Capítulo 21
Navidad, cumpleaños y...
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Si, así es ella, florece sin importar el tipo de suelo.
—Joel Montero
Max
La navidad no es algo que me emocione mucho. Casi siempre la pasaba solo, las últimas navidades Lizbeth ni siquiera me dejaba ver a los niños. Y ahora tenía a Terry y a Jules, pero no sabía dónde estaba Raíza. Me preocupaba ya que no sabía nada y a veces me entraba una impotencia extrema al no saberlo. Me dolía la cabeza solo de darle vueltas.
No sabía dónde estaba mi hija, era navidad. No sé si la pasaría sola o no.
Pero un mensaje hizo que la tranquilidad fluyera por mi cuerpo. Era mi padre.
Raíza está conmigo, no quiere que lo sepas, pero no imagino como debes de estar.
Solté un suspiro y llevé las manos a mi rostro. Juro que creí que mi corazón iba a salirse de mi pecho. Maldita sea. Fue como un balde de agua fría.
Agradecí que papá me avisara, por lo menos podría dormir en paz.
Termine de arreglarme. Hoy era noche buena.
Tendríamos la casa llena. Iba a venir Alex y Jacke, iban a traer a Lía la niña que habían decidido adoptar. También optamos por invitar a Adrián y los hermanos de Jules. También iba a estar Kiri e Iden.
Demasiada gente, pero pensaba que eso podría ayudar a Jules a sentirse bien.
—¿Cómo me veo? —pregunto Jules posándose frente a mí. Llevaba un vestido verde con brillos. Se ajustaba perfectamente a su cintura y bajaba por sus caderas contaba con una abertura que iniciaba en su pierna izquierda hasta llegar al final des vestido. También era de mangas largas de una tela semi transparente.
—Más hermosa de lo normal, además muy sexi— ella se ruborizo y fue por sus tacones. Se colocó los tacones unos minutos después. —Raí esta con mi padre— le informé a Jules tranquilo. Ella termino de ponerse los zapatos y se acercó a mí. Tomo mi rostro entre sus manos y me sonrió.
—Lo vez, ella está bien— su sonrisa era reconfortante. Dejó un suave beso en mi frente y se alejó. —¿Por qué no invitas a tu padre a que pase unos días aquí? Tal vez ella venga— pregunto mientras se colocaba unos pendientes y un collar que le había regalado días atrás.
Asentí mientras me miraba a través del espejo.
—Más tarde le llamare y lo invitare, tal vez funcione— asintió con una leve sonrisa y concluyo sus dos horas de estarse arreglando.
Terminamos bajando al primer piso donde ya había llegado Alex, Jacke y Lía. La niña lucía tímida.
—Hola— sonrió Jules primero. Se acercó a ellos y abrazo a cada uno y beso sus mejillas. —Tú debes de ser Lía— le sonrió a la niña rubia de unos ojos grandes de color azul. Tal vez tenía la edad de Terry.
Ella asintió.
—Yo soy Jules y ese gruñón que vez ahí— me señalo con una sonrisa en sus labios que llevaban ese color carmín que tanto me gustaba. —Es Max— me acerqué a ellas y me agaché a la altura de Lía. Le sonreí con calma.
—Hola pequeña— ella me sonrió y agito su mano.
—Tú eres muy guapo— menciono con voz infantil. No pudimos evitar reír por que acaba de decir.
—Gracias, tu también eres muy bonita— pause —Creo que por eso Santa Claus te va a traer muy lindos regalos— ella sonrió. Sus ojos se iluminaron.
Claro también habíamos comprado unos regalos para ella cuando Alex y Jacke nos dijeron que iban a traerla. Después de esa pequeña interacción Terry llegó e hizo amistad muy rápido con ella y la llevó a jugar a su cuarto.
—Ya están llegando— susurro Jules después de un rato. Dejo su teléfono de lado y tomo aire. Se encontraba nerviosa desde que les dijeron que si vendrían. Dijo y cito "No sé cómo tomara papá el que este aquí". Yo tampoco sabía cómo lo iba a tomar, pero le dije muchas veces que lo tomaría bien.
—Estoy muy nerviosa— comentó mientras íbamos a abrir la puerta. Tome su rostro entre mis manos obligándola a mirarme.
—Todo va a salir bien, tranquila— ella asintió.
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Jules
Abrí la puerta dándoles la bienvenida. Papá venía adelante. Detrás de él estaban Ashley y Edmon. Mi hermana sonrió al verme y no espero nada para acercarse y abrazarme.
—Que felicidad me da verte—susurró mientras me abrazaba. Me separe un poco de ella y bese su mejilla.
—También estoy muy feliz de verte— susurré. Me separé de ella y le sonreí a mi papá y a mi hermano. —Vamos entren— les anime. Ellos entraron y Max cerró la puerta.
Esperé en silencio a que Ed o papá dijeran algo. Los nervios me carcomían. Papá me dio una sonrisa sincera y se acercó para abrazarme y pegarme a su cuerpo. El olor de su perfume me llegó a las fosas nasales.
—Te vez increíble cielo— susurro con una leve sonrisa. Le regrese la sonrisa. Sentí como mis nervios se aplacaban. Me separe de él y me acerque a mi hermano, quien claramente y obviamente es más alto que yo.
—Te extrañe, Ed— susurre en sus brazos. El beso en mi cabeza. De fondo escuche como Max y papá se saludaban como dos personas normales.
—Yo también, Lissie— le di media sonrisa. No solía escuchar tanto ese sobrenombre. Aun así, se sentía tan familiar. Me aleje de él.
—Bueno ustedes ya se conocen— señale a Papá y Max— Pero ustedes no. Max, Edmon y Ashley, Ashley y Edmon él es Max— Max sonrió tranquilamente y les tendió la mano a ambos de forma amable.
Edmon no parecía muy convencido.
—Un cuñado que parece un príncipe, ¡Que mono! —Max rio por el comentario. Mientras íbamos a la sala Max susurró algo.
—¿Les caí bien? —me sorprendió esa pregunta, mucho más viniendo de él que en realidad parecía que le importaba un comino lo que todo el mundo pensara de él.
—Claro, Ash te amo, Ed bueno Ed es un poco celoso respecto a mis parejas, pero le caíste bien y papá es papá, creo que él te tiene un cariño muy raro— el soltó una pequeña risa mientras entrabamos a la sala. Parecía más tranquilo luego de eso.
Cuando entramos presentamos a todos. Papá pareció llevarse muy bien con Kiri. Todos parecían llevarse muy bien, charlábamos de cosas triviales y en ratos reíamos. Un sentimiento cálido se instaló en mi pecho de forma semipermanente. Después de un rato Max y Edmon parecieron llevarse muy bien, incluso pude ver como reían por un chiste que dijo Ed.
La cena comenzó.
—¿Cómo se llama? Esta delicioso— comentó Edmon. Una sonrisa triunfante surco el rostro de Max.
—Es cierto, esta delicioso— siguió Ash.
—Frutas de Mare—comentó Max. Papá felicito a Kiri por la cena, aunque ella rio.
—De hecho, yo no lo hice, lo hizo Max—ella sonrió como si estuviera orgullosa. Ashley abrió los ojos como platos sorprendida por la confesión.
—Wow ¿cocinas? —pregunto ella. Max asintió mientras bajaba su mano de la mesa. La llevó a mi muslo descubierto y me dio un leve apretón. Lo miré por una fracción de segundo y me dio una sonrisa angelical.
Deslizó levemente su palma por el interior de mi vestido mientras intentaba comer con su mano izquierda, lo cual era un intento en vano. Cuando vi que Terry se acercó moví su mano.
—Casi desde que nació— se burló Alex mientras le daba un sorbo a su copa de vino. Reí.
—Sí que tienes talento— comentó papá. Si, seguramente eso solo agrandaría el ego de Max. Terry y Lía parecían disfrutar su compañía. Ambos habían comido un poco y luego se habían sentado en el suelo a jugar con los dinosaurios.
Además, para nuestra mala suerte Iden no había podido venir.
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Después de casi dos horas todos terminamos yendo a dormir. Yo me estaba quitando los pendientes cuando sentí a Max detrás de mí.
—Creo que ellos me aman— comentó con una sonrisa triunfante. Reí.
—Claro—pause y me quite los tacones dejándolos a un lado. —¿Me ayudas? —pregunte mientras hacía mi cabello hacia a un lado para que tuviera acceso al zipper de mi vestido. Él me sonrió a través del espejo.
—Por supuesto— susurro y comenzó a bajar el zipper de mi vestido. No le tomo mucho tiempo hacerlo. Con sus manos me ayudo a sacar mis las mangas de mi vestido, luego bajo la parte del corsé dejándome semidesnuda. El aire helado acaricio mis pezones haciendo que estos se endurecieran. Solté un suspiro.
Comenzó a dejar un camino de besos en mi cuello deslizándose por mi hombro hasta llegar a mi espalda y bajando hasta llegar a mi cabera donde me tomo de la cintura y me giro inesperadamente haciendo que quedara frente a él.
Sus besos subieron a mi abdomen causándome cosquillas con su barba. Bajo por mi abdomen hasta llegar al bordo de mis bragas donde las bajó sin cuidado alguno y comenzó a dejar besos por la cara interna de mis piernas. Subió hasta mi entrepierna donde comenzó a dejar besos suaves hasta llegar a mis pliegues.
Llevó sus dedos y separo un poco para comenzar a besar y pasar su lengua. No pude evitar gemir ante el primer contacto de su lengua en mi centro. El subió su mano libre a mi cadera, donde la puso evitando que me moviera de más.
Gemí ante cada lamida y cada que sus dedos me penetraban sin ninguna sutileza. No quería ser gentil, lo demostraba en cada movimiento que hacía.
Sus dedos se movían con destreza y agilidad sabía cómo moverlos para hacerme disfrutar. Un nudo comenzó a formarse en mi estómago.
Ni siquiera me dejo llegar a mi orgasmo, aunque no paso mucho tiempo y me penetro con fuerza robándome un gemido. Enrede mis piernas en su cintura para disfrutar aún más. Me aferre a sus hombros y no podía evitar rasguñar su espalda cada que lo hacía. Mis gemidos inundaban la habitación y él ni siquiera se preocupaba por eso.
—Eres tan hermosa, mi luna— murmuró cerca de mi rostro. Sus ojos se habían tornado rojos, eso solo me acercaba más a mi tan deseado orgasmo.
—Mierda, te amo— murmuré mientras me aferraba a sus hombros. Sus palmas se aferraban a mis caderas con fuerza, aunque ni siquiera repare en aquello. Cada embestida me acercaba más al éxtasis, aunque cada vez que el nudo de mí estomago se acercaba el disminuía sus movimientos torturándome lentamente.
—Eres cruel— me queje cuando disminuyo sus movimientos. Una sonrisa llena de malicia surco sus labios y me besó con fervor. Su mano subió a mi mejilla, no alentó sus movimientos, al contrario. Gemí en su boca y el atrapo mi labio entre sus dientes.
—Pero te gusta— murmuró alejando su rostro un poco y sonreí levemente.
Ahora no disminuyo el movimiento en sus caderas, al final termino estimulando mi clítoris con su mano derecha añadiendo una nueva sensación.
Mi cuerpo comenzó a retorcerse cuando el clímax llegó. Max gimió mi nombre por lo bajo y sentí la necesidad de besarlo. Acerque mi rostro al suyo y lo bese con fervor mientras él seguía moviéndose dentro de mí aletargando mi orgasmo.
Salió de mí y me tomó entre sus brazos y me llevó a la habitación.
—Te amo a ti y amo que seas solo mía— murmuró mientras me dejaba sobre la cama.
No voy a mentirme. Me gustaba esa posesividad.
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Por la mañana ya habíamos entregado la mayoría de regalos, por surte todos estaban felices. No obstante, aún faltaba entregarle su regalo a Max. Tome la llave del bolsillo de mi pijama. Un pijama que había comprado hace unos días, era verde con unos renos. No solo había comprado para, mí, también para Max y Terry.
—Ven— dijo Max tomando mi mano. Me llevó afuera y cubrió mis ojos antes de salir a la entrada, fruncí el ceño. No dije nada, no sabía a qué veníamos, pero seguro que vería el auto. Escuche el chirrido de la puerta al abrirse, las palmas de Max cubrían mis ojos.
—Jules, ¿Por qué hay otro auto aquí? —interrogó quitando las manos de mi rostro y fruncí el ceño. ¿Otro? Se suponía que solo estaría él que yo le había comprado. Abrí los ojos acostumbrándome a la claridad. Me quedé en silencio absoluto al ver el otro auto junto al que yo había comprado. Era un McLaren 570s spider, de esos que abren las puertas hacia arriba y era color verde pastel.
—Dímelo tú— pause aun sin poder dejar de ver ese auto. —Ese— señale con el dedo el auto negro. —Es tuyo— saqué las llaves y se las di. El me miró confundido.
—¿Mío? —
—Lo compre para ti— su ceño se relajó, pero luego negó con la cabeza.
—Jules— lo interrumpí
—Jules nada, toma las llaves lo he comprado para ti—él sonrió levemente y se acercó. Me dio un suave beso en los labios que duro una milésima de segundo. luego el sacó una caja de su bolsillo y me la dio.
—Ese es todo tuyo— sonrió con diversión al ver como señaló con la cabeza el McLaren.
—¡Oh por dios! —cubrí mi rostro con mis manos —¡Oh por dios Maxwell! —chille y juró que casi llore. Tomé la caja y la abrí lentamente para darme cuenta de que eran las llaves con un lindo llavero pomposo color verde. Sonreí con ternura al ver ese pequeño detalle.
No esperé más y me acerqué al auto y lo abrí. Max hizo lo mismo con su auto.
Me quedé algo embobada cuando abrí la puerta hacia arriba, no iba a negarlo me encantaba. Entre en el asiento del conductor y mire todo. El tablero, los asientos bastante cómodos y sobre todo lo perfecto que era.
Me quedé embobada mirando cada parte de él. Era mi primer auto y era perfecto.
El rugido del auto de Max me saco de mi ensoñación. La sonrisa de Max parecía la de un niño con un juguete nuevo. Era lindo verlo así.
No quise encenderlo, aún. Bajé del auto y me acerqué a Max quien ya había apagado su auto.
—Me encanta— él sonrió.
—A mí también— pauso y salió del auto —Muchas gracias, cariño— sonreí y me acerqué a besar su mejilla.
—Lo mismo— el comenzó a dejar besos desperdigados por mi rostro.
Se sentía tan bien estar con Max. Cada parte de él era increíble, no era perfecto, pero si increíble.
Cada parte de mí comenzaba a sanar, lentamente.
Cada día sentía una pequeña mejoría, aunque había días en los que pensaba que todo era en vano y que no servía. Sin embargo, esos días pasaban y todo parecía regresar a la normalidad.
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Max
—Iré a ver a Peach— me aviso Jules. Yo la miré frunciendo el ceño.
No. Claro que no. No después de saber que Peach le había estado mintiendo durante años. ¿Por qué le mentía si tanto la quería?
Aun no terminaba de convencerme el que ella sea buena. Simplemente no me agradaba nada y no me inspiraba nada de confianza.
Pensé en algo para que ella no fuera sin verme tan... estúpido posesivo.
—Pensé que íbamos a ver películas— mentí haciendo un puchero. Ella entrecerró los ojos y se acercó a mí.
—Eres un mentiroso— susurró tomando mi rostro. Yo me encogí de hombros.
—Vamos quédate por favor— pedí. Ella negó con la cabeza.
—No, además lo haces porque no te agrada— no iba a negarle eso, claro que no me agradaba y se lo había dicho hace unos días.
—No es eso, solo que quiero pasar tiempo contigo—intente hacerle ojos de corderito a medio morir. Ella negó con la cabeza. Solté un suspiro.
—Max por favor siempre la pasamos juntos, no seas así— pauso. Yo me levante de la silla. Me acerqué a besarla, no obstante, me alejo con una de sus manos sobre mi pecho.
—No, no, no— negó con la cabeza con cierta molesta en su voz. Bien esto no pintaba para bien. —No Max, voy a salir— negué con la cabeza.
—Vamos por favor, que quieres hacer que haga para que te quedes conmigo— ella nuevamente negó.
—Nada, solo quiero ir— gruño claramente molesta, su rostro había comenzado a tomar ese tono carmesí, no obstante, tal vez así no iría.
—Jules— ella entrecerró los ojos y me fulmino con la mirada.
—Dame un buen motivo y no voy—pauso—Ni creas que voy a quedarme, no a menos que me des un verdadero motivo y no solo el hecho de que la odies, es mi amiga— su voz sonaba firme y en cierta parte comenzaba a irritarme.
no deje que eso me quitara mi escasa paciencia, gracias a estos meses con ella esta había aumentado como para perderla por esto.
—Una, ella está loca por ti, dos es una maniática, tres te está mintiendo en la cara y tú lo dejas pasar, aunque sabes que es una mierda de persona contigo— su silencio fue abrupto, no obstante, yo seguí hablando—Sin dejar de lado que es una manipuladora que si no haces lo que quiere te hace sentir mal solo para que lo hagas— entrecerró sus ojos. No parecía nada contenta y no era para menos, prácticamente estaba tirándole mierda a su mejor amiga.
—¡Cállate! — me grito plantándose frente a mí. Su pecho subía y bajaba, pero sus ojos estaban llorosos.
Tal vez la cague, pero ella quería saber lo que pensaba y ahí estaba.
—No té permito que hables así de ella— pauso y su mirada se endureció un poco, aunque pareció flaquear. Me quedé en silencio esperando a que hablara. No lo hizo y yo tampoco hablé. Ella se giró para irse de la oficina. No dije absolutamente nada, no me arrepentía de lo que acababa de decir.
Sin embargo, cuando escuché la camioneta irse me maldije por haberla dejado ir después de haber discutido, no merecía tener que lidiar con nuestra estúpida discusión, pero se aferraba demasiado a romantizar a Peach y sus estúpidas manipulaciones.
Una punzada en mi pecho hizo que me estremeciera. Solté un suspiró y me maldije un par de veces.
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Por la noche Jules no regresó a dormir. Ni siquiera había respondido mis mensajes y Kelly me dijo que se habían quedado en la casa de Adrián.
No podía dormir, ese malestar no me dejaba, además de que la extrañaba. Anhelaba sentir su cuerpo junto al mío nuevamente.
Deje escapar el aire que retenía en mis pulmones. Terminé de secar mi cabello y miré la hora.
Era la una de la madrugada. Fui por una camisa y me puse tenis. Tome mis cosas y le deje a Kiri una nota en la cocina diciéndole que regresaba mañana.
Salí a la cochera y saqué mi auto.
Gracias a que la carretera estaba vacía hice menos tiempo al llegar a Montreal.
Cuando llegué a la antigua residencia de Adrián note que no había guardias, aunque la reja principal estaba cerrada y tuve que decirle a Kelly que me abriera. Unos minutos después lo hizo. También le pedí que le dijera a Jules que estaba aquí. Minutos después ella me estaba llamando por teléfono.
—Vete no quiero verte— fue lo primero que dijo. Un dolorcito en mi pecho me hizo quedarme en silencio unos segundos.
—Yo sí quiero verte, quiero hablar contigo— me recargue en el auto. La escuche suspirar. Entendía que había dicho cosas que tal vez debí guardarme, aun así, eso no me quitaba las ganas de verla o hablar con ella. Aunque solo sean esos minutos.
—Sí, pues te recomiendo que esperes sentado, porque no saldré— repuso en tono bastante convincente, tanto que casi me convenció. Casi.
—Vamos por favor hay que hablar, lo siento— mentí en eso último, no lo sentía en absoluto.
—No, no lo sientes— era cierto y no podía negárselo porque ya lo sabía.
—Tienes razón no lo hago, pero no quiero que te vayas a dormir molesta conmigo, es malo para la salud— ella soltó una carcajada sin ni una pizca de gracia. Al parecer si la cague.
—Mira entra, pero no hablaremos y dormirás en un extremo de la cama— sonreí para mis adentros al darme cuenta que me dejaría dormir en la misma habitación que ella.
Si realmente no me quisiera cerca me habría dado otra habitación o tal vez no me hubiera dejado entrar en primer lugar, aunque ella es demasiado buena para hacer eso.
—Perfecto— colgó el teléfono y minutos después fue Kelly quien me abrió la puerta.
—La primera habitación a la derecha— me indicó mientras iba de regreso a la habitación donde se quedaría hoy.
—Gracias— le dije.
Ya parecía que le era más fiel a ella que a mí. No lo culpo, yo le dije que debía de cuidarla a ella, no a mí.
Subí a la habitación y toqué la puerta. Solo olor tan exquisito me hizo suspirar. Acto seguido ella murmuró un "pasa".
Entre. Ella estaba acomodando la cama, ponía algunos cojines en medio.
—Tú el lado derecho, yo el izquierdo— dijo sin mirarme. Llevaba un blusón de seda que se ajustaba perfectamente a su cuerpo, me hacía preguntarme como podía dormir con eso cómodamente.
Dejando eso de lado la idea de dormir con esos cojines en medio no me gustaba en absoluto. No dije nada.
—Perdón si te hice sentir mal— me disculpé mientras me sentaba en el bordo de la cama. Ella se quedó en silencio haciéndome saber que no quería hablar. —No quería hacerlo, solo que... no lo sé— murmure las últimas tres palabras. Ella soltó un suspiró. Dejó una manta de mi lado y la otra del suyo.
Se acostó a un lado y luego apagó la luz.
—Buenas noches Max— murmuró mientras se dejaba caer de su lado de la cama. Yo me quité los tenis y la camisa dejándolas de lado.
—¿Por qué me dejaste quedarme? — solté de repente mientras me acostaba en mi lugar designado. Solo quería escuchar eso último.
—No podía dormir y seguro tú tampoco— respondió. Sonreí para mis adentros.
—Buenas noches, la mia luna— murmuré mientras me acomoda.
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En la mañana que desperté estaba invadiendo el espacio de Jules. Aunque ella descansaba cómodamente sobre mi brazo acurrucada a mi lado.
Sonreí levemente y envolví mis brazos en su cintura.
Unos cuantos minutos ella despertó y al verme me dio una leve sonrisa, la cual borro instantáneamente. Tal vez cuando reacciono que seguía molesta conmigo.
—Estoy enojada contigo— se levantó de la cama sin decir nada más y solté una pequeña risa mientras negaba con la cabeza.
—Solo mientras estas despierta, porque mientras dormías estabas cómodamente acurrucada conmigo— respondí mientras me levantaba. Ella duró un par de minutos allá dentro. Sin embargo, no me dijo nada más. Solo me dirigió la palabra un par de veces y porque era necesario.
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Duro casi una semana molesta conmigo. Solo me había enviado un mensaje diciendo que me amaba, pero estaba enojada.
Hasta el 31 de diciembre a las cinco de la tarde me mando otro mensaje que decía.
"Nos invitaron a cenar con la familia de papá ¿Vas? "a lo cual claramente no iba a decir que no, claro quería verla, no importaba la situación solo quería estar cerca de ella. Luego de eso me llamo diciendo que llevara a Terry a lo cual le dije que no iba a ir porque estaba con Alex, Jacke y Lía ya que pasaría año nuevo con ellos porque él y Lía se habían unido demasiado.
A las ocho ya estaba en casa de Jules, esperándola con Kelly afuera.
Cuando bajo Malik comenzó a ronronear cuando su olor comenzó a rondar en el aire.
Su vestido se ajustaba demasiado bien a su cuerpo y el color negro de este solo la resaltaba más su belleza.
Era tan perfecta y era solo mía.
—Te vez hermosa— murmuré acercándome a ella. Ella me dio una leve sonrisa y beso mi mejilla. Ese simple acto dejo a mi corazón temblando. Tal vez se debía a su escasa atención de estos días. Prosiguió a acercar su mano a mi rostro y con su pulgar comenzó a borrar la mancha de labial que dejó en mi mejilla.
—También te vez guapo— sonreí levemente y acaricié su mejilla. Por lo menos ya me estaba dirigiendo la palabra. Malik estaba sumamente impaciente y yo por igual.
—¿Puedo besarte? — pregunte tranquilamente mientras seguía acariciando su mejilla ella me dio una media sonrisa llena de diversión dejándome saber que esto le divertía. Y con justa razón.
—No. Ya te besé— su sonrisa no se desvaneció. Yo entrecerré los ojos. No podía ser tan cruel.
—Vamos, por favor, solo uno— pedí. Ella sonrió levemente y vi como en su mirada un destello de tranquilidad paso por su mirada haciéndome sentir más relajado y con un poco de esperanza.
—¿Me vas a rogar? — asentí varias veces a modo de respuesta. Ella no borró la sonrisa de su rostro. Se acercó quitando mi mano de su rostro. Tomó mi rostro entre sus manos y me acercó un poco para que pudiera besarla.
Mi cuerpo se relajó cuando mis labios tocaron los suyos. Envolví mis brazos en su cintura y la pegué a mi cuerpo. No pude evitar gemir por lo bajo al sentir lo jodidamente bien que se sentía besarla de vuelta.
—Maldita sea te extrañe— susurre alejándome un poco de ella, pero sin soltarla. Ella sonrió levemente. Me dio un pico.
—Yo también te extrañe— pauso —Te he dejado todo el labial— si pues eso no me importaba realmente.
—No importa— murmuré. Ella me sonrió tranquilamente y luego sacó de su bolso una pequeña bolsa de toallas húmedas. Saco una de las toallas húmedas y comenzó a quitar los restos de labial de mi rostro. Cuando termino la guie hasta el auto. Me contó un poco de su familia y del lugar a donde íbamos. Me contó que su abuela no le hablaba desde que rechazó casarse con el nieto de su amiga y que sus tías son unas víboras.
Cuando llegamos a la mansión de su abuela me sorprendí un poco al darme cuenta que no era una fiesta de año nuevo normal. Había más personas de las que pensé.
Saludamos a algunas personas, bueno, más bien ella, yo solo sonreía levemente para no verme como el idiota que ya soy.
—¡Jules! Que alegría verte hija— la voz de una mujer ya mayor llegó a nuestros oídos. Jules no soltó mi mano. Al contrario, me dio un leve apretón.
—Abuela— sonrió Jules. Claramente fue una sonrisa fingida. Nos acercamos a ella. La mujer castaña me miro algo sorprendida. Tenía algunos rasgos similares a los de Adrián por lo que pude darme cuenta que seguramente era su madre.
Jules soltó mi mano por unos segundos para abrazar a su abuela.
—Por fin vienes— pauso— ¿Él quién es? ¿Es tu esposo? Creí que no te habías casado—Ella pareció algo incomoda ante la pregunta de su abuela. Jules me miró por unos segundos, pero me anticipé a responder.
—Nos vamos a casar—Jules sonrió nuevamente y asintió siguiéndome la mentira. La abuela abrió los ojos un poco sorprendida y buscó algún anillo en su dedo. —El anillo era demasiado grande, lo hemos mandado a arreglar— sonreí levemente. La abuela sonrió complacida.
—No me has presentado a tu prometido, Jules— la abuela sonrió a Jules y luego a mí.
—Abuela él es Max Cross, Max ella es la abuela Beth— Jules sonó tranquila. La abuela me tendió la mano y yo le correspondí con una sonrisa amable. Unos minutos después estábamos cambiando por todo el salón.
—Tú abuela me ama— le dije a Jules. Ella rodo los ojos con diversión.
—Por supuesto, hasta ahora todo mundo te ama, aunque creo que aman más él hecho de poder decir que Max Cross es familia— reí levemente y bese su mejilla. Ella sonrió levemente.
—De igual manera, aun así, me casare contigo, no con tu familia— ella rio y negó con la cabeza.
—Espera a que nuestra mentira llegué a oídos de papá y Edmon— hice una leve mueca. Luego me encogí de hombros.
—Me voy a casar contigo, no con tu familia— dije nuevamente. Ella sonrió. Pude escuchar los latidos de su corazón. La rapidez con la que latía. No obstante, no dijo nada, aunque sabía que seguro quería preguntar, pero no lo hizo.
Seguimos unas cuantas horas más en la fiesta, conocí a algunas de sus primas lejanas las cuales ciertamente se sorprendieron al darse cuenta de que ella estaba "comprometida" conmigo. Incluso Adrián dijo algo sobre la pequeña mentira, aunque no le preste mucha atención, a decir verdad.
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Antes de que se dieran las doce ya estábamos en mi departamento.
—Hoy solo quiero que me abraces hasta que amanezca— avisó Jules. El tono de su voz había decaído al igual que su estado de ánimo. Supuse que tenía que ver con su cumpleaños y Jasón.
—Lo que mi luna desee— ella sonrió levemente y termino por quitarse los tacones. Los dejo a un lado y luego fue al armario.
Me senté en la cama y le mandé un mensaje a papá preguntándole por Raí. De igual forma le mande un mensaje a Alex preguntando por Terry. Unos segundos después Jules salió del armario con una de mis camisas puesta.
—Es el primer cumpleaños en el que no estaré con Jasón y en el que no tendré a mamá— confeso en tono nostálgico. Miro sus manos. Me levante de la cama y me acerque a ella. Tome sus manos con delicadeza impidiendo que siguiera jugando con ellas de forma ansiosa.
—Sé que no es el mejor plan para un cumpleaños, pero ¿quieres que te lleve al cementerio mañana? Tal vez te ayude un poco— alzó el rostro para mirarme. Sus ojos se habían empañado.
—¿Harías eso? —asentí y besé su frente.
—Sé que es difícil pasar por todo esto y voy a ayudarte en lo que pueda cariño, no tienes que cargar con todo ese dolor tu sola— ella hizo un puchero evitando llorar. Soltó una de mis manos y limpio sus ojos.
Me abrazo por la cintura y nuevamente bese la coronilla de su cabeza. Luego de eso nos acostamos en la cama. Recostó su cabeza sobre mi hombro mientras con mi mano libre la abrazaba por la cintura.
—Cuando mi madre murió fue difícil superarlo— susurré sabiendo que ella me podía escuchar —Se sentía como si mi alma se quemara si es que eso es posible, dolía de forma inexplicable y parecía que nunca terminaría, pero déjame spoirlearte algo; nunca termina, simplemente aminora y aprendes a vivir con los bellos recuerdos que te brindaron las personas a las que más has amado. Nadie es eterno, cariño, tarde o temprano llega la hora de irse de este mundo y cuando es hora no importa cuanto lo evites— ella se pegó un poco más a mi cuerpo. Sentí como sus lágrimas comenzaron a mojar mi brazo.
—¿Tu aprendiste a vivir con eso? —asentí, aunque no me pudiera ver.
—Claro que sí, créeme enserio no es tan malo como crees, al final los recuerdos lindos son los que prevalecen durante mucho tiempo y tal vez un día pienses en todo eso con una sonrisa adornando tus hermosos labios— ella asintió, sentí como movió su cabeza sobre mi brazo.
—Gracias Chérie— murmuró.
—No es nada cariño, no te voy a dejar sola— murmuré.
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Jules
—Jules— sentí como me removían sobre la cama. Emití un gruñido y entreabrí los ojos encontrándome con el rostro de Max y una sonrisa alegre en él. —Despierta mi luna— murmuró a escasos centímetros de mi rostro. Me dio un corto beso en la nariz. Termine abriendo los ojos completamente. Me senté sobre la cama y me fijé en Max. Ya iba vestido ropa casual. Parecía haber salido de ducharse. Su cabello iba despeinado. Llevaba una camisa de manga larga color beige y unos pantalones oscuros, aunque aún llevaba pantuflas.
—Ven levántate, daté una ducha y vístete, vamos a desayunar para luego salir— asentí levemente sin decir nada. Mi corazón se encogió al no escucharlo mencionar nada de mi cumpleaños, aunque anoche lo mencione. Max salió de la habitación sin decir nada más. Yo me levanté de la cama y fui directo al baño.
Mire mi aspecto en el espejo.
Me sentía un poco cansada. Evite pensar mucho en que hoy era mi cumpleaños.
Nuestro.
Hace un año estaba celebrándolo en un lindo restaurante mientras nos cantaban la canción de cumpleaños.
Flashback
—Feliz cumpleaños, Jules, Feliz cumpleaños, Jasón, cumpleaños feliz—Jasón tomo mi mano. Había una sonrisa llena de vida y alegría que decoraba sus labios. Sonreí de la misma manera de solo verlo.
—Feliz cumpleaños Lissie— me abrazó con fuerza y beso mi mejilla. Sonreí y le devolví el beso.
—Feliz cumpleaños Jay Jay—
Limpié las lágrimas que se habían escapado de mis ojos y me metí en la ducha antes de comenzar a llorar desconsoladamente. Me di una ducha rápida, no me permití llorar ni pensar en el pasado o cualquier cosa que pudiera hacerme llorar.
Cuando termine de ducharme fui al armario y busque algo bonito que ponerme.
Opte por un vestido negro de manga larga. Llegaba por encima de mis rodillas. También me puse un abrigo del mismo tono y unas botas largas, igual negras.
Ya me había maquillado, incluso había alaciado mi cabello. Aunque me había maquillado muy poco. Baje las escaleras cuidando de no caerme. Max no estaba en la sala así que fui a la cocina. Cuando entré en ella tuve un subidón de emociones.
Había unos globos color verde metálico con forma de letras pegados en el ventanal de enfrente, todas las letras decían "Feliz cumpleaños".
En la encimera había un plato grande con fresas, duraznos y uvas. También había un vaso con limonada rosa. Dos platos con panqueques con crema batida y chocolate. También a un lado había un hermoso ramo de flores, eran gerberas blancas y rosas color rosa. Pero eso no fue lo que me sorprendió. Sino el pastel color verde que había en medio. Me acerque a la encimera.
Vi el pastel más de cerca y me di cuenta que el betún estaba hecho un desastre como si no supieran como ponerlo, al igual unos intentos de flores blancas dibujadas y un "Feliz cumpleaños, cariño" con betún blanco. Sonreí. Mis ojos se cubrieron de lágrimas.
—Me ofende que creyeras que olvidé tu cumpleaños—la voz de Max a mis espaldas me hizo pegar un brinco ya que creí estar sola.
Era demasiado tierno todo esto.
Me gire para verlo. Él me sonrió con cierta alegría en sus ojos.
Se terminó de acerca a mí y me abrazó. Lo recibí en mis brazos.
—Feliz cumpleaños, mi luna— murmuró y luego me tomo del mentón para besarme.
Fue un beso demasiado tierno al que correspondí.
Luego de unos segundos me separe de él.
—Todo esto es tan hermoso— susurré maravillada. El me regreso esa sonrisa. Me pregunte a qué hora se habría despertado para hacer todo esto. —¿tu hiciste el pastel? —interrogue.
El me miró un poco apenado. En ese momento fue la segunda vez que lo conocía que pude notar un leve rubor en su rostro. Rasco su cabeza.
—Bueno, fue un intento, claramente no salió nada perfecto, pero el pan sabe bien—no pude evitar sonreír con ternura ante ese gesto de su parte. Es tan tierno.
—Aw, que hermoso eres— le dije con una sonrisa y besé su mejilla. —Me gusta mucho. Muchas gracias— el beso mi cabeza —Esto es muchísimo más de lo que alguien ha hecho por mí en alguno de mis cumpleaños— susurré y nuevamente me acerqué a besarlo. El me recibió con una linda sonrisa en sus labios.
Mi corazón latía con tanta fuerza dentro de mi pecho que seguramente era un milagro que no me diera un paro cardiaco.
Sus labios entraron en contacto en contacto con los míos y me pegó a su cuerpo tomándome de las caderas, sus manos descendieron hasta mi trasero y me dio un leve apretón que me robo una sonrisa.
—Te mereces todo lo que desees mi luna— no mentiré amaba cuando me llamaba "mi luna" —Y yo me asegurare de que lo tengas— sonreí levemente mientras acariciaba su mejilla.
—Te amo— murmuré cerca de sus labios mientras me ponía de puntillas— sus ojos se iluminaron.
—Te amo— murmuró de la misma manera y me dio un pico. —Ahora hay que desayunar, tenemos un largo día por delante— asentí.
Max hizo a un lado el banco para que pudiera subirme y sentarme.
Él se sentó a mi lado. Ambos comenzamos a desayunar tranquilamente. En algunos momentos me daba besos en la mejilla o picaba la fruta de mi plato o viceversa.
Cuando terminamos de desayunar él quito los platos y limpio la encimera para luego poner el pastel frente a mí. no pude evitar sentirme emocionada ante esto.
Antes de que encendiera la vela mi teléfono comenzó a sonar. Max se acercó al otro lado de la encimera para dármelo. Vi que era una video llamada grupal. Era Ash, Eme, Andy, Alex e Iden. No pude evitar sonreír.
Respondí la video llamada y la cara de todos fue apareciendo. Papá y Ed estaban con Ash, Alex estaba con Jacke y Terry e Iden estaba con Kiri.
Esto era demasiado.
—¡Feliz cumpleaños! —a este paso me quedaría sin lágrimas para cuando de verdad las necesitase. No es mi culpa ser una llorona sentimental. Hice un puchero, pero no me dejaron decir nada porque Max encendió la vela del pastel, acomodo mi teléfono recargado en un recipiente y comenzaron a cantar la canción de cumpleaños feliz. Inevitablemente mis ojos se aguaron. Max se puso a mi lado y paso su brazo por mi hombro.
—¿Lloras de felicidad o tristeza? —preguntó en voz baja. Alce un poco la mirada para verlo.
—Ambas. Esto es muy emotivo— beso mi frente.
—Lo imagino, tomate tu tiempo— asentí levemente y me separé un poco de él. Limpie mis ojos y tome una profunda respiración.
Cuando terminaron de cantar papá hablo.
—Pide un deseo cielo— una sonrisa boba apareció en mi rostro. Esto era como tener dieciséis otra vez, aunque nuestra fiesta de dulces dieciséis dejo mucho que desear.
Observe como la pequeña llama consumía la vela poco a poco, me acerque más a la encimera y tome aire.
Deseo...
Miré a Max, quien me miraba con ternura.
Deseo poder ser feliz de una vez por todas con las personas a las que amo.
Soplé la pequeña llama de fuego y sonreí levemente.
—¿Qué pediste? —Terry fue el único que pregunto haciendo que todos soltáramos a reír.
—Es un secreto bebé, si lo digo no se cumplirá— le dije con una sonrisa. Max se encargó de cortar el pastel y me dio un pedazo y corto otro trozo para él.
Terry dijo que quería pastel y yo le dije que le guardaría un trozo.
—¿Van a poder venir? —les interrogué. Todos me miraron con culpabilidad.
Ok. Esa era una clara respuesta.
—No logramos conseguir boletos para hoy— contesto mi padre con desilusión.
—Yo apenas estoy en el aeropuerto, no sé a qué hora llegare, tratare de estar ahí— dijo Emerald con un leve puchero.
—A nosotros nos veras ya que salgamos de trabajar, la plata es necesaria cuando quieres comprar un regalo perfecto— Alex hizo que todos riéramos. Negué con la cabeza como si no tuviera remedió.
—Si yo también tengo que trabajar, pero en la noche nos veremos— dijo Iden
—Eso me incluye a mí— dijo Kiri con una sonrisa. Asentí levemente respondiéndole a esa sonrisa.
—En la noche iré a verte— dijo Andy con esa sonrisa angelical.
Luego de eso charle un poco con todos para luego colgar la llamada. Max me lleno el rostro de besos.
—No te desanimes cariño— murmuró. Asentí levemente.
—El pastel quedó rico— sonreí y el rio. Amaba el sonido de su risa y la forma en la que sus ojos se entrecerraban cuando reía.
—Para ser la primera vez no está mal—mientras él recogía la mesa lo mire unos segundos. No podía imaginarlo haciendo un pastel, aunque no me costaba creerla ya que era un excelente cocinero, sino tenía las cinco estrellas Michelin es seguro porque no quería. Aun así, no imagino lo tierno que sería verlo en un intento de repostero
—¿Hay algo que no sepas hacer? —le cuestione mientras lo seguía a la sala donde se sentó en el sofá para ponerse sus zapatos. Lo pensó durante unos segundos.
—Dibujar, cantar, tocar el piano o cualquier instrumento— admitió con diversión. —En lo demás soy casi perfecto— admitió con el ego al cien. Reí y negué con la cabeza.
Cuando bajamos al estacionamiento me dio las llaves de mi auto. Yo lo mire un poco sorprendida.
—¿Me vas a dejar manejar? —asintió —¿Enserio me confiaras tu vida? —el rio.
—No exageres tampoco me quieras matar tan pronto— reí y el paso su brazo por mi hombro —Y si te confiaré mi vida ciegamente— sonreí levemente y nos encaminamos a mi auto. Note que Kelly no estaba por aquí, seguro Max le dio el día libre.
Subimos al auto, yo en el asiento del conductor y él en el de copiloto. Ambos nos pusimos el cinturón de seguridad. Encendí el auto y prendí la calefacción.
—¿A dónde vamos? —interrogue mientras salía del estacionamiento.
—Primero iremos a comprar unas cosas, yo te digo donde— asentí y mientras manejaba puso un poco de música.
i was made for lovin'you comenzó a resonar en él auto. Max comenzó a dar unos leves golpecitos en su pierna con su dedo mientras seguía el ritmo de la canción.
—Es de mis favoritas— admitió Max mientras miraba por la ventanilla.
Me di cuenta que no conocía muchas cosas de Max, aunque creo que conozco más de las que cualquier persona puede encontrar en google.
Como lo que me acaba de decir ahora o que su sabor favorito de pastel, helado o lo que sea es de chocolate, o que no le gustan muchas verduras y el pollo, también que ama la naturaleza, aunque no lo admita, otra cosa es que le gusta mucho dormir, ama dormir y también ama su trabajo.
Y me ama a mí.
—¿Sabes? Te vez hermosa mientras manejas— paré en un semáforo en rojo y volteé a verlo.
—A ti el papel de copiloto no te sienta mal— sonrió levemente.
Al primer lugar al que fuimos fue a una florería. Dijo que íbamos a comprar flores para llevarle a mamá y a Jasón. Fueron dos ramos de flores. Luego nos dirigimos al cementerio.
Ahí Max me dio mi espacio, pero tampoco me dejo sola.
Estuvimos tal vez una hora ahí.
Hable sola como si estuviera loca. Como si mamá o Jasón pudieran escuchar o responderme. Pero mi corazón se sintió un poco bien al poder decir muchas cosas.
Luego de eso me dijo que íbamos al centro comercial.
—¿Por qué ahí? —interrogue. El me miro, lo supe porque sentí su mirada sobre mí.
—No lo sé, he escuchado que es terapéutico gastar dinero a lo estúpido— no pude evitar reír mientras negaba con la cabeza.
—¿Y qué? ¿Me comprarás el centro comercial? —me burle.
—¿Quieres que lo haga? —reí y negué con la cabeza
—No. Es broma— dije riendo. Sabía que si no se lo aclaraba era capaz de hacerlo. —¿Qué crees que piensen las personas cuando vean que te estas bajando del asiento del copiloto de un hermoso McLaren conmigo? —interrogué mientras buscaba un espacio donde aparcar en el estacionamiento del centro comercial.
—No sé a quién envidiarían más— admitió, pero no termino ahí —A ti por venir conmigo o a mí por verme con una hermosa mujer pelirroja— mis mejillas se encendieron sin que pudiera evitarlo. Negué con la cabeza como si no tuviera remedió.
Bajamos del auto. Nuestra primera parada fue a un Starbucks. Donde Max dijo y cito "¿Creíste que te iba a dejar sin cafeína?".
Yo pedí café y él un té helado. Nada sorpresivo, aunque si contrastante. Max me tomo de la mano mientras caminábamos por el centro comercial, en rato pasaba mi brazo por mis hombros pegándome a él, eso ultimo como un acto más territorial cuando algunos hombres se me quedaban viendo.
—Bien a dónde quieres ir primero, ¿Ropa, zapatos, joyas? No lo sé no soy mujer y no tengo hermanas— no pude evitar reír. Pensé unos segundos cual opción era mejor.
—Ropa— asintió. Lo llevé a una tienda de ropa a la que solía venir con Emerald. Tenían ropa hermosa ahí.
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Sobrepuse un vestido sobre mi cuerpo.
—Mira— le mostré a Max. Sin duda no era nada mi estilo, pero era hermoso. Era demasiado corto o por lo menos más de lo que yo uso. Además de que tenía la espalda casi descubierta y de enfrente era algo flojo, seguro que también mostraba algo de piel.
Por un momento creí que Max diría que no le gustaba o que era muy revelador, pero es Max.
—Si te gusta pruébatelo, puedo asegurarte que te quedara perfecto— sonreí levemente.
—¿No es muy revelador? — interrogue esperando alguna negativa. Se encogió de hombros.
—¿Y que tiene si lo es? Si te gusta y te sientes cómodo con él llévalo, recuerda que con el guapo hombre con él que vives puede golpear a cualquier idiota que diga algo o te mire mal— no pude evitar sonreír levemente.
—Bien, me lo probare— sonreí y se lo di. Él estaba cargando toda la ropa que ya llevaba. Me acerqué y le di un pico. —Eres increíble— él sonrió a modo de respuesta.
—Mira— le mostré una blusa. Creo que era la más cubierta que había tomado. Era de manga larga y de punto.
—Linda— respondió tranquilo. Yo le miré la etiqueta y busqué una talla más pequeña y luego se la di.
Unas cinco tiendas de ropa y zapatos después salimos de la última tienda de zapatos. Yo llevaba unas cuantas bolsas en mis manos. Pero Max llevaba la mayoría.
—Me siento mal que no me dejes pagar algo, siento que te dejare sin dinero— Max río y negó con la cabeza.
—Primero es tu cumpleaños y quiero que me dejes consentirte Jules, segundo cariño mi dinero no se va a terminar por comprar unas cuantas cosas en un centro comercial— reí por eso último.
—Bien, pero me dejaras invitarte la cena— el asintió sin rechistar lo que fue extrañamente nuevo y raro. Nunca decía que sí.
—¿Has ido al barrio chino? —interrogó mientras íbamos al estacionamiento a dejar todas las bolsas en el auto.
Negué con la cabeza con cierta emoción.
—Bien entonces ¿vamos? —asentí. Abrí la puerta para que el pudiera depositar todas mis bolsas. Cuando lo hizo me dio una sonrisa.
—Gracias Max— le dije y me acerqué para darme un corto beso, pero no estaba en sus planes. Me tomo de la nuca y me pegó a su cuerpo. Rodee su cuello con mis brazos. Sus labios se movían impacientes sobre los míos. Sus manos se deslizaron por mi cintura y me pegó contra su cuerpo dejándome sentir su notoria erección.
—Debemos arreglar esto— murmuré sobre sus labios y sentí su sonrisa. Nos separamos por falta de aire y Max se metió en el auto.
—Entonces llegaremos tarde a comer— dijo con una sonrisa maliciosa. Entre en el auto sentándome en sus piernas con cuidado de no golpearme la cabeza en el techo del auto. Reclino el asiento un poco hacia atrás y luego cerro la puerta. Agradecí en ese momento en que el auto tuviera los vidrios polarizados. Sus manos descendieron a mis piernas donde con facilidad me ayudo a colocarme sobre él con las piernas a cada lado de las suyas causando que él vestido se subiera hasta mi cintura.
Max acaricio mi piel desnuda mientras yo comenzaba a moverme lentamente sobre él en un vaivén que me robaba jadeos. La semana que habíamos pasado lejos comenzaba a cobrar factura.
Solo con esos roces ya estaba húmeda. Comencé a desabrochar el pantalón de Max mientras él me miraba con deseo puro en sus ojos.
—Max— lo llame. El me miró. Yo me levante un poco para que pudiera bajarse un poco los pantalones y él bóxer—No estoy para juegos— le aclare. Nuevamente esa sonrisa maliciosa abarco sus labios y me atrajo para besarlo.
—Qué bueno. Yo tampoco—respondió mientras colocaba su miembro en mi entrada robándome varios jadeos. Sus labios se deslizaron por mi cuello mientras yo me sostenía de sus hombros.
Comencé a moverme en círculos sobre él robándole un jadeo.
—Cuando comiences a moverte— jadeo —Ten cuidado de no golpearte la cabeza— murmuró mientras acariciaba mis piernas. Asentí levemente y me mordí los labios. Comencé a moverme lentamente, arriba y abajo causando mi propio placer. Max tenía sus manos en mis piernas mientras me dejaba moverme sobre él a mi gusto.
—Maldita sea había extrañado esto— murmuró entre jadeos. Sonreí levemente. Él dejo tomo mis muñecas con una de sus manos y las llevó a mi espalda con cuidado de no lastimarme. Con su mano libre comenzó a ayudarme a aumentar la velocidad de mis movimientos.
Entraba y salía de forma rápida.
Unos golpes a la ventanilla casi me hicieron soltar un grito. Mire a Max con los ojos bien abiertos. El me hizo una seña de que guardara silencio. Nuevamente los golpes a la ventanilla se hicieron presentes. Max soltó un gruñido y antes de salir de mí me dio un beso. Yo me pase al asiento del conductor y acomode mi vestido y Max su pantalón. Cuando se aseguró de que me haya acomodado el vestido bajo la ventanilla. Era un guardia del centro comercial. Evite mirarlos ya que la vergüenza podía más.
—Señor una familia reporto algo inusual en su auto, estamos en un estacionamiento de un centro comercial— Max soltó un suspiro. Le dio la multa y Max pagó. Minutos después escuche la ventanilla subirse. Voltee a ver a Max quien me dio media sonrisa.
—¿Vamos al departamento y luego al barrio chino? —asentí y encendí el auto.
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Pasamos casi dos horas en el barrio chino, comimos comida típica china que nunca en mi vida había probado. También compramos dulces chinos y bebidas.
Luego pasamos lo que restaba de la tarde en Old Port.
Para las siete de la noche íbamos de regreso al departamento.
—Me la he pasado increíble— le dije mientras el acariciaba mi pierna. Pude ver por el rabillo del ojo como sonreía.
—Y no ha terminado— cuando paré en un semáforo volteé a verlo sorprendida.
—¿No? —el negó con la cabeza.
—Vamos a llegar al departamento nos vamos a dar una ducha y te vas a poner lo que tú quieras porque vamos a salir, pero yo voy a manejar ahora tú te vas a vendar los ojos porque no quiero que veas a donde vamos— lo mire un poco emocionada.
Alce ambas cejas con una sonrisa.
—¿Qué debo de ponerme? ¿Algo causal, formal? —pregunte mientras seguía manejando.
—Debe de ser algo que te cubra del frío, vestido, falda, lo que sea y casual— asentí levemente.
Cuando llegamos al departamento me apresure a ducharme. Nos bañamos por separado para que fuera más rápido ya que estaba ansiosa por saber que era lo que Max había preparado.
Casi una hora después terminamos de arreglarnos. Me alacié el cabello, me puse un vestido negro que de arriba era semitransparente a excepción de las copas. Y la parte de la falta era pegada y tenía un poco de brillos. También me puse unos tacones del mismo tono.
Max se había puesto un traje negro que le hacía ver más guapo de lo normal. Llevaba los primeros dos botones de la camisa abiertos dejando ver un poco del tatuaje de sus hombros.
Cuando bajamos al auto me guio hasta su auto y antes de que subiera me puso una venda en los ojos y me ayudo a entrar en el auto cuidando de que no golpeara mi cabeza.
Solo escuche como cerró y abrió mi puerta, como encendió el auto y se puso en marcha.
Estaba ansiosa y emocionada. Quería saber que era lo que tenía planeado.
Unos segundos después tomo una de mis manos.
—Ya casi llegamos—
—Okey— respondí intentando ocultar mi emoción.
Pasaron unos cuantos minutos más y se detuvo. Soltó mi mano y bajo del auto. Escuche la puerta cerrarse y abrirse nuevamente. Me tomo de la mano y la cintura ayudándome a salir del auto.
—Bien ya te quitare la venda— dijo después de unos pasos y asentí. Se puso detrás de mí y desato la venda con cuidado de no tirar de mi cabello. Me quito la venda de los ojos y tuve que acostumbrarme un poco a la poca luz que había.
Reconocí el lugar. Había venido unas pocas veces cuando estaba en la preparatoria.
Era el jardín botánico.
—¿No está cerrado? —cuestione girándome para ver a Max. Él me sonrió.
—No. Es nuestro por esta noche— lo mire sorprendida. Sin saber que decir o hacer.
Dios mío.
Oh por dios.
Max me tomo de la mano y me guio hasta adentró. Comenzamos por el camino principal que estaba decorado con luces. Todas las flores estaban hermosas. Estuvimos media hora recorriendo el lugar hasta que me llevó al campo de tulipanes. Mientras más nos acercábamos podía ver como en la zona libre de flores había luces y dos mesas. Una llena de comida y otra con sillas. Todo tenía decoraciones de color verde. Me sorprendí al ver más personas ahí.
Cuando terminamos de acercarnos todos se giraron a vernos.
—¡Sorpresa! —sonreí haciendo un puchero y me acerqué a mis amigos y familiares.
Todos se acercaron a abrazarme y a felicitarme. Me sorprendió ver
A mis hermanos y a mi papá quienes me habían mentido.
—Son unos tontos— les dije cuando me abrazaron. Ashley rio al igual que Edmon. Mi papá me dio un beso en la mejilla. —¿De quién fue la idea? —Emerald se acercó y señalo detrás de mí a Max. Me giré para verlo y me acerqué para abrazarlo.
—Eres increíble, muchas gracias— le susurré. Él sonrió y beso mi nariz.
—¿Estas feliz? —asentí varias veces. Nuevamente me dio un corto beso.
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Pasamos la noche entre risas y sonrisas alegres. No podía evitar sentirme plena al estar con las personas a las que más quiero. Un momento me sentí un poco mal por no ver a Peach. Pero Emerald me dijo que Max le pidió si podía invitarla, pero Peach se negó a venir.
Así que alejé eso de mi mente y decidí pasarla bien.
Unas horas después todos se fueron. Ya casi se terminaba mi cumpleaños y solo Max y yo estábamos recorriendo el jardín botánico.
Él soltó mi mano cuando llegamos a uno de los puentes que igualmente estaba decorado por luces.
Yo iba caminando delante de él.
—Jules— Max me llamó. Yo me gire y al no verlo baje la mirada. me quedé estática al verlo de rodillas frente a mí. —Jules te amo, te amo con todo mi corazón y yo... sé que tengo muchos defectos y de verdad no sé qué hice bien en toda mi vida para poder tenerte, sin embargo, lo único que se con seguridad es que te amo con toda mi alma y solo quiero estar contigo lo que me quedé de vida así que ¿Me harías el honor de casarte conmigo? — llevé mis manos a mi rostro. Las lágrimas habían comenzado a resbalar por mi rostro sin que pudiera evitarlo.
Ni siquiera había visto el anillo porque solo lo estaba viendo él. Sentí como me envolvió en sus brazos.
—Si— susurré borrando las lágrimas de mis ojos. Alce la cabeza para mirarlo. Él tenía una leve sonrisa.
—¿Sí...? — asentí varias veces.
—Sí, Max, si me quiero casar contigo— su sonrisa era demasiada tierna. Me puso el anillo rápidamente. Lo miré unos segundos. No me sorprendió que la piedra fuera color verde.
—Te amo— dijo tomando mi rostro para besarme. Sonreí como boba.
—Te amo— murmuré mientras el comenzaba a besarme.
Buenooooo el último cap tranqui antes de que comience el desmadre de verdad
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