Capítulo 45
Hela Petrov.
—Gracias por traernos Sora eres muy amable. ——La compuerta del avión se desplego y todos comenzaron a bajar incluyéndome, no soporto cinco minutos más siendo observada y analizada por Alek, no lo soporto.
—Que tenga un buen día señor Akim. —El avión le respondió y juro que oí algo de fastidio en su robótica voz.
Akim ignoró todo el vuelo a Ainhoa, la ignoraba haciéndole preguntas estúpidas a Sora, quien por cómo fue diseñada no podía solo mandarlo a la mierda, desee ahogarlo con una bolsa y disfrutar de su silencio, pero estaba demasiado concentrada bebiendo con lentitud para disfrutar de cada gota de mi última botella.
Bajamos del avión saliendo directo a una de mis tantas bodegas, la gente a mi alrededor se quedó mirándola con impresión, escuché muchas veces como Akim alababa el McLaren, ahora debe estar en su jodido paraíso, me gusta la velocidad, y sentir que la vida está al límite, siempre me ha gustado y cuando mi fortuna comenzó a crecer me hice dueña de muchos autos, motos, yates y aviones.
—Tienes que decirme cuál es tu opción por los McLaren. —Gire la mirada hacía Akim, quien estaba inclinado frente McLaren GT rojo brillante, mire por sobre sus hombros cambiando el rojo por un azul zafiro que me analizaba con recelo, como lleva haciéndolo desde que nos subimos al avión, abrí mi boca para responder a esa pregunta, pero apenas se formó su nombre en mi garganta, tuve que tragar con dificultad, para girarme e ignorar su pregunta.
Mi...mi hermano era un fanático de los autos, aprendió a manejar a muy corta edad y su devoción eran los cochen deportivos, pensaba regalarle un modelo único, un ejemplar exclusivo, pero no alcance, no dispuse del tiempo necesario ni...ni la oportunidad, mi hermano ni siquiera alcanzo a montarse a un deportivo de esta magnitud antes de...antes de... de toda esta mierda.
Puse mi mano en el lector de huella evitando el digitalizar la clave y la puerta se abrió, a diferencia de la otra casa, en esta la bodega tiene conexión directa a la casa y solo una rampa conectada al exterior. Subí las escaleras sintiendo la mirada punzante de todos en mí, pero la que más me quemaba era la de Alek.
Llegue al final de la escalera empujando una puerta de madera, la cual rechino al abrirse, esta casa junto a mi casa Alpha fueron las primeras en construir, muy a mi pesar tendré que destruir la casa Alpha ya que el bastardo alemán conoce su ubicación.
—Bienvenidos a Dinamarca, son libres de escoger sus habitaciones, o largarse, no me interesa. —Moví mis manos señalando la sala principal que conectaba con las escaleras y por instintos mis pies se dirigieron al bar, me siento mareada, mis pies tropiezan cada que camino y mis manos se sienten tan sueltas que no soy capaz de mantenerlas rígidas, pero mi mente sigue analizando todo, sigo trabajando y estando alerta, quiero más, quiero que mi cabeza se desconecte, no pensar, dejar de sentir o mejor, sentir físicamente, lo emocional está sobrevalorado.
Tome una botella de la barra y en cuanto hice el intento de girar la tapa me la quitaron de las manos eleve el rostro con enojo y al ver la mirada seria advirtiéndome que no diera pelea tuve que apretar mis puños.
—Sin alcohol, Hela, ya lo conversamos.
—Jodete. —Lo mire con repulsión y pase caminando por su lado golpeando intencionalmente su hombro, me tope con la mirada de Noemí la cual me hizo apretar mis puños al sentir la estúpida necesidad de ser una perra con ella, bajo la mirada y el solo hecho de ver la lastima en su rostro me hizo arder en ira.
Miré a mi alrededor y todos analizaban su entorno en silencio, con incomodidad, no se miraban entre sí, e intentaban evitar mi mirada por miedo, oí las tablas rechinar a mi espalda y cuando sentí el calor de su cuerpo, me desvié dirigiendo mis pasos torpes al pasillo de la casa, todas mis casas tienen diseños diferentes, esta no es igual a la Alpha, no tiene una zona de entrenamiento en el medio, si no que al final de la casa tengo un gimnasio para practicar incluso tiro, esta casa tiene dos pisos, así que subiendo las escaleras afirmada a la baranda llegue al segundo piso donde al igual que el primero era completamente de madera, entre a la que era mi habitación encerrándome en aquella.
Recargue mi espalda contra la puerta y respire profundamente, huele a encierro y puedo ver un poco de polvo sobre los muebles, pero no me dedicaré a limpiar, mire al extremo exacto donde tengo un minibar y me temblaron las manos por la necesidad de ir a rebuscar dentro de esa licorera, que estoy segurísima está llena de whisky, desvié la mirada concentrándome en el ventanal, que daba al bosque, no estamos tan lejanos del pueblo, nos rodea un pequeño bosque de dos kilómetros a la redonda, es poco concurrido debido a su extensa población de osos pardos y lobos. Recargue mi cabeza en la puerta y respire profundamente sintiendo las voces en el primer piso.
La casa tiene cinco habitaciones, solo cinco, muy qué ame mi soledad, me fue difícil diseñar mis casas sin la similitud a la de mis padres, siempre son cinco habitaciones, una para ellos y otras para sus cuatro hijos, siempre fue así, se encargaban de diseñar sus casas con nuestros respectivos gustos y yo irónicamente hice lo mismo, no lo comente anteriormente porque espero no sea necesario ocuparlo, pero dentro de los closet de cada habitación hay una compuerta la cual se desprende a presión y da paso a un arsenal, soy una sicaria, es imposible que crean que viviría desalmada teniendo tantos enemigos.
Sacudí mi cabeza sacando los recuerdos, despejando mi mente y sin poder evitarlo camine hacía el frigobar, lo abrí y vi la gloria, mi garganta se sintió rasposa por la necesidad, tome la primera botella que pille la abrí y cuando estaba por empinármela la puerta se abrió de un golpe, me maldije por no poner el maldito seguro.
—No que muy de palabra. —Murmuro mal humorado y se metió en mi habitación quedé estática por el asombro, ni siquiera fui capaz de reaccionar al verlo entrar con una jodida cubeta llena de botellas, me arrebato de un tirón la botella de whisky de mis manos vertiendo el contenido en la cubeta, se encamino al frigobar para meter cada una de las botellas dentro de su cubeta.
—Debe ser una broma.
—Cuando dije, sin alcohol lo dije en serio Hela.
—¿Esconderás cada botella de la casa?
—Votaré cada botella de la casa.
—Pero... —No tuve excusas ni objeciones que lanzar, Alek termino de meter cada botella dentro de su cubeta y se volteó para mirarme serio y molesto. —Aitor está preparando comida, cuando esté listo te...
—Esto es una jodida tortura—restregué mis sienes— Alek no soy la única que bebe en esta casa, no puedes desperdiciar licores añejados por años, no...
—Me importan una mierda los demás, nadie beberá en esta casa y se acabó.
—¿Desde cuando eres Dios supremo sentenciador de castigos y prohibidor de sustancias ilícitas?
—Dios he sido siempre. —Me miro sarcástico y le rodé los ojos asqueada.
—Aitor es bebedor compulsivo, te matará por deshacerte de mí alcohol.
—Sigue sin interesarme.
—¡No puedes...!
—Puedo, y lo haré, que hagan un maldito golpe de estado si quieren pero no confío en ti y en tus promesas baratas, te dejo cinco minutos sola y ya estas empinándote esta mierda, ódiame, deséame la muerte o lo que quieras, seré un jodido Dios castigador y prohibidor de sustancias ilícitas.
—Antes eras más oscuro y divertido, tu lado sobreprotector me parece patético.
—Antes no me importabas como lo haces ahora. —Solté el aire reprimido en mis pulmones y desvié la mirada al bosque, si dejo un camino de pescados o carne fresca hacia la casa, ¿Cuánto tardara un oso o lobo en llegar y asesinarlos a todos? —Hela no quiero convertirme en tu enemigo, pero lo seré si es la única manera en la que podré ayudarte.
—Alek lárgate de aquí. —Señale la puerta con mis manos temblorosas, lo menos que quiero es tenerlo cerca con todas esas botellas de alcohol en sus manos, mis dos tentaciones frente a mí y no se cual es más perjudicial para mi cuerpo.
—Hela...
—Vete a cumplir el papel de niñera a otro lado, no me interesan tus normas y reglas estúpidas, me he cuidado toda una vida sola, no te necesito a ti ni a nadie, así que largo.
Abrí la puerta con mis manos temblorosas al igual que mi voz, no lo mire, no era capaz de verlo sin desviarme a la cubeta, solo sal de aquí Alek, y llévate toda esa mierda contigo, por favor.
Soltó un suspiro pesado y camino hacia la puerta, se detuvo unos segundos frente a mí y arriesgándose a que la quebrara la mano enredo sus dedos en mi nuca jalándome con delicadeza hacía él, tuve que cerrar con fuerza mis ojos y dejar de respirar para no sentir el aroma alcohol, sentí sus labios presionar mi frente y mi corazón volvió por una breve fracción de segundos a su latir normal, murmuro un "Estarás bien" y se largó, cerré la puerta al instante en que se fue quedándome sola en esa gran habitación, me acerque a la ventana y en cuanto pensé sacar el seguro para abrirla y largarme, me detuve en medio del trayecto al sentir aún la tibieza de sus labios sobre mi frente.
Es difícil admitir la necesidad al alcohol, más cuando he bebido desde muy pequeña, siempre fue mi vía de escape al igual que las peleas callejeras, pasé cinco años sin beber una gota, pero me liberaba peleando, al salir volví a mi dependencia, pero al perder a...
Apoye la mano en la ventana soltando un suspiro pesado, esto no me puede vencer, soy una...soy una jodida... ya no sé qué demonios soy.
[...]
Llegamos a Dinamarca con el sol ocultándose y ahora ya está saliendo nuevamente, han pasado once horas desde la última vez que bebí alcohol y siento mis manos temblar, no puedo mantenerme quieta, mis pies tamborilean en el piso, mis uñas se entierran en las tablas y el aroma a comida hace mi estomago revolcarse.
Tire mi cabeza hacía atrás golpeándome contra la pared sintiendo una punzada destrozarme el cráneo.
—Tienes que comer algo.
—Lárgate.
Escondí mi rostro entre mis rodillas ignorando al hombre sentado en mi cama con una bandeja de comida, la primera comida que me trajo fue hace diez horas, una hora después de requisar todas las botellas de alcohol de la casa, llego con carne asada y ensaladas, se sentó a un lado de mí y no se alejó hasta que comí el primer bocado que fue como darme una patada al estómago, comí dos cucharadas antes de arrojar la bandeja al piso e intentar escapar, no alcance a salir de la habitación cuando Alek me detuvo, me aprisiono en sus brazos hasta que mi respiración se tranquilizó y volví a mis sentidos, a lo largo de la noche, vino una que otra vez a supervisarme, traerme una merienda, fruta o jugo, cada vez que hacía el esfuerzo por comer, sentía el sabor metálico de la sangre en mi boca, me hacía estremecer y desear vomitar.
—Solo un bocado Hela, nada más que eso. —Me acerco una tostada y me obligue a mirarlo, estire mi mano para recibir la tostada y al verla temblar la contraje, desordene mi cabello para ponerme de pie. Mi corazón esta acelerado, mi respiración difusa y siento el sabor metálico envuelto en mi saliva, tiene que desaparecer, esa sensación debe desaparecer, camine de un lado a otro frente al ventanal sintiendo la ropa holgada asfixiante. —Es la...
—Cállate. —Toque mis sienes sintiendo sus palabras como disparos en mis oídos, seguí caminando de un lado a otro con mis pies descalzos maltratando el piso, silencio y soledad eso quiero, no soporto sentir su mirada ni oler la puta comida, que se largue.
—Deberías...
—Lárgate joder.
—Come solo un poco y me... —Solté un bufido irritado y sin poder controlarme de una zancada llegué a él y tiré la puta bandeja que tenía en sus manos hacia el otro extremo de la habitación partiéndola contra la pared.
—¡Lárgate!
Le grité entrando en pánico, el pecho se me aprieta, la respiración se me dificulta y mi mente cambiaba esos azul zafiro por unos verdes esmeralda —No, no, no— sacudí mi cabeza desviando la mirada, esto es deshonroso, no merezco cargar este jodido apellido de mierda.
—Es la abstinencia Hela, debes comer o será peor...
—Alek no quiero matarte, pero lo haré si no sales de aquí.
Me gire para mirarlo y mi instinto me hizo caminar a su alrededor con mis pasos silenciosos y manos ansiosas, deje de verlo a él y comencé a ver a un objetivo, enterré mis uñas en mis palmas, mentalizándome que a él no podía lastimarlo, no a él, no a él.
Chasqueo su lengua con molestia y esquivando la comida en el piso camino hacía el baño, oí el grifo de la ducha y vi mi oportunidad, acelerando mis pasos silenciosos me encamine hacía la puerta y salí de esa jodida habitación, no pudo botar todas las botellas, no él, no cuando le gusta el whisky igual que a mí.
Baje rápidamente las escaleras y en cuanto vi un cuerpo doblando por el pasillo gire en dirección contraria para meterme en la sala e irme directo a la barra, busque y busque, abrí cajones, estantes, repisas, incluso me lance al piso para ver debajo de la mesa y nada, ¡Maldita sea!
Mi puño se estrelló contra la barra y gruñí con molestia, desordené mi cabello y desviando mis pasos me fui a la cocina.
Al entrar vi a Axel, Noemí y Akim preparándose desayuno, los ignore empujando a Axel para pasar por la barra de la cocina y abrir la nevera, busque en las repisas, me subí en un taburete para ver arriba de los muebles y nada.
—No, no, no. —Murmuré bajándome del taburete, para tirar del brazo a Akim y buscar en los cajones, no hay nada, nada. —Hijo de puta. —Tire de mi cabello girando en mi lugar con la necesidad impidiéndome el respirar.
—Te dije que me desharía de todo Hela. —Al escuchar su voz, di un golpe en la barra y tomando un cuchillo tiré del brazo a Akim, para pasar mi brazo por alrededor de su cuello presionando el cuchillo.
Axel y Noemí se pusieron de pie alejándose de la barra y Akim por la sorpresa soltó su tostada atragantándose con el pan.
—¿Dónde las dejaste? —Mi voz sonó era tan desesperada que me molesto incluso escucharme hablar.
—Se fueron por el desagüe Hela.
—¿¡Donde mierda las dejaste Alek!? —Tiré del cabello a Akim dejando más expuesto su cuello, lo sentí mencionar mi nombre con pánico, pero no me interesa, mi mirada esta fija en el dueño de mi infierno.
—En el desagüe.
—¡Hijo de puta! —maldije sacudiendo mi cabeza sintiendo el sudor empaparme las manos— necesito...
—No Hela, no lo necesitas, baja el cuchillo suelta a Akim y vuelve a tus sentidos, estarás bien.
—Lo mataré, no puedes ordenarme una mierda ni prohibirme nada, tú no puedes...
Oí la puerta de la casa cerrarse y en cuanto desvié la mirada mis ojos dieron directo con aquellos ojos pardos, vi en sus ojos lo que mi mente tanto quiere borrar, sus manos cayeron sin fuerza al verse en la confusión de la escena y yo retrocedí soltando la cuchilla la cual retumbo en el piso, mi mirada no salía del rostro de Adam, su altura, su inocencia, su aura, es él...
Vi por un costado de su hombro a Aitor entrando a la sala con una sonrisa en el rostro y mi mente se trasladó más de cinco años atrás, los recuerdos, las voces de mis hermanos, los reclamos de Airón por las burlas de Calu, los entrenamiento de Erlick con mi padre, los silencios de mi madre, la oscuridad desprendida en la casa. Cerré los ojos y sentí el sabor metálico de la sangre en mi boca, oí los disparos, los gritos, mi mente recordó la primera vez que oía a mi madre llorar en agonía al ver a mi padre caer muerto al piso, los gritos de Erlick al ver cómo le atravesaban el cráneo a Calu, sentí la impotencia, la rabia, la desolación, la agonía, sentí mi pecho sangrar, puñal tras puñal se enterraba en mi corazón, herida tras herida era hecha en mi alma.
Adam dio un paso hacía el frente y yo retrocedí chocando con la pared, no podía dejar de mirarlo, mi mente no dejaba de cambiar ese color de ojos, son pardos, pero por momentos los veo verdes esmeralda, son pardos, me mentalizaba, su cabello es castaño no negro, él no es Airón, Airón esta...él esta...
—Hela...
Dijo mi nombre y oí su voz, fue su voz, negué girándome con necesidad y como pude salí de la cocina para dirigirme al pasillo y subir corriendo hacía mi habitación me encerré en ella esta vez sí poniéndole seguro a la puerta y mi mente comenzó a jugar en contra, lo vi corriendo frente a mí, con siete años, corriendo por los pasillos del observatorio, gritándome "Hermana, hermana, ven a ver esto", cerré los ojos sacudiendo mi cabeza y los recuerdos fueron intercambiados, su voz resonó en mi cabeza más gruesa y sin vida, "No mires lo resistiré, estaré bien"
Golpee mi puño contra la puerta y me aleje de las paredes al sentirme asfixiada aprete mi cuello por la necesidad de dejar de sentir, pero nada, ese dolor no lo quiero sentir, no sé cómo sentirlo, no sé cómo manejarlo.
Mire mi cuerpo, mis brazos, vi la venda protegiendo aquella quemadura y desee tener el valor de sacarla y enterrarme un puñal en la muñeca pero no podía hacerlo, mire mis piernas, vendadas con suturas reforzadas, busque la manera de sacarme las vendas y poder abrirme los puntos y sentir dolor físico, pero mis manos tiemblan demasiado, tanto que no soy capaz de dirigirlas a mis piernas sin estremecerme.
Golpearon la puerta y fueron disparos a mis tímpanos, me gire y mi mente me traslado cinco años atrás un tres de septiembre, la puerta de mi casa fue reventada e invadida, hombres armados entraban por montones convirtiendo la sala de la casa Petrov en un campo de guerra, estábamos preparados, teníamos las armas y los medios. Fuimos rodeados, reventaron puertas y ventanas, estábamos divididos por la casa y aunque mi deber era uno solo; Asesinar, yo me distraje, protegí a Airón, era solo un niño, creciendo o no rodeados de asesinos yo podía ver su miedo y no lo soportaba, pelee, y asesine por él, lo defendí como desee que lo hubiesen hecho por mí, sentí otro golpe y vino el primer grito y el primer Petrov caído, los gritos de mi madre me destrozaron los tímpanos, me hicieron cerrar con fuerza mis ojos y puños, la vi caer arrodillada al piso sosteniendo a mi padre, quien dio su último aliento viendo morir a mi madre, los dos pilares de la familia Petrov muertos en el piso, Calu destrozado, cegado por la ira, un Erlick desquiciado, Airón aterrado y yo, sin emociones, sin ser capaz de sentir una mierda.
—Hela.
Alek me llamo golpeando con mayor intensidad la puerta y yo desvié mi mirada y vi a mi hermano, vi a Calu, gritándome para que protegiera mi espalda, luego de eso, vino el grito de Erlick y el cese momentáneo de los disparos, oí los cargadores y vi como Erlick se arrojaba al piso sosteniendo la cabeza de Calu, sus ojos estaban abiertos, pero lo que lo caracterizaba, su diferencia ya no estaba, solo había un orificio oscuro el cual le quito la vida, se distrajo, por mi culpa él murió, recuerdo la mirada que Erlick me lanzó, su mirada cargada de odio un claro "Toda esta mierda es tú culpa" y claro que lo era, los golpes en la puerta se hicieron más intensos al igual que el aroma a pólvora, mi mente siempre se encargó de bloquear ciertos recuerdos de mi memoria, en especial las partes que no me convenía recordar, siempre me mantenía ocupada, peleando o bebiendo para no recordarlos pero ahora sin la necesidad de pelear por mi vida y sin distracciones lo recuerdo. Recuerdo todo.
Al caer Calu, vino el cese de disparos, se tomaron sus segundos para cargar sus armas y seguir ordenes, Airón estaba tras de mí, agitado, llorando por las muertes a nuestro alrededor, las paredes blancas, ahora estaban rojas, el techo estaba lleno de sesos, habían órganos en el piso, era una jodida carnicería, Erlick seguía arrodillado junto a Calu sosteniendo su cara y yo vi el dolor en sus ojos, no solo perdió a un hermano, perdió a su gemelo, a su otra mitad. Erlick me miro y supe que él hubiese preferido mil veces mi muerte que la de Calu, y aunque no lo crea también lo hubiese preferido así, volvieron los disparos y Erlick mirándome dio un último respiro irguió su espalda y recibió los disparos, su cuerpo se sacudió debido a los impactos y sin soltar la cabeza de Calu cayó hacia atrás.
Sentí el vació de los sonidos, la ausencia de dolor y el desprendimiento en mi cuerpo, oí el grito de Airón al verme retroceder por el impacto de un disparo que no fui capaz de sentir y al llegar un segundo caí al piso, pero no era capaz de reaccionar, veía a mis padres, sus cuerpos tomados de las manos, veía a Erlick junto a Calu, Erlick sosteniendo la cabeza de Calu, ambos sin vida, cuatro de seis miembros de mi familia asesinados a menos de cinco metros de mí y no era capaz de sentir nada más que vació.
Airón me jalo por los hombros, ocultándonos contra un pilar, pero ya no había nada que hacer, estábamos solos—todos muertos— veía sus labios moverse, pero no reaccionaba, estaba vacía, paralizada, sin vida, los disparos aboyaron el pilar y Airón golpeando la pared me quito el arma de las manos y sosteniendo mi nuca dejo un beso en mi frente y se puso de pie, protegiéndome, como yo no era capaz de hacerlo, como yo no fui capaz de hacerlo.
Sentí la calidez en mis mejillas como mi cuerpo se sacudía pero mi mirada no salía del frente, del cuerpo inerte y sin vida de mis hermanos y padres, de los gritos de Airón asesinando como nunca antes lo había hecho, peleando por mí, soltó un quejido soltando el arma y su cuerpo se giró por el impacto de una bala, su sangre salpico a mis pies y cuando sentí el latir acelerado de mi corazón quemándome el cuerpo, su rostro se volteó hacía mí y sus verdes esmeraldas fueron reemplazados y la luz me azotó junto con mi realidad.
Sus ojos azules fueron mi foco, los sonidos de los disparos se dispersaron y el aroma a pólvora lentamente comenzó a desaparecer intercambiándose por su particular aroma, mi cuerpo tiembla, me siento pesada pero a la vez vacía, sin vida.
—Joder. —Soltó el aire reprimido y bajo la mirada, estaba en el piso en medio de mi habitación y...mis palmas sangraban. Alek acaricio la parte interna de mi muñeca sana y yo abrí mi mano, mis uñas perforaron mi piel, volvió a mirarme y sentí mis mejillas húmedas, por...por...mi culpa murieron, fue...fue...mi culpa.
—¿Qué paso allá afuera Hela?, ¿Por qué te encerraste?, ¿Por qué...
Mis labios temblaron con dolor y Alek soltando maldiciones tiro de mi brazo y me cubrió contra sus brazos, sentí el calor de su cuerpo envolviendo la frialdad del mío, sus manos acariciaron mi espalda y aunque sentía mis ojos inundados en lágrimas no podía llorar, solo enterraba mis uñas en mis palmas ya heridas, incrementando el dolor físico que deseaba sentir y no era capaz de hacerlo.
—Dime que hacer, como puedo ayudarte, dime que quieres que haga y lo haré, no soporto verte así. —Se alejo de mí sosteniendo mi mejilla para mirarme directo a los ojos y no sentía nada, ni siquiera con su cercanía, no tenía la necesidad de mirar sus labios ni desearlo, no me sentía alteraba por su mirada ni contacto, no sentía nada, solo sentía sangrar mi corazón.
—Vete. —Susurre con mi voz rasgada.
—Hela— me negó.
—Quiero que te vayas Alek, déjame sola.
Golpee con desgano su mano alejándolo de mi rostro y desvié mi mirada al ventanal a mi costado, el sol está en su cúspide, solo un día a la vez, en seis día tendré a Darina y la torturare, despedazaré su piel centímetro a centímetro enviándole cada extremidad a su padre en Ucrania, que sienta agonía, impotencia al saber que la muerte de su hija es su culpa, que sienta lo que yo.
—Hela...
—Por favor. —Suplique con mi voz rasposa, no puedo verlo a los ojos sin intercambiar ese azul que tanto me gusta.
—No hagas nada estúpido por favor, no te encierres que buscaré la forma de entrar y no huyas porque buscaré la manera de encontrarte. —Apoyo su frente contra la mía y yo repetí el beso fraternal que Airón me dio antes de pararse y pelear por mí.
Cerré con fuerza mis ojos y asentí de forma débil, Alek se alejó de mí acariciando con dulzura mi mejilla para ponerse de pie y con dificultad caminar hacía la puerta, dudó lo vi en sus pasos y en su mirada, pero no lo necesito aquí, no quiero que mi oscuridad lo contamine a él también.
Cerró la puerta y me deje caer estirándome en el piso perdiendo mi mirada en el techo y por primera vez deje de bloquear mi mente y permití que mis recuerdos me destruyeran.
[...]
Mi respiración estaba agitada, mi pulso acelerado y mi cuerpo sudoroso, mis manos tiemblan, mis piernas están ansiosas y mi estomago apretado.
Me encuentro de pie frente al ventanal, con mis uñas enterrándose en mi piel y mis ojos moviéndose de un lado a otro, mi mente está recordando, permitiendo que los sucesos de los últimos cinco años vuelvan a mi mente, los recuerdos que tanto bloquee salieron a la luz, los gritos de Airón, la primera vez que lo crucificaron, las primeras dosis de droga, la primera herida en mis muslos, el hambre, la sed, la ansiedad, la desesperación, la impotencia, todo me azoto de golpe, me sentía desesperada, estaba desesperada.
Caminaba de un lado a otro mirando la cuchilla que hace un par de horas saque de la repisa dentro del closet, la miro recordando las palabras de Alek, "no hagas nada estúpido", pero no es nada estúpido, siento el roce de las cicatrices en mis muslos, y me digo es una más, necesito recordar, necesito que mi mente recuerde esos momentos, que la amnesia por la droga no sea más fuerte que mi cabeza y me permita recordar que pasaba conmigo, que pasaba con Airón.
Golpee mi mano contra la ventana notando la sangre seca, la luna ya se está asomando, el atardecer no fue hace mucho y no he salido de esta habitación, muebles están en el piso, sangre seca ensucia las paredes, mi sangre, mis nudillos están rotos y el silencio y soledad me trasladan a esa oscura y vacía fosa.
Los gritos, las burlas, los insultos, los "Estaré bien hermana, no mires", no, no estarás bien, no lo resistirás, es a mí a quien quieren, tortúrenme a mí, no a él, es un niño, solo un niño.
No percibí el momento, solo me vi con la cuchilla en las manos sostuve el mango y mis dedos rozaron con el filo cortando con ligereza mi piel, mi cuerpo tembló y mi pulso se aceleró al sentir la necesidad aumentando.
Gire la cuchilla y la punta la enterré en mi abdomen, cuantas veces no me golpee de la misma manera suplicando morir antes de engendrar una bestia con su sangre, no sentía dolor, solo necesidad de morir si era necesario, y ahora lo es, no tengo motivos, estoy vacía, sucia, vulnerada, no sirvo, soy mal, soy caos, estoy dañada, no sirvo.
Aleje la cuchilla de mi abdomen y deslice el filo de forma vertical sobre mi muñeca un corte profundo y largo acabaría conmigo, me desangraría y ya mi existencia sería un mal menos en este mundo, ya nadie querría capturarme como trofeo, ni vanagloriarse con mi presidio, ya no existiría, ya no...
Hice un corte pequeño y en cuanto las primeras gotas de sangre se deslizaron por mi muñeca la puerta se abrió, di un brinco por la sorpresa escondiendo la cuchilla en mi ropa y me giré cubriendo mi muñeca viendo el rostro de Alek totalmente demacrado, ya no era el mismo, ni siquiera tenía la misma vitalidad que antes.
—¿Qué estás haciendo? —Entro a la habitación al notar la sangre en mi muñeca camino hacia mí, tiro de mi mano y vio el corte pequeño pero fresco. —¿Qué demonios hacer Hela?
Me reclamó y comenzó a mirar a su alrededor, al no encontrar lo que buscaba, me registro, la cuchilla se me resbalo cayendo al piso y se me adelanto antes de que pudiera tomarla se inclinó recogiéndola del piso.
—¿Qué planeabas hacer Hela? —Miro la cuchilla y me miro a mí con su voz estrangulada, sus ojos me miraban con furia, pero sus facciones demostraban lastima y sorpresa.
—Yo...nada... —Tartamudee mirando el filo de aquella cuchilla, deseando aumentar la sensación de escozor en mi muñeca, desviar el sangrado interno, sentir físicamente solo eso pido, eso se manejar.
—¿De dónde sacaste esta cuchilla?, ¿Eh?, ¿Qué paso con tu muñeca?, ¿Planeabas lastimarte a ti misma?, ¿Así deseas sentir?, ¿suicidándote?
—No—negué con mi cabeza pero mi voz salió cargada en dudas, la mandíbula de Alek se tensó y tuvo que desviar la mirada para no mirarme—Yo no iba a...
Tiro de mi mano con delicadeza y su pulgar se deslizo por mi muñeca siguiendo el trazo de mi herida, era un corte pequeño, pero profundo y recto, no dude, no planeaba hacerlo, me miro a los ojos para soltar mi mano y dar un paso hacia atrás, le negué porque solo eso sabía hacer.
Giro en su lugar y tomando un botequín de la repisa saco unas vendas y alcohol me hizo sentar a la orilla de la cama y escondiendo la cuchilla en su pantalón me limpio la muñeca para posterior vendar mi muñeca parando el sangrado, no me miro en ningún momento, solo se concentraba en limpiar bien y parar el sangrado, cuando termino, arrojo las gasas sucias al piso y tocando mi rodilla elevo su mirada analizando mi rostro.
—¿Cuándo llevas sin dormir? —Fue lo que pregunto, no vi la lastima, ni la rabia, solo cansancio y preocupación.
—Yo no puedo... —Mis uñas se volvieron a enterrar en mis palmas y Alek tuvo que sostener mi mano evitando el que me lastimara, los recuerdos puedo vivirlos despierta, me pierdo de la realidad, pero al menos puedo bloquearlos si no deseo alguno, pero durmiendo, se hacen reales, los vivo y no soy capaz de despertar de esas pesadillas, no quiero revivirlos de nuevo, no puedo.
—Ven, vamos a dormir. —Ignoró mis palabras temblorosas y paso sus manos por la parte trasera de mis rodillas y mi espalda, sosteniéndome y elevándome de la cama, giro en aquella y con delicadeza me dejo recostada en el medio de esta, saco el cobertor y quitándome el pantalón de tela manchado con sangre se sacó su chaqueta y se recostó a mi lado.
—Alek, yo no... —Temblaba, mi cuerpo temblaba sufría de espasmos y sudaba, Alek me hizo callar y me jaló hacia él, mi cabeza descanso en su pecho y sus latidos distrajeron mi mente, me cubrió con las mantas y su mano acaricio mi espalda junto a mi cabello.
—Estaré despierto, te despertaré cuando no puedas hacerlo a voluntad, ¿De acuerdo? —Lo mire y acaricio mi mejilla sacando el cabello pegado a mi rostro por el sudor. —Yo cuido de ti Hela.
Me susurro y recargo su cabeza en la cabecera de la cama, llevo día sin dormir, sin poder pegar ojo, me mantengo despierta y activa por el miedo a lo que pasa cuando duermo y no estoy en mis sentidos para controlarme, no puedo hacerlo.
Soltó un suspiro pesado y sus caricias lentamente comenzaron a relajarme, mi cuerpo seguía temblando sobre el suyo, pero su calor me abrigaba y sus latidos me desconcentraban, sus caricias eran suaves y dulces, tocaba mi cabello con cuidado y ternura, su aroma distraía a mi nariz y por unos minutos me sentí en paz, mi cuerpo se relajó y sentí la pesadez del sueño atormentándome, Alek murmuro sobre mi cabeza pero no procese por completo las palabras antes de quedarme dormida entre sus brazos y sobre su pecho, el que ha sido desde un principio mi lugar seguro.
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