Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 01


Ojos Verdes

────•: :────

El dolor físico es molesto, pero el emocional es asfixiante.

—Una noche sin café

Max
Dos meses después

Su olor era tan exquisito, chocolate, menta y tierra mojada. Sus ojos parecían dos esmeraldas, igual de hermosas y brillantes. Su cabello era pelirrojo con un matiz anaranjado, se veía aún más claro con los rayos del sol, era largo y con algunas ondas medio onduladas.

Una extraña sensación se expandió por mi pecho, quemaba como el mismo fuego, me quitaba el aire y hacía que Malik aullara de dolor.

Los aullidos de Malik me despertaron. Lleve una mano a mi pecho sintiendo como mi corazón latía con fuerza contra mi caja torácica. Esa extraña sensación aún estaba en mi pecho, era molesta incluso incomoda.

—Parece que esta noche tampoco dormiremos, Mal— murmure a Malik en voz baja. El aulló nuevamente. Llevaba meses así, hoy no era la primera vez. Parecía sentirse agobiado, lo cual me agobiaba a mí.

No me gustaba ese tipo de sensaciones, me gusta tener el control, y este tipo de cosas me lo impedían, pero esto parecía ser algo de lo que no podía huir y Malik no lo controlaba mucho menos yo.

Terminé levantándome se la cama y mirar el reloj que estaba en mi mesita de noche.

03:33 es la hora que marcaba, ya ni me sorprendía que fuera la misma hora de siempre.

Tomé uno de los cigarros de la mesita junto con él mechero y salí al balcón. La luna parecía una mancha en el cielo ya que apenas iba en cuarto creciente, aun así, iluminaba parte de las penumbras de la noche, por alguna razón hoy no había ninguna estrella; tampoco me sorprendió.

Encendí el cigarro y lo llevé a mis labios para darle una calada, inhalando el humo amargo por mi boca llevándolo a mis pulmones, sintiendo como adormecía mi garganta en respuesta a lo fuerte que es el tabaco.

Malik gruñó molesto, odiaba cuando el humo entraba en nuestros pulmones, pero sabía que no iba a dejar se hacerlo.

—¿Por qué diablos la pusiste en vida si me la ibas a quitar? — gruñí con ira mirando hacia la luna. —Déjanos en paz, diosa, deja que Malik se tranquilice—gruñí nuevamente escuchando como Malik me gruñía a mí por mi insolencia, pero me daba rabia, ¿para qué mierda me hacía conocerla si no la iba a tener? ¿Por qué? Todo era mejor antes de conocerla, no necesitaba esa inestabilidad llamada mate en mi vida.

Pero ¿Quién mierda era yo para contradecir a la diosa? Un simple lobo estúpido.

Pase horas en el balcón intentando calmar a Malik, aunque ese nudo en mi pecho nunca se fue. Ya era algo normal, aun así, no dejaba de ser molesto e incómodo.

────•: ☽ ∙✦∙☽:・────

En cuanto amaneció decidí ir al entrenamiento con la manada para despejar nuestra mente un rato, pero eso no sirvió de nada.

Malik solo aulló adolorido todo el rato, sus aullidos me cansaban, el nudo en mi pecho pesaba, mi mente no me dejaba en paz y eso me frustraba, me molestaba a tal punto de que la rabia comenzaba a instalarse en mi pecho.

Así que cuando termine fui al gimnasio de la casa y me puse los guantes de box.

Me acerqué al costal que estaba más alejado de la entrada y comencé a golpearlo con fuerza, gracias a Alex que lo había acomodado de tal modo de que me fuera imposible arrancarlo del techo a golpes no me contuve a la hora de golpearlo.

Un golpe tras otro y así hasta que termine quitándome los guantes porque no me saciaba, no quitaba la ira contenida, ni la impotencia mucho menos el nudo.

Sus ojos verdes
Su melena pelirroja

Gruñí molestó en el momento en el que cerré los ojos y pude ver los suyos.

Seguí golpeando el costal con fuerza sintiendo al principio un poco de ardor y después se adormecieron por la fuerza que ejercía.

—Deja mi mente en paz maldita humana—solté con rabia dando otro golpe al saco de boxeo. Odiaba esta sensación, cada parte de ella, la forma en la que me hacía sentir, la forma en la que hacía sentir a Malik era detestable.

Lleve mis manos a mi cabeza frustrado y molesto. La sangre escurría de mis nudillos hasta mis codos y solo me molesto mucho más.

—Parece que la quieres matar— escuche a Alex detrás de mí. Golpeé un par de veces más el saco, como mi último intento de calmarme, pero cuando Malik aulló de dolor me detuve. Me acerque a Alex para tomar la botella de agua que me había traído.

—No quiero matarla, tampoco soy tan idiota como para no saber que la necesito, pero no me gusta cómo hace sentir a Malik—respondí antes de darle un largo trago a la botella hidratándome nuevamente. Deje de beber agua y tape la botella. —Es bastante familiar, se parece mucho a alguien... no recuerdo a quien— comenté mientras salíamos del gimnasio. Alex hizo un movimiento con la cabeza a modo de afirmación y duro unos segundos en hablar, como si meditara lo que me respondería.

—Sí, yo también sentí eso— afirmo y yo asentí. —Aún no hemos logrado encontrarla, es como si se hubiera esfumado de la faz de la tierra—murmuro en tono bajo mientras caminábamos por el pasillo.

¿Esfumarse? Pura mierda, ¿Cómo no pueden dar con una humana?

Solté una maldición mientras sentía la inquietud de Malik revolver mi estómago, sus aullidos eran lastimeros, como si lo estuvieran matando, a pesar de que él no lo creyera a una parte de mi le dolía escucharlo tan triste y lastimado y para colmo como si fuera poco también me sentía culpable.

No lo soportaba, tenía que hacer algo, tenía que encontrar a esa chica de ojos verdes... para calmar a Malik claro está, aunque también para que me deje convertir, estos últimos dos meses apenas y me habla y no me deja convertirme.

—Tenemos que regresar, tienes una entrevista con una chica para el puesto de administración— informo mi beta cambiando el tema antes de que empezara con mis exigencias.

Me detuve enfrente de la puerta de mi habitación y tomé la perilla.

—Bien, me ducho y nos vamos—respondí sin más remedio. A veces era agobiante ser uno de las alfas más importantes e intentar llevar una vida "tranquila" en la ciudad como un empresario, pero la empresa era lo que siempre quisimos o por lo menos lo que siempre quise, así que en ese aspecto no me quejo demasiado.

—Max puedo escuchar su llanto, su dolor es agobiante, está triste, muy triste—lloriqueo Malik por el lazo mental que nos unía. Una parte de mí sintió el pequeño impacto de emociones colisionando entre sí, pero no se lo diría a Malik, uno de nosotros tenía que ser fuerte o por lo menos fingir que lo soy.

—La encontraremos, Mal, tranquilízate—respondí cortando la comunicación. Aunque realmente no estaba seguro de lo que había dicho. Claro ya habíamos dado un gran paso en encontrarla ese día hace dos meses, pero no entendía, no tenía ni menor idea de cómo había salido de aquí, había lobos rodeando la casa y no había olor alguno más que el suyo.

Desde ese día había reforzado la seguridad de la casa.

Pero ya de que me servía si no sabía si iba a volver a verla, aunque tranquilizara a Malik diciéndole que la íbamos a encontrar no estaba seguro de que así fuera.

Muy pocas veces oscilaba en mis palabras y en mis acciones, pero en este momento enserio lo hice, dudé y no, no estaba bien. No tenía que hacerlo, siempre obtenía lo que quiero y ella no sería la excepción, si Malik iba a estar tranquilo con ella cerca la encontraría por él, para no escuchar su tristeza y nada más, no necesitaba otra mujer loca en mi vida con Lizbeth era suficiente.

Después de ducharme me puse un traje y me arreglé para llegar directo a la empresa, tenía muchas cosas que hacer durante el día y el llegar a Montreal ir al edificio y luego regresar a la oficina solo me quitaría tiempo que estoy perdiendo.

Tome mis cosas para irme. Salí de la habitación. Ya estando afuera me encontré a Alex saliendo de su habitación y le lancé las llaves de mi auto.

—Si manejo chocaremos, Malik no me deja en paz—comente suspirando de cansancio. Alex asintió.

—Malik quiere a su luna—se burló Alex y yo rodé los ojos.

—Y yo quiero muchas cosas que no puedo tener, la vida es injusta— le conteste mientras caminábamos por el pasillo para llegar abajó.

No había nadie en la casa cuando nos fuimos, lo agradecí, aunque siempre me despedía por pequeños -enserio pequeños- lapsos de tiempo no dejaba de sentirme nostálgico con cada despedida, por muy mínima que fuera.

Si me preguntan a mí, no me gustan las despedidas, prefiero irme sin decir adiós porque nunca se cuándo mi lado humano y sentimental pueda traicionarme e impedirme hacer muchas cosas.

Como irme de aquí.

A veces odiaba estar en esta casa, ni siquiera mil cambios y remodelaciones cambiarían lo que había pasado, nada quitaría su sangre del suelo y el olor de su perfume de flores silvestres impregnado en las paredes.

Y aunque quisiera mantenerme alejado siempre habría demasiadas cosas que me atarían a este lugar, que impedirán que me vaya para nunca regresar.

Otra punzada de dolor invadió mi pecho, hubiera deseado que fuera dolor físico ese siempre es más fácil de manejar que el dolor psicológico, y aunque el dolor no era mío no dejaba de asfixiarme haciendo que tuviera que aflojar mi corbata para sentirme algo de liberación.

Ambos subimos a mi auto mientras Kelly y Sean subían a la otra camioneta.

Alex me miró de reojo, confundido por lo que me sucedía. Ni yo lo entendía.

—¿Qué pasa? ¿estás bien? — cuestionó con un tono de ligera preocupación. Yo negué con la cabeza mientras tomaba aire.

Alex comenzó a manejar mientras esperaba una respuesta de mi parte.

Era una sensación de bruma la que me inundaba, como si mis sentidos estuvieran apagados o algo así, pero solo es una mínima parte de lo que siente la humana.

En ciertos momentos mi corazón se encogía y me hacía interrogarme una y otra vez sobre lo que le pasaba, últimamente el sentimiento era aún más fuerte que las primeras veces, me quitaba el sueño y las dudas surgían en mi mente haciendo que las voces no se callaran y que Malik lloriquee.

—Alfa háblame— pidió Alex y solté el aire retenido mientras abría la ventanilla dejando que el aire frío e invernal golpeara mi rostro.

—Estoy bien... solo es la chica— murmuré eso último mirando el paisaje, intentando encontrar algo en que centrar mi atención que no fuera esa bruma o las preguntas que mi mente me lanzaba a cada segundo.

Tome unas cuantas respiraciones intentando calmar a mi acelerado corazón y a un Malik muy desesperado por saber de su luna.

—Max... ella—murmuro Malik en un tono lastimero, tal vez al bordo del llanto y yo negué con la cabeza deseando que parase. Por primera vez deseaba que se calmará, que dejara de doler, que ella dejara de sufrir. Ojalá existieran los milagros.

—Malik cállate por favor, lo sé— respondí mientras seguía tomando largas respiraciones, esto me estaba costando mucho, no entendía que era lo que pasaba, porque había tantos sentimientos. No me gustaba para nada, prefería no sentir nada a seguir en este constante descontrol emocional.

¿Podía rechazarla? No, claro que no, Malik se pondría muy mal, además no podía negar que esa chica era jodidamente hermosa, su cabello, sus ojos, sus labios, las pecas en su rostro...

Termine cerrando los ojos un momento mientras suspiraba.

—Tú también lo sientes, Max— me habló Malik. Es obvio, e incluso innegable no sentir algo por mi luna, además de que si mierda, era hermosa.

—Claro estúpido, no soy de piedra como para no sentir— Malik me gruño por insultarlo y yo reí entre dientes. Amaba molestarlo y a él le gustaba jugar.

Pude sentir como esa pequeña sensación se relajaba un poco y logré respirar en paz. Por fin.

Aun así, no quería aceptar que me preocupaba por lo que ella estuviera pasando.

—Jules Elijah es a quien entrevistaras— me informo Alex cuando me vio más tranquilo y yo voltee a verlo mientras fruncía el ceño.

¿Enserio? ¿Esa chica iba a pisar mi empresa? No la conocía, no tenía ningún interés en ella y mucho menos me interesaba conocerla. Después de mis pequeños problemas con Adrián Elijah me daba mucha curiosidad que hacía una Elijah queriendo trabajar conmigo, pero me iba a quedar con la curiosidad, porque no, no lo haría no iba a trabajar en mi empresa.

Estaba seguro que por competencia no era, Adrián y yo no estábamos en el mismo mercado, el importaba y exportaba armas a grupos militares de distintos países, mientras que yo me apasionaba por la tecnología, me gustaba crear cosas nuevas, reivindicar y cambiar lo normal a algo mucho mejor, más funcional y más efectivo.

Mis ideas muchas veces eran descabelladas, tenía una visión de mejorar muchas cosas con ayuda de la tecnología; como solucionar la hambruna perruna mundial, sonaba estúpido, pero no imposible.

Cuando llegué a Italia tenía doce años, a esa edad mi padre me regalo un auto de juguete a escala y una noche se me ocurrió que podía hacer que el coche no tuviera que usar gasolina real ya que en esos tiempo aun no existían las baterías, pase noches estudiando cada parte hasta que en una de ellas empecé a modificarlo, dure meses dentro de la cochera tomando prestadas las herramientas de mi padre sin que se diera cuenta porque seguramente me diría que me fuera a dormir y preocuparía a mi madre, pero después de un mes de arduo trabajo y noches en vela ese coche de juguete a escala se recargaba con luz solar sin necesidad de usar gasolina o algo que contaminara el medio ambiente.

Cuando llegue a los veinte estaba estudiando derecho, pero realmente odiaba esa carrera y ahora eran pocas cosas lo que recordaba —aunque también demasiadas cosas han cambiado desde entonces— pero bueno, regresando al tema, el primer auto que tuve lo modifique, lo más que pude en esos años, no había mucho que hacer lo más que pude fue modificar un poco su velocidad y hacer que fuera un poco más aerodinámico.

Si me lo preguntan a mí claro que estoy más satisfecho en estos años que en aquellos, digo en el año mil novecientos y pico no hay lo que ahora y si, es mucho mejor conducir un maldito Lamborghini que corre a 325 km/h que una carreta halada por caballos o autos que no pasaban de los 100 km/h.

Ciertamente no extrañaba para nada esa época.

—Tierra llamando a Max— habló Alex pasando la palma de su mano por enfrente de mi rostro sacándome de mis pensamientos y yo voltee a verlo.

—¿Qué? —pregunte confundido, había olvidado de lo que estábamos hablando. Rio y negó con la cabeza.

—Jules Elijah— oh la chica, si me había desviado demasiado del tema.

—¿Por qué? ¿Por qué la hija de Adrián quiere trabajar en la empresa? Digo, nación en una cuna de oro y seguramente es la nena de papi caprichosa y exasperante— respondí de mal humor. Rodé los ojos el solo hecho de pensar que seguramente iba a ser así ya me ponía de peor humor.

Solía escuchar algunas veces algo de los Elijah en las noticias, pero nunca me fijaba realmente ni siquiera les prestaba atención o simplemente apagaba el televisor, hace mucho tiempo que había cortado todo tipo de lazos con aquella familia. Así que no sabía quién era esa chica y lo único que sabíamos es que hace unos meses uno de sus hermanos murió en un accidente. Que mal por ella supongo.

—No lo sé, pregúntaselo ya que la entrevistes— negué con la cabeza. No, definitivamente no yo no iba a involucrarme con ningún Elijah.

—Claro que no, solo imaginarlo me da dolor de cabeza, no se quedará, no la quiero pisando la empresa provocándome más problemas con el idiota de Adrián sabes lo molesto que es— le recordé eso último, el asintió dándome la razón y me miro de reojo.

—Necesitamos un administrador, Max. No creo que sea tan mala idea— respondió Alex haciendo que bufara. Siempre me tenía que dar la maldita contraria.

—Pues déjame decirte que yo no quiero alguna bala de plata en mi cuerpo por culpa de un Elijah, así que no, se va y ya— di por terminada la discusión y me acomode en el asiento para intentar dormir un poco.

No necesitaba más escándalo en mi vida del que ya tenía, solo necesitaba tranquilidad y tener todo controlado.

────•: ☽ ∙✦∙☽:・────

Ya estábamos en la empresa cuando Alex me informo que no tardaría en llegar la chica Elijah, así que tome mis cosas para salir de mi oficina.

—No es no, Alex, ya sabes que hacer, no quiero problemas con Adrián— le recordé mientras le daba un apretón en el hombro y el soltó un suspiro. Yo me dirigí a la puerta y salí de mi oficina encontrándome que Valeria ya había regresado de la planta baja.

No podía negar que se veía muy sexi con ese vestido negro que llevaba puesto, realzaba sus curvas y sus pechos.

Ella me dio una sonrisa coqueta mientras enrollaba un mechan rubio en su dedo.

—Buenos días señor Cross— saludo aun con su sonrisa en sus labios. Su piel llevaba un ligero bronceado que la hacía ver bien, de hecho, le quedaba.

—Buenos días, Valeria, ¿Puedes ayudarme en los archiveros? —pedí y ella me sonrió de forma coqueta y sonrió mientras se levantaba del escritorio para seguirme por el pasillo que llevaba a este.

—¿Mañana difícil? —pregunto mientras caminábamos por el pasillo, no pase desapercibido el tono seductor de su voz y el sonido de sus tacones resonando en el suelo.

Yo me encogí de hombros restándole importancia, no quería que me preguntara eso, solo quería llegar al puto archivero y ya.

Cuando abrí la puerta deje que pasara primero y lo hizo, paso frente a mí contoneando sus caderas y mordí mi labio inferior.

—Max— me llamó Malik.

—Cállate— respondí sin dejarlo hablar. Entre en el archivero y cerré detrás de mí. cuando me gire para encarar a Valeria ella me tomo del cuello atrayéndome a su boca y besándome con fervor.

Sus manos ascendieron se deslizaron hasta el cuello de mi camisa y aflojo un poco el nudo de mi corbata para desabotonar mi camisa mientras yo deslizaba mis manos por su cintura y llegar a sus caderas para levantarla.

Enredo sus piernas en mi cintura y comenzó a besar mi cuello mientras yo la apretaba contra mí, pero algo robo mi atención.

El olor dulzón del chocolate llego a mis fosas nasales y Malik comenzó a gruñir con recelo, mi corazón latía con fuerza en mi caja torácica.

La menta fue el segundo olor que llegó, tan fresco e impecable.

Por último, la tierra mojada ese olor tan reconfortante que me tranquilizaba.

Malik gruño.

—Mi luna—gruño nuevamente

—Nuestra—murmuré. Por instinto baje a Valeria ni siquiera la mire ni dije nada solo salí del archivero arreglando mi camisa, con el corazón al mil y Malik gruñendo cada vez más.

Me deje guiar por su olor, era tan embriagante, dulce y exquisito que me estaba haciendo perder la cabeza.

Estaba aquí, mi luna estaba aquí y no la dejaría ir.

Antes de salir del pasillo me detuve, escuché los latidos de su corazón, tan rápidos como los míos, iban al unísono, latía con la misma fuerza y rapidez que él mío.

Su olor aquí era aún más intenso y exquisito. Tuve que reunir toda mi fuerza de voluntad para no dejar salir a Malik. Hice puños mis manos y las apreté hasta lograr calmarme, pero no lo logre mi respiración estaba acelerada. Mi mente quedo en blanco.

—¿Jules Elijah? —pregunto un Alex confundido y yo fruncí el ceño igual de confundido si no es que más. No seguramente mi luna estaba en otro lado.

—S-si— tartamudeo en tono apenas audible. Su voz. Su bendita voz.

Tome una última y larga respiración antes de salir del pasillo con el corazón casi saliéndose por mi boca y poniéndome la máscara de seriedad y frialdad que usaba aquí.

Todo puede pasar. Me recordé a mí mismo. Mientras salía del pasillo no se imaginan cuando autocontrol necesite para contenernos.

Malik estaba feliz, aullaba feliz tal cual cachorrito..

—¡Es nuestra luna, Max! ¡Es ella y es hermosa! —soltó Malik lleno de euforia cuando vi a Alex y a la chica pelirroja.

Me quede sin aire al ver a la chica parada frente a Alex.

Era ella.

Pelirroja, ojos verdes.

Hermosa. Tan hermosa como la recordaba.

Y era Jules. Jules Elijah era mi luna. Era ella.

Malik no dejaba de aullar lleno de euforia. Mi corazón y el de ella seguían sincronizados.

—Acércate, bésala, es mía... nuestra—Grito él pulgoso lleno de una estúpida emoción que habitaba mi cuerpo y que en cierta parte llegue a sentir, pero la contuve.

—No, todavía no, la vamos a asustar y se ve muy...—

—Frágil—

—Sexi— respondimos al unísono. Bien no pensábamos lo mismo, sin duda Malik era el sentimental, no yo.

—Serás idiota— ladro muy molesto, pero tampoco es como si estuviera mintiendo.

Enserio se veía muy frágil, tan pequeña y hermosa. Lo único que me quedo fue tragar duro y tener autocontrol.

Por la diosa era tan hermosa y pequeña.

—Yo haré la entrevista— no sé de donde logré sacar las palabras y despegar mi mirada de ella, pero lo hice y miré a Alex. El paso su mano por su cuello como si se limpiara algo, al principio no entendí sino hasta después pase mi mano por mi cuello y vi que tenía labial color rojo casi rosa del que usa Valeria.

—¡Que buena impresión le das a mi luna, maldito promiscuo! —me grito Malik lleno de furia. Yo me abstuve de responderle, no quería pelear con el ahora.

—Pero—Alex iba a contradecirme cuando voltee a verlo con cara de pocos amigos. Eso le basto para no decir nada que me contradijera. Solo asintió. —Fue un placer conocerte Jules, Soy Alejandro de la Fontaine subjefe de C&F and Corporation— se presentó Alex amablemente y yo solo estaba esperando a que se largara. Jules le dio una media sonrisa que no llegó ni a sus ojos.

—Mucho gusto—murmuro tímidamente y evite suspirar.

Su voz. Su maldita voz era... era la gloria.

Alex le sonrió y se fue dejándome solo con ella.

—Soy Max Cross, mucho gusto— me apresure a presentarme mientras le tendía la mano. Jules miro por unos segundos mi mano y luego la estrecho.

Su tacto mando corrientes a todo mi cuerpo y tensé la mandíbula como acto de reflejo.

Jules soltó mi mano al instante, haciéndome creer que sintió esa pequeña corriente que recorrió mi cuerpo.

—Jules Elijah— respondió en tono bajo. Asentí lentamente y pasé por su lado para abrir mi oficina, ella se giró y le hice una seña de que podía entrar. Vacilo un poco, pero entro.

Parecía un conejillo asustadizo, eso me causo demasiada intriga, las preguntas comenzaron a atacar a mi cabeza. Eran como susurros que venían seguidos y no cesaban, no me dejaban en paz.

¿Por qué es así? ¿Por qué el dolor? ¿No es muy joven? ¿Qué tiene? ¿Por qué es muy tímida? ¿Cómo salió de la casa si estaba inconsciente?

Jules paso por mi lado adentrándose en mi oficina. A pesar de que mi oficina era grande sentía que era pequeña para ambos, no sé si se debía a mi caos existencial o tal vez nervios.

Me sentía muy estúpido con tantas emociones —a las que prefiero no darles nombre— que habitaban mi ser.

No soy yo, no estoy pensando con la cabeza fría. Me repetí más de una vez en un intento de mantra o algo parecido.

Y aun así no dejaba de sentirme como lo hacía.

—Toma asiento— le indique mientras llevaba las carpetas que había dejado en el sofá hace unos días. Las dejé sobre el escritorio y me senté detrás del escritorio.

Solo eso nos separaba. Mirándola más cerca y con más calma note que las pecas de su rostro estaba cubiertas por maquillaje, sus labios estaban pintados en un color carmín que los hacían ver demasiado apetecibles, sus párpados llevaban una sombra color café muy claro, apenas perceptible pero que realzaban el tono de sus ojos, también me di cuenta que llevaba el cabello lacio, cuando la vi por primera vez —que hay que recalcar que estaba medio muerta— tenía el cabello ondulado y le llagaba unos centímetros abajo del hombro y ahora con el cabello totalmente lacio le llegaba casi a media espalda.

Pero maldita sea esos ojos, sin duda alguna el color verde era mi color favorito desde hoy.

Y algo tenía muy claro, si acaso dios existía seguramente era una mujer.

────•: ☽ ∙✦∙☽:・────

Jules

Me sentía nerviosa mi corazón no dejaba de latir con fuerza en mi pecho. La mirada atenta de Max Cross es muy intimidante y en este preciso momento solo buscaba la valentía que había tenido el día que mande mi currículum.

No sabía qué hacer, ni que decir, nunca había estado en una entrevista de trabajo y el pánico haría de las suyas si no terminaba rápido.

Tal vez Josh tenía razón y yo no iba a servir para esto, tal vez no servía para alguna otra cosa, tal vez...

—Perdona mi indiscreción, pero ¿Qué haces aquí? Digo tu familia es dueña de un imperio que está casi por encima de esto— Max habló sacándome de mis pensamientos, señalando con sus manos alrededor.

Desde el primer momento en el que lo escuche afuera pude escuchar su acento italiano, demasiado marcado que sin duda era muy complicado de pasar desapercibido. Aun así, no hablaba como un turista lo haría, no parecía saber muy bien nuestro idioma.

No pude evitar jugar con mis manos a la hora de responder.

—Yo... fui despedida de la empresa de mi padre—admití un poco apenada. Un destello de diversión cruzo sus ojos tan rápido que tal vez lo imagine.

Su expresión seria intimidaba y su mirada inexpresiva sin duda pesaba.

Seguía sintiéndome sorprendida por su aspecto, por sus ojos y su cabello. Sus ojos eran de distintos colores, creo que es una anomalía de nacimiento o algo así había escuchado a una chica de la universidad que estudiaba medicina, creo que se llama heterocromía, no estaba segura, pero no me parecía una anomalía, más bien era... increíble.

Su iris derecho es color azul, mientras que su iris izquierdo es color verde oliva. Su cabello es blanco, tan blanco como la nieve, a mi parecer tal vez es teñido, pero no se veía mal, al contrario, le quedaba muy bien.

Él es muy raro, y lo raro es pariente de lo asombroso.

Desde que había llegado me sentí muy ansiosa, nerviosa e incluso desorbitada, aunque si soy sincera las primeras dos ya eran parte de mi día a día.

Lo que no era normal era todo lo que sentía en este momento.

En el primer momento que lo escuché hablar tuve un deja vu, esa sensación había recorrido cada parte de mi ser haciendo que me estremeciera, más sin embargo no supe cómo ni donde, pero yo ya había escuchado su voz.

Tal vez si fuera más valiente le habría preguntado si nos conocíamos de algún lugar, pero me quede con la duda.

En ese momento dejo caer esa mascara de frialdad e indiferencia y note su curiosidad en sus ojos.

—¿Cómo fue que terminaste despedida de tu herencia? —preguntó en un tono diferente, tal vez más interesado y divertido.

Yo mordí mi labio por instinto al pensar si decírselo o no, eso no era bueno para mi imagen y que alguien como él lo supiera seguro no ayudaría en nada, al contrario, seguro lo empeoraría y no tendría el trabajo y nuevamente Josh tendría razón.

—Yo... me equivoqué en algunas cosas, no era mi área—mentí por instinto en una forma de no estropear mi última oportunidad de no estar confinada todo el tiempo a aquella casa, a tener que soportar el constante dolor que me provocaba.

Max entrecerró sus ojos y me miró como si me examinara. Mi corazón latía con extrema rapidez y no podía dejar de jugar con mis manos gracias a los nervios que estaban a flor de piel.

—Entre mentirosos nos reconocemos—pauso apoyando sus brazos sobre el escritorio, entonces me mostró una media sonrisa que me mostró la diversión que esto le provocaba. —No tienes por qué mentir, no me gustan las mentiras, además no pienso juzgarte si esa es tu inquietud— repuso con calma y en un tono bajo y suave en el que podía escucharlo a la perfección y aunque se mostraba sincero yo dude.

Dude porque había aprendido de mala manera que no podía confiar en las personas, dude porque una vez Josh se mostró así conmigo y no fue bueno.

Mordí el interior de mi mejilla y no pude evitar bajar la mirada sintiéndome avergonzada y estúpida.

—Irresponsabilidad, mi padre y mi hermano mayor pensaron que fue eso porque comenzaba a llegar tarde al trabajo así que decidieron que era mejor sacarme de la empresa, que no estaba hecha para esto— murmuré en tono bajo observando mis uñas recién pintadas como si buscara algún defecto en ese tono rojo que las cubría.

Max se quedó en silencio unos minutos y yo no fui capaz de levantar la mirada para darle la cara, las ganas de llorar habían inundado mi ser.

No podía dominar las emociones que sentía constantemente, pero otras veces no solo eran las emociones, otras veces me sentía como si fuera de madera, como si no pudiera sentir más allá del dolor que me hacía sentir como si mi pecho pesara, como si cargara con alguna roca, me inmovilizaba.

Incluso había muchos momentos en los que mi mente terminaba siendo mi mayor enemigo en los que me mataba pensando en tantas cosas que solo me herían, es increíble como lo que debe de ser tu mayor aliado termina siendo tu peor enemigo.

Levante un poco la mirada encontrándome con los peculiares ojos de Max, los cuales me miraban con algo que no logre descifrar.

—¿Y tú piensas eso? —inquirió alzando una de esas perfectas cejas oscuras y pobladas.

Claro que sí, pero esta es la única forma de no consumirme en dolor.

Le di un asentimiento y él frunció el ceño algo confundido.

—¿Y entonces? ¿Qué haces aquí si eso es lo que piensas? —atacó. No se detuvo en reparar si fue cruel o insensible, pero yo no me asombre porque ya estaba acostumbrada a esas dos cosas.

Me quede en silencio, ¿Qué hago aquí? Solo estoy exponiéndome y quedando como idiota frente a alguien que no conozco y que seguramente no le importa en lo más mínimo mi existencia.

¿Por qué estaba aquí? ¿Qué me había traído aquí?

Como si no lo supiera.

Y claro que lo sabía perfectamente, ese motivo tenía nombre y un apellido de alto prestigio, un alma llena de odio, un amor enfermizo y claro que el dolor que me causaba día con día.

—Demostrar algo— mentí nuevamente, pero ahora logré que mi voz fuera menos vacilante y si Max se dio cuenta de que mentí no dijo nada, solo me sonrió ampliamente tal cual demonio viendo como ardía el mundo.

—¿Qué es lo que sabes hacer, Jules Elijah? Dame un buen motivo para olvidar los problemas que he tenido con tu padre— exigió con otro tono, en uno que oscilaba entre la amabilidad y lo adusto.

────•: ☽ ∙✦∙☽:・────

Max

Ni siquiera tenía que usar mis dones para saber que me estaba mintiendo a lo desgraciado en mi propia cara, solo son verla me podía dar cuenta de que no sabe mentir y ella lo sabía perfectamente, pero no eso lograba que abandonara su embustería.

Con esta era la quinta vez desde que tenía sentada en la que bajaba la mirada. Ya me estaba cansando la forma en la que evitaba mi mirada cada cinco minutos y ya es mucho decir que he tenido paciencia.

Mil cosas pasaban por mi mente y entre ellas era divertirme un poco. Claro que le iba a dar el trabajo, me valía un comino si Adrián se molestaba o si ella no sabía hacer esto, no me interesaba, la quería cercas y ya, pero no negare que la parte más sádica de mí se sentía satisfecha de ver el apuro en el que la ponía y aunque sonara retorcido esa parte comenzaba a deleitarse con su incertidumbre a tal punto de comenzar a fantasear.

Pero también estaba esa parte que quería saber que era la bruma que la envolvía y a mí junto con ella, pero por ahora tendría que conformarme con obtener solo un poco de ella.

Cuando alzo la mirada para encararme un atisbo de molestia se asomó en su mirada lo cual casi me robo una sonrisa.

—No son mis problemas— pauso y tomo una bocanada de aire, me di cuenta de lo que le estaba costando decirme aquello —Si tienes algún problema con mi padre lo puedes resolver con él, yo dejé de ser parte de su empresa y de él, así que no me incumben sus problemas y tu problema es con él, no conmigo— respondió para después soltar el aire que retenía en su pecho.

Oh cariño, ahora también tengo un grave problema contigo y dudo que puedas huir de mí.

—Y soy administradora, Max, sabes perfectamente lo que se hacer—termino su discurso y yo la mire algo impresionado. No lo esperaba, no esperaba ese tono altanero y casi molesto en el que me habló, no esperaba ese tipo de respuesta mucho menos esperaba que la conejita asustadiza tuviera los cojones para hablarme en ese tono.

Y eso fue lo que más me atrajo, el hecho de que es una caja de sorpresas e incluso una bomba de tiempo la cual no sabes en que momento explotará ni de qué forma lo hará y siendo sincero yo quiero ser el causante de que explotará, de rabia, de coraje, de pasión incluso de amor, pero yo quiero descubrir esas facetas romperla para reconstruirla en la mejor de sus facetas, en esa en la que el miedo fuera su aliado y no su amigo, en la que el dolor fuera parte del placer y no de su tristeza.

—¿Quieres empezar hoy o mañana? —inquirí sin dejar de mirar esos ojos esmeraldas que me habían atrapado.

Ella abrió los ojos con exageración, incrédula.

—¿Es enserio? —cuestiono mirándome atemorizada por la respuesta.

—Yo no juego, Jules, así que vamos que tengo tiempo límite—respondí cruzándome de brazos y ella asintió.

—Hoy— gracias diosa luna. —Gracias, Max— repuso amablemente y con sinceridad. Le di una media sonrisa.

Mi nombre saliendo de sus labios sonaba jodidamente bien, como si saboreara cada letra.

Sin duda eso me había hecho caer, directo, en picada y sin paracaídas.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro