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Capítulo 08

Triste realidad

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Eres fuerte incluso cuando tus lagrimas recorren tu rostro

—Ron Israel

Jules
Por la mañana.

Mientras despertaba no podía evitar la sensación de que no estaba en mi cama ni en mi casa, pero no quería despertar, quería seguir durmiendo y aun así ya no podía conciliar el sueño nuevamente. Abrí los ojos levemente acostumbrándome a la escasa iluminación que tenía la habitación. Era consciente de que ya no estaba en parís, pero no sabía dónde estaba.

Cuando me acostumbré a la poca iluminación pude ver el destello frente a mí. eran demasiadas luces, sin embargo, no eran luces cualesquiera, eran de otros edificios y la luz de la luna en el punto más alto, aunque un poco opacada. Voltee a todos lados algo confusa. ¿Qué no estaba en un avión antes?

Vi el interruptor de la luz a un costado de la cama y la encendí encandilándome por unos minutos. Al acostumbrarme a la luz nuevamente observe bien el lugar donde estaba, era una habitación muy grande, frente a mi había un ventanal que empezaba desde el techo y terminaba en el piso, largas cortinas grises caían a cada costado de los ventanales, el suelo estaba cubierto con una alfombra de un tono gris más oscuro y donde terminaba la pared de cristal había una puerta de vidrio mateado en color blanco; en el otro extremo frente a la misma había una puerta exactamente igual.

También había un sofá gris ceniza del mismo color que las cortinas y una mesita.

A pesar de los tonos grises todo se veía muy elegante y amplió, también estaba pulcramente limpió.

Podía decir que era acogedor.

Me levante de la cama con cuidado, casi chille al ver a un gran perro con el pelaje gris oscuro y blanco dormido a un lado de la cama. Era gigante, parecía un lobo, tal vez era un lobo.

Sin duda nunca había visto un perro de ese tamaño.

En cuanto me levante este despertó y me miro con curiosidad mientras me olfateaba de poco a poco. Me quede estática unos momentos, me gustaban los perros, pero también me daban miedo cuando eran así de grandes. 

El perro me olfateo de poco a poco y luego se alzó en dos patas posicionando las otras dos en mi cuerpo y no pude evitar chillar por lo pesado que era, en dos patas era aún más grande, tal vez igual de alto que yo.

Ignore el chasquido de la puerta abrirse ya que el perro me estaba lambisqueando los brazos mientras sostenía sus patas, no era molesto, me daba cosquillas, pero también miedo.

—Bang abajo— la voz de Max llamo la atención de ambos, mía y del perro claro. Ahora el llamado Bang volvió a su postura normal mientras se acercaba a Max, detrás de este entraron tres perros más, el más pequeño empezó a ladrar de forma escandalosa y ruidosa. —Asterix, cállate, no debes ladrarle a ella— habló nuevamente Max volteando a ver a la nombrada Asterix. Era uno de esos perros pequeños y peludos, no sabía cómo se llamaba esa raza, pero era muy tierna. Su pelaje era de color café claro y negro en el lomo y parte de las orejas.

El otro perro gigante, tal vez hermano de Bang se sentó frente a mí, su pelaje era más blanco y algo de negro sobre el lomo. Y detrás de esté llego otro perro más grande que Asterix, pero muy pequeño en comparación de Bang, es café con blanco y de grandes orejas, como Bárbara Luddy de La dama y el vagabundo. Es muy hermosa

Son muy hermosos, todos.

—Lo siento, así suelen ser con personas que no conocen— se disculpó Max rascándose la cabeza. —Te quedaste dormida cuando salimos del aeropuerto y no quise despertarte así que te traje aquí— explico con calma y luego se quedó en silencio, como si esperara mi reacción.

—Gracias— respondí con una media sonrisa, el me regreso el gesto. Tenía que admitir que tenía una linda sonrisa, no era lo único lindo en el ciertamente. —ah, ¿Qué hora es? —pregunte evadiendo su mirada, hacía que me pusiera nerviosa, muy nerviosa.

—Son las...—pauso para sacar su teléfono y ver la hora—siete y media— concluyo y yo voltee a verlo. Era algo tarde.

—yo am... me debería ir, ¿No se supone que hace media hora tendríamos que estar en tu empresa? —cuestione cruzándome de brazos y me regreso una sonrisa divertida.

—Deberías tomarte el día, fue un viaje muy largo, apenas y dormiste estando en parís— iba a refutar, no quería ir a casa en realidad, pero antes de que pudiera decir algo Max añadió: —No es pregunta, es una orden— asentí lentamente sin rechistar. Él era el jefe.

En verdad no quería llegar a casa, tal vez podría llegar a ver a mamá antes de llegar a casa.

—Gracias supongo— pause— ¿Puedo entrar a tu baño? —pregunte recordando que seguro estaría hecha un asco. Max asintió.

—Claro, ah tu maleta la puse ahí— señalo una parte de la habitación y volteé hacia ella y vi ahí mi maleta.

—Gracias Max— el soltó una pequeña risa.

—Deja de agradecer, tranquila— pauso y luego miro a la pared por microsegundos.

Yo fui a por mi maleta para sacar mi neceser y entrar al baño. Mientras lo sacaba Max estaba buscando algo en uno de los cajones de la mesita de noche.

—Oye ¿quieres quedarte a desayunar? Después puedo llevarte a tu casa— ofreció con amabilidad mientras me miraba.

Me quedé unos minutos pensando que responder, ¿quería quedarme? No lo sabía, pero sabía que era mucho mejor la compañía de Max que estar sola en mi casa y deprimirme aún más.

Además, aunque esto no fuera para nada bueno Max me atraía, era muy guapo y... ¿atento tal vez? El día que llegamos a parís me escucho gran parte de la noche hablar sobre estúpidas leyendas que había escuchado hace mucho y el me prestó atención, incluso me pregunto varias cosas.

—Porque no— respondí antes de huir al baño prácticamente. Sonreí para mis adentros cuando estuve dentro del baño. Inhale y exhale. Me detuve e a ver lo estúpidamente lujoso de este baño.

La pared de vidrio seguía hasta acá, había un jacuzzi junto al ventanal incluso tenía escalones esa parte para llegar al jacuzzi. 

Aun lado del jacuzzi estaba la ducha solo que la pared que daba a los otros edificios era de vidrio mateado y las demás eran de cristal.

Había una entrada a un lado de la ducha que iba a retrete.

Enfrente del jacuzzi estaba el lavamanos, eran dos y estaban en una barra de granito negro y había un espejo rectangular que abarcaba ambos lavamanos.

Max tiene buen gusto, hay que admitirlo.

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Max

Terminé de preparar el desayuno cuando Jules llegó a la sala. Se ve tan jodidamente bien que mierda, era imposible no suspirar por ella.

—¿Te gustan los panqueques y el tocino? — interrogue recargándome en la barra.

—A quien no— contestó con una leve sonrisa terminando de acercarse. Llevaba puesto un vestido verde claro de manga larga y corto que hacía que su cabello resaltara al igual que las pecas en su rostro.

Si me pagaran por querer verla siempre tendría el doble de dinero que tengo ahora.

—¿Café? — le pregunté mientras ponía hielos en mi vaso de té.

—Por favor — pausó —¿En qué te ayudó? — preguntó con curiosidad acercándose más a la cocina. Yo le pasé una taza blanca con el café. En estos días había descubierto que le gustaba con una cuchara de café, una de azúcar un cuarto de leche de coco y una cuchara de vainilla.

Tenía que admitirlo me gustaba observarla.

—En nada, ya terminé — pausé dándole un sorbo a mi té para asegurarme que me había quedado bien—¿Quieres desayunar aquí o en la terraza? —ella pareció pensarlo un poco mientras sostenía la taza con ambas manos.

—En la terraza está bien— contestó. Luego le dio un sorbo a su café y emitió un sonido de gusto. —Esta delicioso Max, gracias— sonrió para darle otro sorbo.

—Qué bueno que te gustó— le respondí mientras la miraba nuevamente. Baje la vista a la taza y si una mancha de su labial en el ella, en ese momento envidie a esa estúpida taza, es más yo quería ser esa taza.

Mientras más tiempo pasaba cerca de Jules todo lo que yo sentía se intensificaba aún más al punto que no me entendía, era complicada definir con palabras la sensación que tenía al verla o la felicidad que sentía al verla sonreír sin fingir.

Estaba jodido, soy consciente de eso, así como soy consciente de que los sentimientos eran diferentes y ella no iba a sentir algo por mí de la noche a la mañana, pero mierda quería que sus ojos brillaran al verme y se alegrara de tenerme cerca.

Aunque otra parte de mí estaba molesta, muy molesta porque no me gustaba lo que provocaba, me hacía sentir idiota y como un niño de secundaria.

Quiero a Jules, no corrijo. Necesito a Jules tan jodidamente prendada de mi como yo ya lo estaba de ella, porque si el amor era una debilidad quería que ella fuera débil conmigo.

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Jules soltó una carcajada sin poder evitarlo y yo reí con ella.

—No, es que cuando Stu despierta con el tatuaje en la cara es lo mejor— negué con la cabeza mientras reía.

—Claro que no, lo mejor es su reacción cuando creen que Teddy está muerto— ella rio nuevamente y negó.

Después de desayunar habíamos empezado a hablar sobre películas y todas esas cosas, resulto que teníamos algunas películas en común, como ¿Qué paso ayer? Era una de las comedias más absurdas que había visto, pero eso no le quitaba lo entretenido o divertido.

Había que admitir que este tipo de desayunos me divertían, era una buena forma de empezar el día.

—¿Cuál es tu película favorita? —pregunto con la curiosidad tiñendo su voz mientras estiraba sus piernas y tomaba su taza nuevamente para darle un sorbo al café.

Yo me encogí de hombros. En realidad, creo que no tenía ninguna película favorita, bueno tal vez sí.

—Transformers— ella me miro con diversión y ladeo un poco la cabeza aun mirándome con esa diversión.

Si yo tendría esa misma reacción.

—No te creo —pauso y rio un poco —lo siento, no luces el tipo de hombre que vería Transformers— negué con la cabeza y reí con ella.

Ciertamente me causaba algo de gracia también, digo ella tenía razón, sonaba ridículo que esa fuera mi película favorita.

—Lo sé, no la vi por decisión propia, a mi hija le encantaba esa película y la lleve al cine a ver todas, incluso pagué para llevarla a verlas antes del estreno— comente y ella hizo un puchero y luego habló.

Era cierto, había llevado a Raíza a verlas porque se había emocionado con el tráiler de la película que tuve que llevarla y termine disfrutando las películas, incluso era de las pocas películas que podía ver más de una vez.

—¡Que tierno! —chilló con esa sonrisa tierna en su rostro, luciendo tan dulce.

No me jodas.

Antes de que pudiera hablar me interrumpió el tono de mi teléfono. Lo saqué de mi bolsillo y vi que era Kelly quien me llamaba. Fruncí el ceño era raro cuando me llamaba en su día de descanso.

—¿Qué pasa, Kelly? —pregunté alzando una ceja, aunque no pudiera verme. Escuche como tomo aire antes de hablar.

—Alfa... me hablaron del edificio... ay mierda me hace daño hacer ejercicio— dijo eso ultimo tomando una gran bocana de aire y reí. Kelly no era el mayor fan de hacer ejercicio —Adrián Elijah quiere verlo, esta abajo— concluyo y yo fruncí el ceño confundido y luego miré a la pelirroja frente a mí.

—Okey, gracias— respondí y colgué la llamada. —¿Tú padre sabe que estas aquí? —le pregunte a Jules curioso, ella abrió los ojos exageradamente y negó con la cabeza lo cual de inmediato me hizo saber que le sorprendía más que a mí.

—No, tampoco puede saber que estoy aquí— respondió con seriedad, en realidad muy seria. —Seguramente el piensa que estoy en mi casa con Josh o con Peach que se yo— Asentí lentamente. Bien a ella no le convenía que la viera aquí y bueno a mí ya me odiaba lo suficiente como para no querer ver a su hija en mi apartamento o conmigo.

—Bien entonces, ¿Por qué no subes a mi habitación? Ahí no te vera ni siquiera sabrá que estas aquí —opine levantándome de la silla para recoger los platos. Ella asintió y me dio una sonrisa mientras entrabamos al departamento.

—Entonces— señalo arriba y asentí—avísame cuando se vaya—

—Sip— respondí mientras sacaba mi teléfono y le mandé un mensaje al administrador para que lo dejara subir.

Unos minutos después el timbre del elevador me aviso que estaba aquí y fui a poner la clave para que pudiera entrar.

Cuando lo hice las puertas se abrieron dejándome ver a Adrián. Llevaba un traje gris oscuro y como siempre se veía muy sombrío, aun no descifraba como era que ese hombre amargado era el padre de alguien tan... tan maravillosa.

—Buenos días Adrián, ¿a qué se debe tu agradable presencia? —pregunte con sarcasmo mientras me cruzaba de brazos. Adrián me escaneo de pies a cabeza, tenía que admitir que un tiempo ese ser amargado y yo nos llevábamos bien, después de un tiempo ya no.

A pesar de eso le tenía algo de respeto y es mi futuro suegro así hay que soportarlo.

—No es de mi agrado estar aquí y lo sabes—pauso y se paró frente a mí. Éramos de la misma estatura. —pero me enteré de que Jules trabaja para ti— solté un suspiro entendiendo por donde iba esto.

Además, ¿Qué clase de padre es? Hasta una semana después se enteró, aunque no me queda juzgarlo, si hacemos el top diez de malos padres seguramente yo estaría en el puesto número uno.

—Como sé que tienes una larga recopilación de quejas porque no nos sentamos, ¿quieres wiskhy o vodka? —interrogue caminando hacia el mini bar.

—Wiskhy está bien— respondió. Yo nos serví wiskhy a ambos para luego ir a sentarme frente a él, le di su vaso y el me agradeció.

—Ahora sí, desahógate— Le dije aun con el sarcasmo tiñendo mi voz. 

No me extraño ver a Adrián aquí por esa razón, sabía que me quería muy muy alejado de su familia, aun mucho más si de su hija se trataba, pero vamos yo no tengo la culpa de que ella haya llegado a mí sin que pudiera evitarlo, en realidad era su culpa por no dejarla trabajar con él. Aunque realmente lo agradecía mucho.

Tampoco es como que si puedo controlar el destino o las acciones de los demás.

—¿Por qué la aceptaste? Acordamos que te ibas a alejar de mi familia— yo negué con la cabeza.

—Primero quería trabajo y yo necesitaba una administradora, segundo yo creo que amenazar a alguien con envenenarlo no es un acuerdo— ironice y el rodo los ojos restándole importancia.

Pero realmente una parte si fue para joderlo hay que admitirlo, no solo había sido mi impulso de no querer dejar ir a Jules, sino también el espirito vengativo de Malik.

—Échenle la culpa al perro—se quejó Malik y evite reír.

—Lo que sea, quedamos en algo— negué con la cabeza. ¿Está bromeando verdad? Primero me amenazo y ahora le quita importancia, que hijo de puta.

—No, lo siento, no me voy a alejar— dije sin ninguna preocupación mientras le daba un trago a mi vaso y el sabor amargo se deslizaba por mi garganta. Adrián no parecía nada contento por mi respuesta, no era para menos, pero aun así ambos sabíamos que solo iba perder tiempo al venir y pedirme algo que claramente no pensaba hacer.

Además, yo no estaba para complacer a nadie, mucho menos para obedecer a alguien.

No dudaba ni un poco que él ya conociera mis motivos, conocía a Mar y sabía que confiaba en él más que nada, así que ya sabía lo que era Jules para mí, como también tendría que saber que me valía pura mierda lo que quisiera decirme en este momento y que solo lo había dejado pasar por mera cortesía.

—Ella se va a casar, además tú y ella son muy diferentes, son polos opuestos Max, no congenian— yo entrecerré los ojos mirándolo. Definitivamente si quería alejarme estaba haciendo exactamente lo contrario y claramente yo sabía esas dos cosas, pero ¿Quién mierda dijo que los polos opuestos no se atraen?

Aun así, me importaba una mierda, no porque el viniera a intentar hacerme cambiar de parecer lo iba a hacer, sabía perfectamente lo que quería y si Adrián pensaba que me iba a dar por vencido o que no sucedería pues era un idiota, porque no me importa cuánto puto tiempo dure, pero Jules se iba a enamorar de mí, cueste lo que cueste.

—¿Te demuestro lo contrario? —cuestione con seriedad. Si las miradas mataran yo ya estuviera veinte metros bajo tierra más muerto que el mar muerto. 

—Habló enserio, Max— habló irguiéndose en su lugar. 

—Yo también lo hago, Adrián, sabes perfectamente que no puedo evitarlo, además no quiero hacerlo y no te imaginas la maldita fuerza de voluntad que he tenido para hacer las cosas bien, no me lo hagas difícil y quítate de mi camino. No, más bien ni siquiera te interpongas— respondí amenazante, aunque no quisiera sonar así era inevitable, porque Adrián me jodía mucho, me había jodido mi mañana.

Él se levantó del sofá y me miro más que molesto, furioso sería la palabra perfecta y odio seria el sentimiento con el que me miraba.

—No estoy de acuerdo con esto, Max, pero Jules tiene que decidir no yo— asentí. Por fin había dicho algo bien y yo concordaba con eso.

—Si aja, adiós— respondí prácticamente echándolo. A veces lo odiaba un poquito, solo un poco casi nada. Adrián entro al elevador y este se cerró de inmediato.

Solté un suspiro molesto. Era inevitable que no me molestara, ¿acaso era un puto juego? Como si yo jugara maldita sea. En estos momentos quise asfixiar a Adrián. Tomé una bocanada de aire y decidí subir.

Subí las escaleras con prisa y luego entré a mi habitación encontrándome con Jules en la cama.

—Ya se fue— hablé llamando su atención y ella levanto la mirada para verme e iba a levantarse—no vine a levantarte de la cama, tranquila— le dije mientras me acercaba para sentarme a un lado de ella.

—¿Sabe que estoy aquí? —alzo una de sus cejas pelirrojas y mordió su labio en un gesto de angustia e inevitablemente desvié mi mirada a sus labios levemente irritados por la fricción de sus dientes.

Negué con la cabeza y tragué duro para después desviar mi mirada de ella, era muy complicado tenerla tan cerca sin intentar nada.

Pero a medida que el tiempo pasaba mi desesperación solo aumentaba al igual que mis ansias por ella.

En realidad, era muy difícil para mí no estar tan cerca de ella, era una tortura malditamente dolorosa, aunque pensaran que era juago no lo era, era demasiado complicado para mí y para Malik, aunque técnicamente éramos uno, pero es muy difícil para ambos.

Y aquí vamos con este estúpido Max empalagoso.

—No, solo vino por negocios— mentí con tranquilidad.

Miéntele estúpido, como que si las mentiras no pasarán factura—Me gruño Malik.

—Cállate, ¿Quién te pregunto? — le dije.   

Cuando el lado animal intenta controlar al lado humano, es una riña constante entre controlarme o dejarnos ser. Es una ardua cuestión el mantenerme firme estando aquí, ya que, aunque intente llevar mi vida "normal" no me libero de mis responsabilidades como alfa, que al igual que llevar esto es muy difícil. Tengo que ir a Wildwood constantemente, dos o tres veces por semana, mientras que Alex al ser mi beta y yo estar aquí el pasa la mayor parte de tiempo allá.

Y ahora estaba el tener que controlarme aún más cuando estoy cerca de Jules.

En cuanto Wildwood allá no necesitaba reprimir algún instinto porque era mi manada, hacía y deshacía sin ser raro o incluso dar miedo a los demás, como lo sería aquí.

Muchas veces la idea de las personas de pensar en criaturas que están por encima de su nivel es muy mala, además sería un riesgo para todos si todos los humanos llegaran a saber de nuestra existencia, digo el humano destruye todo lo que toca, solo eso hacen son destructivos y crueles. Así que por esa razón nosotros intentamos que ningún humano se entere, aunque no siempre sale como uno quiere, pero es mejor así, sería un caos si tantos humanos supieran de los vampiros, lobos, demonios etc. No solo sería el inicio de una guerra sino sería el fin de nuestra paz y de las criaturas sobrenaturales.

—Max yo tengo curiosidad de algo— murmuró Jules mirándome algo temerosa y avergonzada y solo me causo más curiosidad.

—¿Qué es? —alcé una ceja. Ella evito mi mirada unos segundos y después volteo a verme nuevamente.

Sus latidos iban rápido, no como otras veces, pero aun así su corazón estaba acelerado.

—Yo... me gustaría ver tu forma lobuna, nunca he visto un lobo y... me da mucha curiosidad— concluyo y no pude evitar curvar las comisuras de mi boca.

No se imaginaban lo jodido importante que era esto para mí.

—Lo haría es este momento— pause rascando mi cabeza y era cierto, pero, siempre hay un, pero— no puedo hacerlo aquí, nunca me he transformado aquí siempre es en mi manada o algún lugar en el bosque y Malik, mi lobo es algo, muy quisquilloso— explique y ella me miro de una forma que no pude descifrar, no era molestia ni nada de eso, pero no supe que fue.

—¿Dónde es tu manada? —curioseo con interés mientras ponía sus manos en sus rodillas.

Malik dentro de mí aulló feliz de que estuviera interesada en algo que tenía que ver con nosotros. Tenía que admitir que a mí también me alegraba que ella lo quisiera saber.

—Está a dos horas pasando la reserva Ritchey Woods, se llama Wildwood— comenté y a ella no pareció disgustarle la idea, así que cuando me respondió no lo había pensado mucho.

—Me gustaría ir— pauso y luego pensó lo que dijo—yo digo es que no creas que me estoy invitando sola solo que me da curiosidad, no es obligación que me lleves— la interrumpí antes de que continuara.

—Te puedo llevar cuando quieras, créeme cuando te digo que no es ninguna molestia, por mi encantado— le conteste intentando calmar mi corazón que ahora parecía que me iba a dar un infarto por lo rápido que latía.

—¡¿Enserio?! —chilló emocionada, nunca me cansaría de verla así de emocionada y ver como brillaban sus ojos verdes.

Sin duda era complicado pensar que alguien así de alegre sufría tanto. Una punzada en el pecho hizo que un escalofrío me recorriera solo al pensar en las veces que llego a hacerse daño.

—Sí, de echo en estos días tengo que ir, el problema es que tengo que quedarme dos o tres días allá, ¿Qué te parece? —pregunte y ahora lo pensó un poco más, hasta lucía indecisa ciertamente y eso me asusto un poco. ¿Se estaba arrepintiendo? Pues al parecer sí.

—Sí, es buena idea, solo avísame para organizarme, ¿sí? —pregunto eso ultimo ladeando la cabeza con una leve sonrisa.

¡Bien! No se arrepintió, eso era genial.

Ella quiere conocer nuestro hogar—susurro Malik en tono añorante e iluso, quise decirle que su hogar, pero no iba a quitarle la emoción que sentía.

—Claro, seguro hoy en la tarde o mañana por la mañana te aviso— ella asintió entusiasmada.

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Jules

Una hora después.

Max aparcó enfrente de la reja de la casa de mis padres. Voltee a verlo y apagó el auto para después bajarse y ayudarme a bajar mi maleta. Baje del auto y luego me acerque a él para tomar la maleta.

—Gracias Max— agradecí con una leve sonrisa. El me miro y luego me sonrió. Tenía que admitir que tenía muy linda sonrisa, en realidad Max era muy guapo y si era sincera cada que lo tenía cerca mi pulso se aceleraba y mi corazón latía sin fin.

No podía dejar que eso siguiera pasando, pero me hacía sentir bien.

Eso me daba mucho miedo, enserio no quería sentir nada por alguien, no quería sentir más. Con Josh ya me había ido mal, ni siquiera sabía cómo zafarme de eso, ya no quería casarme con Josh, ni siquiera quería estar cerca de él.

—No es nada, al contrario, gracias por hacerme compañía— me encogí de hombros restándole importancia. —te veo mañana—repuso y yo asentí tomando mi maleta.

—Hasta mañana—respondí mientras abrían las rejas de la casa dejándome entrar. Termine de entrar a la casa y luego escuche como el auto de Max se alejaba. Solté un suspiro mientras caminaba hacia la entrada. Cuando entre a la casa todo estaba en silencio.

—¿Mamá? —llame esperando alguna respuesta, pero no la hubo así que deje la maleta en la entrada y subí a la escalera en busca de alguno de mis hermanos. —¿Ash? —llame a mi hermana. No obtuve respuesta nuevamente y aun así fui a su habitación. No toque la puerta al entrar a su habitación, rara vez lo hacía.

Me encontré con Ashley acostada en su cama con los audífonos puestos y su laptop sobre las piernas.

—¡Ashley! —le grite haciendo que se asustara y casi tirara la laptop al suelo. Ella llevó su mano a su pecho para después quitarse los audífonos y levantarse. Cuando capto que estaba frente a ella corrió a abrazarme y enredar sus piernas a mi cintura haciendo que cayéramos al suelo por el impacto de su cuerpo con él mío.

Ambas reímos mientras nos levantábamos, tenía como un mes o más que no la veía.

—¿Cómo estás? Pensé que estabas trabajando— habló aun abrazada a mí y le di una media sonrisa.

Ambas estábamos en el suelo. 

—Mi jefe me dio el día libre— le contesté correspondiendo su abrazo. Ella asintió para después alejarse de mí.

—¿Cuándo iremos por tu vestido? Sabes pensé en un color muy lindo para tus damas y quería saber a ver si te gustaba— dejé de prestarle atención después de damas, no quería un tonto vestido, ni siquiera quería boda y tener que lidiar con eso iba a ser muy pesado ya que en esta semana empezarían las planeaciones y todo eso para que la boda fuera a finales del mes.

A pesar de querer casarme ya no quería hacerlo con Josh, no me agradaba la idea, era una total mala idea. Recuerdo que cuando entré a la universidad pensé que nuestra relación iba a seguir siendo color rosa y todo eso, pero no lo fue, todo se tornó diferente, insoportable, era algo que realmente ya no soportaba, pero no podía huir, conozco a Josh y se cómo puede ser y más que nadie se lo mal que puede salir esto.

—¿Jules? ¿Me estas escuchando? —preguntó Ashley chasqueando sus dedos frente a mí para que le prestara atención. Yo la miré y luego asentí sin saber que había dicho.

—Sí, claro, el color que quieras— ella asintió y fue a tumbarse a su cama nuevamente.

—¿Me dejarías hacer las invitaciones? —cuestiono nuevamente y al no querer pelear con ella asentí, confiaba en Ashley, pero siendo sincera yo no quería esta boda la odiaba.

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Pase el resto del día con Ashley, escuchándola hablar sobre lo emocionada que estaba por mi boda y por organizar junto con Emerald una despedida de soltera, como si fuera poco tendría que lidiar con otra despedida, Peach ya estaba planeando una, en la que seguramente solo seríamos ella, yo y algunas de sus otras amigas a las que conocía muy poco, mientras que la de Ashley y Emerald seguro iría mi madre y algunas chicas de la universidad.

—Contrataremos Strippers— chilló y voltee a verla mal y ella sonrió. —¿Qué? será tu último día de soltería tienes derecho a estar con alguien más— negué con la cabeza como si no tuviera remedio.

—Nada de strippers, ni bares a los que no puedes entrar ni nada, si se puede nada por favor, además no tienes edad para ver strippers mucho menos entrar a bares— pedí y ella rodó los ojos. Se sentó frente a mí y tomo mis manos entre las suyas conocía ese gesto muy bien y no me gustaba por donde iba.

—Vamos, por favor quiero hacer algo por ti— pidió haciendo ojos de borrego a medio morir, que chantajista maldita sea.

—Ash— advertí y ella hizo un puchero y yo bufé molesta— está bien, pero sin strippers— ella se levantó y chilló con emoción y yo fingí una sonrisa emocionada.

No podía negar que ver a Ash con esa felicidad me hacía feliz, se lo merecía. A pesar de ser la hija menor no recibió la atención que necesitaba, nosotros tampoco, pero Ash aún podría disfrutar su adolescencia y no quería ser yo quien lo arruinara.

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Horas después llegó mi madre.

—Hola— la salude con entusiasmo mientras me acercaba a abrazarla, ella me envolvió en sus brazos apretándome contra ella.

—Hola mi niña, ¿Cómo estás? ¿Qué tal parís? —preguntó mamá separándose de mí. Ashley y yo la seguimos hasta su habitación.

—Bien— informe mientras me sentaba en su cama, a un lado de ella mientras se quitaba los botines.

Aunque detrás de ese Bien había un Pase dos de los mejores días de mí vida y el recuerdo me hacía sonreír.

—Y ¿Qué tal, Max? ¿Te cae bien? —interrogo mientras se quitaba el saco de su traje y luego los tacones.

—Me cae bien— admití en voz baja, no quería hablar de Max, no ahora.

—¿Te quedas a cenar? — preguntó interesada yo solté un suspiro.

Aunque agradecí que cambiara el tema.

—Lo siento, hoy no puedo, ni siquiera he llegado a casa— respondí algo apenada, enserio si me gustaría quedarme, pero enserio necesitaba ir a casa no había estado en estos días y ay dios no imagino como debe de estar Josh. —Solo quería despedirme de ti— repuse levantándome de la cama para despedirme.

—Tú papá quisiera verte— respondió correspondiendo a mi abrazo. Yo hice una mueca, mi madre sabía que mi padre y yo no hablábamos, no después de que discutiéramos cuando supe que había hecho que no me contrataran. —Bien, deberían venir tú y Josh el fin de semana a pasar el día— asentí lentamente. En realidad, no esperaba venir el fin de semana, conociendo a Josh sabía que odiaría la idea y por mi parte no quería venir con él, no quería estar con él.

Siempre era lo mismo con él, ciertamente ya estaba cansada de toda esa mierda, pero tenía miedo de lo que haría si intentaba alejarme y realmente no era miedo de que me hiciera algo, a esta altura si a mí me pasaba algo sería una bendición, pero si le hacía algo a mi familia, a Ash nunca me lo perdonaría, ya había perdido a Jasón por mi culpa, no podía perder a Ash.

Cuando termine de despedirme mi madre le dijo a Albert su chofer que me llevara a casa.

Unos cuantos minutos después ya estaba en mi casa. Pude ver el auto de Josh aparcado afuera, así que ya estaba ahí.

Me despedí de Albert y baje del auto con mi maleta, antes de llegar a la puerta saque mis llaves y abrí.

La casa estaba en silencio total, parecía estar desierta.

Cerré dejando mi maleta en la entrada para quitarme los zapatos. Subí a la habitación encontrándome con Josh en la cama.

Mi corazón estaba incontrolable, mis manos sudaban por los nervios y sentía nauseas de solo pensar en los escenarios que podían pasar.

—Hola— lo salude esperando alguna respuesta de su parte. Este alzo la vista y luego me dio una media sonrisa. No sé qué me dio más miedo que estuviera ahí o que sonriera, nunca me sonreía.

No podía dejar de estar en alerta, con Josh no se podía.

—¿Cómo te fue amor? —pregunto con curiosidad, yo fruncí el ceño confundida. Josh no era así y no sabía si extrañarme o asustarme por esto. Era demasiado raro y no dejaba de lado el hecho de que ese Josh me daba más miedo.

—Bien... ¿y a ti? ¿Cómo estuvieron tus días? —pregunte mientras iba al baño para quitarme el poco maquillaje que me había puesto.

Intente relajarme, aunque no podía.

Escuché como Josh se levantaba de la cama y luego lo vi por el rabillo del ojo en la entrada del baño, recargado en el marco, no negaré que me ponía nerviosa, era raro, se estaba comportando muy raro, este no era él.

Rogue a los dioses porque esto terminara.

El Josh habitual es un gruñón, enojón y estúpido de pacotilla.

—Te extrañe— respondió acercándose y yo lo mire algo confundida. Me abrazo por la espalda escondiendo su rostro en mi cuello, mi respiración se aceleró al igual que mis latidos y no era porque me gustara tenerlo cerca.

El pánico comenzó a apoderarse de mí, mi corazón golpeaba muy rápido con mi pecho, mis manos sudaban y estaba estática, me daba miedo hasta moverme.

—¿Qué es lo que pasa? —pregunte confundida, no sé de donde me salió voz. Josh movió mi cabello hacia a un lado y dejo un suave beso en mi cuello que solo hizo que me estremeciera y que un escalofrío me recorriera desde la punta de los pies hasta el cabello.

—Nada, solo te extrañe, ¿Por qué no vamos a cenar hoy? —pregunto tranquilamente, como si no fuera un hijo de puta de primera. Bien enserio me estaba asustando, pero aun así le dije que sí, no tenía más opción, prefería a este Josh.

Después de que termine de arreglarme y el también ambos salimos de la casa, una parte de mi estaba dejando el miedo, pero la otra me recordaba que no podía fiarme de él por más lindo que se comportara, era la primera vez en mucho tiempo que era tan... atento creo.

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Max

Decidí llamar a Jules para decirle lo del viaje a Wildwood, aunque si soy sincero solo era el pretexto para escucharla.

Tomé el teléfono y la llamé, ella me respondió al tercer tono.

—H-hola— respondió y pude escuchar cómo sorbía su nariz. Fruncí el ceño confundido. En realidad, no sonaba nada bien.

—¿Jules estás bien? — fue lo primero que pregunté, no pude evitar preocuparme al escuchar su voz.

Era raro la forma en la que te puedes dar cuenta cuando alguien no está bien a pesar de no conocerla tanto, tal vez el cambio en el tono de su voz habitual.

No pude evitar sentir como un escalofrío me recorrió.

Te dije que estaba mal, pero me ignoraste diciendo que eran mis nervios—Malik sonó muy molesto conmigo, incluso yo me moleste conmigo porque él tenía razón.

La próxima te hare caso—le aseguré.

—Si... ¿Qué pasa? — preguntó nuevamente en ese tono intranquilo que me dejaba ansioso y preocupado.

No estaba bien, eso era muy claro.

—¿Qué fue lo qué pasó? — interrogué levantándome del sofá para tomar las llaves del auto.

Solo hubo silencio como respuesta y fue suficiente para saber que en realidad no estaba bien, aunque ya lo sabía, pero ahora me lo había confirmado.

—¿Dónde estás? Voy para allá — hablé nuevamente y solo pude escuchar como tecleaba en su teléfono y luego el mío vibro en mi oreja, era un mensaje de ella donde decía que estaba en su casa. Y después colgó la llamada.

Fui al elevador y puse el botón del estacionamiento. Me estaba poniendo algo ansioso, había que admitirlo no era el mejor consolando gente y tampoco sabía que era lo que había pasado.

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Minutos más tarde había llegado a la casa de Jules. Bajé del auto y fui a tocar la puerta. Segundos después escuché pisadas cercas.

Jules abrió la puerta frente a mí y lucía realimente mal. No dude en acercarme a ella.

—¿Estás bien? — pregunté preocupado tomando su rostro entre mis manos. Sus ojos estaban hinchados de tanto lloran y mi corazón se encogió. Ella asintió lentamente y noté la mancha de sangre en su frente y fruncí el ceño confundido, mi cabeza no terminaba de conectar que era lo que había pasado.

—¿Qué fue lo qué pasó? — pregunté y ella negó con la cabeza sin decir nada y simplemente me abrazo con fuerza, me tomó desprevenido, aun así, no dude en envolver su cuerpo con mis brazos. Ella siguió llorando en silencio, solo podía sentir como se aferraba a mi camisa sin decir nada, solo me abrazaba con fuerza.

—¿Quieres entrar? — pregunte en voz baja y ella negó con la cabeza. —Ven, vamos, te llevaré a mi casa— murmuré levantándola en mis brazos. Ella simplemente asintió mientras se aferraba a mí.

Era muy rara la sensación que tenía en esos momentos, el verla así era algo que sin duda no me había gustado, lucía cansada y tristeza, muy triste, aunque más bien ese sentimiento que había en su mirada iba mucho más allá de la tristeza y eso no era nada bueno.

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Cuando estuvimos en el pent-house le prepare un té a Jules para que se calmará, ni siquiera quería hablar y me estaba preocupando aún más. Cuándo estuvo listo el té lo serví en la taza y se lo llevé. Estaba en mi habitación. Entre en ella y estaba mirando hacía los ventanales.

Me senté en la orilla de la cama. Ella volteó a verme, parecía un poco más tranquila.

Cuando intentó tomar la taza noté que sus manos temblaban.

—Te ayudó — le dije dándole el té y ella le dio un sorbo poniendo sus manos por encima de las mías.

—Max siento mucho ser una molestia— murmuró Jules mirando la taza que yo sostenía.

—No eres ninguna molestia— respondí mientras le pasaba la taza nuevamente para que le diera otro sorbo al té. —¿Quieres hablar sobre lo qué pasó? — interrogué ocultando mi curiosidad. Jules negó con la cabeza y asentí. Después de que se terminara el té deje la taza sobre la mesa de noche y luego me levante de la cama.

—Estaré en la habitación de a un lado, si necesitas algo llámame—avise. Antes de que pudiera empezar a caminar Jules tomo mi mano, haciendo que esa corriente se expandiera por todo mi cuerpo y después fuera sustituido por el confort.

—¿Podrías quedarte? — preguntó en un tono bajo. Mire nuevamente nuestras manos y lo pequeña que es la suya comparada con la mía.

—Por supuesto— conteste regresando a la cama y acomodándome a un lado de ella.

Ninguno dijo nada durante esos momentos, solo éramos nosotros y el sonido de nuestras respiraciones, y aun así sentía un poco de su tristeza y me hizo querer ayudarla, pero algo me detenía.

Una hora más tarde me di cuenta de que Jules se había quedado dormida. Sopese la idea de dormir junto a ella toda la noche, definitivamente no era buena idea.

También seguía con la curiosidad de lo que había pasado, ella no había querido hablar de eso y lo respetaba, pero aun así eso no me quitaba la curiosidad.

Antes de poderme levantar de la cama para irme a la otra habitación Jules se giró y se acomodó poniendo su cabeza en mi brazo y su brazo sobre mi pecho. Mi corazón empezó a latir como un loco, Malik empezó a ronronear cómo un gatito. No supe que hacer.

Ni siquiera entendía lo que sentía en esos momentos, la forma desenfrenada en que mi corazón late cuando la tengo cerca, el cosquilleo que mi cuerpo sufre, los nervios que me provoca cada que la tengo cerca, la forma en la que mi respiración cambiaba o la forma en la que Malik ronroneaba como un estúpido gato.

No había sentido eso nunca, ni siquiera con Lizbeth que fue lo más cercano que tuve a un enamoramiento.

Pero con Jules jodidamente diferente, por el lazo o parte humana, no lo sabría decir, pero la idea de sentir tanto en tan poco tiempo hacía que me cagara del miedo.

No estaba acostumbrado a esto, no me jodan yo solo estaba acostumbrado a dormir rodeado de perros literalmente, no de una mujer hermosa que me ponía como idiota. 

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Duré horas pensando y pensando, de hecho, casi no dormí. Pensé seriamente en decirle a Jules que era mi mate, tal vez sería muy apresurado, pero me estaban carcomiendo los nervios y las ansías y en mi lógica mientras más rápido reaccionara menos peso tendría en el futuro, aunque también no sabía cómo reaccionaría, si lo tomaría muy mal o si se pondría histérica y eso también me jode mucho, no siempre puedo tener todo bajo control y aunque no me guste tengo que aceptarlo.

Por la mañana me levanté de la cama antes que Jules y me dispuse a ducharme.

Si en estos momentos me preguntaran que es lo que siento no sabría responder, ya que para concretar algo hay que estar cien por ciento seguro de lo que hay y se siente, sin embargo, yo no sé lo que siento, no entiendo lo que siento y si realmente soy yo quien lo hace o si solo es mi instinto, pero por ahora solo se lo jodido que estoy... que me tiene.

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Después de ducharme me vestí. Me puse una camisa color perla con un pantalón negro, tome el saco que lo acompañaba y me calce unos zapatos del mismo tono que el pantalón. Me coloqué un reloj color plata y me dispuse a peinarme. Por ultimo me puse algo de colonia y salí del armario para bajar a preparar algo de desayunar.

Cuando iba a salir de la habitación repare en Jules, seguía dormida y no pensaba despertarla.

Termine yendo a la cocina, encontrándome con Bang a la salida de mi habitación mientras me perseguía por las escaleras. Abajo estaban los demás esperándome para que les diera de desayunar.

Pasé por la sala y tomé mis audífonos antes de entrar a la cocina y ponérmelos para escuchar algo de música. Por la noche había ordenado mi agenda así que no estaba tan apurado; no me gustaba tener una secretaria, para mí era mucho mejor que yo ordenara las actividades que tenía que hacer durante el día y una que otra vez Alex me ayudaba.

Así que si tenía secretaria no era porque la necesitara, bueno en parte si, para la empresa ordenar archivos que me pasara las llamadas y esas cosas.

Antes de todo les serví la comida a mis perros para después lavarme las manos y empezar a preparar el desayuno. Puse a calentar el agua de la cafetera sin ponerle el café, saqué mi taza y puse el sobre del té verde. Aunque ya vendieran las botellas de té verde siempre prefería hacerlo a lo tradicional, hervir el agua y luego hielo, para mí es mejor el sabor así.

Puse a tostar pan y después empecé a preparar huevos revueltos. Cuando el pan estuvo tostado lo puse en un plato y apagué la sartén del huevo y serví el agua en mi taza y le puse algo de azúcar y lo dejé reposar unos minutos para poner el hielo.

Me quite los audífonos cuando escuche pisadas cerca y los guarde en mi bolsillo. Jules entró a la cocina segundos después siendo seguida por Bang.

—Buenos días— me saludo mientras se acercaba a la barra. Sus ojos seguían hinchados por tanto llorar, aun parecía algo deprimida, sus ojos no expresaban alguna emoción en concreto y su tono de voz era bajo, apenas audible.

—Buenos días, ¿Cómo dormiste? —curiosee mientras ponía café en la cafetera y le ponía a otra taza vainilla, azúcar y leche.

—Bien, ¿y tú? —pregunto sin interés alguno. Solo me trague la ansiedad. Realmente parecía no querer ni hablar y una punzada me recorrió el pecho.

No sabía qué hacer, en realidad era estresante no saber qué hacer con alguien que estaba mal, con mucho trabajo sabía cómo lidiar conmigo.

—Bien— murmuré. Ahora me doy cuenta de lo mierda que puede hacerte sentir el desinterés en alguien, al final creo que el karma existe y esta jodido.

—Max siento ser una molestia—murmuro Jules mientras yo mezclaba su café, le estaba dando la espalda en ese momento así que no podía ver su expresión.

—No eres ninguna molestia— respondí girándome para darle su café. Ella miró la taza y luego a mí, nuevamente no había expresión alguna en sus ojos.

—Muchas gracias— susurro para después darle un trago y no pude evitar sonreír al ver su expresión de satisfacción cuando lo probo, por lo menos ya era algo.

—¿Quieres desayunar? —le pregunté mientras ponía el plato de el pan tostado en la barra.

Jules asintió lentamente. Me giré para servir la comida en los platos y le di a ella el suyo mientras se sentaba en el banco.

Ambos desayunamos en silencio, ninguno tenía nada que decir más bien.

Mientras desayunábamos me di cuenta lo acostumbrado que estaba a estar solo. No me malentiendan, Alex y Jacke solían venir de visita casi cada semana o tercer día, dependía del tiempo que tuviéramos, pero aun así me había acostumbrado a despertar solo, desayunar solo, prácticamente a estar solo durante gran parte de mí día.

Así que el estar acompañado por Jules estos días en parte había sido raro, aunque realmente me estaba acostumbrando muy rápido a pasar tiempo con ella.

Iba al trabajo, de ahí a algún otro lugar y si bien me iba y no tenía que salir del país o de la ciudad regresaba a casa con pilas de trabajo y cuatro perros esperándome, que ciertamente a veces deseaba que hablaran y me dijeran que me habían extrañado durante el tiempo que no estuve.

A veces pensamos que estar solo es bueno, que es mejor aprender a estar solo, pero muchas veces estamos solos porque no hay otra opción y te refugias en esa soledad y en cosas para despejar tu mente cuando en realidad intentas llenar un vacío, la soledad no es mala, no cuando aprendes a estar solo, pero cuando no sabes estar solo y te obligas a estarlo buscas formas de no estarlo, en este caso mis perros fueron la forma de no sentirme tan solo, nunca me había detenido a pensar de lo solo que me sentía a pesar de que prácticamente diario estuviera rodeado de personas.

La soledad no es algo que pides, no es algo por lo que tienes que estar feliz si no quieres, muchas veces la soledad es mala, desastrosa y dolorosa, sin embargo el estar tan acostumbrados a ella lo hace tan normal que ni siquiera nos damos cuenta del mal que podemos hacernos; yo me estaba dando cuenta de lo solo que estaba, de lo solo que me sentía y no era solo el hecho de que Jules estuviera conmigo en estos momentos, era la forma en la que a pesar de estar con ella no dejaba de sentirme así, esa soledad que te da nostalgia y no sabes cómo repararla o la ansiedad que te provoca sentirte bien con algo que si al día siguiente ya no lo tienes te sentirás mal, solo incluso abandonado por el miedo al rechazo o que ese rechazo cause más miedo de lo que debería.

Esa era la mierda que yo sentía en estos momentos, el nudo en mi garganta ni siquiera me dejaba desayunar en paz, el sudor en mis manos hacía que sintiera que la taza iba a caer y el sobre pensar tanto, darle tantas vueltas a los posibles escenarios y respuestas me jodían la cabeza de mil formas, el pensar en lo que podía decir cuando le dijera inclusive el solo hecho de pensar en que no volvería a tener un desayuno así con Jules por mi culpa me estaba ahogando.

Esto era una mierda sin duda alguna.

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Jules

Tenía miedo, mucho miedo y ahora lo que más quería era estar alejada de Josh.

Soy una estúpida, nunca debí pensar que enserio estaba siendo lindo conmigo, él no lo es, nunca lo será. Quería alejarme lo antes posible sin pensar las en las consecuencias y aunque suene mal que mejor opción que Max y Wildwood. En estos momentos las ganas de conocer el lugar eran mínimas, lo único que me importaba ahora era alejarme lo más pronto posible. Ni siquiera le había dicho nada a Peach, sólo a mi madre y a Emerald.

Agradecí a dios que Josh no estuviera cuando Max me trajo a casa, no quería topármelo.

Terminé por guardar mis cosas en la pequeña maleta y luego fui al baño a darme una ducha rápida.

Cuando salí de la ducha mire mi cuello y parte de mi hombro y la marca roja que lo cubría, toque un poco el área lastimada y solté un leve quejido de dolor, no puse evitar que mis ojos se llenaran de lágrimas al verme. No era el dolor de ese golpe por lo que lloraba.

Si no el golpe emocional. El dolor que me causaba verme tan mal, ver el punto al que habíamos llegado. Esta no era yo, era una intrusa que ocupaba mi cuerpo y me hacía sentir que no sirvo, que no valgo nada y me dolía en lo más profundo, me dolía ver lo destrozada que me tenía, que había quebrantado todos esos suelos e ilusiones para después pisotearlas y demostrarme que estoy jodida.

Y la única culpable soy yo, por estúpida y no hacer nada, por quedarme callada, pero había aprendido a la mala que eso era lo mejor, aunque doliera.

Dejé de mirarme al espejo y me vestí rápidamente.

No duré demasiado arreglándome. Cuando salí de la casa como me había dicho Max, Kelly estaba esperándome. Terminé subiendo a la camioneta y Kelly empezó a manejar.

—Señorita, ¿Esta bien? Hoy luce diferente— habló Kelly llamando mi atención. Levanté la vista encontrándome con la suya por el retrovisor. Fingí una sonrisa y asentí.

—Estoy perfectamente bien, no te preocupes— mentí aguantándome las lágrimas. —Dime Jules, no necesitamos formalidades— cambie de tema mirando por la ventanilla. Kelly simplemente asintió sin decir nada, pero no parecía convencido con mi respuesta.

Cuando llegamos a la empresa Kelly me dijo que dejara mi maleta que él se encargaría de ponerla en el auto de Max y yo simplemente obedecí.

Cuando llegué a mi piso fui directo a mi oficina y entre cerrando detrás de mí, en la mesa ya había unas carpetas y una pequeña nota que decía:

"Esperó no ser quien amargue tu mañana con el trabajo, pero ten lindo día, Jules.

Atte. Alex"

Sonreí levemente por ese gesto y luego preste más atención dándome cuenta de que en el escritorio había un ramo de margaritas, sin que pudiera evitarlo sonreí y miré lea quite la nota para leerla.

La abrí y vi que era la misma letra de todas las notas

"Tengo que admitirlo, me has tomado por sorpresa muchas veces y soy muy difícil de sorprender, por cierto, te vez jodidamente hermosa recién levantada"

Mi sonrisa solo se amplió un poco más y la felicidad que sentí en ese momento hizo que olvidara por unos minutos la mierda que me seguía. "te vez jodidamente hermosa recién levantada"

Algo dentro de mí se removió de forma extraña, tenía mucho tiempo sin sentir eso y eso me dio aún más miedo.

Decidí no decir nada, hacer como si no lo supiera y empecé a trabajar, pero conforme pasaba el tiempo la ansiedad no se iba e inconscientemente movía mi pierna.

No podía dejarlo pasar.

Así que me arme de valor y tomé la nota e inhale fuertemente buscando valor.

Salí de mi oficina y me dirigí a la de Max.

Sabía que era él, desde parís, pero aun así sentía la necesidad de escucharlo venir de él.

Valeria estaba detrás de su escritorio como siempre.

—¿Esta Max? — le pregunté intentando sonar tranquila, pero me moría de nervios. Valeria volteo a verme y me dio una sonrisa amable, el primer día creí que le caía mal, pero en realidad los demás días fue muy amable conmigo, me caía muy bien, tenía que admitirlo.

—Sí, ¿le preguntó si puedes pasar? —preguntó ella poniendo su mano sobre el teléfono y asentí lentamente. No preste atención a lo que dijo por el teléfono simplemente escuché cuando me dijo que si podía pasar y le di las gracias.

— Ok, devo occuparmi di qualcosa, ti ha chiamato più tardi— (Bien, tengo que atender algo, te llamó luego) escuché a Max hablar en italiano mientras entraba. No me interesó lo que dijo y simplemente me acerque a su escritorio antes de arrepentirme y deje la nota frente a él.

Sólo la miró unos segundos y luego me miró a mi nuevamente, me puso aún más nerviosa.

—¿Qué es lo que pasa? — cuestionó poniendo sus brazos sobre el escritorio y alzando una de sus cejas oscuras y pobladas.

Yo tome aire nuevamente para darme valor.

—Las flores, parís y aquí, tu eres la única persona que estaba cerca de mí esas veces ¿Es tu letra, ¿no?  — explique hablando de prisa mientras mi corazón latía al mil por hora. No sabía que haría si solo me humillaba a mí misma una vez más.

—Es mi letra— aceptó tranquilamente y esperé a que dijeras algo más, pero no lo hizo y maldije internamente.

—¿Entonces tú? ¿Tú me has mandado esas flores? — pregunté cruzándome de brazos intentando ocultar mis nervios.

Aunque yo sabía esa respuesta.

Max asintió a forma de respuesta y evité sonreír.

—¿Por qué? — fue lo primero que salió de mi boca antes que un gracias o algo similar. Max se levantó de su escritorio y se puso frente a mí recargándose en el escritorio haciendo que su altura no fuera tan intimidante, más sin embargo no dejaba de ponerme nerviosa.

Max se encogió de hombros con tranquilidad, me molestaba un poco que se viera tan calmado y sereno cuando yo me estaba muriendo de nervios.

—Porqué eres hermosa, ¿por existir tal vez? —preguntó ladeando un poco la cabeza y tome aire intentando calmarme.

Deja que pase Jules, estas histérica.

—Gracias, Max, enserio amo las flores— repuse un poco más tranquila y le sonreí. Max me regresó la sonrisa y tomó la tarjeta de las flores y se acercó a mí y me la tendió.

—Esto es tuyo— habló mirándome directamente y no hubo algo en ese pequeño tiempo en el que nuestras miradas se cruzaron, no sé cómo describirlo, hubo algo eso lo sé, lo sentí; fue tan fugaz y cálido, reconfortante y tranquilo que por una brevedad al mirarlo hubo paz.

Pero aleje la mirada y esa burbuja se rompió. Tomé la nota de su mano y me dispuse a irme y antes de salir la voz de Max me detuvo.

—¿Aun quieres ir a Wildwood conmigo? —preguntó con curiosidad. Ahora no solo quería ir con él para alejarme de Josh.

Quería saber más de Max Cross y su mundo. Volteé a verlo y le di una sonrisa.

—Aun quiero ir— afirmé y el asintió con una leve sonrisa en sus labios.

Terminé saliendo de su oficina y me apresuré para irme a la mía.

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Horas después.

Tenía unas ganas inmensas de llorar, no solo por el hecho de todo lo que había pasado en las últimas horas, quería llorar por todo y por nada. Quería gritar, quería huir, alejarme de aquí y perderme en algún lugar donde no pudiera encontrarme, quería de regreso mi vida.

Pero no había nada, las lágrimas no querían salir, no podía llorar solo había un nudo en mi garganta que me impedía el pase a las palabras o sollozos, mis ojos no producían algunas lágrimas y por más que escuchara canciones tristes no podía estas no salían y no sabía que era peor si tener el sentimiento atascado en el pecho o sacarlo.

Peach dejo su copa de vino en la mesa. Había venido a comer con ella. Por un momento sopese la idea de decirle que iría a Wildwood con Max, pero sabía que me diría que era mala idea y que seguramente le diría a Josh si le preguntaba, así que denegué la idea, aunque era mi mejor amiga había cosas que prefería no decirle.

—Le dire a Josh de la fiesta de mañana para que vaya con nosotras—comento mientras apagaba su teléfono y me prestaba atención. Antes de que pudiera responderle el mesero llego con la comida. Puso mi plato frente a mí y le puso a Peach su plato, él le sonrió a ella, parecía muy simpático y tal vez era menor que nosotras.

Peach le regreso una sonrisa forzada, siempre se hacía del rogar, no la culpaba podía darse el lujo de hacerlo pues era muy hermosa. Es morena, con la complexión de una modelo de Prada, alta y delgada con unos hermosos ojos color avellana, además siempre iba bien arreglada. Peach viene de una prestigiosa familia de abogados, por obvias razones ella también es abogada, trabajaba en el bufet de su familia, había ganado algunos casos, era increíble.

—No lo sé, no tengo ganas de ir— comente empezando a comer, ella me miró frunciendo el ceño, como si estuviera faltándole el respeto a algún santo.

—¿Por? —porque no estoy para fiestas, en realidad me quiero morir, pero en realidad no voy estar en Montreal así que da igual el porqué. Quise decirle eso, pero en cambio dije esto:

—Mucho trabajo, estoy muy cansada— mentí. Ella rodo los ojos sin creerme.

—Estuviste dos días en Francia, Jules, ni siquiera me dijiste nada y me tenías preocupada, me lo debes—solté un suspiro y decidí darle por su lado, llevarle la contraría era el cuento de nunca acabar, aunque lo que dijo si me hizo sentir un poco mal. —Por cierto, te he dicho que tu cabello se ve mejor atado— señalo mi cabello con su tenedor y escondí que me había lastimado su comentario, aunque seguro tenía razón.

—Si iré— mentí nuevamente, seguramente después me sentiría mal por dejarla plantada, pero era mi mejor opción en este momento. Ella asintió levemente.

—Estaba pensando en tu despedida de soltera, podríamos ir por unos tragos solo tú y yo—me informo, sip me informo, no me pregunto qué me parecía ni nada.

—De hecho, Emerald quería hacer algo y pensé que tal vez ustedes dos podrían...— no me dejo terminar de hablar cuando me interrumpió.

—Claro que no, ni creas que voy a convivir con ella, además soy tu mejor amiga Jules— tenía razón, se odiaban o por lo menos Peach odiaba a Emerald, Emerald podía soportar estar en el mismo que Peach.

—Okey— murmuré.

Después de terminar la comida me llevó de regreso a la empresa. Siendo sincera mi ánimo no mejoro para nada, simplemente siguió como estaba.

Hellooo por aquí, esperó que les esté gustando la historia, no olviden seguirme en mis redes sociales.
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