrecerró los ojos y casi le saco el dedo medio, tal vez recordó que era su hijo.
—Envidioso— le dijo Max con evidente diversión y Terry rio. Pronto Max se acercó a los niños para seguir jugando con ellos. Terry regreso al agua y también se unió. Escuche como la puerta de la entrada se abría y el olor de Raíza llegó a mis fosas nasales.
Espere pacientemente hasta que apareció y se sentó a mi lado.
Le di una sonrisa cuando me giré para verla y la abracé.
—¿Cómo estás? por la diosa estas tan grande parece que la última vez que te vi fue hace años— sonreí y ella me abrazó de la misma forma y beso mi mejilla.
—Vamos nos vimos hace seis meses y estoy muy bien— sonrió. Pronto sus hermanos y Max se acercaron a saludarla, aunque ella no quería que la mojaran Max termino tirándola al agua.
—¡Son las siete de la mañana! —chillo mientras nadaba a la orilla, Max rio con los niños.
—Dile eso a tus hermanos— concluyo Max y negué con la cabeza como si no tuviera remedio.
Luego de eso Raíza regreso al agua con sus hermano y jugo con ellos y con su padre durante un buen rato.
Sonreí al ver como convivían los cinco entre ellos. En unos meses más regresaríamos a Montreal.
Me sentí tan tranquila al ver como mis niños disfrutaban con su papá y lo felices que se veían.
Después de tanto tiempo confirme nuevamente que si puedo ser feliz con las personas que amo y que todo lo que tuvimos que pasar para llegar hasta donde estamos ahora solo fue una piedra en el camino que deberá quedarse en el pasado, porque nada de eso nos define.
Ahora tengo la familia que siempre desee.
Estaba lista para todo lo que deparara esta nueva etapa de nuestras vidas.
Porque sin duda alguna esto apenas era el comienzo de nuestra historia.
Fin.
Buenoooo, ¿que puedo decir? Estoy feliz de haber concluido esta historia aunque algo nostálgica también. Espero que muchos de ustedes hayan disfrutado de mis bebés y tal vez en un futuro haga un nuevo borrador de ella, nunca estoy satisfecha, pero por ahora así se quedará y quiero enfocarme en Fire on wheels.
Así que muchas gracias a los que llegaron hasta aquí y leyeron cada domingo sin falta.
Xo.
Atte. Mar.
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