Perdón
Capítulo 12
El viento soplaba haciendo que el vidrio de mis ventanas se moviera con brusquedad, llevo una semana sin hablarle a Cassian al menos sabía que seguía con vida, pero no porque quisiera si no por el rastro de latas y botellas vacías.
Me pongo de pie para cerrar las ventanas y me quedo un momento viendo la luna hasta que escucho pasos en el techo.
— ¿Qué demonios haces? — alzó la voz para que Cassian me escuche
Se encuentra parado en el techo con una botella en la mano la cual está bebiendo con prisa.
— Tienes razón Fanett, como siempre — baja la voz en lo último — Sabes mamá estaría decepcionada y mi hermano también, papá tenía razón ese maldito tenía razón, nunca seré un Pernelle.
Se detiene para tomar el último sorbo de la botella y lanzarla con enojo al suelo haciendo un estruendoso sonido al romperse en pedazos.
Corro hacia su habitación la cual se encuentra con seguro, pero tiro la puerta para poder entrar y salir por la ventana.
— Eres él más grande de los Pernelle porque tienes un corazón noble — me sujeto del techo y subo a donde él está
— Deja de decir cosas que no piensas, te conozco, te conozco más que cualquiera persona — esboza una sonrisa melancólica
— Claro que lo pienso y en realidad lo sé — me acerco más a él para poder tranquilizarlo o al menos lograr que no quiera lanzarse del techo
— Tú no piensas eso, no me creas tan tonto como todos, tu no piensas en algo que no sea como hacer sufrir a alguien para devolver un poco de todo lo que hicieron pasar tus padres.
Levanta el arma y ríe de manera fría, juega con ella con torpeza.
— Nos hubieras ahorrado mucho si me hubieras matado aquel día — apunta la pistola a su cabeza — El último Pernelle caerá por cuenta propia.
— Tuve que comerme a una persona para poder sobrevivir por eso no como carne — digo finalmente — Baja la maldita arma.
— ¿Qué tu qué? — me mira confundido dejándome quitarle el arma haciendo que se sostenga de mi para no caer
Lo sostengo con dificultad gracias a su gran tamaño y lo acerco lo más que puedo a la ventana de la habitación.
— Ven tienes que descansar.
— No quiero descansar quiero saber que sucedió — murmura mientras baja del techo y entra a la habitación
— Si prometes no seguir bebiendo lo hago.
Se lanza a la cama y me siento a la par suya intentando tomar aire, mi ritmo cardíaco vuelve a la normalidad y mis manos ya no tiemblan gracias a que ya no corremos el riesgo de caer.
— Cuando cumplí dieciséis años me escapé de casa porque quería tener una noche fuera de tanta muerte y sufrimiento, mis padres me descubrieron y me encerraron en una habitación con un sujeto encargado de torturarme.
— Tus padres estaban más locos que tú.
— Sí, lo estaban pase dos días siendo torturada hasta que logre liberarme y matarlo con los mismos cuchillos con los que cortaba y quemaba mi piel todos los días, pensaba que me iban a dejar libre pero no sucedió.
Intento ver si Cassian está dormido, pero está más atento que nunca a mi historia.
— No tenía comida y solo obtenía agua de una gotera que caía en el lugar eso era lo único bueno, había una chimenea vieja en donde él calentaba el filo de los cuchillos para quemarme y pues hice lo necesario para sobrevivir, rebané su piel como si de un cerdo se tratara intentando que se viera lo menos desagradable posible y la cocinaba.
— ¿Cuánto tiempo estuviste así?
— Hasta que el cuerpo se acabó — murmuro — Era asqueroso ver como solo quedaban huesos y órganos de aquel cuerpo debido a que me había comido todo lo que podía comerse.
— ¿Y qué le pasó a tu espalda?
— Mamá me azotaba cada vez que lloraba o gritaba si me hacía daño, decía que tenía que acostumbrarme al dolor y después de tanto me acostumbre, dejé de sentirlo.
— Perdón Fanett — murmura mientras abraza la almohada — Prometo no volver a intentar volar mi cabeza en pedazos.
— Tranquilo, todos queremos hacerlo más de alguna vez en la vida — paso mi mano por su cabello castaño — La diferencia es que los fuertes se quedan.
— O los torpes — dice entre una risa apagada
— O los que están dispuestos seguir caminando en la penumbra de la vida.
Me quedo cuidando a Cassian hasta quedarme dormida, no quería su sangre en mis manos de ninguna manera y en eso contaba llevarlo hasta el borde del suicidio.
Y si para evitarlo había que contarle mis secretos eso iba hacer, pero nunca nadie iba a saber por completo todos mis secretos porque sería demasiado para una sola persona.
Tortura, golpes, marcas, sangre, dolor había sido mi vida siempre y no me importaba porque nunca conocí otra forma de vivir, pero los que no, no lograrían sobrevivir mí una semana y eso pasaba con Cassian.
La oscuridad se apoderaba de él, aunque su corazón luchará contra eso, pero ambos sabíamos que era necesario, aunque eso lo destruyera lentamente haciéndolo parte de la penumbra.
La vida era muy corta para estar sufriendo, pero después de tanto el sufrimiento se convierte en tu felicidad porque logras apreciar aún más los breves momentos de tranquilidad.
— ¡Sáquenme de aquí!
Llevaba tanto tiempo golpeando aquella puerta de metal que mis nudillos sangran.
Aquel cuerpo en descomposición que había sido mi comida ya había comenzado atormentarme más de la cuenta.
— Puedes salir — papá abre puerta
Tenía puesto uno de sus elegantes trajes al igual que mamá con un vestido largo que parecía de fiesta.
— Ve a ducharte, te esperan para tu practica de alquería.
Bajo la mirada y corro a mi habitación en donde el agua intenta limpiar toda la suciedad, sudor y sangre que cargo, pero no parece ser suficiente.
Aquel olor pútrido no se quita de mi nariz y aquel sabor a la carne quemada y grasosa no se quita de mi boca, la manera en que lo que un día fue una persona se convirtió en mi alimento y mi tortura.
Aquella habitación la cual no tenía baño ni una cama y un espacio muy limitado como para poder respirar algo de aire.
La sangre cae como si fuera agua y llegó a serlo cuando no tenía nada más que beber.
Sabía a donde iban mamá y papá, iban a la cacería en donde secuestran personas al azar para ver como otros los torturan hasta matarlos dejándolos de la peor manera posible.
Algunos les quitaban la piel intentando que quede solo el músculo, otros los comenzaban abrir a la mitad dejando expuestos todo lo que tenían dentro y lo peor era quienes eran azotados, desmembrados, pero aún dejándolos con vida para después regar ácido por todo su cuerpo.
Para ellos era un espectáculo sin igual, supongo que al tener todo buscas maneras horribles de entretenimiento. Aunque para ellos no era sólo eso, era un negocio, era la forma de darle a las personas lo que querían y ganar poder con sus deseos retorcidos.
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No se ni como comenzar, este capítulo estuvo muy intenso y descubrimos otra parte de Fanett.
Al escribir esta historia unas cuantas personas me dijeron que Fanett no era un personaje profundo, pero yo no lo creo así.
¿Qué les parece la historia hasta ahora?
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