Capítulo 07
París, Louvre y Van Gogh
────•: ☽ ∙✦∙☽:・────
Creí que ya no existía todo eso que tú tienes
—Andrés Ixtepan
Jules
Al día siguiente.
Me despertó el sonido de los toques a la puerta que me molestaban para poder seguir durmiendo, no pude evitar soltar un bufido porque mi sueño me rogaba seguir durmiendo.
Pero me rendí al escuchar que no cesaban los golpes a mi puerta y me levanté de la cama de mala gana.
—Ya voy— brame mientras me ponía una bata encima del pijama. Me acerqué a la puerta y la abrí encontrándome con uno de los botones, llevaba un ramo de gerberas color magenta y salmón el cual atrajo toda mi atención.
—Mlle Elijah vous a envoyé ces fleurs—(Señorita Elijah le han mandado estás flores) me informó el chico tendiéndome el ramo. No pude evitar sonreír, eran demasiado hermosas y a mí me encantaban. Sin embargo, no sabía quién las había mandado.
—Merci, mais vous ne savez pas qui les a envoyées? —(gracias, pero no sabes ¿Quién las mandó?) Pregunté entre curiosa y desconcertada, ya que, ¿Aquí quien me mandaría flores? Sin duda alguna Josh no lo había hecho, ni siquiera respondía los mensajes o llamadas, mucho menos mandaría flores.
—Non, elles ont été envoyées par le fleuriste et ils ont juste dit qu'elles étaient pour toi—(No, solo las mandaron de la florería y dijeron que eran para usted) contestó. Yo asentí levemente con la cabeza mientras pensaba quien podría haberlas mandado.
—Bon, merci— (bien, gracias) agradecí con una leve sonrisa, el asintió luego se dio la vuelta para irse, yo cerré la puerta de la habitación y chillé de emoción al ver lo hermosas que eran.
Pocas veces recibía flores y cuando lo hacía no podía evitar sentirme tan emocionada como en este momento.
Me gustaban las flores, aunque era alérgica a los claveles aun así las demás flores me encantaban.
Fui a la pequeña cocina que tenía el pent-house, y tomé el florero que tenía unas flores secas que habían dejado desde sabrá Dios cuando.
Sonreí levemente luego de acomodarlas en el jarrón. Me percate de la nota que venía con ellas y la quite con cuidado de no maltratarlas.
Para mí suerte creo yo, la nota venía en español, así que en realidad era difícil saber quién las había mandado.
Además, era letra cursiva, quién sea que los haya escrito tenía una caligrafía perfecta había que admitirlo.
"Mereces todo en esta vida, empecemos por los detalles"
Eso era lo que decía la nota, sin decir quién era el remitente, ni algo que me diera una pista para averiguarlo.
Terminé llevando la nota a mi cartera, guardándola en uno de los compartimentos.
Quién sea que me haya mandado esas flores me alegró el día.
Miré la hora en el reloj y me di cuenta que ya faltaba poco para las nueve.
Maldije por lo bajo y corrí prácticamente a la ducha.
Ni siquiera disfrute mi baño, ya que estaba muy apresurada. Cuando salí solo medio sequé mi cabello con la secadora para comenzar a vestirme.
Primero me puse la ropa interior para después ponerme unas medias negras, ya que afuera hacía frío, encima me puse una falda color negro y una blusa de manga larga y cuello alto color blanco que contrasta perfectamente, al final me puse unos botines blancos.
A pocos minutos de que fueran las nueve me estaba poniendo perfume mientras me maquillaba un poco.
A las nueve en punto ya estaba tomando mi bolso y mi abrigo. Salí de la habitación encontrándome con Max quien iba saliendo de su habitación, la cual estaba a un lado de la mía.
—Buenos días, Jules— saludó tranquilamente mientras se acercaba. Él se veía muy guapo, llevaba un pantalón de vestir negro, con unas botas tipo militares del mismo color, ya no sorprendía ver qué el color negro predominaba en su ropa y siendo sincera el negro le sentaba a la perfección.
Su camisa era de manga larga, algo floja y encima llevaba un abrigo de tartán color beige y negro.
Tenía que admitir que este hombre se veía muy guapo.
—Buenos días— respondí mientras empezaba a caminar a mi lado. —¿cómo dormiste? — pregunté mientras íbamos por el pasillo. Max se veía despreocupado y tranquilo, aunque también las bolsas debajo de sus ojos se notan bastante dejando claro que dormía muy poco.
Se encogió de hombros para después hablar.
—La diferencia de horarios pasa factura, creo que ya que llegué a Montreal dormiré por días— no pude evitar reír por el comentario, era cierto, intentar dormir a una hora a la que no te da sueño y mucho menos estás acostumbrado es muy complicado.
—Te entiendo, es muy difícil, ¿No te acostumbras después de tantos viajes? — curiosee mirándolo de reojo.
—Ni hablar, nunca te acostumbras, solo quieres regresar a casa descansar todas esas horas. No te lo negaré, es increíble levantarte por las mañanas y disfrutar un lugar nuevo, pero fuera de eso no hay mucho que disfrutar ya que solo es entrada por salida— explicó mientras llegábamos al elevador, el presionó el botón y luego esperamos a que el elevador llegara.
Era realmente algo innovador para mí eso, digo se supone que las personas creen que si quieren se quedan los días que se les pegué la gana, pero realmente es todo un show su vida diariamente, ir de viaje en viaje sin descansó, llegar a casa y tener aún más trabajó y no poder tomar el tiempo libre que quieres porqué eres el jefe.
En realidad, esto se puede ver desde muchos puntos de vista y claro, hay distintos casos, no todos son iguales, pero en sí a lo que entendía Max no tenía hora de salida porque su trabajo nunca acababa o eso creo yo, no lo sé.
—¿Por qué no tomas vacaciones? Digo, eres el jefe— me encogí de hombros y entramos al elevador, yo entré primero y luego él. Presionó el botón del estacionamiento y las puertas se cerraron.
—ojala fuera tan fácil— pauso pasándose una mano por el cabello.—Es más complicado de lo que parece, tal vez si tomé vacaciones, pero soy la "cara" de la empresa, por así decirlo, cualquier trato que se haga, Alex prefiere que sea yo quien los concrete y realice, podríamos decir que él es el cerebro de todo esto, rara vez acepta hacer otras cosas y bueno, esas veces las apreció mucho, pero sé que no puedo pedírselas tan a menudo— explicó intento hacerlo ya que no lucía muy seguro cuando lo decía, por mi parte le di un leve asentamiento haciéndole saber que medio había entendido.
—¿Por qué el casi nunca se presenta? —alce una ceja con curiosidad real, si era algo intrigante que rara vez Alex aparecía, sí, hace unos días había investigado sobre la empresa de Max, no es tan acosador, ¿cierto? Digo tenía que saber con quienes iba a trabajar.
—Es todo un caso, no le gusta llamar la atención, por lo menos no tanto, así que solo me ayuda poco en ese aspecto— comento mientras que la puerta del elevador se abría frente a nosotros. —Kelly y Sean nos llevaran hoy— aviso mientras caminábamos hacia la camioneta. Le di un asentimiento con la cabeza mientras caminaba a su lado.
Cuando llegamos a la camioneta Max saludo a Kelly y Sean para después abrir la puerta y darme el pase para que subiera primero, dado a la altura de la camioneta Max me tendió una de sus manos para ayudarme a subir.
—Primero iremos al restaurant que les mando Alex y después, no sé, ya veremos— informo aun ayudándome a subir.
Solté la mano de Max cuando estuve en la camioneta. Ellos terminaron por subir a la camioneta, Max subió a mi lado, Kelly en el asiento del copiloto y Sean del conductor. Sean empezó a dirigirse a la salida del estacionamiento. Toda la camioneta estaba en silencio. Max iba revisando unas cosas en su teléfono, parecía muy concentrado.
Por mi parte yo me quede en silencio mientras miraba por la ventana. Estaba nublado, no llovía, pero seguía nublado, no parecía que el sol iba a salir en algún punto del día. La mayoría de personas iban bien abrigadas, algunas paseaban a sus perros y otras parecía que iban a trabajar por lo formal que iban vestidas, otras solo existían.
—¿Qué lugar quiere conocer? —inquirió llamando mi atención. Por inercia voltee a verlo, ya había dejado su teléfono. Me quedé pensando un momento en que responder, quería conocer muchos lugares, pero en una tarde no podría conocer mucho.
Pero sobre todo quería conocer dos lugares; La torre Eiffel y el museo del Louvre.
—La torre Eiffel— pause y antes de que le dijera que más él habló.
—El museo—y asentí sin poder evitar sonreír. —Desayunamos, vamos al museo y después a la torre, ¿Qué te parece? —pregunto con curiosidad y yo asentí varias veces. No podía negar que me emocionaba ir al museo y luego a la torre.
Esperaba pasarla muy bien, enserio, era la primera vez que viajaba y ciertamente pintaba para bien.
De camino al desayuno Max y yo hablábamos de cosas triviales, como el clima que tenía el país en estos días a pesar de ser noviembre, de comida y bebidas, ese tipo de cosas.
Cuando llegamos a la cafetería bajamos de la camioneta, Max les dijo a Kelly y Sean que él les llamaba cuando fuéramos a irnos.
La cafetería tenía una pinta entre elegante y casual que le quedaba muy bien.
Arriba había unas letras doradas que ponían: Les Deux Magots. (Los dos Magots)
No pude evitar sentirme maravillada por el lugar, a pesar de que las calles eran pequeñas tenían un gran andador por donde podías pasar sin sentirte atrapado entre tantas personas. A un metro de la cafetería había una carpa color verde que ponía el mismo nombre que la cafetería, dentro había más sillas y mesas, también estaba rodeado por unas jardineras con unos pequeños árboles y luces decorativas color amarillo, incluso había pequeñas farolas color negro. Parecía un área más reservada.
De ahí salió Louis vestido de forma muy casual, sin hacerlo ver mal. Se veía muy relajado y tranquilo.
—¡Max, Jules! Venir— (Vengan) habló en su idioma natal y ese acento tan marcado mientras nos hacía una seña con la mano.
—Que vayamos— le dije a Max quien asintió mientras ponía su mano en mi espalda.
—Entonces vamos— murmuró y comenzamos a caminar, siguiendo a Louis.
Una parte de mí se sentía de mil formas al tener a Max tan cerca, es como si su cercanía me hiciera más torpe, además de que comenzaba a sentir muchas emociones acumulándose.
—Te vez muy hermosa, por cierto— farfulló en tono suave, aunque para mi gusto sonó más adorable de lo que pensé.
¿Lo ven? Es de lo que habló, cualquier mínimo de acción o palabra que dice provoca que cada parte de mí se estremezca, de una forma buena claro.
Es muy complicado, ya que mi corazón latía con fuerza y me ponía nerviosa cada que me decía un cumplido o solo con su presencia y anoche... no debía de sacarme lo de anoche de la mente.
Estuve a punto de besarlo, eso no estaba bien, dios mío no, pero se sintió bien.
Y el que me escuchara y me prestara tanta atención anoche, sin duda me hizo sentir muy bien, aunque me repetí una y otra vez que eso no estaba bien no podía sacarlo de mi cabeza.
Soy muy idiota.
—Gracias— le regrese una sonrisa y voltee a verlo, él me sonrió de forma coqueta y no pude evitar reír.
Dios santo es muy guapo.
—¿Cómo... dormir... ustedes? —inquirió Louis llamando nuestra atención mientras nos indicaba cual mesa era la suya. Enserio parecía que se esforzaba para intentar hablar en español, Max pareció notarlo y volteo a verme antes de decir algo.
—¿Cómo se dice bien, gracias? —me pregunto con mucho interés y curiosidad.
—très bien merci et toi? —(Muy bien, gracias, ¿y tú?) Max se quedó sopesando lo que había dicho, más bien procesándolo, Louis nos miraba con curiosidad.
Le dije a Max palabra por palabra y la forma en que debía pronunciarla y después pareció entenderlo.
—Très bien merci et toi? —dijo al cabo de unos minutos. Su pronunciación no fue perfecta, pero para ser la primera vez fue mucho mejor que otras, no vacilo y parecía muy seguro de lo que hacía. Louis sonrió con algo de alegría inundando su rostro al ver que Max había intentado responder en su idioma.
—Trés bien, Merci—respondió y pauso buscando las palabras correctas para responder. —Yo... agradecer... que... hayan... voyagé... hasta acá— (Viajado) habló con mucha sinceridad en tono simpático.
—Viajado— le dije a Max por lo bajo y asintió.
—¿Puedes ayudarme? —me pregunto Max con cierta preocupación y yo asentí. —Puedes decirle que muchas gracias a él y que siento mi pésimo francés— le sonreí levemente.
— Max dit merci beaucoup et qu'il est désolé pour son mauvais français— (Max dice que muchas gracias a usted y que lamenta su pésimo francés) hable mirando en dirección de Louis quien me miraba atentamente. Luego sonrió abiertamente.
—Ce n'est rien, sérieusement merci beaucoup d'avoir voyagé ici— (No es nada, en serio muchas gracias por haber viajado hasta acá)
────•: ☽ ∙✦∙☽:・────
Después del desayuno como Max dijo le indicó a Kelly y a Sean que nos llevaran al museo del Louvre. No hallaba donde guardar la emoción que sentía en esos momentos.
Estaba nerviosa y emocionada porque después de varios años conocería uno de los lugares que siempre quise conocer.
En este lado de la ciudad había más tráfico. Sean le dijo a Max que nos sería imposible llegar al museo en la camioneta si el tráfico no mejoraba, pero que quedaba a dos calles de donde estábamos.
—¿Vamos? —cuestiono Max con curiosidad mientras abría la puerta de la camioneta y bajaba de esta. A Kelly y Sean no pareció agradarles la idea de que Max quisiera que llegáramos a pie, pero ninguno se atrevió a decirle algo.
Yo no me negué a bajar de la camioneta y cuando Max me tendió su mano para ayudarme a bajar la acepté gustosamente.
Fuera de la camioneta el aire era frío, había muchos autos esperando el pase.
—Los veo más tarde chicos— se despidió Max con saludo militar y una diversión contagiosa. —Me siguen y los despido— advirtió tomando mi mano nuevamente mientras me guiaba a la acera. Enserio parece que le causa mucha gracia el hecho de dejar a su seguridad ahí.
—Luces muy divertido— hablé llamando su atención, provocando que voltease a verme mientras caminábamos de la mano por la acera.
—Me divierte, es cansado tenerlos conmigo veinticuatro siete—respondió sin ocultar su diversión, no pude evitar sonreír mientras negaba con la cabeza.
En cierta parte lo entendía, en otra pensaba que si tenía guardaespaldas era por algo ¿no? Aunque es algo ilógico teniendo en cuanta que es un ser que sana en cuestión de minutos.
—¿Por qué te cuidan? —inquirí con curiosidad mientras que lo miraba en algunos breves momentos y en otros fijaba mi mirada en el suelo para no tropezar con algo o alguien. —Digo seguro debes de tener enemigos, pero eres un lobo—murmuré eso últimos y pude ver asomo de sonrisa en sus labios.
—Es irónico ¿cierto? Pero Alex insiste en que debes de estar conmigo, ya un par de veces he tenido problemas y he estado solo, ha sido difícil encontrarme en esos casos y si eso calma a Alex está bien— yo forme un "oh" entendiendo a lo que se refería o por lo menos eso creía.
Parecían ser muy cercanos, tanto que enserio me cuestione si no eran pareja.
—¿Seguro que son amigos? —Max ríos y negó con la cabeza como si no tuviera remedió.
—Es mi mejor amigo, es como mi hermano, así como él se preocupa por mi yo me preocupo por él— reafirmo lo que toda la semana me habían estado diciendo, bueno si ninguno mentía, su relación de amistad era muy digna de admirar, ambos parecían quererse con tal amor irrompible.
—Entiendo, aun así, creo que en otra vida fueron más que amigos— respondí y el rio suavemente.
—Tal vez en otra vida—pauso y luego me miro por unos segundos, sus iris bicolores me miraron con cierta emoción que ni siquiera puedo decir que fue, pero hizo que mi corazón latiera de tal manera que lo creía imposible, aun así, lo era. —sin embargo, en esta vida él está casado con él amor de su vida y yo...— cuando llego a la última palabra miro a otro lado y trago duro. —Non so cosa fare per farti piacere —(yo no sé qué hacer para que te guste) habló en su idioma descolocándome. No hablaba italiano, mucho menos lo entendía y que él me hablara en su idioma me ponía nerviosa, aunque no podía negar que su voz en italiano sonaba aún mucho mejor, más áspera.
La curiosidad invadió cada parte de mi mente, provocando que me preguntase que fue lo que dijo y que le preguntara a él que es lo que me había dicho.
—¿Qué dijiste? —inquirí llena de curiosidad. Max me sonrió con malicia, cierta sonrisa que hizo que mis latidos se aceleraran aún más de lo que ya estaban.
—Nada importante, tranquila— repuso con esa sonrisa, aunque realmente eso no me había quitado nada de curiosidad. Le di una mala mirada cuando no me quiso decir y eso solo hizo que su sonrisa se ensanchara.
Deje el tema ahí, decidí no darle más vueltas por más me preguntaría que era lo que había dicho.
Mientras caminábamos por la ultima calle que nos faltaba para llegar al museo -o eso es lo que me dijo Max- una ráfaga de olores inundaron mis fosas nasales.
Era diferentes olores, entre ellos resaltaba el olor a tomillo, el entre amargo y dulce olor del café recién hecho, y el pan, ese olor tan delicioso de que acaban de salir del horno.
Sin duda era de lo mejor.
Mientras seguíamos caminando por las calles ni pude evitar sentirme aún más emocionada, los latidos en mí pecho ni disimulaban nada, temía que mu corazón fuera a abandonar mi pecho e irse por ahí a vagar. Me concentré en otras cosas, como en no pisar los pequeños charcos de agua que había dejado la lluvia del día anterior y no arruinar mis botines.
Cuando por fin llegamos al Louvre lo único que nos separaba era la calle, aprovechamos que el semáforo estaba en rojo para cruzar.
—Parece que te va a dar un infarto—comentó Max mientras señalaba con la cabeza mi pecho, si seguramente estaba escuchando como mi corazón late a cada minuto, ni siquiera que él me lo dijera hizo que este parara de latir.
—Lo sé— tome aire para intentar articular más palabras—es que... es hermoso, siempre soñé con venir aquí y ahora...— me quede sin aíre mientras más nos acercábamos a aquella icónica de cristal.
Decían que aquella magnificas pieza contenía una estructura metálica con 603 rombos y 70 triángulos de vidrio laminado.
No podía creer que estuviera a pasos de estar frente a esa majestuosidad. No pude evitar dejar que mi emoción me carcomiera y soltar la mano de Max para acercarme más rápido a la pirámide, mientras esquivaba a algunas personas que iban y venían.
Cuando llegué a la pirámide me detuve unos metros frente a ella. Era gigantesca, majestuosa y hermosa, más allá de lo hermoso era fascinante.
No tenía palabras para describir lo que sentía en ese momento, era un millón de sentimientos que se arremolinaban en mi ser.
Y como si fuera magia las nubles grises se abrieron dejando paso a un rayo de sol que iba directo a la pirámide.
Sentía como el corazón se me iba a salir por la boca, como mi estómago se había revuelto por tantos sentimientos encontrados en ese momento y mis manos temblaban de los nervios y la emoción.
—Te encontré— murmuró Max tras de mí y se colocó a mi lado. Yo ni repare en voltear a verlo, seguía apreciando cada parte de la pirámide como si quisiera recordarla.
Estoy aquí, Jay Jay, ¡Mira!
De vez en cuando tomaba respiraciones calmadas y pausadas en un intento de controlar mi nerviosismo, pero era en vano.
—Es... tan increíble— murmuré en tono bajo, pero claro, Max escuchó. Aun así, no dijo nada, solo guardo silencio mientras admiraba la pirámide.
—Entonces, ¿te gusta el arte? — interrogó Max a mi lado. Por primera vez en esos minutos voltee a verlo.
Decir que me gustaba realmente se quedaba corto, desde pequeña había tenido una fascinación por los cuadros de Frida Kahlo que mi abuela guardaba en su sótano. De ahí comencé a buscar más y más hasta que un día decidí pintar, guiándome por distintos estilos hasta encontrar el mío.
Hasta que sólo quedó en el olvido.
—Mucho— confirme con una sonrisa nostálgica, una parte de mí quisiera volver a pintar, a pasar horas metida en esas cuatro paredes solo con lienzo, los pinceles, las pinturas y yo. Aunque no sabía con certeza si alguna vez me atrevería a tomar el pincel del nuevo.
—Supongo que entonces pintas, dibujas o algo— expresó Max mientras emprendíamos nuevamente la caminata hacia dentro de la pirámide para entrar al museo.
—Pintaba, hace mucho— respondí mirando mis zapatos.
Recordé lo que era pintar, cada parte, cada movimiento de muñeca que hacía sobre el lienzo, la forma en la que el pincel se deslizaba sobre este.
—Me gusta Van Gogh, sus obras son hermosas, la forma en la que intentaba que su tristeza se viera reflejada en su arte, o como es que le daba ese aire de misterio a la vida como resultado obteniendo una mágica solución abstracta e imprescindible casi indescifrable, que a pesar de usar siempre colores llamativos y vibrantes sus pinturas nunca dejaban de gritar que se sentían en una soledad absurdamente miserable— Max se quedó en absoluto silencio, no supe si me había prestado atención o no, o si tal vez ya lo habría cansado.
Ojalá pudiera borrar lo que había dicho, ¿porque no existía un botón en el que pudiéramos borrar partes vergonzosas o dolorosas de nuestra vida?
—¿Es lo que tú piensas? — preguntó de repente, sacándome de las profundidades de mi mente. Asentí. —Wow. De verdad es... increíble la forma en la que vez el arte— respondió con una leve sonrisa —Para la próxima pensaré en Ámsterdam, he escuchado que allá está el museo de Van Gogh— no pude evitar sonreír por eso último que dijo.
Me sentí bien en ese momento, él me había escuchado, si lo había hecho y no podía negar que tener a alguien me que escuchara se sentía bien.
—Y bien, dime ¿Qué más piensas del arte? —preguntó mientras entrábamos al primer piso del museo. Nos acercamos a la recepción a tomar un mapa del museo y emprendimos nuestro camino.
—Es una forma de expresión y liberación, muchas veces los artistas reflejan sus sentimientos en sus obras, ya sean pinturas, música, poesía, lo que sea, de alguna forma hay esa expresión artística que logra captar los sentimientos, con los que las demás personas pueden sentirse identificados— explique mientras caminábamos, mis ojos estaban puestos en el mapa que tenía en mis manos, Max solamente me seguía y escuchaba con suma atención.
—¿Por eso te gusta tanto Van Gogh? ¿Te identificas con su tristeza o melancolía? —yo fruncí el ceño y volteé a verlo. Sonaba tan tranquilo que me fue difícil creer que había preguntado aquello y de cierta forma no fue pregunta, más bien había sido alguna afirmación inconcreta que esperaba que yo le confirmara.
Y si, tenía razón en cierta parte, pero no solo por eso me gustaba Van Gogh.
—Sí, aunque también si prestas atención te darás cuenta de la profundidad que hay en alguna de sus obras, en sus autorretratos por ejemplo, la profunda tristeza que había en sus ojos, o como los girasoles, eran sus flores favoritas utilizo diferentes tonalidades de azules, creía que el amarillo era el color de la felicidad, incluso el almendro en flor, lo pinto con gran emoción para regalárselo a su hermano—pause y le señale un pasillo donde teníamos que girar —yo creo que sus pinturas eran un escape, una liberación a esas emociones, ya que teniendo una depresión severa y estando solo ¿Quién no buscaría una forma de desahogarse? —inquirí mientras arqueaba una ceja y le indicaba a Max donde teníamos que dar vuelta para llegar a él área de las estatuas que estaba situada en el primer piso.
Max se quedó unos segundos procesando todo lo que yo había dicho.
—Wow, en realidad nunca lo había visto de esa forma— expreso mirándome con cierta curiosidad.
—¿Qué es lo que tú piensas del arte? —pregunte mientras veía el nombre de la sala a la que íbamos a entrar.
La emoción aún estaba en mi sistema, solo que el ir hablando con Max me tranquilizaba un poco. Mientras más caminábamos por esos largos y extensos pasillos blancos podía sentir como mis latidos se aplacaban, cada parte del museo era gigante y tenían detalles de sobra.
Cuando entramos a la sala donde estaban las esculturas no pude evitar sorprenderme por lo grande que era aquella sala, miré a todos lados dándome cuenta de lo gigantesco que era ese sitio.
Admire cada detalle, desde las columnas hasta los arcos en el techo. Era grandioso.
—Para mí el arte es todo aquello que no tiene explicación y es hermoso por naturaleza— explico Max a mis espaldas. Yo me giro a verlo con una sonrisa en el rostro. Este lugar era perfecto.
—¿A qué llamarías arte? —le pregunte esperando una respuesta en concreto, alguna obra que tal vez el conociera o que se yo, suponía que Max sabía de arte.
Él sonrió cautivado por algo.
—No lo sé con certeza, son muchas cosas— respondió con cierto tono cautivador que hizo que mi pecho se contrajera. —Yo por ejemplo soy una— no pude evitar reír cuando se halago a él mismo, no cabe duda que tiene el ego por las nubes. Max sonrió con esa diversión empañando cada parte en su rostro, su sonrisa hacía que sus ojos se achicaran en cierta forma, también tenían un brillo un tanto peculiar.
Y a pesar de que fuera egocéntrico lo que había dicho Max una parte de mí pensaba que era cierto, parecía tallado por los mismos dioses, cada parte en su rostro, tan perfilada y perfecta que bien podríamos decía que tenía la belleza de adonis, tal vez la furia de hades y la vanidad de apolo, con ese toque de oscuridad y misterio del que tanto habla Poe en sus poesías. Aunque había algo en su mirada que yo misma había visto tantas veces a este punto tal vez ya era fácil identificarlo, lo había visto en los mismos cuadros de Van Gogh y lo veía cada mañana en el reflejo de mi espejo; tristeza.
A pesar de que parecía divertido muy en el fondo de su alma había tristeza, una tristeza contenida y agónica que conozco perfectamente para mi desgracia.
—Me miras como experimento de ciencias, ¿Qué pasa? —interrogo Max llamando mi atención, haciéndome salir de mi trance.
—Nada— respondí con tranquilidad, alejando de mi mente todas las ideas en las que había divagado. —Vamos, por acá esta la venus de milo —le dije haciéndole una seña con la cabeza para que me siguiera. No dijo nada sobre lo otro y solo me siguió por el pasillo.
────•: ☽ ∙✦∙☽:・────
Max me siguió por todo el museo como si fuera mi niñera, ya que yo me entretenía a cada nada con cualquier obra de arte. Al final había decidido dejar el mapa ya que era más frustrante intentar guiarme que solo buscar. Así que eso solo le complico más la vida a él. Aun así, me siguió incluso ato un globo —que habíamos conseguido en la tienda de regalos cabe mencionar— color amarillo a mi muñeca con el fin de que si me perdía entre tanta gente por lo menos el sabría que seguía andando por ahí gracias al globo.
Si, muy infantil cabe decir, pero me había sentido como una niña pequeña en la sección de juguetes y él me había tenido demasiada paciencia, me sorprendía.
En otro caso yo le contaba alguna de las historias de las pinturas y sus creadores, él me escuchó atentamente e incluso me hizo preguntas que le habían generado curiosidad haciéndome saber que si me estaba escuchando cada que hablaba.
No podía definir lo que sentía en ese momento, esa calidez que abrazaba mi corazón y esa felicidad que sentía en ese momento que sabía perfectamente que muy pronto terminaría, pues las cosas buenas nunca son para siempre.
—¿Te ha gustado? —pregunto Max mientras esperábamos a que Sean y Kelly llegaran, le habían dicho a Max que estaban a dos calles, donde nos habían dejado en la mañana.
Habían pasado ya muchas horas, enserio, el sol ya estaba poniéndose, hacía más viento y algunos establecimientos ya comenzaban a encender las luces de sus negocios.
El aire invernal revolvía mi cabello y me causaba algo de frío, pero ignore eso cuando Kelly aparco frente a nosotros.
—Me encantó— le respondí a Max mientras él me abría la puerta de la camioneta y luego me tendía la mano para ayudarme a subir.
—Primero iremos al hotel, ¿cierto señor? —inquirió Sean mirando por el retrovisor. Max asintió lentamente y una parte de mí se apagó cuando no dijo nada más. No pude evitar sentir esa recaída de ánimo al darme cuenta que no iríamos a la torre, seguro ya estaba hastiado de pasar todo el día conmigo, no lo podía culpar, no me paraba la boca.
El camino al hotel se me hizo eterno.
Cuando por fin llegamos Max me ayudo a bajar de la camioneta, lo espere por mera cortesía ciertamente, mis ojos escocían.
Por lo menos ya había conocido un lugar al que quería ir, pero quería ir a la torre. Max termino de decirle no sé qué cosa a Kelly y luego subimos a nuestras respectivas habitaciones.
Me adentré en mi habitación y me quité los botines en la entrada ya que no los aguantaba un minuto más. Me dije a mi misma que también estaba muy cansada como para salir, aunque fue más como mentalización.
Antes de que pudiera dejarme caer en la cama fruncí el ceño al reparar en lo que había sobre la cama.
Por venir con mis tristezas no había notado que en mi cama había una caja color negra, era de zapatos, a un lado de esta había un hermoso vestido lleno de brillos de color verde esmeralda. Tomé el vestido con cuidado y lo extendí bien.
Era de manga larga y cuello alto, llegaba por encima de las rodillas y era hermoso. Me quede sin palabras. Luego abrí la caja de zapatos encontrándome con unas botas altas color negro, parecían de terciopelo y presentía que llegaban a arriba de la rodilla.
Dios. Mío.
Y había una nota al lado.
Espero que una hora sea suficiente para que te arregles, te veo abajo.
Max. No tenía duda de que él lo había hecho, sino ¿Quién más?
Un foquito se prendió dentro de mí e instintivamente llevé mi mirada al jarrón de flores de en la mañana, recordé la caligrafía tan perfecta y luego conecté los hilos.
Max.
No pude evitar sentir como el calor se expandía por mi pecho, pero una parte de mí se sentía mal, culpable, que no merecía esto.
No. No. No. No puedes pensar en eso Jules, aléjalo, piensa en cosas buenas.
Mi respiración se estaba tornando más rápida cuando lo note e instintivamente tome aire.
No pienses en eso, solo piensa en que vas a ir a la torre.
Miré nuevamente el hermoso vestido color esmeralda y tomé un suspiro.
Yo puedo, solo fue un mal rato, nada es para siempre.
Me negué rotundamente en estos momentos a pensar en cosas malas así que fui directo a la ducha y puse música a todo volumen con mi teléfono, en un intento de acallar los murmullos de mi mente, la única forma de acallar esa voz interna que me recordaba lo miserable que era.
En mi lista de reproducción solo había música animada, no necesitaba música triste, no en este momento. Una vez leí que la música que escuchábamos a día a día influye en nuestro estado de ánimo y si me lo preguntaban yo creía eso, porque la sola letra de alguna canción animada podía mejorar mi humor, mientras que cuando estoy triste suelo escuchar música mucho más triste para llorar con más fuerzas, algo masoquista tal vez, pero me funciona como liberación de emociones.
This is my kingdom come
This is my kingdom come
When you feel my heart, look into my eyes
It's where my demons hide
It's where my demons hide
Don't get too close, it's dark inside
It's where my demons hide
It's where my demons hide
At the curtains's call
It's the last of all
Demons era la canción favorita de Emerald, podía recordarlo, ella ama esa canción con palabras tristes y letra arrolladora que provoca miles de emociones en ti si le prestas suma atención.
Eso me decía Emerald. Por mi lado me gustaba y no le prestaba a tención a la letra melancólica. Me gustaba y ya.
Cuando terminé de ducharme salí al baño y vi que me quedaba media hora. Me apresuré lo más que pude, pero tampoco hago milagros.
Tan rápido como pude me vestí y sequé mi cabello.
Mire mi reflejo al espejo. Me veía pálida, nada fuera de lo normal, el increíble verde esmeralda contrastaba con mi piel y cabello. También combina con mis ojos. El vestido se ajustaba perfectamente a mi cuerpo, no me quedaba grande ni pequeño, era perfecto, me pregunte como Max había descubierto mi talla, pero mejor deje eso para luego ya que casi no tenía tiempo. Me apresure a maquillarme, aunque no fue mucho, no me gustaba sobre cargar el maquillaje.
Mire mi cuello con cierto dolor, no había marca alguna de la mano de Josh, pero aún se sentí como si me tomara del cuello, más cuando estaba en soledad.
Estoy bien, estoy bien.
Me dije unas cuantas veces a mí misma antes de terminar por pintar mis labios. Cuando terminé me puse las botas de prisa, ya había pasado la hora. Tome mi pequeño bolso de mano y de no haber sido porque era la primera vez que andaba en unas botas como estas habría corrido, pero no quería caerme ni hacer el ridículo tan rápido.
Sentí que había olvidado algo, pero ni siquiera supe que.
Me adentré en el elevador agradeciendo que una pareja francesa me había visto y detuvo el elevador antes de que terminara de cerrarse por completo.
—Merci— Agradecí a la mujer con una sonrisa amable la cual ella me regreso del mismo modo.
Lup dup. Lup dup. Lup dup. Lup dup. Lup dup. Lup dup.
Podía escuchar mi corazón golpeando con fuerza en mi pecho, mis nervios habían salido a flote después de que había entrado al elevador.
No tiene nada de malo salir con Max.
Me repetí un par de veces antes de que las puertas se abrieran en el estacionamiento.
Que romántico.
No. No tiene que ser romántico así que está bien, Max es mi amigo y mi jefe cabe recalcar.
Pude ver la blanca cabellera de Max resaltar en la parte trasera de la camioneta, tenían la cajuela abierta. Antes de que me acercara más escuche como si sacaran algo de alguna bolsa y Max se acercó con un abrigo en manos.
No evite reparar en él. Llevaba unos pantalones color beige, eran de vestir, el mismo tono del abrigo y debajo de este llevaba una polera de manga larga color negro que combinaba con sus zapatos y el reloj que decoraba su muñeca derecha.
¿Por qué tiene que ser tan atractivo?
Max termino por acercarse a mí, aun con las botas él seguía siendo aún más alto que yo, pero ya tenía una ventaja.
—Señorita Elijah, luce muy hermosa esta noche— halago en un tono suave y encandilado a la vez, lo que me hizo fruncir el ceño. Max me tendió su mano desocupada y sin dudarlo la tome. Me hizo dar una vuelta y no pude evitar reír. —Decisamente bello—(Definitivamente hermosa) murmuró en un tono más ronco y más bajo, su voz en italiano provocaba cierto cosquilleo en mí. Seguramente lo habría dicho más para él que para mí, pero logre escucharlo, sin embargo, no entendí lo que dijo.
Max me dio una sonrisa de boca cerrada y miré sus ojos por un momento. Desearía saber que es todo lo que pensaba en ese preciso momento.
—Por cierto, Kelly olvido dejar esto en tu habitación hace rato— repuso mostrándome el abrigo negro que llevaba en las manos.
El abrigo, claro, eso es lo que había olvidado.
—¿Me ayudas por favor? —pregunte en un tono bajo y Max asintió levemente y acepto mi bolso de mano cuando se lo tendí. Me gire para ponerme el abrigo mientras Max me ayudaba sosteniéndolo.
Cuando por fin me lo puse sentí un escalofrío al sentir su tacto tan cerca de mí. Me saco el cabello del abrigo, ya que este había quedado debajo de la tela cálida que ahora me mantenía más abrigada.
—Gracias—murmure mirando por encima de mi hombro, me las arregle para poder mirarlo, ya que es bastante alto.
Max me dio esa sonrisa de labios cerrados nuevamente.
—No agradezcas— respondió con calma, yo aún sentía los latidos de mi corazón retumbando en mis oídos.
Termine por darme vuelta.
—Max yo te pagare todo esto cuando regresemos— asegure y el me miró como si lo hubiera bofeteado.
—Cariño, es un regalo y no hay devoluciones ni pagos— respondió y luego sus ojos brillaron y abrió la boca para decir algo, pero finalmente negó con la cabeza y se guardó lo que sea que haya pensado —Vamos, se hace tarde— dijo haciendo una seña a la camioneta donde nos esperaba Kelly y Sean. Asentí levemente y acepté u mano cuando me la tendió para ayudarme a subir a la camioneta. Finalmente, el subió a la camioneta y se sentó a mi lado en silencio.
Kelly puso el auto en marcha sin esperar que Max dijera algo más. Salió del estacionamiento con rapidez y una gran habilidad para manejar, yo ni en cinco años hubiera logrado eso, ni siquiera sabía manejar bicicleta, mucho menos un auto, aunque mis peticiones de que me enseñaran a manejar siempre habían sido rechazadas, Andreu y Jasón lo habían intentado un par de veces, aunque no se me grabo mucho, pero peor era nada.
Mis nervios se aplacaron un poco durante el camino, ahora esta vez Kelly había tomado un camino diferente que el de anoche. Por las calles había muchos más establecimientos con muchas luces decorativas y ese aire romántico contemporáneo que se sentía tan parisino. Había muchas parejas que iban y venían tomadas de la mano caminando por las aceras y sonrisas en sus rostros.
Y qué decir de los autos, había demasiados en la calle, algunos eran autos clásicos, aunque lo que más se veían eran Mercedes, BMW, Aston Martín entre muchos más autos de lujos y camionetas de seguridad.
Unos cuantos minutos después llegamos a la avenida principal que era donde estaba la torre Eiffel, pude ver aquella estructura desde la ventanilla, a pesar de estar a unos metros no dejaba de ser imponente y gigantesca. Las luces opacas en color naranja la iluminaban de inicio a fin y desde ahí no podía ver muy bien donde terminaba.
Aun lado de la torre se encontraba el rio Sena y algunos barcos de turistas estaban ahí.
Mientras más nos acercábamos mis nervios eran reemplazados por la emoción. Kelly detuvo el auto hasta donde era permitido. Estábamos a unos metros de la torre. Max abrió la puerta y bajo de la camioneta seguido de mí.
Había muchas personas que iban hacia la torre y otras que ya venían de ella. Antes de que pudiera comenzar Max me tomo de la mano impidiendo que me fuera y me perdiera entre tanta gente. Le dijo algo a Kelly y Sean que no preste atención mucho menos escuche y luego se acercó por completo.
Me dio una leve sonrisa y luego empezamos a caminar.
No soltó mi mano durante todo el camino a la torre. Lo agradecí, de no ser así me hubiera perdido entre demasiadas personas.
—Hoy no llevas tu anillo— habló Max sacándome de mis pensamientos y ensoñación, instintivamente llevé mi mirada a mi mano que estaba entre la de Max. Hice una mueca.
—Demasiado feo para llevarlo siempre— respondí y el soltó una sonora carcajada que lleno mis oídos e hizo que mi corazón latiera con más fuerza de la que podría decir. —Todo esto es hermoso—hablé cambiando de tema con rapidez mientras veía a todos lados menos a él.
—Y no has visto la mejor parte— respondió y eso hizo que lo mirara.
—¿Cuál es la mejor parte? —pregunte llena de curiosidad y él se dio cuenta.
—El lugar donde cenaremos— pauso viendo que yo fruncí el ceño, ¿Qué podía ser mejor que esto? —He oído mucho de ese restaurante, supongo que tú también, es Julio Verne— mi cara fue todo un poema, no pude evitar mirarlo sorprendida.
Para entrar a ese lugar tenías que reservar con tres meses de anticipación o eso decía mi madre, además de que era un lugar casi exclusivo por la vista y casi por todo. Dios mío.
—Debes de reservar con tres meses de anticipación ¿Cómo? —pregunte llena de confusión mientras seguíamos caminando.
—Tengo contactos cariño— respondió y yo aún lo miré sin creerlo.
Sin duda alguna Max era increíble.
—¿Si te gusta? Digo si no quieres podemos cambiarlo y...— lo paré antes de que siguiera.
—Max esto... esto es genial, es increíble— le dije aun sin poder creerlo.
Era demasiado bueno para ser real.
—Espero que estés disfrutando todo esto, con otra persona no hubiera hecho nada de esto— murmuro lo último muy bajo, tanto que casi no lo escuche, pero lo hice y pare en seco volteando a verlo.
—¿Estás haciendo todo esto por mí? —cuestione mirándolo, sus ojos me miraron unos segundos más como si detallaran cada parte de mi rostro, mi corazón latía con fuerza y prácticamente la torre estaba a dos metros de nosotros.
—De hecho, si— admitió y no pude evitar sentir la necesidad de abrazarlo y tampoco pude contenerme.
Así que lo hice, lo abrace pasando mis brazos por su abdomen y tomándolo de sorpresa, pero segundos después rodeo mi cuerpo con sus brazos.
Apoyé la cabeza en su pecho y hablé.
—Muchas gracias, enserio, esto... esto es demasiado, nunca nadie había hecho tanto por mí—murmuré sintiendo que las lágrimas iban a invadir mis ojos. Max acaricio mi cabello con cuidado.
Podía escuchar los latidos de su corazón y podía decir que iba igual o más rápido que él mío y eso me reconforto un poco.
—No me agradezcas, no mereces menos— repuso con calma. Me separé un poco de él para verlo mejor y no pude evitar mirar esos atrayentes ojos bicolor, eran hermosos, la diferencia en el color de sus iris y la combinación tan rara y perfecta que había entre sus ojos, su cabello y su piel.
Mirándolo más de cerca me di cuenta que tenía un pequeño lunar cerca del rabillo del ojo, casi imperceptible, pero ahí estaba. Nos miramos unos segundos más, luego aclaro su garganta.
—Vamos, solo hemos desayunado y si te soy sincero yo tengo hambre— comentó con un tono divertido al final y no pude evitar reír. Asentí dándole la razón y comenzamos a caminar nuevamente.
En toda esta semana que había trabajado para Max y Alex me había dado cuenta que Max no se perdía ninguna comida, enserio, era algo estricto con las comidas, me sorprendió que hoy a medio día no hablara sobre ir a comer o algo, tal vez el lío que teníamos con las horas de diferencia.
Pero normalmente Max no se saltaba ninguna comida, por lo menos de las que yo lograba darme cuenta en la oficina.
En la mañana Alex me llevaba un vaso de café y un cup cake de vainilla, a Max le llevaba un vaso de té de manzanilla o té verde con un sándwich de jamón y queso. A medio día come cualquier cosa que no incluya pescado, cebolla, lechuga, pollo y un sinfín de más vegetales, normalmente come ensalada de atún, pasta, macarrones con queso, sushi (sin pescado) y acompañado de algún té helado. Es demasiado quisquilloso con la comida, no se podía negar, pero no lo juzgaba por tener un paladar de un niño de cinco años, incluso llegaba a ser divertido.
Al estar frente a la torre no pude evitar sentirme muy pequeña frente a aquel gran monumento, era irreal el que estuviera aquí, de pie frente a la torre.
Después de unos segundos más Max me guio por uno de los costados de la torre hasta que llegamos a la entrada del restaurante, aunque en realidad era la entrara a un elevador donde arriba ponía "Les Jules Verne" sobre una carpa verde.
—No te dan miedo las alturas ¿O sí? —preguntó Max antes de que subiéramos al elevador. No pude evitar reír ante su pregunta.
Era gracioso siendo sincera.
—¿Me lo preguntas ahora? ¿Después de más de seis horas en un vuelo transatlántico a no sé cuántos millones de metros sobre el mar? —Max se pasó la mano por el cuello y asintió dándome la razón.
—Buen punto— respondió antes de presionar el botón del elevador.
Unos minutos después ya nos estaban acomodando en una mesa con vista directa a todo parís. Era hermoso sin duda alguna.
────•: ☽ ∙✦∙☽:・────
Esa noche descubrí un poco más de Max, al igual que también me olvidé de gran parte de mis problemas.
Max me contó que estuvo casado años atrás, que tenía dos hijos, incluso sobre sus perros, mientras yo le conté un poco sobre mi vida, como porque decidí estudiar administración, le conté un poco sobre Jasón y mis demás hermanos.
Descubrí que el color favorito de Max es el verde, que no le gusta para nada él café, también que le gustan algunas canciones de Kiss, Queen y The Beatles.
Pero la noche termino antes de lo esperado, Max recibió una llamada de Alex, no sé qué fue lo que le dijo. A pesar de que Max dijo que no pasaba si pasaba algo, ya que tuvimos que regresar antes al hotel, el ambiente había cambiado de un todo a todo, él estaba tensó.
Llamó a Kelly para que fuera por nosotros y le dijo que regresaríamos esa misma noche a Montreal, no dijo el motivo ni nada de eso, también que regresaríamos en un vuelo comercial.
Y así se terminaba el encanto en una noche tan linda, aunque no podía negar que, aunque eso haya pasado mi estado de ánimo seguía intacto.
Después de tanto tiempo esa noche sentí la felicidad nuevamente.
Gracias Max.
────•: ☽ ∙✦∙☽:・────
Max
Horas después.
Mis nudillos estaban cubiertos de sangre y algunos moretones que ya se estaban dispersando, pero la sangre no era mía y estaba muy lejos de serlo.
Saque uno de los cigarros que había en el bolsillo de mi pantalón y tome el mechero para encenderlo. Kelly seguía conduciendo a mi lado en silencio, mientras miraba la ruta que había colocado en el GPS para que nos llevara a la zona más alta del rio Sena.
Abrí un poco la ventanilla de la camioneta solo para dejar que el humo saliera y no se impregnara en la camioneta.
Hijo de puta, hijo de puta, hijo de puta.
Si pudiera volver a matarlo lo haría, tal vez no debí hacerlo ahora, no aquí, no con tan poco tiempo, hubiera sido mejor haberlo hecho en Montreal, tomarme mi tiempo y hacer que hablara, pero la paciencia no es mi mejor aliado.
Había confiado en el estúpido de Sean y así era como termino, en la cajuela de la camioneta, lleno de sangre y con un futuro próximo a que sus extremidades sean llevadas por las corrientes del rio Sena.
Inhale una vez más el humo toxico del cigarro, disfrutando de la calma que recorría mi cuerpo en ese instante y escuchando como los gruñidos de Malik me decían que no estaba contento con que fumara, pero es mi cuerpo, yo sabré que le meto.
—No, nos dijo nada—gruño Malik molesto y lo entendía, yo también sentía esa molestia, pero ahora decidía no concentrarme en ella.
—¿Viste lo hermosa que se veía? —interrogué. No podía dejar de pensar en Jules, como el vestido se pegaba perfectamente a su cintura y cadera, el brillo en sus ojos color esmeralda, sus labios rojos.
Maldita sea. Estaba más jodido de lo que yo pensaba y con cada intento de resistirme a esos sentimientos Malik se distanciaba más de mí, además de que no funcionaba, porque cuando creía que lo tenía controlado el sentimiento resurgía más fuerte y asfixiante.
—¿Cómo lo dejaremos? —pregunto Kelly curioso. A comparación de mí él iba impecable, su ropa no llevaba ni una sola mancha de sangre.
—En pedazos, supongo— respondí con calma mientras sentía su mirada sobre mí.
Si... tal vez mis métodos no le gustaban del todo a Kelly, tampoco es que me importara mucho, no necesitaba su autorización, pero tenía buenos consejos que darme, aun así, mis métodos eran míos, yo sé cómo me deshago de un cuerpo en un país desconocido y ya.
En mis planes nunca estuvo asesinar a uno de mis guardias... pero fue un estúpido y más allá de estúpido.
Eso me preocupaba un poco, no Sean ni haberlo matado, nada de eso. Lo que me preocupaba era como lo tomaría Jules, en algún punto de nuestra... relación si es que llegaba a eso —que yo me voy a asegurar de que llegue a eso— total, el algún punto ella tendría que saber y darse cuenta de que he matado gente, tal vez gente que merece una segunda oportunidad a la cual sinceramente me parece un desperdició dársela.
Si ya te traicionaron una vez nada les costara hacerlo una segunda.
Cuando llegamos al rio me di cuenta que era la parte más alejada de la ciudad, no había nadie y estaba en silencio. Podía escuchar solo el rio y nuestras respiraciones.
Bajamos de la camioneta y Kelly dejo las luces encendidas para poder ver lo que íbamos a hacer.
Abrió la cajuela y yo me acerqué a bajar el cuerpo inerte de Sean. Lo lancé sobre el suelo y solté un suspiro mientras Kelly cerraba la cajuela.
El aire estaba mezclado con un olor más intenso y más fresco, supuse que comenzaría a llover en unas horas más. Tenía que apresurarme.
Kelly levantó el cuerpo y lo llevó al frente mientras que la grava crujía debajo de nuestros zapatos, la corriente del rio y los búhos eran los únicos sonidos que se escuchaban esa noche.
Oscile un par de segundos sobre si lo que había hecho estaba bien (cosa que nunca hago), pero lo estaba y si no, pues no importaba ya lo había hecho.
Me maldije mentalmente por pensar eso, ese no era yo, claro que no, yo nunca me detuve a pensar algo así, no lo iba a hacer ahora.
Terminé acercándome al cuerpo y me hinqué a su lado.
Tomé uno de sus brazos y solté un suspiró cansado. Ojalá no hubieras sido un traicionero hijo de puta, me caías bien.
—¿Quieres ayudarme? —le pregunté.
Kelly me conocía bien y yo a él solo que le preguntaba para molestarlo, el me miro con cara de asco y negó con la cabeza, sabía que el odiaba ver cuerpos despedazados y toda esa mierda, a pesar de ser un lobo le daba mucho asco a su parte humana, no podía decir lo mismo de mí, yo era más... inhumano podríamos decir.
Él hizo una mueva de asco antes se responderme.
—Claro que no— pausó y yo quebré el brazo izquierdo de Sean, ojalá estuviera vivo... maldita sea eso no era una tortura.
Kelly fue por una bolsa de basura que le había pedido que comprara una hora antes.
La sangre comenzó a salir del cuerpo de Sean, pensé que cuando había abierto su garganta había salido toda, pero al parecer me equivoqué porque esta no dejaba de salir.
Eso era un problema del que me encargaría después. Claro no había pensado en eso cuando quebré su brazo... pero ya lo estaba haciendo así que daba igual.
La sangre no me molestaba para nada, estaba acostumbrado a aquel líquido rojizo y espeso que muchas veces manchaba mi ropa o mis manos, además ¿Cómo me vería si me diera asco la sangre? Era un alfa respetado, eso no terminaría por algo así, había aprendido a controlar las arcadas a la hora de ver y olor sangre, ahora era algo tan normal que no me provocaba nada.
Lancé a un lado él segundo brazo g cuando Kelly regresó hizo una mueca de desagrado. Yo alenté mis movimientos a modo de molestarlo y él lo noto.
—Ya apresúrese antes de que vomité, alfa— se quejó y no evité reír. Duré unos minutos más descuartizando el cuerpo de Sean tan tranquilamente como si estuviera cortando carne para alguna comida, hice un mohín al pensarlo, eso sí era asqueroso.
Unos minutos más Kelly me dejo la bolsa para que pusiera ahí los restos. Sin más remedio arremangué las mangas de mi camisa para no mancharme aún más de sangre.
Termine haciéndolo y luego Kelly bajo la pala y le puso grava a la bolsa de la que estaba manchada de sangre solo para agregarle más paso y no saliera a flote tan rápido.
—A veces creo que nació para ser asesino en serie y no alfa—murmuró Kelly algo sorprendido. Yo me encogí de hombros restándole importancia mientras les hacía un nudo a las bolsas.
—Ser asesino en serie no está lejos de ser un alfa, Kelly, solo piénsalo— le respondí mientras seguía en mi labor. —Siendo alfa tienes que asesinar a quien te quiera asesinar o a quien dañe a tu manada o a las personas que quieres, tienes que defenderte, siendo alfa o no. No hay muchas opciones, matas y vives o perdonas y te matan— continúe mientras llevaba las bolsas al rio, según como iba la corriente irían rio abajo, además en unas horas podían encontrar las bolsas, de igual manera ya no estaría aquí.
Kelly se quedó unos minutos analizando lo que le había dicho y si lo pensábamos bien yo no estaba tan alejado de la verdad, puesto que era cierto.
────•: ☽ ∙✦∙☽:・────
Cuando terminamos regresamos al hotel, tuve que ponerme nuevamente el abrigo ya que por accidente y la culpa del muerto mi pantalón se había llenado de sangre, agradecí haber escogido ese abrigo ya que me quedaba largo y cubría parte del pantalón, no era buena idea entrar lleno de sangre a un hotel, menos francés.
Minutos después llegamos al hotel, Kelly entro al estacionamiento dando el ticket a la máquina que nos dejó pasar segundos después. Termino aparcando y después le dije en cuanto tiempo teníamos que estar en el aeropuerto. Subimos a nuestras habitaciones y fui directo a ducharme. Dure unos minutos quitando el resto de sangre de mis brazos dejando un color rojizo por la sangre y la irritación de mi piel.
Me puse ropa cómoda ya que supuse que ir en vuelo comercial sería aún mucho más cansado que ir en el jet. Tenía años que no volaba así ciertamente y me causaba mucha complicación tener que soportar más personas.
Termine de arreglarme y guarde mis cosas en la maleta para luego mandarle un mensaje a Kelly para saber si ya estaba listo. Me dijo que ya estaba subiendo sus cosas a la camioneta y llamando a la agencia donde Alex había rentados los autos.
Tomé mis cosas y salí de la habitación.
Toque la puerta de Jules dos veces.
—¡Voy! —grito Jules desde la habitación, podía escuchar sus pasos, como iba de un lado hacía otro seguramente recogiendo sus cosas. Me recargue en la pared esperando a que saliera mientras veía algunos emails que me habían llegado hace unas horas, los cuales había ignorado desde hace rato.
La puerta se abrió, su olor me golpeo como un balde de agua helada.
Menta, chocolate, tierra mojada y su perfume floral, al cual ya me había acostumbrado —aunque a mí no me gustaba mucho el olor, pero no me quejaba— voltee a verla, no pude evitar verla de pies a cabeza, llevaba ropa deportiva y mucho más abrigada, también llevaba el cabello en una tranza con unos mechones sueltos, se ve muy hermosa por la diosa, sus pecas relucían en su rostro gracias a que no llevaba maquillaje.
Guarde mi teléfono ignorando nuevamente los emails.
Nuevamente me cuestiones hasta donde llegarían sus pecas y lo jodidamente bien que se verían en su cuerpo.
Por mi salud mental aleje esos pensamientos y me concentre.
—¿Estás lista? — le pregunté con curiosidad. Ella asintió y luego entrecerró los ojos mirando un punto fijo de mi rostro, tal vez mi frente y cabello.
—Tienes algo en la frente— murmuró acercándose un poco a mí.
Podía escuchar el latir de su corazón la forma tan rápida y poco normal en la que latía mientras se acercaba a mí.
Y no podía echarle la culpa, yo estaba igual. Me ponía nervioso, hacía que mi corazón latiera de manera inusual, la forma en que me hacía sentir solo con tenerla cerca o si quiera me tocara y por supuesto la forma en que me ponía nervioso, nunca me ponía tan nervioso como cuando la tenía cerca.
Jules sé puso de puntillas quedando casi a mi altura apoyo uno de sus brazos en mí pecho y mi respiración falló, pero logré mantenerme serenó, aunque por dentro fuera un caos de hormonas y sentimientos.
Estúpido.
Estaba a escasos centímetros de mí, llevó su mano a su boca y mojó la punta de su pulgar para después llevarla a mi frente y tallar delicadamente.
—Ups parece que es un golpe y no una mancha— murmuró alejándose un poco de mí mientras me miraba —yo... lo siento creo que fue mucho atrevimiento y...— no la dejé continuar, cuando logré encontrar mi voz hablé.
—Es tan tierna— susurró Malik muy acachorrado.
—No tranquila, gracias—respondí intentando estar tranquilo e ignorando el hecho de que tenía un golpe en la frente, que seguro me hice mientras forcejeaba con Sean hace unas horas.
Jules me dio una sonrisa leve y bajo la vista evitando el contacto visual. Yo carraspeé y luego tomé mi maleta.
—¿Nos vamos? —pregunté alzando una ceja y ella asintió. —¿Te ayudo? — ofrecí señalando la maleta con la cabeza, negó con la cabeza.
—No gracias, lo hago yo— murmuró aun mirando el piso.
Sus latidos apenas se estaban regulando, no a lo normal, pero ya sonaban mejor que antes.
Eres tan ridículo, Max.
Ambos caminamos en silencio por el pasillo hasta llegar al elevador.
────•: ☽ ∙✦∙☽:・────
Horas después.
Decir que ya extrañaba Montreal era poco. La turbulencia me hacía hecho vomitar un par de veces durante el vuelo, mientras que el sueño se apoderaba de mí. Para mi buena suerte cuando llegamos aún era de noche, o eso pensé antes de revisar la hora y darme cuenta de que eran casi las cuatro de la madrugada.
Agradecí a la diosa que Kelly haya dormido las siete casi ocho horas de vuelo, para que él manejara. Ni la turbulencia había sentido el maldito.
Ambos bajamos las maletas mientras Jules caminaba a mi lado para ir al auto. No pensaba manejar hoy, era más posible que chocara por él sueño que me estaba matando a que llegara con bien al apartamento.
Además, iba cuidando de que Jules no chocara con nadie, iba más dormida que despierta y me cuestione si no era sonámbula ya que en realidad parecía que si seguía dormida mientras caminaba.
Ayude a Jules a subir a la camioneta mientras Kelly nos esperaba pacientemente, ella también parecía estar muriendo de sueño. Terminé de subirme a la camioneta y Kelly arrancó.
No pasó mucho cuando Jules se quedó dormida nuevamente y yo junto con ella.
Desperté por el ruido de las puertas abriéndose cerrándose. Kelly había bajado de la camioneta y por la poca iluminación que había supuse que era el estacionamiento de mi edificio.
Me estire en un poco para después bajar de la camioneta, miré a Jules quien seguía dormida sobre él asiento, dude respecto a lo que haría, no sabía si despertarla o llevarla arriba, maldita sea.
—Llevaré las maletas— me avisó Kelly yéndose hacia el elevador. Le respondí con un asentimiento mientras sacaba mis llaves.
Me acerque a Jules para bajarla de la camioneta, si despertaba pues la llevaba a su casa.
Cuando la tuve en mis brazos solo se removió un poco más no despertó. Cerré la puerta de la camioneta sin hacer demasiado ruido y después active los seguros con el pequeño mando que tengo en las llaves.
Camine por el estacionamiento con Jules en mis brazos. Si no estuviera lo suficientemente adormilado los nervios serían intensos, pero ahora ella estaba dormida y yo tenía mucho sueño.
Llegué al elevador agradecí que estuviera abajó. Entre y me las arreglé para presionar el botón del pent-house, lo complicado sería poner la estúpida clave.
Pasaron unos segundos para cuando llegamos a mi piso, en la pequeña pantalla de la puerta se activó el comando de números para poner la clave.
En pequeños movimientos cortos y rápidos fue como pude poner la clave, en ese momento odié el elevador.
Agradecí que las puertas se abrieran segundos después. Entre al apartamento siendo recibido por Bang me llego por atrás poniendo sus patas delanteras en mi espalda. Después llego Silent quien al verme simplemente se sentó mientras su cola se movía a ambos lados, Nala corrió con prisa chocando con mi pierna para después comenzar al saltar, al final llego Asterix, su cola se movía rápidamente pero simplemente se acostó junto a Silent, pero a diferencia de ellos se echó en su lomo en una clara petición de que le sobara la pancita.
—Esperen chicos—murmure mientras les pasaba por un lado para subir a mi habitación.
Subí con cuidado las escaleras para no caerme, cuando llegué al segundo piso vi las maletas afuera de mi habitación y la puerta entreabierta. Agradecí que Kelly me dejara la puerta abierta antes de irse. Entre en la habitación escuchando las pisadas de mis perros detrás de mí. Encendí la luz de la mesa de noche e hice a un lado las mantas para dejar a Jules en la cama. Después solo le quité los tenis y la cubrí con las mantas.
Fui a mi armario y encendí la luz de la pequeña habitación. Abrí la puerta corrediza de uno de los gabinetes y saqué una camisa de manga larga y un pantalón de chándal para dormir. Me quite los zapatos sintiendo la acolchonada alfombra debajo de mis pies.
Estar en mi casa era la gloria sin duda.
Me cambie la ropa que llevaba por el pijama y al final termine yendo al baño.
Me cepille los dientes y lave mi cara. Cuando salí a la habitación me quedé unos segundos observando por el ventanal. Tome mi laptop y los audífonos para ir a la sala.
Me imagine que Jacke y Alex estaban dormidos, porque ni siquiera se habían asomado.
Estando abajo me tumbe en el sofá quedando frente al ventanal que daba vista directa a otros edificios más pequeños.
Silent se echó sobre mis piernas y Asterix en mi pecho mientras que Nala se acostaba intentaba meterse a en mi camisa por un lado de mis costillas.
Como pude me acomodé con la laptop en el abdomen e intentando acariciarlos con la otra mano. Silent se durmió poco después sobre mis piernas y Asterix con la cabeza en mi pecho, supuse que Nala también se había dormido porque se había quedado quieta.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro