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Epilogo.

Tercera persona.

Un año después.

Las cosas no mejoraban, solo no empeoraban, nadie entendía ni sabía como seguían vivos, muchos cerraban los ojos retrocediendo en los días, se ven dentro de ese bosque peleando por vivir, oyendo los gritos desesperados, los llantos y los dos disparos que cambiaron su mundo.

Nada podía mejor, ni empeorar, solo se mantenía sobreviviendo el día a día algunos lo llevaban de una forma más llevadera, preferían mantener su día activo, como era el caso de Noemí, que tras el impacto de enterarse que quien fue el amor de su vida revivió de entre las cenizas después de cinco años para asesinar a la única mejor amiga que ha tenido, la llevo a la histeria, paso meses al borde del colapso donde la negación la llevo a la locura, nadie podía asimilar lo que había sucedido, lo que habían perdido y los secretos que fueron revelados, menos Noemí que a pesar de encontrar un poco de cordura tras el nacimiento de su hijo ella seguía en una negación tan profunda que no la dejaba vivir en esta realidad, se hacía preguntas, como; ¿Por qué?, ¿Cinco años fingiendo su muerte y no volvió?, ¿Por qué revivir para reducir todo a cenizas?, ¿Por qué arruinarle de nuevo la vida? Y la pregunta que más la rondaba y peor la hacía sentir era; ¿Por qué no volvió por mí?

Por el contrario de su pareja, Axel dedicaba todo su tiempo al pequeño que dependía de el las veinticuatro horas del día, él sentía la muerte de Hela y sentía aún más la resurrección de su hermano sabía que la mente de Noemí giraba en torno a él a las dudas, preguntas, inquietudes, entendía y aceptaba que su mujer pensará en otro incluso cuando dormía a su lado, la entendía, pero eso no quiere decir que no le doliera, pero su miedo era más grande que su orgullo, no quería perderla, no quería terminar igual que su hermano mayor, destruido, reducido en nada.

Akim intentaba animar el ambiente, se esforzaba lo más que podía en aligerar asperezas, pero incluso para él, era difícil mantener la careta siempre puesta, cada uno llevaba la muerte de Hela de una forma muy distinta, pero todos la extrañaban de la misma manera.

Algunos sabían llevarlo mejor y otros, como Airón y Alek preferían destruirse a su manera, todos en la casa sabían que debían decir o hacer algo pero ninguno era capaz de abrir la boca o intervenir, no podían hacerlo, no cuando decir su nombre en voz alta dejaba un dolor agudo en sus corazones.

Hela no fue la mejor, pero si dio lo mejor de ella mientras estuvo con viva, dio lo mejor para salvar a su hermano y para mantenerlos con vida.

Como en los últimos meses, llegaron a su nueva locación, Aitor ha sido el responsable de trasladarlo, protegerlos y centrarlos, él ya vivió la muerte de Hela una vez, la lloró, y recordó por meses, pero esta vez, hasta él sabe que es diferente, siempre supo que Hela moriría peleando, nunca imagino que la bala que atravesaría su corazón vendría de su hermano.

——Tenemos que hablar. —Aitor dejo caer el bolso que llevaba consigo dejando que los demás se agruparan en la sala, se encontraban en una de las casas de seguridad de Hela, en Grecia, la sexta casa desde su muerte.

—Ahora no. —Aitor toco el puente de su nariz viendo como las dos personas que necesitaba cuerdas, no lo estaban.

Airón había perdido la razón pero no las ganas de pelear, cayó en un vacío que lo tuvo meses absorto en una tempestad que no tenía fin, los días pasaban y él no era consciente si era de día o de noche, en su mente volvió a aquella fosa, revivió día tras día las torturas que le impartían intentando distraer su mente, intentando que los recuerdos de su hermana no fueran tan fuertes para acabar con su vida, pero la verdad es que lo eran.

No tenía sentido para él seguir viviendo cuando su razón estaba muerta, cuando la dueña de su libertad, la persona que reinaba en su mundo de cristal ya no estaba, se había evaporado, pasaban las horas y odiaba el sentir que su voz se hacía cada vez más lejana, que su calor ya no lo sentía y que su aroma se desvanecía, pensó muchas veces en el suicidio, pensamientos que llegaron a hechos inconclusos, él no dudo al poner el arma en su cabeza y apretar el gatillo, ¿Qué sacaba con vivir?, si la única persona que seria capaz de poner el mundo de cabeza por él ya estaba muerta, la única persona que amaba, admiraba y veneraba ya no estaba, no tenía ganas, motivos ni deseos de seguir viviendo, solo apretó ese gatillo pero la bala no salió, no acabo con su miseria, en cambio fue reemplazada, Adam, quien no se ha despegado de su lado en busca de refugiar su dolor con el odio de Airón, se encargó de direccionar su dolor en otro camino, de distraer su mente de otra forma. Adam sabía que eso no era lo correcto, pero también sabía que era la única opción para mantenerlo vivo y era dándole un objetivo.

Desde la muerte de Hela, Airón y Adam no permanecen muchos días en casa, no han dejado de perseguir al culpable de su muerte, Airón le puso un blanco en la espalda a su hermano y no se detendrá hasta verlo reducido en nada, no le ha perdido el rastro, pero los dos tienen las mismas enseñanzas a instintos, juega con su mente y lo mantiene distraído, sabe que no dará con él, pero prefiere eso a quedarse quieto y dejar que los recuerdos lo maten lentamente.

—Airón es importante. —Aitor insistió dando un paso hacía él, no sirvió de nada, intento con su acompañante. —Adam. —lo miro, pero como Airón, ahora no era el momento—tengo que hablarles sobre Hela.

Habían momentos tensos en esa casa y siempre eran relacionados con aquel nombre, Aitor movió sus manos teniendo en cuenta que Hela siempre sería un detonante para ellos, Airón apretó sus manos y se giro de forma lenta, sombría y amenazadora, su rostro no tenía brillo, sus ojos eran una sombra de lo que fueron, estaba cansado, pero por muy agotado que estuviera seguía vivo y eso lo quemaba por dentro.

Aitor abrió su boca para hablar pero el sonido de una botella estrellándose en la barra lo hizo girarse, todos lo hicieron bajando la mirada al instante, los hermanos no sabían que hacer, más bien, no podían hacer nada.

Como dije, todos encontraron su manera de afrontar su dolor, en negación, distracción, ira, venganza, cada uno encontró la manera más llevadera de vivir su duelo, menos...menos Alek.

No, Alek no podía ni quería hacer la muerte de Hela más llevadera, él quería sentirla y sufrirla el resto de su vida, la vio caer, vio como la bala atravesaba su pecho y como la vida se le desprendía de los ojos, ¿Y que hizo?, nada, eso lo mantenía al borde del colapso cada segundo de su vida, paso meses recorriendo el rio de Estonia, buscando su cuerpo, buscando el cuerpo de la mujer que amaba, pero el rio desembocaba en el golfo de Finlandia, él nunca encontraría el cuerpo de Hela, lo sabía, pero no desistía.

Al ser encerrado y vigilado por sus hermanos, no soporto vivir recordando ese momento, él quería recordar su risa, los momentos donde ella se convertía en una niña, las veces que se vio cumpliendo sus caprichos, quería dormir y sentir su cuerpo al lado de él, girarse y poder abrazarla, olerla, sentirla, saber que al despertar la mujer que amaba seguía a su lado, pero no, ya nunca más seria así y eso...eso lo mataba.

Alek ya no hablaba con nadie, no miraba a nadie, no le importaba nadie, una que otra palabra a intercambiado con Airón en este ultimo año. Los ignora a todos, ignoro a su madre que lleva meses con ellos, cuidando de su nieto e intentando cuidar a su hijo, hijo que no desea más que ahogarse en botellas de alcohol, lleva semanas sin estar dos días sobrio, por más que escondan las botellas siempre encuentra la manera de conseguirlas y ya se cansaron de pelear con él.

—Alek...

—N...no. —Alek señalo a Aitor en advertencia para inclinarse y tomar una nueva botella de whisky de la barra. —no digas su nombre. —hablo en gruñidos rasposos.

—Ya paso un año desde su...—golpeo la nueva botella contra la barra haciéndolo callar unos segundos, pero Aitor era consciente que no podía callarse esto. —hace un año en Estonia. —comenzó dejando un sabor agrio en la boca de todos. —Hela visito a un viejo conocido de la familia Petrov, ella me comento lo que haría, me pidió que en caso de...—bajo la mirada a los sobres que tenía en sus manos. —me pidió que en caso de que ella muriera, fuera por esto—movió los sobres— ella no tenía la intención de partir, pero si lo hacía quería dejar todo en orden así que hizo...ella hizo su testamento.

Alek soltó una risa ronca derramando lagrimas silenciosas, pero que acababan con él de la forma más lenta posible, empino la botella bebiendo hasta la mitad sin detenerse a respirar ni pensar con la intención clara de matar a su cerebro.

—Fui hace meses por esto, pero dejo la orden clara de no ser entregado hasta el año de su muerte y...ya ha pasado un año. —murmuro dándose unos segundos para respirar conteniendo sus lágrimas. — dejo dos sobre aparte de su testamento y...tienen sus nombres, Alek...Airón...

El último no espero, de dos zancadas ya le había arrebatado el sobre que poseía su nombre con la caligrafía de su hermana y desapareció de la sala, sin mirar a nadie, sin decir nada dándole una orden silenciosa a Adam de que se alejará de él.

—Alek. —hablo Aitor mirándolo. —Hela querría que leyeras esto. —dio pasos inseguros hacía él pero termino dejando el sobre encima de la barra, Alek lo miro sintiendo su corazón despedazándose al ver la forma cursiva y delicada en que estaba escrito su nombre casi pudo imaginar a Hela escribiéndola. —yo me iré—aviso Aitor. —volveré a Ibiza, no tengo...no puedo seguir aquí no cuando ella...—derramo lagrimas silenciosas bajando la mirada. —me mantendré en contacto, estaré para lo que me necesiten, pero no puedo seguir, no puedo estar...no sin ella lo siento.

Tartamudeo bajando el rostro para girarse tomar su bolso y emprender su huida, Noemí intento detenerlo, incluso Ainhoa, pero no lo lograrían, no cuando él estaba acostumbrado a huir, huir de sus dolores y miedos, no soportaba vivir por segunda vez el dolor de la perdida de su primer amor, no soportaba ver como Airón y Alek se destrozaban y él no tenía cabida en su dolor, no podía, simplemente debía huir y lo hizo.

—Cariño...—Lutza dirigió sus pasos hacía su hijo, pero Alek seguía ignorando su presencia, desde que llego no le ha hablado, mirado, ni notado, menos lo haría ahora, no cuando tiene frente a él una parte de ella. —Alek, deberías tomarte tu tiempo para...

El crio comenzó a llorar, Lutza se giró para verlo y cuando volvió la mirada a su primogénito él ya no estaba, ni él, ni la carta, ni la botella.

Alek arrugo la carta en sus manos encerrándose en su habitación, habitación que no dejara, todas las casas en las que han estado ha sufrido ese mal, no se esfuerza pero sus pies lo dirigen a la habitación que era de su mujer, encuentra su ropa, sus perfumes, zapatos, todo, todo lo que ella en algún momento debía usar.

Arrojo la carta a la cama caminando hacía el ventanal empinándose la botella siendo consciente que en alguna parte de la habitación debía estar el frigobar lleno de botellas de whisky.

Su mente era un enredo de momentos que pasaron y los que nunca pasaran, se vio diciendo los te amos que no alcanzo a confesarle, se vio despertando a su lado el resto de su vida, escuchándola reír, viendo como sus ojos se iluminaban en picardía, la imagino, como la imagina siempre, feliz, libre, viva.

Dejo que las lagrimas quemaran su rostro empinando su botella sacando la foto que siempre carga consigo, enterrándose el puñal una y otra vez en su corazón.

Se alejo del ventanal sentándose en la cama, llorando, sintiendo que el nudo en la garganta nunca bajaría, no importaba la cantidad de alcohol que bebiera, ese nudo siempre estaría allí, destruyéndolo, impidiéndole el respirar.

Miro la foto, conteniendo los llantos, miro su sonrisa, esa sonrisa que tan pocas veces vio pero que tanto amo, los ojos que lo hacían alucinar y el cuerpo que lo mando a lo locura, la veía a ella, con sus manos atadas a su cuello sonriendo sobre sus labios, siendo feliz, no recordaba los últimos momentos que tuvieron juntos, no lograba recordar su ultima conversación, solo tenía el sinsabor agrio de que le sobraron sentimientos y le falto tiempo.

Tomo la carta debatiéndose si debería abrirla, si debería ponerle más sal a una herida aún sangrante, y así estuvo, por horas, mirando la caligrafía, bebiendo, llorando, arrugando la fotografía de Hela, estirándola nuevamente besándola y abrazándola, deseando tenerla de nuevo con él, maldiciendo los momentos que no vivieron y el tiempo que no tuvieron, los planes que no lograron concretar y el no poder salvarla.

A unos metros de él pero en diferente habitación, se encontraba Airón, él a diferencia de Alek, no dudo, abrió la carta pero no la leyó, vio la caligrafía él.

"Hermano" y no pudo hacerlo, la soltó retrocediendo para negar y caminar de un lado a otro, tocando su cabeza sin ser capaz de llorar, recordando las palabras de su hermana, "No se llora a sus caídos en pie de guerra" y aunque ha pasado un año, sin nuevos ataques con las mafias en silencio, su guerra aun no acaba, no cuando su hermano sigue vivo y libre, no cuando tiene deudas que cobrar y gente que matar.

Airón detuvo sus pasos miro por el ventanal sintiendo vidrios quebrandose en la habitación contraria, obligándolo a frenar, frenar su mente al escuchar los gritos de Alek, al saber que su hermana no solo fue libre antes de morir, si no que amo, se enamoró, que fue amada, que tuvo quien se preocupara por ella, quien la cuidará, que la venerara no por ser una Diosa de la muerte, si no por ser ella, lo consiguió, pensar y saber eso aumentaba la herida en el pecho de Airón, pero a la vez sanaba otras.

Se inclinó tomo la carta y con el nudo en su garganta creciendo se dispuso a leer.

Hermano.

Si estas leyendo esto es porque Aitor no es tan inútil y si sabe seguir ordenes después de todo, espero sepas tú también porque necesitaré que sigas un par.

Primero, te ordeno que no sufras Airón, los años que vivimos en tortura te vi morir, renacer y convertirte en alguien que no conocía, quiero que vuelvas a ser ese niño, él niño que amaba ver las estrellas, tallar madera y apreciaba la noche, no al que le teme a ella, quiero que te conviertas en todo lo que nuestro apellido te ha quitado, se ese hombre bueno que tienes oculto.

Segundo, te ordeno que vivas una vida larga, que los cinco años que te robaron se multipliquen y te alcancen para vivir cada una de las experiencias que careciste, encuentra un hogar, un lugar al que puedas llegar y encontrar seguridad, no importa los fantasmas que te atormente, no importa los demonios que busquen dominarte, eleva tu voz, enfréntate a ellos pero gobiérnalos, no permitas que te domine su caos, no como lo hicieron conmigo.

Se obediente Airón, por una vez en tú vida hazme caso, no estaré para patearte el culo cada que hagas algo estúpido, comete errores, pero no dejes que tus errores acaben contigo, que el infierno ya tiene a muchos Petrov peleando por reinar.

He retrasado lo mayor posible esto, no sé porque, porque lleno esta hoja de palabras siendo consciente de que el momento en que la leas ya habrá pasado un año, solo espero que mi muerte no haya sido tan temprana, que...que me hubieses tenido por más tiempo.

Hermano... lo siento, siento no haberte protegido mejor de pequeño y siempre lo sentiré, no fui la hermana que querías pero si la que necesitabas, te hice fuerte para un mundo que pisotea a los débiles, y si el día de mañana me voy, se que estarás bien, que dejo a mi alter ego bueno en la tierra para que cumpla los objetivos que no alcance.

Eres fuerte, inteligente y hábil, se que encontraras la manera de sobrevivir sin mí, de hacer tú vida, pero como cuando eras pequeño, no me iré dejándote a la deriva, en la siguiente hoja encontrarás el listado detallado de cada bodega y vehículo que está a tu nombre, parte de mi fortuna es tuya Airón, por la niñez que te prohibieron y la adolescencia que te robaron, coches, aviones, yates, todo es tuyo, usa el dinero de forma sabia, invierte en propiedades, ten tus propias casas, has tu vida, entra a estudiar, se...se feliz, hazlo...hazlo por mí, ten la vida que tanto anhelas y deja atrás todo, que ser un Petrov no te impide vivir tu vida.

Se tú mocoso.

Y Airón, te amo hermano.

Hela.

Las lágrimas cayeron de su rostro, su cuerpo no fue capaz de seguir sosteniendo su peso y se dejo caer al piso releyendo la carta una y otra vez con sus manos temblorosas, pulso acelerado y lagrimas rodaron en un camino lento y doloroso, repitiendo las mismas palabras.

"También te amo hermana"

Alek después de horas lanzando golpes, bebiendo, quebrando las botellas contra los muros se dejó caer arrastrándose por el ventanal sentándose en el piso con una botella en su mano izquierda, y la carta abierta en la derecha.

Veía la caligrafía pero no leía sus palabras, no podía hacerlo, no cuando sentía que la carta olía a ella, no cuando su corazón sangraba y las lagrimas quemaban.

Bebió armándose de valor gracias al alcohol buscando fuerzas, para mirar la carta y comenzar a leer sin ser consciente de cuanto lo dañaría hacerlo.

Alek.

Si estas leyendo esto es porque ya paso un año y yo no volví a ti.

Honestamente espero que esta carta te llegue en años, quizás ya ni siquiera hablamos, o me odias, puede que intentará venderte al mejor postor y me arrepintiera a ultimo momento y eso te hiciera odiarme, quien sabe, solo espero que haya tenido tiempo, tiempo suficiente para decirte las cosas que siento en este momento y no soy capaz de decir.

Espero que si ahora me odias, sea menos difícil para ti entender que este era mi destino, no nací para ser feliz, aunque lo fui, no lo merecía pero le diste una bofetada al universo y me dejaste ser caprichosa por primera vez, tuve a las dos personas más importante para mí a mi lado.

Si no me odias, si de verdad cumpliste con amarme toda tu vida, te pido perdón, perdón por no alejarme cuando debía, sabía que tenía que hacerlo, que sería la única manera en qué no te lastimaría y no me lastimaría a mí en el proceso, pero incluso mucho antes de prometértelo me vi volviendo una y otra vez a ti.

Alek no sé que estoy haciendo, tengo este presentimiento de que algo malo pasará y me aterra, siempre he afrontado mi destino en alto, soy consciente de que mis actos me llevaran a la muerte, pero no quiero, no quiero morir y caer en la realidad de que no volveré a verte, que no volveré a gritar que me irritas cuando la verdad se volvió una necesidad tenerte pegado a mí.

El día que muera y leas esto, espero hayan pasado años, que encontraras la forma de entenderme y yo haya perdido el miedo a admitir y perder. Que nos haya sobrado tiempo, que a pesar de mis errores, secretos y verdades a medias, no te rindieras conmigo, que me amaras de la misma forma descontrolada que lo hice yo, que me llevaras a un cine, a la playa, de compras, que...que viviéramos.

Nunca me importo esforzarme en confiar, en creer, en sentir, porque sabía que haciéndolo sería débil, le abriría las puertas al mundo para que tuvieran con que dañarme, pero no sabía que confiando y sintiendo me volvería más fuerte de lo que ya era, no solo me ayudaste a conseguir la libertad de Airón, me diste la mía, con pequeños detalles me hiciste volver a vivir, a creer en que merecía un final feliz, y lo tuve, si el día de mañana muero, moriría jodidamente feliz porque pude pasar hasta el ultimo segundo de mi vida conociéndote, sintiéndote y amándote.

No diré que no sufras, porque si la situación fuera al revés, yo no podría seguir adelante sin ti, solo te pido que no seas yo, que no te rindas, que vivas por los dos, que...que protejas a mi hermano como proteges a los tuyos, que lo veas y sepas que una parte de mí siempre vivirá en él, que yo di todo por él, que por él me cruce en tú camino, que gracias a él nuestros mundos se entrelazaron y el universo me dio el placer de saborear la felicidad, porque si Alek, desde que te conocí mi vida se convirtió en un caos de sensaciones que no entendía, sentimientos que me abrumaron y sin saberlo me ayudaste a entender, me ayudaste a entender que desde aquel momento en el club en salamanca, lo que sentí no fue ansiedad por cumplir mi objetivo, fue nerviosismo al verte al rostro y saber que serias mi mayor perdición.

Fui tuya en todos los sentidos y es justo que todo lo que poseo lo sea también.

En la siguiente hoja encontraras detallada cada una de las ubicaciones de mis propiedad e islas, todas a tu nombre, al igual que detalle una lista de las propiedades de mi familia, no sé con exactitud todas las ubicaciones, pero una vez vayamos a la casa de seguridad en Estonia podré tener una vista más panorámica de las ubicaciones y me encargaré de completar mi testamento.

Estas casas en mi ausencia los mantendrán a salvo y siempre encontraras una parte de mí en ellas, una vez me preguntaste que donde era miEstas hogar, sabía mi respuesta y era aquí, donde sea que estes tú encontraría mi hogar, te volviste mi refugio Alek, mi lugar seguro, no temía bajar mis murallas ante ti porque sabía que a pesar de las mil traiciones y golpes que te diera estarías para mí, no te merecía Alek, no merecía que me amaras de tal manera, que me hicieras desear vivir otro día para estar contigo, no merecía ser tan jodidamente feliz, pero lo fui.

He estado pensando mucho en una palabra últimamente y es "Kairosclerosis" suena estúpida y como si fuera una enfermedad terminal, aunque la verdad puede que si lo sea, significa; El momento donde te das cuenta de que eres feliz. Fuiste mi Kairosclerosis Alek, mi momento feliz.

El dolor no es eterno Alek, los recuerdos lo son y ellos nos acompañaran para siempre, no te destruyas pensando en que pudiste hacer más por mí, darme más, decirme más, que con que me amaras yo ya tenía una parte del cielo ganada.

Fue un jodido placer tenerte en mi mira Alek Schneider.

Te amo.

Hela. 

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