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Capítulo 10

Sentimientos en guerra

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Desde el exterior parece que llevo una vida muy buena, pero si profundizas un poco veras que hay una gran desesperación dentro de mí

—Irvin D. Yalom.

Max
Una hora después.

Un rato después nos había dejado desayunar solos, los chicos se habían ido a entrenar con el resto de la manada lo cual agradecí y Kiri, ella fue a comprar cosas para la comida.

Jules y yo ya habíamos terminado de desayunar.

—Kiri cocina delicioso— habló Jules limpiando su boca con una servilleta.

No me cansaría de decir que era hermosa.

—Lo sé, es la mejor cocinando— pausé mientras me levantaba para lavar los platos—¿Si quieres conocer Wildwood? — pregunté dándole la espalda empezando a lavarlos. Jules se puso a mi lado.

—Claro— respondió y tomo el plató que ya había lavado para ella secarlo. Sonreí levemente y cuando terminamos le dije que fuéramos arriba para arreglarnos e irnos.

—¿A dónde me llevaras? ¿Qué me pongo? — preguntó curiosa en la puerta de su habitación. Yo pensé en que decirle, no le iba a decir de una a donde iríamos.

—Algo cómodo que no importé si se moja y una sudadera por si acaso— indiqué y ella asintió. Entró a su habitación y yo entré a la mía y fui al armario para cambiarme.

Me puse una camisa de manga corra y un short deportivo y tenis, a esta hora del día no se sentía igual el frío además íbamos a caminar y seguro sudaría. En una mochila guarde una sudadera por si acaso y mi botella de agua. Decidí dejar el teléfono porque en el bosque no había nada de señal, además iba a estar con Jules no lo iba a necesitar solo tome mi billetera, la caja de cigarros y el mechero y los guarde en la mochila para salir de la habitación.

Espere a Jules en el pasillo y mientras salía Iden apareció, oportuno como siempre.

—¿A dónde irán? — pregunto curioso recargándose en la pared. Iden era menor que yo, apenas tenía veintiuno, pero había días en los que parecía de quince y otros de treinta, no había punto exacto.

—A las cavernas— respondí recargándome en la pared. El asintió.

—¿Me prestas el jeep? — preguntó con curiosidad —por favor— repuso y tome un suspiró para luego darle la llave y dinero para que le pusiera gasolina. El asintió agradeciéndome.

—Gracias, los veo más tarde— se despidió con la mano mientras desaparecía por las escaleras.

—Con cuidado— le advertí. Ya una vez había chocado en un auto y el idiota casi se mata, así que ahora cuándo le prestaba mis autos lo amenazaba para que tuviera cuidado la mayoría de veces.

Unos minutos después salió Jules de la habitación. Venía con un short deportivo color verde olivo que mierda le lucía tan bien que me mordí la mejilla por dentro y encima llevaba una sudadera color rosa palo, se había hecho una coleta alta y llevaba una pequeña mochila de tela color verde.

Mentiría si no dijera que se veía jodidamente sexi así.

Malik gruñó dentro de mí.

Es tan sexi—gruño Malik más idiotizado que yo.

Y el incoherente soy yo— le reclame.

—Listo— dijo parándose frente a mí. Asentí lentamente después de tragar duro. No sabía cuánto iba a poder contenerme siendo sincero.

—Bien, vámonos—le hice una seña con la cabeza para irnos y ella paso por delante de mí y no pude evitar morderme el labio inferior. Esto sí que sería una puta tortura.

Antes de irnos pasamos a la cocina y preparamos unos sándwiches para llevar, no sabía cuánto íbamos a estar allá, pero seguro no llegaríamos a la hora de la comida, era una hora de caminata así que teníamos que irnos preparados.

También llevamos un mantel, fresas y cuanta fruta se le ocurrió a Jules, al final cuando Kiri llego le prestó una cesta de picnic y ahí guardamos todo, hasta un mantel.

Cuándo salimos de la casa le dije a Jules que me diera la canasta para que no se cansara tan rápido.

—¿Te gusta caminar por el bosque? — curiosee mientras caminábamos por la calle. Jules iba caminando a mi lado.

—Tengo mucho que no lo hago— respondió mirándome de reojo —¿Me llevas al bosque para matarme? — bromeó con algo de burla.

—Claro, luego allá drenaré tú sangre para un ritual— bromee y ella soltó una carcajada y yo reí con ella. Siendo sincero me sorprendió su sentido del humor.

Era un privilegio verla tan sonriente. Daría lo que sea por verla así siempre. Muchas veces las personas que tienen depresión son las que siempre lucen más felices e intentan hacer feliz a los demás y si no fuera de haber visto anoche a Jules tan vulnerable y dolorida y haber visto su expediente médico no lo creería, aunque realmente había muchos indicios de que sufría depresión, no era experto, pero si alguien susceptible a emociones ajenas y con un oído súper desarrollado y lo que había sentido en Jules días atrás no era una simple tristeza, así que si joder, verla sonreír y reír de la forma en que lo hacía en estos momentos era un privilegio.

—Me siento muy cómoda contigo, Max— murmuró cambiando de tema mientras miraba a otro lado. Yo sonreí un poco. No iba a negar que me alegraba escuchar eso.

—Me alegra, Jules, yo también me siento así contigo— respondí y escuché unos aullidos por ahí. Eran de unos cachorros, no dudaba que fueran algunos chicos de la manada —No te asustes si de repente un cachorro sale corriendo y aullando— le informé a Jules y ella asintió.

Cómo dije de un momento a otro unos lobos de entre los árboles y estiré mi brazo evitando que Jules pasará. Claro eran cachorros. Jules me miró entre asombrada y maravillada.

—¿Eran niños? — preguntó incrédula mientras seguíamos caminando y asentí.

—Apenas deben haberse transformado—le comenté y ella sonrió. Parecía realmente asombrada con todo lo que había aquí, parecía gustarle.

—Es increíble, Max, todo aquí es genial y muy nuevo para mí— comentó mirando a todos lados con curiosidad y con los ojos bien abiertos por si veía algún otro lobo.

—Después de un tiempo de acostumbras a vernos en nuestra forma natural, habitualmente casi siempre andan de día en su forma natural— comente mientras le indicaba a Jules que girara en un sendero.

Ambos nos adentramos en ese pequeño y angosto camino de tierra y piedras sueltas que era rodeado por el bosque.

—¿Por qué ahora no? — curioseo mientras caminaba un poco por delante de mí.

—Porque sienten que hay algo diferente, pueden olerte y no están acostumbrados a tener a humanos cerca— explique y ella frunció el ceño, enserio se veía muy tierna haciendo ese gesto.

—Ouh—murmuró con desánimo y me empareje a su lado.

—Tranquila, ya se acostumbrarán— le dije tranquilizándola. Ella asintió y seguimos caminando.

—¿Mi olor es diferente para ustedes? — su voz estaba cargada de curiosidad, me gustaba que se interesará en esto, como ayer que veníamos para en camino sin duda el que me estuviese preguntando sobre mi mundo me había tranquilizado, ahora sabía que le interesaba saber más de mí.

—Para la mayoría es igual, en ocasiones es diferente— antes de que siguiera hablando ella me interrumpió.

—¿Para ti como huelo? —alzo una ceja curiosa sin dejar de ver el camino para no tropezar con alguna roca o una rama.

—Chocolate, menta y tierra mojada— ella arrugó la nariz y rio un poco.

—¿Enserio? — asentí. Su expresión cambió a asombro total y luego sonrió de lado.

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Casi todo el camino estuvimos hablando sobre cosas sin sentido, como que era mejor si el vino o el whisky, que hora del día era la más calurosa y cosas de ese tipo de cosas.

Si comparaba el cómo habíamos iniciado hace casi dos semanas a ahora si era un gran avance.

Cuando nos conocimos apenas y hablaba, aun no terminaba de conocerla del todo, me faltaban muchas cosas por conocer, como por qué dejo de pintar y cosas de ese tipo, pero ahora ya era un avance y eso me reconfortaba, tal vez Wildwood si tenía cierta magia.

Casi una hora después llegamos a la entrada de las cavernas.

Baje primero que Jules para luego ayudarla a bajar. La iluminación era un poco más opaca abajo que arriba, claramente por el lugar en el que se encontraba.

También había mucho eco.

—Wow— se sorprendió Jules cuando estuvo abajo conmigo. Su voz retumbo en todo el lugar y resonó gracias al eco.

Las estalactitas que se formaban eran grandes, pero aun así no alcanzaban a tocar el suelo.

Jules miro asombrada cada parte de la caverna.

—Vamos aun no llegamos— le indiqué tomando su mano y ella me siguió sin soltar la mía. 

Había pequeñas aberturas en la parte del techo de la caverna que dejaba entrar destellos de luz.

Seguimos caminando unos diez minutos más cuidando de no caernos por lo resbaloso que era el suelo.

Cuando llegamos Jules miro todo asombrada. Frente a nosotros había una gran englobación de agua cristalina, no había peces ni vida alguna dentro de ella y por el techo había un orificio que dejaba entrar la luz del sol haciendo que todo se viera más claro y le adquiriera un toque luminoso.

—Esto es increíble— murmuró Jules dejando su mochila en el suelo y mirando a todos lados. Dejé mis cosas en el suelo y empecé a quitarme los tenis.

Cuando venía a Wildwood muy pocas veces venía aquí creo que la última vez que había venido había sido porque traje a Raíza.

—¿Te gusta? — pregunté sacándome la camisa. Aquí habíamos empezado a hablar un poco más bajo por el eco que se formaba.

Jules volteó a verme y le di media sonrisa y sus mejillas tomaron un color rojizo y reí. Ella miro a otro lado y yo me lancé al agua.

Cuando salí a la superficie pasé mi mano por mi cabello quitando el exceso de agua.

Jules se había sentado en la orilla y tenía sus pies dentro del agua. Me acerqué a ella poniéndome a su lado, pero sin salir del agua.

—¿Qué significan tus tatuajes? — interrogó con curiosidad mirando los laureles que adornaban mis hombros y una mínima parte de mi cuello.

—Los laureles eran los favoritos de mi madre, el de las costillas es el primer y único dibujó que mis hijos han hecho juntos— pause—Y estos—señale las runas de los laterales de mis muñecas —Me obligó Alex a hacérmelos para "protección espiritual"— ella me miró con diversión y luego carraspeó para aclarar su garganta y volver a hablar.

—¿Y por qué se divorciaron tú y tu ex? Digo ni tienes que contarme—murmuró eso último evitando mi mirada. En algún momento iba a tener que hablar de esto ¿no? Mejor que sea ahora.

—Bueno sin duda el hecho de que empezamos a odiarnos fue una razón, otra fue por...— dudé un poco en decirle esta parte porque, aunque Lizbeth sea una hija de puta yo también la había engañado y bueno no quería que Jules desconfiara se mí.

—La engañaste— concluyó por mí e iba a decir algo y ella habló nuevamente— el día de la entrevistada llevabas labial encima— mencionó y asentí apenado.

—Fue un engaño mutuo, no por eso está bien claro— confirme y ella asintió levemente—Y además no era sano para ninguno, menos para mi hija, eran peleas y gritos constantes, ni siquiera podíamos dormir en la misma cama y casi siempre evitaba llegar a dormir— explique. Solo me dio un asentimiento.

—¿Cómo se llaman? Tus hijos— aclaro su pregunta al final. 

—Raíza y Terry—respondí—Ven— le alejándome un poco del bordo. Ella miró dudosa el agua.

—¿Hay alguna parte en la que toques el suelo? —negué con la cabeza. Era cierto, en ninguna parte de este lugar tocaba el fondo. Jules miró el agua nuevamente dudosa. —No sé nadar— yo le sonreí levemente para tranquilizarla.

—No necesitas saber nadar— le respondí tranquilo.

—¿Qué? ¿me vas a cargar? — yo me encogí de hombros restándole importancia.

Cargarla era buena idea.

—¿Por qué no? — cuestioné alzando una ceja. —Vamos, yo te voy a cuidar, no va a pasar nada— la animé y ella soltó un suspiró y se levantó del bordo y se acercó a donde estaban nuestras.

He de admitir que me sorprendió ver que se estaba quitando la sudadera quedando en un top deportivo de tirantes que era del mismo color del short. Terminó soltando su cabello dejando caer las ondas sobre su espalda y hombros. Se acercó nuevamente a la orilla y de igual manera yo me acerqué.

—No me dejes ahogarme ¿quieres? — inquirió con seriedad y asentí con la misma seriedad que ella. 

—Tranquila, no te voy a soltar— le dije mientras ella se sentaba en el bordo— vas a enredar tus piernas a mi cintura y tus brazos en mis hombros ¿está bien? — Jules solo me dio una respuesta con la cabeza y no dijo nada. Abrió sus piernas dejando acercarme más a ella y la ayude a bajar del bordo y chilló al sentir lo fría que estaba el agua.

Como le dije enredo sus piernas a mi cintura y con sus brazos rodeó mi cuello aferrándose a mi cuerpo. En el agua Jules era aún más liviana que afuera.

Así que solo fui moviéndome poco a poco. Jules estaba acostumbrándose al agua fría.

Más cercas de la claridad de la luz note que su piel estaba bañada en una fina capa de pecas café claro casi naranjas y sus ojos se veían más claros por la misma luminosidad que había.

Mirándola más a detalle y de cerca mi idea no cambiaba, era hermosa. Su cabello esponjado y casi seco caía alrededor de sus hombros sin llegar a tocar su espalda por el agua. En la luz relucía aún mucho más y las pecas en su rostro eran aún más notorias.

Sus labios estaban un poco rosados y sus mejillas tenían un leve color carmesí.

Baje mi mirada por su cuello viendo como las pecas se esparcían por su piel como pequeñas gotas de pintura o un cielo estrellado.

También sus hombros y su pecho estaban cubiertos de ellas. Reparé cerca de su hombro izquierdo, donde su piel tenía un tono violáceo y fruncí el ceño.

—¿Qué te pasó? — pregunté alzando una ceja. Jules me miro confundida y señale su hombro con mi cabeza y ella miró y luego hizo una pequeña mueca como si no lo recordara.

Ya venía pensando que algo no iba bien en todo esto, desde la noche que fui por ella más bien y ahora esto, Raro ¿no?, pero no quería apresurarme a sacar conclusiones que ojalá estuviera mal, porque si era lo que pensaba no habría alguna forma en la que tuviera piedad de Josh Harris y ni siquiera el mismo diablo lo ayudaría.

—Me di un mal golpe hace unos días— respondió evadiendo mi mirada, pero estaba mintiendo. —Si me golpee hace unos días— eso solo confirmo lo que ya sabía.

Al poder manipular las emociones de las personas podía darme cuenta de cosas básicas como cuando alguien miente, esta triste, ya saben lo básico, pero al ser Jules mi luna las emociones aun eran más intensas, incluso era fácil identificar sus emociones o acciones.

Como en estos momentos sabía perfectamente que mentía y aunque sabía que ella intentaba convencerme no era buena mintiendo.

—Mientes— respondí aun sosteniéndola contra mi cuerpo. Podía escuchar sus latidos acelerarse de forma precipitada y ni siquiera volteaba a verme, también se había tensado y supuse que definitivamente no era nada bueno.

—No quiero hablar sobre eso, Max— respondió cortante y asentí lentamente mientras ella descansaba su cabeza en el hueco de mi cuello.

En otro momento, con una plática diferente y sin esta tensión que había creado por idiota eso hubiera provocado tantas cosas en mí, pero no, no fue así porque no solo yo me estaba jodiendo la cabeza con algo que seguramente solo eran exageraciones mías, Malik también estaba con la inquietud de lo que yo suponía, pero al final solo era suposiciones lanzadas al aire de las que tal vez jamás me entere si tengo razón o no.

—Perdón— me disculpé en voz baja—no quería ser entrometido— proseguí y Jules acaricio mi cabello con calma. Su estado de ánimo había decaído y era mi culpa.

Estúpido—gruño en mi mente Malik molesto conmigo de la misma manera en la que yo lo estaba.

—No pasa nada—murmuro Jules continuando con las caricias en mi cabello.

Inevitablemente mi ánimo también decayó por dos razones, porque seguramente lo había jodido demasiado y no habría vuelta atrás y porque enserio me estaba carcomiendo la duda. 

—¿Puedes ayudarme a salir? —susurró Jules cerca de mi cuello y asentí con lentitud sin decir nada, simplemente me acerque a la orilla y la ayude a salir.

La tensión entre ambos era muy evidente en ese momento, ambos estábamos en silencio, un silencio para nada cómodo o agradable.

Yo me sentía inquieto y Jules... ojalá pudiera saber lo que pensaba en ese momento. Pero su ánimo había decaído.

Termine saliendo del agua y me acerque a mi mochila para sacar un cigarro y el mechero. Lo encendí y regresé el mechero a su lugar para regresar a sentarme en la orilla y meter los pies al agua.

Odiaba sentirme de esta forma conmigo mismo, odiaba cada que me sentía impotente, frustrado e idiota. Odiaba la forma tan irónica en la que podía controlar los miedos o emociones de otras personas solo con tocarlos y no poder controlar lo que yo sentía, pero por sobre todo odiaba la forma en que Jules me hacía sentir; la forma en la que hacía que mis emociones se dispararan al tope y la estúpida taquicardia que me provocaba o la posesividad que sentía en algunos momentos incluso los celos que quiera o no he sentido cuando menciona a su estúpido novio.

Este sin duda no era yo y por más que intentara controlar mis emociones y sentimientos no lo podía hacer tal vez ese era uno de los cuantos precios que tenía que pagar por tener estos estúpidos dones que solo venían causándome problemas.

Le di una calada al cigarro e inhalé el humo llevándolo a mis pulmones dejando que me distrajera de las voces en mi cabeza que no me dejaban en paz.

A la hora de exhalarlo solté el humo por la boca y por la nariz mientras me recargaba en mis brazos e inclinaba la cabeza hacia arriba mientras sentía el sutil sabor de cereza que siempre dejaba en mi boca después del amargo sabor de la nicotina saliera de mis pulmones.

Por fin los pensamientos se habían callado y después de varias caladas incluso podría decir que había liberado un poco de la tensión que me cargaba en ese momento, aunque ya que pasara el efecto sabía que iba a regresar.

Terminé el cigarro y me recosté sobre la superficie fría y para nada cómoda mientras cubría mis ojos con mi antebrazo y mis pies seguían en el agua.

Ese era uno de esos momentos en los que obtenía paz, en los que dejaba de sobre pensar todo e intentar relajarme, en el que solo me enfocaba en escuchar mi respiración y apaciguar esa tormenta que crecía en mi interior, pero sobre todo en los que me sentía yo, en los que no me sentía un impostor doble cara que fingía lo que no era.

Me sentía yo y lo sentía a él, esa oscuridad que crecía en mi interior y amenazaba con hacer polvo todo lo que estuviera a su paso y quebrar la máscara de perfección que había creado a lo largo de los años, esa misma que ya estaba agrietaba y un poco jodida, pero aun había algo de perfección en ella.

Para cuando el efecto de la nicotina salió de mi cuerpo me di cuenta que Jules estaba sentada a mi lado y ni siquiera tuve que quitar mi brazo de mi rostro para sentir su cercanía.

Pero termine quitando mi brazo de mi rostro y la tormenta regreso igual que todas las demás mierdas. La impotencia y la rabia, la frustración y la inquietud que tanto odiaba.

Y su voz ese sonido relajante que tenía casi el mismo efecto que la nicotina, pero que era aún mejor porque solo la escuchaba a ella y solo la sentía a ella sin siquiera tener que tocarla, se escuchaba jodido, pero así se sentía.

—Siento haber sido una idiota— pauso y yo quite mi brazo de mi rostro para verla, aunque no vi su rostro porque estaba acostado así que me senté nuevamente y antes de que yo respondiera ella siguió. —Mereces una disculpa, Max, cállate— ordeno y yo alce ambas cejas y no dije nada, solo deje que siguiera hablando.

—No debí haber sido una idiota contigo, no cuando has sido muy lindo conmigo sin siquiera conocerme a la perfección y cuando me has respondido cada pregunta que te he hecho que seguramente ya te tengo hasta la mierda por todo lo que hablo, pero no lo puedo evitar y no me preguntes sobre eso, no ahora, no quiero hablar de eso, quiero disfrutar estar lejos de Montreal, lo contaré, no ahora, no aquí, pero lo haré, aunque no sé cuándo, pero siento lo de hace rato— termino de hablar y yo le di media sonrisa.

Si bien eso no calmaba mis ansias e inquietudes, pero no lo había jodido del todo que eso era lo bueno.

Si tan solo supiera que yo confió ciegamente en ella a pesar de no conocerla bien.

—En primera no me tienes hasta la mierda me gusta escucharte hablar de lo que sea que quieras hablar y está bien cariño, solo fue...— pause buscando una palabra en concreto. —sobrepase los limites, lo siento, no debí de haber insistido— Pero es que me preocupo tanto por ti que me da hasta miedo la persona en la que me estoy convirtiendo. pensé.

Ella me dio una sonrisa y se pegó más a mi lado recargando su cabeza en mi brazo.

—¿Por cierto me ordenaste que me callara? —bromee y ella volteo a verme, soltó una risa.

Yo sonreí al verla reír. Podía sentir como su ánimo cambiaba nuevamente.

—De echo si— respondió pasando sus brazos por mi abdomen para abrazarme.

Yo envolví mis brazos en sus hombros.

—Tienes suerte de que me gustes, de haber sido alguien de la manada...— ella rio y me interrumpió.

—¿Qué? ¿me hubieras matado? —rio y yo fingí reír— Eres demasiado bueno para este mundo, Max— murmuro aun abrazándome y no pude evitar sentir una punzada de culpabilidad al saber que solo le estaba mostrando una mentira de mí.

Si tan solo supiera el monstruo que es el verdadero Max seguramente me odiaría o peor me tendría miedo, porque si, esta parte que le estaba mostrando de mí no era más que una linda farsa que ocultaba la crueldad de las cosas que he hecho y que siendo sincero seguiría haciendo.

Ese fue el momento exacto en el que me di cuenta que estaba jodido, porque era la primera vez que tenía tanto miedo de que alguien me juzgara o me odiara por como soy en realidad, que bajo esa sonrisa atractiva que usaba siempre no había más que un monstruo que sin duda mataría a quien se le atraviese solo por ella. ¡Y mierda que sí! Me estaba cagando del miedo al posible rechazo que podría tener de su parte. Me importaba tanto lo que una cría que apenas conocía pensara de mí que en ese momento me di por perdido y más que perdido me di cuenta que era un estúpido y débil que se dejaba llevar por algo tan vano como lo es el amor.

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De regreso a la manada tuve que llevar a Jules en mi espalda ya que iba muy cansada, incluso se había quedado dormida.

Cabe decir que, aunque hubiéramos arreglado lo que paso no pude seguir disfrutando. Una parte de mí se sentía culpable porque sentía que la estaba engañando y es que lo estaba haciendo, mientras que la otra se excusaba en que era lo mejor ambas me estaban causando jaqueca.

Para cuando llegamos a la casa ya estaba atardeciendo.

Entre a la casa dándome cuenta que la planta baja estaba vacía así que me fui de paso al segundo piso donde llevé a Jules a mi habitación y la deje sobre la cama.

Ella se removió un poco, pero no despertó.

Termine llamando a Iden para preguntarle por Brand.

Me respondió al tercer tono.

—¿Vino Brand? —interrogue saliendo a la terraza de la habitación. Él aire frío empezaba a mecer las ramas de los árboles y mi cuerpo empezaba a producir e calor necesario para que el frío no fuera una molestia.

—Sí, pero como no llegabas dijo que venía en la mañana— solté un suspiro y asentí, aunque no podía verme.

—Bien, gracias— respondí para después regresar a la habitación y cerrar la puerta para que el aire frío no se colara y molestara a Jules.

Termine yéndome a dar una ducha para ir a preparar algo para cenar, dudaba de que Kiri estuviera aquí, a estas alturas dudaba de que alguien más aparte de nosotros estuviera aquí.

Duré unos cuantos minutos en ducharme y para cuando salí del baño llevaba una toalla envuelta en mis caderas mientras para ir al armario a vestirme.

Cuando abrí la puerta del baño para salir me encontré con Jules quien iba a entrar antes de que yo abriera.

—Mierda—murmuro asustada—pensé que no estabas— repuso alzando un poco su rostro para mirarme mejor y sus mejillas había tomado ese tono carmesí.

—Y yo pensé que seguías dormida— respondí cruzándome de brazos mientras seguía mirándola.

De vez en cuando bajaba la vista por mi abdomen y luego volvía a mirar mis ojos.

Podía escuchar el latir de su corazón, ver como su pecho subía y bajaba. Era fácil darme cuenta de que la ponía nerviosa, no era la primera vez que lo notaba.

Había empezado solo evadiendo mi mirada, era algo muy fácil de notar, más sin embargo iba aumentando, no solo a veces evitaba mi mirada, también solía morder su labio inconscientemente, la forma en la que se sonrojaba o también como en breves momentos le fallaba la voz.

—¿Por qué estas nerviosa, cariño? No te voy a morder, por lo menos no hasta que tú me lo pidas— sonreí con malicia y ella se puso aún más roja y su corazón se aceleró un poco más.

Jules abrió la boca para decir algo, pero se vio interrumpida por el tono de mi teléfono. Iba a matar a Alex, sin duda alguna si era él o Iden lo mataba.

—Tienes que contestar— respondió pasando por mi lado entrando al baño. Yo termine de salir de esté y tome aire y fui por mi teléfono y respondí la llamada mientras me metía al armario a buscar ropa.

—Espero que sea un buen motivo de llamada si no te mato ya que regrese a Montreal—le advertí a Alex molesto mientras sacaba ropa de los cajones.

—Cállate idiota—pauso sonando molesto—¿Dónde carajos están las estadísticas de ventas? Las necesito y no las encuentro— bufó. Yo masajee mi sien.

Inhala, exhala. Inhala, exhala, es tu mejor amigo.

—Tercer cajón de la izquierda, carpeta verde— respondí y este colgó sin despedirse. Solté un bufido y terminé por vestirme. Salí de la habitación y Jules seguía en el baño y solo podía escuchar la llave del lavamanos abierta. Solté un suspiro y decidí salir a la terraza nuevamente.

Las nubes grises oscuras empezaban a cubrir el cielo dándole paso a la noche. Me senté en la silla que había ahí afuera y segundos después escuché la puerta del baño y luego las pisadas de Jules que venían hacía acá.

Se recargó en el marco de la puerta y voltee a verla. Nuevamente había atado su cabello.

—¿Qué tanto piensas? —interrogo curiosa alzando una ceja y cruzándose de brazos.

Si supiera todo lo que viene a mi mente cuando la veo su rostro tomaría el mismo tono que su cabello, pero por ahora podíamos empezar con cosas pequeñas.

—¿Quieres saberlo? —inquirí mirándola y ella asintió sin cambiar su postura. Yo me levante de la silla y me acerque a ella.

Nuevamente el sonido de sus latidos y la melodía que provocaban fue de lo que me di cuenta primero.

Me quedé a escasos centímetros de ella y tuve que agachar un poco la mirada.

—En este preciso momento pienso en las ganas que tengo de besarte—murmure acariciando su mejilla. Su pecho subía y bajaba y ella se enderezo cambiando de postura.

—¿Qué te detiene? —interrogó poniéndose de puntillas y sonreí con picardía.

Me incline hacia ella y la bese con suavidad, terminando con aquella distancia que nos separaba. Jules deslizo sus manos por mi pecho hasta llegar a mi cuello y envolver sus manos en el mismo.

La suavidad con la que mis labios acariciaban los suyos me sorprendía, ya que había ansiado esto, tenía un leve sabor a cereza y supuse que era su brillo labial.

Mis manos envolvieron su cintura pegando su cuerpo al mío y ansiando más contacto, los movimientos se vuelven cada vez más rápidos y bruscos por ambas partes.

Las manos de Jules acarician mi cuello con destreza y un cosquilleo invadió mi cuerpo.

Jules mordió mi labio inferior sin mucho cuidado, tal acto basto para hacer que ahogara un jadeo en mi garganta, seguí acariciando su cintura y ella mi cuello.

Maldita sea esta mujer me iba llevar a la ruina. 

Llevé mi mano a su cuello y comencé a acariciar su garganta. De los labios de Jules salió un gemido ahogado que mandó corrientes a todo mi cuerpo y sin duda quería volver a escucharla, pero nos alejamos por la falta de aire.

Sus labios estaban rojos e hinchados y sus mejillas estaban sonrojadas.

Jodidamente hermosa y quería seguir disfrutando de sus labios.

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Jules

Vi sus ojos y él pánico llego, el miedo escarbo en mi pecho y la culpabilidad se expandió por todo mi pecho de forma rápida.

No está bien. Me dijo mi subconsciente traicionándome por milésima vez en él día.

No está bien.

No está bien.

No está bien.

Esto no estaba bien, no era justo para nadie, ni siquiera para mí. la culpabilidad surco mi pecho en un extraño sentimiento agobiante que me causaba una carga muy pesada en el pecho llena de culpabilidad como si hubiese infringido alguna ley.

Max me miro confundido y a la vez expectante, como si estuviera esperando a que dijera o hiciera algo más, no parecía querer decir algo y lo agradecí, no sabría cómo responder. Una parte de él pareció comprender que algo no iba bien.

—Lo siento, Max, esto fue un error— murmuré mirando sus ojos por última vez y el apretó los labios formando una línea delgada, sus facciones endurecieron y por sus ojos parecía no pasar ninguna emoción.

No dijo nada y yo tampoco lo hice. Me gire para salir de su habitación y antes de irme tome mi mochila y luego salí cerrando detrás de mí.

Mis ojos escocieron y las ganas de llorar surgieron. No podía evitar sentir culpa, sentía que estaba traicionando a Josh, pero sabía a la perfección que no debía sentir eso, porque nunca le había importado, más sin embargo no podía evitar sentir tal cosa, una parte de mí me decía que, aunque él no fuera la persona más buena del mundo no debía de hacer eso.

En el pasillo me tope a Iden, llevaba una sonrisa en su rostro, como si el viviera en una burbuja lejos de problemas o simplemente no le importaba lo que pasara a su alrededor.

—Hola... ¿Qué pasa estas bien? —su voz fue perdiendo el tono animado a medida que continuaba la pregunta. Seguro estaba hecha un desastre y solo estaba pasando vergüenzas con personas que apenas conocía.

—Lo estoy— afirme ignorando el nudo que se había formado en mi garganta. Iden me dio una sonrisa amable y se acercó a mí y paso su brazo por mis hombros guiándome a mí habitación.

—Entiendo que no quieras hablar— respondió mientras me llevaba a mi habitación—no soy la persona más empática del mundo y tampoco te endulzare el oído para hacerte sentir mejor, pero puedo decirte que lo que sea que tengas va a pasar, solo respira date una ducha larga con agua fría y verás cómo tu cabeza se enfría— comentó con un tono menos divertido, más bien sincero, serio y podría decir que hasta maduro.

Iden termino abriendo la puerta de mi habitación dejándome entrar. Me gire para ver a Iden y aunque tenía los ojos cristalizados podía decir que por su apariencia no parecía tener más de veinte años.

—Gracias—murmure apenas audible y el me dio esa sonrisa cálida y asintió. Termine cerrando la puerta mientras él desaparecía por él pasillo.

Seguí el consejo de Iden, pero primero lloré hasta que mi pecho ardió, mi cabeza dolió y mis ojos se hincharon y las lágrimas se secaron.

¿Por qué tuve que hacerlo? Por idiota. Aunque ese no era el verdadero motivo por lo que lloraba, lloraba por lo patética que era mi vida, por lo miserable que era y el dolor que nunca terminaba, por esas noches que pasaba en vela y mi mente no dejaba de culparme por todas las cosas malas que me pasaban, también por esas noches que despertaba con pesadillas y tenía que tragarme el miedo.

Lloraba por todo y por nada.

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Max

Los sentimientos son una mierda cuando empiezas a ser vulnerable, cuando muestras la parte más humana y terminas con un caos, pero no la culpaba; yo sabía perfectamente las posibles consecuencias de lo que podía pasar después de besarla y aun así no me detuve cuando debí hacerlo, me dejé llevar por el estúpido libido adolescente sin pensar en que posteriormente ella se podía arrepentir, porque aunque esto me hubiera jodido el avance que tenía no iba a mentir y decir que me arrepentía cuando disfrute cada puto segundo de haber besado esa linda boquita.

Después de que ella se fue de mi habitación y de que Malik dejo de decirme lo estúpido que era me metí a duchar otra vez; si así de jodido me tenía.

Pensé en una y otra vez como arreglar esto, pero llegué a la conclusión de que tendría que esperar por lo menos a que ella quisiera verme nuevamente o no intentara evitarme.

Claro, necesitaba tiempo y espacio. Espacio; una palabra, siete letras y una petición entre líneas muy difícil de cumplir, más cuando las últimas veinticuatro horas la había pasado prácticamente pegado a ella como una garrapata.

Salí de mi habitación para bajar a cenar algo a la cocina. Estando en ella me encontré con que todos ya habían regresado de donde sea que se hayan metido.

Perfecto ¿No?

—¿Y Jules? —inquirió Kiri muy interesada al no ver a Jules conmigo. Evite rodar los ojos ante su mención.

Seguro debe de seguir llorando en su habitación. No negaré escucharla llorar me hizo sentir culpable, pero no podía controlar sus emociones, por lo menos ella no quería que lo hiciera y yo tampoco quería hacer esto a base de controlar lo que sentía, tenía que hacer las cosas bien al menos una vez en mi vida.

—Mmmm debe de estar dormida, supongo—respondí encogiéndome de hombros mientras ponía a calentar el café y el té. Al final saque algunas cosas para preparar mi cena y la comida que le iba a llevar a Jules. Ya sé que hace rato dije de esas mierdas del espacio y todo eso, pero tenía que cenar y si no quería abrirme la puerta cuando se lo llevara mandaría a Iden a que se lo llevara, de todos modos, él le caía mejor que yo en estos momentos.

—¿Se siente mal? —pregunto preocupada—Puedo prepararle un té para que se sienta mejor— repuso y me giré para verla. Yo negué con la cabeza. Iden me miro expectante para que ver que mentira le decía a Kiri, tampoco le iba a decir lo que había pasado no necesitaba detalles exactos de mi vida amorosa. Iden tampoco sabía lo que había pasado, pero por la forma en la que me miraba me daba cuenta que seguramente estaba pensando en que yo había sido un idiota.

Y tenía razón. 

—Está cansada, solo necesita descansar— respondí mientras preparaba la cena.

Ellos siguieron con su conversación normal y yo decidí quedarme fuera de ella, no les preste atención todo el momento que estuve ahí preparando la cena.

Cuando termine puse el plato de la cena y la taza de café en una de las charolas de madera en las a veces Kiri me llevaba el desayuno cuando estaba enfermo o herido.

Tomé la charola y desaparecí por el pasillo para subir a llevarle su cena.

Cuando estuve arriba toqué la puerta suavemente con mis nudillos. Escuche sus pisadas acercarse a la puerta, pero no dijo nada, seguramente aun no quería verme.

—Jules te traje la cena—hablé lo suficientemente bajo como para que no perturbara el silencio, pero lo bastante alto para que ella me escuchara.

No obtuve respuesta de su parte, sin embargo, el silencio fue una muy clara. Decidí no insistir. Regresé a la cocina y dejé la charola en la barra, exactamente frente a Iden.

Todos me miraron expectantes.

—¿Puedes dárselo tú? Por favor— pedí con seriedad. Iden entorno la mirada entre la charola y yo. Se levantó de la silla accediendo a mi petición. Tomo la charola y desapareció por las escaleras.

—Me voy a dormir—murmure tomando un trago del té que había preparado hace rato. Kiri me miro preocupada.

—¿No vas a comer? —inquirió sumamente sorprendida. Kelly y Ross solo miraban y callaban.

Me escudriño como si quisiera saber hasta lo que ocultaba mi alma, en busca de la alguna indisposición de mi parte.

—No, no tengo hambre— aseguré y salí de la cocina encontrándome con Iden esperándome en las escaleras.

Ya esperaba la cantaleta que iba a soltar, en cambio me pregunto esto:

—¿Están bien? —interrogo algo desasosegado. Yo me moleste, no lo pude evitar, pero era clara la respuesta cuando le pedí que le llevara él la cena ¿no?

—Perfectamente— gruñí mientras entraba a mi habitación y cerraba de un portazo la puerta. Él no tenía la culpa y seguramente mañana me disculparía con él por ser un idiota cuando él me pregunto algo preocupado, pero ahora quería que mis sentimientos dejaran de jugarme mal, quería descansar y dejar de pensar.

Hoy sin duda había sido un día pesado por el lado mental. Tantos sentimientos y emociones nuevas me estaban atosigando a tal punto que la jaqueca comenzaba a amenazar con terminar con mi poca paciencia.

Sin duda habían sido dos semanas llenas de sentimientos nuevos que no me dejaban aclimatizarme, pero ciertamente estos últimos días habían sido los que me habían pegado peor, mi mente me traicionaba al igual que mis acciones, no era suficiente con Malik que ahora parecía que había otro yo más blando que pensaba con el corazón y no con el cerebro y luego estaba él verdadero yo, a quien le jodía tanto que una chica me pusiera tan inestable.

────•: ☽ ∙✦∙☽:・────

Sentí como algo frío se deslizaba por mi mejilla y lo primero en despertar fueron mis reflejos. Tome su muñeca e inmovilice a eso poniendo mis garras en su cuello sin llegar a clavarlas, pero haciendo la suficiente presión como para que fuera amenazante.

Luego despertó mi olfato y él chillido de Jules me hizo fruncir el ceño.

—Maldita sea cariño, pude haberte matado— gruñí quitándome se encima de ella y encendí la lámpara de noche de mi mesita para acercarme a ella y revisar si no le había hecho daño.

—Lo siento—murmuro con pena. Ay maldita sea, casi le abro la garganta.

Por la diosa un segundo más y le hubiera abierto la garganta.

—¿Te lastime? —pregunte tomando su mentón y levantándolo para ver si le había hecho daño en el cuello, pero no, solo había unos pequeños puntos rojos señalando el lugar en el que mis garras habían estado. —¿Duele? — cuestione y ella negó con la cabeza. Tome su muñeca y la examine notando que había dejado una marca de la fuerza que había ejercido en mi agarre. Maldije por lo bajo sintiéndome algo mal por eso, aunque también agradecí que el color rojizo ya se estuviera desvaneciendo.

Luego caí en cuenta. ¿Estaba soñando? Claro que no mis garras enserio casi perforaban su cuello.

—¿Qué haces aquí? —cuestione claramente desconcertado mientras apagaba la lámpara de noche, dejando que la habitación se sumiera en la penumbra nuevamente.

No me malentiendan, no me desagradaba que hubiera venido, pero ¿a qué mierda estábamos jugando? Yo no soy el hombre más paciente del mundo, mi paciencia tiene un límite y siendo sincero a estas alturas estaba por expirar.

—No podía dormir, ¿Puedo quedarme? —preguntó en tono bajo. 

—Sí, anda, intenta dormir— indiqué mientras empezaba a cubrirme nuevamente con las mantas y ella se acomodaba a mi lado—Nunca vuelvas a despertarme así por tu bien, cariño, no es buena idea cuando alguien ha sido atacado muchas veces— murmuré y ella solo respondió con un "si" apenas audible.

Pasaron unos minutos y la luz de la luna entraba por la puerta de cristal del balcón y podía detallar muy poco a Jules quien estaba frente a mí, por su respiración sabía que aún no dormía.

—¿Podemos olvidar lo que paso? —preguntó en voz baja mientras me miraba. No pude evitar tensar la mandíbula por su pregunta, no agradaba para nada su idea, aunque tuve que aceptarlo.

—Sí, como quieras— conteste mientras cerraba los ojos para intentar dormir, aunque realmente sabía que no iba a poder hacerlo.

Ni siquiera podía dejar de pensar en ese estúpido beso y teniéndola tan cerca me entorpecía tanto.

Tenerla tan cerca y tan lejos a la vez. Seguramente era ella era mi karma por todas mis idioteces, no tenía pruebas, pero tampoco dudas.

Y joder que hermoso karma.

Paso aproximadamente más de una hora cuando sentí las yemas de los dedos de Jules tocar mi rostro. Sus dedos estaban fríos y me fue imposible no sobresaltarme, aunque no dije nada y ella espero para saber si seguía despierto, pero al no obtener más siguió acariciando mi rostro.

—Perdón por ser tan idiota, Max—murmuro aun delineando mi rostro con la yema de sus dedos. Al principio pensé que se había dado cuenta que en realidad seguía despierto, pero no. —Tal vez nunca acepte esto teniéndote enfrente mucho menos cuando estés despierto, pero besarte fue increíble— susurro y reprimí la sonrisa maliciosa que hubiera deseado poner y espere a que siguiera hablando. —Pero quiero odiarte, haces que mis emociones se disparen cuando estoy cerca de ti y no me gusta, tenía años sin sentirme como me haces sentir y me da mucho miedo, en realidad me aterra demasiado— acepto aun en tono bajo. Sus dedos estaban delineando mi ceja.

El contacto era tan estúpidamente agradable.

No eres la única aterrada, cariño, yo también tengo miedo. Quise decirle, pero me limite a solo escucharla.

—Me da miedo encariñarme de ti, me da mucho miedo salir lastimada y no habló del dolor físico, estoy acostumbrada a ese, habló del dolor emocional, no quiero más dolor en mi pecho, no necesito más dolor con él que ya cargo, solo quisiera dejar de sentir, no quiero que me lastimes—su voz se quebró y en mi garganta se formó un nudo y sentí una opresión en mi pecho y me mordí la lengua con fuerza para no responderle.

Yo puedo con tu dolor, no tienes que cargarlo tu sola, cariño, dame tu dolor y yo cargare con él, no quiero verte sufrir, no quiero hacerte daño, no quiero que me temas, no quiero tratarte mal, quiero que me dejes cuidarte y adorarte, quiero poseerte y amarte, quiero que me dejes cuidar de ti y mostrarte que no te hare daño y que conmigo jamás tendrás que preocuparte porque te ponga un dedo encima, prefiero cortarme la mano antes que lastimarte.

Cada puta palabra se quedaba atascada en mi garganta y la opresión en mi pecho persistía, cada oración que decía me hacía sentir más vulnerable.

—Pero no soy la mujer que necesitas, soy inestable, no encajo contigo, tú necesitas la perfección a tu lado, porque es lo que eres; perfecto. No necesitas a una chiquilla inestable que en cualquier momento colapsará, me derrumbaré y no será nada bonito, hay días en los que solo quiero dormir y no ver a nadie y días en los que necesito ayuda para levantarme igual en los que soy feliz sin pensar tanto, pero tú no necesitas mi inestabilidad— susurro acariciando mis labios y mordí mi mejilla.

No sabes lo que necesito, yo también soy inestable, encajamos a la perfección, aunque parezcamos polos opuestos no somos tan diferentes, no necesito perfección, no quiero seguir fingiendo perfección y si, si necesito a esa chiquilla inestable a mi lado, no me importa que colapses yo estaré ahí para ayudarte a salir de la tormenta, pero promete quedarte conmigo en mis días malos.


No me importa si no siempre querrás salir o si no vas a querer verme.

Yo puedo ser tu ayuda y yo puedo hacerte feliz si me dejas.

Solo si me dejas.

Era acojonante no poder decir lo que quería y lo que pensaba, no poder explicarle que no era la única que sentía eso, pero no quería incomodarla, quería que dijera lo que sentía.

—No luces como él tipo de hombre que se enamora y jura amor eterno, no luces como él hombre que quiero en mi vida, luces exactamente como todo lo que evito, luces como él pecado hecho hombre y sin duda pareces el tipo que solo quiere sexo y no estoy dispuesta a perder tanto por algo que no tiene futuro— susurro con la voz quebrada y nuevamente mordí mi mejilla sintiendo el sabor metálico mezclarse con mi saliva para no decir nada.

No me conoces para nada cariño, tal vez luzca como todo aquello que evitas, pero puedo hacer eso, no estoy enamorado de ti, pero ten por seguro que en unos meses más lo estaré, tal vez no te jure amor eterno, pero te jurare lealtad, no negaré que tal vez si soy el pecado hecho hombre, pero no solo quiero tener sexo contigo y te juro que no perderás si apuestas a mi favor.

Sé que no soy suficiente, que soy complicado de querer y difícil de lidiar, sé que las promesas van y vienen, pero te juro que a pesar de que soy un puto mentiroso e hipócrita prometo cumplir cada promesa que te haga.


Pero a cambio pido algunas cosas; quiero que me aceptes como soy en realidad, que me adores aunque sea un monstruo, que te quedes en mis peores momentos, porque aunque no lo creas también sufro y a veces me cuesta levantarme de la cama, quiero que me escuches cuando te diga que todo estará bien, quiero que en vez de huir cuando haya discusiones te quedes y me escuches, porque siempre tendré algo que decir y nunca querré dejarte ir y menos enojada, que me disculpes porque tal vez seré un poco posesivo y que no te moleste que sea un poco celoso pero no es porque no confié en ti, es porque alguna vez me hicieron sentir que valía tan poco como para que alguien se quedase conmigo por mis sentimientos y quiero que seas libre y que aun después de ser libre me sigas eligiendo a mí.

Tal vez suene estúpido porque apenas te conozco, pero no niego que espero un futuro contigo, aunque suela negarme lo que siento.

Tal parece que Jules no es la única con cosas que liberar y aunque me estuviera ahogando con todo eso quería seguir escuchándola.

—Necesito a alguien que me haga sentir amada cada día, no a alguien que posiblemente me cambie por una modelo de revista— concluyo mientras se giraba para darme la espalda y nuevamente morí mi mejilla con fuerzas sintiendo otra vez el sabor metálico escurrir en mi boca y como las palabras calaban en mí como dagas.

No te cambiaría por nadie, ojalá pudieras dejar de pensar que soy tan superficial, no busco perfección porque soy un caos, no quiero un acostón de media noche porque me he cansado de huir, no busco lastimarte porque se lo que se siente ser lastimado, a mí también me da miedo encariñarme porque sé que tarde o temprano terminaras envuelta en alguno de mis problemas, no eres una idiota, cariño solo estás rota.

Tal vez aun no te amo, pero sé que lo haré.

Sé que el amor no lo cura todo, así que no prometo sanar tu corazón, pero prometo cuidarlo y ayudarte a reconstruirlo.

No sé de donde había sacado tanta cursilería, pero sabía que era cierto todo lo que pensaba, aunque me costara demasiado aceptar que ella me estaba cambiando, claramente lo estaba haciendo.

Aunque me costara aceptarlo era cierto, cada palabra, cada promesa que seguramente no le contaré a Jules porque soy un cobarde que no se atrevería a confesar tanto y además porque me atemorizaba su rechazo.

¿Qué pensaría cuando supiera que mate a tanta gente? ¿Se quedaría a mi lado o huiría? ¿Me tendría miedo?

Descarté cada pensamiento que vino a mi mente y me obligué a calmarme, era difícil no pensar en cada escenario posible, en cada posible respuesta o acto, pero aun así me obligué a tranquilizarme e intentar dormir.

────•: ☽ ∙✦∙☽:・────

Apenas estaba quedándome dormido cuando los gritos de Jules perforaron mis oídos, me levante de golpe poniéndome en alerta, mi pecho latía con fuerza y dure unos segundos acostumbrándome a la penumbra que sucumbía mi habitación.

—¡No! —sollozo con fuerza sentada en la cama. Aún era de noche. Me acerque a ella asustado y preocupado, se estaba removiendo mucho.

—Jules— la llame, pero ella negó con la cabeza nuevamente, tenía los ojos cerrados, estaba pataleando y llorando, por la poca iluminación que había notaba como rasguñaba su piel y el olor de su sangre lleno mis fosas nasales.

Me acerque aún más a ella y tome sus palmas alejándolas de sus brazos impidiendo que siguiera haciéndose daño.

—Jules, cariño, despierta—le llame tomado sus brazos, pero pataleaba, forcejeaba y lloraba sin control. Mi corazón latía con fuerza y recordé ese sentimiento.

Sabía que no debía de entrometerme cuando alguien tenía terrores nocturnos, pero esto era demasiado como para dejar que siguiera haciéndolo terminaría por abrir su piel.

Me coloqué detrás de ella tomando sus brazos sin ejercer presión para no lastimarla, pero aun así pataleaba y lloraba mientras rasguñaba mis brazos con fuerza.

Esos rasguños no sanarían rápido y lo sabía, aunque no me importo.

—¡Jasón! —lloró con fuerza aun en su trance mientras clavaba sus uñas en mi piel como si su vida dependiese de eso.

—Jules despierta por favor— murmure aguantando el dolor que sus uñas provocaban en mi piel; había dolores peores. —Abre los ojos cariño, estas en Wildwood estas bien, solo es un sueño, estoy contigo— hablé nuevamente. Tome una corta respiración y tome una de sus manos que había soltado mi brazo y la tome con fuerza para que no me soltara.

Solo sería un poco.

—Respira hondo, cálmate y escúchame, estas bien todo va a pasar— susurré sintiendo como su cuerpo se aflojaba y como cada pizca de dolor recaía en mi cuerpo y mente empezando a jugarme mal. Solté su mano cuando el dolor se sintió sofocante.

La puerta se abrió de repente y Jules estaba recuperando la conciencia.

Kelly e Iden estaban delante de Kiri quien se veía bastante preocupada y los otros dos nos veían como si una masacre hubiera sucedido.

—¿Qué paso? ¿Están bien? —inquirió Iden algo asustado por todo esto. Yo asentí cansado mientras Jules tomaba aire. Me sentía asfixiado. 

—Sí, solo un mal sueño, váyanse por favor—pedí en tono cansino y ellos asintieron. No muy convencidos salieron de mi habitación.

—Lo siento, lo siento mucho—Sollozo Jules entre mis brazos al ver como la sangre salía de las largas líneas rojas que habían dejado sus uñas en mi piel. Parte de la cama se había llenado con algunas muchas gotas de sangre.

—Tranquila, ven vamos— le dije soltando su cuerpo y levantándome de la cama. Jules trago duro y no despego la mirada de los finos cortes en mis brazos, pero ella también tenía algunos de los cuales también brotaba algo de sangre.

Cuando bajo de la cama sus piernas flaquearon y la tome de la cintura antes de que cayera para luego alzarla como un bebe.

—Max enserio perdóname, lo siento mucho—se disculpó intentando contener las lágrimas. Nuevamente la opresión en mi pecho formo un nudo en mi garganta.

—Fue un accidente cariño, sé que no lo hiciste a propósito, tranquila—respondí abriendo la puerta de baño. Encendí la luz y me acerque al lavamanos donde deje a Jules sentada y me acerque a tomar unas gasas, agua oxigenada y pomada.

Antes de que empezara a limpiar sus cortes me iba a lavar las manos, pero reparé en mi imagen, en como mis brazos estaban cubiertos del líquido carmesí y repare en que también había unos cuantos cortes en mi abdomen, no eran nada que no se solucionara.

Ahora entendía porque lucían algo asustado, parecía sacado de una escena de película de terror.

Lave mis brazos quitando la sangre de ellos y luego mi abdomen, no iba a dejar que le cayera de mi sangre a Jules en algún rasguño y la situación se complicara aún más.

Jules aun parecía tener miedo, pero también estaba avergonzada y muy arrepentida.

Pase la gasa con agua oxigenada por su brazo limpiando la sangre, ella soltó un pequeño quejido por el ardor.

—Di que me disculpas—murmuro—necesito escucharte decirlo, no te molestes—pidió cabizbaja y su voz estaba entrecortada. Trague duro sintiéndome mal por lo que estaba sucediendo.

Solté su mano y luego tomé su rostro con delicadeza haciendo que me mirara a los ojos e impidiendo que huyera de mi mirada.

—Escúchame cariño, te disculpo ¿Okey? No estoy molesto, fue un accidente, los accidentes pasan, ahora déjame curarte ¿sí? —le dije con su rostro entre mis manos y ella asintió.

Dejé un beso en su frente y solté su rostro para tomar su brazo nuevamente.

La sangre en mis brazos volvía a empezar a salir, ahora en menor cantidad, pero seguía saliendo.

—Fue un error venir a dormir contigo—murmuro Jules más para ella que para mí y alce la mirada. Tiré la gasa y lavé mis brazos nuevamente quitando la sangre.

—De todos modos, hubiera ido a ver que tenías, no iba a quedarme de brazos cruzados si escuchaba tus gritos— le respondí mientras ponía pomada en su brazo derecho. Luego pase al izquierdo. —Puedes dormir conmigo cuando quieras Jules, cuando tengas miedo o cuando simplemente no quieras llegar a casa— repuse pasando la gasa por su brazo. Ella asintió lentamente.

—Estaba teniendo una pesadilla—empezó explicando, a pesar de que yo estaba limpiando sus heridas la escuchaba con atención—Y-y luego cuando quise despertar todo se volvió peor—su voz se quebró y el dolor sustituyo al miedo—intenté, intenté e intente salvarlo, pero no pude, fue mi culpa— sollozo bajando la cabeza nuevamente y termine de poner pomada en su brazo y lo solté.

Nadie merecía sentir lo que Jules sentía, ni despertar por las noches llorando y gritando por un recuerdo que se vuelve pesadilla, tampoco sentir tanta culpa por algo que no hizo tampoco y mucho menos autolesionarse estando casi en un estado de inconciencia o conscientemente.

Ella no merecía todo lo que le pasaba, tenía un corazón ¿Por qué las personas más buenas son las que más sufren?

Ojalá pudiera quitar todo ese dolor con el cargaba.

—No fue tu culpa—nuevamente tome su rostro entre mis manos.

—No fue tu culpa, Jules— repuse mirándola, sus ojos seguían llorosos y aun así seguí hablando.

—Nada de lo que paso es tu culpa— repetí y ella negó con la cabeza.

—No fue tu culpa cariño—murmure y ella tomo mis manos que estaban sobre su rostro y negó con la cabeza.

—Para—pidió y negué con la cabeza aun mirándola y obligándola a que me mirase, tal vez después de esto me odiaría o bien dejaría de hablarme y se molestaría conmigo de por vida, pero enserio no iba a parar hasta que ella comprendiera que no era su culpa, como dije antes; el amor no es la cura para algún mal y sigo diciendo eso, pero aun así existe el apoyo y si tengo que obligar a Jules a ir a terapia para que comprenda que nada de lo qué pasó fue su culpa lo haré aun así me odie de por vida, pero por lo menos sabré que hice algo bien.

—No lo haré hasta que pasé una de estas dos cosas— pausé —empiezas a creer en lo que digo o empiezas a gritarme y descargar todos tus sentimientos contenidos contra mí— le informé y sus ojos sé entrecerraron mirándome con algo de rabia. Sabia como iba a terminar esto y aun así seguí haciendo que explotara.

Romperla para reconstruirla

—Cállate— gruño entre dientes clavando sus uñas en mis manos.

—No fue tu culpa cariño y si crees que me haces daño arañándome pues estás equivocada— mentí respecto a eso último, porque mierda si dolía, mis brazos ardían. —No es tu...—

—¡Cállate ya! —gritó molesta con la voz rota. No me alegraba, pero iba a desahogarse y en mi estúpida lógica eso servía para liberar tensión y estrés.

Quite mis manos del rostro de Jules viendo cómo se tornaba de un color carmesí por la molestia.

—¡No sabes nada! ¡No sabes que fue lo que paso! ¡No tienes derecho a decir que no es mi culpa porque no lo sabes, ni siquiera tienes derecho de hablar sobre eso! — gritó molesta y en el mejor de mis planes la idea de provocarla un poco más y hacer que soltara su ira contenida me llevó a abrir la boca nuevamente.

—¿Y si no me calló? ¿Si no te hago caso? Cariño— hablé en un tono bastante calmado e irritante que molestaría a cualquiera y me acerque un poco más a Jules—No porque sientas que tu vida es miserable debes culparte por la muerte de Jasón, no lo mataste, fue un accidente—repuse. Sus ojos se llenaron de lágrimas y fue lo que bastó para que ella explotara en rabia y dolor y empezará a gritarme.

—¡Ni siquiera te atrevas a mencionarlo! ¡Eres un idiota sin sentimientos! ¡Yo tuve la culpa deja de mentirme! — lloro con fuerza mientras intentaba empujarme para que me moviera y pudiera salir del baño, pero no me moví no lo iba a hacer hasta ver como terminaba de sacar su ira.

Me empujó un par de veces y cuando vio que no me movía empezó a golpearme el pecho.

No me importaba que no me tratara bien, sabía resistir perfectamente, lo único que quería ahora era que sacara todos esos sentimientos acumulados que sentí cuando la calme.

Fue algo similar a lo que estaba pasando.

La irá con ella misma, el dolor, la frustración y la aflicción. Fue un flashazo, pero aun así eran sentimientos demasiado fuertes para una sola persona y como dije tal vez esto era tonto, no soy psicólogo o psiquiatra sólo intento liberar parte se eso que hizo que terminara lastimándose, lo estaba logrando, porque seguía atacándome y gritándome hasta que se cansó, algunas de las áreas golpeadas se entumecieron.

Jules lloro en mi pecho durante bastante tiempo, tanto que mejor nos sentamos en el piso del baño mientras seguía llorando.

Lloró hasta que se deshidrató y no hubo más agua en su cuerpo la cual pudiera brotar por sus ojos.

Luego llegó la calma como una oleada de aire fresco en un día de verano, Jules tomo una bocanada de aire y levantó el rostro de mí pecho.

Sus ojos estaban hinchados, su cabello estaba enredado, su rostro estaba rojo y aun así era hermosa.

Parecía más tranquila y menos tensa.

—¿Cómo te sientes? — pregunté quitando los mechones rebeldes de su rostro. Ella soltó un suspiro cansado mientras yo seguía acariciando su cabello.

—Cansada, adolorida y un poco más tranquila— respondió mirándome. Asentí lentamente y nos levantamos del suelo.

—Ven, voy a limpiar este desastre— murmuró Jules tomando mis muñecas y señalando la sangre seca de mis brazos y los cortes que no sanaban ni sanarían pronto.

Los lobos teníamos mayor facilidad de sanar, pero cuando éramos heridos por causa de nuestra mate era diferente, porque ahí la sanación no funcionaba y tardaba en cicatrizar y curarse lo que tardaba en un humano, era raro sí, pero no había explicación para eso, desde que era pequeño escuchaba que mi padre decía que eso pasaba porque la diosa nos hizo vulnerables ante la única persona que menos podría lastimarnos; nuestras mates.

No me opuse a lo que ella dijo. Me recargué en el lavamanos esperando a que ella se lavara las manos y abriera la gasa para ponerle el agua oxigenada.

Empezó pasando la gasa por mi bíceps que era donde comenzaban los rasguños. Evité hacer una mueca cuando sentí el ardor por el agua. Jules sostuvo mi brazo con cuidado de no lastimarme.

Tiro la primera gasa y luego soltó mi brazo para tomar otra gasa y repetir lo que ya había hecho. Tomo mi muñeca con su mano izquierda haciendo que mantuviera estirado mi brazo para posteriormente pasar la gasa por mi antebrazo.

El agua ardió un poco más en esa área, ya que era donde los cortes eran más largos y algunos más profundos que otros.

¿Cómo alguien tan pequeña tenía tanta fuerza para causar esos cortes solo con sus uñas?

No cabía duda de lo poderoso que puede ser el miedo cuando se sale de nuestro control, del daño que podía causar y no solo habló del físico, sino también de como jode tanto la mente que no puedes sentir tranquilidad y si me lo preguntaban a mí no dudaba de que Jules estuviera en ese punto del miedo.

Pero ¿Qué le causaba tanto miedo?

Pasaron unos minutos y Jules termino de limpiar mis brazos. Antes de que pudiera decirle algo para que saliéramos del baño ella habló.

—Tienes unos cortes en el abdomen— señalo con su cabeza mientras tomaba una gasa nueva, creo que limpiar la sangre seca de mis brazos había requerido más gasas de lo que pensé.

Sin decir nada y me recargue nuevamente en el lavamanos para esperar a que terminara. Cuando se acercó a mí para limpiar la sangre de los cortes de mi abdomen tuvo que inclinarse un poco para limpiar bien el corte.

Su respiración cosquilleaba en mi abdomen y tuve que reunir mucha fuerza de voluntad para controlar mi ritmo cardiaco. Puse mis manos sobre el lavamanos y miré el techo buscando algún tipo de control. Incluso aguante mi respiración para que no notara lo que me afectaba su cercanía.

De vez en cuando sus dedos rozaban mi piel y enviaban corrientes a todo mi cuerpo.

Mía—gruño Malik algo muy intranquilo.

No, piensa en gatos idiota—respondí en mi mente casi rogando que ya terminara, no necesitaba más tensión de la que ya tenía.

—Listo—informó Jules y voltee a verla, ella se alejó y tiro la gasa al bote de basura.

Tuve que carraspear para aclarar mi voz y poder agradecerle.

—Gracias— agradecí y ella se giró a verme, la sorpresa fue evidente, pero fue reemplazada por la curiosidad.

—Tus ojos— comentó mirándome con intensidad. Miré sobre mi hombre mi reflejo y me di cuenta que habían cambiado de color. El tono rojo vibrante se había apoderado de mi iris.

Mierda no. Eso era lo que menos quería, no quería que me viera con los ojos rojos, bastante fue mostrarle mi forma lobuna como para ahora traumarla con mis ojos rojos siendo sincero me veía más demoniaco que lobuno y no, no era agradable a los demás les daba miedo, aunque esa parte no me molestaba, pero no quería que ella me tuviera miedo.

Cerré los ojos y pestañeé varias veces mirando al techo, esperando que él color cambiara.

Cuando estuve seguro que el color cambio me miré al espejo agradeciendo ver el color "normal" que tenían, que claramente no era nada normal que el color de mis iris fuera de un tono diferente.

Me gire nuevamente para ver a Jules.

—Vamos a dormir— le dije señalando la puerta del baño y asintió lentamente.

—El color de tus ojos es lindo—afirmo en tono bajo mientras iba delante de mí, dándome la espalda.

—Mucho mejor que le rojo ¿No? —respondí con un toque de diversión mientras iba al armario para ir por la ropa de cama para quitar las sabanas llenas de sangre.

—En realidad el rojo también lo es— respondió desde la habitación. Yo me detuve en seco y fruncí el ceño confundido, ¿Había escuchado bien o me estaba quedando sordo? No seguramente estaba alucinando.

Tomé la ropa de cama y salí del armario.

—¿Qué dijiste? No lo entendí— interrogué mientras me acercaba a la cama.

En realidad, si parecía que habían masacrado a alguien ahí. Quite las sabanas y las mantas dejando el colchón sin nada y agradecí que este no se hubiera llenado de sangre, no pensaba dormir en un colchón lleno de mi sangre.

—Que tus ojos también son lindos cuando son rojos— respondió mirando hacia la pared, evitando que nuestras miradas se encontraran.

Una pequeña sonrisa se formó en mis labios y reí.

—Supongo que gracias—respondí empezando a poner las sabanas limpias.

Bien ya. Basta de tanta tensión por hoy. Deja tus estúpidos juegos Max. Tomé una respiración y no dije nada más, como dije, ya estaba cansado de tantas cosas por hoy, necesitaba dormir por horas y despertar con la vida resuelta. Cuando terminé Jules se acostó en la cama y yo salí de la habitación para sacar las mantas y sabanas sucias.

Cuando regrese a la habitación Jules ya estaba dormida, le agradecí a la luna que estuviera dormida ya no estaba con la paciencia suficiente para seguir peleando o coqueteando con ella.

Aproveche que estaba dormida para darme una ducha y terminar de sacar el color rojo claro que había adquirido mi piel por tener tanto la sangre sin limpiarla.

────•: ☽ ∙✦∙☽:・────

Cuando salí de ducharme antes de ponerme la camisa me mire al espejo, mire los rasguños en mis brazos, el color rojo que habían adquirido.

No iba a mentir, en breves momentos me dolían. Terminé poniéndome la camisa e hice una mueca cuando la tela rozo mi piel.

Salí del baño y me acosté a un lado de Jules y miré la hora antes de apagar la luz.

Eran las cuatro de la mañana y yo apenas iba a tratar de dormir.

────•: ☽ ∙✦∙☽:・────

Cuando desperté eran las ocho de la mañana, no desperté por gusto, fue por el dolor de estarme mallugando los brazos cada que intentaba acomodarme para descansar mejor.

Me levante de la cama cuando el hambre se hizo presente. Tome mi teléfono y baje a la cocina para preparar algo o ver si Kiri había hecho algo de desayuno. Cada que movía los brazos sentía como la camisa se había pegado a mi piel en la noche y sabía que iba a doler cuando me la quitara.

Algún costo tenía que pagar por querer acércame a ella ¿No?

Era el costo que tenía que pagar por ganarme su cariño o bien era mi karma, que si me ponía a pensar seguramente era mi karma.

—Buenos días—salude cuando entre en la cocina. Kiri me miro con curiosidad al igual que los demás. Malditos chismosos.

—¿Ibas a masacras anoche a Jules o qué? —interrogó Iden con cierta diversión en su tono de voz que si no fuera porque no quería pelear le hubiera dado un golpe en la cabeza, pero solo lo mire mal.

—Iden deja de jugar, no es divertido— le advertí en tono severo y el soltó un suspiro, sabía que no lo hacía por molestarme o faltar el respeto, sino intentaba alivianar el ambiente.

—Lo siento— se disculpó con sinceridad—¿Qué les paso? —interrogó algo preocupado. Yo me encogí de hombros y masajeé mi sien intentando dispersar la jaqueca que estaba arribando a mi cabeza.

—No lo sé, tuvo un mal sueño y luego empezó a lastimarse... fue... no lo sé no me gusto para nada— concluí poniendo mis brazos sobre la barra y encima mi cabeza, pero la quite al instante sintiendo una punzada de dolor.

¿Por qué dolía tanto, mierda? No pensé que algo aparentemente superficial pudiera doler más de lo normal.

Minutos después llegó Brand y le dije que fuéramos a mi despacho, no quería alarmar a Kiri, estaba seguro que no sabía nada o por lo menos si habían seguido mis indicaciones ella no lo sabía.

En el despacho Brand se sentó frente a mí.

—Alex me dijo que conseguiste algo— comente para luego levantarme para servirme un trago del mini bar— ¿Gustas? —pregunte mientras servía wiskhy en mi vaso, el negó con la cabeza.

—En otra ocasión alfa— pauso mientras tomaba aire para empezar a hablar de una vez por todas— investigamos las cuentas de Sean, nos dimos cuenta de que había una transferencia en su cuenta, una cantidad de diez mil dólares— yo fruncí el ceño. Eso era lo que le pagaba por tres semanas de trabajo. —¿reconoce la cuenta? —Inquirió mostrándome la pantalla de su teléfono donde había una imagen del número de cuenta, y si, se me hacía muy conocida, demasiado.

Saque mi teléfono para confirmar que no estaba alucinando. Compare los números de cuenta, eran exactamente los mismos.

—¿Por qué mierda aparece que le transferí diez mil dólares de mi cuenta? Siempre le pagué en efectivo y esa cuenta la utilizo muy poco, además la única persona que tiene acceso es Raíza— concluí entendiendo lo que pudo haber pasado. —Lizbeth, claro— murmuré pasando mis dedos por mi cabello, solté un suspiro molesto.

Inhala y exhala, ahora no podemos matarla—murmuró Malik en tono fiero.

—También cateamos su casa, encontramos esto— señalo dándome la carpeta que había dejado en mi escritorio cuando entramos. Tomé la carpeta y la abrí.

En ese momento quise revivirlo para volver a matarlo.

La carpeta tenía fotos, no solo fotos, pero eso fue lo que llamo mi atención primero.

Eran fotos de Jules, algunas, la mayoría más bien no sé dónde habían sido tomadas, pero las ultimas eran fotos recientes, en París, en la mayoría salía conmigo, eran del día de la fiesta de Louis, en el museo y ahí terminaban

Luego tome las hojas que tenían fechas en la parte superior. La primera era del 14 de septiembre, hace dos meses, pero no recordaba que día exactamente había encontrado a Jules en el bosque, porque también había sido hace dos meses.

—Dile a Kelly que venga—pedí mientras tomaba mi vaso para darle un trago.

Mi sangre estaba hirviendo, no en el sentido positivo, para nada positivo.

Iba a matarla, tal vez no ahora, tenía que planear lo que haría y que le diría a Raíza, debía pensarlo con la cabeza fría, por algo dicen que la venganza y el cangrejo de rio se sirven en plato frío.

Brand regreso a la oficina seguido de Kelly.

—¿Recuerdas que día encontramos a Jules en el bosque? —interrogué mirando nuevamente las hojas en mis manos.

—Creo que la segunda o tercera semana de septiembre— respondió y asentí mientras leía las hojas nuevamente. Iba a matarla con mis propias manos si ella era quien estaba detrás de esto y si no, daba igual quería sacarla de mí camino.

"Encontramos una humana en el bosque, hubo un accidente y él alfa pareció interesarse de más"

Llegué a la conclusión de que eran reportes de misión o algo así. Cuando termine de leer todos, la mayoría detallaba lo yo había hecho cada día de los últimos dos meses y las ultimas hojas eran información de Jules.

¿El idiota me vendió con Lizbeth? Corrijo, Nos vendió el hijo de puta.

—Quiero que investiguen si esto es una copia o si no pudo entregarlo, también algún mail o algo que confirme lo que ya creo, quiero saber quién consiguió toda esta mierda y desde cuando nos estaban viendo la cara de estúpidos— gruñí lanzando la carpeta contra el escritorio.

Dos putos meses en los que me estuvieron viendo la cara de estúpido. Dos malditos meses en los que literalmente estaba más vigilado que un reo y ¿Por qué? No lo sé, maldita sea. Solo esperaba que no fuera lo que pensaba.

No necesitaba meter a Jules en la estúpida guerra que teníamos Lizbeth y yo.

—Quiero saber que hay detrás de todo esto, así que confió en que harán bien su trabajo—espeté dándole otro trago a mi vaso —y cualquier hijo de puta del que se enteren que está conspirando en mi contra quiero que me lo traigan porque yo mismo lo matare— espeté con seriedad y sin contener tanto la rabia en mi voz. Ambos lo notaron y sabían que no era bueno.

—Sí, alfa—respondieron ambos. Brand salió de mi despacho y Kelly se quedó conmigo.

—Alfa lo siento debí— lo pare en seco y negué con la cabeza.

—Ambos confiamos en él, Kelly, no es tu culpa— le dije tomando una respiración profunda —Ahora necesito que aumentes la seguridad aquí y en Montreal. Alex, Jacke, Raíza incluso Jules ¿Okey? —Kelly asintió.

Pura mierda que me iba a arriesgar a que les pasara algo por mi culpa.

Mi seguridad no era algo que me importase mucho, pero no me agradaba que terceros salieran dañados por mi culpa, los problemas son de dos.

—Pero, su luna ¿va aceptarlo? —inquirió cruzándose de brazos.

—Lo hará, solo necesito hacer unas llamadas, pero para hoy en la noche que estemos de regreso debe de haber ya a alguien que sea de tu absoluta confianza que la cuide, confío en ti y sé que vas a elegir bien y adviérteles incluso súbeles el sueldo que se yo, pero no quiero que algún idiota haga lo que hizo Sean— ordene con mi escasa tranquilidad abundando en mi voz. Kelly movió la cabeza a modo de respuesta.

—¿Es todo alfa? —interrogo esperando alguna otra orden de mi parte.

—Sí, mantenme informado de las escoltas para avisarle a los chicos quienes estarán con ellos— Kelly respondió con un "Okey" antes de girarse para salir de mi despacho y hablé antes de que saliera —Kelly a ti te confió mi vida a diario, así que confió en ti y te aprecio, no hagas nada estúpido como para que te dé como alimento a los peces— le advertí con brevedad.

—Confié en mi alfa—respondió con tranquilidad. Sabía que Kelly no iba a traicionarme, pero aun así tenía que recordárselo, además me causaba cierta diversión.

Tome mi teléfono y le mande un mensaje a Alex diciéndole que aumentaríamos la seguridad y luego le mande un mensaje a Marice diciendo que necesitábamos hablar que me llamara cuando tuviera tiempo, tal vez sería raro considerando todos los años que no hemos hablado, pero seguramente ella ya estaba enterada de lo que pasaba.

Sabía que con Mar iba a ser más fácil de convencerla para que le dijera a Jules que le iba a mandar seguridad, pero no le iba a decir que de mi parte tampoco quiero verme tan... obsesivo con ella.

Estuve un buen rato arreglando unas cosas en mi despacho con el mini ejército que Alek me había mandado, estaba todo listo, solo tenía que enviarlos a Aragón.

Para cuando termine subí a mi habitación para cambiarme de camisa y limpiar los rasguños, esperaba ver alguna mejoría.

Cuando entre a la habitación Jules seguía dormida, en ese preciso momento la envidie.

Pase de largo y entre al baño para quitarme la camisa. No voy a negar que tuve que reunir valor para quitármela.

Tomé una respiración profunda y luego empecé quitármela.

Mientras más rápido mejor. Saque mi cabeza de la camisa y ya solo quedaban mis brazos, era de mi conocimiento que la tela se había adherido a mi piel gracias a que no me puse una venda o algo que evitara que la secreción entrara en contacto directo con la camisa.

De una terminé sacando mi camisa, no pude evitar soltar un quejido al sentir como mi piel se desprendía de la tela y el ardor se hacía presente.

¿Por qué dolía tanto, mierda? Había sufrido peores cosas que esto y dolían menos.

Deje de lado mi lloriqueo y saque las cosas para empezar a limpiar los rasguños. Tomé unas gasas, después las moje con el agua oxigenada y comencé a pasar la gasa por mi brazo izquierdo. El ardor disminuyo mínimamente cuando pase la gasa, pero se elevó unos segundos después cuando el líquido comenzó a hacer efecto.

Minutos más tarde termine de limpiar mis brazos y tire todas las gasas que use a la basura, como pude me puse unas vendas para evitar que la tela se volviera a adherir a mi piel.

Salí del baño y entre al armario a ponerme una camisa limpia. Cuando salí me di cuenta que Jules ya había despertado.

—¿Cómo te sientes? —interrogué sentándome a su lado. Era estúpido, ya que sentía su intranquilidad oprimiendo mi pecho.

—Quiero morirme—respondió dejándose caer a la cama nuevamente y cubriéndose con las sabanas de pies a cabeza.

Bienvenida al club cariño. Pensé.

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