《❀》16 《❀》
Un dulce aroma a frutillas inundaba la casa, ese olor tan embriagante que manipulaba todos los sentidos del alfa, fresas recién cortadas en temporada, frambuesa y zarzamora batidas, haciendo una mezcla homogénea, un poco de meta fresca para dar una combinación equilibrada, pero, ¿De dónde provenía? Sus nervios olfatorios estaban estimulados al cien. Buscaba el dueño de aquel aroma, caminando por toda la calle, buscando al dueño de tan atrayente fragancia. Sin duda aquella caminata matutina había sido una forma de escapar muy cobarde de parte del alfa, pero vaya que a veces los momentos suelen traer oportunidades o tal vez...¿Destinos? No importaba que opción era, pues seguiría aquella señal que se le había sido entregada con tal de obtener lo que había llamado su atención.
Camino por todo el parque en el que estaba, volteaba a ver a todas direcciones con tal de hallar rápido lo que buscaba, quería tenerlo ahora mismo, como un niño cuando se encapricha con algo, deseaba tenerlo en sus manos ya, toda su mente era bloqueada por aquel aroma, sus pasos eran acelerados y torpes, recorriendo todo el parque, perdiéndose en aquella zona llena de naturaleza, especial para ir de día de campo o tal vez para acampar, alejándose de toda la civilización, dejando atrás la ciudad y a la gente, dejando atrás sus problemas, molestias y corajes. Ansiaba con cada paso que daba llegar hasta la fuente de aquella fragancia, con pasos menos precisos por el cansancio, cayó al suelo y sin darse por vencido camino a gatas, escondiéndose entre unos arbustos, pues ya estaba cerca de lo que había estado buscando y por instinto, se escondió en caso de ser algo peligroso, pero cuando menos lo espero, lo que tenía frente a él, era lo más lindo que había visto, sus ojos se llenaron de un brillo inigualable, invadido por un sentimiento vivaz, despertando sus emociones y acelerando su corazón a un ritmo incapaz de imaginar.
Un pequeño chico, tal vez de 12 años, estaba recostado sobre el fresco césped del parque, algunas haces de luz que se colaban entre el follaje de los arboles, se reflejaban en su rostro de piel blanquecina y sin imperfecciones, sus ojos estaban cerrados y sus largas pestañas cobrizas se marcaban, algunos mechones de cabello rojizos brillaban por la luz y se combinaban con tonos más claros y obscuros, su cabello sin duda se veía sedoso, cubriendo un poco del rostro del chico. El joven rubio observaba con incredulidad aquella escena, sin duda sus pupilas se dilataron, con gran sigilo se acerco a donde estaba el chico pelirrojo, pisaba con cuidado para no despertarlo y cuando estuvo muy cerca de él se quedó pasmado contemplando con cercanía y a detalle las facciones del contrario, sin duda era un chico omega y uno muy lindo a vista del rubio, juraría que era el omega más lindo que había visto, acerco su rostro a escasos centímetros de la cara del pelirrojo y sin apartar vista, bajo su nariz hacía el cuello de este, inhalando el aroma por completo, era aquella fragancia que noto a lo lejos, ese sabor de frutillas frescas y embriagadoras. Tan sumido estaba en deleitarse con el aroma, que no noto cuando el pelirrojo abrió los ojos, este por su parte estaba muy quieto, tal vez eran los nervios por tener a un alfa encima de él o tal vez era otro sentimiento que no comprendía. En uno de los movimientos del alfa, el omega no resistió más y soltó un pequeño jadeo, asustando al contrario y haciendo que este se despegara de él, apartándose a un lado y cayendo de sentón en el pasto.
El pequeño omega se levanto sorprendido por aquel acto que había hecho, pero vamos, fue una respuesta involuntaria. Tapándose la boca con la mano se incorporo en el pasto, sentado volteo a ver al chico que estaba ahí.
—con un ligero rubor y muy avergonzado— yo....yo enserio lamento eso...no debí...
—lo interrumpe— no te preocupes, no hiciste nada malo...mi mamá me dice, que mientras las acciones no te lastimen, no hay por que enojarse, en cambio, si los actos hacen que te duela física y emocionalmente, es cuando debes enojarte...—se queda pensando—....¿Qué crees que hacías?
—nada...no hacía nada
Y fue que el golpe de un libro en su cabeza lo hizo hablar con la verdad.
—dime la verdad
—¿Porqué debería?
Un golpe más hizo que el rubio se desconcertará de la actitud del omega, su padre, que era un alfa muy imponente, siempre le había dicho que los omegas eran débiles y no solo su padre, todo el mundo sabia que los omegas eran débiles, ¿Porqué este era diferente?
—¿Y bien?
—solo seguí tu aroma...esperando encontrarme con una bella omega, pero me tope con un tomate salvaje—mintió—.
—lamento romper tus ilusiones, pero tu tampoco eres lo que espero, de hecho...no creo que alguien espere algo contigo—escupió cortante—.
Punto para el omega, pensó el rubio, por que enserio se había quedado sin palabras para eso, ¿Cómo podía hablar así? ¿Acaso no tenía miedo de salir lastimado por un alfa como él?
—Se que tu cara siempre es de estúpido, pero mínimo disimula un poco frente a otros
—Tienes muy larga la lengua, espero sepas como usarla
—Si, si se como usarla y para tu desgracia no será en ti
—....
—¿Qué? ¿Se te cayeron...
—¡Ya entendí! Pero que falta de modales tienes...
—le regala una sonrisa de hipocresía—.
—No puedo creerlo...tienes un dulce aroma a frutillas...para tener una actitud tan amarga
Y esas palabras desconcertaron al omega, no entendía como es que el alfa sabia del aroma que poseía, si todavía faltaba mucho para su celo, específicamente unas dos semanas para que iniciara, era imposible que un completo extraño dijera con precisión el sabor de su aroma. Se quedó callado unos segundos, buscando explicación a lo que pasaba, pero sus pensamientos se vieron interrumpido por un nuevo aroma, una fragancia algo fuerte y atrayente, picoso como canela pero había una esencia más, cedro, eso combinaba con la canela y formaban un aroma amaderado muy fuerte, pero de cierta forma atrayente y cuando volteo a ver al rubio, fue que se dio cuenta de lo que pasaba.
Con rapidez se levanto el omega y tras él se levantaba el alfa, asustado por lo que estaba pasando, trato de alejarse pero le era imposible, pues el alfa lo había sujetado del brazo mucho antes y sus aromas mesclados lo estaban desconcertando, su mente estaba nublándose.
—¡Suéltame!
El alfa lo soltó de inmediato, pues si algo le había contado su mamá, era que a una pareja destinada no debía forzarle, por más que estuvieran unidas y destinadas, no era razón para hacerle algo en contra de su voluntad y mucho menos lo haría cuando recién se había encontrado con su pareja. El pelirrojo lo vio confundido por la acción de este, pero más fue su sorpresa cuando el alfa le deposito un rápido beso en sus labios antes de salir corriendo.
[ .... ]
Había pasado dos meses desde aquel suceso que le ocurrió al omega, nadie sabia ese secreto del chico y lo prefería así, incluso comenzó a asistir regularmente a ese parque, con la escusa de que le gustaba estar ahí estudiando o leyendo, pues se agobiaba estar encerrado en su casa, sus padres que entendían a lo que se refería se lo permitían, despues de todo le tenían confianza y sabían que su hijo era capas de defenderse.
El chico estaba sentado leyendo y alzando la vista de vez en cuando, esperanzado de que el rubio que conoció se apareciera. Sus ojos fueron cubiertos de un momento a otro, sobresaltándose un poco pero relajándose al sentir el aroma de quien se trataba.
—genial, mi día se hecho a perder
—también te extrañe —apartando sus manos y sentándose al lado del omega—.
El chico pelirrojo le dedico una pequeña sonrisa y volvió a su lectura. En toda esa mañana se habían quedado los dos platicando animadamente, se preguntaban todo y respondían con sinceridad, era como si se conocieran de años, habían conectado rápidamente y aun que eso sonaba extraño, era lindo para ellos.
Los días pasaron y sus encuentros fueron más recurrentes, el pelirrojo siempre había tenido el apoyo de sus padres y contarles del ojiazul no era algo que le daba miedo, incluso, hizo que conocieran al joven alfa, el cual se llevo una grata bienvenida, no había problemas, hasta esa nublada tarde de verano.
Un chico esperaba como de costumbre a su amigo, si, a pesar de ser parejas destinadas, querían comenzar con pasos pequeños y no acelerar todo. Ese día estaba tardando más de lo normal y eso le estaba angustiando, cuando de pronto, lo sintió. El omega sin entender que pasaba, comenzó a sentirse abatido, inundándose de una gran tristeza y comenzando a llorar.
Esa noche mientras el pelirrojo se hacía bolita en su cama, sus padres llegaron con la noticia de que la señora Minamoto, madre de Teru, había fallecido, llevaba ya un tiempo enferma y al ser una omega era más difícil que lograra sobrevivir a la enfermedad. Los próximos días fueron un poco dolorosos para el omega, pues sentía como su alfa estaba sufriendo y preocupado por el dolor que le causaba todo, tomo la decisión de hacer lo mejor para ambos.
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#De que, se viene fuerte los próximos capítulos, pero...
¿Qué creen que significa este capítulo?
Y sip, tiene mucha relación a los eventos pasados con Ao-chan y sus acciones contra Akane.....creo que hable de más.
Sayonara
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