Capítulo 39.
Hela Petrov
Algo...no está bien.
Algo pasa.
Algo está a punto de pasar, mi instinto me lo grita, me grita que ponga resistencia, que me saque la bolsa de la cabeza y pelee antes de que sea demasiado tarde, que asesine a todos y vuelva.
Tienes que volver.
Tengo que volver, pero volveré con Airón, porque de aquí salimos juntos o no salimos.
Golpearon mi hombro con la boquilla del arma empujándome para que doblara por uno de los pasillos de la fosa, dos días han pasado desde que me fue de Suecia, dos días frenándome, pude llegar en menos horas pero algo en mí me hacía detenerme y mirar hacia atrás como si estuviera despidiéndome de la que estaba empezando a ser mi vida.
Yo actúo por instinto y ahora mismo mi instinto me pide a gritos que frene, le quite la metralleta al imbécil que esta a mis espaldas y los asesine a todos, pero me freno, debo hacerlo, debo controlarme, mantener mi instinto callado porque si reaccionó y nada resulta como lo espero la que sufre no seré yo, será Airón y no puedo permitirlo.
Las antorchas quedaron atrás y la luz eléctrica se abrió paso, algo me golpea los huesos, siento que este lugar esta más silencioso que de costumbre, no escucho gritos debido a las torturas, ni jadeos, ni suplicas de ayuda, nada, esta todo tan callado que es como si estuvieran en la calma antes de la tormenta, es mi mente, me digo, mi mente paranoica jugándome en contra, mi mente ansiosa y fatalista, es solo eso.
Mi mente.
Nos detuvimos y cuando pensé que me iban a sacar la bolsa de la cabeza, abrieron una puerta y me empujan dentro de una sala que reconocí al instante al ver hacia el piso a través de la bolsa en mi cabeza detallando la alfombra de piel, miré a mi alrededor sin mover mi cabeza y mis manos se erizaron al ver a más de sus tres comunes guardias, hay más hombres en la sala.
——Він прийшов один, мій пане.
<<Llegó sola, mi señor.>>
Oí la voz del ucraniano a mis espaldas. La voz del hombre que no saca el arma de mi cabeza. Cuando salieron a recibirme fueron más, el doble, más armados y alertas, esta vez me registraron entera, en mi camino hacía acá conseguí ropa adecuada, ropa y un par de armas, armas que me fueron arrebatadas al instante en que me interceptaron a las afueras del monasterio.
Vi la punta de los zapatos de cuero de Chavdar detenerse a centímetros de mí y yo elevé mi rostro serenando mi mirada y tranquilizando mi expresión, la bolsa fue retirada de mi cabeza con brusquedad y aunque mi primer instinto fue mirar a mi alrededor para contar los hombres y ver las posibilidades de una pelea preferí centrar mi mirada en él, mis ojos verdes se entrelazaron con sus ojos grises y por primera vez en años vi las luces de alerta taladrando en mi cabeza.
—Morana. —Me asintió con condescendencia y yo miré a mi alrededor notando que eran una decena de hombres armados los que estaban en la oficina y lo único que se oí aparte de sus respiraciones era a las hienas se oía como roían y despedazaban lo que creo es carne. Dirigí mi mirada a ellas pero no pude ver más que sus patas traseras, intenté ver más allá pero habían dos guardias frente a ellas tapándome la visual.
Cuando volví la mirada a Chavdar note que me analizaba el rostro con detenimiento, tuve que relajar mis hombros, bajar los brazos simulando que bajaba la guardia, su inspección llegó a mis ojos y yo incline mi cabeza con obediencia y respeto.
—Mi señor. —Saludé con devoción y vi por reflejo como sus manos se tensaron confirmando mis sospechas algo anda mal.
—¿Dónde estabas? — Preguntó girando a mi alrededor, me pare firme recargando mi peso en mi pie sano, llevo dos días caminando sin descanso, mi muslo duele pero frente a él no mostraré ni un poco de debilidad.
—Realizando el trabajo que se me fue ordenado, señor.
—En Suecia.
—Según tu ultimo informe decía que mis objetivos se escondieron bajo la mafia española, ¿Podrías decirme como llegaron a Suecia?
—No lo sé—lo miré a los ojos demostrando falsa sinceridad—fueron más de dos semanas las que me mantuve recluida, se movieron rápido.
—Ya veo. —Me asintió bajando la mirada por mi cuello provocando que mi piel se erizara, no me ha tocado, se ha mantenido a una distancia prudente de mí y a pesar de que veo el deseo en sus ojos, no me mira con anhelo.
—Supongo que te preguntas, porque he ido por ti, ¿no?
—Creí que tenía un limite de un mes para volver, me quedaba tiempo aún. —Literalmente estuve menos de una semana fuera y ya estoy aquí de vuelta, no conseguí hacer una mierda, solo salir herida.
—Lo tenías, eso es cierto, pero los rumores corren y sabes que no me gustan las verdades a medias, así que he ido por ti, para aclarar mis dudas.
—¿Rumores? — Dio un paso hacia atrás y cuando pensé en seguirlo sus hombres dieron un paso hacia mí, baje mis manos y ellos elevaron sus armas apuntándome a la cabeza, los mire a todos de reojo, contándolos, viendo sus debilidades, las armas que poseían y cual esta peor parado para atacar primero, desarmar y aniquilar.
—Devolvamos a Suecia, un bar repleto de desertores murmurando que cuatro alemanes fueron marcados por la carta roja.
Me dio una mirada fulminante y yo erguí mi cabeza, sabía que esta mierda me traería consecuencia y a pesar de que lo hice sin detenerme a pensar sé como salir de esta bien parada.
—Sí, los marque—le confirme ganándome gruñidos a mis espaldas— Heiko los había atacado y no puedo traértelos vivos si la mafia alemana me esta jodiendo los movimientos, necesitaba...Distraerlos.
—Excelente punto querida, centrémonos ahora en Heiko, porque supe que los Schneider estaban en Suecia, pero no en una casa de segunda si no nada menos que en la casa de seguridad Petrov. —En cuanto esas palabras salieron de su boca mi rostro de confusión fue real, no por lo que dijo en sí, si no porque él lo sabe, ¿Cómo demonios lo sabe?, primero Heiko y...ahora él.
—¿Casa de seguridad Petrov? —me hice la desentendida—¿para que necesitaría mi familia una casa de seguridad?, esa información es falsa, señor.
Hable con tal seguridad que su mandíbula se apretó, me analizó el rostro pero yo iba a morir con esa versión.
Chavdar dio una mirada por encima de mis hombros y cuando pensé que me iban a atacar, la puerta fue abierta, mire por sobre mis hombros sin mover un solo musculo y en cuanto vi un hombre ser arrastrado hacia la oficina me altere pensando que era Airón, su cabello negro, el porte, la contextura, era similar a mi hermano, pero no, el tatuaje en su cuello me decía a gritos que esta mierda estaba a punto de empeorar para mí.
Volví a mirar a Chavdar y él ahora tenía un brillo retador en sus ojos grises, él lo sabe, sabe toda esta mierda.
—Estoy rompiendo muchas reglas al tenerlo vivo, pero con un clan menos, se esta permitido jugar sucio, ¿No Hela?
No respondí solo mire con atención mi ambiente, rígida en mi lugar, la chimenea esta prendida aun lado del escritorio, podría fácil empujar a uno de estos imbéciles dentro de ella, quedarme con las armas, tomar un explosivo y armar una distracción con el fuego y el humo, solo necesito dar de baja a un par de hombres y armar un buen plan de escape, una fuga masiva incluyendo a mi hermano.
—Lo bueno de romper las reglas es que encuentras cosas interesantes, como direcciones, modos operandos, planos...
Arrojo una Tablet a la mesa y mi pulso se aceleró al detallar los planos de la mansión de mi familia, di una rápida mirada al alemán moribundo a mi costado y las ganas de gritarle, torturarlo e interrogarlo para saber como mierda tienen eso se apoderaron de mí.
—¿Sin palabras?
—¿Qué tan fácil seria mentirte? —lo mire con calma— parece que bastante, —respondí, ante su silencio—si permites que un numeral idiota venga aquí a mentirte a la cara y no haces nada al respecto más que creerle. Mi familia fue, es y será respetada, temida y alabada, una familia de sicarios causantes de terror no necesitan de una casa de seguridad cuando nadie puede acabar con ellos.
Hable con tranquilidad y fluidez, la seguridad palpitante en cada palabra, porque quiera o no, es así, esa es la jodida verdad.
—¿Segura de que nadie puede acabar con ellos? —Me miro con sátira y yo mordí mi mejilla para detener mis palabras, todo a su momento.
—Usted, mi señor, tiene las ubicaciones de todas nuestras propiedades, bodegas, islas, todo. Créame cuando le digo que no tenemos casas de seguridad.
Di un paso hacia él, dispuesta a hacer lo que sea para asegurarle que digo la verdad, dispuesta a meterme en las manos de la bestia para bajarle a su paranoia, me dejo, le dio una mirada a sus hombres que estaban a la defensiva y me dejo acercarme, cada paso que daba hacia él sentía el olor punzante de la sangre fresca y el sonido de las hienas rasgando la carne, el morbo me tentaba a desviar la mirada, pero no puedo desconcentrarme de mi objetivo.
—Creí—susurré acercándome a él. Chavdar se recargó sobre su escritorio y yo me metí entre sus piernas ignorando las miradas a mi alrededor— que le había demostrado que le era fiel a usted, mi señor. —Deslice mis manos por su pecho y él sostuvo mi cadera analizando mi rostro para aferrarme a él,
—¿Qué tan fiel me eres Hela? —Susurro tomando mi quijada entre sus dedos para acercar mi rostro al suyo, mis labios rozaron con los suyos y yo solté el jadeo menos fingido que encontré, hijo de puta.
—Le debo mi vida.
—Te adelantaste y no me gusta que hagas cosas sin mi autorización.
—Hago lo que me ordenó mi señor, lo único que deseo es mantenerlo contento. —Con la repulsión corriéndome por la espina deposité un beso húmedo en el borde de su labio, él enterró sus dedos en mi cintura y yo me estremecí bajo su tacto.
—Dame descendencia. —Me alejo débilmente de su rostro para mirarme directo a los ojos, tuve que buscar entre mis expresiones para encontrar la de culpa y dolor.
—Sabes que eso escapa de mis manos. —Susurre con fragilidad acariciando la palma de su mano, puede ser que Alek si tenga razón y adore meterme en el papel de víctima.
—¿Sigues con el tratamiento...
—Sí. Hace meses cambiamos las inyecciones para probar otros métodos para embarazarme de forma natural.
—Ya veo. —Dejo caer sus manos a mis costados y en cuanto vi que su expresión cambio la alertas en mi cabeza estallaron, baje mis manos por su pecho y en cuanto toque el grueso de su cinturón gire la mano tomando la cuchilla que siempre esconde entre su camisa y pantalón y cuando la eleve para enterrarla en su cuello tiraron de mis brazos, me dieron un golpe seco en la rodilla de la pierna mala y un gruñido desgarrador salió de mi garganta, intentaron doblegarme, pero antes de que pudieran aplicarme corriente, gire mi muñeca liberando mi mano y cuando estaban por lanzarse contra mí, solté la cuchilla de mi mano aun retenida, atajándola con la ahora libre, la clave en el cuello del que me sostenía desgarrándole la garganta y cuando estaba por comenzar a pelear, cuatro hombres se lanzaron contra mí.
Dos culetazos dieron en mi cabeza los cuales me dejaron aturdida, seguidos de cinco puñetazos en el estomago y una patada directa a mi muslo herido, sentí el hueso chistar y cuando creí que perdería el equilibrio tiraron de mi cabello, sostuvieron mis brazos y me mantuvieron erguida, intente tirar de mis brazos pero a penas lo hice el frio del cañón se instalo en mi nuca.
Solté gruñidos como un animal a punto de perder la cordura, sentía la sangre escurrir por mi rostro, por mi muslo y parte de mis brazos, pero no podía sacar la mirada de Chavdar, el miraba la cuchilla en el piso manchada de sangre con, con enojo, con histeria, le vi la cara por años, le juré falso amor y devoción por años, para que justo ahora todo se saliera de mis manos y me arruinaran.
—Pensé que eras más inteligente. —Murmuro para ponerse de pie y mirar a los guardias en la puerta, tomó la cuchilla del piso y camino hacia mí, me puse tensa, debo admitir que por primera vez me demuestro tan cual soy frente a él, con mis escudos arriba, a la defensiva y mis ojos moviéndose por todo mi alrededor ingeniando un modo para salir de aquí.
—Ibas a atacarme—me victimicé— lo vi en tu mirada, la decepción, como no puedo darte lo que quieres, acabaras conmigo como lo has hecho anteriormente, yo puedo cazar por ti, matar por ti, darte lo que me pidas, pero no descendencia, no puedo, yo no...—
Me hizo callar presionando la cuchilla en mi garganta, un poco más de fuerza y me la desgarra.
—Te equivocas al creer que es fácil mentirme. —Siseo con la mandíbula retraída y en cuanto la puerta se abrió dio dos pasos hacia atrás.
Giré mi mirada al instante creyendo que era mi hermano, pero no, no lo era y aun así sentí mi pecho brincar lleno de ira << ¡No!>> gritaba una y otra vez.
El hombre canoso y con rostro gentil elevo la mirada centrándola en mis ojos y vi la culpa, el destello de dolor clavada en ellos, el medico tenía el rostro sangrando, su nariz estaba rota, los huesos de sus manos estaban expuestas y por la calidad de sus heridas doy por hecho que lo han torturado de manera sádica, me removí en los brazos de quienes me retenían, ganando uno que otro golpe que ignoré, solo podía mirar al hombre que sin motivos me tendió una mano, no una si no cientos de veces.
Que sin motivos...fue él único...que me ayudo de forma sincera.
—¿Crees que podrías mentirme a la cara, bajo mi techo y yo no lo sabría? —Se ganó en medio de los dos, pero con su mirada fija en mí, no hable, no supe que mierda decir, como seguir sosteniendo mi mentira, así que solo me mantuve en silencio. —Dejaste las inyecciones para probar con otros tratamientos, tratamientos como anticonceptivos, ¿no?
Al instante en que tiraron de mi brazo para romper la manga de mi chaqueta con una cuchilla yo puse resistencia, tire de mi mano con brutalidad, lance golpes, patadas pero ya no eran tres deteniendo mis golpes, eran cinco manteniéndome inmóvil.
Chavdar se acerco a mí mirando la cuchilla cubierta en sangre y cuando iba a escupirle en la cara rajo mi brazo, abriendo mi carne con lentitud y fuerza, mordí mi labio callando mis quejidos por el ardor, sin desprenderle la mirada de encima sentí la sangre me escurrir por mi brazo y en cuanto enterró la punta de la cuchilla removiendo mi carne yo ahogue un gruñido, apretó mi brazo y el implante salió envuelto en sangre, tomo el pequeño dispositivo en sus manos y en cuanto lo aplasto dirigió su mirada fúrica a mis ojos.
—Decidiste hacer las cosas a la mala, querida. —Me dio una caricia en la cara y cuando les dio un asentimiento a sus hombres ellos elevaron sus armas centrándola en el hombre canoso que salvo mi vida, sus ojos dieron con los míos y yo sentí un nudo creciéndome en la garganta.
—Wees vrij, Hela.
<<Sé libre, Hela>>
Me susurro con su voz rasgada y derramando lagrimas cubiertas de sangre. Él...sonrió.
Le di una negativa y en cuanto cerró los ojos vino la lluvia de disparos que hicieron sacudir su cuerpo.
Forcejee con los hombres que me sujetaban, soltando gruñidos histéricos, al ver al hombre que me salvo de convertirme en la incubadora de un demonio, del hombre que suturo con cuidado tantas veces mis heridas que ya no logro recordarlas, del hombre que nunca supe su nombre, ni como llegó aquí, ni si tenía familia, caía muerto, por...por mi culpa, por...por ayudarme.
Nuevamente, jodí...la vida de alguien inocente.
Cuando su cuerpo cayó al piso, la sangre inundó el piso...y yo podía sentir mis ojos arder por las lágrimas retenidas, y mis manos maldita sea estaban pulsando por la rabia, mi instinto asesino comenzaba a florecer, quería sangre, mi ser rugía empaparse en sangre.
Mire a todos los hijos de puta en la sala, detallando sus rostros, sus movimientos, eran once sin contar a Chavdar ni al muerto en el piso, solo once, he peleado con más, ellos no son rivales para mí, todos, todos en esta jodida habitación morirán por lo que hicieron.
—¿Me dirás que no sabías del implante? —Se gano frente a mí y yo lo mire como desee hacerlo por años, con odio, con una clara promesa de muerte escrita en mi rostro y él la vio, porque su mandíbula se tensó y su respiración se aceleró, eso, que sienta miedo, que vea por primera vez a la bestia que tenía enjaulada.
—¿Y qué esperabas?, —escupí— ¿Qué me dejaría embarazar por una bestia como tú?, mírate, —lo recorrí con asco— no eres más que un mafioso repugnante. Nunca, ni volviendo a nacer te igualarías a mí.
—Tienes razón, no podría igualar a una perra desesperada. —Me gruño con colera y en cuanto yo sonreí sus manos se tensaron.
Liberación, eso es lo que siento.
—Yo no recurrí a matarte por miedo. —Espete— Nunca has sido, ni serás un impedimento para mí, tu existencia me es tan insignificante como la de cualquiera, no movería cielo, mar y tierra solo para obtener tu cabeza. ¿Vez la diferencia?, asesinaste—gruñí con rabia— a mi familia por miedo, por cobardía, nos temían, temías que libres acabaríamos contigo, pero que crees, dejaste vivos a dos sanguinarios de la familia Petrov, y eso acabará contigo. Le daré fin a tu descendencia, te haré arder a ti y a esta mafia de mierda en vida. Cometiste un error al dejarnos vivir a Airón y a mí.
Tire de mis brazos con una necesidad asfixiante de lanzármele encima y desgarrarle la cara parte por parte, de sacarle uno por uno los dientes, de arrancarle los ojos con cucharas calientes, de arrancarle cada centímetro de piel y mantenerlo despierto y consciente para que sienta cada fracción de ese dolor y solo desee morir, pero no, no le daría ese placer, lo mantendría vivo hasta que solo quedará una cuarta parte del hombre que era, lo destruiría, física y mentalmente. Yo maldita sea, era su pacto y sentencia de muerte, yo sería su jodido karma.
—Bien dicen que es mejor reparar sus errores más tarde que nunca, ¿No crees, querida?
Miro a su costado y en cuanto los dos hombres que resguardaban a las hienas dieron un paso al costado, mi corazón...se detuvo, mi boca se entreabrió y mi cuerpo sufrió de un corto circuito.
Fueron minutos de silencio donde mi cuerpo se desconecto y mi mente me traiciono dejando funcionar solo mis ojos e imágenes borrosas de recuerdos donde reviví cada grito, promesa, sus risa de pequeño, sus travesuras, sus esculturas de madera, como se frustraba al no poder decir mi nombre bien cuando era un niño. Lo visualicé de pie corriendo hacia mis brazos con solo diez años en busca de refugio, y sentí, sentí como mi mundo se caía a pedazos.
N...no.
No, no, no, no, gritaba mi interior despedazándome en gritos suplicantes, veía el mundo moverse rápido a mi alrededor pero yo solo podía ver el brazo con aquel tatuaje de espada en llamas siendo desgarrado por los dientes de aquellas hienas y sentía que me estaban arrancando el corazón del pecho, vi su cuerpo lleno de cicatrices, de heridas abiertas por las garras de las hienas y me estremecí soltando un grito cargado de dolor, las lagrimas que tanto contuve salieron y mis rodillas se doblaron, caí al suelo de un golpe seco. Seguían sosteniéndome, pero no evitaron que me cayera, eso quería, verme rota, después de tantos años consiguió romperme.
Consiguieron...joderme.
—Te dije que no eras indispensable, ni tú, ni tu hermano.
—¡Hijo de puta!
Grite peleando para llegar a él, pero no podía moverme, mis ojos no salían del cuerpo de mi hermano, no podía dejar de ver como las hienas lo desgarraban como su cara estaba destrozada como su cabello negro azabache estaba cubierto de sangre, como las hienas devoraban su brazo, su tatuaje, el tatuaje que tanto odie porque sabía su significado, sabía que era por mí, por mi amor a las espadas y por mi forma de volver cenizas todo lo que toco, ese tatuaje representaba toda la admiración que Airón sentía por mí, esa admiración que hasta el día de hoy mantuvo, prometí cuidarlo, prometí que daría mi vida por él si era necesario, y...y lo perdí, lo perdí por no pensar, por actuar con impulsividad por pensar en otro y no en él, es mi culpa, mi jodida culpa.
—Pagaras por esto—hable con mi voz temblorosa y mis ojos irritados— pagaras por lo que le hiciste, pagaras por la muerte de mis padres, por la de Erlick, por la de Calu, y pagaras por...por haber matado a Airón.
Eleve el rostro para mirarlo con el veneno camuflando mi alma despedazada, sellando mi promesa. Aunque tarde décadas, pagará por quitarme a la única persona en este puto mundo que amaba, por romperme.
Pagará por haberme quitado todo.
Por...por haberme arrebatado al único ser...ser que me mantenía cuerda.
—Iba a esperarte para que lo vieras personalmente. Si te lo preguntas, estaba vivo cuando mis hienas llegaron a él, hubieses llegado quince minutos antes quizás habrías escuchado sus últimos gritos agónicos.
Grite, grite desgarrando mis cuerdas vocales soltando cada una de mis lagrimas reprimidas, gritando por dolor, gritando de agonía, de frustración, por culpa.
Eso es lo que soy, eso es lo que siempre he sido; caos, destrucción y muerte. Yo contamino, soy un virus que acaba con todo, le doy muerte a todos los que amo.
—Adelante querida, tócalo, su cuerpo debe estar aun caliente.
Tirándome hacia adelante grite en sollozos agónicos. Destruyéndome.
Acaba de sacar el seguro de una granada que fue cargada durante cinco años.
Acaba de asesinar lo única persona que mantenía mi freno activado.
Con mi corazón bombeándome en la nuca y el nudo impidiendo mi respirar y el ver, tire con fuerza ambas manos hacia el frente y cuando los que me sostenían tastabillaron estire mis piernas girando en mi lugar haciendo un barrido con mis pies los arroje al piso, mientras tirando de mis manos que se negaban en soltar, las giré alrededor de sus cuellos y con una furia indescriptible les romí el cuello a los dos en un instante.
Iba ir por más pero vi el destello de electricidad destellar a mis espaldas y cuando iba a voltearme, el golpe de energía me hizo gritar. La electricidad recorrió todo mi cuerpo y mis dientes castañearon, me dieron una segunda descarga mas duradera e intensa que me arrojo al piso con espasmos, habían dos menos, quedaban nuevo, pelee por mantener mi vista al frente, por no girar la mirada y ver como seguían tirando la carne de mi hermano, no podía dejar de mirar como se peleaban las hienas por un pedazo de su brazo, no esos brazos que tantas veces me abrazaron, no los brazos que tantas veces cure.
No...no los brazos de...de mi hermanito...
—Bienvenida a la mafia ucraniana, querida.
Tiró de mi brazo aun con espasmos y en cuanto vi el metal hirviendo acercarse a mi muñeca quise pelear de nuevo pero una tercera descarga me detuvo, me dejo en el suelo salivando en exceso con mis ojos blancos y mi cuerpo temblando. Chavdar jaló de mi brazo y uno de sus hombres acerco el fierro hirviendo a mí con la marca de la mafia ucraniana en acero rojo, cuando iba a forcejear se impulso y el metal ardiendo se presionó contra la fina capa de piel de mi muñeca, los espasmos cesaron y ahora fueron gritos puros de dolor, el olor a mi piel quemada intercambiaba al aroma de la sangre fresca, comencé a sudar en frio, mi cuerpo temblaba preso del dolor y mi razonamiento se evaporó.
Podía ver el humo salir de mi muñeca, la sangre escurrir y mi piel siendo quemada.
Chavdar soltó mi brazo y en cuanto el hombre alejo el fierro de mí, yo aproveche que no me sostenían pensando que estaba débil y me lance contra él, tome el fierro con ambas manos para darle una patada recta en el estómago haciéndolo retroceder para posterior enterrarle el fierro y volteárselo en el pecho.
Podía oír todo en una frecuencia aturdidora. Oí los pasos a mis costados y antes de que me atacaran, saque el fierro y lo tire hacia atrás, le gire el rostro de un fierrazo y con la punta aun hirviendo se la enterré en la cara hasta partirle el cráneo, sentía mi muñeca ardiendo, mi muslo desgarrándose, mi brazo desangrándose y mi corazón volviéndose cenizas, pero lo que abundaba en mí, era deseo puro de sangre.
Me agarraron de los brazos y tire mi cabeza hacia atrás reventándole la nariz, me gire y ocupando el fierro como una varilla de entrenamiento, me deshice de dos más, gire a mi alrededor moviendo el fierro como escudo, visualice a Chavdar a unos pasos de mí y cuando iba a lanzarme hacía él para matarlo, tiraron de mi cabello hacia atrás, vi una aguja pasar por enfrente de mis brazos y tuve que soltar el fierro para alejarme, sostuve con ambas manos el brazo que me sostenía y de un movimiento me deje caer al piso, su cuerpo paso por encima de mí y yo ate mis piernas a su cintura, lo voltee en el aire enterrando mi talón en su cuello, su cuello crujió y él dejo de moverse, tome las dos pistolas que tenía en su poder y cuando oí los pasos empuje su cuerpo eleve las armas y con precisión, atravesé sus cráneo uno a uno.
Cuando los últimos cinco cayeron al piso yo me puse de pie, me gire y un brazo se engancho a mi cuello tirándome hacia atrás, mi espalda choco contra la muralla y cuando estaba por atacar la punzada en mis costillas me hicieron soltar un jadeo asfixiante, me centre en los ojos de Chavdar, los cuales me miraban como lo que era, una amenaza.
Dio vuelta el cuchillo dentro de mis costillas y yo sentí el aire escasear, me azotó una vez más contra la muralla y gruño sobre mis hombros.
—Asesinaste a tus padres, a tus hermanos y ahora acabaste con la vida de Airón, ¿Cuánto tardaras en asesinar al alemán que proteges?
Enterró un poco más el puñal y cuando creí que acabaría conmigo le regale una sonrisa torcida, eleve ambos brazos y con fuerza enterré mi codo en su brazo con la que sostenía la cuchilla dentro de mí, se retorció debilitando su fuerza dejándome respirar, tire mi cabeza hacía delante impactando contra su nariz y cuando su vista se nublo eleve mi rodilla golpeando sus partes bajas, Chavdar se inclinó y tomando sus hombros eleve mi rodilla impactando contra su rostro, retrocedió tocando su nariz y di un paso hacia delante, con un gruñido saque la cuchilla enterrada en mi costado y cuando se irguió la lance clavándose directo en el pecho, di un paso hacía él, cuando la puerta fue destrozada.
Mire a los hombres que entraban armados, mire a Chavdar y la oportunidad que tenía de matarlo, para luego mirar a las hienas, peleando por el fémur de Airón, antes de que pudieran reaccionar, me tire al piso tome una metralleta y la eleve, no me resguarde con nada, no me importo nada, solo la levante y con las lagrimas y oscuridad azotando mi cuerpo disparé, no a Chavdar, a él no, le daría una muerte digna de su miserable vida, le revente el maldito cráneo a esas jodidas hienas para dejar de oír, dejar de escuchar cómo ni en la muerte el cuerpo de mi hermano descansaba en paz.
Al...al verlas morir, un...un dolor me desgarró el pecho y me nublo la vista por lo que fueron segundos, todo a mi alrededor se tornó negro, oscuro, vació, donde el dolor fue lo único que me carcomía viva.
Quise arrastrarme hacía él, abrazar su cuerpo, lo que quedaba de él, llorarle, sufrir todo lo que no he podido, morirme en llantos, quería...joder quería morir, deseaba morir.
No pude protegerte, no cumplí la única promesa que te hice, no...no pude darte la libertad que merecías, perdóname, perdóname por no haber muerto en tu lugar, por no haber muerto liberándote como debía hacerlo.
Cerré los ojos dejando caer mi cabeza, destrozándome en llantos.
Por favor, permítanme morir, rendirme, caer, no pelear, quiero que el dolor me asfixie hasta que me impida el respirar, hasta que mi maldito corazón deje de latir y este jodido tormento acabe por fin, quiero...
¿Cediendo al dolor?, ¿Tan fácil te olvidas del apellido Petrov?
Por favor...
Ponte de pie, no se llora a los muertos en pie de guerra y tu guerra está lejos de terminar aún.
No...ya no puedo...
¡Pelea!
¡Vénganos!
¡Lleva en alto mi jodido apellido y muere peleando!
¡Ponte de pie Hela!
Solté un grito dando un golpe al piso y aferrándome al arma, giré en el piso alejándome del cuerpo de Airón y disparé a todo ser que se movía frente a mí.
¡Ponte de pie!
¡Pelea!
Me puse de pie volcando el escritorio usándolo para cubrirme y así dispararle a todo el que entraba en la oficina, con las voces de mi familia azotándome el cerebro.
Chavdar estaba apoyado en la pared con su mano en la cuchilla clavada en su pecho, intentando sacársela, cubierto por una decena de hombres que se encargaban de recibir los tiros por él, mientras que yo asesinaba a absolutamente todos los que entraban.
Me quede sin malditas balas y lanzando un grito lo arroje al piso, tomando una botella de whisky sobre la repisa para arrojarla dentro de la chimenea, el fuego estalló y comencé con mi plan, lance la metralleta dentro de la chimenea y tome dos cuchillas.
Los siguientes dos que me atacaron venían con agujas, pero ya no había espacio para sentir pánico, no podía sentir nada, ni siquiera dolor, incluso cuando me estaba desangrando por dentro, me nublé, me cegué y... no sentía nada.
Pelee con ellos, los desalme al instante, tomando a ambos del cabello reventando sus cabezas contra la mesa. Quedaron aturdidos, pero antes de que perdieran por completo la conciencia, tome dos granadas y girándolos los empuje dentro de la chimenea, gritaron y sus cuerpo no tardaron en consumirse, por la adrenalina se pusieron de pie y corrieron en llamas yo tome esa distracción para quitar los seguros de la granada y dándole una ultima mirada al cuerpo de mi hermano arroje una al piso y la otra a la chimenea, en el trayecto tome dos metralletas del piso y corrí a resguardarme, apenas la granada toco el fuego estalló.
Me lance fuera de la oficina, cayendo sobre tres ucranianos, que se dirigían a emboscarme.
Gire en el piso alejándome de las llamas y los cuerpos cubiertos en fuego para ponerme de pie y disparar a lo loco. Las palabras de Ruslan llegaron a mi memoria, contándome como escapo y no dude en ocupar su misma ruta.
Corrí llevándome cuerpos, sangre y heridas, disparé a los focos dejándonos a oscuras y actúe por instinto, tantas veces caminando a ciegas me hicieron experta, me prepararon para este momento y no se dieron cuenta.
Sentía la sangre brotar por mi cuerpo, mi pecho ardiendo y mi corazón cayéndose a pedazos, mi alma duele, mi espíritu fue quebrado y mi mente dañada, estoy rota, me siento rota, quiero detenerme y destruir todo, que todo termine en caos para sentirme menos miserable, mi hermano, mi mitad buena, mi freno, mi mundo ya no está, cinco años resistiendo para que de un momento a otro me lo arrebataran.
Haría arder está mierda y me detendría en el centro del caos, para morir en el, pero los gritos en mi cabeza no me lo permiten, las imagen en secuencia que se trasmiten en mi cabeza me lo impiden.
Muere peleando Hela, no llorando.
Bajé a las fosas, con mis pasos torpes y mi dedo presionando el gatillo, estaba por girar en un pasillo cuando un cuerpo se fue contra el mío arrojándome al piso, enterró su puño en mis costillas sangrantes y yo gruñí presa del dolor, vi el rostro ensangrentado del ucraniano y sin detenerme a pensar escupí en sus ojos, por inercia se resguardo y yo eleve mi cabeza haciendo un látigo impactando en su nariz, ate mis piernas a su cintura invirtiendo posiciones, intento forcejear conmigo y al instante en que vi el brillo de la aguja tome su mano la gire con fuerza quebrando su muñeca y clave la aguja directo en su ojo hasta el tope, pase la droga y lo deje en el piso gritando por dolor, que sienta lo que yo.
Me puse de pie y fui tomada por la espalda, mi cuerpo reaccionó antes que yo impulsándome hacia atrás, mi captor se estampo contra una celda, me gire y me prepare para asesinarlo cuando unas manos largas y delgadas rodearon su cuello y con precisión lo giraron rompiéndoselo, cayó al piso dejando ver a su asesina.
La amazónica.
Me quedó analizando con las manos abajo y espalda curva, lista para enfrentarse a quien fuera, escuche el movimiento en los pasillo y dándole un asentimiento tome un arma del piso y dispare tres veces seguidas al cerrojo de su celda hasta que cedió, lo empuje y ella salió libre, agarro armas del piso y dándome un asentimiento las elevo y se dispuso a seguirme.
Sus pies descalzos chapoteaban en los charcos de sangre pero no se detuvo, incluso cuando yo estaba por caer por debilidad, ninguna nos detuvimos, llegamos a la sala de subastas y ambas tuvimos que lanzarnos tras hileras de sillas.
—Soy Kaia. —Me susurro mientras ambas nos cubríamos de los disparos, no le respondí, no me interesa saber quien es. —Yo te conozco, tú eres Hela, Hela...
—Ahora.
La interrumpí al no poder seguir escuchando como terminaba esa frase, me puse de pie ignorando los tiros, elevé el arma y refugiándome contra los pilares di de bajas a más de la mitad, Kaia se puso de pie siguiéndome con destreza y rapidez asesinando a otros más.
Ruslan hijo de puta, más le vale no haberme mentido.
Mire la parte trasera de la tarima y vi los supuestos tubos de basura, le di un asentimiento a Kaia y entregándole una granada ambas le sacamos el seguro con los dientes y girando por el pilar lo lanzamos para correr en dirección a la tarima, gritaron que su cubrieran pero cuando saltamos por encima de la tarima vino la explosión que junto con su onda expansiva nos mando metros más lejos, mi cuerpo atravesó un ventanal de vidrio y sentí varios penetrando la piel, di giros en el piso perdiendo la respiración, mi pecho se apretó y sentí mi garganta cerrándose, solté tosidos forzados girando en mi posición quedando boca abajo para así respirar con necesidad.
Seguía viva, respirando.
Mire a mi alrededor notando la sangre y cuando vi un bulto en una esquina de la habitación me senté recta rápidamente para tomar mi arma, pero la baje en cuanto me di cuenta de que el bulto era pequeño y temblaba.
Sosteniendo mis costillas me puse de pie y caminé a paso débil a aquel bulto que intentaba refugiarse contra la pared.
Aquel bulto tomo forma y lo que reconocí fue un niño muy pequeño, elevo el rostro y por la marca en su sien derecha supe al instante al clan que pertenecía, Clan einherjer.
El niño me miro, y...sus ojos...hicieron temblar mi mundo, al ver...sus ojos esmeraldas inundados en miedo, me detallo y su expresión tembló, bajo la mirada a mi mano y al ver mi muñeca me miro aterrorizado, al ver su reacción seguí su mirada y mi corazón palpito al ver la marca de la mafia ucraniana en mi muñeca.
Ignorando su reacción lo tomé de los brazos y a pasos rápidos salí de aquella sala, no tarde en encontrarme con Kaia quien peleaba asesinando a los últimos ucranianos en la sala, una de las granadas que lanzamos fue dirigida a la entrada, la cual ahora esta temporalmente bloqueada, al menos nos da unos minutos extras para arrancar.
—¿Quién es el...—Kaia vio la marca en su sien derecha y cerró su boca, me miro a los ojos y vi la rabia en ellos, me quito al niño de las manos protegiéndolo con su cuerpo, si buscaba un motivo por lo cual Heiko consiguió un clan de seguro la razón fue este niño.
Corrimos hacia aquello tubos y cuando abrí las compuertas el olor a muerte se impregno en mi nariz, miré hacia abajo y no quise saber dónde llevaban los tubos.
—Subiremos —señale hacia arriba—es la única manera para salir de aquí.
Kaia miro hacia arriba y cuando estaba por dudar oímos los gritos en la entrada de la sala de subastas.
Le di un empujón para obligarla a entrar en el tubo y cuando iba a quitarle al niño lo sostuvo con fuerza mirándome las heridas, no podría sostener su peso y el mío, amarro al niño con el trapo que era su ropa y le pidió que se sujetara a su cuello diciéndole que saldríamos de aquí, el niño obedeció soltando sollozos silenciosos y en cuanto Kaia entro se aferró a las escaleras que estaban frente a ella sus pies quedaron suspendiendo en caída libre por el tubo pero tuvo fuerza para elevarse hasta que comenzó a subir con rapidez la escalera.
La seguí.
Tome el primer barrote de la escalera y cuando mi cuerpo quedo suspendido oí los gritos pase mi mano al segundo barrote impulsándome pero era mucho el dolor, mi brazo sangraba, el ardor en mi muñeca la punzada en mis costillas el agujero en mi muslo, los golpes, era mucho el dolor, trate de concentrarme en el odio, en la sed de venganza para darme ánimo, pase al tercero barrote y la lluvia de disparos llego a mi dirección, pase al cuarto barrote y una bala me atravesó la pierna, gruñí tastabillando, mi brazo se soltó y quede suspendida por mi brazo herido.
Los disparos se intensificaron y por un minuto pensé en soltarme, en dejarme caer por aquel tuvo y morir despedazada por una trituradora, acabar con esta miseria, acabar con la daga que desgarra cada musculo de mi corazón, acabar con mi vida y el caos que trae mi existencia, solo morir.
Cerre los ojos y pensé en mi hermano, en como me estaría recriminando el pensar en morir sin vengar su muerte, lo decepcionado que estaría de mí por rendirme cuando él nunca lo hizo.
La voz de mi padre me golpeo tan fuerte la cabeza que...que las lagrimas que me azotaban se convirtieron en lava.
Solté maldiciones y volví a aferrar ambas manos y subí al quinto barrote, mis piernas tocaron el primero y comencé a subir con la mayor rapidez que se me hacia posible, barrote tras barrote.
Podía ver los pies de Kaia a metros de mí y me mentalizaba en alcanzarla, comencé a sentir aire limpio entrando y en cuanto la luz dio con mis ojos me aturdió pero no me detuve.
Kaia salió del túnel y cuando llegue al final tiro de mi brazo ayudándome a salir, ambas caíamos al piso respirando aire fresco y ella mantenía sus ojos cerrados por el sol.
—¿Cuánto llevas encerrada?
—Más de un mes. —Siseo y nos pusimos nuevamente de pie, mire a mi alrededor y me parecía que estábamos en la zona sur del monasterio, donde lavaban sus ropas.
Caminamos por los pasillos y tomando unas túnicas color café rojizo nos cubrimos, cada paso que daba dejaba un camino de sangre, tuve que detenerme para realizarme un torniquete en mi muslo, brazo y de alguna manera tamponar la herida abierta en mis costillas.
—Te creíamos muerta, cuando murieron, los clanes desaparecieron, hacia años no venía a un miembro einherjer.
—Son de Heiko ahora, dudo que vuelvas a ver a otro.
Nos vestimos como los monjes camuflándonos, pero mi estado era evidente, estaba demasiado herida y Kaia tenía una marca en su mejilla, no pasamos desapercibidas menos con un niño llorando.
Nos introdujimos en un pasillo del monasterio y cuando vimos ucranianos armados corriendo por ellos nos metimos en una habitación cerrando la puerta, vi movimiento poniéndome a la defensiva, pero dos monjes levantaron las manos apenas vieron el arma y yo me tensé al ver su miedo.
Nos analizaron, analizaron nuestras ropas vieron la sangre escurrir por mi cuerpo y rostro y viendo al niño se miraron entre sí y bajaron la cabeza.
Oímos los pasos fuera la puerta y dando un paso hacia ellos, ambos giraron la mirada mirando a la ventana, Kaia no espero órdenes y corrió hacia aquella mientras que yo me quedaba analizando a los dos monjes.
—Hela.
Me llamo y los monjes abrieron a más no poder sus ojos, me analizaron con anhelo y arriesgándose uno camino hacia mí tiro de mi mano llevándome a la ventana.
Señaló hacia el exterior, seguí su dedo viendo un auto tras el muro, me señalo otra dirección que era una especie de cuarto de suministro.
—¿Por donde salimos? —Toco la ventana y cuando mire hacía abajo eran casi tres pisos, lo mire buscando otra opción y me negó.
—Gracias. —Murmuro Kaia haciendo una reverencia discreta, abrí la ventana y mirando hacia abajo noté el movimiento, en el monasterio las alarmas sonaban y los disparos retumbaban con alevosía, todo era un caos.
Pase mis pies por la ventana y antes de que pudiera dudarlo salte, mis pies tocaron el piso y yo me di una voltereta para alivianar la carga de mis pies, algo inútil ya que sentí como si todos mis huesos se partieran.
Con Kaia nos hablamos con la mirada, así que me puse firme rápidamente y espere hasta que pasara al niño por la ventana cuando lo soltó yo me lance para agarrarlo, ambos caímos al piso y yo protegí sus golpes con mi cuerpo, lo aferre a mí sintiendo el rápido latir de su corazón y en unos segundos, Kaia ya estaba de pie junto a mí, cayó al piso como un gato en silencio e intacta.
Corrimos al cuarto de suministros el cual daba a una salida directa al muro, puerta que para variar estaba bloqueada, Kaia elevo su arma para destrozar la chapa de la puerta pero la detuve, un disparo revelaría justo donde estábamos.
Le di al niño nuevamente y tomando una pala de las repisas hice palanca con la chapa, Kaia me ayudo para presionar con fuerza y dejando un charco de sangre bajo mis pies la puerta cedió.
Árboles, césped, libertad, un inicio eso vi al atravesar aquella puerta.
No...no salimos juntos hermanos.
Tú moriste y yo morí junto contigo.
La versión de mí que se sube al auto no es nada, no siente nada y solo es una bomba a segundos de estallar.
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Les... Les dejo mis redes sociales para que vayan a funarme y me retiro lentamente con el corazón roto.
instagram : _Jaaviipb_
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