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Capítulo 14

Portofino

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Hay belleza en las cenizas de un corazón que ardió por lo que amaba

—Ron Israel

Jules

Dos días después

Había pasado los últimos días con Peach, del trabajo a la casa de Peach y así sucesivamente, en pocos momentos había visto a Max estos últimos días, cabe decir que eso en realidad no me gustaba mucho, me había comenzado a acostumbrar a él que llegaba a ser molesto no tenerlo cerca en algún momento del día y aunque trabajemos juntos realmente muy poco tiempo podía verlo.

Aunque he de admitir que la flores en la oficina no faltaban, con alguna tarjeta que decía algo, siempre en las mañanas, particularmente en los momentos que él no estaba.

Alex me decía que estaba algo ocupado en estos días y yo le creía, a decir verdad, no tenía que dudar de él.

Además, no es como que, si Peach me dejara respirar con tranquilidad, parecía que no me quería dejar ni un momento y ciertamente comenzaba a asfixiarme.

Los últimos dos días no había sabido nada de Josh lo cual no sabía si era bueno o malo, por otro lado, aun no le decía a Peach que no me casaría lo cual no sabía cómo decírselo. Dejando de lado eso Max había cumplido con lo de cuidar a Ashley, incluso a mí.

Había visto a Ross trabajando ahora como el guardaespaldas de mi hermana, como había conseguido Max que mi padre lo aceptara ahí no lo sé, no había tenido tiempo de preguntar y bueno, Kelly me había comenzado a cuidar a mí, exactamente desde ayer viernes.

Había dicho que Max dijo que de ahora en adelanta me iba a cuidar y no quise darle la contra, si soy sincera eso me parecía bien, prefería que Kelly me acompañara a tener que sentirme insegura y Kelly era confiable y me cae bien.

—¿Y Max? —le pregunte a Kelly mientras me llevaba a la casa de mis padres. Kelly se detuvo en un semáforo y me miro.

—En realidad no lo sé, luna, casi no lo he visto hoy, pero creo que irá a la fiesta de esta noche— sentí lentamente.

Ya me había acostumbrado a que me dijera Luna o señorita Elijah, ya que al parecer no me diría Jules.

Y claro, la fiesta de Forbes de entregas de premios y todo eso aburrido, fiesta a la cual mis padres nos dieron boletos y por supuesto iré.

Estos dos días habían sido una subida y bajada de emociones, extrañaba con todas mis fuerzas a Jasón, me deprimía pensar en él, pero me estancaba demasiado en el dolor y siendo sincera no me gustaba, me dolía ver en lo que me había convertido y a fuerza de voluntad me dije que intentaría hacer mejores cosas, aun no sé si estoy lista para ir a terapia, que claro la necesito, pero me da miedo, me daba mucho miedo el hecho de querer dejar de pensar en Jasón, en que lo olvide, en olvidar su voz, su cara.

Ese era uno de mis más grandes miedos, olvidarlo, pero Edmon decía que no podía estancarme y tenía razón, pero si sanaba... perdería lo que me quedaba de Jasón.

Y no quería perderlo del todo.

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Por la noche

—Te vez preciosa, Jules, pero si no te sientes cómoda con ese vestido no te sientas obligada a usarlo— comento Emerald sentada desde mi cama mientras yo me veía al espejo.

Me había puesto un vestido negro de corte asimétrico que llevaba una capa desde el tirante izquierdo al derecho que rodeaba mi cuello, era largo, pero contaba con una abertura de la pierna derecha.

Era hermoso, no tenía brillo, pero lucía muy bien, tenía que admitir que me gustaba como me quedaba, además Emerald me había maquillado un poco y me había planchado el cabello.

—Créeme cuando te digo que me encanta— le sonreí volteando a verla. Ella sonrió orgullosa y me abrazo.

—Se van a quedar babeando todos al verte— comento mientras ella terminaba de arreglarse y sonreí.

Espere con paciencia a que ella terminara de arreglarse.

Emerald era muy hermosa, podría haber sido una modelo si hubiera querido, pero no lo quiso.

Llevaba un vestido color azul rey sin tirantes que se ajustaba perfectamente a su flamante figura.

Cuando termínanos salimos de la casa. Ya todos se habían ido, mucho mejor para nosotras, Peach nos vería allá y bueno no habría un momento incomodo entre Ed y Eme.

Le dije a Emerald que Kelly nos llevaría allá y ella acepto preguntándome quien era Kelly y porque nos iba a llevar.

—Te cuento luego— le susurré mientras subíamos a la camioneta. Si bueno, casi nunca teníamos mucho tiempo para hablar de cosas como estas, era raro cuando nos reuníamos a tomar algo o cosas así.

—Hola Kelly— lo salude mientras me acomodaba en el asiento. Kelly me sonrió.

—Buenas noches, señorita Elijah — saludo amablemente mientras encendía la camioneta. Quise preguntarle en ese momento si sabía algo de Max, ya que le había mandado un mensaje en la tarde y no lo había visto, pero me contuve por dos razones.

No quiero ser muy hostigosa y Eme venía conmigo.

—¿Jules este apuesto hombre no trabaja para Max Cross? —cuestiono Emerald un poco confundida, por Kelly yo asentí lentamente a modo de respuesta.

—Es una muy larga historia— ella abrió los ojos con exageración.

Bien no era no que no quisiera contarle, solo que esto había sido demasiado rápido, apenas hace unas semanas estaba llorando en mi habitación y hoy iba a una fiesta que siempre odie, solo porque hay una posibilidad de que esta noche mi felicidad no se vea truncada.

—Están follando—grito por lo bajo mientras yo me apresuraba a taparle la boca con la palma de mi mano.

La mire como si estuviera loca.

Emerald era una mujer muy directa de ahí que le atraiga a tantos hombres, pero a veces se pasaba de directa o impudente como ahora.

—Cállate, Kelly está aquí— ella me miraba como si hubiera ganado algo o así, pero no le destape la boca hasta que lamio mi mano e hice una mueca de disgusto y quite mi mano de su boca.

Agradecí que durante todo el camino aguantara soltar comentario o impudencias.

Cuando llegamos Kelly nos dejó en la puerta y ambas bajamos.

—Adiós Kelly— me despedí con la mano mientras salíamos de la camioneta. Él se despidió con la mano y se fue.

Ambas entramos y nos dirigimos al segundo piso para ver quienes más llegaban, bueno, Emerald quería ver si su amor platico Kalem Winchester aparecía.

Varios autos de lujo llegaban y bajaba gente exitosa de la ciudad y de otros países. Muchas venían acompañadas y en su mayoría eran hombres, eran muy pocas las mujeres que bajaban solas.

—Mira— chillo Emerald cuando vio que Kalem bajaba de su auto.

Recordaba que desde hace un tiempo ella estaba flechada por él, así le llamaba yo. Aunque ella decía que solo eran las ganas de fallárselo.

Después de que pasaran unos cuantos autos más llegaron dos autos, un Lamborghini amarillo y uno negro mate que ya conocía muy bien.

Del Lamborghini amarillo bajaron Alex y Jacke.

Del auto negro bajo Max.

Los tres lucían muy guapo, pero sin duda Max me seguía dejando sin palabras, llevaba un esmoquin color tinto y su cabello iba perfectamente peinado.

Ellos evitaban los flashes de las cámaras y antes de que pudieran entrar Max se detuvo justo debajo de donde nos encontrábamos y alzó la cabeza encontrándose con mi mirada y me sonrió.

Le devolví la sonrisa y este termino de entrar. Emerald chillo y me zarandeó.

—Okey necesito que me cuentes que pasa aquí— susurro emocionada tomando mis manos y reí mientras asentía.

Bien claro que, si yo necesitaba salir con ella todo un día para poder ponernos al día, habían pasado demasiadas cosas desde la última vez que salimos juntas todo un día que a veces pensaba que éramos solo unas desconocidas con un pasado en común, aunque sonara muy mal muchas veces así se sentía.

—Buenas noches— la voz de Max llamó nuestra atención, Emerald se giró para verlo y yo le di media sonrisa, de cerca parecía aún más guapo.

Tome una leve respiración controlando mi nerviosismo.

Emerald volteo a verme nuevamente y alzo ambas cejas con picardía.

—Bien, esa es mi señal— dijo ella alejándose de mi dispuesta a irse.

Antes de salir me hizo una seña con la mano despidiéndose.

—Ella me cae bien— comento Max acercándose a mí con tranquilidad.

Aunque cada paso que daba era imponente y decidido.

No podía dejar de reparar en él, en lo sexi que se veía esta noche. Su traje a la medida le quedaba como debía ajustándose a ciertas zonas.

—A mi igual— comente tranquila, bueno un poco nerviosa, el no dejaba de ponerme nerviosa y su presencia imponente no pasaba desapercibida.

—Te vez jodidamente hermosa, Jules— susurro mientras me acorralaba entre el barandal y su cuerpo.

El color subió a mis mejillas de forma instantánea, no me cansaría de pensar que adoraba cada vez que me decía hermosa, o me llamaba cariño.

Yo le sonreí mientras rodeaba su cuello con mis brazos.

—Tú luces muy guapo, alfa— él me sonrió con malicia y me pegó un poco a su cuerpo mientras me sonreía.

No me preocupaba que alguien nos viera, en ese momento solo estaba él y yo.

—Mia bella, bella luna ogni secondo mi fa impazzire di più— (Mi hermosa, hermosa luna, cada segundo me enloqueces más) susurro en su idioma natal mientras acariciaba mi cintura por encima de mi vestido. No supe que fue lo que dijo, pero fue bastante sexi, a decir verdad.

Tal vez luego si recordaba y tenía tiempo lo buscaría en el traductor.

—No sé qué dijiste, pero igual para ti— el rio y me dio un beso en la comisura de la boca haciendo que anhelase el contacto de nuestros labios.

—¿Quiere ser mi cita esta noche señorita Elijah? —interrogo tendiéndome la mano y asentí tomando su mano. En realidad, no lo pensé demasiado.

Su aliento chocaba con mi rostro al igual que su olor varonil, no podía negar que me sentía tranquila y cómoda con él.

Max escondió su rostro en mi cuello, haciendo que la barba de pocos días me hiciera cosquillas y riera.

El comenzó a dejar besos por mi cuello suavemente y con calma mientras yo solo estaba tranquila, disfrutando de su exquisito olor varonil, de sus labios en mi cuello y la firmeza con la que sus manos me sostenían contra él.

Me gustaba sentirme como me sentía en esos momentos, tranquila y querida.

Max dejo todo un camino de besos húmedos por mi cuello hasta llegar a mi pecho, al borde del escote del vestido, pero no se separó de mí haciendo que sintiera el frío aire golpear mi cuerpo.

—Te extrañe estos días, creo que me acostumbré a ti demasiado rápido—susurró como si no quisiera que alguien lo escuchara así de... ¿Vulnerable?

No lo sé, pero se escuchaba muy tierno.

—Pienso lo mismo— susurré mientras seguía abrazando su cuello. recargué mi cabeza en su pecho escuchando los latidos de su corazón, haciéndome saber que no solo me afectaba a mí su cercanía, sino que también a él le afectaba la mía.

—Te dejé mensajes— le comenté en voz baja. Él no se inmuto, simplemente siguió dejando caricias en mi cabello.

—Olvidé el teléfono en el departamento, pensé que lo había perdido— comento con cierta diversión en su voz.

Ambos nos separamos un poco y Max tomo mi rostro entre sus manos y me besó.

Sus labios tenían un leve sabor a tabaco y alcohol. Se movían con una delicadeza que era hipnotizante.

Y por fin me besaba.

Después de no habernos visto en unos pocos días se sentía como algo refrescante y reconfortante a la vez.

Su lengua jugaba con la mía a un ritmo tranquilo, pero apasionado e incitante, aunque eso no duro mucho.

Se separó un poco de mí y habló nuevamente.

—Quería decirte que en la madrugada iremos a Italia— comento dejando uno que otro beso en mis labios sin llegar a profundizarlo.

Yo fruncí el ceño él y lo miré con algo de sorpresa.

—¿Iremos? —pregunte con una media sonrisa, Max levanto un poco la vista y luego volvió a mirarme. La expresión en sus orbes bicolor no la pude descifrar.

—Iremos, vas a ir conmigo— pauso —¿Quieres ir? —pregunto frunciendo el ceño. Yo lo mire como si estuviera loco.

¿Qué si quería ir a Italia? Eso no se preguntaba, maldición, claro que sí.

Italia después de Francia y Ámsterdam era uno de los lugares que deseaba conocer.

—Claro que quiero— chille emocionada mientras lo abrazaba por el cuello. —¿A qué vamos? —pregunte después de mi emoción, en realidad eso daba igual, pero solo quería saber.

—Tengo que hacer unas cosas de trabajo, pero bueno recordé que conozco a una hermosa mujer que me contó que le gustaría viajar a muchos lugares— comentó con una leve sonrisa, recordé que se lo dije cuando fuimos a Francia.

Y lo recordaba aun después de algunas semanas.

—Gracias, chérie — susurré mientras lo abrazaba. Max tomo mi rostro con una se sus manos y frunció el ceño un poco extrañado. Yo me quede quieta.

—¿Cómo me llamaste? —yo aleje la mirada de él algo apenada.

Tal vez no había sido buena idea apresurarme a llamarlo así, tal vez era demasiado y... tome una bocanada de aire y hable.

Chérie—murmuré y Max sonrió y me besó nuevamente, la diferencia fue que esta vez fue con dulzura.

—No sé ni un carajo de francés, pero me gusta— susurro entre mis labios y reí.

A mí me gustas tú.

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Después de unas horas ya casi era la entrega de premios, en realidad este tipo de fiesta no era mi tipo, pero de cierta forma Max alivianaba el aburrimiento.

Estaba siendo mejor de lo que había pensado sin duda alguna.

—Ven vamos— murmuró mientras se levantaba y me tendía la mano, yo fruncí el ceño, lo mire confundida, pero tome su mano para levantarme de mi asiento y ser guiada por el hasta el segundo piso.

En ese piso sólo había oficinas vacías y paredes blancas con puertas color café.

Max me guio por todo el pasillo con una se sus manos descansando en mi cintura y la otra en su bolsillo.

—¿Me vas a secuestrar? —pregunte con diversión.

La risa ronca de Max me hizo estremecer.

—Como lo supiste— se hizo el sorprendido ante lo que dije —Pero si, como el lugar está casi vació y nadie nos vería te voy secuestrar— continúo sonando sarcástico, aunque con un tono más divertido de lo normal.

Nos adentramos en la penúltima oficina, en cuanto estuvimos dentro los labios de Max me atacaron, besando y mordiendo mis labios como si fuera la última vez que estaríamos juntos.

Y ahí me encontraba yo, recibiéndolo de la misma forma, respondiendo a sus besos con fuerza y aferrándome a él como si mi vida dependiese de eso.

Tome su rostro entre mis manos acariciando su mandíbula, mientras sus manos estaban sobre mi cintura pegándome más a su cuerpo, como si eso era posible.

Sus labios descendieron por mi cuello, bajando hasta mis clavículas que era donde el vestido no estorbaba.

Sus labios dejaban suaves besos en mi piel, aunque de vez en cuando mordía levemente mi piel dejándole un leve color rojizo.

Ambos nos guiamos hasta el escritorio, Max me alzo un poco ayudándome a sentarme en este y luego descendió poniéndose en cuclillas frente a mí

—¿Puedo? — pregunto arrodillado y asentí. No podía negar que esto era excitante sin duda alguna.

Mi respiración se había acelerado mientras abría las piernas exponiéndome para Max.

El relamió sus labios y comenzó a dejar besos húmedos en mis piernas, repitiendo la acción que hizo en mi cuello.

Yo apoye las manos sobre el escritorio mientras ahogaba jadeos incontrolables al sentir su aliento caliente y sus labios contra mi piel, al igual su barba llegaba su hacerme cosquillas.

No podía negar que se veía tan sexi así.

—Max—jadee por lo bajó mientras tiraba de su cabello. El alzó la mirada para verme desde abajo con una sonrisa maliciosa.

Max me tomo de las caderas jalándome al bordo del escritorio. Mi pecho subía y bajaba sin que pudiera controlarlo, estaba disfrutándolo.

Incluso arrodillado frente a mi lucía tan perfecto que definitivamente podría decir que no es de este mundo y tal vez no lo era.

Movió mis bragas hacia a un lado haciendo que el primer contacto de su boca con mi intimidad me hiciera jadear sin poder contenerlo.

Sus palmas estaban sobre mis caderas. La sensación que sentía en ese momento era alucinante, los movimientos que hacía con su lengua me incitaban a retorcerme debido al placer.

—¿Qué pasa cariño? — murmuró con sorna para volver a lamer mi clítoris con fuerza y jadee ahogando un gemido.

Desde aquí afuera no se escuchaba tanto barullo y si era así realmente no le prestaba atención.

—El premio anual es para Max Cross, Adrián Elijah y Kalem Winchester— se escuchó desde afuera seguido por el ruido de los aplausos y felicitaciones.

Fuera de eso ambos estábamos demasiado ocupados, sin embargo, no pude evitar decírselo.

—Te llaman afuera— murmuré entre jadeos mientras me sostenía del escritorio.

Max se detuvo unos segundos, no pude evitar mirarlo mal.

—Lo único que me importa se encuentra aquí — pauso y me miró nuevamente, su mirada era tan atrapante que me hacía alucinar —ellos pueden esperar, tu no— repuso volviendo a lo suyo mientras yo seguía jadeando una y otra vez su nombre.

Max siguió complaciéndome por unos minutos más, hasta que no pude evitar gemir su nombre con la llegada del orgasmo. Cuando las oleadas del orgasmo llegaron no pude evitar recostarme sobre el escritorio, mientras intentaba tranquilizarme.

Él se levantó y se coló entre mis piernas mientras comenzaba a acariciar mi cintura con calma.

—Quedarnos aquí comienza a hacer una opción— ronronee con una media sonrisa. Max rio y me tomo de las manos ayudándome a levantarme. Sus brazos me envolvieron en un cálido abrazo acogedor.

Me dio un beso con fuerza mientras enredaba mis brazos en su cuello. Nos separamos para tomar algo de aire y él me sonrió y dejó un casto beso en mis labios.

—Joder eres tan hermosa— murmuró acariciando mi rostro mientras sus ojos me miraban, la profundidad de sus ojos era hipnotizante al igual que la diferencia de colores en sus iris. —Me encanta tu sonrisa, tus ojos, tus pecas, tu cabello, tu cuerpo— murmuró pegando mi cuerpo al suyo un poco brusco y le di una sonrisa y el río. —también eres jodidamente inteligente y mierda si te escucharas cuando hablas me entenderías— no pude evitar reír y él me robo un beso nuevamente, no podía describir lo bien que me sentía en este momento, en realidad no podía describir mis sentimientos por ahora

Me acerqué a sus labios para besarlo y en eso la puerta de la oficina esa se abrió.

Me separé Max, pero él no se alejó, sus brazos seguían rodeando mi cuerpo.

—Oh, pensé que estaba vacío y— la voz de una mujer llamó mi atención no pude evitar rodar los ojos.

Por lo menos no llegó en un momento menos apropiado.

—Está ocupado— respondió Max un poco borde, más bien sonó como un gruñido.

—Lo siento—murmuro ella antes de irse. La voz de ella se me hizo conocida, no recordaba en donde la había escuchado, pero la reconocí.

—Deberíamos salir— le dije a Max quien regresó la mirada a mí y suspiro mientras hacía una mueca de disgusto.

—Bien—afirmo mientras se alejaba un poco de mi para que pudiera bajar del escritorio.

Ahora tenía que ir con mis padres, en realidad no había pasado ningún tiempo con ellos y si sería algo raro.

—Tengo que ir con mi familia—murmuré y el asintió tranquilo. Me dio un casto beso en la frente, me encamine a la puerta.

En realidad, esta noche no me quería alejar de él, para mi suerte no tendría que estar sola esta noche.

No pude evitar sentir nuevamente la emoción de hace rato porque iríamos a Italia.

—Felicidades por su premió, señor Cross— comente en tono divertido desde la puerta. Max rio con diversión mientras negaba con la cabeza, como si no tuviera remedio alguno.

—Muy buen premió— negué con la cabeza con diversión al notar el doble sentido en sus palabras y negué con la cabeza divertida mientras abría la puerta para irme.

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Max

Horas después.

Termine por subir a Jules al jet se había quedado dormida en el camino.

Antes de subir me acerque a Kelly, él no iba a venir con nosotros.

—Bien, quiero que después de que llegues aquí cuides a Ashley— le indique a Ross.

Había necesitado más de una súplica a Mar para que dejara que Ross cuidara a Ashley, ya que así Jules estaría más tranquila, aunque le había dado la condición de que Kelly la cuidaría a ella y lo había aceptado.

—Y Kelly quiero que le den caza a Joshua Harris, te deje todo en el pent-house, necesito que lo cacen tú y todo tu equipo, cuando este hecho lo quiero en Wildwood contenido para cuando regrese, Jules no debe de saber de esto, si sigo dejando que siga por ahí suelto va a terminar con la poca paz que tiene— Kelly asintió sin decir nada.

Ambos entendían la gravedad de esto, se los había medio explicado ya que tampoco les iba a dar la vida detallada de mi mujer.

Y si bien Jules no quería que le hiciera algo a Josh, sin embargo, sabía que algo había pasado el día que tomo las pastillas, algo que claramente no recuerda y de lo que no quiero hacerme ninguna idea porque terminaría jodiendome la cabeza.

—Nosotros le avisaremos cuando todo este hecho alfa— confirmo Kelly y asentí con tranquilidad.

—Por cierto, díganle a Brand que investigue a Peach Brighton y a un tal Evren Reese— ellos asintieron y terminamos por subir al Jet, solo Ross me iba a acompañar porque el conducía el jet.

No me daba confianza la amiga de Jules, para nada no podía explicar la sensación que daba, hoy la había visto unos minutos con Jules y no creo en eso de las vibras, pero esa mujer parecía tener a la muerte detrás.

Mientras que Evren no sabía quién carajos era, solo sabía que era una anomalía salida de Aragón de la cual me había informado Maël hace unos días, debía encontrarlo y llevarlo al portal de regreso a Aragón, no debía de estar aquí.

Cuando estuve arriba fui a la pequeña habitación del jet, donde había dejado a Jules descansando.

Entre cerrando la pequeña puerta con cuidado de no hacer ruido.

Aun llevaba el vestido puesto, le había quitado los tacones y encendido la calefacción, ni siquiera habíamos ido al Pent-house le había dicho a Kelly que trajera a mis perros y un cambio de ropa para mí.

En Italia llevaría a comprar a Jules algo de ropa, ya que no creí que quisiera ir a su casa.

Ya que llegaríamos a Milán porque el jet no puede llegar a Portofino por el aeropuerto aprovecharía para llevar a Jules de compras.

Tomé el cambio de ropa que me había traído Kelly y me comencé a desabrochar la camisa blanca para ponerme ropa más cómoda.

Cuando me quite la camisa continúe por quitarme los zapatos mientras el jet despegaba.

Después de tantos vuelos ya me había acostumbrado.

Me cambie de pantalón rápidamente y tome la camisa que había traído Kelly para intentar cambiar a Jules y durmiera más cómoda, pero termine despertándola.

—Shhhh tranquila, ten ponte esto—murmuré mientras ella limpiaba sus ojos con sus manos, solo tomo la camisa y se sentó en la cama adormilada.

—Quítame el vestido—susurró en voz baja. Se veía bastante tierna así.

Me levante de la cama y rodee la cama para ponerme detrás de ella y bajar el cierre del vestido para luego ayudarla a quitárselo.

Tome la camisa cuando ella termino de quitarse el vestido quedando medio desnuda.

Pase la camisa por sus brazos y se la acomode, después de eso se dejó caer en la cama para volver a dormir tranquilamente.

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Horas después.

Aterrizamos en Milán casi a las dos del día.

Me puse la camisa cuando aterrizamos y me levanté de la cama, Jules seguía dormida.

Cuando salí de la pequeña habitación, no me sorprendió que la puerta del Jet ya estuviera abierta.

Ross me estaba esperando en la entrada.

—Ten— me paso el paraguas, en ese momento fue cuando me percaté de que afuera estaba lloviendo. Agradecí que Ross hubiera acercado el auto.

—Gracias— le dije mientras regresaba a la habitación para despertar a Jules.

No hizo falta hacerlo, ya que cuando entre ya estaba despierta sentada en la cama.

—Hemos llegado— le dije llamando su atención ella me miró confundida por unos momentos, como si no supiera de que le hablaba, supuse que era porque iba despertando.

Espere unos segundos a que terminara de recobrar la conciencia. Soltó un suspiro y frunció el ceño.

—¿Cuánto dormí? —pregunto mientras se levantaba con tanta tranquilidad que parecía que estaba en su casa, realmente dudaba de que en ese momento fuera consciente de que acabamos de aterrizar.

—Como siete horas, fue lo que duro el vuelo— le informe tranquilo, mientras ella se acercaba a mí. Asintió levemente.

Miro a todos lados como si estaba cayendo en cuenta de él lugar en el que estaba y si fue así, volteo a verme con confusión.

—¿Estamos en el jet? —inquirió curiosa a lo que yo le di un asentimiento. —¿Estamos en Italia? —pregunto con cierto tono de emoción tomando su voz.

—Milán— corregí mientras llevaba mis manos a mis bolsillos, ella me miro algo sorprendida y luego se levantó. Se acercó rodeándome el abdomen con los brazos.

—Quiero bajar— comentó con emoción. Saque mis manos de mis bolsillos y deslice mis manos desde sus hombros hasta sus antebrazos.

—Vamos a bajar, pero primero iremos a comprar ropa para que te pongas e iremos a desayunar y después otras cosas e iremos a Portofino— ella asintió repetidas veces emocionada.

Se alejó de mí y prácticamente salió corriendo de la pequeña habitación.

Yo salí detrás de ella.

Con calma.

—Cariño solo llevas bragas y una camisa, vas descalza y está lloviendo, aun no bajes—advertí. Ella se quedó en la puerta del jet esperándome.

Tome una de las mantas que había sobre uno de los asientos. Me acerque a Jules, ella se acomodó frente a mí y me miro con curiosidad.

Comencé a acomodar la manta sobre sus hombros para que no se mojara, ya que el doctor había dicho que sus defensas estaban muy bajas y podría enfermarse con facilidad.

—¿Qué haces? —inquirió confundida.

—Te puedes enfermar su te mojas— aclare y tome la sombrilla. —Tú la llevas y yo te llevo en brazos—ella frunció el ceño, se cruzó de brazos y me miró entrecerrando los ojos.

—Puedo caminar—

—Te vas a enfermar—

Parecía que en este momento iba a salir su necedad, cosa que nunca pasaba y hoy que menos lo necesitaba lo hacía, pero era divertido siendo sincero.

—No, no me voy a... ¡Ay! —chillo cuando la levante para bajar del jet.

Reí cuando ella me dio un pequeño golpe en el hombro. Tomé la sombrilla y se la di.

—Mi hijo pequeño golpea más recio— me burle mientras ella abría la sombrilla fuera de la puerta, envolvió sus piernas alrededor de mi cintura. Me miró como si no me tuviera nada de paciencia.

—Ja ja, que gracioso Max— contuve un poco mi risa y comencé a bajar los escalones con cuidado de no resbalarme.

El viento estaba helado, la lluvia no cesaba, el olor a tierra mojada inundaba el aire.

Cuando estuve en tierra firme me acerqué a la puerta del copiloto con rapidez, para luego abrirla. Ayude a Jules a acomodarse en el asiento mientras el agua de la lluvia comenzaba a caer sobre mi cuerpo.

Esta era una de las veces en las que agradecía el calor que me proporcionaba Malik, ya que no podía enfermarme gracias a eso, a comparación de Jules, ella claro que podía enfermarse.

Cuando termine cerré la puerta, me acerque a Ross.

—Bien, te llamo ya que vaya de regreso, que tengas buen viaje— comente. El asintió y me dio un leve apretón en el brazo.

—Gracias alfa, igual que tengan buen viaje— asentí a forma de agradecimiento para luego regresar al auto.

Subí, encendí la calefacción, solté un suspiro mientras no podía estremecerme por el aire caliente recorriendo mi piel. Eso no podía evitarlo.

Termine encendiendo el auto para comenzar a manejar. Ambos íbamos en silencio, parecía que ninguno tenía tema para hablar o tal vez aun teníamos sueño, no lo sé yo tenía sueño.

Conduje por unos minutos en las calles de Italia hasta que llegamos a nuestra primera parada.

Una tienda de ropa. Me desabroche el cinturón de seguridad y me gire a verla.

—¿Quieres bajar? —le pregunte mientras tomaba mi billetera. Ella negó.

—Hace frío—

—Lo sé, solo te pregunté por cortesía, no iba a llevarte— ella me miró haciéndose la ofendida y reí. —Ya vengo— le dije y bajé del auto para entrar a la tienda.

La lluvia había aminorado, ya solo era una brisa suave, aun así, lleve la sombrilla.

Entre en la tienda siendo recibido por el olor fresco, aire acondicionado y muchas luces blancas, lo típico de una tienda de ropa.

Había ropa por doquier, bolsas en exhibidores y zapatos. También la ropa tenía distintos tipos de tonos y estampados, debo admitir que la mayoría de los estampados era horrible y no entendía como le llamaban moda a eso.

Me acerque al área de mujer y busque algo que fuera similar a lo que le gusta a Jules y que también fuera cómodo.

No era muy bueno escogiendo ropa, ni siquiera tengo paciencia para escoger mi ropa y escoger para alguien más era un desastre.

Tomé un conjunto color beige de punto, era un pantalón acampanado y un top de manga larga, luego escogí un vestido verde de manga larga.

Unos tenis blancos y una sudadera y un pantalón para mí.

Cuando fui a pagar la mujer no se molestó en indagar, como suelen ser las cajeras en algunas tiendas, cosa que agradecí.

Pagué con la tarjeta y cuando salí ya llevaba la bolsa de papel en la mano.

Subí al auto, me acomodé en el asiento y le di a Jules la bolsa.

—Te traje dos cambios, por si uno no te gusta o podemos devolverlo— ella me miró y luego comenzó a sacar la ropa de la bolsa. Me paso la sudadera y el pantalón.

Saco primero los tenis.

—Te preguntaría como sabes mi talla, pero no entremos en detalles— dijo mientras saca el conjunto beige, después el vestido. —Los dos me gustan mucho, gracias— comento con una sonrisa y se acercó a darme un beso en la mejilla.

Comenzó a ponerse el cambio beige con un poco de dificultad, parecía que era la primera vez que se vestía en un auto.

Espere a que se terminara de vestir para encender el auto y poder manejar.

Comencé a manejar tranquilamente por las calles de Milán. A esta hora mucha gente iba y venía ya de un lado a otros, algunos más apresurados que otros.

—¿Qué quieres desayunar? —pregunte mientras seguía atravesando las angostas calles mojadas. La lluvia ya había terminado, solo habían quedado los charcos de agua en las calles y el clima medio frío.

Jules lo pensó un poco antes de hablar.

—Café— la mire de reojo recordando que él doctor le había prohibido el café.

—Te hace daño— ella hizo un puchero.

—Por favor, llevo dos días sin tomar café, Max, es muy complicado, lo merezco— se quejó. No pude evitar reír por el tono que hizo, fue muy chistoso.

Si bien decía la verdad, pero eso no quería decir que no me gustara molestarla, es bastante tierna cuando pelea.

—El café te hace daño, entiende— pude sentir la pesadez de su mirada sobre mí, seguro en estos momentos estaba pensando en mil formas de apretarme el cuello por ser un dolor de cabeza con ella.

Pude ver de reojo como se cruzaba de brazos para luego bufar molesta.

Esperen, acaso eso es un ¿berrinche?

—Max un café, no pido demasiado— se quejó

—No, además ya es tarde para café—

—En alguna parte del mundo son las cinco de la mañana, es temprano— evite reír por su argumento. Quise seguir molestándola, pero eso desapareció cuando aparqué frente a una cafetería.

—Bueno si la niña quiere café vamos a darle su maldito café— ella soltó un chillido feliz y antes de que yo me arrepintiera ella se apresuró a bajar del auto para esperarme abajo.

Termine bajando del auto, me acerque al lado del copiloto y tome su mano para cruzar la calle.

—No vas a tomar tanto café, aun sabemos si te hace daño— rodo los ojos cansada ante lo que dije, sin embargo, no me dio la contra, ya que sabía perfectamente que yo tenía razón, aunque tampoco iba a dejarla sin café por más tiempo, estoy seguro que la abstinencia por café es igual de fuerte y mala que por algún otro tipo de bebida.

Cuando estuvimos en la acera entramos al establecimiento, el golpe de los olores llegó tan de repente a mis fosas nasales que me sentí un poco asqueado de solo olor antes de comer, aunque era una mezcla deliciosa de dulce y salado, té y entre otras cosas era demasiado hostigante.

Nos sentamos en una mesa cerca de la ventana. Jules miraba cada detalle del lugar, admirando la estructura que parecía antigua, algunos de los cuadros y notas de piano que decoraban la pared, igual había algunas macetas con plantas decorando el lugar. Era muy vintage para mi gusto, pero a ella parecía encantarle, se sentía un ambiente muy tranquilo aquí dentro.

No paso mucho tiempo cuando una de las meseras se acercó a nosotros a tomar nuestra orden.

—Buon pomeriggio, cosa c'è in offerta? —(Buenas tardes, ¿Qué se les ofrece?) Jules miro a la mujer confundida al no entender lo que dijo.

—Buon pomeriggio— pause y mire a Jules —¿Qué quieres desayunar? —le pregunte a Jules tomando su mano lentamente, esperando por si quería apartarla, pero ese momento nunca llego.

—Un Beagle y un café por favor—me respondió en tono amable.

—Vorrei un Beagle, un caffè con un cucchiaio di vaniglia, mezza tazza di latte e poco zucchero, un panino con mortadella e formaggio e un tè alla menta, per favore— (Quisiera un Beagle, un café con una cuchara de vainilla, media taza de leche y poca azúcar, un sándwich de mortadela y queso y un té de menta, por favor) pedí igual con amabilidad.

La mesera asintió después de terminar de anotar mi orden y se fue.

Jules estaba tan tranquila que a veces me sorprendía.

—¿Me enseñas italiano? —pregunto curiosa mientras jugaba con mi mano, yo le di media sonrisa.

—Claro si tú me enseñas francés— ella sonrió y asintió.

—Trato— soltó mi mano y en cambio m tendió su dedo meñique para que se lo prometiera.

Le sonreí y copié su acción, mientras tomaba su meñique con el mío. Ella me sonrió con emoción.

Ella es un ángel, Max—susurró Malik, aunque puedo asegurar que eso fue un ronroneo todo cursilón.

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Todo el rato que pasamos en la cafetería estuvimos hablando sobre nosotros.

Jules me contó un poco más sobre cuando pintaba, por qué lo hacía y cómo fue que nació su gusto por el arte.

También me contó que iba a campamentos de arte a Vancouver en el verano, que solía ir de fiesta los fines de semana con Jasón, como conoció a sus amigas, me enteré que tiene un amigo llamado Andreu del cual no sabía.

Otra cosa que me contó fue sobre sus hermanos, lo protector que a veces es Edmon, lo celosa que llega a ser Ashley y lo exageradamente sobreprotector que era Jasón.

En esa hora que estuvimos ahí describí más de Jules de lo que había pensado, habló sobre Jasón, se sinceró a tal grado que sus ojos se cristalizaron, pero al final parecía que tenía una carga menos.

Ahora ya íbamos a Portofino, hace un rato que habíamos salido de la última tienda a la que fuimos, duramos varias horas recorriendo tiendas de ropa, he de admitir que en cierta parte fue divertido pasar de tienda en tienda con ella, siempre había algo que nos causaba gracia, además de que en realidad parecía divertirse escogiendo ropa y midiéndosela.

Nunca lograría entender ese pacer de las mujeres por andar caminando de tienda en tienda buscando ropa, probándosela y andando por ahí, sin embargo, ella tenía paz en ese momento y eso me importaba mucho.

Parecía que no había dejado que sobre pensará las cosas, en ningún momento del día vi una cara larga por su parte, su felicidad parecía autentica al igual que no hubo ningún sentimiento negativo en todas esas horas y eso era como ganarse la lotería.

Llegamos a Portofino casi al amanecer, el camino hacia mi casa era angosto, bueno en realidad la mayoría de las calles aquí son angostas.

Duramos unos minutos en llegar.

Uno de los guardias de la casa me recibió abriendo las puertas altas de madera que impedían el paso al terreno.

Entre siguiendo el camino de piedra, el color naranja cubría la casa. Todas las plantas que había llamaron la atención de Jules, Kiri tenía de distintos tipos de flores plantadas aquí.

La pequeña fuente que se encontraba frente a la puerta principal llamaba la atención gracias al delfín de piedra que portaba.

Todo un ambiente veraniego te envolvía cuando te encontrabas dentro de la propiedad.

El olor salado del mar era tan cercano gracias a que la playa estaba abajo y la vista desde la parte trasera de la casa es increíble.

Estacione el auto frente a la casa. Ambos bajamos del auto y Jules me miro.

—Wow, esto es hermoso, Max— comento asombrada por todo el lugar.

—¿Te gusta? —ella asintió varias veces mientras yo tomaba todas las bolsas de ropa y zapatos que había en la cajuela.

—Me encanta— sonrió. Antes de seguir tomando bolsas saqué las llaves y se las di.

—¿Por qué no entras? —ella tomo las llaves emocionada y corrió a la entrada, abrió las puertas y entro a la casa.

Termine de tomar todas las bolsas y entre detrás de ella.

La casa es solo de un piso, pero es lo bastante grande para que vivan diez personas ahí, había varias habitaciones de invitados, la habitación principal, cocina, terraza, piscina, sala y escaleras para bajar a la playa privada.

Claro compartir no era mi opción favorita.

Seguí el olor de Jules hasta la habitación principal, o sea mi habitación.

Entre y me encontré con ella en el balcón, seguramente viendo el mar. Dejé las bolsas en la cama y salí con ella.

—¿Qué te parece? —pregunte abrazándola por la cintura, ella se sobresaltó un poco ante la sorpresa, pero se relajó instantáneamente y puso sus manos sobre las mías.

—Es hermoso— susurro mirando el mar, donde había algunos botes que ya venían de regreso al muelle y otros que estaban aparcados ahí.

—Qué bueno que te gusta—susurré y besé su mejilla, ella me dio una sonrisa, sus mejillas se enrojecieron un poco.

—Me daré una ducha para preparar la cena, siéntete como en tu casa, vaga por donde quieras, solo no salgas de la propiedad o te perderás— ella asintió con una sonrisa mientras yo me alejaba para regresar al interior de la habitación para buscar entre mi ropa e ir a ducharme.

Unos minutos después de ducharme me cambie y me seque el cabello con la toalla.

Terminé saliendo del baño encontrándome con que la habitación estaba vacía, supuse que Jules estaba curioseando por la casa.

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Jules

La casa era demasiado grande, aunque el aspecto veraniego era increíble. Había tantas flores en las jardineras, de distintos tipos, colores y tamaños, además el mar estaba unos metros abajo, había unas escaleras que iban directo a un pequeño muelle y el agua tan azul que se veía muy hermoso.

En el patio había una piscina y si, la vista daba directo al mar, es algo increíble enserio, este lugar es... Wow.

Además de que aquí el clima se sentía algo diferente que al de Milán, aquí era un poco más cálido el clima, no hacía tanto frío, incluso si era de noche solo se sentía un poco fresco, nada igual que al de Montreal o Francia.

Me senté en el bordo de una de las jardineras.

Debo de admitir que me sentía muy tranquila aquí, todo el lugar te inspira paz.

El cielo comenzaba a cubrirse de nubes y el sol a ocultarse.

Ya casi el sol terminaba por esconderse mientras cubría el cielo con tonos naranjas, los últimos rayos de luz golpeaban partes del suelo.

—Hermoso ¿No? —la voz de Max llamó mi atención. Me giré para verlo y le sonreí. Su cabello estaba despeinado, llevaba una camisa de botones y manga corta color azul cielo con rayas blancas y un pantalón de vestir color beige.

Se veía bastante guapo.

—Demasiado— respondí. Él se acercó a mí y paso sus brazos por mis hombros.

—¿Quieres ir a cenar? — pregunto curioso mientras mirábamos el atardecer, sus brazos envolvían mis hombros y yo descansaba mi cabeza sobre su pecho.

Asentí a modo de respuesta.

—Vamos entonces— me quite sus brazos de encima y me levante de la jardinera.

—Voy a cambiarme— el asintió y yo entre a la casa.

Fui a la habitación que había ido primero, donde Max había dejado todas las bolsas de ropa.

Busque en todas las bolsas algo cómodo que ponerme ya que íbamos a caminar y no sabía que tanto íbamos a caminar.

Me termine poniendo un top de manga larga gris con una falda larga negra con flores amarillas, esta tenía una abertura que empezaba desde la pierna derecha hasta abajo junto con unos tenis blancos.

Me apresuré a terminar de ponerme los tenis y salí de la casa, Max me seguía esperando afuera.

El sol ya se había terminado de ocultar.

Salimos de la propiedad tomados de la mano, Max no me soltó la mano en todo el trayecto que caminamos y yo tampoco hice amago por soltar su mano.

Estuvimos caminando unos minutos por el pueblo.

Había nativos que iban y venían, unos iban a pie otros en bicicleta o en motoneta.

Había luces tenues que iluminaban las calles, el olor de la sal de mar inundaba el ambiente al igual que el sonido de las olas chocando contras las piedras de la playa.

Aun no podía creer que este lugar fuera tan hermoso, tenía ese aspecto de antigüedad que lo hacía hermoso.

Aun no podía creer que enserio Max haya crecido aquí.

Llegamos a un restaurante a unos metros del mar sobre la acera.

Había foquitos colgados desde el techo que iluminaban un poco dándole un aspecto romántico.

Llegamos y nos sentamos en una mesa a unos pocos metros del mar.

Todo era tan hermoso.

Una mesera llego y nos dio las cartas, pero estas estaban en italiano.

Antes de que le dijera algo Max se levantó y se sentó a un lado de mí.

—¿Qué quieres cenar? Hay pasta a la boloñesa, pizza, pescado, Lasaña— antes de que siguiera hablando lo interrumpí.

—Quiero probar algo italiano, ¿Qué me recomiendas? —pregunte con una sonrisa y él pareció contener risa antes de responderme.

—Yo soy italiano— mis mejillas se enrojecieron y le di un golpe en el hombro, él rio, aunque no pasaron ni cinco segundos y no pudo contener mi risa, mientras me recargaba en su hombro aun riendo.

Tome aire unos segundos y me enderece.

—¿Alguna otra sugerencia? Me educaron para comer primero la comida y luego el postre —sonreí con diversión.

—Bien entonces del postre hablamos en la casa— nuevamente reí y me recargué en su hombro.

—Entonces hablando de comida ¿Qué te parecen el Vincisgrassi? —preguntó y me encogí de hombros.

—No sé qué sea, pero si— asintió sonriente. La mesera que nos había traído las cartas se acercó nuevamente y pregunto algo que no entendí.

—Buonasera, mi può portare un'insalata capresse, un piatto di vincisgrassi e una bottiglia di vino moscato se è di Alessandria, per favore— (Buenas noches, me puedes traer una ensalada capresse, un platillo de vincisgrassi y una botella de vino moscatel si es de alejandría mejor, por favor).

Pidió Max en tono amable, la forma en la que su voz sonaba cuando hablaba en su idioma natal se escuchaba perfecto, no sabía italiano, pero me importaba solo sabía que sonaba bien.

La mesera asintió dijo algo más y se fue.

────•: ☽ ∙✦∙☽:・────


—Si me gusto, para ser la primera vez que como comida italiana si me gusto— comenté mientras caminábamos por la orilla del mar. El aire estaba fresco, sin embargo, no hacía mucho frío.

—Te lo dije, pasa más tiempo conmigo y te va a encantar— volteé a verlo mientras seguíamos caminando.

Sintió mi mirada sobre él y volteo a verme.

—Pasaré más tiempo contigo, tranquilo— le respondí mirándolo a los ojos, sus hermosos ojos, sin duda alguna no podía negar que, si me estaba enamorando de Max, es tan... no lo sé, no puedo describirlo porque no hace falta, en vez de solo hablar como la mayoría el demuestra las cosas con hechos.

Cuando llegamos fui directo a la cama, me sentía muy cansada y eso que ni siquiera habíamos caminado demasiado.

Max comenzó a desabrocharse la camisa mientras me daba la espalda, estaba frente al armario.

Me puse sobre mis codos en la cama para verlo mejor. Se terminó quitando la camisa dejándome ver su espalda desnuda y como se contraía por los movimientos que hacía con los brazos.

Además, desde ahí sus tatuajes lucían aún más, podía ver mejor el tatuaje de sus costillas y el de sus hombros.

Max se giró y me dio una media sonrisa.

—¿Te gusta la vista? —pregunto mientras se acercaba al bordo de la cama.

Podía ver más de cerca su abdomen marcado y la V que se marcaba en la parte baja de su abdomen.

—Mucho— respondí con una media sonrisa. Max me sonrió y se agacho un poco para besarme.

Cuando mis labios tocaron los suyos envolví mis brazos en su cuello atrayéndolo más a mí.

Se sostuvo en el colchón con uno de sus brazos y con el otro me pegó a su cintura cuerpo, envolví mis piernas en su cintura y Max se levantó conmigo sobre él.

Fue un acto casi desesperado, parecía que ambos estábamos ansiando demasiado ese momento, sus manos apretaban mi trasero sin llegar a ser brusco mientras yo me aferraba a sus hombros para sostenerme, su barba me provocaba cosquillas en el rostro.

Los labios de Max aún tenían un leve sabor al vino.

Nos alejamos un poco para tomar aire. Comencé a dejar besos en el cuello de Max, aun así, me sostuvo contra su cuerpo. Mis labios bajaron por su cuello, hasta llegar a sus clavículas.

El color rojizo de mi labial comenzó a quedar en su piel.

Un sonido ronco se ahogó en su garganta y sentí como su pecho vibro contra él mío.

Max se alejó un poco de mí y me bajo de su cuerpo para acto seguido girarme haciéndome quedar contra su espalda y comenzar a besar mi cuello.

Sus manos viajaron hasta el bordo de mi top comenzando a acariciar mi piel por debajo de la tela. Mi respiración se aceleró gracias al contacto de su piel contra la mía.

Deje caer mi cabeza en su hombro y soltó un suspiro.

Sus manos acariciaban mi piel con suavidad mientras seguía besando mi piel.

Sus manos ascendieron hasta llegar a mis pechos, me aleje de él y me gire quedando de frente.

El calor subió a mis mejillas cuando me quite el top quedando medio desnuda.

Los ojos de Max recorrieron mi torso desnudo y se acercó a mí.

—¿Te he dicho lo mucho que me encanta tu piel llena de pecas? —pregunto con deseo mientras su brazo rodeaba mi cintura tirando de mí para pegarme a él haciéndome sentir el calor de su cuerpo y el bulto en su pantalón.

—Hoy no, pero una demostración es bienvenida— respondí poniendo mis manos sobre su pecho. Él sonrió con malicia y con cuidado me guio a la cama, donde me recosté en ella quedando boca arriba.

Max abrió mis piernas haciendo que la falda se subiese, pero realmente eso no importaba cuando comenzaba a sentir la humedad entre mis piernas y el deseo de tener a Max aún más cerca.

Se coló entre mis piernas comenzando a dejar un camino de besos desde mi abdomen hasta mis pechos, donde comenzó mordisquear mi piel con poco cuidado dejando algunas leves marcas, mientras me robaba gemidos innecesarios.

Sus labios vagaron por mi piel y seguramente si en vez de sus labios hubiera usado pintura y un pincel el camino de sus besos serían un mapa abstracto por todas las veces que beso mi piel.

Mi pecho subía y baja, yo comenzaba a impacientarme.

—Max ya maldita sea— me queje y él rio en voz baja y detuvo sus besos.

Se alzó sobre mi sin aplastarme.

La sonrisa en sus labios no se borró, el camino de besos que había dejado hace un rato sobre su cuello seguía ahí.

—Bien, levántate, te quiero encima de mí— respondió levantándome para después bajarse los pantalones y quedar en bóxer.

Me ofreció la mano para levantarme y la tome.

Ahora él fue quien se sentó en el bordo de la cama.

Me pose frente a él mientras me miraba con lujuria.

Sus ojos comenzaban a tornarse rojos y no me molestaba, todo lo contrario, me gustaba. Antes de todo Max deslizo sus palmas por mis piernas, metiéndolas debajo de la falda y subiendo hasta el bordo de mis bragas.

Con lentitud las fue bajando mientras me seguía mirando.

Sus ojos tenían algo hipnotizante o tal vez era el lívido del momento. Mi pecho subía y bajaba con rapidez mientras que nuestras respiraciones se habían hecho mierda.

Sentía como mi corazón latía desenfrenado.

Max termino de bajar mis bragas dejándolas caer sobre el suelo.

Su palma se deslizo por mi pierna hasta llegar a mi intimidad, su tacto fue frío e hizo que jadeara instintivamente, mi corazón latía con rapidez exagerada y cierta zonas de mi cuerpo comenzaban a ansiar el contacto.

Max sonrió complacido cuando sintió como sus dedos resbalaban por la humedad que había entre mis piernas, mientras un jadeo abandonaba mis labios debido al juego placentero que comenzaba a hacer con mi clítoris.

Metió primero uno de sus dedos en mi interior haciendo que gimiera y me sostuviera de sus hombros por el temblor en mi cuerpo.

—Solo fueron unos besos, cariño— susurro mientras sacaba sus dedos de mi interior para luego sacar la mano de mi falda y me acercó a él a tal grado de ayudarme a subir a su regazo.

Max me pegó a su cuerpo y antes de que pudiera decir algo se sacó el bóxer.

—Muy bien, cariño, vas a montarme y quiero oírte gemir, okey— asentí levemente mientras buscaba sus labios para besarlo.

Max comenzó a penetrarme de poco a poco, no pude evitar gemir al comenzar a sentir como entraba en mí.

Jadee cuando por fin estuvo dentro de mí por completo.

Sus labios se posaron en mi cuerpo y espere unos segundos a acostumbrarme.

Sus manos comenzaron a ayudarme a dar pequeños brincos sobre él, creando una fricción ciertamente deliciosa entre nuestros cuerpos, acompañado de una sinfonía de jadeos y gemidos.

Nuestros movimientos se aceleraron, Max me sostenía con sus manos y en pequeños momentos me ayudaba a acelerar los movimientos.

Cada movimiento se fue haciendo más brusco y más rápido, en pequeños lapsos nuestros labios se encontraban, mordiendo y besando nuestra piel.

El sudor comenzaba a cubrir nuestros cuerpos y cada vez podía sentir que estaba más cerca del orgasmo, a cada nada los movimientos eran más perezosos en cierta parte bruscos.

El clímax llego como una ola de liberación. Me aferré a Max como si mi vida dependiese de eso, mi pecho subía y bajaba mientras intentaba regular mi respiración.

—Eres tan hermosa— murmuro Max mientras me miraba y quitaba el cabello de mi rostro.

Le sonreí mientras acariciaba su cabello y su rostro.

—toi aussi tu es belle, ma chérie— (tú también eres hermoso, cariño). Max sonrió como bobo mientras me miraba. Su sonrisa era hermosa, todo él lo era en realidad, su cabello, sus ojos, su rostro, todo.

Pero lo mejor eran su forma de ser.

—Non so cosa hai detto, ma mi affascini—(no sé qué dijiste, pero me fascinas)

Sonreí levemente y besé su frente. Tampoco sé que era lo que dijo, pero me encantaba escucharlo hablar italiano.

Me encanta él y ya.

────•: ☽ ∙✦∙☽:・────


Max

Tome mi teléfono y me levante de la cama. Jules estaba dormida a mi lado. Terminé de levantarme de la cama y me envolví la toalla en las caderas.

Salí al balcón y vi las llamadas perdidas que tenía de Kelly. Le regrese la llamada y a los tres tonos respondió.

—¿Qué pasa, Kelly? —pregunté recargándome en el barandal. El olor salado del mar inundo mis fosas nasales.

—Alfa no hemos encontrado nada de Josh Harris, parece que se lo trago la tierra, ya he mandado a varias escoltas a buscarlo, he ido personalmente y no aparece— comentó tranquilo, a pesar de todo Kelly siempre parecía relajado, a excepción de algunos momentos.

Tome una respiración profunda y me paso la mano por el cabello.

No podía ser que se haya esfumado de la puta faz de la tierra.

—Necesito que lo encuentren, Kelly, por favor, lo necesito vivo o muerto, de preferencia vivo, pero encuéntrenlo antes de que regrese— murmuré entre dientes.

No podía ser que un estúpido vampiro con un olor particularmente fétido y horrible se desapareciera de la faz de la tierra como si nada y que todo un grupo de hombres lobo no pudiera encontrarlo.

Tomé un suspiro y colgué el teléfono mientras pasaba ambas manos por mi cabello.

Maldita sea, maldita sea.

────•: ☽ ∙✦∙☽:・────

Cuando desperté estaba solo en la cama. Solté un suspiro y me estiré sobre la cama.

Seguro Jules estaría en el baño o en la sala o el jardín.

Duré unos segundos encontrando fuerzas para poder levantarme de la cama y no volver a dormirme. Me quede mirando el techo unos segundos.

Me terminé levantando de la cama y fui directo al baño.

Jules no estaba ahí.

Me lavé los dientes, me vestí y salí de la habitación.

Vague por toda la casa y Jules no estaba. Eso comenzó a inquietarme.

Salí de la casa comenzando a buscarla en el patio, ya que su olor seguía ahí.

Cuando fui al patio se me ocurrió ver si estaba en el muelle.

La pude ver desde ahí sentada con los pies dentro del agua.

Pensé unos segundos si bajar o no ya que no sabía cómo se sentía, ya que estaba sola.

Unos minutos después regrese a la casa.

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