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Capítulo 20

Mi hogar

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Hay partes de mí que solo existen cuando estoy contigo

—Ron Israel.

Max

Me deje caer sobre la cama mientras Jules intentaba regular su respiración. El sexo con ella siempre era fascinante. Mi cardío favorito, a decir verdad.

Mire el techo durante unos segundos.

Alex había dicho que necesitábamos atrapar a Josh ya que estaba cerca de la manada y nada más oportuno que una junta del consejo en otro continente.

Sinceramente prefería quedarme y acabar con él problema yo mismo, sin embargo, tengo un hijo que proteger y a Jules.

—Tengo que ir a Rumania— le informe a Jules mientras tomaba mi teléfono para llamar a Ross y que coordinara el viaje.

—¿Rumania? —asentí. —¿Puedo ir? —sonreí con diversión y giré un poco la cabeza para verla.

—¿Creíste que te iba a dejar? —ella sonrió levemente y recostó la cabeza en mi pecho. El sonido de su respiración era tranquilo. Aun así, deteste recordar que no podía quedarme para siempre en esa cama con ella. Tenía obligaciones que cumplir.

Me levanté de la cama y fui a la ducha mientras ella se acomodaba sobre la cama, parecía un gato, un tierno gato perezoso.

Me apresuré a ducharme, me puse uno de mis trajes y salí del armario.

—Tengo que irme, te veo más tarde— me acerque y bese la frente de Jules. Ella asintió y se aferró aún más al edredón que cubría su cuerpo.

—Ten cuidado— murmuro medio adormilada. Asentí, aunque no me prestó atención. Tome las llaves del auto, el iPad y mi teléfono. Baje al primer piso, le dije que Kelly que se quedara aquí con Jules y Terry que yo no tardaría mucho. A regañadientes acepto.

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Seis horas después

Jules

No se sentía bien, nada bien. una opresión en mi pecho me tenía caminando de lado a lado en la sala mientras llamaba a Max por décima vez. Note como Alex me miraba con cierta preocupación. Yo evitaba morder mis uñas.

—Kelly vamos a salir— llame mientras me apresuraba a ir por mi abrigo, no me importaba estar en pijama. Algo no iba bien. Max no se tardaba tanto en responder mis mensajes o ignoraba mis llamadas por completo.

Bajé las escaleras con prisa y vi como Terry iba hacia afuera con Kelly. Yo me acerque a Alex y Jacke. Ambos tomaron mis manos.

—Vayan con cuidado, llama cualquier cosa—pidió Alex. Asentí.

—Sí, intenta estar tranquila, Terry puede percibir las emociones de los humanos— bien eso era algo que no sabía, pero que sin duda agradecía saber.

No quería preocuparlo. Tal vez solo estaba siendo paranoica y prefería mil veces eso.

Seguí a Kelly hasta la camioneta. Afuera estaba haciendo mucho frío y parecía que en cualquier momento la nieve comenzaría a cubrir las calles así que teníamos que apresurarnos. Subí al asiento del copiloto mientras Terry terminaba de abrochar el cinturón de seguridad. Tome una respiración profunda.

Kelly comenzó a conducir en silencio, parecía no querer alborotar mis nervios, acción que agradecía, ya que en realidad no quería que Terry percibiera mi angustia, aunque claramente debió de haberla percibido desde hace rato.

—Papá está bien ¿Verdad? —la infantil voz de Terry llamo mi atención. Gire un poco mi cabeza y mi cuerpo para verlo mejor a pesar de la escasa iluminación. Le di una sonrisa un tanto reconfortante. O por lo menos intente que lo fuera. Tome su pequeña mano.

—Claro que sí, solo vamos a ir a buscarlo porque no quiere regresar solo—el asintió con una sonrisa en su pequeño rostro. Se acomodó nuevamente en el asiento mientras tomaba su iPad.

Kelly disminuyo la velocidad en una parte de la carretera poco iluminada. Una luz opaca entre salía de los arbustos. Me quedé en silencio total. Mientras un nudo del tamaño de una pelota de golf se instalaba en mi garganta. Kelly detuvo la camioneta. El silencio comenzaba a matarme. Antes de que pudiera hablar el bajo de la camioneta. Yo me gire hacia a Terry mientras desabrochaba el cinturón de seguridad.

—Quédate aquí ¿sí? — el asintió. Sin embargo, no quise arriesgarme y puse el seguro para niños y bajé de la camioneta siguiendo a Kelly entre los arbustos intentando no tropezarme ni caerme. Llegué hasta donde se encontraba la luz.

El nudo en mi garganta se hizo insoportable cuando me di cuenta que era el auto de Max. Vi como Kelly abría la puerta del auto y me acerqué.

—Perdió mucha sangre— habló Kelly sorprendido y preocupado. Me acerqué a él. Mi corazón latió demasiado rápido al ver a Max inconsciente en el asiento del conductor. Había sangre saliendo de una herida que tenía arriba de la ceja, pero eso era mínimo comparado con toda la sangre que había manchado su camisa anteriormente blanca.

Ayude a Kelly a sacarlo de ahí ya que el cinturón de seguridad estaba trabado. Kelly me ayudo a llevarlo a la camioneta. yo abrí la puerta del asiento trasero y le dije a Terry que se moviera un poco. Mi corazón latía con demasiada fuerza, no me detuve a pensar que tal vez fue una estupidez haber traído a Terry.

Subí al asiento trasero sosteniendo la cabeza de Max.

—¿Papá? —la voz de Terry al llamarlo fue casi un chillido de susto. Tragué duro y agradecí la poca iluminación.

—Va a estar bien, bebé, tranquilo— le dije tomando su mano. Aunque en realidad quería soltarme a llorar. Terry asintió dudoso, no soltó mi mano y yo no solté la suyo mientras mi corazón latía tan rápido que creí que se saldría de mi pecho.

Kelly llamo a Ross diciéndole que esperara en la casa con todo su equipo.

No entiendo cómo es que pude quedarme en silencio durante todo el camino y no exaltarme, tal vez fue el saber que Terry iba con nosotros y que si me ponía mal lo iba a preocupar o simplemente porque el nudo en mi garganta no me permitía decir algo.

Cuando llegamos a la casa me apresure a bajar a Terry de la camioneta llevándolo adentró. Le dije a Kiri si lo podía llevar a su habitación.

Kelly llevó a Max a la habitación donde Ross lo esperaba. Ya tenía algunas cosas.

Lo primero que hizo fue revisar su pulso para luego inyectar en su pecho la naloxona. Con la luz de la habitación podía ver que había un corte en el lado izquierdo de su cuello. Mi temor se intensifico.

Cada movimiento que hacía Ross era rápido, no decía nada, pero podía ver como en sus ojos había un rastro de preocupación.

Sentí lo que Max había sentido días atrás. Ese dolor que era como una estaca en el corazón que no me dejaba tranquila. Ni me dejaría tranquila hasta que escuchara la voz de Max. Jacke y Alex me sacaron de la habitación diciendo que no querría ver lo que pasaría. Mi corazón no dejaba de latir tan fuerte. Parecía que iba a salirse de mi pecho. Caminaba de un lado a otro en el pasillo sin poder tranquilizar mis nervios. Mientras más pasaba el tiempo maldecía ser una humana y no poder escuchar lo que decían detrás de esas cuatro paredes, aunque eso no hubiera funcionado ya que las paredes eras insonoras.

Mordí mis uñas en una clara señal de ansiedad, mis manos temblaban y hubo un momento en el que me senté en el piso intentando calmarme.

Alex fue a hacerme un té. Y Jacke se sentó a mi lado y tomo mis manos para intentar tranquilizarme.

—Él va a estar bien, ha pasado peores momentos— afirmo. Aunque eso no calmaba a mi pobre alma en pena, pero agradecía su intento de ayudarme.

Alex subió unos minutos después con dos tazas de té. Me dio una y murmure un agradecimiento mientras le soplaba para no quemarme.

En estos momentos entendía como era que las personas a pesar de no tener alguna creencia fija o religión impuesta desde el nacimiento le rezaba a algo cuando se necesitaba. Ahora entendía porque a veces mamá rezaba por las noches preocupada porque el idiota de Edmon no regresaba a dormir. En estos momentos había sacado mis pocos dotes religiosos comenzando a rezar en silencio, pidiendo si había un dios por favor lo dejara morir.

Se me hizo una eternidad y tal vez lo fue, porque cuando Ross salió de la habitación eran las cuatro de la madrugada.

—Luna— me llamo. Yo alce la cabeza y me levante del suelo dejando la taza a un lado —Esta estable, solo que durara más tiempo de lo normal en sanar sus heridas. Tenía algunas balas de plata en su piel que es lo que afecto el proceso de sanación, pero ya está descansando— solté todo el aire que mis pulmones retenían. Él estaba bien. Casi lloré de felicidad y no pude evitar abrazar a Ross.

—Cuando despierte no deje que haga mucho esfuerzo físico ni para hablar— asentí ante sus recomendaciones.

—Muchas gracias. En verdad te lo agradezco tanto— susurré alejándome de él para no incomodarlo. Mis ojos tenían una fina capa de lágrimas que no terminaban de salir.

No espere a que me dijera que podía pasar, simplemente entre. Puse ver como Max tenía conectada una intravenosa en su brazo derecho, sin embargo, en vez de contener suero como normalmente se usaba contenía sangre que bombeaba directamente en sus venas. Supuse que era porque había perdido demasiada.

Tenía una venda que, en su hombro derecho, unas cuantas gasas sobre su abdomen y una gasa que cubría el corte de su cuello.

Fui por la silla que había en la esquina de la habitación, donde seguramente había estado Ross. La lleve a aun lado de la cama, fui por unas mantas al armario y acomode la silla de modo que no fuera muy incómoda ya que no quería mover a Max subiendo a la cama. Aunque cuando me acomode en la silla tome su mano entre la mía.

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No soy consciente de cuánto tiempo dormí, pero cuando desperté fue por el incómodo dolor en mi cuerpo obtenido gracias a dormir en la silla. Miré el reloj de Max que estaba sobre la mesa de noche y vi que eran las diez de la mañana. Solté un suspiro y me levanté de la silla para luego estirarme.

Unos golpes a la puerta me interrumpieron.

—Pasa— conteste. Kiri entro por la puerta seguida de Terry quien corrió hacia mí y me abrazo.

—¿Papá está bien? —pregunto mientras le regresaba el abrazo.

—Claro que sí, solo está descansando— comenté. El asintió. Note que Kiri tenía una bandeja con comida en sus manos y mi estómago gruño.

—Mira cielo, te traje algo para que comas— se acercó dejando la bandeja en la mesa de noche, luego se acercó a mí y beso mi mejilla en modo maternal.

—Gracias— le regrese la sonrisa y el beso en la mejilla. De verdad ella era un amor.

—¿Cómo sigue mi niño? —pregunto con preocupación. Le comenté lo que me había dicho Ross y su semblante se relajó. Entendía que Kiri amaba a Max como si fuera su hijo y como no hacerlo.

—Bien preparare su comida favorita para cuando despierte, es bueno que te tenga cielo— sonrió nuevamente en esa forma maternal que ablandaba y calentaba mi corazón. —Y tu— miró a Terry —Vamos que Kelly te llevara a la escuela— Terry se acercó y beso la mejilla de su padre y susurró algo que no logre comprender. Luego se acercó a mí y me hizo una seña de que me agachara para poder susurrar en mi oído. Obedecí.

—Cuida mucho a mi papi— pauso y beso mi mejilla inesperadamente— te quiero— sonrió y salió corriendo de la habitación. Yo sonreí mientras sentía como mi corazón se derretía un poco más. Kiri sonrió y salió de la habitación. Yo me quedé en silencio con una sonrisa en los labios. Mi corazón latía rápido, aunque en el buen sentido.

Me senté y comencé a desayunar.

Minutos después cuando termine tome la mano de Max nuevamente, aunque ahora me sorprendió sentí como movía un poco sus dedos.

Me quedé unos segundos esperando algo más. Y pasó.

Abrió los ojos lentamente. Pestaño unas cuantas veces acostumbrándose a la claridad de la habitación y luego su mirada viajo a mí. su mirada me reconforto al instante. Me dio un leve apretón la mano y sonrió levemente mientras cerraba por un segundo sus ojos.

—No sabes cuánto me alegra verte—murmuró con dificultad, su voz estaba un poco ronca y parecía que dolía cada que hablaba.

—Dijo Ross que no debes de hablar— le reprendí sentándome a su lado en la cama, quedando frente a él. No solté su mano. —A mí me alegra que hayas despertado— le sonreí mientras llevaba mi mano desocupada a su rostro para acariciarlo. Acaricie su mejilla con lentitud mientras el cerraba los ojos ante el contacto de mi piel contra la suya y emitió un ronroneo bastante lindo.

Abrió los ojos lentamente y levanto su mano izquierda. Luego soltó un gruñido al sentir como jalaba la aguja de la intravenosa. Tome su brazo y retire la aguja con cuidado. La sangre de la bolsa se había terminado y solo la tenía de adorno.

—Creí que no iba a volver a ver tus hermosos ojos— admití bajando la mirada. ahora él acercó su mano a mi rostro y levanto un poco mi barbilla para mirarlo.

Abrió la boca para hablar, pero antes de que lo hiciera puse mi mano en su boca.

—No hables— el rodó los ojos. Retire mi mano de su boca y soltó un suspiro mientras se sentaba en la cama.

Pasaron unos minutos cuando Kiri entro por la puerta y sonrió al ver a su niño como había dicho hace una hora. Le dijo que estaba feliz de verlo despierto y que ya habían traído su iPad y sus otras cosas. Le dio su iPad y escribió algo en él después de que Kiri salió dejando la charola de comida para él.

Siento que me atropellaron cinco trenes

Fue lo primero que escribió y reí ante eso.

—El dolor va a pasar— comenté mientras ponía la charola de comida en mis piernas. Comencé a hacer en pequeños trozos el sándwich de mortadela y queso que Kiri había preparado para él.

Comenzó a escribir en si iPad.

Puedo comer solo, no soy un bebé

Le di una mala mirada y golpeé su mano antes de que tomara uno de los trozos.

—Bien, pues sinceramente no me importa, yo te daré de desayunar hoy— pause mientras tomaba un trozo —así que me dejaras cuidarte o vamos a tener un problema— él sonrió levemente.

Comencé dándole un trozo pequeño que el recibió con gusto. Aunque hizo una mueca de dolor al tener que pasárselo. Fruncí el ceño y tomé mi teléfono para mandarle un mensaje a Ross para preguntarle que podía darle para calmar el dolor.

Le pase el vaso de té helado que recibió gustoso y le dio un sorbo.

Se veía tan angelical así, si dejábamos de lado la sangre seca que opacaba el color blanco de su cabello.

Max no comió ni siquiera medio sándwich porque me dijo que le dolía cada que tenía que pasar. supuse que tenía hambre así que iba a bajar a prepararle una sopa. Eso era fácil de comer.

—Le mande mensaje a Ross, dijo que te traería algo— asintió levemente. Baje a la cocina donde se encontraba Kiri, Alex y Jacke. Les expliqué lo que pasaba y le pedí ayuda a Kiri para preparar la sopa. Me dijo que ella la preparaba, pero le dije que quería prepararla yo.

Alex y Jacke dijeron que ellos iban a ir a ver a Ross para que trajera los medicamentos más pronto, ya que Ross tenía otras cosas que hacer.

Kiri me dijo que la sopa ya estaba, luego la probo y me dio el visto bueno. Subí a la habitación y encontré la cama vacía. Solté un suspiro y dejé la bandeja en la cama.

—Max si estas en el baño te aviso que voy a entrar— le avise antes de entrar. Pude ver como una toalla colgaba de sus caderas dejando ver su abdomen. Se acababa de duchar. Podía ver que tenía puntos en tres áreas diferentes de su abdomen, en su hombro tenía más puntos porque la herida era más grande al igual que en su cuello. —Eres un terco, te dije que tienes que descansar— le regañe. El termino de secar su cabello.

—No puedo estar acostado toda mi vida— soltó con dificultad, su voz seguía ronca y en tono bajo debido al dolor. Lo miré mal.

—Tampoco debes hablar, Max— volví a regañarlo. El soltó un suspiro.

—Estoy bien— respondió, aunque se le fue un poco la voz y yo entrecerré los ojos. Me crucé de brazos y salí del baño con cierta molesta de que el no atendía las indicaciones. Él salió del baño unos segundos después, ni siquiera fue a vestirse. Se sentó a mi lado y soltó un suspiro luego de verla sopa. Tomé la bandeja y la puse en mis piernas nuevamente.

Comencé a darle la sopa, no sin antes enfriar cada cucharada que le iba a dar. Él sonrió levemente mientras comenzaba a comer. Cuando termino de comer tomo el iPad.

No soy fan de la sopa, pero me gustó mucho

Sonreí levemente al leer lo que había escrito.

—Kiri me dijo como hacerla— admití. Él sonrió y acarició mi mejilla con suavidad. Se levantó de la cama y fue al baño nuevamente. Unos después regreso. Se sentó nuevamente a mí lado y no dijo nada. Solo se acercó a mí y tomo mi rostro entre sus manos y me beso.

Sus labios se movieron con ansias sobre los míos. Respondí a su beso tomando su rostro con cuidado, aunque nuestros labios se movían con poca delicadeza. Profundizo nuestro beso mientras intentaba no lastimar a Max, aunque a él no le preocupaba mucho.

Me separé un poco de él. Una sonrisa cubrió sus labios. No tardo ni medio segundo en tomarme de las piernas para ponerme sobre él.

—Te voy a lastimar— le dije preocupada. Él sonrió y negó con la cabeza.

—No me importa eso— murmuró y le di un pequeño golpe. Sentí la vibración de su pecho, pero no emitió sonido alguno. A Max no le importo nada el hecho de que pudiera lastimarlo más. Me pegó contra su cuerpo. Podía sentir el bulto de su entre pierna debajo de la toalla que se encontraba algo húmeda.

Solté un suspiro y él sonrió mientras mordía su labio inferior. Comenzó a desperdigar besos por mi cuello. se sentía tan bien. solté un suspiro y dejé caer la cabeza hacía atrás dejándome llevar.

Los golpes a la puerta hicieron que volteara a la puerta, pero a Max siguió sin importarle.

—Jules trajimos las pastillas para Max— la voz de Alex llamo mi atención. Baje del regazó de Max, pero antes de dejarme levantar me atrajo a su cuerpo e hizo que me sentará en sus piernas dejándome sentir su notoria erección. Evite jadear ante eso. Sin embargo, le dije a Alex que podía pasar.

Alex entro con una bolsa en sus manos.

—Oh, pensé que se había dormido o algo— Max entrecerró los ojos, pero no me dejo levantarme de sus piernas, al contrario, me apretó más contra su cuerpo.

—No, pero no puede hablar— el rio y se acercó para darme la bolsa. Le dio una palmada en el brazo.

—Pensé que eso de hierba mala nunca muere era mentira— se burló, aunque en realidad estaba feliz por ver a su amigo. Max sonrió y formulo un gracias sin que la voz saliera de sus labios. Alex salió de la habitación diciendo que tenía que hacer unas cosas aquí. Nos dejó solos nuevamente y solté un suspiro.

Antes de seguirle a Max la corriente con los besos y toqueteos me levante de sus piernas y fui por un vaso de agua y saque las pastillas viendo el mensaje de Ross donde decía cuántas pastillas debía de darle. Saque las pastillas y apoye mi rodilla sobre la cama mientras él se tomaba las pastillas. Dejo el vaso de agua. Nuevamente me tomo de la cintura pegándome a su cuerpo.

—No sabes cuánto me alegra que estés bien— susurré mientras tomaba su rostro entre mis manos. El me miró e hizo una pequeña mueca apenas notoria.

—Te juro que creí que iba a perderte— inevitablemente mis ojos se llenaron de lágrimas. Él limpió una lagrima traicionera que se deslizo por mi mejilla.

—Perdón, cariño— murmuró, aunque su voz parecía menos adolorida que hace unos minutos, al parecer el medicamento había comenzado a surtir efecto.

—Escúchame— murmuró tomando mi rostro con una de sus manos. Sus ojos me miraban intentando tranquilizarme. —No me vas a perder, no te voy a dejar y tú tampoco vas a dejarme a mí —pauso. Mis ojos seguían inundados en lágrimas simplemente pude asentir ante lo que dijo.

Pareció pensar unos minutos lo siguiente que iba a decir. Siguió acariciando mi rostro de forma constante, podía ver como seguía dudando si hablar o no.

—Jules— me llamo haciendo que volteara a verlo de nuevo. Sus ojos se veían decididos y completamente sinceros —Te amo—susurró.

En ese momento mi corazón dio un vuelco. Se veía tan sincero y vulnerable en ese momento que sabía que me decía la verdad. Sin embargo, me dejo sin palabras. Se sintió como si mi corazón se estuviera construyendo poco a poco. Fue un sentimiento tan cálido que era la primera vez que lo sentía. Nunca ninguno de mis novios me había dicho que me amaba. Max ni siquiera era mi novio, pero había algo y era mucho mejor que lo que alguna vez tuve con algún novio.

Pero no sabía que decir, no estaba acostumbra a esto, a la única persona que le llegué a decir te amo fue a mamá, pero mucho más Jasón.

Max me abrazó por la cintura.

—No sé qué decir— susurré, aunque una sonrisa adornaba mi rostro. No podía contenerla.

—No tienes que responder— sonrió levemente. Puse mi mano sobre su pecho, justo donde se supone que debe de estar su corazón. Sentía la rapidez con la que latía.

Solo late así por mí. eso me saco una sonrisa. Tomé su mano y la llevé a mi pecho, aunque seguramente él escuchaba mis latidos. La sonrisa que vi en ese momento fue de las más sinceras que había visto en su rostro, todas lo eran, pero esa se sintió... como si me quisiera decir tantas cosas.

—¿Puedes repetirlo? —pregunté. El soltó una pequeña risa y bajo la mirada unos segundos. Luego la alzó nuevamente.

—Te amo— repitió. Su tono era tan suave y tierno que mi corazón estaba totalmente feliz. Yo estaba feliz y el escucharlo decir esas simples dos palabras causo un sinfín de sensaciones en mí. Todas positivas.

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Max

Por fin se lo dije. Esas dos simples palabras que me habían costado tanto por fin habían salido de mi boca dejándome de asfixiar. No importaba lo jodido que me sentía en ese momento.

La sonrisa que tenía Jules en su rostro era inigualable, tan sincera y tierna que me tranquilizaba al saber que no la había asustado al decirle lo que sentía. Al contrario, creo que incluso le había gustado.

El dolor no importaba si se trataba de verla con esa sonrisa en su rostro. Sin duda mataría a quien sea solo para poder seguir viendo esa sonrisa en su rostro.

Me dio un beso en la mejilla antes de sentarse en mis piernas nuevamente.

—Nunca nadie me había dicho eso, mucho menos me lo había demostrado como tú— murmuró contra mi pecho. su cabeza estaba descansando en mi pecho, podía escuchar mis latidos. Estaba siendo vulnerable frente a ella. Y aun así se sentía bien.

—¿Te sientes bien conmigo? —pregunte curioso. Por lo menos el dolor a la hora de hablar ya había disminuido un poco más, así que podía hablar un poco más.

—Me siento muy bien contigo— murmuró aun con su cabeza pegada a mi pecho —Estoy tan enamorada de ti— murmuró. Sonreí ante esa confesión. Ella levanto la un poco la cabeza y dejo un beso en mi mandíbula.

Me deleite mirándola un poco más lo normal. Como su cabello rojizo caía desperdigado por sus hombros. Sus hermosos orbes verdes que solo me miraban a mí. joder que bien se sentía saber eso. Sus labios un poco rojizos y tan besables.

—¿Qué tanto miras? —cuestiono al sentir que no alejaba mi mirada de ella. La pegué más a mi pecho. En un abrazo.

—Eres hermosa y mía—ella sonrió levemente y acaricio mi mandíbula.

—¿Tuya? —asentí lentamente y comencé a dejar besos en su rostro.

—Mía—deje un beso en su rostro—Mía—deje otro beso—Y mía—ella sonrió.

—Ahora ven, vamos a la bañera— ella sonrió levemente mientras nos levantábamos de la cama.


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Jules

Después de la ducha en la bañera parecía que Max había salido mejor que nunca, como que si unas horas antes no hubiera estado inconsciente.

Se estaba vistiendo mientras yo lo miraba embobada. Su espalda ancha y con ese color aceitunado que lo hacía ver tan perfecto. Yo seguía sentada en la cama mientras lo miraba. Ni siquiera me había vestido, aún tenía la bata puesta.

Él sabía que lo miraba y claramente disfrutaba tener mi atención solo en él.

A mí también me gustaba cuando me miraba o me halagaba.

Parecía que algo había cambiado un poco después de ese Te amo.

Se sentía mucho mejor, era... no lo sé. Se sentía mucho mejor. Era como si algo hubiese hecho clic entre ambos.

—¿No deberías quedarte a descansar en vez de querer trabajar? —le cuestione aun desde mi posición.

Max se giró quedando de frente termino de ponerse con cuidado la camisa, ya que parecía que le dolía el hombro y con justa razón, pero es un terco.

—Necesito ir a revisar unas cosas— respondió con calma, no muy fuerte, fue como un susurró, aunque no parecía que le doliera al hablar.

Solté un suspiro.

—Por lo menos quédate hasta después de que llegué Terry, quería verte— pausé y sonreí al recordar lo que me había dicho — También me dijo que me quería— sonreí. Él sonrió de la misma manera.

—En unos días más te va a amar— pauso y se acercó a mí y tomo mi mano. La llevó a sus labios y dejo un suave beso en mis nudillos. —Me alegra que se lleven tan bien— sonrió nuevamente.

A mí también me alegraba llevarme tan bien con él.

—A mí también me gusta eso— pausé y solté un suspiro mientras me levantaba—bien me voy a vestir, tengo que ir a ver a Mónica— murmuré. Antes de que pudiera ir a buscar mi ropa a mi parte del armario, porque claro, Max mando a acondicionar la mitad de su armario para mí.

Max me tomo de la mano nuevamente y me atrajo a su pecho y me dio un beso mientras me daba un leve apretón en el trasero. Sonreí y dejé un corto beso antes de alejarme. Me gustaba esta relación tan... no lo sé, me gustaba y ya.


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Max

Me despedí de Jules y unos minutos después bajé al primer piso. Iden estaba ahí.

Me miró un poco preocupado y se acercó.

—Kiri me ha contado lo que paso, ¿Cómo estás? —pregunto mientras me daba un leve apretón en el hombro. Era solo unos centímetros más bajo que yo.

Lo conocí apenas era un niño, jugaba con él incluso lo llevaba de paseo al bosque. Era como mi hermano menor.

—Estoy bien, nada que no me haya pasado antes— mentí dándole una sonrisa tranquila. El hecho de que todos aquí sean conscientes de lo que paso hace que sea más complicado ya que creen que estoy débil o algo por el estilo. No era así.

¿Me dolía todo el cuerpo? Por su puesto, en ese ámbito me sentía como la mierda, no obstante, no podía dejar que lo notaran. Necesitaba hacerles entender que estaba bien, aunque seguramente más tarde el dolor a la hora de hablar volvería.

Maldije recordando como la rama del árbol atravesó mi piel. No recordaba mucho, no había ningún rostro en claro en mi mente. Aunque no me hacía falta porque su olor lo había reconocido. Agradecí que Jules no hiciera preguntas, no creo que le agradarán las respuestas, mucho menos el saber que iba a cazar a su ex novio. No podía juzgarla si sentía el más mínimo afecto hacía él, habían pasado años juntos. ¿Me molestaba? Un poco, a decir verdad. No quería compartir. De pequeño me dieron todo lo que quería, nunca tuve que compartir nada con nadie, ¿Por qué hacerlo ahora?

Él resto del día estuvo un poco tranquilo.

No fue hasta casi al anochecer que paso algo que le helo la sangre a la mayoría de mis guardias. Al estar haciendo una revisión por el bosque encontraron unos cuerpos mutilados. Al parecer era una familia de la manada. Una mujer, un hombre y dos niños.

No tuve arcadas como Kelly cuando vio los trozos de los cuerpos desperdigados por el bosque. Todo lo contrario, mi sangre hirvió y solo fue una razón más para querer asesinarlo.

Las marcas de mordidas de vampiros eran obvias. La forma en la que había arrancado los brazos, las piernas, las cabezas solo marcaban unos cortes imperfectos hechos por tanta fuerza que se ejerció. Me pareció algo atroz el hecho que hayan matado a los niños. Los reconocí. Alguna vez los había visto en casa jugando con Terry. Se tenía que ser lo suficientemente hijo de puta para hacer lo que hicieron.

—Limpien esto y entreguen los restos a los familiares— ordene con un tono tranquilo mientras apretaba mis puños sintiendo como Malik luchaba por salir, las garras comenzaban a desgarrar la piel de mis palmas por la fuerza con la que presionaba mi propia piel.

Mire como juntaban los trozos de carne del suelo. Me estremecí ante una ráfaga de viento helada. Esto solo significaba algo. algo que estuve evitando tanto.

—Alfa— la mano de Kelly en mi hombro me hizo salir de mi trance. Lo voltee a ver con curiosidad al no saber que había dicho —Se está haciendo daño— señalo con la cabeza mis puños. Lleve la vista a mis puños, las gotas de sangre comenzaban a deslizarse entre mis dedos cayendo sobre la tierra húmeda. Abrí mis palmas dejando que los cortes sanaran instantáneamente.

—Busquen a los responsables, el rastro está fresco— ordene con seriedad. El asintió y fue a ordenar que los buscaran.

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Casi iba a anochecer cuando Kelly me dijo que habían atrapado a dos vampiros que tuvieron que ver con lo sucedido. El olor de la sangre de esa familia seguía en ellos. Le dije que los llevaran al bosque alejados de la casa.

Cuando llegué ahí pude verlos encadenados de las manos mientras la cadena quemaba su piel debido a la verbena en la que estaban bañadas. La misma que causaba que su sanación funcionara y los golpes en su cara fueran demasiado notorios.

Había unos guardias a los alrededores, ninguno observaba más que Kelly que era quien estaba cercas de mí asegurándose que todo estuviera en orden.

—Bien— murmuré mientras me acercaba a ellos. Pude ver sus desagradables rostros de cerca. Malik comenzaba a gruñir al solo oler su asqueroso olor.

—Miren las cosas son fáciles, yo debo de irme pronto y si ustedes cooperan tal vez se puedan ir pronto— comencé a hablar, no muy fuerte, pero lo suficientemente para que ellos me escucharan, aunque claramente no iba a dejarlos ir, seguramente solo iba a dejarlos colgados hasta que saliera el sol y los incinerara solo si cooperaban claro. Ellos se miraron entre sí. un rastro de miedo surco sus ojos solo unos segundos.

—Nos van a matar si hablamos— escupió de forma inesperada. Solté un suspiro.

—De igual forma yo los matare— afirme sin una pizca de culpa o remordimiento. —Lenta y dolorosamente— agregue. Ellos nuevamente parecieron meditarlo, por lo menos unos. Luego negaron con la cabeza sin decir nada. Emití un sonido de aburrimiento ante eso. Lo primero que hice fue tomar una rama que había en el suelo. Tal vez tenía cincuenta centímetros de largo y tenía una punta lo suficientemente afilada para atravesar la carne de alguien con ayuda de la fuerza bruta.

No dude al clavar la rama en uno de ellos. Aunque la clave en el lado derecho de su estómago. Emitió un grito de dolor cuando esta atravesó su carne sin piedad alguna. La sangre de un color más oscuro de lo normal salió lentamente mojando su camisa. Él tenía los ojos cerrados mientras los apretaba con fuerza y una mueca de dolor cubría su rostro.

El otro me miró con los ojos muy abiertos y trago duro. No pasó mucho cuando Kelly me dio una rama tal vez igual que la anterior. Me acerqué al otro vampiro y este comenzó a removerse intentando zafarse, pero al tener las piernas y manos encadenadas no ayudaba de nada.

—Muy bien haremos algo. Por cada pregunta que haga si no responden seguiré infringiéndoles dolor— explique mientras jugaba con la rama que tenía en las manos.

—¿Por qué los mataron? —fue lo primero que pregunte. A pesar de que seguramente había tocado fibras sensibles ninguno habló. Nuevamente no esperé mucho y clave la rama en el cuerpo del vampiro al que seguía intacto. Esta vez la clave en el lado izquierdo de su pecho y la moví un par de veces causando que la sangre saliera más rápidamente y que el dolor fuera instantáneo.

Él grito. No importo.

—¿Quién les ordeno hacerlo? —la nueva pregunta no hizo que lo pensaran. Ninguno habló y quise terminar con esto de una vez. Tome dos romas. Primero me acerque a uno, examine el lugar correcto donde clavar aquella rama. La clave en su espalda, justo a un lado de su columna vertebral. Pude oír como su piel se rasgó con tanta lentitud cuando atravesé su piel. Otro grito.

Pasaron horas hasta que cedieron a hablar. Aunque no fue mucho, solo me confirmaron lo que ya sabía.

Por mi parte termine con la ropa llena de sangre. Agradecí que era muy tarde y seguramente Jules estaría dormida cuando llegase y no tendría que verme así.

Mientras íbamos de regreso a casa Kelly iba en silencio, absorto en sus pensamientos y tal vez cansado.

Llegamos a la casa y se fue a la suya. Subí en absoluto silencio. Todo estaba a oscuras.

Entre a la habitación en silencio.

—¿Max? —maldije por lo bajo cuando escuché a Jules.

—¿Si? —pregunte mientras caminaba a la puerta del baño. Pude ver cómo iba a encender la luz de la mesa de noche. —No la enciendas o no vas a poder dormir— dije como excusa. Puse sentir su mirada sobre mi sombra ya que no podía ver nada.

Aunque pude haber jurado que frunció el ceño.

—¿Qué pasa? —pregunto ella algo preocupada.

—Nada, solo me duchare—respondí mientras me adentraba en el baño. Pensé que Jules se había acostado a dormir. Primero lave mis manos quitando un poco de la sangre.

Sentí la presencia de Jules en la puerta y me giré a verla. Estaba en absoluto silencio. Reparo en mi aspecto durante unos segundos y espere cualquier respuesta negativa.

—¿Es tuya? —fue lo que pregunto mientras se acercaba a mí a paso lento. Me dedique a verla mejor. Llevaba un camisón de seda que apenas y cubría sus muslos. Podía notar como se ajustaba levemente a su cuerpo resaltando su sexi figura al igual de la forma en la que se notaban sus pezones debajo de la fina tela o como sus pecas se veían aún más por la luz blanca. Era tan hermosa.

—No— respondí saliendo de mi trance. Ella termino de acercarse a mí. comenzó a ayudarme a desabotonar la camisa con lentitud. Sus dedos ocasionalmente rozaban mi piel y aunque me sorprendió un poco estaba disfrutando su cercanía.

—¿Quieres hablar? —pregunto alzando una ceja. Su tono era cálido y tranquilo, aunque un poco bajo. Negué con la cabeza, no quería preocuparla. Asintió lentamente. —Bien llenare la ducha— dijo alejándose de mí después de haber desabrochado los botones de mi camisa. Termine quitándome la camisa y las gasas de mi cuerpo. Las heridas habían comenzado a sanar con lentitud.

Los recuerdos seguían borrosos y por más que intentara recordar no podía y solo me frustraba.

Cuando la bañera estuvo lista termine de despojarme de mi ropa y entre en la bañera dejando que el agua tibia relajara mi cuerpo. Solté un suspiro y me recargué. Pronto sentí como Jules comenzó a mojar mis hombros. deje los ojos cerrados mientras ella hacía eso.

—Cuando cierras los ojos te vez tan tranquilo y en calma— murmuró acariciando mi rostro. Sonreí levemente y los abrí nuevamente.

—Porque lo estoy—afirme mientras me acercaba un poco para besarla. Desde que había llegado ni siquiera la había saludado bien. Ella respondió a mi beso tomando mi rostro entre sus manos fue muy suave ese beso, tranquilo y fue como un "te extrañe" sin necesidad de recordárnoslo.

Me vi creyendo que mientras más tiempo pasaba con ella más me afectaba pasar horas lejos.

Nos separamos por falta de aire. Ella sonrió levemente.

—Hola— murmuré y ella soltó una pequeña risa. Acaricio mi rostro una vez más y dejo un beso en mi nariz.

—Hola— respondió —¿Cómo estuvo tu día? —pregunto tranquila, sus dedos comenzaron a recorrer mi rostro comenzando por mis cejas. La suavidad de sus dedos comenzaba a relajarme. Bajo por mis mejillas lentamente y solté un suspiro.

—Mejor de lo que pensé— pausé mientras ella seguía delineando mis facciones con sus dedos —¿Cómo estuvo el tuyo? —ella sonrió levemente.

Comenzó a contarme parte de su día mientras yo jugueteaba con el pequeño moño de su blusón. Me relajaba escuchar su voz, sentir como sus dedos delineaban mi rostro con mucho cuidado y también como a veces dejaba algunos besos en mi rostro.

Si esto iba a ser diario regresaría tarde siempre.

—¿Y cenaste algo? —interrogue al darme cuenta que no había mencionado esa parte. Abrí los ojos para verla. Sus mejillas se tornaron rojas al darse cuenta que si le prestaba atención. Soltó un suspiro. Negó con la cabeza lentamente.

—No tenía hambre, solo acompañe a Terry a cenar— respondió tranquila. Solté un suspiro y me acerqué un poco a su rostro.

—Ya que salga de aquí vamos a bajar a cenar, yo tampoco he cenado— pause y le robe un beso —Y luego el postre— ella sonrió.

Un rato después me puse un pantalón de chándal para dormir y una playera cómoda. Jules solo se puso una bata encima de su blusón y bajamos a la cocina. Todo estaba en silencio. Seguro todos estaban durmiendo.

—¿Te puedo ayudar? —pregunto mientras comenzaba a sacar cosas del refrigerador.

—Sip— ella se acercó esperando a que le dijera que íbamos a hacer. Le explique qué era lo que haríamos y comenzamos a cocinar. Ella fue quien hizo casi todo, ya que dijo que quería que le enseñara a cocinar. Le ayude en algunas cosas, pero no me dejo hacer mucho. También me pregunto si había tomado mis medicamentos lo cual le dije que sí.

Cenamos tranquilamente mientras hablábamos de cosas triviales.


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Los labios de Jules se deslizaron por mi cuello bajando lentamente hasta llegar a mis clavículas. Mi respiración se había ralentizado mientras que mi polla se endurecía cada vez más bajo mi pantalón. Bajó por mis clavículas llegando a mi pecho, evitando lastimarme debido a las heridas que seguían sanando. Gruñí por lo bajó mientras me aferraba a la orilla de la encimera. Miré a Jules bajando un poco la mirada, ella me dio una sonrisa que solo provoco que mi excitación aumentara.

Sus labios se deslizaron hasta llegar a la V de mi abdomen. Deje caer un poco la cabeza hacia atrás soltando un pequeño suspiro. Bajo un poco el elástico de mi pantalón empezando a dejar besos cada vez más cerca, causando estragos en mi sistema. Termine bajando mis pantalones. Miré como Jules relamió sus labios y no pude evitar sonreír levemente ante esa imagen tan sensual.

Ella de rodillas frente a mí con esa sonrisa inocente. Tomo mi polla con su mano derecha. Comenzó dejando unos castos besos en desde la punta hasta donde se encontraba su mano. Ahogue un gemido al sentir sus labios contra mi erección. Luego de esa pequeña sesión de besos que solo me dejó más duro decidió usar su boca. Siguió con lamidas, desde abajo hacia arriba. Mi respiración era un total desastre, mientras ella solo intensificaba cada movimiento.

Pronto su boca entro en acción no pude evitar gemir por lo bajo mientras veía como se llenaba la boca con mi polla causando algunos sonidos con su boca que solo me ponían más. La humedad de su boca era excitante mientras que sus movimientos iban aumentando velocidad.

Por inercia lleve mi mano a su cabello tomándolo en puño sin llegar a ser tan brusco, mientras comenzaba a controlar sus movimientos. Ella soltó un pequeño jadeo mientras soltaba su cabello para que se retirase. Sus mejillas estaban rojas y mi polla palpitaba debido a la excitación. La tome de los brazos sin brusquedad para levantarla. No pude evitar unir mis labios a los suyos tomándola desprevenida. Ella enredo sus brazos en mi cuello y la tome de las piernas para alzarla. Enredo sus piernas en cintura y me gire con ella en mis brazos. Nos separamos por falta de aire.

La dejé sobre la encimera y abrí sus piernas para comenzar a bajar sus bragas. La tome de la parte trasera de las rodillas jalándola hasta el bordo de la encimera. Aflojé un poco el nudo de su bata, subí su blusón hasta su cintura mientras comenzaba a estimular su clítoris. Ella soltó un gemido mientras se aferraba a mis hombros. Dejó caer un poco la cabeza, con mi mano libre hice a un lado su bata de la parte del pecho, bajé el tirante de su blusón dejando ver sus pechos. Acerqué mi boca a su cuello comenzando a dejar un camino de besos hasta llegar a su seno derecho.

Ella gimió complacida y alce un poco la mirada para darme cuenta de que ella me estaba mirando. Sus mejillas se enrojecieron, pero no la aparto.

Mordisquee su pezón suavemente. El único sonido que había en la cocina eran los de sus gemidos y mi respiración. Me aleje de su pecho un poco y aleje mi mano de su entrepierna ella me miró mal, pero no dijo nada cuando empecé a rozar mi polla en su entrepierna.

Nuevamente soltó un suspiro mientras metía sus manos debajo de mi camisa. Entre en ella de golpe haciendo que jadeara. No me moví durante unos segundos mientras me quitaba la camisa y la dejaba de lado.

Comencé a moverme lentamente mientras evitaba gemir. Ella se sostuvo de mis hombros. Acelere mis movimientos causando un vaivén sumamente excitante. La forma en la que se sostenía de mis hombros y como sus uñas se clavaban en mi piel en un leve dolor excitante.

El color de su rostro se había esparcido hasta llegar a su pecho causando que ninguna de sus pecas fuera notoria.

Mire sus labios y detalle su rostro hasta bajar a su pecho, vi como sus pechos se movían ante los movimientos bruscos. Se veían tan hermosa.

La amaba. No había vuelta atrás mi corazón y mi alma solo le pertenecían a ella.

Minutos después ambos nos venimos, sus gemidos inundaron la cocina mientras yo intentaba controlar mi respiración. Deje un beso en sus labios y ella sonrió.

Me acomode un poco la ropa antes de subir a la habitación con ella en mis brazos. Nos dimos una larga ducha con agua tibia y luego fuimos a la cama.

Deje un beso en su coronilla antes de dejarme caer a su lado. Ella me sonrió. Su pecho subía y bajaba intentando regular su respiración. debajo de la bata.

—Je t'aime, Max—murmuró mientras se acomodaba sobre mi pecho. su respiración ya se había relajado. No pude evitar sonreír como estúpido al escuchar esas palabras salir de sus labios. no era tan idiota como para no comprender lo que había dicho. Mi corazón se aceleró con fuerza y una sensación tan cálida se deslizo por mi pecho hasta llegar a mi corazón.

—Ti amo, Jules— ella sonrió nuevamente. Sabía que le gustaba que hablara en italiano, al igual que me gustaba cuando ella hablaba francés. Después de un rato nos quedamos profundamente dormidos.

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Paso casi un mes. Un mes demasiado tranquilo para mi gusto, todo parecpia regresar a aquella pequeña burbuja de normalidad que me rodeaba, dejando de lado que ahora vivía en Wildwood, y que Raíza no quería que la buscara y claro el tener a Jules y a Terry cerca.

Diario evitaba estar mucho tiempo en la sala de estar. A pesar de ya haber pasado muchos años a veces el recuerdo de mi madre me perseguía como una pesadilla viviente. Si cerraba los ojos aun podía ver las manchas de sangre en la alfombra y en parte de la pared, aunque decidía mandar ese recuerdo al fondo de mi mente.

Igual ya no afectaba tanto.

El día de acción de gracias no pudimos cenar juntos, para nuestra mala suerte Jules, Terry y Kelly fueron a Montreal y no pudieron regresar esa misma noche por una tormenta de nieve.

Jules a veces pasaba tiempo en el invernadero o en su estudio de arte. Por las mañanas me ayudaba con algún detalle de la administración de la empresa, luego iba a sus terapias y de regreso iban por Terry a la escuela.

Incluso el se había vuelto su mejor amigo si es que le podemos llamar así, ya que se la pasa pegado a ella.

Había visto progresos en Jules, lo notaba cada noche, cuando ya no se despertaba teniendo pesadillas, también cuando ese nudo que no me dejaba respirar se disipaba, aunque había días en los que no se quería levantar de la cama unas horas después lo hacía.

También me había comentado que no sabía nada de Peach por suerte para mí no tenía que compartir con esa loca, aunque era extraño.

A veces Emerald venía a verla o Jules iba a ver a Emerald, había descubierto que enserio se tienen un gran aprecio, Emerald es muy amigable, a decir verdad. Ella me caía bien. También escuche que hubo algunos días en los que salían los tres, Andreu, Emerald y Jules, prefería a veces no indagar en el tema de Andreu, no quería saber si estaba enamorado de Jules, aunque en realidad no parecía.

Otra cosa que paso es que también le estaba enseñando a conducir a Jules, cosa que ella me pidió y acepte sin tener oposiciones, eso lo hacíamos en las noches después de cenar ya que las calles estaban vacías y no pudiéramos ocasionar algún accidente. Luego terminábamos aparcando para follar.

Unos días antes de navidad Kelly entro en mi despacho.

—Peach es una bruja— soltó de repente mientras tomaba aire. Era domingo y supuse que estaba haciendo ejercicio por la ropa que llevaba puesta. Lo miré frunciendo el ceño. —Salí a correr y luego me encontré con una vieja amiga mía que es bruja y la plática se dio porque dijo algo de una bruja llamada Peach y le pregunte y me mostro una imagen y es ella—lo dijo tan rápido que apenas logre comprender. Tomo una bocanada de aire.

—Por la diosa me moriré de un paro respiratorio a este paso— se cuestionó mientras limpiaba el sudor de su frente.

—¿Entonces si es hija de Dónatela Ricci? — interrogue mientras dejaba de lado los papeles que tenía en mis manos. El asintió.

—Tengo todo lo que logré investigar en casa, en un rato se lo entregó— asentí lentamente.

—No le digas nada a Jules— el asintió y salió de mi oficina.


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Peach

Mire a la mujer rubia frente a mí. tenía una sonrisa tétrica en sus carnosos labios teñidos por un labial rojo intenso.

Era hermosa, pero no tanto como Jules.

Suspire y espere unos segundos antes de hablar.

—Si alguien hiciera bien lo que tiene que hacer no estaríamos en estos problemas— reclame mientras miraba al causante de esto. Tan solo si se hubiera cerciorado de haberlo matado ahora no nos estaríamos destruyendo la mente por su estúpida culpa. Él bufó y rodo los ojos como si fuera algo que no importara.

Pero él no sabía cuánto tiempo he esperado por esto, no quería que nadie se interpusiera en mi camino, ni él, ni ese estúpido de Max.

—Entonces pasemos al siguiente plan— dijo la rubia con voz cancina mientras dejaba su teléfono de lado. —Si la Mahoma no va a la montaña, la montaña va a Mahoma—ella tenía razón, si su plan salía tal y como decía mataríamos dos pájaros de un tiro. Ella tendría su venganza y yo a Jules. No me sorprendía lo que una mujer con tanto odio en su corazón podía hacer, ni siquiera usar a sus hijos de tal manera.

Ahora solo teníamos que esperar el momento indicado para esto, aunque más bien primero tendríamos que encontrar a la chica.

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Jules

¿Qué le regalas a un hombre que ya lo tiene todo?

Me hice esa pregunta mientras miraba las vitrinas con distintos relojes, ya había recorrido todo el centro comercial en busca del regalo perfecto para Max. No sabía que quería para navidad. ¿Una billetera? Demasiado básico, no es el día del padre. ¿Unos chocolates? No, no es san Valentín. ¿Algún brazalete? Nunca le he visto alguno. ¿Un auto? Sopese esa idea. Nunca había regalado un auto, aunque tengo el suficiente dinero para comprar hasta cinco Ferrari del año.

Bueno le compraría un auto. Iba a necesitar ayuda así que miré a Kelly.

—¿Qué tipo de auto prefiere Max? —le cuestione mientras me acompañaba a la agencia. Sabía que Max amaba su Lamborghini, aunque también su Jeep.

—Los deportivos— comentó el mientras me seguía. Asentí lentamente.

Termine comprando un Sián FKP 37 edición limitada color negro metálico. Era hermoso y seguramente le gustaría a él. Me dieron las llaves y pedí que lo llevarán a casa de papá.

Luego regrese a una juguetería a comprar algo para Terry. Las compras navideñas me gustaban demasiado. A Terry termine comprándole dos juguetes diferentes, un ajedrez de dinosaurios y un set de cinco dinosaurios de treinta centímetros de Jurassic Park. Pensé unos minutos que podría regalarle a Alex y a Jacke. Max comento que recientemente iban a adoptar a una niña y que se mudarían a una casa ya que para las supervisiones de cómo se encontraría bajo su tutela no se veía muy bien que vivieran en un departamento. Aunque creo que solo serían los primeros meses.

Aun así, no sabía que podía regalarles. Jacke era alguien muy vanidoso así que pensé en regalarle algún brazalete o un reloj, aunque tal vez le regale algún collar, he visto que usa más collares que brazaletes. Mientras que Alex era más reservado. Solté un suspiro y entre a una joyería. Cuando entre vi un reloj hermoso que llamo mi atención.

Al final, después de unas muchas horas después terminamos, le pedí a Kelly que lleváramos las cosas al estudio de arte donde seguramente nadie las vería, Max no solía venir aquí y cuando lo hacía terminábamos teniendo sexo en el suelo o en la mesa.

Kelly fue muy amable al ofrecerse a ayudar a envolver los regalos conmigo. Envolvimos casi todos, luego le pedí que me llevara a la casa.

Ahí estaba Max en la cocina mientras acompañaba a Terry quien estaba haciendo una tarea. Kiri no estaba supuse que había salido.

—¡Jules! —sonrió Terry y se levantó sobre el banco cuando me acerqué. Me dio un beso en la mejilla. Max soltó un suspiro y dejo de lado el libro de matemáticas.

—¿Cómo te fue hoy bebé? —le pregunte mientras me acercaba a su padre quien me recibió en sus brazos y me dio un corto beso en la mejilla. —Hola— murmuré sonriéndole. Me recargue en su pecho y deje mi bolsa sobre la encimera.

—Muy bien, papá fue por mí hoy y quería saber si me podías ayudar con mi tarea de arte— le di una leve sonrisa.

—Claro que si— le respondí. Él sonrió y cerro sus libros.

—Voy a jugar—

Ni siquiera le dio tiempo a Max para que le dijera algo porque ya se había ido.

—Y no termino su tarea— murmuró Max. Yo reí y le di un beso en la mejilla. —Oye no, no te había visto en todo el día, merezco más— se quejó haciendo un puchero. Reí y me alejé un poco de él.

—Si. Puede ser más tarde, tengo una larga listas de cosas que hacer— me alejé de él y salí por la cocina escuchando sus quejas.

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