Capítulo 59
Hela Petrov.
Aprete mis puños, resistiendo a la sensación de mi cuerpo, gritándome que era más fuerte que esto, soy más fuerte que mis recuerdos, no debo dejarme dominar por mis demonios, mis manos se tensaron tirando de los cubres y sin poder aguantar más abrí los ojos sentándome en la cama de golpe.
Mire a mi alrededor, mis manos libres, mis piernas libres, la habitación, el ventanal, estoy en casa, estoy bien, ya no volveré a vivir en esa mierda, nunca más, presione mi pecho sintiendo mi corazón latir a toda velocidad, toque mi frente limpiándome el sudor, mis manos siguen temblando, todo mi cuerpo tiembla, me centre en el ventanal mirando el cielo, siempre es lo mismo, mismo sueño, mis sensaciones, mismo despertar, abrace mis piernas mirando las estrellas intentando regular mi respiración, sin hacer ruido para no despertar al hombre a mi lado.
No deben ser más allá de las cuatro de la madrugada, no logro dormir ni tres horas seguidas sin despertarme a saltos, por muy cansada que este, solté un suspiro sonoroso desviando la mirada centrándome en el hombre a mi costado.
Esta de frente a mí, con un brazo estirado a mi dirección y el otro bajo su mejilla, su torso desnudo y con una débil capa de sudor por el esfuerzo de hace unas horas, su cabeza desordenado invade una parte de su frente y su respiración es tan calmada que la envidio, las mantas cubren de su cintura hacía abajo tapando su desnudes, pero me permite ver sus heridas aun cubiertas, "Ya no duelen tanto, solo molestan" se repetí cada que nuestros cuerpos se encuentran, no han pasado ni dos semanas desde que lo vi morir y se sobre exige como si fuera inmortal.
Siento que se quiero igual a Airón o a mí, las heridas de Airón eran mucho peores que las suyas, y en apenas una semana ya estaba entrenando de forma normal, Alek aun no puede hacer una flexión sin sentir dolor y eso está bien, se lo he hecho saber, la manera en que nosotros vivimos nos volvió tolerantes al dolor, un disparo para mí es lo mismo que un corte para él, estamos tan acostumbrados a estar heridos o a sentir dolor que lo volvemos parte de nuestro día a día, Alek no lo está, y eso esta bien, prefiero que nunca tenga que vivirlo, que no se vuelva como nosotros, que sea humano.
Cerré brevemente mis ojos y me senté mejor en la cama buscando mi ropa con la mirada, no puedo estar quieta sin hacer nada, debo moverme, despejar mi mente, baje un pie siendo detenida por el gruñido a mi costado y el golpeteo débil en la cama.
—Vuelve a dormir...——balbuceo Alek de forma pesada obligándome a suspira.
Lo miré por sobre mis hombros notando que seguía en la misma posición, con sus ojos cerrados, pero su mano la que estaba estirada hacía mí se abría y cerraba como si buscara agarrarme inconscientemente. Ladeé una sonrisa viendo aquel gesto tan infantil, le negué para murmurar sacando mi otro pie.
—Iré al baño...
—Mentirosa, ven aquí— medio gruño haciendo una flexión tirando de mi mano obligándome a recostarme otra vez, estuve a punto de reclamar, pero paso su brazo por mi cintura corrió las mantas para jalarme hacía él acorralándome contra su cuerpo, hundió su rostro en mi cuello respirando con profundidad— te dije que no me gustaba despertar y no verte.
Reclamo como un crío caprichoso amarrándose a mí como una lapa.
—Ya despertaste—bufé malhumorada, moví mis piernas para salir de la cama y él enredo las suyas en las mías atándose más a mí, si acaso eso era posible. — ya me viste, ahora puedo...
—Son recién las cuatro de la mañana Hela—gruño molesto dando un mordisco en mi nuca erizándome la piel—duerme por último tres horas más.
Se removió presionando mi abdomen bajo terminando de pegarme a él por completo, sentí su erección presionándome mi espalda estremeciéndome, el brazo que tenía alrededor de mi cuello comenzó a bajarlo para a palma abierta agarrar el primer seno que encontró y manosearlo con su respiración tranquila, fingiendo dormir.
—¿Cómo sabes que son las cuatro de la mañana? —intente girarme hacía él, pero me lo impidió con un gruñido en queja, manoseando mis pecho como si así me mantuviera contenta y tranquila, cuando el contento es él.
—Te despiertas siempre a la misma hora...Ya queda quieta y duerme un...
—Ya no tengo sueño. —bufé enterrando mi codo en sus costillas logrando que debilitará su agarra y así girarme, maldijo en cuando aleje mis senos de sus manos, pero dejo de reclamar como un bebé cuando por mera inercia bese sus labios de forma rápida y corta para recargarme en su brazo y mirar su rostro.
Tenía su ceño débilmente fruncido y su mano paso de manosear mi pecho a acariciar mi espalda con movimientos perezosos, su pierna se metió entre las mías y cuando note sus intenciones aprete mis piernas ganándome un gruñido en protesta de su parte.
— Yo si tengo sueño, así que duerme. —abrió un solo ojo para darme una mirada despectiva.
Bajo su cabeza para mirar mis piernas cerradas con candando, negando ofendido presiono mi espalda baja empujándome hacía él, termino de meter con agresividad sus piernas entre las mías, pego mi pecho al suyo y con una media sonrisa escondió su rostro en la curva de mi cuello dándole un pequeño mordisco antes de suspirar de manera cansada y acomodarse para seguir durmiendo.
Movió su cabeza regando besos en mi clavícula y cuello como si me estuviera deseando buenas noches. Noches si eran, buenas no tanto, su cabello se me mete en la nariz y boca haciéndome cosquillas, huele rico, bastante rico, pero de igual manera es una molestia.
—No puedo dormir contigo succionándome la sangre—reclame presionando sus hombros para alejarlo de mí. Fracase nuevamente—Alek tu pelo me...
—Porque demonios no solo te callas y duermes. —se molestó pero en vez de alejarse de mí, se me subió encima como si no me doblara el peso.
Su erección ahora se me clavaba un poco más debajo de mi entrepierna, sus hombros rozaban mis senos y su rostro seguía chupeteando mi cuello como si de una paleta se tratara. Estaba medio recostada y sentada, las almohadas dejaban en alto mi cabeza pero de igual manera con una pequeña flexión vi su espalda desnuda y bajé por ella, su trasera expuesto, mordí mi labio al ver ese culo pálido y bien formadito, pensé en manosearlo pero como suponía tiene mis manos recluidas el hijo de puta. Sus pies sobresalían de la cama y yo me puse a pensar, Alek debe medir más de un metro ochenta y siete, yo mido un metro setenta, justo, soy alta, delgaducha pero tenga masa muscular, Alek es mucho más alto que yo y tiene el doble de masa muscular que yo, tanta que no con ingenio podría sacármelo de encima si se niega a soltarme, me removí y como respuesta gane que pasara sus manos por mi cintura atándose a mi espalda, ahora aparte de aplastada quede incomoda, genial. Puse mala cara y volví a sacudirme.
—Pesas—reclame porque no era mentira, con esfuerzo libera una de mis manos para empujarlo por los hombros, lo tire hacía a un lado, pero como sus direccionales son asquerosas en vez de salir de encima de mí, bajo, liberando mi otra mano para como un crio sonreír y esconder su rostro entre mis pechos. Volví a reclamar, ganando que borrara su sonrisa y se sacudiera encima de mí.
—Cállate y hazme, cariño. — balbuceo con su boca encima de mi seno derecho para sacar su mano de mi espalda y tirar de mi brazo hacía su espalda, moviéndose, recalcando su orden, solté una sonrisa sorprendida y con mala cara le di un palmazo en el hombro ganando un mordisco en mi pecho derecho que me hizo chillar.
—¡Animal! —reclame forcejeando para sacármelo de encima sin hacerle daño.
—Haceme cariño—Insistió. Con suerte pude entender que mierda me decía tenía medio pecho dentro de su boca, seguía mordiéndome el animal, pero al menos ahora era más suave.
—¿Desde cuándo te comportas como un puto crio? —deje mi mano en alto, centrándome más bien en su rostro, viendo como pasaba de morder a chupetear como un infante.
—Estos días han sido un caos, he recibido más golpes de lo que soy consciente, me han disparado, apuñalado y tirado granadas, para que mencionar que se me adhirió un pedazo de metralla que por poco me mata, así que si te pido puto cariño, dámelo y listo, no seas una jodida mo...
—Bien, ya está, listo, ahora cállate. — le di un golpe en la nuca y antes de que volviera a morderme un seno enrede mis manos en su cabello jugando con él y acariciándolo. Pareció satisfecho, ya que relajo sus hombros acomodándose mejor, para seguir en lo suyo, ósea, chupándome las tetas. —¿Puedo preguntarte algo?
Baje mis caricias por su nuca, deslizando con delicadeza mis uñas por su piel sintiendo como se estremecía ante mi tacto.
—No. Duérmete.
—Sabes que no puedo hacerlo—murmure recargando mi cabeza en la almohada, soltando el aire reprimido en mi pecho, Alek pesa, pero su cuerpo más que incomodidad me da calor, y me...me gusta tenerlo así.
—Haceme las preguntas que quieras, Hela—balbuceo moviendo su rostro para elevar un poco su cabeza dándole un tirón con sus labios a mi seno derecho y cambiarse para iniciar sus jugueteos con el izquierdo, atendiéndolos a ambos, dejándome los pezones sensibles.
—¿Qué te pareció Airón? —dejo de moverse tensando sus hombros, no me gusto su reacción lo noto cuando deje de hacerle cariño. —¿Qué pasa?
—No te detengas—sacudió sus hombros y frunciendo mi ceño seguí acariciándolo, para que el siguiera lamiendo—¿A qué viene tu pregunta?
—A que no puedo dormir y si estarás como un crio pidiéndome mimos, y chupándome los pechos mínimo responde mis preguntas.
—Tú nunca me haces cariño, ni siquiera me tratas bien, deberías darme un apodo estúpido o algo lindo, y tengo el puto derecho de chuparte las tetas cada que se me de la jodida gana...
Rodé los ojos mordiendo mi labio para no reír, su tono de voz paso de melancólico a molesto, y más se enfureció cuando intente alejarlo de mis pecho que se agarro a mí succionando mi seno izquierdo con fuerza, haciéndome jadear y reír a la vez.
—¿Qué te fumaste Alek? —¿Y porque no me diste?
Se rio con mi pecho dentro de su boca estremeciéndome, para negar y acomodarse mejor.
—Nunca tendremos una relación normal. — admitió haciendo círculos con su lengua sobre mi pezón.
—Ni siquiera tenemos una relación, animal. —reproche, cerrando los ojos en cuanto paso de lamer a succionar con más énfasis, mi parte baja comenzó a palpitar y su erección se me hacía que estaba jodidamente lejos de donde debería.
—Tú eres mía Hela, te guste o no, eres jodidamente mía. —succión la piel de mi seno y supe exactamente lo que hacía, marcarme, bestia.
—Puto posesivo. —le reclame pero no hice tal esfuerzo para intentar alejarlo cuando hizo lo mismo en medio de mis pechos y en el derecho, que deje las marcas que quiera en mi cuerpo, por más que me repugne el hecho de que sientan que deben poseernos como una puta propiedad, justo ahora ese pensamiento y desagrado se va a la mierda, que me marque, me posea y me haga suya de las maneras que quiera.
—Me importa una mierda. —balbuceo subiendo su rostro para seguir succionando partes de mi piel, ahora mi clavícula, se dio su tiempo, pasando la lengua por la zona que se preparaba para marcar, la rasgo con los dientes, beso con su lengua para posterior succionar y hacer un remolino con su lengua y dientes cortándome la respiración.
—Y así quieres apodos estúpidos, animal. —lo sentí reír cortando su camino de marcas hasta mi cuello y me vi casi rogando que siguiera, estuve tanto tiempo siendo besada por quien no deseaba, que es un jodido privilegio que sus labios me toquen y marque.
—Yo te digo arpía, ya tienes el tuyo, busca una más creativo que animal. —volvió a bajar pero esta vez su boca se fue al derecho y su mano al izquierdo, dándole atención a la vez.
—Arpía es una mierda de apodo.
—Tómalo a déjalo.
—Que idiota eres Alek...
Volvió a reír y esta vez lo hice con él, sintiendo el momento...real...único, sincero, relaje mi cuerpo, mis hombros que estaban débilmente tensados y me deje rendir sobre la almohada, con mis ojos perezosamente cerrados y ahora ambas manos acariciándolo, la derecha su nuca y la izquierda sus brazos fuertes y marcados, solté el aire encima de mi pecho y siguió repartiendo besos entre ellos, pasándoles la lengua y de vez en cuando balbuceando estupideces como, "Que me falte la arpía, pero no ustedes", idiota.
—Si fuéramos normales te invitaría a salir—balbuceo después de un rato, se dignó a dejar de hablar con mis pechos para hablarme a mí al fin.
—Creí que no eras de citas. —confieso que igualmente hable con temor, pensando que no me lo decía a mí en específico, noto el tono inseguro de mi voz que lo hizo reír y despegar su boca de mis pechos para mirarme con una sonrisa cabrona que me hizo empaparme con el miedo a mojar las sábanas.
—No lo soy, pero me excita la idea de follarte en un cine. —mordió su labio bajando sus manos por mis curvas.
—Vaya romántico estas hecho. —hable en suspiros.
—Te compraría hamburguesas, eso debe sumar puntos. —me enarco una ceja, volviendo a lo que estaba dándome miraditas de vez en cuando.
—Seria mi primera vez en un cine...—admití en voz baja.
—¿Primera vez follando en un cine?
—Yendo al cine...—dejo de chuparme el pecho derecho con un sonido retumbante, para recargar su cabeza en él y mirarme un par de segundos, hice lo mismo que él, viendo su rostro, notando el brillo en sus ojos, sé que me ha estado distrayendo desde que se me subió encima, pero he evitado preguntar el porqué, porque irónicamente esto me gusta, pero la curiosidad me mata, así que pregunté; —¿Qué tramas? —lo vi tensarse, pero disimulo desviando la pregunta.
—¿Qué otras cosas no conoces?
—No me cambies de...
—Hela—advirtió, frunciendo su ceño, excitándome más.
—Nunca me he bañado en la playa—admití sin dejar de hacerle cariño, ni mirar su frente fruncida— ni he ido de compras alguna vez, no recuerdo haber entrado a un centro comercial nunca, ni haberme comprado ropa o algo así...Pero he hecho cosas más interesantes, como saltar de un avión sin paracaídas o sobrevivir dos días encerrada en una caja, las cosas que no he hecho son más bien...
—Normales—murmuro Alek escondiendo nuevamente su rostro en mi pecho para bajar unos centímetros y quedar bajo ellos, con su rostro clavado en el inicio de mi abdomen — son cosas normales Hela. Haremos todo eso, ir al cine, a la playa, de compras...
—No me interesa hacer esas...
—Ya dije que lo haríamos—sentenció presionando con ambas manos mi abdomen para dejar besos torpes y sin cuidado— ahora dime, porque demonios estuviste encerrada dos días en una caja.
Solté una risilla al recordar y seguí haciéndole cariño en la cabeza cuando tiro de mi brazo.
—Fue una apuesta con Calu, ni siquiera recuerdo como demonios consiguió que aceptara, solo sé que un segundo estábamos discutiendo y al otro estábamos dentro de una caja insultándonos para ver quien se rendía primero por las ganas de ir al baño.
—Supongo que ganaste—se burló y yo me enfadé brevemente y negué.
—Él idiota me estafo, resulta que había un agujero en su lado de la caja donde orinaba cuando me dormía, casi pierdo la vejiga por su culpa. —Alek se puso a reír sobre mi estomago ganándose un manotazo. Reclamo, mordiéndome, ignore el dolor, mi orgullo vale más que eso.
—¿Siempre hacían ese tipo de apuestas?
—No siempre...Unas cuantas veces...
—¿Qué otra...
—¿Por qué intentas distraerme? —deslice mis manos por sus mejillas obligándolo a mirarme, seguía con sus ojos débilmente cerrados, pero no tiene sueño, conozco su voz de cansancio, él quiere jugarme la psicológica como si fuera una principiante.
Elevo el rostro deteniéndose en mis pechos, sus ojos se encendieron al verlos rojos, con marcas apareciendo y erectos, como si no hubiese estado provocando eso desde que se puso a chuparlos, trago grueso pasando su lengua por sus labios, saboreándoselos, puto animal.
—Intento saber más de tu...
—Alek me tienes desnuda, has estado manoseándome desde que despertaste, siento tu erección en mi pierna y a un no intentas follarme, me estas distrayendo o al menos eso intentas, quiero saber porque...
—Podría distraerte follando. —se jacto ofendido, claro que podría, pero no lo hace y eso me hace tener incluso más preguntas.
—Pero lo haces hablándome y quiero saber por qué.
—Dime qué hora es...—soltó un suspiro pesado y yo mire el reloj que estaba frente a nosotros.
—Casi las seis...
—No intento distraerte...
—Alek, te conozco...
—¿Así?
—Sí, así que todo ese teatro de querer mimos no me lo creó...
—Quizás si me gusta que me trates bien de vez en cuando...
—Alek...
—Joder que molesta eres. —bufo malhumorado bajando entre mis piernas, beso mi abdomen, ombligo, mordió mi cadera, balbuceando que no intentaba distraerme cuando la verdad era que sí.
—Por irónico que sea no me molesta tu manera de distraerme, eso de querer cariño es algo nuevo pero no irritante, dime que tramas y...
—Ya, a la mierda—se molestó hincándose en la cama, en cuanto lo hizo mi primer instinto fue sentarme en la cama, al ver como su erección salía disparada en mi dirección. —Levántate.
Ordeno y me perdí cuando con su mano comenzó a bombear su miembro, ya lubricado por sus fluidos, maldita y jodida imagen, sus labios inflamados y no a causa de mis besos, si no por su jugueteo con mi cuerpo, su cabello desordenado, su rostro sudoroso, su mandíbula tensa, al ver mi cuerpo desnudo y dispuesto para él, peleé por no cumplir su orden, cuando la verdad era que en la cama, acató cada una de las palabras que salen de su boca, pero esta vez me resistí, fui más fuerte.
—¿Ahora me distraes así? —intente sonar calmada. Fracase, por tercera vez.
—Ahora quiero distraerme yo. Levántate. —Dio un manotazo en mi muslo haciéndome jadear y al ver mi negación me tiro del brazo obligándome a hincarme en la cama, así me sacaba cabeza y media, se veía tan jodidamente imponente frente a mí que me hizo sentir por primera vez pequeña, sus hombros tan anchos y musculosos, su espalda, su pecho, su abdomen lleno de cuadritos excitantes, pasaría mi lengua por ellos toda la jodida vida.
—¿Tanto te cuesta ser linda conmigo?
—Quiero saber que intentas ocultarme...—Suspiro malhumorado tomándome de la cintura para apegarme a él y de un giro dejarse caer en la cama como dos plumas, me dejo a horcadas sobre él, para tomarme de la nuca y atacar mi boca con ferocidad, me robo cada aliento de vida, se comió mi boca a su jodido y bendito antojo, su lengua me recorría con devoción, con necesidad, no era capaz de seguir correctamente el ritmo de su beso...tan bestial, cuando creí lo estaba consiguiendo me tomo de las caderas, y por mera reacción me eleve para bajar unos centímetros y dejar que su miembro buscara mi entrada, que volviera a casa, pero me lo negó, mordiendo mi labio.
—No hacía abajo Hela. —enredó sus manos en mi nuca alejándome de sus labios para que lo mirara a los ojos, su otra mano seguía sosteniéndome, manteniéndome alejada de su miembro, sin la oportunidad de dejarme brincar sobre él.
—No seas cabrón Alek...
—No hacia abajo— repitió agarrándome de las caderas obligándome a ponerme recta, se tiro más hacía abajo dejándome sentada en medio de su abdomen— siéntate en mi boca Hela.
Debo admitir que no esperaba que aquellas palabras tuvieran ese jodido efecto en mí, tuve la intención de cerrar las jodidas piernas, si no hubiese estado el cuerpo de Alek en medio de ellas, probablemente hubiera funcionado y no hubiese quedado como una estúpida, curvo su labio y presionando mis cinturas me hizo elevarme.
—No lograras distraerme así.
—Siéntate en mi boca y déjame hacerte venir con mi lengua, Hela.
Cada vez que dice mi puto nombre siento que sufro un orgasmo.
Seguía debatiéndome en caer en su juego o mantener mi orgullo, me dio un incentivo dando dos golpes rotundos en mis senos que me hicieron gemir al primer contacto, le di una mala mirada e hizo lo mismos con mi culo, manoseándolo y abriéndolo a su antojo, me tiro hacía él de improviso y mandando a la mierda mi fuerza de voluntad, arrastre mis rodillas dejándolas al lado de su cabeza manteniendo mi pelvis a una distancia prudente, distancia que mando a la mierda cuando elevo su rostro pasando la lengua por mis pliegues, haciéndome gemir relajando mi tensión al instante.
—Sí intento distraerte— me confeso pasando su mano por mi cadera obligándome a bajarlas hasta que sus labios tuvieron un mejor alcance.
—Ya lo sé...—Hable en jadeos al sentirlo respirar por mi entrepierna.
—Tardaste en darte cuenta. —con su mano me hizo abrir más las piernas y ya no podía abrirme más para él sin salir de la cama— creí que tardarías menos en notarlo. — deslizó su lengua por encima, alterándome, esta tardando mucho joder.
—¿Qué...tramas Alek?
—Esto es jugar sucio, pero a la mierda...
—¿De qué... ¡Mierda! — me sostuve de la puta pared cuando tiro de mis caderas, hundiendo su rostro en mi entrepierna, su boca se abrió paso entre mis pliegues para abrirlos y darle lugar a su lengua, que recorrió cada puto y jodido centímetro de mí.
Bajo y subió, lamiendo con alevosía, con hambre, cada fluido de excitación que salía de mi cuerpo lo bebía cual refresco.
Deslizó su lengua hacía mi entrada penetrándome con ella, succionando y tirando de mi piel, haciéndome gemir en gritos, me apoyé del respaldo de la cama dándome estabilidad y con las manos de Alek presionando mi cadera para que no pudiera alejarme de él comencé a moverme en círculos gimiendo con esmero, importándome una mierda si los de las habitaciones a mi alrededor pudieran oírme, que lo hagan, y sepan cómo me hace gritar este hombre.
—Dime si te distraigo ahora...— se alejó hablándole a mi entrepierna haciendo gruñir.
—Cállate y no pares. —moví mis caderas y lo oí reír sobre mis pliegues, deslizó dos dedos abriéndome para él y de forma sedienta me recorrió con su lengua cada centímetro de mí.
A la mierda sus intenciones o el motivo de quererme distraída, me abrí más de piernas incluso cuando creía no poder más, disfrutando de su puta cercanía, de su brazo manteniéndome inmóvil, su respiración acelerada y caliente bajo mí y de su lengua haciendo putas maravillas.
—Podría alimentarme de ti todo la jodida vida...
—Mi...mierda...—Gruñí arqueando mi espalda cuando por fin, su lengua se centro en ese punto de mí que me hizo gritar tirando mi cabeza hacía atrás moviéndome con mayor necesidad encima de su boca.
—Eres tan jodidamente perfecta Hela, que...me tienes alucinando.
Me estremecí. Dio una palmada dolorosa en mi culo que me hizo brincar y gritar, cuando tiro de mi clítoris por la repentinidad y aquel dolorcito me hizo ver jodidos puntos luminosos por el placer, me estremecí, volvió a golpearme, volví a gritar en placer, dando sentones en su rostro.
Alek abría mis nalgas, manoseaba mi espalda, magreaba mis senos y sentía su cadera moviéndose en busca de jodida atención.
Succiono haciendo remolinos con su lengua sobre aquel bulto de carne poniéndome a chillar en suplicas. Ardía bajo sus manos, mi coño palpitaba bajo su boca, me estremecía cada que su lengua me azotaba, y no le importaba, no le importo oírme suplicar, oírme gritar que me iba a matar, le importo una jodida mierda, siguió comiendo de mí.
—Vamos amor—jadeo bordeando mi clítoris con su lengua para succionarlo y hacerme contraer las piernas por inercia, me dio una nalgada firme que me hizo virar los ojos— córrete en mi boca...
Enterró sus dedos en mis muslos lamiendo con devoción, con hambre, haciéndolo como si quisiera zacearse de mí, succiono como lo hizo en mis pechos y cuello, como si tuviera la intención de dejar una marca también, marca que dejo hace muchísimo tiempo.
Comencé a sentir ese calor que me escuece la carne y me parte los huesos, el temblor, la sensación de estar ardiendo por dentro y necesitar liberarlo, la presión en mi abdomen bajo, el escalofríos en mi espalda y la contracción de mis músculos, no dejo de chupar, ni lamer, ni morder hasta que no pude más, hasta que ya no era capaz de respirar sin gemir ni temblar, me arqueé gimiendo en desesperación, dándole lo que quería.
Siguió lamiendo, succionando y mordiendo, incluso cuando mi orgasmo arraso con mi habilidad de mantenerme erguida y callada, incluso cuando mi respiración era en gemidos, se alimentó con mi orgasmo, me dejo jodidamente seca, sensitiva y temblorosa e incluso así, le importo una jodida mierda cuando me tomo de las caderas, me hizo levantarme para tirarme hacía abajo y como si lo hubiese estado preparando, sentí la presión en mi entrada y el empujón hacía abajo que me hizo gritar.
Arqueo su espalda apretando su mandíbula soltando los jadeos aliviados, y sin ponerse a pensar que seguía recuperándome por el bendito orgasmo que me dio, me agarro de la cadera moviéndome como una muñeca de arriba hacía abajo con brutalidad, elevo su cadera a la par buscando atención, buscando su propio placer, ya me dio el mío, ahora necesita el suyo, abrió mis nalgas moviéndose con fuerza empujándose hacía mí y a la vez empujándome hacía él, tiro su cabeza hacía atrás y al oír sus gruñidos me altere, me afirme de sus hombros cuidando el golpear de más su pecho y comencé a dar sentones a voluntad.
—Jo...joder— gruño presionándome de las caderas elevando su pelvis martillándose en mí interior, sus venas estaban marcadas por el esfuerzo, sus brazos contraídos su mandíbula apretada y su rostro sudado, sus labios inflamados y aunque moría por besarlo, no lo hice, me centré en sus expresiones, cada vez que mi culo chocaba con sus muslos, sus ojos se cerraban y su boca se entreabría.
El jodido sonido de nuestros fluidos chapoteando en mi entrada me volvía loca.
No me dejo detenerme, incluso cuando sentía que el fuego en mi interior me partía, grite, chille, enterré mis uñas en sus hombros y Alek comenzó a perder la jodida respiración, su miembro se inflo en mí interior, expandiéndome, abriéndome la carne, preparándome para su liberación.
Exigí en susurros con mi voz rasgada que se corriera en mí, que me llenara. Maldijo apretó su mandíbula enterrando sus dedos en mis caderas provocándome un dolor jodidamente excitante, me tiro tres veces seguidas hacía abajo haciéndome chocar con su cuerpo y a la cuarta estocada grite dejándome absorber por mi cuarto orgasmos. Bufo tirando su cabeza hacía tensándose de los pies a la cabeza, me seguí moviendo incluso cuando ya no podía hacerlo sin chillar, pero no me detuve hasta que sentí que dejo de correrse, que ya tenía cada gota de él en mí, hasta que su calor me incendió.
Me deje caer sobre su pecho sintiendo el lío de nuestras respiraciones, sus jadeos mezclados con los míos, intentando regularnos.
Sus manos se fueron a mis caderas, y cuando creí idiotamente que me haría caricias o besaría de forma melosa, me tomo alejándome de su cuerpo me hizo caer en la cama boca abajo y cuando hice el intento de voltearme a ver que hacía me tomo de las caderas dejando mi cara pegada al colchón y mi culo en alto...
—A...Alek— intente advertirle que ya no podía más, que mi coño palpitaba e irritaba por la puta agresividad y fricción, ignoro incluso mi voz en jadeos, me separo las piernas dando dos palmazos a mano abierta en mi culo haciéndome gritar.
—Se acabaron las distracción—paseo su miembro por mis pliegues abriéndome la carne sin llegar a penetrarme— Feliz cumpleaños Hela...
Chille cuando de un movimiento tiro de mis hombros hundiéndose hasta lo más profundo de mí.
[...]
Me desprendí de sus labios dejándome caer en la cama con un jadeo cansado, ahora sí podría darme vuelta y dormir todo el jodido día.
Mi corazón choca con mi caja torácica como un demente, pero no puedo estar más contenta, Alek se tiro a un lado de mí recargando su cabeza sobre su brazo, soltó el aire en un suspiro pesado y sentí el latir de su corazón acompasado al mío, nos quedamos lo que fueron segundos así, ambos boca arriba, con la respiración escapando de nuestros labios, jadeando exhaustos, con los labios palpitando, inflamados y húmedos al más no poder.
Mi cuerpo suda y tiembla en la misma medida, soy incapaz de cerrar mis piernas por el escozor entre ellas, no debería incomodar, pero el sexo agresivo y duro siempre ha sido mi debilidad, y es justo lo que este hombre me da, la medida perfecta entre dolor y placer que me hace delirar.
Se sentó en la cama y cuando estaba por negarle otra ronda, diciéndole que dejara a mi coño respirar, en vez de subirse encima de mí, salió de la cama, sus piernas temblaron un par de segundos pero evito demostrarlo de más, se encamino al closet, rebusco en el, saco una toalla y entendí que iba a ducharse, esperare tranquilamente a que me invite para ahorrar agua.
Volví a recostarme moviendo mis piernas para pasar el adormecimiento y cuando vi que se dirigía al baño me senté para reclamar porque no me llevaba con él, pero vi como arrojo de forma despreocupada una cajita a la cama lanzándomela a los pies, lo miré, abrí la boca pero se encerró en el baño.
Mire la caja con una ceja enarcada escuche la ducha encendiéndose y la curiosidad pudo más que yo, me arrastre en la cama, tomando la cajita, la mire con desconfianza, estaba envuelta con una especie de seda negra, brillante, la olfatee, olía rico, un aroma cítrico, tenía una cinta de seda color azul, pase mis uñas por el largo de la cinta llegando a la punta, la tire dejándola caer, y acomodándome mejor deje la caja sobre la cama, era pequeñita, pero se veía fina, elegante.
Me debatí en si debería abrirla, ¿Por qué la lanzo a mis pies?, ¿Debo abrirlo?, ¿Debería preguntarle que es esto?, quizás ya se aburrió de mí y es una bomba, o quizás apenas saque la tapita soltara un gas letal que me matara al segundo.
Mire la puerta alejándome unos centímetros de la caja, dudando, chasquee la lengua y a la mierda me arriesgue a morir, abrí la caja irguiéndome al ver que dentro había...
Se me cortó la respiración, al detallar lo que había dentro de la caja, era un cofre, uno un poco más pequeño y mucho más fino, vi la delicada caligrafía escrita sobre la caja sintiendo que mi cuerpo empezó arder, "Harry Winston"
La tome de forma torpe, nerviosa, no...no debería tomarla, ¿Es...que se supone que significa?
Deslice mis dedos por la superficie de la caja, sintiendo que tocaba el pedazo de seda más fino que existe, trague grueso y en cuanto me atreví abrir el cofre se me resbaló de las manos, lo deje caer encima de la cama, bajándome de ella de un movimiento, se me acelero el pulso, sentí una ráfaga de electricidad corriéndome por el cuerpo...
¿Es para mí?, fue lo primero que pregunte, él...dijo, "Feliz cumpleaños Hela", lo escuche, creí haber oído mal, pero y si...y si lo dijo en serio, ¿Cómo es que sabe que hoy...?, no, negué, quizás oí mal y esto ni siquiera es para mí.
Me acerque a la cama sin poder evitarlo me hinque acercando el cofre a mí, maravillándome con lo que había adentro, un fino acolchado de seda, donde un colgante capturaba todo mi atención, no tendría que ser experta para deducir que es carísimo, pero eso era lo que menos me interesaba, detallaba el collar fascinada, oro blanco, con pequeñas incrustaciones de diamantes, mire el colgante y sentí mi corazón acelerarse.
Cerre los ojos recordando el tatuaje de mi hermano, el arpía de Alek, mi fascinación por el filo, todo junto, una mezcla de pasiones y gusto, el colgante detallaba una daga de oro con un pequeño diamante rojo en el centro, con una...una serpiente descendiendo por ella, la serpiente tenía pequeños relieves casi imperceptibles a la vista, pero si al tacto, pequeños relieves de diamantes amarillos, pero eso no fue lo que termino por hacerme explotar, fueron los ojos de la serpiente, los diamantes reluciendo como dos faros, uno verde esmeralda como el color de mis ojos, y uno...uno azul, el diamante de la esperanza.
Saque el colgante de su cajita, y con torpeza me puse de pie detallándolo, viendo los finos detalles, el diseño, los diamantes, la combinación tan armónica y caótica de los ojos de la serpiente, verdes como los míos, y azules como los de Alek, sentí la puerta del baño abrirse y sin desprender la vista de mis manos me gire en aquella dirección, la eleve viendo como Alek salía del baño con una toalla atada a su cintura, me miro, miro la caja y siguió caminando hasta el closet por ropa.
—¿Qu...que es esto Alek? —murmure sintiendo como mi cerebro hacía un puto corto circuito, no podía dejar de mirarlo, de apreciar los detalles, la serpiente, la daga y sentir...sentir que estaba entrando en pánico, colapsando.
—Es tuyo —su voz sonó tan ronca, segura que me hizo caminar hacia él, con mis pies descalzos junto a mi desnudez.
—¿M...mío?, ¿Po...por...por qué?
—Date vuelta.
Me tomo de los hombros al ver que no reaccionaba como corresponde, me giro pasando sus manos por mis brazos para con delicadeza tomar el colgante rozarlo por mis senos y subirlo a mi cuello, con una mano corrió mi cabello pasando el collar, se me acelero el pulso cuando me hizo levantar la cabeza para mirarme en el espejo a cuerpo completo, e ignore las marcas o el verme desnuda, me centre en los brazos de Alek coloco el broche del collar dejándolo caer encima de mi pecho.
Me tensé, lo mire y negué tensándome, sin saber que decir o que hacer, me paralice, mire el colgante, la daga, la serpiente, los ojos, la combinación, acelerándome la puta respiración.
—Feliz cumpleaños Hela—murmuro corriendo mi cabello para besar mi cuello con suavidad.
Me gire hacía él, mirándolo confundida, con las palabras rasgando mi garganta, temblando.
—Y...yo, n...no...tengo nada para ti Alek, no debi...
—¿No...no te gusto?
—¿Qué? —lo mire al ver su cara de preocupación— sí...joder Alek, es...es precioso... nunca...nunca nadie me...
Mire el collar, lo mire a él y sentí mis ojos arder, nunca nadie me había regalado nada, ni siquiera recuerdo la ultima vez que alguien se acordó de mi cumpleaños, aparte de Noemí, Airón y Calu, ni siquiera mis padres se acordaban, solían acordarse días después o incluso meses, siempre huía estas fechas de casa, no me gustaba ese sensación de vacío en el pecho o de lastima, lo odiaba, prefería irme, perseguir objetivos, distraer mi mente y a nadie parecía importarle eso, es primera vez, que me regalan algo así...tan lindo, detallado, elaborado...tan de él.
—Es tuyo Hela, un diseño único y exclusivo, para que cada vez que lo veas, recuerdes que eres como este collar—toco el centro de mi pecho— única y exclusivamente mía.
Tiro de mi cintura agarrando mis labios en un beso profundo y calmado, pero con su dosis justa de agresividad que me dejo alucinando.
—Me gustan—admití sobre sus labios—los ojos de la serpiente, es una...combinación muy linda.
—Combinación perfecta—sonrió besando mis labios para alejarse de mí y mirar el colgante—debía tener algo mío también—me miro y no sé si fue apropósito pero vi como sus ojos brillaron con una intensidad hipnótica.
E idiotamente eso me hizo pensar, un hijo entre los dos, los ojos de quien heredaría, verdes como los míos, o azules como los de Alek.
—¿Por qué te vistes? —vi cómo se subía su ropa y la niña interior en mí pensó hacer un berrinche, ya recuperé fuerzas, quiero más. Alek me miro enarcando una ceja terminando de subir sus bóxer.
—Son más de las diez de la mañana, tienes que comer...
—Y si me alimentas tú. —sonreí encaprichada tirando de su ropa interior hacía mí, bajando la mirada a la parte de él que comenzaba a crecer.
—¿No estas satisfecha?
—Lo estoy, pero siempre puedo estarlo un poco más—me saboree los labios imaginando su erección en mi boca.
—No saldremos nunca de aquí si lo haces Hela. —me advirtió y con su mirada puesta en mí tiré mi cabello hacía atrás y comencé a descender.
—Tus hermanos están a salvo, seguros en casa, tu madre igual, mi hermano... ¿Qué más da perdernos un tiempo? —Me arrodille en el piso, salivando en exceso por la ansiedad del momento, lo mire y lo note tenso, incomodo, abrió su boca y yo deslice mi lengua por encima de la tela, donde su miembro erecto ya se remarcaba.
—He...Hela—gruño y por impulso movió su pelvis hacía mí— sobre...sobre tu...
Baje su bóxer para que su miembro saliera disparado en mi dirección, soltó un jadeo y en cuanto hizo el intento de volver hablar, lo calle metiendo su miembro en mi boca hasta el tope mandando a la mierda sus palabras y volver a zacearme con el placer que me otorga su cuerpo.
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