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Capítulo 43


Alek Schneider.

Irónicamente Akim tuvo razón, la jodida tormenta si duro una semana, estamos a treinta de septiembre y recién luego de diez días vemos el sol, el frio sigue calando mis huesos y la nieve sigue inundando el piso pero al menos el sol hace acto de presencia.

Me encuentro de pie frente al ventanal de la sala con una taza de café en las manos y con unas ojeras que abarcan la mitad de mi rostro. Nunca, ni siquiera en estos más de dos años había estado tanto tiempo sin dormir.

——¡No puedo más! ——Aitor llegó a la sala soltando gritos exasperados y yo solté el aire reprimido en mis pulmones para seguir bebiendo de mi café, mientras que mis manos temblaban, y sentía un escalofrío correrme por todo el cuerpo al no saber cómo demonios ayudarla. —Es quinto intento Alek, ya no puedo más.

Lo mire por sobre mis hombros viendo como con frustración limpiaba su rostro y ropa que estaban llenos de comida.

Volví a beber de mi café mirando con detalle la sala donde todos estaban sentados alrededor de lo que quedaba de la sala principal, con sus miradas perdidas en sus manos y expresiones decaídas.

—Dale tiempo.

—¿Tiempo? —se escandalizo— ¿Cuántos días más crees que sobrevivirá sin comer?

Hela...en eso se resumían mis días. En ella. En suturar sus heridas constantemente. En pillarla desmaya en el piso debido al alcohol y su sobreesfuerzo. En oír sus risas y gritos eufóricos hasta las tantas de la madrugada por la cantidad de alcohol que ingiere.

Una semana ha pasado desde que se escapó por primera vez, dónde la vigilamos día y noche y aun así ha logrado escaparse dos veces más, ni siquiera nos dimos cuenta la primera vez hasta que llegó, estacionó el McLaren fuera de la casa y bajo más de tres cajas de whisky del coche, la segunda vez que se escapó dejo inconsciente a Aitor y tuvimos que ir tras ella, fue donde la encontré inconsciente en un bar de cuarta.

—Seguí su estúpido plan, entre a la habitación la soborne con alcohol, le dije que si comía dos cucharaditas le traería de contrabando una botella de whisky, ¿saben lo que hizo?, se sentó en la cama, me acepto la bandeja para luego quebrármela en la cara y sacarme a patadas de la habitación.

—¿Quién demonios armo ese plan? —Ainhoa hablo confusa y yo me gire de la misma manera, nunca organizamos esa estupidez, Aitor miro enseguida a Akim quien ocultaba su sonrisa.

—Voy a matarte Akim. —Aitor lo señalo amenazante y fue Noemí la que los detuvo moviendo sus manos para llamar la atención.

—Dejen las niñerías de lado por cinco minutos, y centrémonos en lo importante. Hela lleva borracha siete días, ha perdido mucha sangre y su aspecto va de mal en peor, necesita comer algo, por último tomar algo que no sea alcohol, me he mantenido al margen porque sé—me miro— que no la quieres pasar a llevar, y te respeto Alek, de verdad lo hago, pero como Hela no ingiera algo solido al acabar el día, la sedare y le pondré una jodida sonda nasogástrica para alimentarla de alguna manera.

—Con eso solo lograrías molestarla. Esta vez se iría y no regresaría con cajas de whisky, simplemente no regresaría. —Adam se inclinó en el asiento detallándola con seriedad.

—Pero al menos tendría la fuerza para irse. Lleva siete días, sin tomar agua ni comer, ¿Cuánto se creen que durara consciente?, ha perdido mucha sangre y se esmera en abrirse los puntos cada cinco minutos, muere de inanición o por perdida de sangre.

—Yo digo que la atemos y la obliguemos a comer. —Aitor elevo la mano en sugerencia y Axel junto a Noemí asintieron pocos convencidos pero lo hicieron, inyectándome una pizca de colera en el sistema.

¿Qué hacer maldita sea?, esa es la pregunta que no paro de hacerme, ¿Voy contra su voluntad aunque termine odiándome aún más o espero a que deje de pelear y comience a ceder?

—Solo empeorarían las cosas, es Hela de quien estamos hablando.

—Por eso mismo, no podemos tratarla como alguien normal y coherente, con ella no se puede ser civilizado. —Aitor puso un punto sobre la mesa y Akim, Ainhoa y Adam le rodaron los ojos para que Ainhoa le respondiera con molestia.

—Claro, y lo mejor es atarla y meterle comida a la fuerza, ¿Eres imbécil?, ¿Quieres que nos mate?, no podemos volvernos el enemigo para ella, queremos ayudarla no hacer que nos mate.

—No podrá matarnos si al final muere porque no fuimos capaces de ser duros con ella.

—Olvidas que fue torturada por años, que perdió a su familia y lo único que la mantenía cuerda era su hermano, que hace menos de dos semanas fue asesinado, tiene derecho a estar perdida, no digo que dejemos que muera, digo que atándola, obligándola y siendo agresivos no conseguiremos nada más que ganarnos su odio. —Adam señalo a Aitor con molestia y comenzaron a discutir entre ellos.

Axel, Noemí y Aitor parecían fieles a su idea de obligarla a comer, en cambio Adam, Ainhoa y Akim preferían darle su espacio e intentar ser buenos con ella, hablarle con dulzura y tratarla como alguien que está viviendo su luto, pero la verdad es que no se podía ser ni uno ni lo otro, hablarle con dulzura y tratarla como si fuera de cristal lo único que lograría seria que sintiera que la creíamos débil o que la veíamos vulnerable y eso no serviría de nada porque se esmeraría en demostrar lo contrario, ser agresivos con ella sería inútil porque lo tomaría como un desafío, al final, estamos jodidos.

—Bien, es suficiente—Noemí se puso de pie haciéndolos callar— ustedes sigan viendo como muere lentamente, yo haré algo al respecto porque no tolero verla destruirse. —Tomo el bolso con instrumental médico del piso y en cuanto se giró abrí mi boca para hablar, pero una voz rasposa, débil y soberbia me detuvo.

—¿Y qué piensas hacer Noemí? —La castaña detuvo sus pasos y todos dejaron de hablar, vi rostros tensarse y otros girarse para ver a la dueña de aquella voz, entre ellos, yo.

Gire la mirada a la entrada de la sala donde Hela estaba apoyada en la pared, solo con una polera negra holgada y una botella a medio tomar de tequila en sus manos, me centre en su rostro el cual estaba pálido, más bien casi de un tono grisáceo, ya no es ni la mitad de la mujer que recuerdo, sus mejillas están hundidas, sus pómulos azulinos y sus ojos sin brillo, vacíos, muertos.

Esa noche donde se rompió en mis brazos en la fría carretera aun lado del McLaren se desahogó, lloro y gritó todo lo que pudieron sus pulmones, para luego ponerse de pie limpiar sus mejillas subirse al coche y caer en la inexpresividad y el silencio rotundo, no lloró más, no hablo más, se mantuvo en silencio todo el camino y cuando llegamos a casa se bajó y encerró en su habitación, desde ese día no ha salido, a menos que sea por más alcohol, como las últimas dos veces que se escapó debido a que no quedaba ninguna botella en la casa.

—Hela...yo...

Hoe zielig—le sonrió con burla para mirarla de pies a cabeza y negar— viviste cuatro años con nosotros y no forjaste ni un poco de valentía.

<<Que patética>>

—Hela. —La mire en advertencia, pero me ignoró sin sacarle la mirada de encima a Noemí quien temblaba en su lugar, apretando con fuerza el bolso en sus manos.

—Con razón Erlick se aburrió tan fácil de ti.

—Eso no es...

—Esperaré pacientemente a que tengas las benditas agallas de enfrentarte alguna vez a tus miedos, de que tomes ese sedante e intentas inyectármelo, ¿Quién sabe?, quizás por primera vez dejas de ser una cobarde.

—Basta Hela, no tienes que ser así de hiriente. —Axel se puso de pie para sostener el brazo tembloroso de Noemí y ella bajo la mirada derramando lágrimas.

De pacifist rent om zijn laffe jonkvrouw te redden. —Se rio con pesadez, para mirarlos a ambos con desprecio.

<<El pacifista corre a salvar a su cobarde damisela>>

—No sabía que el hambre te volvía una perra.

—¿No lo era siempre? —Hela se giró hacia Aitor, ladeando el rostro para mirarlo, sin borrar la sonrisa, que no mostraba nada más que un deseo profundo por ver la tierra arder. —¿Oh es que amarme te volvió ciego?

—Yo no puedo con ella, es su problema. —Aitor la señalo para mirarnos a todos y dar media vuelta para largarse, pero detuvo sus pasos al oír la risa de Hela, quien recargo su cabeza en la pared con gozo para cruzarse de brazos y mirarlo con burla.

—¿Y dónde irás?, ¿la perra de quien serás ahora?, porque nosotros morimos y no pasaste ni un año sin buscar un amo nuevo, ¿Verdad?, te fuiste corriendo a ser la perra de Iker, y no hice más que aparecer y volviste corriendo a mí, como siempre.

—Creo que deberíamos calmarnos un poco. —Ainhoa movió sus manos intercalando la mirada entre Aitor y Hela, llamando la atención de la última.

—Deberías aprender un poco de él—Hela señalo a Aitor mirando a la rubia— o mejor aprender a no ser como él, dejar de servir y comenzar a gobernar, ¿no princesa? —suspiro con pesadez— es una lástima estar rodeados de puros cobardes. Los hermanitos corren por sus vidas, el mercenario es una perra, la embarazada necesita que la protejan y la princesa no tiene los ovarios para reclamar lo que por derecho es suyo, ¿siendo así de patéticos se atreven a decir que la del problema soy yo? —se señaló y comenzó a reír para negar chasqueando su lengua.

—Y la Diosa de la muerte se cae a pedazos porque le mataron al hermano, ¿A que eres igual de patética que nosotros, dulzura? —Aitor le dio una sonrisa ladina y Hela ensanchó la suya con oscuridad, incluso su rostro pareció sumirse en oscuridad y eso, en vez de apagar el fuego, lo aumento.

—¿No piensas consolar a tu Diosa cariño? —le murmuro con falsa inocencia— antes lamias el piso por donde caminaba, ¿O es que después de cinco años por fin logras superarme? —Aitor desvió la mirada sin decir una sola palabra y Hela se rio en su cara.

—Lo único que lograrás con todo esto es que nos cansemos y te dejemos sola, ¿Eso quieres? —Axel la miro con desgano y Hela lo miro de pies a cabeza para rodarle los ojos y empinarse la botella hasta acabar su contenido, con un murmuro la dejo caer al piso y tambaleándose camino hacia la barra, choco con las paredes y se tropezó en dos ocasiones pero llego y con torpeza comenzó a buscar más alcohol.

—¿Qué se siente ser el de reemplazo Axel?, —balbuceo haciendo sonar las botellas—me da curiosidad saber que se siente que estén contigo por soledad. Por juego ya me lo contará Aitor. Pero por soledad ¿qué se siente?, —lo miró interesada— ¿Qué se siente saber que eres el reemplazo de mi hermano?

—Cierra la puta boca Hela. —Noemí dejo caer el bolso, soltando cada palabra con su voz envuelta en una colera temblorosa, aumentando la diversión en la sonrisa de Hela, diversión que solo expresaba esa falsa sonrisa.

Me he mantenido al margen de la situación, solo analizando sus movimientos y palabras, viendo sus gestos, sintiendo su dolor, como las lágrimas se acumulan en sus ojos cada vez que lanza sus hirientes palabras, como su boca lanza aquel veneno siendo la que más sufre por ello.

—Sabías que la dulce Noemí estuvo en un triángulo amoroso con los gemelos Petrov, —contó, mirando detenidamente el rostro de Axel— un año saltando de hermano en hermano y tan inocente que se veía, ¿no crees?

—Sabes que eso no es cierto—le recrimino Noemí con su garganta tensa— no tienes porque...

—Claro que no esperaría que lo admitiera, no podría admitir que se enamoró de Erlick y se metía con Calu para darle celos, ¿Por qué para eso si tienes valentía no?

—¡Ya cierra la...!

—No—la miro y su sonrisa divertida desapareció— no dejaré de lanzarte verdades hasta que tengas los ovarios suficientes de tomar esa aguja y sedarme, ¿no querías eso?, atarme a una cama, drogarme y mantenerme quieta, ¿No era eso lo que ibas hacer?, vamos—se corrió el cabello señalando su cuello— hazlo Noemí, me lo hicieron tantas veces que una vez más, no tiene importancia, ¿cierto?, porque cuando me vuelvo un jodido problema lo mejor es sedarme, es atarme contra mi voluntad y aprovecharse de mi vulnerabilidad, sedar a la hija de puta que te ha salvado el culo la mitad de su vida, atar a la cama—miro a Aitor— a la perra que te ayudo a salir adelante, a la que te dio trabajo y devolvió tu vida, mantener inmóvil a la puta que...

—Basta, Hela. —Golpeo sus puños contra la barra del bar y en cuanto hablé giro la cabeza a mi dirección, para cerrar la boca y darse cuenta de que derramaba lágrimas.

Aitor y Noemí bajaron la mirada avergonzados y todos guardaron silencio, mientras que Hela no desviaba la mirada de mi rostro, me miraba con su ceño fruncido y molesta, molesta por haber arrancado tan fácilmente esa careta inexpresiva de su rostro. Sus labios temblaban, y no por las ganas de llorar, sino por la necesidad de lanzarme sus dagas, de lanzarme su veneno y por la manera en que apretaba sus puños supe que estaba peleando por controlarse.

—Nadie va a atarte a una cama, ni a sedarte, ni a obligarte hacer nada, lo único que queremos es que tomes un plato de comida y te alimentes, ¿Quieres seguir hundiéndote en la mierda?, adelante, hazlo, no te detendremos ni nos involucraremos en tus decisiones, te dejaremos tranquila siempre y cuando comas. — Noemí se giró hacia mí hablándome con su mirada, gritándome que ese no era el plan, pero ¿Qué más puedo hacer?

—¿Dejaran de vigilarme?

—Acepta la comida y lo hablaremos.

—Yo no recibo ordenes tuyas.

—Es un negocio, yo te ofrezco menos intromisión y tú en cambio te alimentas dos veces por día. —Hela me miro entrecerrando sus ojos desafiándome con la mirada para posterior mirar a todos, estaban estratégicamente divididos por la sala por si intentaba escapar y debíamos retenerla.

—Es un trato entonces. —Hela se cruzó de brazos y algo en su mirada me puso alerta, dio una rápida mirada a la sala para volver a mis ojos, baje los brazos mirando su postura corporal.

—¿Es en serio? —Akim la miro confundido y Hela soltó la sonrisa más obvia que encontró, bajando sus hombros, cambiando la dirección de su mirada.

—Por supuesto que no. —Soltó, tomando la botella a medio tomar de tequila para lanzarla con brusquedad en dirección a la chimenea. Soltaron gritos alarmándose, por la sorpresa y en cuanto la botella estallo, el fuego aumento Adam y Aitor se lanzaron al piso al estar más cerca de la chimenea y esa fue distracción suficiente para que cuando volviera la mirada hacía Hela, me encontrara con que ella ya no estaba.

—¡Maldita sea! —Salí corriendo de la sala mirando los pasillos para ver la puerta de entrada abierta, me encamine hacia ella y note las pisadas de Hela marcadas en la nieve, claro que no me creyó la hija de puta. —Quédense aquí, ya vuelvo.

Los señale y tomando un polerón del perchero seguí las pisadas de Hela que me dirigían directo al bosque, gracias a que ya no cae nieve podría seguir sus pisadas sin perderla, más cuando la jodida lunática salió descalza y con solo una polera.

Camine siguiendo sus pisadas introduciéndome dentro del bosque, quedando malditamente sorprendido al ver lo rapido que avanzaba, iba corriendo tras de ella y aunque veía sus pisadas marcadas en el piso y la oía rompiendo la escarcha y las ramas con sus pasos, no era capaz de verla, no era...un segundo...

Me detuve cuando sus huellas me enredaron, al igual que los sonidos de pisadas, las huellas iban en dirección contraria al ruido de ramas rompiéndose.

—Hela no juegues con mi paciencia. —Eleve la voz, soltando un suspiro para girar en mi lugar mirando la copa de los árboles que me rodeaban, detallando los arbustos, viendo todo lo que me pudiera indicar que estaba cerca, porque lo estaba, la sentía mirándome, pero la cosa es que ¿Dónde cojones está?

—"Te dejo tranquila siempre y cuando comas dos veces al día"—me imito y su voz sonó como si la trajera el viento, subí la mirada a los árboles ya seguro de que a mi altura no estaba— es insultante que me creas así de idiota, ¿Te conformarías con verme comer solo dos veces al día?

—Perdiste tu oportunidad de negociar conmigo.

—Por poco te creí Alek, con tu seguridad y mirada sincera, pero enarcaste tu ceja, me estabas desafiando.

—No estas bien Hela, lo que le dijiste a Noemí...

—Ella quería atarme a una cama y sedarme, yo solo le dije unas cuantas verdades.

—Quería ayudarte y tú la heriste. —Las ramas crujieron sobre mi cabeza y me gire elevando la mirada para notar como Hela me miraba desde la rama de un árbol.

—Ella no puede...

—¿Crees que la hubiese dejado hacerlo?, si fueras menos venenosa y nos dejaras ayudarte no recurrirían a esa opción.

—No necesito ayuda de nadie.

—¿Y qué planeas hacer ahora?, beber todos los días, ser una arpía con todos los que te rodean, ¿alejarnos?, ¿Quieres quedarte sola?

—Deja de querer meterte en mi cabeza Alek, no necesito que me sobre analices.

—Baja de ese puto árbol y conversemos Hela.

—Porque mejor no subes para arrojarte desde aquí. —Me mostro el dedo del medio y como si no tuviera litros de alcohol en su sistema se pasó de árbol en árbol girando a mi alrededor.

—Te abrirás los puntos Hela.

—Al menos así sentiría algo. —Susurro y yo detuve mis pasos en medio de los árboles por donde ella giraba.

—¿Te...te estas abriendo las...las heridas apropósito? —Hela se detuvo de golpe enroscaron sus pies en una rama, con su respiración pausada y mirada perdida puesta en un punto más allá de mí, mientras que yo la analizaba, ella...es por eso...por eso sus heridas se abren a casa jodido minuto...lo está haciendo apropósito, se...se está lastimando apropósito.

—¿Qué logras haciéndote daño? —le pregunte, dando un paso hacía ella, midiendo la altura en la que estaba, y aunque no es una diferencia tan marcada, no llegaría a la rama en la que está de un salto, al menos no para tirarla de los pies y arrastrarla al piso, para exigirle me respondiera las malditas preguntas que se crean en mi cabeza. —¿Cuál es el fin de hacerlo Hela? —su ceño se frunció y desvió la mirada en dirección opuesta a la mía, ladeando el rostro, como si estuviera agudizando su oído.

Algo no...

—¿Saliste con arma? —Se tensó cambiando con brusquedad el tema, confirmándome que algo no iba bien. Se inclino aferrándose al tronco del árbol en el que estaba y analizo el bosque desde las alturas, comprendí al instante lo que hacía, estaba intentando identificar de donde provenían los ruidos que claramente no soy capaz de oír.

Iba a responderle pero mis oídos tuvieron claridad y pude oír pasos.

Saque la beretta de mi chaqueta y en cuanto sentí los pasos acercándose a mí gire en aquella dirección junto con la mirada de Hela. Elevé el arma y maldije, me maldije por idiota, tenía un arsenal en casa y salí con una simple berreta.

Empezaron a aparecer cuerpos y no tarde ni medio segundo en oír los seguros siendo desactivados y seis metralletas fueron elevadas a mi cabeza.

Vi las marcas en su cuello y comencé a maldecirme mientras ideaba una forma en mi cabeza de hacerle frente a seis metralletas con una puta beretta.

Heiko se está esmerando mucho en tocarme las pelotas.

Comenzaron a rodearme con el dedo puesto sobre el gatillo listos para disparar si hacía un movimiento raro, mientras que la Diosa de Hela analizó todo desde las alturas, más le vale que le deje de importarle una mierda todo y se digne a volver a sus sentidos.

—Eso fue sencillo. —Uno de los alemanes se centró en la mira de su arma y con un láser fue subiendo hasta llegar a mi pecho.

—¿Dónde están los demás Alek? —Un séptimo alemán se metió entre los hombres armados y algo en su rostro se me hacía malditamente familiar, su cabello entre castaño y rojizo, la cicatriz en su cuello, sus ojos grises, su porte, facciones, algo en él me era malditamente familiar.

—¿Nos conocemos?

—¿Dónde están los demás Alek? —

Quedo frente a mí con mi arma apuntándole a la cabeza y aun así ni se inmuto, iba desalmado, totalmente desprotegido pero en su rostro no había una pizca de interés o miedo al sentir el cañón de mi hermana en su frente y...esos ojos maldita sea los he visto ante.

Le eleve los hombros restándole importancia a su pregunta.

—¿Crees que estas en posición de desafiarme?, estas en clara desventaja. —soltó una sonrisa curva, dando un paso hacía mí, sin titubear, ni dudar.

—Si muero no sabrán donde están mis hermanos...

—No son tus hermanos a los que busco. —Borro su sonrisa y ladeo el rostro, empujando mi mano que sostenía el arma con desinterés y desgano, haciéndola aún lado, esa reacción tensó mi cuerpo y solo provoco que expandiera aún más su sonrisa, pero...ese acto, está cercanía fue suficiente para distraer al resto.

—Los rumores corren rápido y entre los desertores no se estipula confianza, pero algo llamo la atención del señor de la mafia alemana y es que oímos que fueron fichados por un cadáver.

—Tiendo a revivir de vez en cuando. —Uno de los alemanes cayó muerto al piso, justo al tiempo que Hela caía de la copa de los árboles, dando su bendita entrada.

Todos se giraron a su dirección y apenas cautivo toda la atención, les curvo una sonrisa y se tiró al piso dejando que las balas llovieran a su siga. Agarro un puñado de nieve lanzándosela a los ojos a los dos alemanes más cercanos a ella, tomo la boquilla del arma que le apuntaba direccionándola a sus espaldas y con una agilidad impresionante comenzó a pelear.

Me golpearon la mano con la culata de un arma desalmándome, me pillaron desconcentrado, con tremenda obra de arte frente a mí, como no iba a desconcertarme, di un paso hacia atrás cuando me lanzaron un golpe, esquive dos seguidos, para el tercero inclinarme darle un puñetazo en la garganta, con uno seguido a su nariz, lo tome por los hombros empujándolo contra un árbol y en cuanto soltó el arma tome su cabeza despedazando su cráneo contra el árbol. Tomé el arma del piso y girándome le atravesé la frente a uno de los dos alemanes que atacaban a Hela, acabe con dos más y cuando el último de los alemanes armados hizo el intento de levantar su arma, Hela tomo una cuchilla y se la lanzo atravesándole el ojo mientras que yo elevaba el arma y le atravesaba el cráneo a la vez.

Los dos en sincronía giramos la mirada al único alemán de pie que quedaba, vivo y desalmado en medio de los dos. No sacaba la miraba de Hela, la detallaba como si estuviera viendo a un fantasma, y claro para muchos ella lo era.

—Así que los rumores eran ciertos. —La miro de pies a cabeza pasando su desconcierto a maravillado.

Hela tenía su cabello débilmente desordenado, su respiración acelerada y sus mejillas sonrojadas, sus piernas largas, esbeltas y blancas estaban expuestas y la jodida polera que cubría su desnudez estaba sutilmente elevada, era una obra de arte, que injustamente mantendría oculta de todo espectador.

—Estas muy lejos de casa Blaz. —Hela como un depredador al acecho camino a paso seguro por alrededor del alemán, mirándolo de pies a cabeza como si le estuviera haciendo un scanner a su próxima víctima.

—Me conoces.

—Conozco a la descendencia Dunkle— Por eso su rostro se me hacía familia, es hijo de Heiko— ¿Te mandaron a morir?

—Quería confirmar los rumores.

—No es tan fácil matar a un Petrov.

—Oh eso lo tengo claro. —Sonrió relajando sus hombros para inconscientemente acariciar la cicatriz en su cuello.

—¿Sören no estaba disponible? —Hela le enarco una ceja y la sonrisa de Blaz automáticamente se borró, pasando a una de tensión, al igual que todo su cuerpo y cuando dirigió su mano derecha a su pantalón yo prepare el arma elevándola a su cabeza. Me ignoró, yo pase a segundo plano, incluso siendo el único con un arma visible, para él la única amenaza latente era Hela y jode decirlo, pero tiene razón.

—Tenía mis órdenes. Matar a los engendros y llevar sus cabezas, pero que estes viva cambia mis planes, te ofrezco un trato Hela.

—¿Un trato? —sonrió— ¿Qué tienes tú que pueda cautivarme?

—Tengo un localizador—elevo su mano mostrando el jodido localizador— es cosa de apretar un botón y en menos de diez minutos tendrás a media mafia invadiendo estos bosques.

—Suena interesante.

—¿Qué tal tú estadía en Ucrania Hela?, ¿No te gustaría saldar tus deudas? —Blaz encendió la pantalla del localizador donde un botón rojo se encendió y paso a mirarla desafiante mientras acercaba el dedo al aparato, Hela me dio una rápida y significativa mirada y ambos dimos un paso hacia atrás.

—Habla.

—Con este frio no puedo concentrarme, ¿Se están quedando por aquí cerca? —Dio un giro y antes de que pudiera empezar a caminar, Hela lo tiro del brazo golpeo sus piernas y tomándolo del cuello lo lanzó al piso.

—No me interesa hacer tratos con mafias y te equivocas si crees que puedes chantajearme. —Hundió sus dedos en el cuello del alemán y el sostuvo las manos de Hela intentado alejarla, pero ella lo sostenía con suficiente fuerza como para romperle el cuello de un movimiento. —Venga, aprieta el jodido botón, está pausa momentánea de guerras comienza a aburrirme, he asesinado a tantos de tus hombres que seguiría haciéndolo hasta que el número quede reducido a cero.

—Te...te puedo ayudar—jadeo quedándose sin oxígeno—a...a matar a Darina...—La mirada de Hela cambió y sus dedos relajaron su presión, Blaz comenzó a respirar con fuerza y Hela miraba su rostro de una dirección a otra como si estuviera analizando sus palabras.

—Como—exigió saber.

Blaz cerró su boca y la miro directo a los ojos, Hela maldijo golpeando la nieve a su costado y se puso de pie, el alemán se paró rápidamente para acomodar su chaqueta y ser nuevamente sorprendido por Hela, quien le enterró su rodilla en el estómago y lo acorralo contra un árbol, rodeo su cuello con ambas manos y con sus pulgares presiono su tráquea.

—Como esto sea una trampa. Si la más mínima gota es derramada de esta gente, te arrepentirás de haberme encontrado, te seguiré, cazaré, torturaré y no te dejaré morir, te torturaré día tras día por el resto de tu jodida vida. —Lo estrelló una vez más contra el árbol y se alejó de él quien cayó arrodillado al piso por falta de oxígeno. — El localizador. —Le exigió estirándole la mano y a pesar de que dudo, termino entregándoselo.

Me lo entregó y me tome mi tiempo en analizarlo, asegurándome de que no hubiese sido activado, ni que tuviera algún chip insertado, cámaras o micrófonos y no, no había nada, así que dejándolo en el piso le dispare destruyéndolo.

Blaz se puso de pie por segunda vez y Hela se encargó de revisarlo con detenimiento, asegurándose que no cargaba con nada más que fuera rastreable.

Tras dudarlo y mirarlo con ganas de asesinarlo, se giró para mirarme y señalo hacia la casa, sus ojos por fin parecían distraídos, no estaba inserta en su oscuridad, consiguió distracción.

Hela encabezo el camino, Blaz iba en el medio y yo atrás con el arma elevada, mirando a mi alrededor asegurándome que nadie nos seguía.

En cuanto vimos la casa, vi como mis hermanos la rodeaban armados, nos vieron venir y las armas se dirigieron al alemán en el centro, quien miraba a su alrededor con cautela.

Les hice una señal para que entraran en silencio y eso hicieron, dentro de la casa, Noemí y Ainhoa seguían en la sala con Axel respaldándolas, nos vieron y se pusieron alertas enseguida.

—¿Blaz? —Ainhoa dio un paso hacía él en cuanto Hela dio un paso al costado dejándolo a la vista, ambos la miramos con confusión, al oír la familiaridad en su voz.

—Este día cada vez se pone mejor. 





—————
Holaaa, Chiquitines,

¿Como están?

¿Que tal sus corazoncitos por el Petrov caído?

¿Ya lo vamos superando o aún no?  😥

Espero disfruten las próximas actualizaciones 😬

Ah, y el próximo capítulo lo narra Hela:)

Besos,

Javi 🐍

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