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Capítulo 09

La magia de Wildwood

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Mis pies querrán caminar hacia donde estas durmiendo, pero seguiré viviendo

—Pablo Neruda

Max

Si tan solo se dieran cuenta del gran alivio que sentí cuando Jules me dijo que si iría a Wildwood conmigo pensarían que soy un ridículo, claramente no le dije que era mi mate, no por el momento, ya que estaba pensando en decírselo hoy cuando llegara a Wildwood, tal vez, no estoy muy seguro aún.

Si mi manada se diera cuenta de todo lo que siento y pienso en un día así sin duda dejarían de verme como el alfa que soy, no hay duda de eso, muchas veces hasta yo me cuestiono, pero en realidad yo no pedí ser alfa, siempre pensé que mi vida perfecta seria llevando una vida humana normal, mi trabajo, familia, pasar los años como un humano y luego morir feliz. Nunca pedí ser un lobo o tener una manada, a pesar de que mi padre fuera un lobo yo no quería serlo, no quería ser alfa, aunque tampoco iba a dejarla a la merced, no lo quería decepcionar a pesar de saber que él nunca me diría algo como eso, aun así, no quería dejar la manada, porque Malik así lo quería.

Cuando era niño llegue a pensar en ser doctor, antes de conocer la mecatrónica y todo eso, mucho antes en realidad. Quería salvar vidas, no quitarlas. Nunca pensé en llegar a ser lo que soy hoy, aunque claro el niño castaño de siete años estaría muy orgulloso de mi y ni siquiera creería lo que he logrado hasta ahora a pesar de que si lo pienso bien tal vez tendría miedo de mí. La vida daba muchas vueltas.

Tampoco recordaba cuando fue la primera vez que asesine a alguien o porque lo hice y ciertamente esa parte de mi me daba miedo, bueno, no del miedo de temerme o algo así, no más bien me daba miedo el que tuviera que abrirme en ese aspecto con Jules, siendo sincero no sabía cómo tomaría el que fuera mi mate, mucho menos sabía cómo iba a tomarse el hecho de que haya matado a más personas de las que puedo recordar, porque no era algo que se tomara a la ligera claramente, si bien estabas al cien por ciento en tus facultades mentales yo sería un claro ejemplo de lo que debes alejarte, soy como un letrero de problemas, de esos que dicen "Peligro, alto voltaje" o de esos que tienen una calavera dibujada.

Así que si Jules estaba perfectamente cuerda huiría de mí lo antes posible, sino no sé qué pasaría o que haría, tenía que tragarme mis ansias y esperar a ver lo que pasaba.

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Jules

Para las cinco de la tarde Max y yo ya íbamos hacia Wildwood. Antes de salir de la empresa Max me había dicho que no íbamos ir en su auto habitual por si quería cambiarme de ropa antes y yo le había dicho que no, nunca imaginé que en lo que íbamos a ir fuera un jeep descapotable.

Tal parecía que seguramente el camino a Wildwood no era tan lindo como las calles habituales.

Hace rato que habíamos pasado la reserva y Max dijo que ya casi llegábamos.

Pasando la reserva entramos por un sendero y conocí la razón de porque un jeep, era un camino estrecho y apenas por donde podía pasar, pero aun así todo alrededor era fauna y flora, abundaba el color verde en distintos tonos, había muchas platas unas muy grandes y unas que apenas eran visibles.

Y mientras avanzábamos y Max veía que alguna planta llamaba mi atención me explicaba que era y si era venenosa o no. Tampoco podía subir mucho la velocidad por este camino, ya que había muchas rocas y tierra suelta.

El ambiente del lugar había cambiado después de la reserva, como si hubiera algo diferente, el viento aquí era más frío, pero aun así había algo diferente, me atrevo a decir que era algo hasta mágico.

—¿Por qué Wildwood está alejado de Montreal? — le pregunté a Max mientras él seguía manejando tranquilamente, igual el lucía más tranquilo que en Montreal, más relajado.

Aun así, no entendía porque la manada no estaba en Montreal.

—Hay mucha más tranquilidad, además está alejado de los humanos y hay menor porcentaje de que alguien se enteré de la existencia de nosotros, hay niños aquí y la edad en la que empiezan a transformarse es de los dieciséis años y hay mucho riesgo de que se descontrolen y en la ciudad no sería nada bonito— explicó y yo fruncí el ceño algo confundida, no por mi primera pregunta, si no por ellos en sí.

—¿No nacen siendo lobos? — Max soltó una risita y negó con la cabeza. Okey necesitaba una explicación más concreta que solo una risita.

—No— pauso para mirar si Kelly venía detrás de nosotros, se me hizo raro no ver a Sean con él desde temprano— te explico, si naces siendo hijo de un lobo por ende naces con el gen X, gen licántropo, pero al ser seres mestizos llevamos sangre y genes de humano así que eso nos impide nacer en una forma lobuna como tal, pero a cierta edad ese gen licántropo se termina de desarrollar y es cuando llegas a convertirte por primera vez la mayoría de veces a los quince cada cuerpo y organismo es diferente así que hay unos que tardan más que otros y otros que se transforman antes de tiempo— explicó a detalle sin dejar de mirar el camino y yo asentí mientras asimilaba lo que me había dicho.

Es interesante cómo funcionaba esto, es genial, es asombroso, ahora entiendo porque los científicos intentan estudiar esto, aunque sus métodos nunca eran los mejores creía que era digno de una investigación, con otros métodos claro.

—¿Y si te mordió un lobo te mueres? — interrogué nuevamente mirado a Max con atención y curiosidad a la vez. Con Andreu nunca hablaba de esto, no le gustaba mucho hablar de eso, así que nunca preguntaba, pero a Max no parecía incomodarle que preguntara.

—Depende de la fuerza que se ejerce. Nosotros tenemos algo en los colmillos, le podríamos llamar ponzoña, esta se libera cuando la mordida no es fuerte, cuando hay presión, pero no la suficiente para matar a alguien, pero si tu sistema rechaza la ponzoña esta actuara en tú cuerpo como lo que es; veneno y te matará. Al no mezclarse con la sangre y los demás genes no hay un equilibrio y sin ese equilibrio será como el veneno de una serpiente— declaró para al final tomar aire por tanto hablar.

Lo mire asombrada.

Era innovador para mí la forma en la que todo esto funcionaba, como era tan diferente a nosotros, pero a la vez lucían como nosotros, sin duda era genial.

—¿Cómo te haces alfa? — interrogue. Max pareció pensarlo un momento antes de hablar.

—Eres heredero o matas a un alfa para hacerte de su manada— yo lo miré nuevamente preguntándome cuál de esas dos había hecho él. No creía a Max capaz de matar a alguien, pero tampoco podía hacerme la estúpida, no cuando sabía que era naturaleza de los lobos cazar, aunque en ese momento no quise saber si había matado personas.

—Yo lo heredé, mi padre era el alfa— repuso y asentí levemente mientras él me miraba de reojo. Me sentí un poco más relajada cuando lo dijo.

Sin embargo, la curiosidad de seguir conociendo aspectos de su vida o su mundo no se iba.

—¿Y a qué edad te transformaste por primera vez? — una parte de mi sintió que estaba siendo una preguntona y chismosa total, pero otra se sentía tranquila porque Max me respondía y me explicaba lo que yo preguntara y no lucía molesto o algo por el estilo.

—A los diez años— pauso pensando si continuar o no, yo me guardé mi curiosidad esto parecía muy personal y creí que estaba pasando la línea, pero el habló—No nací como un lobo, no tenía los genes cuando nací— bien esto solo me había confundido un poco más.

Si su padre era un alfa y le heredo el mando ¿Cómo no nació siendo lobo?

—Pero, ¿Cómo eres alfa entonces? — interrogué confundida ladeando un poco la cabeza.

—Mi padre no es mi padre biológico, cuándo nací mi madre huyó de mi padre y de su pueblo, llegó a Italia y conoció a mi padre, él me cuidó como si fuera su hijo, me crió y me trató siempre como su hijo

«Pero cuando yo tenía diez años caí de un risco. No era humano, pero mí sanción era muy lenta y al ser solo un niño aún no se desarrollaba por completo. Todos mis huesos se quebraron, Alex me encontró, era un niño también, llamó a su padre quien era él beta de mi padre y luego llamó a más lobos y me llevaron a casa intentando no lastimarme, pero dolía. Estando en casa se dieron cuenta que no había forma de sanarme, más que una— Max pausó para darle un trago a su botella de agua, yo le estaba prestando mucha atención.

—¿Tu padre te mordió? — la sorpresa lleno mi voz cuando entendí a lo que se refirió. Max asintió y cerró la botella.

—Mi madre le dijo que lo hiciera para salvarme, al ser pequeño y no tener la fuerza para resistir el veneno todos dudaban de que pasara la noche y con justa razón, papá decía que esa noche me la pase vomitando sangre y con la fiebre al tope, los clásicos síntomas antemortem, pero en la mañana mis huesos estaban bien y yo también— se encogió de hombros restándole importancia. Y yo asentí lentamente si bien o fue un milagro que no muriera de una u otra forma. Aún seguía un poco sorprendida.

Nunca habría pensado que Max no había nacido con el gen lobo, pero ahora que me lo había contado tendría muchas cosas en cuenta. Además, algo dentro de mi sintió una chispa de... no lo sé de algo, el que haya tenido la confianza de contarme a mi algo tan personal sin duda me hacía sentirme mejor, me hacía olvidar todo por un rato.

—Supongo que desde ahí Alex y tú fueron mejores amigos— comenté mirando que al frente había cuatro caminos diferentes y en cada uno había una flecha con nombres.

Uno decía Nuxbel, el segundo decía Wildwood, el tercero Arkala y el cuarto Torrenger.

Max tomo el que decía Wildwood.

—Supones bien— respondió Max y antes de que pudiera contestar el habló —Nuxbel es otra manada mientras que Arkala y Torrenger son clanes de vampiros— explicó como si hubiera leído mi mente. Y sonreí levemente el que me haya dicho sin que preguntara.

Asentí haciéndole saber que lo había escuchado.

Minutos después entramos en un pueblo, parece pequeño. La mayoría de las casas son de un tamaño normal. En las calles hay farolas y son estrechas, hay mucho bosque alrededor. Había algo de gente por la calle, en realidad era poca al igual que niños correteando por las calles.

Algunos niños tenían los ojos naranjas o un azul eléctrico o verdes esmeraldas.

Wow. Era demasiado genial.

La mayoría de ellos se quedaban mirando hacia el jeep, específicamente hacia mí.

Tal vez porque no soy igual que ellos, porque soy una desconocida o tal vez porque a mi lado va su alfa. Una de esas tres.

Max giro unas calles más y mientras avanzaba me di cuenta de que algunas farolas ya estaban encendidas dado a que la luz natural ya es muy escasa a esta hora.

Luego Max entró en un patio muy grande y aparco frente a una casa, corrijo esto parece mansión. Detrás había bosque y más bosque.

La fachada era de madera, mientras que la puerta y los marcos de las ventanas eran negros. Max bajo del jeep y luego se acercó a mi puerta y la abrió y me tendió su mano para ayudarme a bajar.

No lo pensé y tomé su mano y bajé del jeep. Max cerró la puerta detrás de mí y no solté su mano, ni él la mía.

Aquí todo era diferente, todo el lugar, todo el pueblo emanaba un aire diferente, más tranquilo, mágico y acogedor.

—Bienvenida a Wildwood, cariño— murmuró Max a mi lado mientras yo seguía mirando todo, cada parte, cada detalle de este lugar, incluso de que color era la tierra que pisaba.

No podía dejar de pensar que era hermoso.

Salí de mi burbuja y Max me guió a la casa sin soltar mi mano, brindándome ese sentimiento de tranquilidad.

—Es hermoso, todo Wildwood lo es— afirme mientras entrábamos a la casa.

—Y no has visto lo mejor— respondió él. En el recibidor todo precia normal, igual que en su pent-house el gris era el color predominante, las paredes eran como de piedra, tenían ese relieve y en realidad si precian piedras reales y aun así se veía elegante.

Max me condujo hasta la cocina. Por el momento conocía la sala, el recibidor y ahora la cocina.

Era genial este lugar.

En la cocina había una señora y un chico, él estaba de espaldas sentado en la barra y la mujer estaba detrás de la barra preparando algo.

Los ojos de ella se iluminaron al ver a Max y una sonrisa creció en su rostro. La mujer dejo lo que estaba haciendo y se acercó a Max y lo abrazó, por inercia el soltó mi mano para responder su abrazo.

El chico se giró y se quedó en su lugar mirando con algo de diversión la escena.

—Kiri me vas a asfixiar— murmuró Max después de unos segundos y ella se alejó.

—Si vinieras más seguido— se quejó ella y volteó a verme y me sonrió, una sonrisa llena de amabilidad y calidez. —¿Quién es esta linda chica? — preguntó aun mirándome.

—Ella es Jules, Jules ella es Kiri y ese idiota que está ahí sentado es Iden— comentó Max. La ahora nombrada Kiri me sonrió nuevamente y se acercó a mí y me abrazo tomándome desprevenida.

—Mucho gusto mi niña— habló con ese mismo tono amable y tan maternal. Se separó de mí.

—El gustó es mío — respondí algo nerviosa.

—Eres muy hermosa— alago y me sentí bien. Ella es tan linda.

—Muchas gracias— respondí. Enserio esa mujer era muy linda.

Iden se levantó del banco y luego se acercó a mí y me tendió la mano.

—Mucho gusto Jules, soy Iden el primo de ese idiota que te trajo— no pude evitar reír y acepté su mano. Parecía muy simpático.

—Mucho gusto, Iden— respondí y este sonrió y soltó mi mano.

—¿Cuántos días estarán aquí? — preguntó Kiri alzando una ceja con curiosidad.

—Tres— respondió Max tranquilo. Kiri era mujer de mediana edad, delgada y con el cabello rubio ceniza con algunas canas y le llegaba a la cintura.

E Iden era alto, pero unos centímetros más bajo que Max y su cabello era negro azabache y sus ojos de un color azul como el mar. No se parecía a Max para nada, tal vez por lo mismo que me había dicho hace un rato.

—Vamos arriba— me dijo Max haciéndole una seña de que lo siguiera. Asentí y me guió por él pasillo por el que entramos. No había mucho en estos pasillos y si había eran marcos con fotos.

Giramos en otro pasillo antes de llegar a la sala y ahí estaban las escaleras.

—Kiri es muy linda— le comenté mientras subíamos las escaleras. Max me dio una media sonrisa.

—Lo es— afirmo. Llegamos al segundo pido y ahí había varías habitaciones.

Mientras Max me guiaba a alguna de ellas sentía la necesidad de tomar su mano como minutos atrás, pero me contuve de hacerlo y solo lo seguí.

Max abrió la puerta de una habitación y me dio el pase. Entre mirando todo como una niña pequeña. Era grande y espaciosa. La cama estaba en medio de la habitación y enfrenté había una televisión. En la pared frontal estaba una puerta corrediza que daba al balcón, directo al bosque. Y a un lado de la televisión estaba la puerta de lo que supuse era él baño.

—Bien, aquí vas a dormir— pauso —yo iré a ducharme, ya que terminé vengo, si necesitas algo estoy en la puerta de al lado— mencionó señalando la pared de la derecha y asentí.

—Gracias Max— el asintió lentamente y salió de la habitación cerrando detrás de él.

Yo miré más a detalle la habitación y luego vi mi maleta en la esquina.

No dude mucho cuando me acerque a la cama y me tumbé en ella. Estaba algo cansada.

Solté un suspiro al darme cuenta de lo cómoda que era.

Minutos después me levanté para entrar al baño a darme una ducha.

No pude evitar que mi mente me recordara a Jasón, el dolor en mi pecho apareció nuevamente haciéndome sentir mal. Lo extrañaba demasiado y pensar en él muchas veces me ponía triste.

Pero en ese momento pensé en lo mucho que le gustaría este lugar. Además, por alguna razón estar aquí me hacía sentir como que, si estuviera más cerca de él, tal vez porque a Jasón le gustaban mucho este tipo de lugares.

En cierta parte me sentía triste, en otra sentía nostalgia al recordarlo, al recordar su sonrisa tan llena de vida y esos ojos verdes llenos de felicidad.

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Una hora después ya me había puesto algo más cómodo y que me cubriera bien del frío. Solo estaba esperando a Max.

Estaba algo nerviosa, no sabía si hoy me mostraría su forma lobuna o algo, pero aun así me sentía bien en este lugar.

Hace un rato que había apagado el teléfono, no quería recibir ninguna llamada, solo quería estar tranquila.

Los golpes a la puerta llamaron mi atención y no dude en que fuera Max. Me levanté y me acerqué para abrir la puerta.

Como dije es Max.

Llevaba unos pans gris claro y una sudadera negra y tenis, no había peinado su cabello como la mayoría de veces, más bien no lo había peinado y aun así lucía igual de guapo que siempre.

—¿Lista? — para que no lo sé. Pero sí. Con el sí.

—No sé para qué, pero si— afirmé. Max sonrió con diversión.

Decir que Max me transmitía confianza y seguridad era poco, porque el sentimiento va más allá de solo eso, él me hacía sentirme bien y en paz.

Salí de la habitación y ambos caminamos por el pasillo.

—Te vez muy linda— afirmó y luego aclaró su garganta. —Me gusta cuando te dejas el cabello suelto— voltee a verlo y alce una ceja. Mi corazón latió con fuerza en mi pecho y llegué a pensar que se saldría de él.

—¿Te gusta mi cabello suelto? — fue lo primero que salió de mi boca, ni siquiera lo pensé. Max volteó a verme y me sonrió.

—Claro, te vez hermosa si lo llevas suelto, también si lo llevas atado, pero así resaltas aún más, en conclusión, me gustas tu— me quedé paralizada cuando dijo que yo le gustaba.

Mi corazón latía con fuerza en mi pecho.

Yo le gustaba. Ay no mierda yo le gustaba. Pero yo me iba a casar. Y él es bastante atractivo.

Y aun así me era difícil de creer que yo pudiera gustarle a alguien tan guapo y lindo como él.

Max se detuvo y se acercó a mí. Tomé una bocanada de aire y lo miré.

—¿Estás jugando verdad? — pregunté nerviosa y el negó con la cabeza.

—Yo no juego, Jules— y enserio parecía que no, pero me daba miedo confiar.

Me quedé en silencio unos segundos, procesando nuevamente lo que dijo. Ciertamente dudaba en que Max mintiera, siempre parecía ser tan serio y de esas personas que te decían las cosas de frente y no se andaban con rodeos, como ahora.

Pero me iba a casar.

No sabía qué hacer, ni que decir, ni estaba lista para esto, no me preparé para esto.

—Yo... no sé qué decir Max— murmure mirando el suelo. Max me dio un leve asentimiento.

—No tienes que decir nada— murmuró más para él que para mí, pero lo escuche perfectamente.

A pesar de esa declaración el ambiente no cambió, solo se sentía paz, aun así, decidí ser valiente y hablar.

—¿Aun me mostraras tu forma lobuna? — curiosee mirándolo. El rio y negó con la cabeza como si no tuviera remedió.

—Vamos al patio, allá te la mostraré— dijo tendiéndome su mano. No dude al tomarla.

Max me llevó escaleras abajó y me guío hasta el patio. Afuera estaba el aire frío. La luna y las estrellas eran cubiertas por nubes oscuras, el viento soplaba meciendo las ramas de los árboles y de noche las penumbras del bosque daban miedo.

Se escuchaban algunos aullidos a lo lejos.

—Promete que no vas a salir corriendo ¿sí? — habló Max mientras se quitaba la sudadera.

—Lo prometo— murmure.

Max asintió y se quitó los tenis. Bajo la opaca luz de la noche pude ver las líneas de sus tatuajes, no los distinguía, pero podía ver donde iniciaban y terminaban.

Vi dos en ambos hombros, uno en cada uno, otro en sus costillas y los de sus muñecas que ya había visto otras veces.

—Si no quieres verme desnudo daté la vuelta, cariño— avisó y me giré sin decir nada. Escuché su leve risa y luego me aclaré la garganta para hablar. Estaba nerviosa.

—¿No tienes frío? — pregunté con curiosidad jugando con mis dedos. Yo si tenía mucho frío.

—Muy poco— respondió Max. Asentí y segundos después escuché el crujir de sus huesos, fruncí el ceño confundida, pero no me animaba a girarme. Mi corazón latió con fuerza y me daba miedo voltear. Pasaron unos minutos cuando deje de escuchar ese crujido y me arme de valor para voltear a verlo.

Me quedé sorprendida al ver lo grande que era. Era casi igual de alto que yo.

Su pelaje era tan blanco como la nieve y sus ojos tenían un color rojo brillante.

Estaba sentado en sus patas traseras y tome aire para acercarme a él.

Sentía que mi corazón iba a salir por mi boca. Termine acercándome a él. Pase mi mano con cuidado por su cabeza y este cerró los ojos al sentir mi palma en su pelaje tan suave.

Su olor era peculiar, no olía como a un perro, olía diferente. Flores, tierra mojada y menta.

Él abrió los ojos nuevamente, el color rojo resaltaba de más y aunque estuviera fuera de lo normal se veía bien.

Es hermoso.

Bajé la mirada a sus patas, vi que estas tenían un color negro que se desvanecía mientras subía, supuse que era algo de genética o que se yo.

—Eres hermoso— murmure aun acariciando su pelaje tan suave.

Me senté en el suelo para estar más cómoda. Max se acercó a mí y reposo su cabeza en mis piernas y seguí acariciando mientras ronroneaba. Era demasiado tierno, como un cachorro gigante.

—¿Hablas? — pregunté, aunque si era muy estúpida esa pregunta, pero si y existían los lobos, vampiros y otros seres eso no era tan tonto.

Negó con la cabeza.

—Oh— Max se levantó de mis piernas y con su cabeza empezó señalar hacia la casa y yo fruncí el ceño y volteé a la casa, pero no había nada. Lo miré a él nuevamente y volvió a señalar hacia la casa y entendí.

—Ah ya entendí. Ya me giro— respondí mientras me giraba y me volvía a sentar. Nuevamente solo escuché el crujir de sus huesos.

No me imaginaba el dolor que posiblemente sentía cada que se transformaba.

Unos minutos después Max se sentó a mi lado.

Ambos estuvimos en silencio por unos minutos.

—¿Y bien...? — preguntó Max llamando la atención y voltee a verlo.

—¿Qué? — fruncí el ceño confundida y el rio. Y negó con la cabeza. —¡Oh! Es... es genial, preces un cachorro gigante muy lindo. Y tus ojos...son increíbles— sonreí y el me regresó la sonrisa. Además, no mentía, su forma lobuna era muy tierna, aunque un poco muy gigante.

—Tienes un gran jardín para plantar muchas flores— murmuré y Max me miro alzando una ceja.

—¿Te gustaría plantar flores? —cuestiono mirándome. Yo asentí. —Bien hay que hacer un trato, que te parece si tus plantas las flores que quieres y cuantas quieras aquí, pero tú las cuidas, podría traerte o decirle a Kelly que te traiga si quieres venir sola— propuso y lo mire asombrada.

Dios mío, ¿era enserio?

—¡¿Enserio?! —chille inevitablemente. Max sonrió y afirmo con un movimiento de cabeza. —¡Si, si! —chille nuevamente e inevitablemente lo abrace por el cuello haciendo que ambos cayéramos sobre el pasto. Sus manos sostuvieron mi cintura sobre su cuerpo.

Mis nervios salieron a flote e invadieron mi cuerpo de un momento a otro, mi corazón comenzó a latir con fuerza y mi rostro se puso rojo como un tomate.

Un nudo se formó en mi garganta impidiendo el paso de mis palabras, pero no fue por las ganas de llorar, fueron los nervios los que me habían cortado el paso de las palabras.

—Respira, parece que te va a dar un infarto— murmuró Max con una leve sonrisa en sus labios. Mirándolo así de cerca sus ojos eran realmente hermosos. Sus pestañas eran muy largas y oscuras. Sus cejas también eran negras y demasiado pobladas. Parecía un adonis.

—Tu corazón también late—murmuré recordando las veces que había escuchado como su corazón latía y ahora también podía sentir como su corazón golpeaba contra su pecho, haciendo que sintiera el pequeño golpeteo.

Era impresionante.

Max sonrió nuevamente, sus manos no soltaron mi cintura y mis brazos seguían sobre su pecho. el frío de la noche no se sentía igual que hace rato, la temperatura había cambiado, o por lo menos así lo sentía yo.

—Sip, tal vez me va a dar un infarto— bromeo y no pude evitar reír.

Antes de que pudiera responderle una voz se interpuso.

—Max te deje las llaves del jeep en la cocina, ¡Gracias! —grito Iden desde la puerta. Yo me levante de encima de Max alejándome un poco de él. No podía borrar la estúpida sonrisa que había en mis labios mientras me sentaba en el pasto nuevamente.

—Oportuno como siempre, Iden— respondió Max mientras se sentaba nuevamente en el pasto. No pude evitar reír por el sarcasmo en la voz de Max.

Era lindo estar aquí. Lejos de preocupaciones y con tanta paz.

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Después de unas horas ya nos habíamos ido a dormir, pero no podía dormir. Afuera estaba lloviendo, la lluvia y los truenos no me dejaban dormir. Odiaba los truenos y relámpagos, me daban miedo.

Además, mi cabeza no dejaba de recordarme a Jasón, cada que cerraba los ojos lo veía, casi podía jurar que lo escuchaba, pero seguramente me estaba volviendo loca.

La culpa me consumía mientras más lo pensaba, las ganas de llorar eran sofocantes y el miedo no se quedaba atrás.

Cada que intentaba decirme que no había tenido la culpa terminaba diciéndome que sí, que yo había sido la culpable y que Jasón no merecía morir por mí.

Lo quería de regreso, quería que mi hermano estuviera vivo, que solo haya sido un mal sueño y despertar por la mañana y saber que en la tarde lo veré para ver películas juntos, que nunca me abandonaría.

Pero solo me lastimaba pensando en escenarios que nunca sucederían, porque, aunque era tan cruel y dolorosa la realidad era que Jasón jamás regresaría, que estaba muerto y nunca podría hacer las cosas que siempre quiso, nunca tendría su familia, nunca vería el amanecer en Ámsterdam como siempre quiso y nunca bailaría conmigo el día que me casara.

Las lágrimas empezaron a deslizarse por mi rostro sin que pudiera evitarlo. Me senté en el bordo de la cama y a cada estallido que había me cubría los oídos con mis palmas pidiendo que parase.

Que el dolor dejara de sentirse, que por una noche pudiera dormir en paz.

Los golpes a la puerta interrumpieron mi miseria. Me levante de la cama y camine hasta la puerta y la abrí. Max estaba frente a mí.

—¿Estas bien? — interrogó con curiosidad. Otro estallido hizo que me encogiera en mi lugar y cubriera mis oídos. —Ven— murmuró tendiéndome su mano. En la penumbra del pasillo solo podía ver su cabello y un centelló en sus ojos.

No dude al tomar su mano y cerro detrás de mí y me guió a la otra habitación. A su habitación.

Cuando entramos Max soltó mi mano y fue a cerrar la puerta del balcón que se encontraba abierta.

—Aquí el ruido es menos— explicó acercándose a mi nuevamente, pero su voz era amortiguada por mis manos.

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Max

La respiración de Jules era lenta, pero aun así parecía que había momentos en los que le fallaba. Tenía miedo y no entendía el porqué.

—¿Qué es lo qué pasa, linda? — pregunté tomando su rostro entre mis manos y limpié sus lágrimas. Ella negó con la cabeza y puso sus manos sobre las mías.

—Yo— tomó una respiración profunda. Parecía que le faltaba el aire.

—Respira, cariño, respira— murmure. Quite mis manos de su rostro y la guié a la cama para que se sentara. Yo me senté a su lado mientras acariciaba su espalda. Ella seguía llorando y no sabía qué hacer.

La lluvia ya se estaba calmando, los relámpagos y truenos ya solo eran lejanos.

Encendí la luz de la mesita de noche y volteé a verla. Seguía llorando y no podía evitar sentirme mal por no poder hacer nada para calmarla. Podía sentir su dolor, era intenso y abrazador.

—Cariño háblame, ¿Qué es lo que pasa? — pregunté angustiado. Jules tomo aire varias veces intentando calmarse.

Sabía que esto ya no era miedo por la lluvia o algo así, era algo más.

—Yo... yo me siento mal... mi... mi... hermano— ahí no entendí muy bien. Jules tomo una respiración profunda. —Hace dos meses tuvimos un accidente... mi gemelo... el murió—sollozo. Yo la abracé pegándola a mi cuerpo.

Ahí fue donde até los cabos sueltos, ese día fue el que la encontré en el bosque.

—Fue mi culpa— sollozó y negué con la cabeza y acaricié su cabello.

—No lo fue, cariño, no lo fue— murmure abrazándola y ella me abrazó con más fuerza aferrándose a mí.

En ese pequeño lapso de segundos me di cuenta que a Jules enserio le afectaba mucho lo de su hermano y con justa razón, era su gemelo no me imagino el dolor que debió sentir.

—E-es difícil hablar de esto con alguien cuando las personas que te rodean también les duele, pero es muy difícil— murmuró intentando tranquilizarse. Me alejé un poco de ella y tomé su rostro entre mis manos nuevamente.

—Ahora puedes hablar conmigo, no puedes guardarte todo el dolor para ti, yo puedo ayudarte con eso— le dije mirándola. Sus ojos cristalizados me miraban atenta. Quería quitarle ese dolor que cargaba, quería ayudarle.

Ella asintió lentamente y tomé su mano para intentar tranquilizarla un poco.

—Espera, no, no quiero que hagas eso conmigo, promete que no lo harás, no quiero causarte algún daño— murmuró alejando su mano de la mía y aunque no quería aceptar lo hice, porque eso quería ella.

—Lo prometo— acepte finalmente y ella asintió. —¿Quieres dormir o quieres hablar? — no lo pensó dos veces cuando termine de hablar.

—Quiero dormir— pauso tomando una bocanada de aire mientras intentaba relajarse—¿Puedo quedarme aquí? — preguntó y sonreí de lado.

—No pensaba llevarte a tu habitación—bromeé apagando la lámpara de la mesita. Mientras yo me acomodaba Jules seguía en su lugar. —Anda ven, no creo que sea cómodo dormir sentada, tampoco muerdo— ella soltó una pequeña risa mientras terminaba subiendo a la cama —Por ahora— ella rio y me dio un pequeño golpe en el pecho y reí.

Jules terminó acostándose a mi lado, con su cabeza sobre mi pecho y su brazo en mi abdomen. Si me hubieran dicho que para tenerla así de cerca necesitaba traerla a Wildwood lo habría hecho desde el momento que puso un pie en mi oficina.

—Somos amigos ¿Cierto, Max? — preguntó en un murmullo apenas audible que escuche perfectamente.

—Por ahora sí, cariño— conteste acariciando su espalda y ella solo asintió.

Y mientras las horas pasaron Jules se quedó dormida y yo después de ella.

────•: ☽ ∙✦∙☽:・────

Por la mañana.

Cuando desperté me encontré con Jules aun dormida a mi lado. No se imaginan cuanto goce verla a mi lado por la mañana. Solté un suspiró y solo me giré para volver a dormir.

En eso sentí cómo su delgado brazo rodeaba mi espalda y sonreí para mis adentros. Bien ella podría no dejarme dormir en toda la noche y yo hasta se lo agradecería.

Ya no pude dormir después de despertarme, pero aun así me quedé en mi lugar para evitar despertar a Jules y para seguir descansando también, rara vez me daba el lujo de levantarme tarde de la cama y siempre que lo hacía era porque o estuve a punto de morir o estaba enfermo, aunque no lo crean los lobos también nos enfermamos.

Mientras pasaba el tiempo empezaba a molestarme estar boca abajo.

Agradecí a la diosa cuando Jules se levantó de mi espalda, pero no me moví aún.

—Max—me llamo picando mi espalda con su dedo y fruncí el ceño —¿Cuál puerta es la del baño? —pregunto y solté una risa.

—La derecha—le informé y ella bajo de la cama sin decirme nada y no pude evitar reír. Termine levantándome de la cama y fui a tomar el iPad para ver cómo iban las cosas en la empresa, se suponía que para esta hora Alex ya me tendría algún informe o me habría mandado quejas como regularmente lo hacía cuando yo estaba ausente siendo sinceros él prefería mandar aquí que, en la empresa y a mí solo me gustaba este lugar para vacacionar y a veces no siempre.

Miré los correos que tenía de Alex, algunos eran quejándose de algunos trabajadores, otros quejándose de que no encontraba nada en mi oficina incluso había días en los que se quejaba de lo inquietos que eran mis perros, no lo culpaba parecían niños pequeños y como dije él prefería el despertar tranquilamente sin sobre pensar tanto en la empresa y poner sus energías en la manada, por eso es mi beta.

Le respondí cada correo a Alex mientras le preguntaba si él había tenido algo de resultados en su búsqueda para saber quién fue el compró el silencio de Sean.

Segundos después me respondió que Brand uno de los omegas de la manada había descubierto algo. También me dijo que había movido algunas de mis citas y entrevistas de esta semana para cuando regresara.

Cuando Jules salió del baño me miro y alzo una de sus cejas pelirrojas con curiosidad.

—¿Estás trabajando? —interrogó acercándose nuevamente a la cama para sentarse frente a mí.

—El trabajo nunca acaba, cariño— respondí regresando mi vista al iPad respondiendo otros correos de algunos inversionistas y socios.

—Perdón por lo de anoche— murmuro Jules algo apenada y fruncí el ceño confundido y dejé el iPad a un lado para voltear a verla. No me gustaba que se disculpara por cosas por las que no tenía que hacerlo, enserio quien sea que la haya hecho sentir que tenía que disculparse por todo es un idiota.

—Oye no te disculpes— pausé acercándome un poco más a ella— no tienes que hacerlo, es normal sentirte triste y llorar o gritar y sobre lo que te dije anoche aún lo sostengo, no tienes por qué guardarte el dolor para ti sola— ella hizo un puchero y note que sus ojos se aguaron y acaricie su cabello.

No la entendía, pero joder como me gustaba.

—¿Por qué eres tan bueno? —interrogo mientras yo seguía acariciando su cabello.

—Ya te dije porque— respondí con tranquilidad y antes de que dijera algo o se quedara callada hablé — vamos a desayunar— repuse levantándome de la cama. Fui al armario y tomé una camisa de manga larga y me la puse. Luego salí del armario y tomé mi teléfono y él iPad con una mano y le tendí mi mano libre a Jules quien no dudo mucho y la tomo. La guié por el pasillo hacia las escaleras y bajamos a la cocina.

Ambos caminamos por los pasillos hasta llegar a la cocina donde estaba Kelly, Ross, Iden y Kiri. Los primeros tres estaban desayunando mientras que Kiri tomaba café recargada en la barra.

—¡Buenos días! Pensamos que se los había tragado la tierra o la cama—se burló Iden y cuando pasé le di un golpe en la nuca haciendo que se atragantara con el pan que había llevado a su boca.

—Buenos días— saludé —por si les importa dormí bien— anuncié y Ross rio y Kiri me miro con burla. Jules permanecía callada a mi lado, sabía que ahora ella sabía que este trío eran lobos y no dudaba de que se sintiera rara entre nosotros, pero Kiri me casi me la arrebato de la mano.

—Mi niña buenos días, ¿Cómo dormiste? ¿No te molesto este tonto? —pregunto mirándome y Jules rio y yo la mire con falsa indignación y los chicos rieron.

—Wow y yo que pensé que me querías— fingí dolor llevando mi mano a mi pecho para después ir a servir una taza de café.

—Buenos días Kiri, dormí bien— respondió Jules con tranquilidad mientras se sentaba a un lado de Kiri. —No, se portó bien de echo— respondió Jules a modo de broma y todos estallaron de risa y rodé los ojos con diversión.

Jules rio hasta que sus mejillas se pusieron rojas y casi le faltaba el aire. Se veía tan linda.

—¿Y tú que haces preparando café? A ti no te gusta— señalo Iden mirándome como preparaba el café de Jules, termine de prepararlo y me acerque a la barra.

—No es para mí— respondí poniendo frente a Jules la taza de café y ella me sonrió.

—Gracias— sonrió y le dio un sorbo al café y alzo el pulgar en mi dirección— está perfecto— le regrese la sonrisa y fui a servirme él te que había en una de las teteras que no dudaba que Kiri lo haya puesto desde hace rato.

—¿Qué hiciste con Max y quien eres tú? —interrogo Iden mirándome algo confundido, claro este no era mi comportamiento usual, mucho menos cuando venía aquí porque aquí mi instinto animal se liberaba sin algún tipo de pudor y ahora definitivamente parecía un cachorro enjaulado.

—Cállate— rechiste mirándolo y él se encogió de hombros.

—Brand aviso que vendría hoy por la tarde— me informo Ross y asentí levemente mientras iba a buscar algo de desayunar en los sartenes.

—Lo que había de comida se acabó— repuso Kelly al ver que buscaba en las sartenes y era cierto. Solté un suspiro e iba a ponerme a cocinar algo, pero gracias a la luna Kiri me interrumpió.

—Vamos siéntate ya preparo algo, vienes una vez al mes déjame consentirlos— habló Kiri detrás de mí. No me negaría ciertamente cocinaba exquisito y bueno decir que no tenía ganas de cocinar era poco.

—No me haré del rogar, hoy no tengo ganas de cocinar— respondí mientras me iba a sentar a un lado de Jules. Ella me dio una leve sonrisa cuando me senté a su lado y se la devolví.

—No le creas Jules, el nunca cocina cuando viene, es el favorito de Kiri y nunca deja que toque algo en la cocina— se quejó Iden y le mostré el dedo medio. Jules rio.

Tampoco iba a negarlo, claramente si era el favorito de Kiri, pero ella le ayudo a mi madre a cuidarme desde que era un bebé, así que bueno podríamos decir que era derecho por antigüedad.

—Ni se nota que es el consentido—bromeo Jules y la volteé a ver fingiendo indignación y llevé mi mano a mi pecho con fingido pesar.

—Acabas de herir mis sentimientos— reclamé intentando no reír y ella rio con diversión y no pude evitar reír con ella.

—Alfa creo que Iden tiene razón— habló Ross atrayendo mi atención y le di una mirada de que se callara y lo hizo. Dos y van tres, espero que Kelly no diga algo similar o los tres colmarían mi paciencia, aunque Kelly conocía mejor lo versátil que podía llegar a ser día a día.

—¿Qué piensan hacer hoy? — se interpuso Kiri en lo que sea que ellos trataran de demostrar mientras ponía su mano en mi hombro. Yo alce los hombros.

Agradecí que hablara.

—Le voy a mostrar a Jules un poco de Wildwood, en la tarde tengo que estar aquí para cuando llegué Brand necesito hablar con él—explique para después darle un sorbo a mi taza de té.

—¿Necesitas que aliste el jeep? — preguntó Kelly y negué con la cabeza.

—No tranquilo, tómate el día aquí no necesito que me sigas a cada paso— el asintió agradecido, tampoco era un idiota como para explotar a Kelly, sabía que tenía su vida fuera del trabajo y ciertamente entre menos tiempo estuviera cuidándome el trasero era mejor para mí.

Esperaba que estos tres días fueran mejores que otros días que he estado aquí, no era el mayor fan de Wildwood no después de lo que había pasado aquí, los recuerdos me perseguían y no me dejaban, pero evite pensar eso, no quería que mi humor cambiara.




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