4._Miradas
-No diga eso, Don Antonio- le pidió Esteban un poco avergonzado- Solo estamos saliendo ¿Verdad, Mary?
Whiss echo el cuerpo, un poco, hacia la ventana mientras examinaba al hombre joven a su costado cual si estuviera viendo un bocadillo de aspecto dudoso que no le abría el apetito.
-Por algo se empieza- comentó el hombre mayor del que había descubierto el nombre hace unos segundos.
-¿Estás enojada?- le preguntó Esteban con un poco de preocupado.
-No- contestó Whiss con indiferencia.
-Mary rara vez se enoja o se aburre. Solo es muy seria. Tienes que conocerla bastante todavía- comentó Antonio viendo a Whiss por el lente retrovisor.
El ángel concluyo rápidamente que la relación que Mary sostenía con ese hombre, Antonio, era muy cercana. Él parecía conocerla bastante bien y le entrego una pequeña, pero muy importante información: la dueña de ese cuerpo era una chica seria y posiblemente reservada. Aunque la ropa de Mary ya le había advertido del carácter opuesto al suyo que ella podía poseer. Si no quería llamar la atención tendría que mantener una fachada bastante controlada. Suspiro al concluir eso y mientras miraba por la ventana, ignorando por completo al pobre Esteban, se preguntó como estaría lidiando Mary con el cambio de cuerpo.
Al principio pensó que ella había hecho todo de manera premeditada, pero en ese momento y tras analizar cuidadosamente las cosas estaba casi seguro que todo sucedió de manera fortuita, aunque eso no restaba responsabilidad a la mujer. Estaba molesto. No podía fingir no lo estaba. Sus emociones se desbordaban en ese cuerpo, en especial en su semblante. Está fue la razón por la que Esteban no insistió en hablarle, pues la cara que tenía Mary advertía que era mejor mantener la distancia.
Mary trabajaba en una empresa de transporte que llevaba mercancía a gran parte del país. Y aunque era pequeña, le iba muy bien. Allí ella se desempeñaba en el área de logística y si bien coordinador las rutas no hacia parte de su labor, no era raro en ocasiones que apoyara a su jefe en ese asunto. Por supuesto tenía que pagarle por ello, Mary no hacía algo gratis fácilmente.
Al llegar al sitio de trabajo Whiss se encontró ante una bodega delante de la cual se estaban cargando varios camiones. Escuchaba a Antonio, pero no comprendía muy bien todo el asunto. Su rostro reflejaba muy bien lo confundido y algo fastidiado que se sentía. Aquello empeoró cuando le dieron las nóminas y demás documentos, pues no podía leer lo que allí decía y tampoco reconocía los números. Se quedó largo rato viendo aquellos papeles, bajo la atenta mirada de Esteban que terminó por acercarse, con mucha cautela, para averiguar que sucedía.
-No puedo leer esto- exclamó Whiss torciendo un poco la boca.
Coincidentemente Mary solía hacer ese mismo gesto en las mismas situaciones y a Esteban le encantaba, pero no pasó por alto el comentario de la muchacha.
-¿Usas lentes de contacto?- preguntó debido a que no había otra explicación a que Mary no pudiera leer los allí escrito y él jamás la vio usar gafas.
Whiss miró al muchacho un momento y después de una pequeña reflexión exclamó:
-Sí.
-No lo sabía- murmuró Esteban- Supongo que como mi tío te saco rápido de casa no alcanzaste a ponertelos ¿Quieres que vamos por ellos? Mi auto está...
-¡No! No es necesario.
-Pero es que no me cuesta nada.
-Dije que no es necesario- reitero Whiss con voz firme y frunciendo un poco el ceño.
Mary media un 1.68. Esteban 1.87. La diferencia de estatura obligaba a Whiss a ver a ese muchacho hacia arriba lo que era nuevo para él. Y si bien esto podía parecer algo insignificante, para el ángel resultaba todo un cambio de perspectiva por ridículo que pudiera parecer. El que ese joven lo mirase hacia abajo lo acabo haciendo sentirse un tanto incómodo. Los ojos de Esteban estaban poblados de ternura y ese embelesamiento medio idiota que se apodera de los enamorados.
-¿Podrías leerme esto? Sería mucho más rápido- señaló Whiss apartando su mirada de él y llevándose el puño cerrado a la boca para aclarar ligeramente la garganta.
-Claro. No hay problema- exclamó Esteban en voz muy baja.
El trabajo que tenía que hacer era bastante sencillo. Lo que oyó de Antonio fue suficiente para comprender de que se trataba y lo puesto en esos papeles terminó por explicarle el asunto a Whiss, que le dictó los números a Esteban con una facilidad extraordinaria. Por supuesto él no entendía que estaba organizando exactamente, pero tampoco le importaba. Cuando terminó, todavía fastidiado, le preguntó al muchacho si ya podía irse a casa.
-¿Qué?- murmuró Esteban.
-Pregunte si puedo volver a casa. He terminado con lo que ese hombre me pidió que hiciera- señaló Whiss.
-Mary, tu turno termina a las tres- le recordó el muchacho.
-¿Y cuánto falta para las tres?
-Poco más de cuatro horas- respondíó Esteban algo confundido.
Cuatro horas le parecieron mucho tiempo al ángel. Soltó un largo suspiro mientras veía esos grandes camiones salir de aquel lugar. El aire estaba viciado con olor a combustible. La estructura del edificio, a su espalda, era tosca. Ese planeta era bastante primitivo ¿Qué clase de poder uso esa mujer para cambiar de cuerpo con él? Se preguntó mientras se hacía los animos para permanecer allí hasta las tres.
Cuando iba a preguntar a Esteban respeto a su siguiente tarea, Whiss fue víctima de un súbito y poderoso mareo que por poco lo manda de cara al piso. Fue incapaz de sostenerse sobre sus piernas lo que más que asuatarlo lo desconcertó. Fue tal impacto que tardo varios segundos en notar que su caída fue interrumpida por el muchacho a su costado, que lo sujetaba por la cintura.
-¿Estás bien?- le preguntó Esteban bastante preocupado.
Whiss se apartó de él como quien lo hace de un cactus. Iba abrir la boca para decirle un par de cosas, pero enseguida recordó que estaba en otro cuarto y que no podía reaccionar de manera tan poco gentil, con alguien que se suponía tenía una relación cercana. Sin embargo, que lo tocaran tan atrevidamente, no le fue para nada algo agradable.
-¿Mary, desayunaste antes de salir?- le preguntó Esteban todavía bastante preocupado.
-No- fue la seca respuesta de Whiss que intentaba dar una explicación a esa sensación que por poco lo tumba.
-Deberias comer algo.
-No tengo hambre- exclamó el ángel rápidamente. Todavía se sentía un tanto extraño.
-No tienes dinero ¿Verdad? Ni siquiera sacaste tu bolso- comentó el muchacho- Si quieres te invito un té con esas galletas que te gustan. No creo que mi tío se enfade porque nos tomemos un receso. Al fin que resolviste un trabajo que no te corresponde...
-¿Dijiste té con galletas?- consultó Whiss con mucho interés y pasando de todo lo demás.
-Sí... aquí junto ahí...
-Pero que amable eres ¿Puedo pedir una rebanada de pastel si también hay?- le pregunto Whiss juntando las manos debajo de su mejilla con un aire casi soñador.
-Claro. Tú pide lo que quieras- le contestó Esteban mientras veía a Mary con extrañeza.
Era Mary. Eso era obvio. Pero era diferente. Sus movimientos, la forma en que caminaba, la manera en que gesticulaba y sobretodo su mirada eran distintas a los modos que Esteban recordaba. Esos ojos tenían un brillo sereno, jovial a la vez que... Había algo más. Algo totalmente nuevo que él no podía precisar. A ratos sentía que ella lo veía como si él fuera algo totalmente desconocido y hasta lo miraba con desprecio. Al principio pensó que era porque Mary estaba enojada con él por lo que pasó la última vez, mas mientras ella lo tomaba del brazo y lo hacía caminar, Esteban estuvo a punto de preguntarle si acaso no era una hermana gemela de la chica que le gustaba, porque era totalmente distinta a Mary. Demasiado distinta.
El Pez Oráculo se quedó viendo el rostro de Whiss un momento. Ese era el semblante del ángel. Esos eran los ojos de Whiss. No había duda de eso, pero aquella mirada estaba poblada de algo muy distinto a lo que solía palpitar en aquellas púrpuras pupilas.
-Tú no eres Whiss- dijo la criatura, como pensando, logrando que ella lo soltará.
El Pez Oráculo retrocedió un poco y miró al ángel de pies a cabeza con mucha atención. Se veía como Whiss, se oía como Whiss, pero la forma en que se movía no era como la de Whiss. Mary descansó el cetro sobre su hombro como un bate de béisbol otra vez, descansando la mano izquierda en su cadera, inclinando un poco la parte superior de su cuerpo a un costado. No. Definitivamente ese no era Whiss.
-¿Quién eres?- preguntó el Pez Oráculo.
-Eso es irrelevante- contestó Mary con un tono de voz menos hostil- No planeo quedarme aquí, así, mucho tiempo- agregó y procedió a explicarle rápidamente que quería.
El Pez Oráculo la escuchó con atención. Sin quitarle los ojos de encima en ningún momento. Bills vio a Mary actuando como Whiss, pero aquella criatura estaba viendo a Mary siendo Mary en el cuerpo de Whiss lo que era todo un espectáculo. La muchacha fue concisa. Dejó claro sus problemas y como esperaba ser ayudaba por él, a quien reitero su amenaza de freírlo en un sartén si es que no colaborará. El Pez Oráculo no mostró ninguna resistencia y no precisamente porque se sintiera amedrentado, sino porque todo ese asunto le parecía muy cómico y sobretodo curioso. Aunque también le surgieron varias preguntas y una de ellas era cómo la persona que estaba en el cuerpo de Whiss, lo conocía a él y al señor Bills.
-Eso te lo contaré más tarde- contestó Mary dejando el cetro contra la pared- Ahora tengo que preparar un postre especial antes de que Bills aparezca.
-Esa no es la alacena- se limito a decirle, el Pez Oráculo, cuando vio al ángel ir hacia un mueble- Ahí es donde Whiss esconde los chocolates con fresa que no quiere encuentre el señor Bills.
-¿Chocolate con fresa?- repitió Mary con cierto interés y reviso el lugar sacando una caja de bombones.
Por unos minutos se olvidó de todo y se concentro en aquella golosina nada más. Ante la curiosa mirada del Pez Oráculo, la muchacha abrió la caja y saco uno de los chocolates. No lucian diferente a los que ella conocía. Dudo un poco en si debía o no probarlos, pues esos bombones podía provenir de quién sabe donde y estar hechos de quién sabe que.
-Bueno...no es como que me vaya a morir- se dijo en voz baja y luego se llevó el chocolate a la boca.
Fue una experiencia casi sobrecogedora. Hacían años que Mary no probaba un chocolate. Después del primero simplemente no pudo detenerse y puso otro y otro y otro y otro en su boca, en que la cubierta se fundía con el calor soltando ese cremoso relleno de fresa que causaba cosquillas en su lengua, encías y mandíbula.
-Nunca vi a Whiss comer de esa forma ¿No hay chocolate de dónde vienes?- le preguntó el Pez Oráculo.
-Sí los ahí- contestó Mary cubriéndose la boca con la mano, pues la tenía llena de chocolate- Pero me hacen daño y no puedo comerlos. ¡Ay por dios esto está delicioso!- exclamó la muchacha.
-Oye...-la llamó el pequeño adivino- ¿Qué hay del postre que tenías que hacer?
-¡Mierda!- exclamó Mary y dejó los chocolates para comenzar a revisar la nevera y los estantes en busca de algo que le permitiera hacer un postre- ¿Sabes? Un poco de ayuda no me vendría mal ahora ¿Qué es esto?
-Carne de reptil de un planeta...- decía el Pez Oráculo cuando de la desagradable sorpresa, Mary tiró la carne con aspecto de fruta.
Era inútil. El Pez Oráculo podía decirle que era cada cosa que ella le enseñará, pero Mary no sabía de lo que estaba hablando. Al fin comenzó a darse una serie de pequeños golpecitos en la frente con el puño mientras pensaba en que postre hacer, que fuera rápido y sabroso, con los pocos ingredientes que reconocía.
-Es sencillo, pero todo está en la presentación- se dijo viendo un puñado de arroz.
-Oye ¿Qué estás haciendo?- le pregunto el Pez Oráculo al verla tomar la leche, unas frutas y el arroz.
Mary no contestó. Se concentro en lo que hacía nada más. O lo intentó porque esa pequeña criatura expreso un interés excesivo en sus dotes culinarios.
-Haste para allá y avísame cuando venga Bills- le pidió la muchacha.
-Claro, pero deberías tener cuidado con como te comportas delante de él. Si el señor Bills te descubre no estará nada feliz...
-Lo sé, renacuajo-conteste Mary y no mintió. Claro que sabía lo terrible e inmisericorde que podía llegar a ser Bills de descubrir lo que estaba sucediendo.
-Aunque tal vez deberías temerle más a Whiss. Después de todo él está en tu cuerpo- agregó el Pez Oráculo.
Aquellas palabras causaron un súbito escalofrío en la muchacha. Whiss. Con todo lo que venía sucediendo, Mary no había tenido tiempo de pensar en que si ella estaba en el cuerpo de Whiss, él estaba en el suyo. El ángel debía estar en su mundo, teniendo acceso a toda su vida. Ella despertó en el corredor, pues él se diría a los aposentos de Bills. Whiss tuvo que despertar en el baño cubierto por una bata... La forma en que Mary estrelló su mano contra su cara hizo un sonido seco y que hasta al Pez Oráculo le causó dolor.
-Con lo bueno que es ese sujeto para desquitarse no quiero ni imaginar lo que debe estar haciendo- se dijo la muchacha totalmente aconhojada- Creo que tendré que mudarme de ciudad, de país y tal vez hasta de continente- se lamentó mientras por su cabeza pasaban decenas de desagradables escenarios.
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