1._Despertar
Mary abrió los ojos lentamente. Todo estaba demasiado borroso y la cabeza la sentía extraña. Había algo frío pegado a su cara y tardo varios segundos en entender estaba boca abajo en el piso del baño. Lo último que recordaba era que se iba a meter a la tina. Parpadeo varias veces antes de apoyar las manos sobre las baldosas para levantarse. Se sostuvo en una de sus manos al arrodillarse y se llevó la otra a la nariz, pues le dolía un poco. Cerró los ojos al hacer eso. Tuvo una sensación un poco peculiar al tocar su nariz. La sintió más fina, más delicada y su perfil no era tan escultural. Podía ser productivo del golpe que se dió al caer desmayada. Desmayarse no era nuevo para ella por lo que no se alarmó, pero cuando abrió los ojos con un asombro algo espantoso descubrió no estaba en su baño, sino en un amplio corredor de piedra. Un sitio algo oscuro salpicado de cristales de color verde y violeta, también había raíces de árbol en los muros. Desconcertada se puso de pie teniendo la sensación de que conocía ese lugar, pero su impresión se vio opacada al notar que sus ojos estaban más lejos del piso y que allá abajo, había un par de zapatos grandes como mocasines, más arriba un faldón granate con un listón negro encima. Asustada dió unos torpes pasos atrás tropezando con lo que creyó un palo, pero que acabo siendo un cetro tirado en el piso. Objeto que reconoció de inmediato, pero que prefirió ignorar de forma medio conciente. Mary, con la espalda pegada a la pared, se llevó las manos al pecho donde solo encontró una planicie en lugar de los dos redondos bultos que solía haber ahí. Aquello sembró el pánico, pues la idea surgió inmediatamente después de comprobar no tenía su frente natural. Todavía incrédula llevó sus manos a su rostro recorriendolo minuciosamente. A casa tramo que palpaba no hacia sino ir aumentando su terror. Con cuidado, como temiendo romper algo, Mary subió sus manos a su cabello descubriendo que su peinado atentaba contra las leyes de gravedad. Sus brazos cayeron a sus costados en ese momento. Lo hicieron pesadamente, como si hubiera sido derrotada de algún modo. Pero todo empeoró cuando miró a su costado, a un cristal que le devolvió un reflejo insólito que la hizo gritar con una voz aguda, pero todavía masculina:
-¡Ay por Dios, soy Whiss!
El alarido que vino después de eso pudo oírse en todo el palacio y más allá.
-Okay, okay, okay- murmuraba Mary abrazándose a si misma mientras iba de un lado a otro, por el pasillo, con la espalda encorvada y una expresión de muerte- Esto tiene que ser un sueño. Es eso. Un sueño nada más. Has tenido sueños así antes como la vez que me persiguió un dinosaurio mientras ibas huyendo con Whiss y la vez que me ató a una silla para probarte zapatos. Es un sueño ridículo nada más. Esto de ninguna forma es real.
Se repitió cosas semejantes por varios minutos mientras iba y volvía sobre sus pasos, haciendo vueltas bruscas que ocasionaban que el faldon de la túnica se agitará y se le envolviera en las piernas, entorpeciendo su andar.
-¿Cómo demonios hace Whiss para andar con esta cosa?- exclamó con fastidio, la muchacha, al desenredar la prenda de sus ahora largas piernas.
Todavía nerviosa volvió al cristal donde antes vio su reflejo y se miró con cierta angustia. Podía tratar de convencerse de que estaba soñando, pero en el fondo algo le decía que no lo estaba haciendo. Pensó en infringirse dolor para asegurarse de que todo era verdad, mas recordando que estaba metida en el cuerpo de un ángel, del ser más poderoso en el universo siete, creyó que eso sería difícil. Entonces evocó el momento en que Gokú mordió a Whiss e imitó la acción. Si le dolió. Sacudió la mano con la huella de sus dientes mientras intentaba dar a todo eso una expresión, pues aquello terminó con sus esperanzas de despertar y escapar de esa embarazosa situación.
-Bien- exclamó mientras se dejaba caer en el piso sentada a lo jefe indio- Estoy en el cuerpo de Whiss. Él y todo su mundo es real. Excelente. Ahora ¿Cómo y por qué estoy metida en este lío?- se preguntó viendo con desanimó a su alrededor.
Lo último que recuerdaba era que se iba a dar un baño en la tina, después de un arduo día. Aquella jornada no comenzó bien. Fue uno de esos días en que le hubiera convenido haberse quedado en cama. Salió tarde al trabajo, el autobús no paro para ella, cuando se subió al taxi recordó dejó el dinero en la mesa de la cocina, su jefe la regaño por llegar tarde, a la hora del almuerzo se le cayó la comida al piso, una compañera le derramo jugo en los zapatos y cuando salió de su trabajo un automóvil por poco la atropella. Con el ánimo por el piso, Mary se echo a andar por las calles. Dando vueltas por ahí encontró una tienda de antigüedades y paso a ver. Le gustaban las antigüedades. Obviamente no tenía dinero para comprar nada, pero al fondo de la tienda había un autómata vestido de adivino. El dueño de la tienda le dijo que por una moneda, ese muñeco podía concederle un deseo. Mary no creyó en tal cosa, pero puso la única moneda que tenía en el bolsillo en el automática que le dió una pequeña esfera de cristal con un líquido dentro. Se suponía que debía pedir su deseo y luego romper ese objeto. Era algo muy bonito, pero demasiado iluso para Mary que volvió a su hogar para descansar de tan horrible día.
Después de comer un poco decidió darse un baño caliente. Cuando tuvo la tina lista su teléfono celular sonó en su cuarto y fue por el. Por tratarse de una llamada importante respondió. Mientras hablaba y caminaba, en bata, por la casa iba jugando con la esfera que le dió el autómata y que estaba junto a su teléfono. Al concluir la conversación volvió al baño con ambos objetos en sus manos. Fue al dejar el celular sobre el mueble que vio la imagen de Bills en su fondo de pantalla. Una imagen sencilla que tenía allí porque le gustaba mirarlo.
-Esto de la Toonophilia es un horror a ratos- se dijo con un reproche dulce- Como me gustaría estar cerca de tí. Así fuera en otro cuerpo, en otra forma...
Las últimas palabras hacían referencia a lo que Mary solía hacer para sentir a quien pensaba un personaje de ficción cerca. Ella se refería a tomar otra piel por medio de la escritura. Pero en ese momento en que se encontraba en el cuerpo de Whiss, la muchacha comprendió que esas palabras fueron comprendidas como un deseo por la esfera que dejó en el mueble y que, posiblemente, rodó al piso rompiéndose.
-Vaya lío en que me metí- se dijo extendiendo sus manos al frente, para ver sus nuevos dedos forrados de piel azul.
Sin garbo alguno, Mary se puso de pie. Caminó unos pasos por el corredor, pero volvió sobre ellos después para levantar el cetro y avanzar con esa cosa en la mano. Claro que Mary parecía llevar un palo de escoba en lugar de un objeto de poder. Mientras iba andando por ese corredor sintió un poco de frio, por lo que se abrazo para darse calor y entregarse la calma suficiente para conseguir salir de esa situación.
-Espero que él esté dormido- se dijo mientras iba hacia una especie de bóveda bien iluminada que estaba al final del pasillo.
Mary no quería ni imaginar que pasaría si Bills estuviera por ahí. De sólo pensar en esa posibilidad le daban ganas de salir corriendo. La cabeza le seguía dando vueltas, pero en esa oportunidad era debido al montón de ideas que surgian respecto a esa insólita situación. Como no sabía a dónde iba y simplemente empezó a caminar porque eso la ayudaba a relajarse, Mary se sorprendió bastante de acabar en los aposentos del dios de la destrucción. Lo primero que miró fue su cama flotando entre las alarmas y un escalofrío bajo por su nueva espalda. Él estaba ahí. Podía ver una de sus piernas colgando. Para su alivio estaba dormido. También escuchaba sus ronquidos.
Fue uno de esos momentos que anulan cualquier respuesta. Superado el hecho de que todo ese mundo era real, estaba ante algo todavía más perturbador: el simple hecho de que lo que la separaba de ese ser que tanto le gustaba eran unos cuantos metros. Bills estaba ahí. Si quería verlo todo lo que tenía que hacer era subir y mirarlo. Pero en ese momento Mary ni siquiera pensó en hacerlo. Mucho menos reflexionó sobre si sería capaz de tal cosa. Cierto era que estaba habitando el cuerpo de un ángel, pero eso no significaba que supiera emplearlo. Era como un niño que sabe conducir una bicicleta, al que de la nada le pasan un automóvil. Así se sintió la muchacha cuando si pensó respecto a ese punto. En ese momento todo lo que tenía en la cabeza era el que Bills estaba ahí arriba. Dio unos tímidos pasos al frente. Se detuvo cuando vio que él se estaba moviendo. Sintió terror de que despertara, pero enseguida cayó en cuenta de que eso era lo mejor que podía suceder.
Bills sin duda no iba a querer tener a un intruso en su mundo. A una persona incapaz de atenderlo como lo hacía Whiss. Si ella le explicaba que no era el ángel, si conseguía demostrarle que era otra persona, con toda certeza Bills iba a ayudarla a volver a su cuerpo. Podrían usar las súper esferas o recurrir a Daishinkan. Sin duda en ese cosmos habían muchas maneras de resolver esa situación. Pero en ese momento, en que las alarmas comenzaron a estallar, haciendo que producto de los impacto ella se protegiera el rostro, Mary considero otra posibilidad. Algo insensato y arriesgado, pero temporal. Ella conocía a Whiss. Sabía cómo hablaba, como se movia, como actuaba. Podía imitarlo. Algunas cosas le serían complicadas, pero podía fingir ser él por uno o dos días al menos. No podía desaprovechar la oportunidad de ver al dios de cerca. Solo quería eso. No iba a intentar nada más. Menos estando en el cuerpo del ángel. Tenía ante ella una oportunidad con la que solo había soñado y desaprovecharla le era absurdo. Intentarlo un riesgo, sin embargo, en su defensa una vez Bills la descubriera o ella acabará confesando, diría que no sabía como terminó así. Diría que tuvo miedo y decidió fingir mientras buscaba una solución. La ira de Bills podía ser grande, pero le costaba imaginar que intentara algo malo en contra de ella. Y si lo hacía, bueno ya lidiaría con eso. Era buena para improvisar ¿Que tan difícil podía ser? ¿Qué era lo peor que podía pasar? Mientras las alarmas continuaban su secuencia, Mary se paró tan recta como esa espalda se lo permitió. Levantó el cetro en la postura acostumbrada y puso su mano libre a su espalda mientras veía fijamente hacia aquella cama.
En otra dimensión, en una pequeña casa de dos pisos, el ángel despertaba también. Se levantó del suelo muy aturdido. Se cubrió el rostro con una mano pues le dolía una barbaridad. Al ponerse de pie sintió algo extraño. Una sensación nueva y que no supo definir que era. No entendía que había sucedido. Él iba caminando hacia la habitación de su señor, pues el Pez Oráculo le dijo que el despertaría ese día, cuando todo entorno a él se puso borroso. De pronto no fue capaz de estar de pie sobre sus piernas y luego... Sólo despertó ahí. Lo primero que lo hizo entrar en pánico fue ver su mano. Era más pequeña y pálida. Al ver entorno a él notó que estaba en un cuarto de bañar, pero uno totalmente desconocido. Lo más terrible sucedió cuando miró a su izquierda. Había una mujer en bata ahí viéndolo fijamente. Parpadeo rápido un par de veces mientras acercaba su mano pálida hacia ella confirmando lo que temia: estaba delante de un espejo. Aterrado se llevó las manos al rostro viendo su reflejo totalmente descompuesto por la situación. Tremulo abrió la bata y al descubrir su nueva anatomía dió un grito que se oyó en todo el vecindario.
-¡¿Pero que fue lo qué pasó?!- exclamó bastante agitado y con una expresión de horror que la verdadera propietaria de ese cuerpo jamás hubiera hacer.
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