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Capítulo 24

Fine dell'incubo

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Ni siquiera pedimos felicidad, sólo un poco menos de dolor

—Charles Bukowki




Jules

En algunos momentos mi mente viajaba a ese pensamiento doloroso que me insistía en que no volvería a ver a Max. Otras veces mi mente viajaba al lugar más recóndito y me provocaba dolor, otra no bastaba viajar tan lejos, solo tenía que cerrar los ojos y ver cada escena de estos últimos días que se repetía en mi mente.

No tenía que estar tan bien para darme cuenta de que en realidad habían pasado demasiados días desde la última vez que vi la luz del día.

Lo único que me daba algo de paz y tranquilidad era saber que Terry y Raíza estaban bien.

Mi cabeza no dejaba de doler, lo poco que había comido y bebido no me ayudaba en mucho, sin embargo, era mejor que nada.

La idea de comenzar a resignarme a no salir de aquí comenzaba a ser tentativa, dolorosa, pero tentativa. Estaba tan cansada, mi cabeza daba tantas vueltas y las ganas de vomitar estaban presentes. La falta de sueño comenzaba a pasar factura. A veces mi cuerpo sufría algunos temblores involuntarios

En estos días solo podía pasar muy poco tiempo con Terry y Raí, pero lo que pasaba con ellos me bastaba para saber que estaban bien.

Un olor a chocolate comenzó a llegar a mis fosas nasales. Sonreí internamente ante el olor tan delicioso, ni siquiera pensé de donde venía simplemente me concentré en ese olor.

Mi cuerpo se relajó por completo.

De repente la puerta se abrió poniéndome en alerta.

—Vamos levántate— la voz de Josh me hizo estremecer. Quería que ya terminara todo esto. Me senté en el piso, más no me levante, mi cuerpo estaba tembloroso, no podía hacerlo por mí sola.

Josh se acercó y me tomó del brazo con fuerza haciéndome soltar un quejido por como clavaba sus dedos en mi piel. Me arrastró fuera de esa habitación por primera vez en todo el tiempo que llevó aquí. Apenas podía distinguir el pasillo, no tenía nada distintivo, simplemente era un pasillo gris.

Me llevó a otra habitación. Ahí mi corazón se detuvo por un par de segundos.

—¿Peach? —mi voz se quebró al verla ahí. mi corazón latía con fuerza dentro de mi pecho. Estaba segura de que no era ninguna alucinación.

Me dio una sonrisa cálida. Que no ayudaba para nada.

—No quisiste hacerlo por las buenas, Jules— las palabras abandonaron su boca y la realidad me golpeo con fuerza.

Lo que me había dicho Max se repetía en mi mente una y otra vez.

—Peach, por favor, somos amigas— susurré mientras Josh me obligaba a sentarme en una silla y amarraba mis manos al posa brazos.

—No somos amigas, Jules, desde que conociste a Max me hiciste a un lado, me dejaste sola— fruncí el ceño mientras tiraba de mis brazos intentando soltarme.

—No, no, no, solo necesitaba eso, Peach, este idiota me tenía tan cansada y cuando conocí a Max fue una liberación de todo el dolor y frustración, pero nunca quise alejarte— susurré con dolor.

Negó con la cabeza mientras caminaba de un lado a otro, Josh parecía tan divertido con la situación que era bastante irritante.

—¡Siempre he buscado tu atención y nunca me la has dado! — grito bastante molesta e histérica.

Nunca la había visto así y sinceramente me daba miedo.

—En pocas palabras siempre ha estado enamorada de ti, pero es tan patética— se burló Josh mientras ponía sus manos sobre mis hombros haciéndome estremecer.

Me quedé quieta sin seguir lastimando mis muñecas. Josh apretó mis hombros con fuerza. Evite soltar un quejido por el dolor.

—Y él es bastante estúpido que no pudo portarse como un hombre— contraataco ella.

—Oigan no quiero interrumpirlos, pero ¿Dónde está Terry y Raíza? —intervine en su discusión.

Obtuve la atención de ambos.

—Seguro que su madre ya los mató— abrí los ojos exageradamente.

Comencé a tirar de mis muñecas mientras ambos me miraban con diversión. Mi corazón comenzó a latir con tanta fuerza que mi respiración comenzó a descontrolarse.

Antes de que pudiera decirles algo salieron de la habitación dejándome sola. Seguí tirando y tirando de mis muñecas mientras la soga comenzaba a quemar mi piel debido a los movimientos tan bruscos que ejercía.

Mis ojos se inundaron de lágrimas al pensar en ambos.

Me detuve cuando vi que la sangre comenzó a deslizarse por mis manos. Me di cuenta que debido a los tirones que me di abrí las heridas de mis muñecas.

Tome varias respiraciones intentando calmarme, pero mis sollozos no paraban y las lágrimas nublaban mi visión.

Intente calmarme, pero no funciono, simplemente cedí ante el impulso de seguir llorando.

Puedo decir que pasaron más de dos horas cuando la puerta a mis espaldas fue abierta nuevamente.

Escuche tres diferentes pisadas, pero nadie se puso frente a mí.

—Ponle esto en los pies y manos— una voz femenina se hizo presente. No la reconocí, pero tenía cierto acento italiano.

Mi mente no logro conectar quien era.

Josh apareció dentro de mi campo de visión con cuatro trozos de alambre de púas. No pude evitar tragar duro al ver como se arrodillaba frente a mí para cambiar la cuerda. Mi respiración se atascó en mi garganta.

Tomo mi tobillo con fuerza evitando que pudiera moverlo y patearlo, aunque trate de hacerlo ya no tenía tanta fuerza.

Pegó mi tobillo a la pata de la silla y paso el alambre alrededor de la madera y mi tobillo. Lo apretó con tal fuerza que este se clavó en mi piel haciendo que soltara un quejido.

Logre divisar como la sangre comenzaba a salir por los pequeños cortes que el alambre estaba causando en mi piel. Repitió la tarea con mi otro tobillo. Las lágrimas comenzaron a resbalar por mis mejillas debido al dolor que sentía.

No podía mover mis pies porque las púas se clavarían aún más en mis tobillos.

—No, no, no, por favor— pedí al darme cuenta que iba a hacer lo mismo con mis muñecas.

Pero no me hizo caso, ato mis muñecas clavando el alambre en las heridas recientes. Solté un grito al sentir el metal clavarse en mi piel. Las lágrimas no paraban de salir y la sangre comenzó a salir nuevamente. Cerré los ojos con fuerza. Continuó con mi segunda muñeca y evite gritar. Me tragué mis gritos y evité no moverme.

—Dijiste que no la ibas a lastimar— la voz de Peach resonó en toda la habitación. Apenas logre ponerle atención.

—No te entrometas— escupió con hastió la mujer.

—Pero—

—Llévatela— ordeno la mujer a Josh quien obedeció y escuche como forcejeo con Peach hasta que la sacó.

Sentí como una corriente eléctrica agito mi cuerpo violentamente seguido del hormigueo y los espasmos. Solté un grito al sentir el dolor clavarse en cada centímetro de mi piel.

Las púas se habían clavado en mi piel aún más profundo. Las lágrimas no paraban de salir de mis ojos descontroladamente. Hallé todas las fuerzas para hablar y aunque mi voz tembló hablé.

—¿Por qué me haces esto? Ni siquiera te conozco— hablé con la voz temblorosa. No podía verla, pero sabía que estaba sola con ella. Escuche una risa con cierto tono de diversión.

—¿Por qué? ¿No te casaste con mi esposo hace unos días? —

Quise darme un golpe mental y darle uno a ella.

¿Quién peleaba por un hombre?

—Dios mío, se divorciaron hace años, no es mi culpa— solté con un deje de molestia. Nuevamente sentí la descarga eléctrica en mi cuerpo. Ahogue un grito y alce un poco mi cuerpo sobre la silla.

La sangre no paraba de salir de mis tobillos y muñecas. Tome una fuerte respiración mientras me repetía una y otra vez que podía soportar esto.

—¿No lo es? ¿Sabes cuánto puto tiempo la paso esperando a que aparecieras? Me robaste todo su amor y atención sin siquiera hacer estado presente ¿Y me dices que no es tu culpa? —soltó con enfado notorio.

—¿Crees que yo lo pedí? Yo nunca pedí estar atada a alguien de por vida, pero es lo que nos toca, es el destino y debes aceptarlo, no comportarte como una maldita loca psicótica, estoy segura de que eres hermosa y muchos hombres han de estar detrás de ti, ¿Por qué no simplemente sanar? —interrogué.

Cuando sentí el agua mojar la planta de mis pies me di cuenta de que mi boca me llevaría a la muerte seguramente.

Pronto la descarga eléctrica sacudió mi cuerpo. Mi pecho subía y bajaba. El dolor de las púas había pasado a un segundo plano.

La sangre goteaba sobre el agua.

—¡Porque yo amo a Max! Teníamos una linda familia, un lindo hogar y de repente todo se hizo pedazos —hice todo el esfuerzo para quedarme en silencio.

—Si quieres matarme te recomiendo que lo hagas manualmente, he sobrevivido a cuatro intentos de suicidio— murmuré mientras intentaba regular mi respiración.

Pude sentir su mirada sobre mí. Sentí sus manos apretar mis hombros, sus uñas se clavaron en mi piel y cerré los ojos con fuerza. Mordí mi mejilla internamente.

Piensa en flores, piensa en flores. Me repetí una y otra vez.

—Más allá de querer matarte quiero que sufras— susurró en mi oído haciéndome estremecer el tono tan gélido de su voz —Quiero que Max sufra al perderte y verte tan deshecha cuando te encuentre— nuevamente no pude evitar estremecerme por ese comentario.

—Te va a matar— respondí sabiendo que seguramente ella ya lo sabía. Clavo más sus uñas en mis hombros.

—Para eso debe encontrarme primero— susurró sacando sus uñas de mi piel de golpe.

Se alejó de mí y escuche la puerta abrirse y luego cerrarse detrás de mí.

Solté un suspiro e intenté relajar mi cuerpo.

Cada molécula de mi cuerpo. Intente no lastimar mis tobillos y muñecas aún más.


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Pase horas sola. Vi cada parte de esa habitación mientras intentaba que mis ojos no se cerraran. Vi un trozo de varilla de metal en una esquina.

La puerta se abrió nuevamente. Pude escuchar las pisadas acercarse a mí. En mi campo de visión apareció Josh.

Prosiguió a quitarme los alambres de púas sin ningún tipo de cuidado. No pude evitar quejarme cuando lo desincrustaba de mi piel.

Me prepare mental mente para lo que seguía, si quería tomar la varilla debía de esperar a que me diera la espalda.

Me tomo de la muñeca con fuerza y me levanto sin reparar en que me tropezaba con mis propios pies.

Me costaba mantenerme en pie, más aún con mis tobillos lastimados. Me llevó hasta uno de los extremos de la habitación y me acorralo contra la pared.

Mis nervios salieron a flote. Contuve las lágrimas.

Metió una de sus piernas entre las mías. La incomodidad que me invadió causo estragos en mi estómago provocando que quisiera vomitar al instante. Comenzó a dejar besos en mi cuello hasta llegar a mis labios, no pude evitar correr la cara hacía a un lado.

—No—mi voz salió lastimera—Por favor— no quería hacerlo. No importaba si tenía una oportunidad de dañarlo, pero sabía que no iba a parar. Nunca lo hizo y nunca lo haría.

Pude escuchar la carcajada que salió de sus labios. Cada parte de mí se estremeció de miedo al escucharlo.

Me tomo del mentón con fuerza y comenzó a morder mi cuello sin llegar a hacerme tanto daño.

Con su mano libre me tomo de las muñecas con fuerza lastimándome aún más y solté un quejido.

—Cállate— advirtió. Apretando mi mandíbula y muñecas. Mordí mi mejilla interna. Las lágrimas comenzaron a deslizarse por mis mejillas. Mi pecho subía y bajaba con rapidez. Mientras intentaba alejarme, pero él tenía mucha más fuerza que yo y cada que me movía apretaba más su agarre provocando que él dolor quemara en cada parte de mi piel.

Antes de que pudiera seguir con sus movimientos la puerta fue golpeada con los nudillos. Me pareció extraño, ya que aquí nadie tocaba la puerta. Me soltó y pude respirar un poco.

Se giró y corrí a tomar la varilla. No sé de donde saqué esa fuerza, pero me repetí mil veces que podía hacerlo. Me acerqué a él y con todo el esfuerzo que reuní recordé donde se situaba el corazón. Tome un poco aire y fuerza. Solté un grito y clave la varilla en su pecho, un poco a la izquierda.

Pude escuchar como se quejó al sentir como la varilla atravesó su corazón. Solté la varilla y retrocedí.

Josh se giró y tomo la varilla sacándola un poco de su pecho. La sangre salía de su pecho, pero a diferencia de la sangre humana la suya era mucho más oscura, casi negra. Me miró con furia.

Se acercó a mí y sin decir nada con fuerza se impactó contra mí aplastándome contra la pared. Solté un grito cuando la varilla atravesó mi hombro.

Las lágrimas se deslizaron por mi mejilla.

—Si voy a morir no pienso irme solo— gruño mientras aplastaba más mi cuerpo contra el suyo, clavando la varilla aún más en mi hombro. Lloré. Pero alcé la rodilla y golpee su entrepierna haciendo que se removiera por el dolor. Aproveche y lo empuje mientras regresaba la varilla a su lugar original. Solo en su pecho.

Me deje caer al suelo debido al dolor. No podía dejar de quejarme.

Poco a poco vi se debilitaba mientras intentaba sacar la varilla, pero debido a la sangre se resbalaba. Sonreí para mis adentro al darme cuenta de que la vida se le estaba escapando. 

Me deje caer sobre el suelo. La sangre que salía de mi hombro comenzaba a pasar factura. Mis ojos comenzaban a cerrarse.

No sé cuánto tiempo paso, pero escuche a lo lejos un estruendo. Entre abrí los ojos y pude ver un destelló blanco bastante conocido. Pestañee varias veces.

No sé si estaba alucinando, sin embargo, entre cada pestañeo logre ver como Max quebraba el cuello de Josh dejándolo en una posición descomunal.

Mi respiración se había ralentizado y mi cuerpo dejo de pesar. Apenas y estaba consiente. 

—¡Jules! —su voz se escuchó lejana. Sonreí levemente. Mientras intentaba descansar. —No, no, no cierres los ojos Jules, te lo prohíbo— su voz se escuchaba tan lejana que apenas y pude escucharla.


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Max

No voy a mentir espere tanto para tenerla frente a mí y poder verla morir que comenzaba a ser irreal, sin embargo, ella parecía feliz de verme, como si somos tan unidos.

—Pensé que eras más listo, creí que estarías aquí antes— sonrió mientras caminaba de un lado a otro. Una punzada de dolor se expandió por mi pecho.

Me comencé a acercar a ella, sin embargo, algo me detuvo. No supe que hasta que vi como la sonrisa de Lizbeth se expandía hacía alguien a mis espaldas.

—Te dije que iba a venir— pauso y un escalofrío recorrió mi columna vertebral cuando quise volver a moverme y me vi paralizado. Gruñí.

—Hicimos un trato— era Peach. Conocí su voz.

—Te va a traicionar, siempre lo hace— hablé entrometiéndome en su conversación —no le importa hacer lo que tenga que hacer para cumplir su objetivo y ahora su objetivo es verme sufrir, ¿crees que dejará a Jules en paz solo porque te lo prometió? —cuestione. La sonrisa de Lizbeth se desvaneció.

—Cállate— gruño acercándose a mí sus garras se clavaron en mi mandíbula con una fuerza extremadamente dolorosa, sus garras habían atravesado mi piel.

—¿Lo ves? Secuestro a sus hijos solo para joderme y aun crees que te dejara a ti y a Jules en paz— reí, aunque en realidad esperaba que esto sirviera y lo hizo. Ya que sentí como ese agarre magnético se aflojo.

Basto un movimiento con fuerza para lanzarme hacía Lizbeth y pegarla a la pared haciendo que esta crujiera por la fuerza. No lo pensé demasiado, tampoco iba a esperar a que algo más pasara para que ella me tomara la ventaja nuevamente.

Desgarré su garganta con tal fuerza que su sangre salpico mi rostro. Su cuerpo se manchó inmediatamente de sangré mientras esta salía con rapidez. Pero no voy a correr riesgos. Cuando su cuerpo estuvo en el suelo hundí mi mano en su pecho con fuerza y extraje su corazón.

Este se volvió cenizas en mi mano y su cuerpo perdió todo color.

Me gire hacía Peach quien me miraba con los ojos exageradamente abiertos. Me acerqué a ella y sin que pudiera correr la tomé del cuello pegándola a la pared.

—¿Dónde están? —le cuestione. El miedo corría por su mirada.

—No quiero hacerle daño— susurró y entrecerré los ojos.

—Ya lo hiciste, ella confiaba tanto en ti y mira— gruñí apretando su cuello con tal fuerza que solo escuché el crujido de su cuello al quebrarse. Solté un suspiro y tuve que recurrir a buscar su olor. Y lo encontré.

Pero estaba todo en silencio, no supe si es porque la habitación estaba insonorizada o solo era silencio. No quise arriesgarme y toqué la puerta. Estúpido.

No hubo respuesta.

Uno. Dos. Tres. Y patee la puerta con fuerza.

Mis cojos recorrieron toda la escena. Sangre. Jules en el suelo con la sangre saliendo de sus hombros y frente a mí el cuerpo mal herido de Josh.

Me acerqué y lo tome por sorpresa cuando él sintió que lo tome por lo hombros.

—Te lo advertí, ¿recuerdas? —cuestione sin darle tiempo y quebré su cuello con más fuerza que termine arrancando su cabeza. La sangre nuevamente me mancho, pero no importaba.

Me acerqué a Jules.

—Jules— le llamé y me puse frente a ella. No espere para levantarla.

—Cariño escúchame— ella comenzó a balbucear algo que no entendí —no cierres los ojos por favor— pedí. 

La había encontrado. Mi corazón latía al mil por hora. La sangre no paraba de salir de su hombro y sus muñecas tenían rastros recientes de sangre.

La levanté en mis brazos sin dificultad y la saque lo más rápido que pude. Mis nervios me impedían pensar con claridad. Solo me importaba salir de aquí.

—Jules— la llame mientras salía.

La camioneta estaba afuera. Kelly ya iba de regreso a Wildwood con Raíza y Terry. Ross me esperaba con la camioneta encendida.

Después de haber pasado más de dos semanas por fin pude dar con ellos. Fue fácil después de esa última estúpida nota. Había dado con el cementerio y luego de eso fue fácil llegar.

Ahora solo tenía cabeza para Jules.

—¡Ross se está muriendo! ¿Qué hago? —cuestione histérico mientras él manejaba con prisa.

La sangre no paraba de salir y mis manos comenzaban a temblar debido a los nervios. Me repetí una y otra vez que tenía que tranquilizarme.

—No hay nada para estabilizarla y por lo que puedo ver desde aquí ha perdido mucha sangre y a menos que tengas una intravenosa y cocho litro de sangre tipo O+ no podemos hacer nada— lo miré mal. No estaba para estas cosas, necesitaba una solución rápida.

Tome una respiración profunda, tiempo era lo que menos tenía y Ross no aportaba mucho en estos momentos.

—Y una mierda— murmuré y saque una de mis garras e hice un corte profundo en la palma de mi mano de la cual instantáneamente comenzó a salir sangre que pronto deje caer sobre la herida de Jules. Su bien no era más de cinco litros, pero podría ayudarla a sanar.

—¡No! No sabemos cómo va a reaccionar si mezclas tu sangre con la suya, si no la toma de buena manera morirá, Max— grito histérico mientras no soltaba el volante.

Tensé la mandíbula y me maldije muchas veces. No podía pensar en lo negativo.

—¿Y si sale bien? —interrogué aun dejando caer mi sangre sobre su hombro. Su piel estaba más pálida de lo normal, incluso comenzaba a sentir que su piel se tornaba fría.

—Puede que se convierta—

Asentí levemente.

El corte de mi palma se cerró y tome su mano.

—D-duele— apenas y pude escuchar su voz. Entreabrió los ojos, pero los cerró enseguida por la claridad.

Una punzada de dolor recorrió todo mi ser.

—Vas a estar bien— susurré y tomé su mano.

De pronto su cuerpo comenzó a convulsionar y entre en pánico. Su temperatura comenzó a elevarse al tal punto que sentí incomodidad por tenerla entre mis brazos, pero no la solté.

—Ross ¿Qué hago? —interrogué intentando calmarme.

Ross nos miró por el retrovisor. Tomo una respiración profunda y miró al frente. Él ambiente estaba tan tensó.

—Muérdela —pauso—Si no tu sangre la va a matar— mordí mi mejilla interna.

Malik ni siquiera dudo en ayudarme. Mis colmillos rozaron mis labios al salir y tome una de sus muñecas con cuidado de no lastimarle las muñecas.


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Jules

Sentí como si me estuviera quemando internamente. Quería gritar, no obstante, mi cansancio era tal que ni siquiera tenía la fuerza para hacerlo. Podía sentir las lágrimas deslizarse por mis mejillas.

—Q-quema— lloré mientras intentaba removerme.

Unos fuertes brazos me sostenían lo que me hizo sentir algo de confort dentro de ese infierno interno.

—Vas a estar bien, solo resiste— susurró la voz de Max. Todos mis sentidos intentaron encenderse, pero no fui capaz.

El dolor no abandonaba mi cuerpo, el calor interno que sentía era interminable. Me removía con fuerza intentando que este se fuera.

Mi pecho subía y bajaba. Intentaba abrir los ojos, pero no funcionaba.

—Tranquila—mi piel se erizo ante ese susurró. Era una voz demasiado conocida, al instante no pude reconocerla, sin embargo, estaba segura de que no se trataba de Max.

—¿Jasón? —pregunte confundida. Ni siquiera intente abrir mis ojos. Mi respiración se regularizo y mis latidos comenzaron a tranquilizarse.

Mi cuerpo comenzaba a calmarse.

Todo estaba bien.


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Max

Casi una hora después su cuerpo se había tranquilizado. Podía escuchar su corazón latir a ritmo normal. Incluso podía ver que la herida en hombro comenzaba a cerrarse lentamente.

Casi otra hora después llegamos a Wildwood. Lleve a Jules a la habitación y deje que Ross la revisara.

Salí de la habitación y fui a buscar a Kelly quien se encontraba con Raíza y Terry. Los encontré en la habitación de Raíza, Kiri estaba ahí abrazando a Raíza y Terry.

Pude escuchar como Terry lloraba. Esperaba que no sea por haber visto a su madre muerta.

Me acerqué a ellos y Kelly salió de la habitación.

Raíza me abrazó con fuerza cuando noto mi presencia. Sus brazos rodearon mi abdomen.

No dijo nada.

—¿Estas bien? —pregunte preocupado. Ella asintió levemente y señalo a Terry. Se alejó de mí y me acerqué a ellos. Abrace a Terry y este se abrazó a mí con fuerza. Su pequeño cuerpo aun temblaba. Sus lágrimas mojaron mi camisa.

—Ya paso, tranquilo, estás bien campeón— susurré mientras acariciaba su espalda con cariño.

No sabía cuál era la razón por la que lloraba tanto.

—¿Te duele algo? ¿Te hicieron algo? —negó con la cabeza.

Paso casi media hora cuando ambos se quedaron profundamente dormidos. Salí de su habitación y Kelly se acercó.

—Encontré a Terry en un armario muy pequeño, tenía las luces apagadas, estaba cerrado con un candado y estaba golpeando la puerta para salir— mi corazón se encogió al escuchar eso y una mezcla de rabia se hizo presente, pero me quedé tranquilo al recordar que ya nadie les iba a hacer daño.

—Gracias por avisarme— murmuré.


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Dejé la toalla sobre una orilla de la cama y procedí a ponerme la camisa. Según Ross, Jules estaba un poco noqueada por la mordida. Así que me sorprendió cuando escuche su voz.

—¿Estoy muerta? —cuestiono en tono cansino. Me gire y me acerque a ella.

—No, estas viva gracias a la luna— casi te mato con mi sangre, pero fue un pequeño desliz. Me senté a un lado de ella y acaricié su rostro. Ella sonrió levemente y luego abrió los ojos exageradamente.

—¿Y Raíza y Terry? —interrogó preocupada mientras intentaba sentarse sobre la cama, pero soltó un quejido de dolor.

—Tranquila, están durmiendo, ten cuidado te vas a lastimar aun no termia de sanar por completo— le dije mientras la ayudaba a acomodarse sobre la cama nuevamente. Ella se acostó sobre la cama nuevamente y pude ver como se relajó. Sus ojos se inundaron de lágrimas instantáneamente.

—Yo creí que ellos... Josh lo dijo y...— su voz se terminó de quebrar y me acerqué a abrazarla sin lastimarla. 

Acaricie su espalda y su cabeza.

—Ellos están bien—pause y me aleje un poco —¿Cómo te sientes? —interrogué. Ella negó con la cabeza y limpió las lágrimas de sus ojos. Se alejó un poco más y se recargo en la cabecera de la cama. Miró sus muñecas por un par de segundos. Me causaba curiosidad saber que había causado esos cortes, pero no quería que se sintiera forzada.

—Quiero dormir un poco, me siento muy cansada— pauso y luego llevó su mano a su hombro, a donde había estado la herida. —Yo... recuerdo que— frunció el ceño.

—Bueno... primero estabas perdiendo demasiada sangre y dejé que mi sangre cayera sobre tu hombro, pero no funcionó muy bien y tuve que morderte— ella asintió levemente. Se acomodó sobre la cama. Ni siquiera se molestó en tomarle mucha importancia a lo que había terminado de decir.

—Bien luego me explicas ahora necesito dormir— susurró y se cubrió con las mantas —¿Puedes abrazarme? —pregunto. Asentí y ella se hizo a un lado dejándome espacio.

Pase mi brazo por su cintura y la pegue a mi cuerpo.

Me tranquilice tanto al sentirla cerca de mí.

Pronto ella se quedó dormida. Yo no logre conciliar el sueño. Aun una parte de mí no se sentía muy seguro de que esto no fuera un sueño.

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Jules no durmió mucho. Sus pesadillas habían regresado o tal vez eran recientes. Durante dos horas se despertó tres veces gritando. Tuve que despertarla todas esas veces para que se calmara.

—¿Quieres hablar? —pregunte la última vez que ella se despertó. Evitó mi mirada y vi como tragó duro.

—¿Me vas a seguir amando después de que te cuente todo? —interrogó con notoria preocupación.

—Te voy a seguir amando pase lo que pase, en las buenas y en las malas— ella soltó el aire que retenía en sus pulmones. Tomo una de mis manos y entrelazo sus dedos con los míos. Sus ojos se cristalizaron nuevamente. Pasaron unos segundos mientras encontraba la forma de hablar. Espere pacientemente mientras acariciaba su rostro.

—No sé cuánto tiempo pasé ahí dentro, primero estuve en una habitación oscura y con las manos atadas— pauso y dudo por unos segundos —Josh él me amenazo con...—silencio. Noté como las palabras se atascaban en su garganta, de sus ojos comenzaron a salir lágrimas y lo comprendí. Me sentí mal por no haberla cuidado mejor, debí de haber estado al pendiente.

—Entiendo— pause y la abrace pegándola a mi cuerpo. Las lágrimas se hicieron presentes nuevamente acaricie su cabello con ternura y bese su cabeza.

—Yo... no quería, se lo dije y dios no paró, pero temía por Raí, ella es muy joven y no quería que pasara por eso— inevitablemente mis ojos se cristalizaron. No sabía que decirle. Las palabras se atascaron en mi garganta.

Bese el dorso de su mano.

—Eres demasiado fuerte cariño—pause y luego bese su cabeza —y te amo y te admiro por eso— tome su rostro entre mis manos.

Nuevamente me abrazó con fuerza.


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Conforme pasaban los días Jules intentaba acoplarse nuevamente a esto. Era complicado, lo veía en cada cosa que hacía, pero se esforzaba y eso valía demasiado. Al día siguiente de que estuvo en casa me pidió que la llevara a con su ginecóloga. Quien nos dijo que debía de comer mejor sino iba a tener graves consecuencias también nos dio otra cita de revisión para el próximo mes.

Jules siguió con sus terapias, no tuve que decírselo ya que ella había hablado con Mónica, solo que ahora prefería tomarlas aquí a salir de la casa.

Era inevitable no sentirme mal al verla tan deprimida, apenas hablábamos y cuando intentaba hacerlo ella no quería hablar. Por las noches las pesadillas no la dejaban dormir, por ende, a mí tampoco. Aun así, no importaba, la abrazaba y le decía cosas para tranquilizarla y pudiera dormir. Igual con Terry, cada noche sin falta se despertaba gritando. A veces Raíza o Kiri ya estaban con él, pero normalmente prefería que yo estuviera ahí.

A veces Jules y Raí pasaban la tarde en la piscina en el patio trasero charlando de no sé qué cosas, era tranquilizante ver que pasaban tiempo juntas.

Un día por la noche Jules decidió pedirme que dejáramos esos días en el olvido, ya que ella no quería pensar en eso, pero que Mónica la estaba ayudando demasiado a superarlo.

Por mi parte lo acepte con tal de verle bien. no hice preguntas, mucho menos le dije que era lo que había pasado.

Por otro lado, tuve que buscar otras dos psicólogas diferentes, una para Raíza y otra para Terry. Raíza no estaba muy de acuerdo, sin embargo, casi la obligue.

Un día después de llegar de trabajar le dije a Jules que se pusiera un traje de baño porque íbamos a salir. Ella pregunto que a donde iríamos, pero no se lo dije.

—Ya sé a dónde vamos— sonrió levemente mientras entrelazaba su mano con la mía. Supuse que se iba a dar cuenta desde que salimos de la casa, ya que el camino era demasiado obvio.

Apenas vi ese atisbo de sonrisa mi corazón se tranquilizó un poco.

—En unos días es luna llena— le recordé mientras seguíamos caminando. Sentí como se estremeció. Ya hace un mes que había pasado todo.

—¿Va a doler? —interrogó algo preocupada. —Pero estoy embarazada, ¿aun así se puede? — me quedé en silencio unos segundos pensando eso último. Nunca lo había pensado, pero no recuerdo a ninguna embarazada que se pudiera convertir.

—No lo sé, podríamos preguntarle a Kiri, seguro ella lo sabe y sobre el dolor seguro que lo hará, pero solo es la primera vez— mentí solo un poco. Dejaba de doler después de un año, pero no quería alarmarla.

Seguimos caminando hasta que llegamos.


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Jules

Mire como Max se relajaba dentro del agua. La tranquilidad que lo envolvía.

Mi corazón se sintió pleno y en paz al verlo así.

Todo este mes había sido una lucha con mi propia mente y el dolor que no abandonaba mi corazón.

Mónica siempre decía que cada día que pasaba era un día más cerca de poder estar en paz conmigo. Agradecía que Max estuviera en cada momento, ya que había instantes en los que creía que el mundo se vendría abajo, sin embargo, él me ayudaba.

Él me hace feliz.

Prefería a enfocarme en todo lo bueno que tengo y que me rodea.

Mi esposo, Terry y Raí, mis hermanos, mi papá, mis amigos y en unos meses una mini versión de Max.

Sonreí levemente al pensar en un niño pequeño corriendo por toda la casa.

—¿Qué piensas? —interrogó Max acercándose a mí. Puso sus brazos sobre mis piernas y recargo su cabeza en sus brazos. El agua seguía goteando de su cuerpo.

—En nosotros— pausé y sonreí levemente —En un mini tu— él sonrió y se alejó un poco de mis piernas. Me tomo de la parte trasera de mis rodillas y me acercó más a la orilla. Mire atenta cada uno de sus movimientos. Abrió mis piernas con cuidado y se posiciono entre ellas.

Se acercó solo un poco y dejo un beso en vientre desnudo. Aun no se notaba, pero en poco tiempo comenzaría a notarse.

Sonreí ante esa acción.

—¿Cómo se llamará? —preguntó curioso.

—¿Kiev? —pregunte curiosa y él sonrió y asintió.

—Beau si es niña— asentí levemente. Recordé que Kiri había dicho que ese era el nombre de su madre.

Ambos nos quedamos en silencio durante unos segundos.

Era relajante estar en este lugar. Unos cuantos recuerdos de la última vez que estuvimos aquí llegaron a mi mente.

Estaba tranquila estando a su lado. Me daba paz saber que ahora no había nadie que pudiera hacernos daño.

—Jules— me llamo mientras salía del agua y se sentaba a mí lado. Voltee a verlo esperando a que terminara de hablar. —Mi corazón solo late por ti— inevitablemente una sonrisa salió en mi rostro. Tomo mi mano y la llevó a su pecho. Ya no necesitaba recargarme en su pecho para poder escuchar su corazón. Después de que me explico bien porque me mordió también me explico lo que seguía. Ahora podía escuchar cosas a una distancia lejana entre más cosas.

—Yo también te amo— le respondió con una leve sonrisa y me acerqué para besarlo.


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Conforme pasaban los meses podía decir que comenzaba a retomar cada de mis actividades normales. Aunque mientras más pasaban los meses más crecía mi vientre, mientras que mis pechos me dolían y mis pies se hinchaban comenzaba a ser un pequeño tormento.

Durante el cuarto y quinto mes todo iba un poco bien. Ya se notaba un poco más. Nadie más que los que vivían en la casa sabían que estaba embarazada. Sin embargo, aun pensaba en cómo decirle a mi familia y amigos.

—Una parrillada— se encogió Max mientras se quitaba la camisa. La dejo en el cesto de la ropa sucia y se sentó en la orilla de la cama. —¿Masajeo tus pies? —pregunto mientras acariciaba mi pierna y asentí levemente.

Los ejercicios diarios me dejaban exhausta.

Max se levantó de la cama. Fue a ponerse un pantalón más cómodo y tomo el aceite del buro.

—Pronto mi ropa y tus camisas dejaran de quedarme— me queje. Max sonrió con ternura. Y era cierto, pronto mi vientre iba a crecer más, mi ropa dejaría de quedarme y no he comprado nada de ropa de maternidad.

Que en realidad no me gustaba para nada, era mucho más cómodo usar las camisas de Max que mi ropa, ya que la mayoría ya comenzaba a estar ajustada.

—Compraremos más cariño, no te preocupes— me sonrió con tranquilidad. 


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Espere a que llegara al quinto mes para hacer la parrillada de la cual había estado hablando con Max los últimos días.

—Estoy nerviosa— murmuré mientras jugaba con mis manos. Max entrelazó sus dedos con los míos y beso el dorso de mis manos con ternura. Luego soltó mis manos y se agacho frente a mí. Dejo un beso en mi vientre sobre la tela de mi vestido.

—Los van a amar, tranquila— pauso haciendo énfasis en cada palabra. Asentí intentando hacerle caso.

La mezcla de olores se acumuló en mis fosas nasales. Era complicado saber cuál era el olor de quien, solo sabía que ya habían llegado. Se me acomplejaba vivir así desde que Max me mordió era muy diferente. Aun así, el me seguían enseñando cosas sobre este mundo.

Mordí mi labio inferior y antes de que pudiéramos escuchar el toque de la puerta Max me dio un corto beso en los labios y me dio la mano mientras me guiaba a la sala. Lo seguí tranquilamente o más bien todo lo que podía.

Respiré profundamente y cuando Max abrió la puerta me escondí detrás de su cuerpo. Tome su mano entre la mía.

—Ya los estábamos esperando, pasen— antes de que Max se hiciera a un lado yo me moví primero. Antes de que pudieran decir algo Max habló nuevamente.

—Jules está muy nerviosa porque tenemos algo que decirles— me dio un leve apretón en la mano. Tomé una fuerte respiración y me moví hacía a un lado para que pudieran verme bien.

—Sorpresa— sonreí con nerviosismo. Pude ver el shock en su mirada y los nervios, pero luego vi la alegría subir por su mirada. la primera en reaccionar fue Ashley quien se lanzó a mí y me abrazó sin ejercer tanta fuerza para no aplastar mi vientre.

Luego de eso todos me abrazaron y felicitaron.

Me sentí más tranquila al darme cuenta de que todos estaban muy felices y que lo sentían de verdad y no de manera fingida o por compromiso.

El entusiasmo que me albergaba en ese momento al darme cuenta que mi oportunidad de por fin ser feliz estaba frente a mí y que por fin la iba a tomar sin mirar atrás.


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