Capítulo 15
Infelicidad
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Que injusticia, que maldita, que cabrona la muerte que no nos mata a nosotros sino a los que amamos
—Carlos Fuentes
Max
Inquietud.
En ese momento era lo que sentía. Algo dentro de mí no estaba tranquilo, se sentía raro no entendía porque, pero tenía que ver con Jules.
Eran las malditas diez de la mañana y mi idea de darle su espacio me comenzaba a cansar.
Me levante de la silla, deje el iPad sobre la mesa y salí de la casa nuevamente decidido a bajar al muelle. Enserio me comenzaba a impacientar.
No sabía si había hecho bien en dejarla sola esas dos horas, necesitaba su espacio ¿no?
Sin embargo, ya me estaba muriendo de la curiosidad.
Mientras bajaba por las escaleras podía ver que Jules parecía muy tranquila, por lo menos de espaldas lucía tranquila.
Llegue a su lado, me quite los zapatos y me senté junto a ella metiendo mis piernas dentro del agua, copeando su postura.
—¿Qué es lo que pasa? —pregunte tranquilo. Ella volvió a verme, sus ojos estaban cristalizados, no entendía el porqué.
—¿Ahora qué hiciste pedazo de estúpido? —cuestiono Malik molesto, me reserve de rodar los ojos.
Aunque yo también me preguntaba lo mismo que él.
Jules suspiro y limpió sus ojos con las palmas de sus manos, negó con la cabeza como si no quisiera hablar de eso.
Tomo su teléfono de su bolsillo, lo desbloqueo y me lo paso.
Había un correo.
—Lee— susurró mirando sus manos. Yo fruncí el ceño confundido y comencé a leer el correo.
Para: Jules Elijah
De: Melanie Lee
Asunto: Exposición de arte.
De parte de la rectora Melanie Lee de la facultad de arte de Vancouver, le mandó un cordial saludo y espero que se encuentre bien.
Srta. Elijah por este medio se le hace saber que esta cordialmente invitada a la exposición de arte Phénix de este año como invitada especial con temática de Hollywood en los años 50s.
Esperamos que acepte la invitación y será un honor que traiga alguna sus pinturas para presentarlas.
Con cariño Melanie.
Termine de leer el correo, voltee a ver a Jules algo confundido.
¿Acaso es algo malo?
—Es bueno, ¿No? —ella negó con la cabeza mientras le regresaba su teléfono. Yo estaba confundido.
En mi lógica eso era bueno, demasiado bueno.
Había escuchado un poco sobre Melanie Lee y a lo poco que sabía era una pintora muy exigente, demasiado exigente según fuentes.
—Cariño, esto es genial, ¿Por qué te pone mal? —pregunte curioso mientras tomaba una de sus manos entrelazando nuestros dedos.
—Es que... tengo años sin pintar, ella lo sabe y... no quiero, no puedo—sollozo cubriendo su rostro.
Su voz estaba totalmente rota, y se sentía como la mierda, enserio no quería, sin embargo, había algo mucho más oculto, una razón más fuerte por la que no quería ir.
—¿Por qué? ¿a qué le temes? —inquirí aun sosteniendo su mano entre la mía, ella sorbió su nariz y tomo una profunda respiración para poder hablar.
Su labio inferior temblaba, la punta de su nariz había tomado un tono rojizo al igual que la parte superior de sus parpados pegado a sus cejas.
—Ya no puedo hacerlo, no puedo, no he pintado desde hace tanto, me da miedo volver a tomar un pincel y no poder hacerlo— comencé a acariciar su cabello con calma, en un gesto para intentar tranquilizarla.
—¿Lo has intentado? —ella negó con la cabeza a modo de respuesta. —Vez, tal vez si lo intentas te das cuenta que puedes hacerlo— comente tanteando las palabras que decía, no quería decir algo de más y terminar provocando que se ponga peor.
—No lo sé, ¿Y si no puedo? —pregunto mirándome directamente a los ojos.
Sus ojos son hermosos, sin embargo, si te quedas mirándolos por mucho tiempo corres el riesgo de empezar a enamorarte.
Que idiota, Maxi.
—¿Y si, si puedes? Piénsalo cariño, puede que lo intentes, tal vez nada salga a la primera como quieres, pero nada sale bien a la primera, puedes seguir intentando cuanto quieras después de eso tal vez quieras ir a Vancouver— ella sorbió su nariz una vez más.
Pareció meditarlo y aceptarlo por unos segundos.
—Si lo intento, ¿Tú vas a estar conmigo? —pregunto poniendo ojos de cachorro a medio morir.
—Claro que sí, voy a estar ahí y voy a evitar que te rindas, trabajo en equipo ¿No? —ella sonrió, me dio un leve apretón en la mano para luego asentir.
—Trabajo en equipo— le regresé la sonrisa y solté su mano para levantarme.
—Bueno señorita vamos a desayunar porque la he estado esperando toda la mañana para desayunar —le tendí la mano para que se levantara, la acepto y le ayude a levantarse para luego comenzar a subir las escaleras de regreso a la casa.
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Después de desayunar Jules quiso que pasáramos el día en la piscina. No denegué, aunque estaba esperando a que llegará Kris y Alek. Habíamos quedado de reunirnos aquí, ya que al parecer Kris no quería regresar a Montreal.
—A veces pareces un señor muy aburrido—comentó Jules mientras ponía sus brazos sobre el bordo de la alberca. Su cabello rojizo se pegaba a su rostro y a su cuello por el agua, aunque su color se veía más claro de lo normal por los rayos del sol.
Yo estaba en el bordo de la alberca esperando a que llegaran los chicos.
—¿Recuerdas que en edad humana soy como diez años mayor que tú? —pregunte levantando mis gafas de sol. Ella me sonrió con diversión, ladeando un poco la cabeza.
—No lo recordaba, pero gracias por recordarme que salgo con un abuelo— la miré haciéndome el ofendido, asentí lentamente aun en mi papel de ofendido.
—Oh pues gracias por tu amabilidad— respondí haciendo como que me iba a levantar, ella rio llena de diversión, pero antes de que pudiera levantarme tomo mi mano.
—Sabes que es una broma, ven, me aburro yo sola aquí— hizo un puchero haciéndose ver muy tierna.
Termine quitándome la camisa para entrar al agua, la deje a un lado y Jules se hizo a un lado para poder entrar.
Cuando entre al agua esta estaba tibia gracias a los rayos del sol. Jules se acercó a mí, envolvió sus brazos en mi cuello y sus piernas en mi cintura.
—Hola— sonrió y me dio un beso de pico.
—Hola— ella rio y se acomodó en el hueco de mi cuello mientras sus manos acariciaban mi cabello con cuidado.
—Me gusta cómo me siento cuando estoy contigo, me haces sentir protegida, tranquila y me gustas tú— admitió lo último en voz baja causando que sonriera. Alejo su rostro de mi cuello, acaricie su cabello y bese su frente.
Maldita sea esta mujer me iba a volver loco.
—Sabes que tú también me gustas, me encantas rojita—ella sonrió mientras sus ojos se iluminaban.
Jules comenzó a dejar besos dispersados por todo mi rostro.
Antes de que le dijera algo el timbre de la casa llamo nuestra atención.
—Llegó mi visita— murmuré en voz baja. Ella asintió y se separó un poco de mí soltándose de mi cuerpo. —¿Vas o te quedas? —pregunte mientras me acercaba a las escaleras para salir de la piscina.
—Aquí me quedó— pauso mientras tomaba uno de los inflables para subirse a él. —Por ahora, ¿Me prestas tus lentes? Hay mucho sol— asentí para quitarme los lentes y lanzárselos.
—Atrápalos—se los lancé haciendo que a la hora que ella se estiro se cayó al agua nuevamente.
Tome mi camisa del suelo para ponérmela otra vez.
Cuando salió del agua sostuvo los lentes en alto y me mostro el dedo medio, yo reí.
Me adentre en la casa nuevamente para ir a recibir a los chicos.
Abrí la puerta de la entrada encontrándome con ellos.
—Vaya creí que estabas dormido— comentó Alek levantando las mangas de su camisa.
—¿Por qué carajos vives en la punta dela montaña? —interrogó Kris mientras los dejaba pasar.
Negué con la cabeza, divertido.
—¿Acaso no tienen auto? —cuestione mientras cerraba la puerta.
Entramos a la sala, pero antes de sentarme fui por una botella de wiskhy, tomé unos vasos para luego ir a sentarme.
Comencé a servir el wiskhy y ellos tomaron sus respectivos vasos.
—¿Disfrutas tus vacaciones? —pregunto Kris mirando hacia la puerta del patio trasero donde se podía ver como Jules se estaba poniendo el vestido de su traje de baño.
—Yo que tu dejaba de mirar— comenté tranquilo, Kris me dio una sonrisa divertida y alzo sus manos en forma de inocencia.
—Solo decía— respondió
—Sili dicía, idiota— murmuré. Jules entro a la casa para irse directo a la cocina sin decir nada.
—Aún no sabemos nada de Maël, ni de tus soldados, a este paso creo que todos murieron o algo— comentó Alek intentando sonar tranquilo, aunque en realidad los cuatro estábamos preocupados por Maël. Sabía que las cosas en Aragón se ponían difíciles.
—Yo estoy buscando a Evren, si lo encuentro se los entrego para que lo interroguen todo lo que quieran— respondí tranquilo.
Esperaba que ya hubiera noticias sobre Evren Reese.
—Bien, pero también necesitamos saber sobre Maël, Max— solté un suspiro esperando a que no sacara nuevamente el tema de querer mandarme a Aragón.
Me encogí de hombros intentando restarle importancia.
—Hay que conseguir a Evren entonces— respondí tajante y le di un trago a mí vaso, el líquido paso como agua por mi garganta.
—Max voy a ir a la playa— la voz de Jules llamo mi atención provocando que girara a verla, ya iba a la puerta.
Bien no tenía mucho que preocuparme, solo era un pueblo pequeño, nada malo podría pasarle aquí.
—Ten cuidado, llama si pasa algo, bajo en unas horas— ella asintió y me dio una sonrisa antes de irse.
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Me estaba preparando para bajar a la playa, ya que la presión en mi pecho había vuelto, pero escuche la puerta de la entrada.
—¡Max! —la temblorosa voz de Jules llamo mi atención, salí de la habitación encontrándome con ella en el pasillo de la sala.
Sus manos estaban temblando, me acerque a ella con rapidez y tome sus manos.
—¿Qué pasó, cariño? ¿Qué tienes? —pregunte preocupado al verla así de mal.
Tomo una respiración profunda antes de hablar.
—Yo... E-Edmon me llamó y... dijo q-que— sus ojos se cristalizaron, su voz se quebró mientras sus manos temblaban más y más. —Ash y mi madre... tuvieron un accidente... están en el hospital— asentí dos veces y saqué mi teléfono para llamar a Kelly.
—Bien cariño necesito que te tranquilices, arregla tus cosas que ya nos vamos ¿Okey? —ella asintió y fue a la habitación.
Kelly me respondió al primer tono.
—Ross entro en cirugía, iba con la señora Elijah y su hija, ¿Alfa como lo saco del quirófano? —este era uno de los momentos en el que Kelly sonó alarmado.
Podía escuchar los nervios tiñendo su voz y como no se trataba de su hermano.
—Bien crea una distracción, quita la luz solo de esa habitación, que no afecte otro quirófano, cuando todos salgan de ahí te vistes como enfermero y sacas a Ross de ahí, le voy a llamar a Alex y Jacke para que vayan por él, después tú te quedas ahí cuidando a la familia de Jules, una vez que llegué allá quiero que investigues que fue lo que paso— pude escuchar al otro lado de la línea como tomaba aire para tranquilizarse.
—Si alfa— respondió y me colgó.
Me apresure a mandarle un mensaje a Alex diciéndole que me comprara los boletos de regreso y que fuera al hospital por Ross.
Cuando terminé eso fui a cambiarme a la habitación, Jules estaba en la cama, ya se había cambiado.
Me apresuré a vestirme y tomé mis cosas.
—Vamos— le tendí la mano, ella me tomo mi mano. Su respiración estaba acelerada, su corazón latía con mucha fuerza. Me acerqué a ella y la abracé. Ella me abrazó con fuerza.
—Van a estar bien, Jules tranquila, cariño no pienses nada malo— ella asintió levemente, se levantó de la cama, tomo varias respiraciones profundas. Limpie sus lágrimas con mis pulgares, deje un beso en su frente.
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Casi diez horas después por fin llegamos a Montreal.
Alex fue por nosotros al aeropuerto, Jules no había podido dormir en todo el vuelo. Su cansancio se echaba de ver, sin embargo, no quería ni siquiera cerrar los ojos.
Salimos del aeropuerto y fuimos al estacionamiento, donde Alex y Jacke ya nos esperaban.
Jules iba abrazada a mi brazo. Alex fue el primero en acercarse a ella y abrazarla haciendo que se alejara de mí. Jacke también se acercó a abrazarla. Alex me dio las llaves del auto mientras se llevaban a Jules a la parte trasera del auto.
Ahí me dejaron solo mientras ellos se adentraban en los asientos traseros.
—Okey yo manejo— murmuré mientras subía al asiento del piloto.
Comencé a manejar mientras que Alex y Jacke intentaban tranquilizar o animar a Jules.
Estire un poco mi mano buscando la de Jules. Ella tomo mi mano.
Podía sentir sus nervios, su preocupación y se sentía horrible, era un peso en el pecho y un nudo en la garganta, así que no imaginaba como se sentía ella, bueno un poco.
Minutos después llegamos al hospital.
Alex bajo del auto para que Jules pudiera bajar. Baje del auto con ella.
Alex y Jacke se despidieron de Jules y me dejaron solo con ella.
—¿Vas a estar bien? —ella negó con la cabeza.
—Por favor quédate conmigo— murmuró —Tengo miedo, Max—asentí lentamente.
—Me voy a quedar, más tarde les llamo— le dije a Alex mientras abrazaba a Jules. Solo escuche que Alex murmuró un "Okey" y ambos se fueron.
Jules se aferró a mi negando con la cabeza. Una parte de mí sabía que nada de esto iba bien, aunque yo le dijera que iba a estar bien si soy sincero nada dentro de mí estaba seguro de eso.
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Jules
Max me daba leves apretones en el hombro intentando calmarme, sin embargo, no podía calmarme. Los hospitales no me gustaban, me daban mala espina.
En la recepción Max había preguntado donde estaba mi madre y Ashley.
—Tranquila hermosa, debes relajarte no puedes estar tensa— Max intentaba darme ánimos y siendo sincera no me ayudaban, pero agradecía su esfuerzo.
Cuando llegamos a sus respectivas habitaciones ahí estaba mi padre y Edmon. Pude ver a Kelly a unos metros.
Antes de que pudiera decir algo una doctora salió de una de las habitaciones.
—¿Familiares de la señora Marice Elijah? —mi padre fue el primero en acercarse, luego Edmon y yo.
Mi corazón latía demasiado rápido, no me gustaba la forma en la que lo hacía, sentía que se iba a salir de mi pecho, además por mi mente no dejaban de pasar miles de ideas de los posibles escenarios que mi mente creaba.
—Nosotros— hablo Edmon al ver que mi padre no hablaba.
A mí solo me basto ver el rostro de la doctora antes de que comenzara a hablar para saber que esto era muy malo.
—Siento darles esta noticia, pero la señora Elijah no sobrevivió—
En ese momento sentí como mi mundo se derrumbaba.
Pude escuchar a lo lejos como Edmon comenzaba a llorar.
El nudo en mi garganta se cerró aún más, aunque la comida que había consumido hace unas horas subió por mi esófago provocándome las náuseas. No resistí las ganas de ir al primer cubo de basura que vi a vaciar mi estómago.
Sentí como las manos de Max recogían mi cabello y acariciaba mi espalda.
Las lágrimas comenzaron a salir cuando deje de vomitar. Limpie mi boca con el dorso de mi mano y me enderece. Max me abrazó pegándome a su cuerpo mientras yo seguía llorando.
La calidez de sus brazos se sentía bien dentro de todo él mal. Las palabras no salían de mi garganta, el peso que sentía en mi pecho no lo había sentido nunca.
Sentía como si tuviera algo muy pesado sobre el pecho, la respiración me comenzaba a faltar y comencé a tomar bocanadas de aire.
—No... no puedo— la opresión sobre mi pecho comenzaba a sentirse cada vez peor. Me dolía, sentía como todo dentro de mí se iba a quemar, era horrible.
—Respira cariño, estas hiperventilando, inhala y exhala— Max tomo mi rostro entre sus manos —Inhala, exhala, inhala, exhala— sonaba tan tranquilo que quise darle un golpe.
—No puedo—susurré intentando hacer lo que él decía.
—Claro que puedes respira conmigo— pauso y tomo mis manos. —Inhala—él inhalo, yo intenté inhalar, aunque no me salió tan bien —Exhala— soltó el aire de sus pulmones, yo copie su acción y seguí repitiéndola varias veces.
Los latidos de mi corazón no se controlaban.
—Me duele mucho— lloré, mientras volvía a abrazarlo con fuerza.
—Lo sé, lo sé cariño, sé que duele y no puedo hacer nada para curarlo, pero voy a estar contigo, trabajo en equipo ¿No? —yo asentí varias veces aun aferrándome a él como si mi vida dependiese de eso.
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Max
Jules se había quedado dormida hace unas horas la había llevado a la camioneta donde Kelly me esperaba.
—Jules no se puede ir contigo— gruño Adrián molesto. Me gire para verlo, ni siquiera estaba en condiciones de cuidarse y venía a salir con esas estupideces.
—Pues fíjate que sí, yo la puedo cuidar en estos momentos tu no— respondí—Y segundo no quiero hacer un show estúpido cuando debes de estar haciendo otra cosa y mi más sentido pésame para ambos— añadí para luego salir del hospital.
Subí a la camioneta donde Kelly ya me estaba esperando. Jules seguía dormida después de tantas horas por fin estaba medio descansando.
Aunque a pesar de que estuviera dormida esa opresión del pecho no se iba, llegaba a ser asfixiante.
Unos minutos después cuando llegamos al edificio la bajé del auto en brazos y me fui al elevador.
Cuando estuve en el pent-house la llevé a mi habitación y la tape con las antas.
Regrese a la cocina a preparar algo de cenar, aunque si soy sincero no tenía hambre, mi estómago estaba revuelto y mi apetito se había ido, pero ya que despertará Jules le iba a dar hambre.
En la barra ya había una carpeta amarilla esperándome. La tome y mientras meneaba la comida le daba una ojeada.
Era sobre Evren y sobre el accidente de Mar.
Pensar en Marice me provocaba jaqueca.
Primero revise lo de Evren. Fruncí el ceño al ver las fotos de unas grabaciones de una cafetería que me intrigaron demasiado.
Reconocí el cabello blanco de una chica que salía de espaldas en las fotos.
Maldita sea Raíza. Reconocería ese cabello blanco donde quiera y estaba cien por ciento seguro de que era mi hija la de esa foto.
Deje la carpeta sobre la barra y termine de cocinar.
Aun no quería ver lo que decía el informe de Mar, no estaba seguro de lo que encontraría y si soy sincero me daba miedo pensar en lo que podría encontrar.
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Horas después.
En realidad, no pude dormir mucho, aunque lo intente, Jules se estuvo despertando varias veces durante toda la noche se estuvo despertando gritando. Le di té, charlé con ella, casi casi le canté canciones de cuna.
En la mañana que me levanté me di una ducha rápida y me vestí. Le avise a Alex que iba a llegar tarde.
Después de las diez de la mañana Jules se levantó de la cama y bajo a la cocina.
Tenía los ojos hinchados de tanto llorar. Se acero a la barra y se sentó en uno de los bancos. Se veía muy tranquila, sin embargo, podía notar su desdicha a metros de distancia.
—Buenos días—murmuró mientras ponía sobre la barra y sostenía su cabeza.
Definitivamente seria muy difícil intentar ayudarla.
—¿Lograste descansar un poco? —pregunte recargándome en la barra, ni siquiera volteo a verme a los ojos.
Para empezar, parecía que se había disociado de la realidad, ya que estaba mirando en un punto fijo, aunque ni siquiera estaba prestando atención.
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Jules
Cuando era pequeña muchas veces llegue a pensar como sería la muerte de mi madre, siempre terminaba llorando, aunque siempre se sabe que hay un final y que esa persona a la que más amamos puede morir uno nunca está listo para verla morir.
No aceptaba que mi madre había muerto. No quería aceptarlo, quería que todo fuese una pesadilla en la que me había sumido, de la cual deseaba salir pronto de la misma manera.
Quería verla de nuevo por última vez, verla sonreír, si quiera quería despedirme.
No, no, no. Me negaba a perderla a ella también, quería despertar de esta pesadilla y regresar a cuando tenía cinco años y mi única preocupación era si mi hermano me iba a ensuciar el vestido con lodo.
La mano de Max me atrajo a la realidad, estaba moviendo su palma de lado a lado frente a mi rostro esperando a que reaccionara.
—Todo va a estar bien— comentó mientras tomaba mi mano entre la suya.
Aunque su tono de voz fuera seguro no quería escuchar que dijera que iba a estar bien, no quería escucharlo decirlo, su optimismo me molestaba, aunque sabía que quería hacerme sentir bien.
—No lo digas, no quiero escuchar que digas que voy a estar bien— deseche la idea de seguir escuchando su optimismo, no podía.
Max pareció comprenderlo, ya que afirmo con un movimiento de cabeza.
—Perdón— mascullo mientras soltaba mi mano. Comenzó a servir comida en un plato y lo puso frente a mí. —En poco tiempo tengo que irme a la empresa, Kelly se va a quedar contigo— me informó mientras me pasaba mi taza de café.
Fruncí el ceño mientras miraba la comida. Eran panqueques, se veían deliciosos, a pesar de eso mi estomagó estaba revuelto así que no tenía hambre.
—Voy a ir contigo, necesito ponerme al día y...—Max no me dejo terminar de hablar.
—No claro que no, necesitas descansar, Jules—
Solté un suspiro dejando el tenedor de lado, miré a Max fijamente, no quería que hiciera eso, no necesitaba que quisiera tenerme aquí encerrada porque iba a deprimirme aún más.
—No te pedí permiso, no quiero estar sola, necesito tener mi mente ocupada—aclare aun mirándolo fijamente, su expresión demostraba inquietud con un toque de preocupación.
Pareció meditar lo que iba a decir a continuación, como si quisiera cuidar las palabras que decía.
Estuvo unos segundos en silencio, un silencio bastante inquietante, a decir verdad.
Mi corazón estaba latiendo con normalidad, creo, sin embargo, los nervios estaban a flor de piel, quería salir de aquí, ocupar mi mente en algo que no fuera mi madre.
—Eso se llama evadir la realidad, Jules— pauso recargándose en la barra —desayuna si quieres ir— comento rindiéndose, seguro entendía que no iba a quedarme aquí o más bien no quería pelear, no lo sé, pero tampoco pregunte.
—Se me revolvió el estómago— comenté haciendo una mueca. Max frunció el ceño, se acercó a mí, acaricio mi cabello con cariño para luego dejar un beso en mi frente.
—Ve dúchate con agua tibia —nuevamente hubo una pausa mientras tomaba mi rostro entre sus manos —Pero no te iras sin desayunar, picaré fruta para que comas algo— no me quedó otra opción más que aceptar e irme a duchar.
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Horas después.
Alex estaba sentado frente a mí, desde que llegué no se había despegado de mí e intentaba animarme, lo cual no funcionaba, pero agradecía que lo estuviera haciendo, aunque siendo sincera no me gustaba cuando hacían eso, porque es como si me dan un trato especial, es diferente y no me agrada para nada.
—Alex para, por favor, no quiero hablar de eso— murmuré mientras tomaba mi cabeza entre mis manos intentando calmar el dolor de cabeza que me envolvía.
—Está bien, Jules, solo intento ayudar—explico en tono sincero, sus ojos color avellanada demostraban tanta preocupación y sinceridad que me sentí mal.
—Lo sé, Alex, además no lo necesito, tranquilo— comenté tranquila o por lo menos fingiendo que estaba tranquila. Lo menos que quería era que alguno de ellos se diera cuenta de lo mal que me sentía, del dolor que mi corazón estaba travesando en estos momentos.
—Bien, estaré en mi oficina, si pasa algo no dudes que puedes confiar en mí— asentí varias veces a modo de afirmación. Alex me dio una última sonrisa antes de irse.
Después de que salió de la oficina por fin las lágrimas comenzaron a salir de mis ojos como si no hubiera mañana.
Intente calmarme tomando respiraciones profundas, por ende, tenía que calmarme, aunque realmente no estaba funcionando para nada y las lágrimas solo salían como si nunca hubiera llorado.
En unas horas más seria el funeral de mi madre, no estaba lista para verla en una caja de madera lista para ser enterrada tres metros bajo tierra.
No obstante, tenía que ir al funeral o nunca me lo perdonaría, no podía evitar todo lo de su muerte, aunque quisiera, pero no podía aceptarlo, no puedo verla así.
Unos golpes a la puerta me sacaron de mis pensamientos llamando mi atención.
Limpié mis lágrimas con un clínex e intenté no verme tan mal.
—Pasa— hablé tomando una profunda respiración.
Una chica alta de cabello blanco entro por la puerta haciendo que frunciera el ceño, era idéntica a Max, no había duda de que ella era Raíza, su hija, pero ¿Qué hacía aquí?
—Hola... oye sé que no debo estar aquí, pero sé que tú eres cercana Max—pauso. Su tono era amable, aunque había un leve temblor en su voz—¿Puedes entregarle esto? —pregunto tendiéndome un sobre de papel.
Bien esto era muy raro, demasiado raro.
—Emm... claro, yo se lo doy— murmuré. Ella asintió y se detuvo un momento en reparar en verme más con calma. Su ceño se frunció.
—Tú no estás bien— pauso acercándose a mí sin importarle nada, el sonido de sus botas resonaba en el piso —¿Qué pasa? Te vez muy triste— susurró mientras por sus ojos pasaba un brillo dorado, demasiado extraño.
Sus delgados brazos me envolvieron en un cálido abrazo cuando estuvo a mí lado.
Mis ojos se aguaron nuevamente al sentir la calidez de su abrazo, su olor floral llegó a mis fosas nasales de lo cerca que estaba de mí, se sentía bien, era como si ella pudiera percibir lo que sentía o algo así.
Sus brazos me abrazaron unos segundos hasta que se alejó apenada.
—Lo siento creo que invadí tu espacio, mi madre siempre dice que lo hago, yo lo siento— habló atropelladamente, apenas permitiéndome que le entendiera.
Negué con la cabeza, en realidad se había sentido bien.
—No tranquila, no pasa nada, al contrario, gracias—mencione en tono tranquilo. Ella afirmo con la cabeza para después mirar el piso y regresar a mirarme a mí.
—Bueno yo tengo que irme, gracias— comento saliendo de la oficina lo más rápido que pudo.
Antes de que siquiera lo pensara ya me encontraba sola con mis pensamientos nuevamente.
Deje el sobre en el escritorio para recordar dárselo a Max cuando llegara.
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Max
Cuando llegué a la empresa ya era algo tarde, pasaban de las seis, se suponía que Kelly había llevado a Jules al pent-house para luego llevarla al funeral.
Tome los papeles que necesitaba de mi oficina y regrese a la planta baja para irme, aún tenía mucho trabajo que hacer, estos días me estaban consumiendo de más sobre todo las cosas que estaban pasando últimamente, todo se comenzaba a salir de control volviéndose un caos total.
—Has pensado en regresar a Wildwood por unas semanas ese es tu territorio, allá puedes controlar mejor las cosas, además yo puedo hacerme cargo de la empresa— comentó Alex al teléfono.
Estaba comenzando a tomar en cuenta esa idea después de lo que sucedió, Jules ni siquiera estaba tranquila aquí uy ciertamente yo tampoco, por lo menos en Wildwood podría mover las piezas a mi favor, Alex tenía algo de razón, pero aún tenía unas cosas que hacer si quería irme.
—Lo voy a pensar— comenté mientras manejaba por las calles.
El viento helado se colaba por la ventana, el invierno comenzaba a llegar a Montreal, las noches se hacían más heladas y los días más nublados, debo admitir que por mucho frío que pudiera hacer prefería el invierno que el verano.
Seguí manejando durante unos minutos más para llegar al pent-house.
Cuando llegue al edificio no vi la camioneta de Kelly estacionada en su lugar habitual, supuse que ya había llevado a Jules al funeral, pero le llame para confirmarlo.
Cuando entre al elevador un olor inusual inundo mis fosas nasales, conocía esa mezcla de vainilla y el leve olor fétido.
Kelly me respondió al tercer tono.
—¿Dónde están? —le pregunte mientras el elevador subía.
—Vamos de camino al cementerio— respondió tranquilo.
—Bien, allá los alcanzo— avisé y colgué cuando las puertas se abrieron frente a mí. El olor se encontraba instalado en mi apartamento.
Maldita sea. A cada momento necesitaba recordarme que no había matado a Lizbeth por Raíza y Terry.
Camine con calma por la sala, sabía que estaba aquí y seguramente ella ya sabía que estaba esperando a que saliera.
—¿Me has extrañado? —su voz venía detrás de mí.
Para su desgracia Lizbeth se había vuelto tan impredecible que sus estupideces resultaban cansinas, absurdas y aburridas.
—Si claro, como no tienes idea— respondí irónico mientras dejaba mis cosas sobre la mesa que estaba frente al sofá. —¿Qué quieres? —pregunté cansado, mientras me giraba para encararla, me crucé de brazos.
Llevaba el cabello suelto y un vestido que se ajustaba perfectamente a su figura. En cierto momento estaba vuelto loco por esta mujer.
—Quería conocer a Jules, pero bueno, cuando llegué Kelly no estaba y pensé en esperarte— tensé un poco la mandíbula cuando dijo eso. Sabía que el intentar ocultar algo obvio no iba a resultar, tampoco lo iba a hacer, pero mientras menos supiera Lizbeth era mejor y ahora lo sabía, eso solo empeoraba todo.
—Si pues siento informarte que te vas a quedar con las ganas porque no la vas a conocer— comenté tranquilo. —Ahora te pido amablemente que te largues, sino quieres que te saque yo mismo en una bolsa de basura— comente y le di media sonrisa, ella ni siquiera le importo mucho la amenaza.
—¿Recuerdas cuando estábamos juntos? —negué con la cabeza.
—No lo siento, fue hace tanto— comenté mientras me acercaba a ella y la tomaba del brazo sin ejercer demasiada fuerza, la llevé al elevador.
—Para la próxima que me dé cuenta que estas husmeando en mi vida te juro que yo mismo te mato, Lizbeth, ya no es un juego— ella me dio media sonrisa, estaba disfrutando esto.
La conocía tan bien que sabía que disfrutaba este tipo de cosas.
—¿Qué te paso, Max? Ya no eres el mismo que conocí—hizo un pechero. Activé el elevador y la metí dentro.
—Ya te lo advertí, Lizbeth, no te lo diré otra vez— gruñí mientras apretaba el botón del último piso.
Tomé el iPad de la mesita y encendí las cámaras del edificio asegurándome de que Lizbeth ya se había ido.
Serví un poco de whisky en uno de los vasos y le di un trago rápido.
Cuando estuve seguro de que se había ido me apresuré a arreglarme para ir al funeral.
Mi teléfono comenzó a vibrar sobre el buró mientras me abrochaba el pantalón.
Lo tome y me preocupe al ver que era el número de Jules.
—Cariño, ¿Cómo estás? ¿paso algo? —pregunte poniéndolo en altavoz mientras comenzaba a ponerme la camisa negra.
Me detuve unos segundos para tallarme la nariz debido a la picazón que sentí en ese momento, era alergia del polvo o algo así seguramente.
—¿Vas a venir? —su voz sonaba inquieta, su respiración parecía irregular, además de fondo había muchas voces, ninguna perceptible por tantas que eran.
—Sí, me estoy arreglando, ya salgo para allá—respondí tomando los zapatos para ponérmelos.
—¿Puedes darte prisa? —pregunto impaciente, fruncí el ceño confundido terminando de ponerme los zapatos.
Me inquieto escuchar el tono de su voz.
—Sí, ya estoy saliendo, ¿Qué pasa, Jules? —pregunté mientras terminaba de tomar mis cosas.
—Solo apúrate ¿Si? —antes de que pudiera responder ella me había colgado.
Antes de poder llamar a Kelly me llegó su mensaje.
—Josh está aquí, ¿Qué hago? —no pude evitar tensarme mientras leía su mensaje.
—Mátalo de una vez Max—Gruño Malik. Sentí como mis ojos comenzaban a cambiar de color, solté un bufido y me apresurar a llegar a mi auto y ponerme las gafas oscuras que tenía en la guantera.
—No me jodas ahora Malik— murmuré molesto mientras encendía el auto.
Esperé unos segundos mientras le mandaba un mensaje.
—No hagas nada, aun, pero no dejes que se acerque a Jules o a Ashley, ya voy— cuando le mande el mensaje comencé a manejar.
Cuando llegué al cementerio fue fácil llegar al área donde era el funeral.
Mientras caminaba hacía Jules pude ver a Josh al otro lado del ataúd.
—Mátalo—la voz de Malik en mi cabeza sonaba con ira, con demasiada ira acumulada y deseo de vengarse.
Hijo de puta. Hijo de puta. Hijo de puta. Hijo de puta. Hijo de puta.
Quería matarlo, deseaba arrancarle la garganta, sacarle el corazón y quemarlo, ver como su cuerpo ardían en llamas, escuchar sus gritos de dolor mientras rogaba piedad.
—Llegué— murmuré cuando estuve junto a Jules y tomé su brazo. Se sobresaltó al sentir mi mano en su brazo, pero se tranquilizó al verme. —Siento haber llegado tarde— murmuré mientras rodeaba sus hombros con mi brazo pegándola a mí. Ella soltó un suspiro tranquilo relajando un poco su cuerpo.
A unos metros de nosotros estaba Adrián, Ashley y Edmon. La mirada de Adrián recayó sobre mí, su mirada no despistaba para nada el desagrado que sentía al verme aquí.
Mire a Jules un poco y acaricie su hombro al ver como la lagrimas comenzaban a salir de sus ojos.
Todo se sentía tan tenso, el ambiente estaba sobrecargado de energía negativa, todos estaban tristes, llorando y sollozando mientras el padre hablaba.
Hacía frío y estaba nublado, parecía que iba a llover o tal vez que comenzaría a nevar, no había ningún punto medio.
—¿Por qué no te quitas los lentes? —murmuro Jules mientras limpiaba sus lágrimas, volteando a verme.
—Lo siento, cariño, tengo un pequeño problema ahora— murmuré y ella frunció el ceño confundida, sin embargo, no pregunto más por ahora.
Paso casi una hora hasta que se terminó la misa del padre.
A decir verdad, Jules me sorprendió demasiado, solo pocas lágrimas salían de sus ojos, se mantenía recta y tranquila, cabe decir tranquila a comparación del momento en el que nos encontrábamos. Aunque en realidad entendía como se sentía.
Podía sentir ese dolorcito en el pecho, era como si me enterraran mil agujas, pero definitivamente no era nada comparado con lo que ella sentía, eso lo tenía muy claro.
Cuando comenzaron a lanzar la tierra sobre la caja Jules negó con la cabeza y se giró para irse.
—No puedo, no puedo— murmuró muy bajo, sin embargo, la escuche como si me lo hubiera dicho a la cara.
Me gire para seguirla por el cementerio entre el montón de lapidas e intentando no pasar sobre ninguna de ellas.
Iba a solo un metro delante de mí, la falda de su vestido ondeaba gracias al aire que hacía. La seguí hasta que salimos del cementerio, se detuvo frente a la camioneta y se cruzó de brazos. Comenzó a negar con la cabeza mientras sollozaba.
Me acerque a ella con calma, pase mis palmas por sus brazos de arriba abajo intentando brindarle algo de calma.
Por un momento pensé en manipular sus emociones, aunque después ella se molestaría, así que borre esas ideas pronto de mi cabeza.
—Si puedes—murmuré mientras ella negaba con la cabeza.
Las lágrimas por fin comenzaron a salir de sus ojos sin siquiera contenerlas, todo su cuerpo comenzaba a temblar, el dolor en mi pecho se intensifico un poco más haciéndome saber que en ella había aumentado mucho más.
—Haz que pare, por favor—sollozó mientras negaba con la cabeza, se giró para darme la cara, sus ojos estaban rojos por tanto llorar al igual que su rostro, su cabello se pegaba a sus mejillas gracias a las lágrimas.
—No, no, no está bien Jules, no querías que lo hiciera, ¿Recuerdas? —murmuré limpiando sus lágrimas. Ella negó con la cabeza, las lágrimas seguían saliendo.
—No, Hazlo, no quiero sentir, quita el dolor, haz que deje de dolores, por favor— su voz estaba totalmente rota, el estado en el que se encontraba me hacía querer ayudarla, mientras la parte más razonable no quería hacerlo.
Pero termine haciéndolo.
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Jules
Era como si estuviera drogada, nunca había experimentado eso, pero supuse que así se sentía. Era como estar adormecida por medicamentos, me sentía liviana.
Mi cabeza había dejado de dar vueltas, todo estaba tranquilo y en paz. Aunque parecía que me hacía falta algo, había un vacío a pesar de que no había dolor, tal vez porque el dolor ya era parte de mí.
Era consiente de donde estaba y lo que pasaba, pero ya no había lagrimas no dolor en el pecho o sofocamiento.
Solo un vacío inminente.
Max lucía tranquilo a mí lado, se había sentado junto a mí en la acera, no quería regresar allá.
Su brazo rodeaba mis hombros pegándome a él.
—Se siente raro—murmure. El asintió lentamente. Su silencio me daba mucho que pensar. —¿Puedes quitarte las gafas? —Max lo hizo sin rechistar, entendí porque las llevaba, sus ojos tenían ese color carmín que me había gustado aquella noche en Wildwood. Se veía hermoso.
Sin embargo, una parte de mí se sintió mal al ver sus ojos apagados, tristes.
—Depende que tan fuerte sea la emoción o el sentimiento, si este no es tan fuerte lo más probable es que solo tenga una jaqueca durante unas horas eso solo si es dolor físico, otra puede ser sangrado nasal, ya que si la emoción o el sentimiento es más fuerte de lo normal como tristeza ahí es donde el sangrado empieza y por ultimo están los episodios depresivos, esto ya pasa cuando las emociones y sentimientos son demasiado fuertes, ya sea una perdida, depresión, etc. Todo eso influye—
Recordé lo que me había dicho Max sobre su don cuando íbamos a Francia y enserio entendí la razón de su silencio y el dolor en su mirada.
Estaba sufriendo. Estaba sufriendo por mi culpa.
—Lo siendo de verdad perdóname—susurré abrazándolo con fuerza y pegándolo a mí. Acomodo su cabeza en el hueco de mi hombro.
—Tranquila, es normal no te preocupes— murmuró alejándose un poco de mí, me dio una sonrisa tranquila, aunque la mirada en sus ojos no cambiaba, intentaba tranquilizarme.
—Perdóname Max—murmuré arrepentida. El negó con la cabeza nuevamente.
—Tranquila—pauso— ya se terminó todo, ¿quieres regresar o vamos al apartamento? —pregunto con seriedad mientras tallaba su nariz.
Había notado que desde hace un rato tenía haciendo eso, al igual que toser, en brevez momentos comenzaba a toser.
Era raro, ya que se suponía que él no se enferma.
—Me quiero ir— confirme mientras nos levantamos. —¿Te sientes bien? —pregunte tomando su mano. Me dio un asentimiento mientras comenzábamos a caminar a la camioneta donde Kelly nos esperaba.
Cuando íbamos de camino al apartamento Max iba demasiado sumido en sus pensamientos, seguramente hasta se había disociado de la realidad, ya que ni siquiera prestaba atención a las breves palabras que le decía Kelly, quien me miro confundió por el retrovisor por la actitud de Max.
De repente pareció salir de su trancé, llevo la palma de su mano a su nariz y murmuró una maldición y limpió su nariz con el dorso de su mano.
Me alarme un poco al ver la sangre que manchaba su mano.
—Max ¿Qué pasa? —pregunte alarmada tomándolo de la muñeca. Max negó con la cabeza restándole importancia, Kelly volteo de reojo a ver lo que pasaba, aunque no podía prestarnos mucha atención gracias a que iba manejando y debía mantener la vista al frente.
Llegamos al edificio, mientras subíamos al apartamento Max no decía nada, más bien parecía confundido y su comportamiento era bastante raro, tanto que ya me comenzaba a confundir.
Aunque me aguante las ganas de preguntarle qué era lo que pasaba, porque parecía que no me quería decir y ciertamente me molestaba un poco.
Llegando al apartamento Max desapareció por uno del pasillo, solo pude escuchar una puerta cerrarse, ni siquiera me había dicho nada. Estaba demasiado confundida.
Camine por el pasillo donde se había ido, me imagine que había entrado al baño y pude escuchar como vomitaba al otro lado de la puerta, lo cual solo me preocupo más y me hizo sentir un leve dolorcito en el pecho.
Antes de que tocara la puerta del baño Max salió, se veía pálido, lo cual era raro.
—¿Qué tienes? —no pude evitar el tono de preocupación en mi voz. Max pestañeo varias veces, pero termino desvaneciéndose sobre el suelo.
Rápidamente me agache junto a él pegándolo a mí.
—¡Max, Max, Max! —le llame dando golpecitos en su mejilla, intentando hacerlo reaccionar.
Su temperatura corporal iba descendiendo.
—¡Kelly! —grite con fuerza mientras mis manos temblaban, mi pecho subía y bajaba con rapidez. Tome una respiración profunda, sin embargo, las pequeñas clases de primeros auxilios que me había dado Andy.
Con todas las fuerzas y valor que tenía que cabe decir que no sé de donde lo saque llevé mis dedos índice y medio al pequeño espacio que había entre su manzana de adán ejerciendo un poco de presión sobre esa área para sentir las pulsaciones.
Eran demasiado lentas.
—¡Kelly ven carajo! —grite nuevamente mientras trataba de contenerme.
—Vas a estar bien, Chérie, vas a estar bien— murmure en voz baja, mi pecho subía y bajaba con tanta rapidez. El miedo comenzaba a embargar mi pecho.
Kelly llegó tan rápido como pudo.
—No sé qué tiene, tiene el pulso muy bajo, Kelly no dejes que se muera— sollocé. Kelly pareció algo confundido, pero tan rápido como entendió la situación tomo su teléfono y le llamo a Ross mientras me ayudaba a llevarlo a su habitación.
No paso demasiado tiempo cuando llegó Ross.
No dijo nada, hizo lo que venía a hacer, reviso su pulso, sus signos vitales.
—Kelly dame una jeringa con cinco mililitros de epinefrina y Naloxona—
Según mi muy escaso conocimiento en medicina mezclar opioides podía causar el coma, incluso la muerte.
—¿Lo vas a matar? —cuestione preocupada, Ross me miro confundido, luego negó con la cabeza mientras tomaba la jeringa y la inyectaba en el cuello de Max.
—Lo siento luna—pauso y termino dejando a la jeringa vacía a un lado— esa mezcla puede matar a un humano; si, pero no a un lobo como Max— asentí lentamente.
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Casi dos horas después Ross termino su trabajo, no había sacado de la habitación para hacerle un lavado estomacal a Max.
—Debe de tomar sueros, mucha agua y comidas que lleven caldo, le recomiendo el caldo de pollo luna, él alfa sufrió una leve intoxicación con Aconitum, para suerte fue poco y no logro hacer efecto como debía, sin embargo, debe de estarle inyectando Naloxona cada cinco horas por dos días para que este logre salir por completo de su sistema— asentí levemente procesando lo que me acababa de decir.
—Puede que despierte en una hora, ya está fuera de riesgo—
—Gracias Ross— le agradecí sinceramente —A Max no le gusta el pollo, ¿puede ser cualquier sopa? —interrogué con la duda tiñendo mi voz. Aun recordaba cuando Alex le llevó ensalada de pollo al trabajo.
—Sí, puede ser lo que sea, pero de preferencia que tenga caldo— asentí nuevamente.
—Muchas gracias, Ross— el asintió con una sonrisa amable y Kelly lo acompaño al elevador.
Después de eso le pedí a Kelly que le comprara unas cosas a Max para cuando despertara.
Yo le intenté preparar una sopa, aunque fue un total desastre y mejor hice una de las sopas instantáneas, de esas que venden para que solo las pongas a hervir con agua.
Me apresure a limpiar mi desastre, ya que si las paredes no terminaron con jitomate licuado por todos lados fue de milagro.
Cuando Kelly llego tome uno de los sueros. Tomé la sopa, el suero y fui a la habitación de Max.
Para mi suerte ya estaba despertando entre.
—Acuéstate otra vez, Ross dijo que necesitas descansar— le regañe mientras dejaba pasar a los perritos.
Silent fue el primero que subió a la cama de Max y comenzó a lamer su brazo mientras movía su colita de felicidad, mientras que Bang seguía a mi lado, Nala y Asterix esperaban a que Max las subiera a la cama.
Me termine acercando a Max, deje la bandeja con la comida charola a un lado y me mantuve frente a él.
Gracias a que él estaba sentado sobre la cama tenía que levantar un poco la cabeza para mirarme.
—No me dijiste que te sentías mal, no lo vueltas a hacer— hablé con seriedad tomando su rostro entre mis manos, el me dio una leve sonrisa tierna, demasiado tierna.
Sin embargo, asintió con la cabeza.
—¿Lo prometes? —
—Lo prometo, perdón, no creí que fuera para tanto— respondió y yo le di una mala mirada. —Aun así, gracias— repuso aun con la sonrisa decorando sus labios.
Aun dentro de tanto caos podía decir que su mirada era el mismo paraíso.
Era increíble.
Era atrayente.
Y posiblemente mío.
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