Capítulo 18
L'orage
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Morí...
El único inconveniente es que sigo viva.
—Gilraen Eärfalas
Max
No quiero que me busques, no me vas a encontrar, aprendí bien de ustedes. No quiero estar cerca de ustedes, cada que estoy cerca permanezco en el ojo del huracán, me duele el pecho de todo lo que he vivido. Me duele creer que tal vez nunca voy a llenar sus expectativas y que en realidad ustedes no están listos para alguien como yo.
No quiero seguir viviendo en un lugar donde no puedo estar en paz, ustedes no me dan la paz que yo necesito. Me siento mal al estar rodeada de ustedes es muy confuso. Primero se amaban y ahora se odian, yo no quiero seguir viviendo en esto.
Prefiero alejarme por mi bien, tal vez un día te necesite para saber tantas cosas que aún me faltan por descubrir, pero hasta entonces no quiero que intentes buscarme.
Con amore, Raíza
—¡Maldita sea! —gruñí dejando la hoja de papel sobre el escritorio. Llevé mis manos a mi rostro lleno de frustración. Malik aulló muy molesto.
Me quedé en mi lugar en silencio, pensé un momento en alguna opción viable, sin embargo, no sabía que tenía que hacer. Sabía que Raíza podía cuidarse sola, aun así, no dejaba de ser mi hija e intentaría cuidarla lo más que pudiera. Aunque por ahora no sabía qué hacer, ella quería que la dejara en paz, pero ¿eso era lo mejor? Mi cabeza era un lío total.
—Déjame salir—murmuró Malik con rabia contenida.
Me levante de mi silla dispuesto a salir de la oficina.
Estando afuera Kelly me iba a seguir, pero se lo negué.
—Cuida a Jules— le pedí y él asintió sin decir nada más. Me adentré en el bosque por un par de segundos mientras llegaba a la parte más lejana del mismo. De un momento a otro Malik comenzó a salir luchar por salir y lo deje hacerlo. El crujir de mis huesos comenzó a inundar mis oídos, luego sentí como mis piernas se deformaron convirtiéndose en patas y el pelo blanco comenzaba a salir.
Se sentía bien después de tanto tiempo. Malik tomando el control. Correr por el bosque. El aire natural. cada sonido llamaba mi atención, aunque no me giraba a ver de donde provenían, solo escuche como los pájaros cantaban, el sonido del agua correr y algunos otros animales correr por ahí.
Además, cada olor se intensificaba aún más, los robles y el olor de algunos pinos, también de conejos y otras especies de animales. Todo era más tranquilo...
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Jules
—¿Y Max? —le pregunte a Kelly mientras bajaba las escaleras.
—Salió no dijo a donde iba, luna— hice una mueca y asentí.
Pensé en decirle que quería salir, pero supuse que su respuesta automática sería un "Yo la acompaño, luna" y en realidad quería salir a explorar sola. No tenía ganas de estar encerrada sola o me iba a deprimir más.
Decidí salir por la parte trasera de la casa recordé que había una puerta por la que habíamos salido la primera vez que me trajo Max así que decidí salir por ahí.
—Oye Kelly ¿puedes traerme mi teléfono? Lo olvide en la camioneta— él asintió sin decir nada. Yo aproveche para salir hacia la cocina, me apresure a abrir la puerta trasera y salí de la casa con cuidado. Me apresure a adentrarme en el bosque y camine lo más rápido que pude para perder a Kelly por lo menos unos minutos.
Camine y camine casi por horas. Mis pensamientos comenzaban a hacerse un caos debido a mi soledad. No podía dejar de pensar en lo que había pasado estos últimos días.
Primero lo de mamá y ahora necesitaba decirle a mi padre que no quería irme con él. No quería estar con él, no podía compartir mi dolor con nadie más por ahora.
Mis ojos se inundaron de lágrimas. Mientras caminaba.
Unas ramas crujieron detrás de mí y supuse que era Kelly, aun así, me giré para asegurarme. Sin embargo, no había nadie.
Seguí caminando y solté un suspiro, pero mis nervios comenzaban a atacar.
Seguí caminando mientras comenzaba a jugar con mis manos. Nuevamente escuche el crujir de unas ramas detrás de mí. no sabía cuándo me había alejado, pero era demasiado.
—¿Kelly? —lo llame insegura de lo que pudiera suceder. No obtuve respuesta alguna así que me giré nuevamente y ahogué un chillido al quien estaba frente a mí. tragué con dificultad.
—J-Josh— mi voz vacilo en ese momento. Su cabello rubio estaba manchado de sangre al igual que sus manos. Me congele al pensar que pudo ser la sangre de Kelly. Me maldije un millón de veces por no haber esperado a Kelly.
—Ay mi amor ¿pensaste que no te encontraría? —se mofo con una sonrisa que llegaba hasta sus ojos. Mi cuerpo reacciono con un temblor involuntario que no fui capaz de controlar.
—¡Kelly! —grite con fuerza esperanzada a que este me escuchara en cualquier parte en la que estuviera o que alguien me escuchara.
—¡Cállate! —gruño y me cubrió la boca haciendo que sintiera arcadas en el momento gracias a la sangre que cubría sus manos.
Quise morder su palma, pero me daba aún más repulsión hacerlo.
Patalee e intente golpearlo, pero fue inútil.
—Cálmate— dijo entre dientes mientras me giraba para quedar frente a él. Sus manos apretaron mis brazos con tarta fuerza que hice una mueca de dolor.
Me termino pegando a su pecho con fuerza e intente zafarme.
—Maldita sea suéltame— gruñí frustrada y adolorida.
—Parece que tienes más agallas que antes— gruño el pegándome contra un árbol un árbol haciendo que me quejara de dolor.
Un gruñido proveniente de detrás de nosotros llamo mi atención. Josh giro la cabeza y aproveche para golpear su entre pierna con mi rodilla y este hizo una mueca alejándose un poco de mí en eso un nuevo gruñido me alerto. Josh se quejó del dolor. No desaproveche la oportunidad y me escape de él, pero tropecé y caí al suelo.
Desde ahí pude ver mejor al lobo, su pelaje era marrón y sus de un azul eléctrico. No pude reconocerlo al principio, pero si después de unos segundo caí en cuenta en que era Kelly, no solo por el pelaje, sino por la forma en la que me miraba. Ese respeto en su mirada hasta ahora solo lo había visto en él.
La forma en la que la sangre salía de la pierna de Josh me mareo y provoco arcadas.
El color de esta era oscuro, casi negro, daba tanto asco y su olor era nauseabundo. Mi mente no resistió tanto.
Lo último que vi fue la sangre saliendo. Y un golpe en la cabeza me hizo cerrar los ojos de repente.
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—Jules, Jules— podía escuchar una voz muy lejana. Un olor similar al vino inundo mis fosas nasales provocando que quisiera estornudar. Por inercia abrí los ojos y me senté de golpe. —Cariño— los brazos de Max me envolvieron con fuerza y agradecí el calor que me proporciono con sus brazos. Le devolví el abrazó y solté un suspiró tranquila—¿Estas bien? —asentí repetidas veces con la cabeza.
—Si ¿Y Kelly? ¿Él está bien? —Max asintió alejándose de mí un poco.
—Si él te trajo y me aviso lo que había pasado— sus manos acunaron mi rostro —Pero estás llena de sangre, ¿No es tuya? —pregunto preocupado. Yo negué con la cabeza.
—No, no, él tenía las manos cubiertas de sangre y...— solo de recordar ese momento tuve que levantarme de la cama para correr al baño a vomitar. Max me siguió mientras yo levantaba la tapa del váter para comenzar a vomitar él me levanto el cabello.
Cuando vacié mi estomagó por completo Max me ayudo a levantarme. Lave mi boca mientras Max llenaba la bañera con agua tibia.
—Kelly me dijo lo que hiciste— pauso sentándose en la orilla de la bañera. Parecía muy calmado para lo que había pasado, tanto que me extraño.
—¿Huir al bosque y perderlo? —pregunte luego de lavarme los dientes. Poco después Max apareció detrás de mí. Su presencia era imponente, pero ya me comenzaba a acostumbrar. Sus manos se cernieron sobre mis hombros comenzando a frotar mis hombros con calma.
—No, sobre cómo te liberaste— me encogí de hombros restándole importancia.
—Ni siquiera yo sé de donde saqué el valor para hacerlo— respondí y Max me dio una media sonrisa que no llegó a sus ojos.
—Lo hiciste bien, pero no salgas sola la próxima vez— murmuró para luego besar mi mejilla. Asentí levemente. —¿Cómo te sientes? —interrogó curioso.
¿Cómo me siento? Realmente mal. Pero no se lo iba a decir, no quería que lo supiera, no quería explicar lo mal que me ponía ver a Josh.
—Bien— pronuncié tranquila o por lo menos lo más tranquila que pude.
—Si quieres hablar puedes hacerlo conmigo— murmuró para terminar dejando un beso en mi cabeza. Asentí lentamente con una leve sonrisa.
—¿La bañera es para mí? — él asintió. Evite ver mi reflejo nuevamente para no ver la escasa sangre que había en mi rostro y brazos, me causaba repulsión.
—Claro que si— pauso—¿Quieres que te deje sola? —negué con la cabeza mientras comenzaba a subir mi blusa. Max se alejó un poco de mí para que pudiera comenzar a desvestirme. Me quité los zapatos antes de quitarme el pantalón y luego seguí por él. Max me ayudo a desabrocharme el sujetador y me guio a la bañera. Antes de entrar en ella me quite las bragas y termine de entrar.
Agradecí que el agua tibia abrazara mi piel calmando mis músculos. Me deslice en el respaldo hasta quedar cómoda.
—¿Qué pasó con Raíza? —pregunte mientras el comenzaba a mojar mi cabello con el agua tibia. Pude ver como se tensó por completo y comprendí que había tocado fibras sensibles y me arrepentí de haber preguntado.
—No quiere que la busque, me envió una carta me lo dejo muy claro— gire un poco mi cabeza para verlo un poco mejor, Max aparto la mirada antes de que pudiera mirarlo a los ojos. Tome su mano para intentar hacerlo sentir mejor.
—Tal vez solo necesita tiempo, chérie— murmuré. Él me dio media sonrisa.
No solté su mano mientras él seguía mojando mi cabello. El silencio que se formó entre ambos fue tranquilo. Comencé a quitar la sangre de mi rostro con mi mano libre, luego de eso Max soltó mi mano se levantó para ir por el jabón y shampoo.
Esperé a que regresara, cuando lo hizo puso algo de shampoo en mi cabello y comenzó a dispersarlo. Disfrute el movimiento de sus dedos por mi cuero cabelludo mientras esparcía el jabón líquido.
Luego de eso tomo la esponja y le puso jabón. Destapo el drenaje de la bañera para que se vaciara la bañera mientras comenzaba a pasar la esponja por mis hombros y luego por mi espalda con suaves movimientos.
—He pensado lo de ir a la fiesta— murmuré mientras él tallaba mi pecho con detenimiento. Me recargué en él respaldo de la bañera y comencé a disfrutar su tacto. Él lo noto. —Si quiero ir— murmuré. En realidad, no lo había pensado mucho. Solo había tomado la decisión de golpe sin siquiera pensar. El hecho de olvidarme de todo un poco me llamaba la atención. Quería olvidarme de todo por una noche.
—¿Quieres ser mi cita esa noche? —Max me miró con una leve sonrisa adornando sus labios aun así esta no llegaba a sus ojos.
—Claro que si —siguió pasando la esponja por mi cuerpo hasta llegar a mi abdomen. Mi respiración se contrajo mientras deslizaba la esponja por mis piernas, muy cerca de mi sexo.
Antes de que alguno de los dos dijera algo la voz de Terry sonó detrás de la puerta.
—¿Papá? —Max me dio una mirada burlesca.
—Ve y deja de torturarme— le dije mientras le daba un leve apretón en la pierna. Max me dio un corto beso en los labios y se levantó.
—Te traeré ropa— respondió y asentí mientras le daba media sonrisa.
Nuevamente me quedé sola con él silencio de mi mente.
Mi mente vagó a todas esas veces que mi madre me llenaba la bañera e iba con un traje de baño lindo y me metía en ella como si fuera una piscina.
—¡Me invitó al baile, mamá! ¡Josh lo hizo! —chille emocionada dando pequeños saltos mientras ella sonreía. Me emocionaba tanto el que Josh me hubiera invitado al baile porque era la primera vez que íbamos a salir juntos. Josh era el chico más popular de la clase, iba un grado más avanzado que yo. Era perfecto, como un príncipe azul.
—¡Qué bueno cielo! ¿Quieres que vayamos a comprar un vestido bonito? Puedes invitar a Emerald— asentí repetidas veces y corrí al teléfono para llamar a Emerald y contarle.
Mis ojos se inundaron de lágrimas al darme cuenta de que esa mujer pelirroja de ojos verdes y amables ya no estaba para aconsejarme o para ir de compras juntas y ahora no sabía que hacer ya no la tenía más. Había perdido a las personas que más amaba en el mundo. Había perdido a Jasón, luego a mamá y Josh... aunque a él lo perdí desde hace tanto tiempo que el solo pensarlo hacía que mi corazón se encogiera. No todo el tiempo fue malo, no siempre fue así, hubo un tiempo en él que era el mejor del mundo. Salíamos juntos, íbamos al cine charlábamos por horas y nos reíamos juntos, pero ahora no podía ver a nadie más más que al hombre que me lastimo tanto durante años.
Es doloroso ver como alguien a quien amas va cambiando, pero aún más doloroso saber que no pudiste hacer nada para evitarlo.
Me quedé unos segundos más dentro del trance mientras hasta que Max abrió la puerta del baño. El sonido de la puerta me saco de mi disociación provocando que girara mi cabeza a ella. Max dejo algo de ropa sobre el lavamanos.
—¿Todo bien? —yo asentí lentamente sin decir nada. Cuando salió del baño termine de ducharme rápidamente, me puse la ropa que me trajo Max, agradecí que haya sido algo cómodo.
Termine saliendo de la habitación encontrándome con una pila de juguetes en el piso y Max y Terry sentados en la alfombra.
—¿Qué hacen? —pregunté curiosa mientras me acercaba a ellos sentándome en el suelo igual que ellos. Terry me miró unos segundos.
—¿Quieres jugar? —preguntó señalando los dinosaurios que estaban usando en ese momento. Yo asentí con una sonrisa. Terry me dio un dinosaurio color verde oscuro de cuello largo, según mi poca experiencia en dinosaurios era un brontosaurio. Max tenía un triceraptor y Terry tenía el dinosaurio más grande que era un T-rex.
Terry comenzó a golpear el dinosaurio de Max con el suyo para que luego Max le susurrara algo, Terry asintió y ambos se giraron a verme, Max con malicia y Terry con diversión.
Oh no.
—Hemos llegado al acuerdo que él primero que te atrape gana— aviso Max mientras Terry se levantaba de su lugar. Yo los mire haciéndome la ofendida, pero me apresure a levantarme del suelo. No espere mucho para correr fuera de la habitación, escuche las pequeñas pisadas de Terry detrás de mí. Bajé las escaleras con rapidez y luego pude escuchar las pisadas de Max bajando por las escaleras.
Cuando llegué a la cocina me encontré con Kiri ella me miró con una sonrisa maternal.
—Parece que te vienen siguiendo mi niña ¿Qué pasa? —de cierta forma el que fuera tan maternal era reconfortante.
—Terry y Max— le conteste tomando aire. Ella formo una O con la boca y me hizo una seña para que me metiera debajo de la barra donde tal vez no me verían, pero tal vez si me olerían. Pero me metí debajo de ella pronto escuché sus pisadas entrar a la cocina.
—¿Lita y Jules? —pregunto Terry con curiosidad, pude ver la sonrisa tranquila de Kiri desde mi posición.
—No lo sé mi niño, no la he visto— no pude ver el rostro de Terry, pero escuché su pequeño bufido y como salió corriendo a otro lado.
—Que mentirosa eres Kiri— pauso Max—Si no te escondes en otro lugar Terry te va a encontrar cariño— volvió a hablar ahora dirigiéndose a mí.
Me quedé en silencio en mi lugar y esperé a que se fuera para salir de mi escondite e irme directo a la sala.
Entre por la entrada principal para luego girarme para ver a si no venía Terry, pero si lo hacía.
—Me atrapaste— murmuré extendiendo mis brazos y encogiendo los hombros decidida a correr por la otra entrada. Terry rio con diversión como si eso fuera tan divertido camine con lentitud hacia atrás. antes de que pudiera echarme a correr sentí unos brazos fuertes rodear mi cintura.
—Te atrape— la voz de Max inundo mis oídos y casi solté un chillido.
Ahora entiendo porque se reía Terry. Este se acercó a nosotros y abrazo mis piernas.
—¡Te atrape! ¡Te atrape! —chillo con alegría entre risas mientras Max me seguía abrazando por la cintura. Me separé un poco de él para poder levantar a Terry. Era un poco pesado, pero aun podía levantarlo bien.
Terry sonrió y dijo que quería ir a jugar con los niños de la manada lo cual Max asintió dándole permiso de ir, pero mando a uno de los chicos de seguridad con él para que lo cuidara.
—¿Qué paso con Josh? —pregunte de inmediato después de que Terry se marchó. Kiri decidió dejarnos solos en el instante que escucho que pregunte por él.
Los hombros de Max se contrajeron dándome una señal de que se tensó.
—Se escapó, Kelly no podía con ambos— pauso mientras se recargaba contra el marco de la entrada para eso momento estábamos casi a un metro de distancia.
—¿Lo vas a matar? —no pude evitar el leve temblor en mi voz cuando esa pregunta abandono mis labios.
Max me miró confundido unos segundos, sin embargo, su expresión cambio con rapidez. Se cruzó de brazos.
—Posiblemente— su voz fue fría e hizo que un escalofrío me recorriera.
Pensé la posibilidad no decirle que no lo hiciera, ya que una parte de mí se iba a sentir culpable por eso, sin embargo, temía de su reacción ya que sería una estupidez lo que le pedía.
—Max— lo llame con tono tranquilo. El alzó una de sus perfectas oscuras y pobladas.
Aclaro su garganta y habló.
—No me pidas que no lo haga— pauso en tono neutras mientras se acercaba a mi sin vacilar. Tomo mis manos entre las suyas. —Sé que posiblemente no te guste esa decisión, pero prefiero que estés molesta conmigo a que pueda hacerte algo— no pude evitar que mis ojos se aguaran. Baje la mirada, pero Max sostuvo mi mentón levantándome la cabeza un poco.
—Seguramente te va a doler lo que haga, sin embargo, prefiero que me odies a verte sufrir— murmuró acariciando mi mejilla. Negué con la cabeza.
—No podría odiarte nunca, Max— murmuré. El me dio una leve sonrisa y beso mi frente. Yo deshice el agarre de sus manos y aproveché para abrazarlo por la cintura pegando mi cabeza a su pecho. —Max— lo llame mientras alejaba un poco la cabeza de su pecho para mirarlo mejor.
Él baja un poco la cabeza para ver, su rostro se cambió a uno de curiosidad.
No dice nada a la espera de que yo siga hablando. Tenía que sacarme esa duda de la cabeza ya que la venía arrastrando desde hace ya unos días atrás, sin embargo, no me había atrevido a decir nada hasta ahora.
—Si no fuera por el lazó que nos une tú no te habrías fijado en mí, ¿Cierto? —Max se recargó en la encimera. Se alejó un poco de mí, nuevamente tomo mi rostro entre sus manos.
—Escúchame bien, Jules Anelise porque quiero que esto quede dentro de esa hermosa cabecita— pauso. Su mirada estaba sobre la forma en la que sus iris de diferente color me miraban me hacía querer quedarme con él para siempre. —Te habría elegido a ti, siempre serás tú Jules. Ni siquiera estamos unidos por el lazo porque no te he marcado hasta ahora solo esta esa conexión emocional que provoca que haya esa atracción entre nosotros—explico con calma acariciando mi rostro con suavidad.
Podía ver que decía la verdad, sus ojos me lo decían. Esos hermosos ojos de diferente color.
—Me habría fijado en ti Jules, claro que lo habría hecho— no resistí las ganas de besarlo. Tome sus mejillas entre mis manos y lo acerque a mi rostro para besarlo. Fui bien recibida por sus labios los cuales acariciaron los míos. Sus manos van directamente a mi cintura y descienden hasta mi trasero dándome un apretón provocando que un gemido abandone mis labios y Max tenga más oportunidad de profundizar el beso.
—Álzame— pido y no duda ni un segundo en levantarme. Envuelvo mis piernas en su cintura. Max continúa besándome con ferocidad, su boca atacando la mía sin piedad alguna mientras yo llevaba mis manos a su pecho para desabrochar su camisa. Nos separamos para tomar un poco de aire Max me llevo a la encimera y antes de dejarme sobre ella movió con su brazo todo lo que había encima.
—Nos van a escuchar— murmure mientras desabrochaba su camisa con prisa mientras admiraba su perfecto abdomen marcado. Sus ojos seguían cada uno de mis movimientos mientras llevaba sus manos debajo de mi vestido acariciando la piel de mis piernas con cierta lentitud provocadora. Mi respiración estaba hecha un desastre.
—Gran parte de la casa esta insonorizada— murmuró mientras seguía acariciando mis piernas. Abrí las piernas mientras acercaba a Max a mí.
—Como me pone cuando intentas tener el control— murmuro mientras me dejaba desabrochar su cinturón y su pantalón. Le sonreí mientras terminaba de desabrochar su pantalón. Su sonrisa estaba llena de malicia.
Sus manos se deslizaron en el interior de mis muslos nuevamente. Cada vez acercaba más una de sus manos a mi entrepierna provocando que jadeara, saco su mano libre de debajo de mi vestido y comenzó a desabrochar los botones de mi vestido dejando mis pechos un poco expuestos.
—¿Sabes cuánto me gusta que no uses sostén? —murmuró deslizando uno de sus dedos por mi caja torácica hasta llegar al camino de mis senos. Mi respiración se entrecorto mientras él comenzaba a tocar por encima de mis bragas.
—Oye Max no he visto a...— la frase se quedó incompleta en el aire. En ese momento que escuchamos la voz de Iden Max saco la mano del interior de mi vestido. —Ay por la diosa— murmuró Iden saliendo de la cocina. Mire a Max mientras sentía como mis mejillas tomaban un color rojizo.
—Ay no, Ay no— cubrí mi rostro con mis manos apenada por lo que Iden acababa de presenciar. Max soltó una pequeña risa tranquilo mientras dejaba un beso en mi frente.
—Mira el lado positivo, por lo menos no fue Kiri o Terry quien entro— le di un golpe en el brazo mientras el comenzaba a abrochar el vestido nuevamente.
—¿Cómo lo voy a mirar en la cara y no recordar que nos encontró a media sesión de sexo oral en la cocina?, claro una cocina que nadie usa— no pude evitar que mi voz saliera con sarcasmo ante eso último. Max sonrió, termino de abrochar los botones de mi vestido y comenzó a abrochar su pantalón y luego su camisa.
—Tranquila, para hoy en la noche ya lo olvido— intentó tranquilizarme. Ay no. No quería mirar a la cara a Iden dentro de los próximos veinte años.
Termine bajando de la encimera. Max y yo salimos de la cocina y agradecí a dios que no nos topáramos a nadie camino a la habitación. Cuando llegamos a esta me senté en la cama.
—Necesito ir a la ciudad a comprar un vestido— comenté mientras miraba a Max ir por ropa a nuestro armario.
Nuestro. Claro lo había invadido, pero él no se quejó y a mí me agradaba. En cierta parte el estar aquí con Max me hacía sentir muy bien.
—¿Quieres que te acompañe? —negué con la cabeza, el frunció el ceño confundido, pero había hecho el plan de ir con Emerald, sola, sin embargo, no contaba con lo que pasó hoy, así que hay cero posibilidades de que vaya a la ciudad sola, porque claro Max no lo permitiría y dos me había servido de escarmiento lo que había pasado.
Eso me paso por necia.
—No, quiero ir con Emerald, tal vez puedas ir por mí— el asintió y me dio un corto beso en la frente para luego comenzar a desvestirse e irse a la ducha. Yo fruncí el ceño, pero no dije nada esperé pacientemente a que terminara de ducharse y se acostara a mi lado a dormir un rato.
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Lo que paso de la semana fue tranquilo, aunque Max se notaba algo preocupado y distraído no quería hablar sobre lo que pasaba, no tenía que ser muy inteligente como para poder asociarlo a lo que había pasado con Raíza, tampoco quería tocar el tema.
Una parte de mí aún se sentía mal por lo de Josh, si había logrado acercase a Wildwood lo suficiente ¿qué más podría hacer?
Algo más que no me dejaba dormir por las noches eran las pesadillas, casi siempre las mismas, pero ahora otro personaje se había sumado; mi madre, era horrible tener pesadillas con ella. Mi pecho dolía de solo pensarlo, pero me obligue a no pensar en eso para no llorar y arruinar mi maquillaje.
Mientras tanto Terry iba a la escuela, Max lo apunto a un colegio más cercano al que iba e investigo un poco más sobre qué había pasado para que él viniera aquí, sin embargo, Terry casi no hablaba de eso. Es un niño muy inteligente para su edad, a lo que me contó Max no es su hijo de sangre, pero él lo crío desde que nació así que lo ama como si fuera suyo, también me contó que es un hibrido mitad humano, mitad vampiro, por lo cual por ahora su instinto vampiro no había salido, aun, pero que no tardaría mucho.
Es un niño bastante inteligente, se la pasa casi todas las tardes jugando conmigo, al parecer le agrado. A veces lo llevó al invernadero o juego en el patio con él. Max y yo llegamos a un acuerdo en él que me iba a dejar ayudarlo con él trabajo, como lo que hacía en la empresa, pero en la manada, lo cual era excelente. No me sentía sola aquí. Kiri estaba todo el día aquí e Iden venía por las tardes ya que salía de la universidad y cuando Max regresaba de Montreal pasábamos tiempo juntos. Estos últimos días ha tenido que estar yendo constantemente a la empresa, lo cual al parecer es muy cansado a veces se encierra en su oficina por horas y no sale ni a comer.
En estos momentos ambos nos estábamos arreglando. En unas horas sería la fiesta. Estaba muy nerviosa había pedido que llevaran los cuadros que iba a exhibir a la galería. Quería contarle a Max, pero no encontraba el momento indicado. Ni siquiera sabía cómo decirle de que iban los cuadros que había pintado hace mucho tiempo.
Terminé de ponerme el vestido y comencé a hacerme las tranzas para poner ponerme la peluca.
Max toco la puerta antes de entrar al baño, le dije que podía entrar y lo hizo. Tomo su frasco de loción y poso algo de ella inundando el baño con su olor. Luego me miro de pies a cabeza, pude verlo por el espejo.
Su mirada recorrió mi cuerpo y se relamió los labios. Me encantaba ver el efecto que tenía en Max, la forma en la que se pone cuando me le acero o la forma en la que late su corazón cuando lo abrazo o como ahora la forma en la que me miraba, ese deseo en su mirada.
—Joder cariño te ves muy hermosa— termino por acercarse a mí y rodeo mi cuerpo con sus brazos.
—Creo que he subido de peso estos últimos días—él frunció el ceño y luego me dio un beso en mi mejilla.
—No lo he notado— murmuró en voz baja, pero por la cercanía lo pude escuchar. —Da igual, eso no te quita lo hermosa— sonrió. No podía explicar cuanto me gustaba esa sonrisa, esos ojos, esos labios. ¡Me estaba enamorando? No. Ya estoy enamorada.
—Te vez igual de guapo—ese traje tinto le quedaba a la medida, se ajustaba muy bien a su cuerpo y ese color le quedaba muy bien además de que su cabello era el mayor contraste. Me gire entre sus brazos encontrándome directamente con él. Su sonrisa aumento y me dio un pico para no correr mi labial. —Ya sal de aquí o nunca terminare— él rio, pero acato lo que le dije y salió del baño.
Minutos después me puse la peluca y los tacones terminando de salir del baño. Me encontré con Terry durmiendo en el pecho de Max mientras Max terminaba de ver la caricatura que Terry estaba viendo.
—Creo que ser tan hermosa debería de ser un delito—susurró para no despertar a Terry. Se levantó con cuidado de no despertarlo, se aceró a mí y me dio una vuelta con su mano desocupada. —Hermosa— murmuró y beso mi mejilla para salir de la habitación y llevar a Terry a la suya. Unos minutos después regreso a la habitación. Termine de guardar mis cosas en mi bolso y tome mi abrigo debido a que él invierno ya había empezado y no quería enfermarme pronto.
Max me guio a la planta baja. Se supone que Kelly nos iba a llevar y luego iba a llevarle su auto a Max para que no nos esperara, ya que la fiesta es casi al otro lado de la ciudad, casi a una hora de su apartamento, así que no quedaríamos en un hotel.
Antes de subir a la camioneta susurró.
—Te vez hermosa con él vestido puesto, me imagino que aun más hermosa sin él— le di un leve golpe cuando sentí mis mejillas calentarse.
—Controlé sus hormonas alfa— murmuré mientras subíamos a la camioneta. El me dio una sonrisa llena de picardía y subió.
Max tomo mi mano durante todo el trayecto el viaje, en algún momento decía algo gracioso para alivianar mis nervios los cuales me estaban haciendo trizas, aunque intentaba relajarme. Me preocupaba como iba a reaccionar Max al ver las pinturas en exhibición. Ni se si le gustarán o creerá que estoy loca. Kelly dijo que le encantarían, porque claro, Kelly fue la persona que me ayudo a llevarlas a la galería y por ende él las vio.
Casi tres horas después Kelly se detuvo frente a la galería.
La fuente frente a esta estaba iluminada con luces rojas y blancas, la entrada estaba decorada con telas rojas y doradas.
Max bajo primero de la camioneta y luego me tendió la mano para ayudarme a bajar.
Cuando ambos estuvimos abajo tome su brazo. Le dijo algo a Kelly que no le puse atención. Tome un largo suspiro mientras intentaba tranquilizarme. Mis manos estaban temblando.
—Tranquila— murmuró Max tranquilo. Claro él no tenía ni una pisca de nervios al contrario de mí que me estaba muriendo.
—Max— murmuré mientras caminábamos hacia la entrada algunas personas ya estaban entrando. Max giro un poco la cabeza y bajo la mirada para verme.
—¿Qué pasa? —pregunto preocupado mientras entrelazaba nuestros dedos. Su calor era tan reconfortante que si no estuviera tan nerviosa me hubiera ayudado a tranquilizarme.
Antes de que pudiera decirle que era lo que pasaba un acento francés que conocía tan bien me interrumpió.
—¡Jules! Qué alegría verte, por poco pensé que no vendrías— comentó Melanie con una sonrisa decorando su rostro. Luego su mirada viajo a mi acompañante y regreso a mí. —Señor Cross, nunca imagine que podría verlo en una exposición de arte— comentó algo sorprendida Melanie. Y claro seguramente era conocimiento de medio mundo que Max no era fanático del arte.
—Hay excepciones— murmuró él con serenidad. Melanie regreso su mirada a mí sin prestarle mucha atención al comentario de Max.
—No sabía que habías inspirado tus pinturas en...— sabía lo que iba a decir, así que la interrumpí.
—Ya sabes, cosas que pasan— respondí con una leve sonrisa mientras rogaba de que no quisiera hacer otro comentario sobre mis pinturas.
Sentí la mirada de Max sobre mí ¿, pero decidí ignorarla mientras seguía con mi sonrisa mirando a Melanie.
—Bien, porque no entran, estoy segura de que quiere ver tus pinturas— señalo a Max y asentí lentamente. Miré a Max.
—Vamos— le dije y el asintió mientras caminábamos juntos.
Mi corazón latía con desesperación desenfrenada y sabía que Max podía escuchar los latidos de mi corazón.
—¿En quién inspiraste tus pinturas? —la curiosidad que sobresalía de su voz era sin duda notoria. Inevitablemente mis mejillas adquirieron un tono rojizo. No sabía cómo decírselo.
—¿Por qué no te lo enseño? —pregunté calmando mis nervios mientras me detenía frente a él. Sus ojos me miraron y en ese momento mi corazón se detuvo, era tan hermoso que me dejaba sin palabras. Una sonrisa adorno su rostro y asintió. Mientras caminábamos entre la gente lo dirigía a donde estaban mis pinturas. Había algo de gente saliendo de esa área. Esas personas miraban a Max más minutos de lo requerido, en especial las mujeres.
—Atraes todas las miradas, chérie— murmuré esperando unos segundos a que terminara de salir las personas que estaban en esa área. Max rio y se acercó a besar mi mejilla.
—Lo mismo digo, cariño— respondió luego de eso. Sonreí levemente. Cuando todos salieron de ahí tape los ojos de Max con rapidez, poniéndome de puntillas detrás de él. Camine lentamente ya que Max era más alto que yo y tenía que estirar mis brazos para cubrir bien sus ojos.
Entramos a la pequeña sala de exhibición, en total eran cuatro pinturas. En la primera eran sus ojos, esos dos iris bicolores, tan exactos que me asustaba el hecho de que las haya pintado antes de saber de su existencia.
En la segunda era parte de su rostro, sus pómulos marcados, la barba incipiente y su cabello tan blanco. La tercera era de su muñeca, ¿Cómo lo sabía? Gracias a la runa de protección que había en su muñeca. Y la cuarta era la más perfecta. Era un retrato de él, cada parte de su rostro era casi idéntica en la pintura, hasta el tono de su piel, recuerdo que pase meses trabajando en esa pintura y cuando por fin termine mamá se sorprendió.
Después de tantos meses había terminado. Deje los pinceles sobre la mesa y mire mi obra de arte. Era tan perfecto que se sentía irreal. Su imagen no había salido de mi mente, estaba segura de que era un invento de mi imaginación, aunque me sorprendía seguir viendo su imagen cuando cerraba los ojos.
Mire con atención cada detalle, sus ojos, su cabello, sus pómulos y sus labios. No podía sacar su imagen de mi mente cada vez que cerraba los ojos solo lo veía a él lo cual era raro, ya que estaba totalmente segura de que era producto de mi imaginación.
—Cielo ¿quieres...? —la pregunta se quedó suspendida en el aire cuando vio el lienzo frente a mí. Jasón venía detrás de ella al igual que la pequeña Ashley.
—¿Por qué lo pintaste? —fue lo que pregunto primero mientras que se acercaba. Jasón se acercó junto con ella y Ash. Yo me quedé en silencio, pensando en algo coherente que decirle, aunque en realidad no lo había.
—Yo... lo soñé, llevó meses soñando con lo mismo, al principio solo eran fragmentos, pero ahora es esto— murmuré señalando el cuadro. Me quedé en silencio por varios minutos.
—Eres increíble— murmuró Jasón mirando cada aspecto de la pintura. Claro el si lo sabía, ya que se lo había contado, pero no había visto la pintura ya terminada.
Mi madre me miró asombrada, no dije nada por unos minutos, lo cual fue extraño.
—Es asombrosa— dijo minutos después con una sonrisa en su rostro. —Eres muy talentosa mi niña—
—Te voy a destapar los ojos— murmuré saliendo de mis pensamientos. Max se limitó a asentir. Destape sus ojos con lentitud. En ese momento quise poder leer mentes. Max miró los cuatro cuadros acomodados en orden. No dijo nada y su silencio comenzó a carcomerme por dentro. Se alejó de mí acercándose a los cuadros. Los miro con atención detallando cada parte de ellos. Paso de cuadro en cuadro hasta que se detuvo en él último. Mi corazón latió con tal fuerza que temí que saliera de mi pecho. Con los nervios y el miedo corriendo por mis venas decidí acercarme a Max.
Cuando estuve a su lado se giró para verme. Las comisuras de sus labios se alzaron al verme, la sonrisa llegaba hasta sus ojos y un brillo tan peculiar que solo aparecía cuando me miraba lo invadió.
No dudo al acercarse a mí, me tomo de la nuca y unió nuestros labios en un apasionado beso. Llevé mis manos a sus mejillas respondiendo el beso. Nos separamos por falta de aire, su sonrisa seguía adornando su hermoso rostro.
—Eres— me dio un pico—Maravillosa— me dio otro pico haciendo que sonriera.
—¿Te gustan? —
—Me encantan— respondió tomando mi mano nuevamente. —No lo puedo creer— murmuró mirando nuevamente esas pinturas.
Por primera vez desde que nos conocemos pude percibir un muy leve tono rojo en su rostro, lo cual me hizo sonreír aún más. Me acerque para besar su mejilla.
—Nunca creí verte sonrojado, ya puedo morir en paz— le dije y él negó con la cabeza en señal de diversión.
—¿Hace cuánto que las pintaste? —pregunto aun maravillado, viendo esas pinturas. No sé si eso era algo narcisista de su parte, pero daba igual.
—Hace unos años, creo que apenas había entrado a la preparatoria— Max me volteo a ver con una señal de confusión.
—¿No se supone que en ese tiempo no sabías de mi existencia? —cuestiono con cierto tono curioso.
—Y no lo tenía— pause y tome una fuerte respiración— Yo... te estuve soñando durante meses, creía que era producto de mi imaginación, pero cuando te conocí me di cuenta de que no era producto de mi imaginación— admití algo nerviosa. Max besó mi mejilla nuevamente y soltó.
—Podría casarme contigo en este mismo momento joder— murmuró más para él que para mí. Abrí los ojos demasiado al terminar de escuchar ese comentario, que claramente solo aumento mis nervios.
Yo también podría casarme con él en este mismo momento y no me arrepentiría.
Nuevamente se acercó a mí y comenzó a llenar mi rostro de besos sin importarle que alguien nos pudiera ver. No pude evitar sonreír al sentir sus labios en mi rostro.
Amaba la forma en la que no le importaba demostrarme cariño en lugares públicos.
Max podría verse tan intimidante, pero sin duda alguna es todo un amor.
Pasamos unas horas más recorriendo la galería, algunos de mis ex compañeros del taller de pintura me felicitaban por esas pinturas, otras personas preguntaban si era Max el de los cuadros y otras lo deducían solo con mirarnos.
—He pensado seriamente en qué hacer con esas pinturas, tal vez las queme— Max giro la cabeza para mirarme totalmente confundido.
—¿Qué? —sonó demasiado confundido y no pude evitar reír por su expresión.
—Es broma— su semblante se relajó cuando dije eso. He de admitir que fue divertido ver esa confusión en su rostro. —¿Te gustaría tenerlas? —pregunte mirando una de las pinturas de otra sección. Max me dio un leve apretón en la mano.
—¿Me las quieres dar? —pregunto con cierta emoción escondida en su tono de voz.
—Solo si las quieres, sino las quemo— el me miró con una sonrisa.
—Si las quiero— murmuró con una sonrisa en sus labios llena de satisfacción.
—Qué bueno, no iba a soportar dártelas hasta tu cumpleaños— el rio y yo reí con él. Su risa era el sonido más hermoso del mundo.
—Es el mejor regalo que alguien me ha dado— murmuró mirando él piso. Lo abracé por la cintura y volteé a verlo.
—Me hace muy feliz saber que te gustaron Max— le dije. Él acarició mis mejillas con sus pulgares.
—Y tú me haces feliz a mí Jules— sonreí.
Amaba sentirme así. Esa sensación de sentirme bien en algunos momentos, el que Max haga lo que sea para ayudarme, era lo mejor.
Pasamos unas horas más en la exposición. Después me despedí de Melanie y Max y yo fuimos al hotel que había reservado. Cuando estuvimos dentro del auto me quité los tacones dejándolos en el suelo del auto y solté un suspiro cansada. Odiaba los tacones, pero eran necesarios. Le pedí a Melanie si podía mandar las pinturas al apartamento de Max luego de la exposición.
Max manejo durante unos minutos, ambos íbamos en silenció, sin embargo, su mano iba en mi pierna descubierta y el silencio era agradable.
Cuando llegamos al hotel Max bajo nuestras cosas ya que si habíamos traído ropa para mañana porque no iba a regresar con este vestido.
Max bajo del auto mientras yo me ponía los tacones.
Ambos entramos al hotel, su mano sostenía la mía. Nos acercamos a la recepción. Dio su nombre y le dieron la llave de la habitación.
Cuando entramos a ka habitación me quite los tacones. No me sorprendió ver que había un ventanal frente a la cama sabía que a Max le gustaba. Max dejo nuestras cosas en el pequeño sofá que había frente a la cama y se acercó a mí.
Sus brazos rodearon mi cintura. Sin los tacones Max era aún más alto que yo.
—Cariño ¿sabes lo sexi que luces con ese vestido? —pregunto deslizando sus manos desde mi cintura hasta mi trasero dándome un leve apretón. Le di una sonrisa culpable mientras me alejaba de él para ir al baño a quitarme la peluca. Escuche su suave risa mientras me dirigía al baño.
Entré al baño para quitarme la peluca, quite los pasadores y luego termine de quitármela rápido. Deshice las trenzas de mi cabello dejando que este respirara, cayó sobre mis hombros, las ondas se notaban aún más debido a todo el tiempo que duró trenzado. Intenté bajar el cierre de mi vestido, pero no alcancé a hacerlo.
—¿Te ayudo? —la voz de Max llamo mi atención y me dienta de que estaba en el marco de la puerta, ya no llevaba ni el moño ni el saco y los primeros botones de su camisa estaban desabrochados.
—Por favor— respondí. Él me dio una leve sonrisa. Se acercó y se posiciono detrás de mí. Comenzó a bajar el cierre con cuidado mientras acariciaba suave mente mi piel. —¿Me ayudas a quitármelo? —pude ver su sonrisa a través del espejo. Asintió y comenzó a deslizar mi vestido con lentitud mientras acariciaba mi piel con delicadeza se agacho detrás de mí para ayudarme a sacarme el vestido. Dio unos pasos fuera de este y Max lo movió.
Comenzó a levantarse con lentitud mientras dejaba besos húmedos por mis piernas haciendo que mi respiración se atascara en mi garganta, mientras sus manos repetían esas suaves caricias sobre mi piel.
Subió por mis piernas y comenzó a dejar besos en mi trasero causando que mi corazón latiera con fuerza y el calor comenzara a invadir mi cuerpo sin siquiera poder evitarlo. Subió por mis caderas hacía mi espalda siguiendo su camino de besos y complicándome la respiración. Sus manos ascendieron hasta mi abdomen y me pegó completamente a su cuerpo dejándome sentir el bulto en su pantalón.
Max me miró a través del espejo su intensa mirada recorrió mi reflejo.
—Eres tan hermosa— murmuró para continuar dejando besos por mi cuello haciendo que suspirara —Mía, Mía y Mía— murmuró aun con sus labios en mi cuello —Y yo soy todo tuyo joder— murmuró bajando sus manos hasta mis piernas. Una de sus manos se adentró en mis bragas y fue directo a mi clítoris comenzando con suaves movimientos que me robaron jadeos.
Por inercia cerré los ojos.
—Abre tus ojos cariño, quiero que veas esto— murmuró cerca de mi oreja causando que mi piel se erizara.
Abrí los ojos para ver nuestros reflejos, los ojos de Max habían cambiado de color a ese tono rojo que tanto me gustaba. Mi rostro estaba totalmente sonrojado hasta mi cuello. Mis pezones estaban erectos debido a la excitación mientras Max seguía moviendo con lentitud sus dedos.
—Quítate la camisa— le pedí entre jadeos. Él asintió con una media sonrisa. Retiro sus dedos de mi clítoris haciendo que le diera una mala mirada. Max no dudo en llevar sus dedos a su boca y chuparlos creando una imagen sumamente erótica. Su manzana de adán se movió mientras hacia esa acción y solo sentí como me mojaba aún más. Max termino sacando sus dedos de su boca y continúo desabrochando su camisa y la dejó de lado. Maldición Max era tan perfecto. Sus músculos se contraían con los movimientos que hacía.
Max abrió un poco más mis piernas con una de sus piernas, me ayudo a quitarme las bragas y me sentí aún más expuesta a él. Nuevamente su mano bajo hasta mi sexo, comenzó a deslizar sus dedos por mi entrada robándome un jadeo. Comenzó sus movimientos tan lentamente que parecía una tortura. Fue aumentando sus movimientos de poco a poco, la forma en la que lo hacía era malditamente excitante.
Un gemido abandono mis labios mientras aumentaba la velocidad en sus movimientos. Su mano libre comenzó a subir por mi abdomen hasta llegar a mis senos. Tomo uno y comenzó a masajearlo de una forma tan sensual y excitante, su boca comenzó a atacar mi cuello nuevamente mientras sus movimientos solo aumentaban a cada nada. Mi respiración se había hecho un desastre. Los dedos de Max se movían con tanta facilidad gracias a mis fluidos y sus labios comenzaban a dejar marcas en mi cuerpo.
Pronto sentí como un nudo se comenzaba a formar en estomago avisándome que pronto me haría llegar. Sin embargo, él se dio cuenta y se detuvo aminorando sus movimientos. Lo mire a través del espejo con frustración. Él me dio una sonrisa maliciosa. Comenzó a bajar sus pantalones y no pude evitar morder mi labio inferior. Antes de que bajara su bóxer me tomo del mentón y me beso con deseo.
A comparación de que estábamos lleno de deseo ese beso fue tan tierno que casi me derritió. Sus labios eran tan delicados. Me saco una sonrisa.
—Me encantas— murmuró en mis labios para luego bajar su bóxer. Me acomodé un poco mejor en él lavamanos, mientras él comenzaba a penetrarme con lentitud robándome un gemido. Me sostuvo de la cintura mientras comenzaba con movimientos tan lentos y envolventes. Su mirada estaba cargada de deseo. Sus manos apretaban mi cintura sin llegar a causar dolor. Sus movimientos comenzaron a tomar más fuerza mientras se movía hacia delante para penetrarme. No podía evitar morder mis labios al verlo así. Su mirada cargada de deseo, su cabello despeinado y su escultural cuerpo con algunas gotas de sudor.
Se veía tan sexi follandome.
Cada embestida iba con más fuerza, él sonido de nuestros cuerpos chocando iba acompañado de mis gemidos y algunos jadeos de su parte.
Retiro una de sus manos de mi cintura y la llevó a mi clítoris comenzando a estimularme nuevamente causando que un fuerte gemido saliera desde el fondo de mi garganta. Pude ver una sonrisa en su rostro al escuchar mi gemido. Apretó un poco más mi cadera mientras yo me sostenía del lavamanos.
—Se— embestida— siente— embestida— tan bien— jadee. Max nuevamente sonrió mostrando un poco sus colmillos. Fue una imagen tan sexi.
—Te vez tan hermosa así, gimiendo mi nombre cariño— murmuró entre jadeos.
Sus embestidas se comenzaron a hacer más bruscas conforme sentía que ambos estábamos a punto de llegar. Su mano dejaba de estimular mi clítoris lo cual eso solo hacía que el orgasmo estuviera cada vez más cerca.
Casi grite cuando este llegó, Max no se detuvo, sus embestidas siguieron aletargando mi orgasmo, aunque al final el también termino viniéndose dentro de mí. Jadeo mi nombre un par de veces. Termino saliendo de mí y me gire para quedar de frente con él. Sus labios me recibieron con un beso gustoso.
—Estoy enamorado de ti— admitió alejándose un poco de mí— de ti, de tu cuerpo, de tus sentimientos, hasta de tus defectos— murmuró acariciando mi rostro. Sus ojos lucían tan sinceros— al principio no quería—admitió apenada— pero maldita sea hay que estar tan idiota para no enamorarse de ti, eres tan perfecta Jules Elijah que me vuelves loco y maldita sea estoy tan enamorado de ti que eso me da miedo— admitió tan sincero que fue imposible no creerle.
—Yo también estoy enamorada de ti— admití acariciando su rostro. Él sonrió.
—Te quiero Jules Elijah—
—Te quiero Max Cross— él sonrió y volvió a besarme.
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Max
Después de varias horas Jules cayó rendida a mi lado, no la culpaba yo también estaba tan cansado. Ni siquiera habíamos dormido. No recuerdo cuando fue la última vez que me sentí así de bien con una mujer a mi lado. Jules se acurruco a mi lado.
Por lo menos ya nos habíamos duchado podríamos dormir hasta la noche si quisiéramos.
No paso mucho tiempo cuando ella se quedó dormida sobre mi brazo. Por fin después de varias semanas había podido decirle lo que sentía y escuchar que ella también me quería simplemente fue increíble.
—No solo te quiero mi luna— murmuré sabiendo que ya estaba dormida —Creo que te estoy comenzando a amar— murmuré por última vez antes de caer dormido.
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Por la mañana fue el sonido de mi teléfono lo que llamo mi atención haciendo que soltara un gruñido debido al irritante sonido.
Tomé mi teléfono sin verificar quien era y respondí la llamada.
—¿Qué pasa? —Gruñí mientras masajeaba mi sien.
—Papi ¿Dónde están? — la voz de Terry inundo mis oídos y me sentí mal por responder de mal modo.
—Hola pequeño— respondí cambiando mi tono. —Estoy en Montreal pequeño, ya casi voy a casa— me giré sobre la cama dándome cuenta que Jules no estaba a mi lado. Fruncí el ceño y me senté en la cama buscándola con la mirada.
—¿Me puedes traer una hamburguesa con queso? Me porte muy bien—
—Claro que si pequeño, yo te llevó tu hamburguesa— respondí mientras me levantaba de la cama y envolvía la toalla en mis caderas. Antes de que dijera otra cosa Terry dijo gracias y me colgó.
Deje el teléfono sobre la cama.
—¿Jules? —la llame.
—En el baño— respondió. Camine hacia allá y toque la puerta, ella me dejo pasar y me recargué en el marco de esta. Ella estaba lavando su rostro.
—Se te está haciendo costumbre dejarme solo en la cama— murmuré. Ella me dio media sonrisa.
—Lo siento, me levante con nauseas— yo alce una ceja mirándola.
¿Y si...? no. Su olor ni siquiera había cambiado. Aunque una pequeña duda surgió dentro de mí.
—¿Estas bien? ¿Te sientes bien? — ella asintió levemente. Dudo unos segundos antes de hablar. Primero miró sus manos con nerviosismo.
—¿Me puedes hacer un favor? —pidió intranquila. Tome sus manos para que dejara de jugar con ellas. Me estaba poniendo nervioso. —¿Puedes comprarme una prueba de embarazo? —susurró lo último. Okey. Al parecer ambos teníamos esa duda.
—Sí, claro— pause— me visto y voy ¿está bien? —ella sintió y yo me acerque para besar su cabeza. —Todo va a estar bien tranquila— murmuré. Ella asintió levemente y yo salí del baño para vestirme y salir.
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Casi media hora después regrese al hotel, le había comprado algo de comer, la prueba y algunas pastillas por si solo era el malestar lo que tenía.
No mentiré los nervios nos estaban carcomiendo a Malik y a mí. Llegué a la habitación y me adentré en ella. No vi a Jules por ningún lado. Me acerque a la puerta y le di unos toques antes de que ella abriera la puerta.
Le di la prueba y ella la tomo susurrando un gracias y cero la puerta.
Me senté en la cama a esperar. Unos poco segundos después salió del baño y la mire confundido. ¿tan rápido?
—¿Qué paso? —pregunte ansioso. Ella me miro.
—No lo sé, debo de esperar cinco minutos—asentí lentamente. Ella se acercó a la cama y antes de que se sentara sobre ella la atraje hacía mi para que se sentara en mis piernas. Podía escuchar los latidos tan apresurados de su corazón al igual que sentir su intranquilidad.
Acaricie su cabeza y deje un beso en su frente.
—Tranquila, no pasa nada tranquila— murmuré. Aunque sus ojos estaban cristalizados.
Esos cinco minutos estoy seguro de que fueron los más largos de nuestra vida. Ella estaba tan nerviosa.
—¿Puedes verla tú? —asentí mientras ella se levantaba de mis piernas. Entre al baño y vi que había dejado la prueba de embarazo en el lavamanos.
Escuche sus pasos seguirme solo que ella se quedó en la entrada.
Tomé la prueba y miré a Jules.
—¿Y cómo se si estas embarazada o no? —interrogué. Ella me miró y soltó una pequeña risa nerviosa.
—Una raya es no, dos es si—
—¿Y tres? —ella frunció el ceño y yo no pude evitar reír. Se acercó y me dio un golpe, pero no vio cuantas eran.
—¡Max! —se quejó con los ojos cristalizados.
—Son dos— respondí encogiéndome de hombros. Sin embargo, creo que me iba a dar un infarto. Jules abrió los ojos exageradamente y se acercó a quitarme la prueba de las manos. La miró unos segundos como si no creyera lo que miraba. El silencio predomino en el baño. Trago duro y tome su mano intentando calmarla.
—Tranquila, respira— murmure. Jules se queda quieta en su lugar y niega con la cabeza mientras suelta mi mano alejándose de mí.
—Te dije que sentía que había subido de peso— murmuró. Sus manos comenzaron a temblar. Nuevamente me acercó a Jules y la tomo por los brazos evitando que se aleje de mí.
—No es tuyo— murmuró y frunció el ceño.
—¿Por qué? — ella balbucea algo que no logro entender, pero que veo que le afecta. Tomo sus manos y hago que ella me abrace por la cintura para yo limpiar sus lágrimas con mis pulgares.
—¿Me vas a seguir queriendo pase lo que pase? —cuestiono. Sus ojos seguían cristalizados. Esa pregunta causo que algo dentro de mí se sintiera mal. Jules no merecía sentirse así. No lo merece.
—Te voy a seguir queriendo pase lo que pase— afirmé mientras dejo un beso su coronilla. Sus delgados brazos se aferran a mi cuerpo y no me suelta—Da igual quien sea el padre Jules, yo lo voy a querer como si fuera mío—tome su rostro entre mis manos. Una parte de mi comienza a comprender porque ella teme que no sea mío. Claro ese hijo de perra. Ojalá pudiera terminar con él de una vez por todas. Abrazo su cuerpo contra el mío, escucho los latidos de su corazón calmarse e inhalo su dulce aroma tranquilizándome.
—¿Porque no nos acostamos otro rato y luego te llevó al doctor? — ella asiente lentamente.
Ambos nos dirigimos a la cama. Me dejo caer en el cómodo colchón y ella se acuesta a mi lado.
Rodeó su estómago con mi brazo atrayéndola más a mi cuerpo. La idea de otro hijo me pone algo tenso por todo lo que ha pasado en estos últimos meses. Sin embargo, la idea de una mini Jules corriendo por la casa es reconfortante. No dejo que ella se note lo tensó que estaba así que solo intento transmitirle paz.
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Pasan unas horas y Jules me dijo donde era el consultorio de su ginecóloga. Cuando llegamos ahí ella le dice si tiene tiempo de atenderla a lo cual ella accede. Me doy cuenta de que su ginecóloga es una loba por su peculiar olor.
Jules le pide que me deje pasar con ella a lo cual también accede. Mientras caminan delante de mi escucho como la doctora va haciéndole preguntas a Jules, como cuando fue la última vez que tuvo su periodo, sobre desde cuando empezó a tener síntomas, si se ha cuidado y ese tipo de cosas.
Nos adentramos en el consultorio.
Al parecer Jules le tiene mucha confianza a la ginecóloga.
—Bien evitáremos la prueba de sangre y te hare una ecografía para ver ¿okey? — Jules asiente mientras la mira con inquietud —Tu olor es diferente a las veces pasadas que has venido— comentó la ginecóloga.
Yo fruncí el ceño confundido. ¿Ella lo notaba? Porque yo no ¿Acaso algo estaba mal conmigo? No digo nada, prefiero quedarme en silencio.
Jules sube a la camilla y me indica que me acerque. Tomo su mano mientras baja un poco el bordo de sus pans y sube la sudadera que lleva dejando al descubierto su abdomen.
La ginecóloga enciende el monitor toma un gel y lo pone sobre el abdomen de Jules, siento como un escalofrío recorre su cuerpo.
Ella se remueve un poco cuando empieza a pasar el aparato por su estómago me da un leve apretón en la mano.
En ese momento todo se queda en calma, mi corazón late con fuerza cuando por fin logro escuchar un pequeño sonido por repetidas veces. Mi respiración se atasca en mi garganta. Nunca había presenciado esto. Cuando Raíza iba a nacer Lizbeth nunca me dejo ir a un ultrasonido y con Terry mucho menos.
El pequeño sonido era tan bajito pero audible.
—¿Lo escuchas? — me pregunto la doctora. Yo asentí dos veces. Era asombroso. Sube el volumen de su monitor. Se puede escuchar aún más fuerte. Los ojos de Jules se cristalizan y acarició su cabello.
—¿Lo ven? — pregunta señalando el monitor
—No—Jules y yo respondemos al mismo tiempo. La doctora ríe y señala una pequeña mancha medio deforme en el centro del monitor.
—Ese es su hijo—comento con una leve sonrisa.
—Ay Dios mío— Jules cubre su boca con sus manos. —¿Cuántas semanas tengo? — su ansiedad se ve reflejada en su voz, la doctora lo nota.
—Basado en lo que me dijiste y el hecho de que ya podemos escuchar su corazón puede que tengas de siete a doce semanas, pero te haré la prueba de sangre y te mandaré en cuanto el resultado este— Jules asiente no muy conforme con la respuesta.
Una duda comienza a carcomerme y no puedo evitar preguntar.
—Usted pudo olerla desde que llegó, pero yo no note ese detalle ¿Sabe por qué? —Jules me mira alzando una ceja sin entender muy bien a lo que me refiero, aunque tal vez no es tan importante eso ahora, pero necesito saber.
—En todos los casos eso quiere decir que cuando la oliste por primera vez no lo notaste porque ya estaba embarazada, pero cuando eso pase su olor se intensificara aún más— Jules negó con la cabeza. Soltó mi mano y se levantó de la camilla. Tal vez no fue buena idea preguntar. Me sentí como un estúpido en ese momento.
—Te esperó afuera— murmuró sin siquiera mirarme. Antes de salir la doctora habló.
—Oye supongo que por su reacción no fue buena mi respuesta, pero quiero que sepas que ha sufrido mucho, no te molestes con ella solo necesita que la apoyes— asentí lentamente. Mi corazón dolió un poco al imaginarme que quiso decir con ese "ha sufrido mucho".
Antes de que saliera me dio una lista con lo que no podía hacer y el nombre de unas vitaminas para el bebé. Asentí dándole las gracias y salí del consultorio. Jules estaba afuera. Estaba totalmente seria. Me acerque a ella tome su mano y la bese.
—¿Estás enojado? —pregunto luego de unos segundos. La preocupación en s voz era tan notoria y me molestaba el hecho de que ella creyera que yo me molestaría por algo así.
—Claro que no— respondí mientras íbamos a la salida. —¿Pero tú estás bien? — Jules niega con la cabeza repetidas veces. Le abro la puerta del auto y luego lo rodeo y subo a mi asiento, lo recorro hacia atrás y hago que ella se siente sobre mis piernas. Ni siquiera me mira y eso nos duele a Malik y a mí.
—Dime que es lo que te inquieta mi luna— pedí acariciando su rostro. Ella suelta un suspiró
—Es que... si el bebé no es tuyo... tengo miedo Max, no sé si estoy lista para esto es demasiado— tome su rostro entre mis manos.
—Es mío Jules— aclaré—Estás conmigo duermes en mi cama, vives conmigo, entonces es mío no importa lo que el ADN diga y segundo haremos lo que tú quieras que hagamos si no quieres tenerlo está bien, es tu decisión, es tu cuerpo yo no te voy a obligar a nada, te voy a seguir queriendo por el resto de mi vida— afirme acariciando sus mejillas. Nuevamente sus ojos se aguaron.
Decidió que aún no quería que nadie supiera porque no sabía qué hacer.
Le di a Jules la lista de lo que no podía hacer ni comer mientras decidía que íbamos a hacer.
Ella hizo un puchero al ver que no podía beber café.
Para cuando llegamos a la manada tuve que despertarla. Terry me vio llegar y corrió hasta llegar a nosotros, sin embargo, no me buscaba a mí. Se acercó a Jules y abrazó sus piernas.
—Hola— la sonrisa que había en el rostro de Terry hizo sonreír a Jules. Ella le dio una sonrisa.
—Hola pequeñín— acaricio su rostro y despeino su cabello. Pronto Terry se giró para mirarme.
—¿Y mi hamburguesa, papá? — Jules rio al darse cuenta que ni siquiera me dijo hola ni nada.
—¿A mí no me saludas? —él rodó los ojos causando que riéramos por lo tierno que fue eso. Se acercó a mí y me abrazó de la misma forma.
—Te quiero, pero tengo hambre, Lita me quiera dar verduras— hizo una mueca de desagrado.
—De tal palo tal astilla— se burló Jules, aunque podía darme cuenta que aún estaba algo triste e inquieta. En realidad, parecía que la tristeza nunca se iba y eso no me dejaba tranquilo.
Jules dijo que subiría a la habitación mientras yo acompañaba a Terry a comer.
Seguro quería estar sola en ese momento, así que no le rebatí.
Le di de comer a Terry mientras me contaba lo que había hecho por la mañana mientras nosotros no estábamos, también pregunto si Jules estaba bien.
Me di cuenta que al parecer él pudo notar algo de tristeza en ella y eso fue otra cosa que me preocupo.
Pase un rato con Terry en la sala hasta que se quedó dormido. Lo llevé a su habitación.
Toque la puerta de nuestra habitación esperando una respuesta. Escuche un leve pasa y entre en la habitación dándome cuenta de que tenía las cortinas cerradas. Estaba acostada sobre la cama con mi bata de baño cubriendo su cuerpo y una toalla en su cabello. Estaba mirando el techo fijamente.
—¿Si me vas a dejar beber café, Chérie? —pregunto aun mirando el techo, como si esa fuera la pregunta más importante de todo esto, pero decidí seguirle el juego.
—Por supuesto que no— ella iba a sonreír, pero hizo un puchero cuando termine mi frase. Se sentó en la cama y me miró con un puchero en sus labios.
—Max— me llamó. La miré con atención. Era tan hipnotizante.
—Dime cariño— dije acercándome a ella. Me senté frente a ella.
—Gracias, por todo, eres tan increíble que no me creo que estés conmigo ¿Sabes cuantas mujeres quisieran tenerte? —
Su comentario me roba una sonrisa mientras acaricio su mejilla.
—No me agradezcas cariño— pause —No me importan las demás, me importas tu ¿acaso tú imaginas cuantos hombres están detrás de ti? — ella se encoge de hombros restándole importancia, aún no hay un rastro fijo de felicidad en su rostro y la entiendo, han sido semanas muy difíciles para ella. Quería apoyarla y cuidarla.
—Je n'ai que des yeux pour toi—(solo tengo ojos para ti) en sus ojos hay un brillo prometedor cuando dice eso.
—Me encanta que me hables francés—murmuré mientras dejaba un beso en la punta de su nariz.
Ella me dio una leve sonrisa. Se dejó caer nuevamente en la cama. El silencio reina en la habitación y yo me dispongo a ir por el iPad para continuar con unas cosas del trabajo.
Me siento en la cama recargando mi espalda en la cabecera y con mi mano libre comienzo a dejar caricias en el cabello de Jules.
—Le pedí a Kelly que trajera a mis perros—le informe.
—Qué bueno— sonrió levemente.
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Mientras transcurrían los días parecía que Jules se distanciaba un poco más de mí. Eso comenzó una semana después de que la acompañara a ver a su doctora.
Cuando intentaba cenar con ella me decía que ya había cenado o a veces prefería dormir sola en otra habitación.
Tanta distancia comenzaba a matarme lentamente. No entendía que era lo que pasaba. Intentaba acercarme un poco y ella parecía que se alejaba veinte pasos más. No entendía que era lo que pasaba y por más que intentara entablar conversación con ella solo me respondía con monosílabos.
Estaba cansándome el hecho de que con trabajo nos dirigía la palabra, Malik aullaba de dolor.
—¿Qué es lo que pasa? —pregunte mientras entraba a la habitación. Comencé a desabrocharme la camisa. Jules estaba escribiendo algo en su laptop. No levanto la mirada de ella.
Termine de quitarme la camisa y la deje sobre la cama. Jules alzó un poco la mirada. Sus ojos descendieron por mí torso, pero la desvió rápidamente. Tragó duro antes de hablar.
—Nada—su voz ni siquiera sonaba tranquila. Solté un suspiro y pasé mis manos por mi rostro y cabello con frustración contenida. Me acerqué a la cama, sentándome a su lado. Pase mi brazo por su cintura atrayéndola a mí.
—He convivido contigo lo suficiente como para darme cuenta que algo no va bien, Jules y en estos momentos nada está bien— respondí. Ella miró a otro lado evitando mis ojos. Su cuerpo estaba tensó.
—Solo quiero llorar durante horas— murmuró. —No sé qué hacer, tengo mucho miedo, me duele el corazón y temo que nunca paré— su voz estaba tan destrozada que me partió el alma escucharla así. Pase mi brazo por su hombro, la pegué a mi cuerpo y acaricie su rostro con mi mano libre.
Dejé un beso en su frente.
—Quiero que hables conmigo cariño, necesito saber cómo te sientes, si algo va mal quiero que me lo digas, somos un equipo y no quiero que nos distanciemos, quiero ayudarte— murmure. Jules me miró, sus ojos estaban cristalizados. Recargo su cabeza en mi pecho mientras asentía lentamente.
—Dime que es lo que te ha estado martirizando cariño, por favor quiero ayudarte— pedí. Ella soltó un suspiro. Se alejó de mi de mí un poco. Tomó una bocanada de aire.
—Una semana después de que fuimos a ver a mi ginecóloga me mando un correo diciendo que tenía doce semanas de embarazo— pauso tomando una respiración profunda. Miró sus manos. Acaricie su rostro con cuidado.
—¿Y qué es lo que tú quieres hacer? —pregunté mientras la miraba con atención. Se levantó de la cama y soltó un suspiro. Aun no se le notaba nada el embarazo. Espere a que ella dijera algo.
—Por ahora solo quiero ir por unas cosas que necesito a mi casa, ¿Kelly puede ir conmigo? —pregunto acercándose un poco. Tomé sus manos y la acerqué un poco más a mí. Sus manos se cernieron sobre mis hombros. Tome sus piernas pegándola más a mí.
Enredo sus manos en mi cuello.
Su olor era tan reconfortante y exquisito. Subí mis manos a su cintura comenzando a dejar caricias en su cintura. En realidad, no quería que fuera a su casa, me preocupaba lo que pudiera pasar ahí.
—¿Y si mejor nos quedamos aquí en esta cama? —mis manos subieron por dentro de su blusa mientras comenzaba a dejar besos en la piel de su abdomen. Ella despeino mi cabello con sus manos mientras yo seguía dejando besos en su piel.
—Necesito ir— pauso mientras me miraba. Dejé de besar su estómago y solté un suspiro.
—Yo tengo que ir a una junta a la empresa, ¿voy por ti ya que termine? —ella asintió y dejo un beso en frente.
Se alejó de mi por completo y fue a cambiarse. Le mande un mensaje a Kelly diciéndole que Jules iba a ir conmigo, pero que se iba a quedar con él.
Me cambie de ropa rápido y luego espere a Jules. Mientras íbamos de camino a Montreal ella se quedó dormida.
Aun la sentía intranquila, pero no iba a seguir insistiendo si ella no me quería contar lo que pasaba tampoco iba a forzarla.
La dejé en su casa con Kelly. Ella me afirmo mil veces que estaría bien y prácticamente me hecho diciendo que se me hacía tarde.
Malik estaba intranquilo y eso me ponía demasiado nervioso.
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Jules
Después de casi una hora Kelly por fin Kelly quiso ir por mi comida. Le dije que tenía antojo del pollo frito, de ese que vendían a casi media hora de aquí.
Comencé a llenar la bañera con agua fría. Estaba nerviosa, pero había tomado una decisión. Aunque una parte dentro de mí se sentía culpable, pero no deje que eso me lo impidiera. Fui a la cocina por las tijeras. Entre de regresó al baño. No espere a que esta terminara de llenarse y me adentre en ella. El agua helada hizo me retorciera ante un reflejo.
Hice una mueca al sentir como calaba en mi piel.
Solté un suspiro mientras frotaba mi piel.
Todo iba a estar bien. Ya nada más iba a pasar. Todo estaría bien. Vería a mamá. A Jasón.
Tomé las tijeras y solté un suspiro decidida.
—Espero que puedas perdonarme, Max— murmuré mientras las lágrimas descendían por mis mejillas. Mis manos seguían temblando demasiado. Pero ya no había vuelta atrás.
Pase el filo de las tijeras por todo mi antebrazo izquierdo. La sangre comenzó a brotar manchando el agua y mi piel. No espere a desmayarme para repetir la misma acción con mi brazo derecho. Evite no soltar ningún sollozo de dolor.
La piel me ardía. Deje caer las tijeras al suelo causando un leve sonido. El agua comenzó a desbordarse por la tina. La sangre no dejaba de salir al igual que mis lágrimas y sollozos. Mis ojos se fueron cerrando poco a poco, me deje llevar por el cansancio hasta caer al abismo de la inconciencia.
Por fin el dolor va a terminar.
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Max.
Aparque fuera de la casa de Jules, la camioneta de Kelly no estaba. Sin embargo, el sentimiento que se instaló en mi pecho no dejaba de torturarme. Mi corazón latía con tal fuerza que iba a salirse de mi pecho.
Trague duro mientras entraba a la casa. Intenté regular mi respiración, pero no pude hacerlo. El olor de la sangre de Jules inundaba mis fosas nasales. Eso solo hizo que me alarmara aún más.
Subí las escaleras con rapidez, pude escuchar el agua cayendo de un lugar, pero no sé de dónde. Seguí el olor de Jules. Hasta el baño. Cuando entre ahí sentí como mi mundo se detuvo por completo. Mi corazón dejo de latir unos segundos.
Me acerqué a la bañera con rapidez. El agua no paraba de salir de la bañera igual que la sangre. Su cuerpo estaba sumergido en él agua. Mi corazón dejo de latir en ese momento.
No. No. No. Diosa por favor. No me la quites.
—Por favor diosa— murmure mientras me hincaba frente a la bañera pasa sacar a Jules de la bañera. Unas tijeras estaban en el suelo llenas de sangre, pero no les preste atención.
Saque el cuerpo de Jules de agua mojándome en el proceso, pero no me importaba. Mi corazón latía con tanta rapidez que pensé que me daría un infarto. Su cuerpo estaba helado, había perdido mucha sangre y no sabía cuánto tiempo tenía debajo del agua. Solo le pedía a la diosa que estuviera bien.
—Por favor cariño— mi voz se quebró en ese momento—resiste por favor— pedí sin dejar de acariciar su rostro. Me levante con ella en mis brazos. Escuche como una camioneta llegó. Era Kelly. —¡Kelly, ayúdame! ¡Por favor apresúrate! —grite con fuerza mientras salía de la habitación intentando no resbalarme.
No. No. No. Por favor. No quiero perderla. No puedo perderla.
—No puedes dejarme cariño, no lo hagas por favor, no puedes dejarme— murmuré mientras Kelly me miraba atónito.
—Me insistió en que fuera por comida— balbuceo abriendo la puerta para dejarme pasar. Mire mal a Kelly. No iba a hablar con él ahora. Lo más importante en este momento era ella. —¡Maneja el puto auto a un hospital Kelly! —grite furioso. Kelly no dijo nada. Arrancó el auto mientras yo tenía a Jules en mis brazos.
—No te atrevas a morirte, Jules, te juro que si lo haces voy y mato al mismo diablo para tenerte de regreso— gruñí mientras comenzaba a hacer compresiones en su pecho.
Le di respiración de boca a boca varias veces, pero nada servía.
Malik estaba aullando con tanta fuerza que dolía.
—Nuestra luna, Max, ¡Haz algo! —
—Hago todo lo que puedo, Malik— gruñí.
Cuando llegamos al hospital entre con Jules en mis brazos. Una enfermera me vio y no dudo en acercarse con una camilla.
Varias enfermeras se acercaron.
—Ha perdido mucha sangre— dijo una doctora mirando las heridas en sus brazos.
—Vamos a tener que reanimarla—grito la doctora mientras la llevaba a una habitación. —No puede pasar, debe de quedarse aquí— la doctora me detuvo y me cerró la puerta en las narices. Mi corazón latió con tanta fuerza que sentí que iba a salir de mi pecho. El intenso dolor de mi cabeza no me permitía pensar con claridad.
No podía perderla me negaba a perderla.
—No tiene pulso— escuche dentro de la habitación. Mi corazón se detuvo en ese momento.
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