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22. La verdad.


Tema: Tu recuerdo/ By Ricky Martin

Cuando volví a casa de mi tía con Renata me sentí la mujer más completa de este mundo. Envolverla entre mis brazos, llenarla de besos, cubrirla de caricias y observarla mientras duerme se han vuelto mis pasatiempos favoritos. ¡Y ni hablar del hecho de amamantarla! Esa ha sido la experiencia más maravillosa que he vivido, no tiene comparación con nada. La conexión que se crea en ese momento es mágica, unica, increíble. El contacto visual es majestuoso, y hacerlo me hace sentir poderosa, me hace sentir mujer, logra que me sienta importante e indispensable para alguien. También es importe decir el solcito de hija que me tocó, ya que sólo llora cuando tiene hambre o ensucia su pañal; eso sí, la niña me salió sumamente puntual y se despierta cada tres horas incluso en las madrugadas. Mi tía me ayuda mucho en ese aspecto y durante las noches nos turnamos para atenderla, excepto cuando está mal de la panza o cuando tuvo otitis, allí pasaba las noches en vela cuidándola.

Renata crece día a día y cada vez está mas hermosa. Tiene el color de mis ojos pero todos sus rasgos, incluso su sonrisa, son de Camilo. Pienso en él a diario y en las noches suelo llorar mirando a nuestra hija preguntándome porque nos abandonó. He tratado de no pensar, de sólo disfrutar todo lo lindo que tengo, pero su recuerdo me golpea constantemente sin poder evitarlo. ¡Que no daría por vivir todo esto a su lado!

También he extrañado mucho a mi mamá aunque mi tía ha sido un verdadero ángel con nosotras, nos cuida, me acompaña a los controles pediátricos y desde que tuve que retomar el trabajo en la farmacia ella se queda con la niña. A veces creo que mi madre actúa a través de ella, sé que suena loco pero me hace bien creerlo.

El tiempo transcurre muy velozmente y Renata ya cumplió sus seis meses. ¡Verla comer sus primeras papillas a sido tan divertido! Por el momento solo es zapallo, papas, pollo sin piel y algunas frutas pero el pecho sigue siendo lo que más le gusta.
Sus carcajadas son muy sonoras y sus ojitos se achinan cuando sonríe, es simplemente perfecta.

Mayo se volvió un mes raro, ya que a pesar de estar transitando un pleno otoño las tardes eran sumamente agradables y en eso momentos era donde aprovecha a tomar el sol, pasear por el parque o hacer compras siempre en compañía de mi tía y nuestra princesa y hoy no era la excepción. Sentadas a la luz del astro mayor recibiendo su calidez y conversando para decidir la cena Renata despertó

—No te preocues hija, quedate aquí que yo voy por ella.

—Gracias tía, y por favor traele su capelina que el sol está fuerte.

—Claro que sí.

En dos minutos ya había vuelto con ella.

—Creo que hay una personita que tiene hambre y busca a su mami...

—Hola mi vida —la saludo mientras mi tía me la entrega— ven aquí con mamá que tiene la cura para ese apetito tan molesto — me derretí ante su sonrisa.

—Tu amamántala tranquila que yo iré a fijarme que haya todo lo necesario para preparar la cena — sin esperar respuesta se marchó.

La bebé se prendió a mi pecho con desesperación y reí. Es una comilona.

Estaba allí, en uno de mis momentos favoritos y pude sentir una mirada penetrante sobre mí. Tenía miedo pero aún asi levanté mi rostro. Quedé estática, en shock, paralizada. Era él y estaba hermoso. Lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos sin poder evitarlo.

—Hija, hay que ir a comprar arroz y tomates del resto hay todo...¿qué te ocurre Adela? —siguió mi mirada y lo vio— ¿quién...? Oh, es...¿es él? — asentí.

—Toma, llevate a Renata para adentro y no salgan por nada del mundo. Tranca las ventanas y la puerta.

—¿No crees que estás exagerado? Miralo, está emocionado y shokeado. No va a hacer nada malo.

—Tienes razón —recapacité — Es sólo que...no puedo creerlo.

—Ahora cálmate y ve. Déjalo que te de sus explicaciones aunque sean las más estúpidas y no olvides que es el padre de Renata. Si viene a conocerla, a estar con ella no le niegues verla, no los separes. Tú sabes muy bien lo que es crecer sin un papá. No repitas historias.

—Tranquila tía. Jamás haría eso.

Ella entró a la casa con la niña y volví a mirarlo. Lentamente caminé hacia él. Cuando estuvimos frente a frente acarició mi rostro empapado en llanto. El suyo estaba igual.

—Adela — volver a oír su voz fue sublime — eres tú mi amor. Sí, eres tú.

No sé que me sorprendió más, si sus palabras o el abrazo que vino luego de éstas al que, sin poder evitarlo, correspondí. Pero salí de mi transe cundo vi a pocos metros a Denise. Me separé de el bruscamente.

—¿Qué es lo que quieres Camilo? ¿Cómo me encontraste?

—Llevamos más de un año buscándote. ¡Estábamos todos muy preocupados por ti y por el bebé!

—Mira, estoy demasiado tranquila. No quiero que tú y esa...mujer, vengan a molestarme. No voy a negarte tus derechos como padre, pero no perturbes mi paz.

—Adela, hay tantas cosas que tienes que saber mi amor.

—¡No me digas mi amor! ¡Hace tiempo que dejé de serlo! Desde el día que me abandonaste sin importarte todo lo que sufriría, que te quedaste con todo lo mío valiéndote una mierda el dejarme destrozada incluso sabiendo que estaba embarazada. Cuando me ocultaste lo del club, cuando preferiste a ésta para darle el gusto a tu mamá.

Denise se acercó a nosotros.

—Adela, escúchalo. Las cosas no son como tu crees.

—¿A no? ¡¿A no?! Claro...

—Mi amor por favor...

—Haganme un enorme bien. ¡Desaparezcan! Mira Camilo, si quieres ver a la niña no te lo negaré pero yo no deseo verte ni en pintura, así que vienes y mi tía los acompañará al parque. Pero nada más.

Sin dejar que respondieran me di media vuelta y entré a la casa.

—Hija, ya...no llores mi vida — dijo mi tía abrazándome.

—¡Vino con ella! ¡Se atrevió a venir con esa! ¡Es un desgraciando, caradura, sínico!

—¿Qué te dijo?

—Nada porque prácticamente no lo dejé hablar. Sólo le aclaré que no le prohibiría ver a Renata y que tú los acompañarías al parque porque yo no quiero tener trato con él.

—Ya mi niña, cálmate ¿sí?. Te prepararé un té de manzanilla y luego iré por las compras.

Luego del mágico té de mi tía y un baño relajante me dormí el resto de la tarde y cuando me desperté fue a causa de una pesadilla en donde Camilo y Denise se llevaban a mi hija y nunca más la encontraba. Me levanté de la cama sudorasa y temblando pero al darme cuenta que sólo había sido un espantoso sueño y mi niña descansaba en su cuna, poco a poco me calmé.

La noche esta fresca y el viento que se levantó anuncia una fuerte tormenta. Luego de asegurar las ventanas del galpón cenamos en silencio. Sólo podía pensar en Camilo, en lo guapo que se veía, en sus ojos llorosos y en toda la revolución que provocó en mi interior cuando acarició mi rostro. Al oir su voz las piernas me temblaron como gelatina y cada fibra de mi sistema reaccionó ante su abrazo tan cálido, el que tanta veces imaginé volver a sentir. Quería gritarle que lo aún lo amo, que pienso en él todo el tiempo, que lo lloro, que lo encuentro en cada gesto que hace nuestra princesa, que ese sueño de la familia feliz que tenía con mis padres ahora lo protagonizábamos nosotros tres. Pero mi orgullo me ganó e hice todo lo contrario, es que cuando vi a Denise allí una furia indomable brotó de mi y todo lo bonito que estaba sintiendo fue reemplazado por dolor.

Un fuerte golpe en la puerta principal hizo que ne sobresaltara.

—Debe ser el viento —dijo mi tía, pero volvimos a oírlo.

—Voy a ver —le dije.

Me levanté de mi silla y al abrir la, puerta quedé sorprendida con lo que vi. Una Denise totalmente empapada por la lluvia me sonrió.

—Hola Adela.

—¿Qué quieres? —le pregunte perturbada por su presencia.

—Quiero que me escuches, tienes que saber la verdad de lo que ocurrió hace más de un año atrás.

Mi tía apareció.

—Buenas noches. Adela, voy a estar en la cocina, lleva a la muchacha al estar que la estufa está encendida. Tampoco es cuestión de que enferme. Les prepararé té.

Entramos, Denise se quitó su chaqueta y nos sentamos.

—Habla —le dije bruscamente.

—Camilo no tuvo nada que ver con lo que pasó aquel día. Fue todo una mentira planeada por Margot y yo la ayudé creyendo que así él volvería conmigo, pero fue el peor error que cometí en mi vida. Él te amaba entonces así como te ama ahora. Voy a contrate todo lo que ocurrió

Y así lo hizo. Cada palabra pronunciada por su boca era como un bálsamo y al mismo tiempo una puñalada. Mientras aquí yo creía que nadie me quería, que me habían olvidado, que no tenía motivos para volver todos me bucaron por cielo y tierra, me lloraron, se preocuparon por mi. Invirtieron tiempo y dinero. Pero lo más importe, no se rindieron. Supe todo lo que Margot planeo y Denise lloró arrepentida por haber sido parte de eso. Me pidió perdón y supe que estaba siendo sincera.

Luego de un par de horas de hablar de todo lo ocurrido, de llorar juntas y darnos un abrazo de reconciliación, mi tía entró.

—Perdón que las interrumpa pero la bebé tiene hambre.

—¿Puedes traerla tía?

—Claro que si hija

Cuando volvió lo hizo con mi niña en brazos quien inmediatamente busco mi pecho y se prendió a él.

—¡Es hermosa! —dijo Denise con una sonrisa auténtica — ¿Cómo se llama?

—Gracias, se llama Renata.

—Es un nombre hermoso.

—Sí, lo es —afirmé sin apartar mi mirada de mi hija

—Ya es hora de que me vaya. Aquí está la dirección del hotel donde nos estamos hospedando, es en el otro pueblo. Su habitación es la 316. Yo mañana me voy porque tengo trabajo pero Camilo ya me dejó en claro que no se irá hasta que logre hablar contigo y tratar de solucionar las cosas. Además está loco por conocer a su hija. Se dio cuenta de que es niña por el color de su ropa y está como loco — rió — Hablen, arreglen sus cosas. Su historia merece un final feliz.

Dicho esto se marchó




Tres días pasaron desde que Denise estuvo en casa. Tres días donde preparé mil discursos y cientos de formas para encararlo. Fui hasta el hotel seis veces y ninguna de ellas fui capaz de entrar. Pero ya fue suficiente de cobardía sin fundamentos. Tomé un taxi y fui a buscarlo.
Al llegar al hotel fui directo a los ascensores, bajé en el cuarto piso. Cuando estuve frente a la habitación 316 inhalé y exhalé con fuerza. Di tres golpes suaves pero consisos. Menos de un minuto después me abrió.

Allí estaba, hermoso y con un gesto de sorpresa que me derritió. Nuestras miradas se conectaron de inmediato y una lágrima corrió por su mejilla y todos mis propósitos se desvanecieron.
Olvidé todo lo que tenía planeado decirle y las preguntas que tenía. Sólo pude dejarme llevar por ese fuerte deseo que despertó en mi y hacer eso que tanto anhelaba. Besarlo.

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