Capítulo 34
Hela Petrov.
Solté un quejido enterrando mis uñas en el marco de la puerta sosteniéndome para no caer al piso por el dolor, cuando tiro de mi muslo con fuerza.
—Debería disculparme. — Alek miro sus manos manchadas con sangre y yo por fin relaje mis músculos, por mi frente caía el sudor y no es por el sexo frenético que nos consumió, sino porque con un trapo limpio que encontró me hizo nuevamente un torniquete en la pierna cortándome la hemorragia.
Creó que me merecía el disparo.
—Por eso dije debería. —Toco su sien mirándome con obviedad y yo le lance un golpe a palma abierta que alcanzó a esquivar. Intentó abrochar el botón de su pantalón pero fracaso de forma colosal, ya que su botón paso a mejor vida, en la desesperación por sacarle la ropa tuve que haberlo roto, como el hizo tira mis bragas y brasier, encima mi polera está llena de sangre así que tuve que ponerme su camisa para cubrir en algo mi desnudes, camisa sin botones, claro.
—Animal. —Siseé mirándolo de mala manera.
Cerre la camisa que por poco me daba vuelta al cuerpo y comencé por fin a registrar la casa, quizás...puede que nos distrajéramos unas cuantas horas, pero fue por un buen motivo, dudo nos reprochen.
Registramos por completo el primer piso de la casa, encontrando uno que otro revolver con pocas balas y cuchillos medianamente decentes. Subimos al segundo piso y yo fui directo a las habitaciones. Me tomaría una ducha pero ya nos desviamos lo suficiente. Registré los closet buscando ropa, mientras oía los pasos de Alek por los pasillos entrando a las habitaciones, abriendo cajones y avisándome cuando encontraba algo de utilidad.
Saque polerones, pantalones de buzo, poleras, todo lo que sirviera o lo que suponía les quedaría bien. Me medí un polerón por los hombros y cuando iba a sacarme la camisa detuve mis pasos y fruncí mi ceño al sentir su mirada puesta en mi nuca.
—Alek no creó que mis piernas soporten más sexo. —Me di vuelta y di directo con el rostro serio de Alek, quien no tenía su mirada puesta en mi cara, si no en una cuchilla en sus manos, intercalaba la mirada en aquella y en mis piernas desnudas, baje la mirada y note las cicatrices que corrían por mis piernas, no son tan evidentes, ni grotescas, ya que mis torturas siempre fueron más psicológicas que físicas, siempre intentaron quebrar mi mente, más que mi cuerpo.
—¿En algún momento querrás hablar sobre eso? — Dejo caer la cuchilla encima de la cama donde teníamos las demás armas y se dedicó analizarme el rostro.
—¿Hablar sobre qué? —Pregunte quitándole las pelusas inexistentes al poleron en mis manos.
—Sobre tus cicatrices. La marca en tu espalda, en tus muslos. El porque te despiertas a sobresaltos en medio de la noche y no puedes dormir. Porque le temes a las agujas. Que pesadilla estabas reviviendo cuando ahorcaste a Adam...—Ladeo la cara con gesto comprensivo y la más mínima de lastima en sus ojos erizo mi piel y me hizo voltearme para evitar mirarlo a la cara, seguí sacando ropa pero esta vez con mis manos temblorosas y mi mente llena de recuerdos, puedo...oír sus burlas sobre mi cuerpo desnudo, sentir el escozor en mis muslos, la sangre corriendo, la...la impotencia matándome.
—Hela...
—No—lo calle tensando mis manos—guárdate tu curiosidad, que no necesito la lastima de nadie.
Las palabras salieron de mi boca como dagas embutidas en veneno, dejando oír en respuesta el suspiro pesado de Alek a mis espaldas. Deje caer mi cabeza hacia atrás y con ansiedad rasque mi nuca sintiendo la aspereza de la cicatriz en el inicio de mi espalda.
Cerre los ojos y reviví, cada tortura, cada grito, cada golpe, las marcas en mis muñecas y tobillos ardieron como si nuevamente se estuviera abriendo, como si estuviera nuevamente atada en esa cama, vulnerable, débil.
Sentí las yemas de sus dedos subiendo por mi antebrazo con delicadeza, su pecho calentar mi espalda y sus manos acariciando suavemente mis brazos, en un susurro cómplice de apoyo, dejé salir el aire reprimido en mis pulmones y dejé caer mi cabeza hacia adelante.
—Yo...no puedo Alek. —Susurre y me hizo callar en un murmuro, corrió el cabello que cubría mi cuello y depositó un suave y cálido beso en el comienzo de la cicatriz en mi espalda.
—No es curiosidad, ni lastima, quiero saber cuando y como debo estar para evitar que caigas. —Su voz fue una caricia a mi oído, tan suave y pausada, como si temiera decir las palabras con más decisión por el miedo a mi reacción, recargue mi espalda contra su pecho y Alek me cubrió con su cuerpo llenándome de su calor.
—Las agujas—hable tragando con dificultad—no las soporto porqué—me abrazo por la cintura dejando que recargara mi peso en sus brazos, me sostuvo dispuesto a escuchar cada palabra que saliera de mi boca— ellos solían drogarme, me inyectaban escopolamina en grandes cantidades desconectando mi cerebro, era su manera de contenerme cuando quería pelear, me drogaban día tras día dejándome débil, vulnerable, siendo inútil, su intención era quebrar mi mente haciéndome ver lo débil y fácil que era vulnerar mi cuerpo, yo...no recuerdo ni la mitad de las torturas, la droga me dejaba periodos de amnesia, partes de esos días en mi celda están en blanco, en un momento me estaban disparando dardos con escopolamina y en otro instante yo estaba atada en esa...
Mi cuerpo se estremeció bajo los fuertes brazos de Alek y lo sentí tensarse, me apretó más contra él y respiro profundamente sobre mi cuello, nos quedamos así, en silencio por lo que fueron minutos, no sé si él estaba esperando que siguiera contándole, pero yo ya no era capaz de hablar, solo intentaba sacar esas imágenes de mi cabeza, callar los gritos de Airón, las amenazas de muerte que gritaba a quienes me tocaban, solo olvidar, eso quería, eso...anhelaba.
Alek sostuvo con delicadeza mi cintura y con cuidado me giró para tenerme frente a él, mi cabeza seguía agacha y mis ojos cerrados intentado liberar mi mente de aquellos recuerdos, con el miedo de abrirlos y verme vulnerable, porque yo era de todo menos eso, vulnerable nunca, nunca volvería a sentirme así.
—Pagaran. —Alek me sostuvo la barbilla elevando mi rostro y yo lentamente abrí mis ojos encontrándome con sus brillantes e intensos ojos azules, me analizó la cara como si su mente me estuviera retratando, como si me sacara fotos para guardarla en su carpeta sobre mí en su cabeza. —Por todo el daño que te hicieron.
Al instante en que sentí mis muros desmoronándose aguante la respiración y me resbale entre sus brazos, para por primera vez amarrarme a su pecho en un contacto fuera de lo sexual, aferre mi cabeza a su pecho llenándome con el latir de su corazón, ate mis manos a su espalda e implore para que la incomodidad en este gesto pasará y pudiera quedarme aquí para siempre, Alek reaccionó después de minutos y en silencio paso sus manos por mis hombros y me aferro a él con la misma intensidad que yo, sumiéndonos en un abrazo silencioso pero caótico a la vez.
—No tienes que combatir esto sola, me tienes a mí Hela. —Acaricio mi cabello refugiándome en sus brazos y yo eleve mis hombros aferrándome más a su calor, a su contacto con mi piel, al acto no sexual pero tan íntimo que entibia mi frío corazón.
—Necesito tiempo. —Susurre escondiendo mi cara en el centro de su pecho. No dijo nada pero por como suspiro, lo entendió, claro que entendió a que se refería si con Alek las palabras sobran él solo me ve y sabe lo que quiero decir sin tener la necesidad de hablar, con él es...tan fácil ser yo.
—Vamos de apoco. —Dejó un beso en mi coronilla e impregnándome con su aroma respire profundamente para alejarme de la calidez de su cuerpo, no lo mire a la cara, porque sabía que elevando el rostro él vería la humedad en mis ojos y aun no era capaz de mostrarme así ante nadie.
Vamos de apoco se repitió en mi mente.
Me gire dando un paso hacia el closet para seguir escogiendo armas, dejando que el silencio profundo que nos rodeó hablará por nosotros, era un silencio tan intenso, pero...no era incomodo aunque sí algo extraño. Tuvimos un momento de cercanía real, donde por primera vez dejé que alguien atravesará una pequeña parte de mis fisuras y no sé qué tanto cambiará entre nosotros ahora, no sé...que tanto cambiaré yo.
—Supongo—rompió el silencio mientras registraba los cajones—que Noemí ya te contó que esta embarazada. —Mis labios se curvaron en una sonrisa mientras asentía, deje caer la camisa de Alek por mis hombros y me coloque un poleron del muerto, que en paz descanse y esas mierdas.
—Siete semanas. —Acomode mi cabello para con incomodidad hincarme y comenzar a registrar los cajones de la cómoda.
—Siete semanas—repitió Alek chasqueando la lengua— otro Schneider al que tendré que proteger.
—Y seguiremos con el machismo—me reí— puede ser una niña.
—La genética Schneider solo...
—Engendra varones, si sí. —Le rodé los ojos dedicándole una sonrisa burlona y él me miro de mala manera para negar y arrojar un cajón al piso para sacar cosas de utilidad, dinero, linternas lo que fuera a servirnos.
—Es extraño saber que Axel se volverá padre primero que todos.
—Tú primer sobrino. —Canturree con divertida.
—Oh sobrina. —Me señalo con sus labios peligrando en una sonrisa curva a lo que le asentí, dándole la razón.
—El tío Alekcito.
—Alek está bien, el "tío" está de más. —Me volteé hacia él y mi corazón se aceleró al ver la seriedad y sinceridad en sus palabras.
—Pobre de esa criatura, en el caos de familia donde nacerá, un padre pacifista en medio de la guerra, una madre bondadosa con exceso de humanidad, tíos desquiciados, perseguidos por dos mafias y...
—Y una tía con problemas de ira, sarcástica, oscura, lunática, psicótica y arpía. —Le levante el dedo medio en respuesta y ahora si sonrió mostrando su linda y perfecta sonrisa, esa...que pocas veces he sido privilegiada de ver por completo.
—Si es niña me encargaré personalmente de hacerle saber que todos esperaban un varón, fácilmente podría hacer que los odiara a todos.
—No diré esa mierda de "mientras nazca sano por mi bien", porque hijo mío no es y por ende no es mi problema, pero sea lo que sea, será familia y lo o la protegeré como tal.
—Pero quieres un niño. —Me burlé irritándolo, me dio una mala mirada y en cuanto abrí el último cajón se me iluminaron los ojos al ver dos metralletas con varios cargadores y municiones.
—Si fuera mío, sí, me gustaría porque es más fácil. —Me puse de pie con las armas en la mano y me giré hacia Alek presumiendo mi hallazgo, sus ojos brillaron y yo demoré en analizar sus palabras.
—¿Dices que las niñas son complicadas? — Dejé las armas en la cama y posterior comencé a dejar las municiones sin dejar de mirarlo con mi ceño fruncido.
—¿Te has visto?
—Imbécil. —masculle.
—Es más fácil controlar a un niño, en general los críos no me gustan, pero las niñas tienden a ser más problemáticas.
—¿En qué sentido?
—No es tan difícil entender a un niño, no son tan complicados ni dan tantas complicaciones.
—Ay no me digas. —apenas me gire hacia él con una sonrisa burlona me dio una mirada amenazante—¿Serías un papá celoso?
—Que estupidez. —Rodo los ojos tensando sus manos.
—Por eso tu preferencia en niños, porque si tuvieras una niña serias un papi celoso.
—Deja de hablar idioteces, con las niñas el apellido se pierde, ningún hijo mío...
—Papi Alek seria un celoso, controlador y obsesivo. —Sus ojos desprendieron en un brillo depredador apenas las palabras salieron de mi boca, mordí mi labio y jugué con su cordura.
—Yo no siento celos de nada ni por nadie. —Sentenció serenando su mirada. Ahora entiendo la fascinación de Akim por irritarlo, bueno irritarnos, es tan divertido ver a Alek irritado.
—Como sea, un niño es mejor porque cuando ellos follan está bien, sabrías manejar eso, pero que una hija tuya llegará contándote que perdió su virgi...
—¿Por qué demonios estamos hablando de esto? —Se irritó, sonreí y se irritó más.
—Me intriga saber que tan celoso serias como padre.
—Si se parece a ti me volvería loco. — Bufo y en cuanto dejo caer sus brazos mi sonrisa se borró y me pare recta en mi lugar. Alek tenso su mandíbula y en cuanto dirigió su mirada a mí yo abrí mi boca para lanzar alguna burla o algo que rompiera el silencio incomodo que se armo a nuestro alrededor, pero no, nada, estoy en blando, "Si se parece a ti me volvería loco"—No quise...
Al oír el sonido de una puerta abriéndose le señalé a Alek y desvié mi mirada de golpe a la puerta, Alek pareció notar el ruido ya que tomo un arma de la cama y dio lentos y silenciosos pasos hacia la puerta, antes de que pudiéramos reaccionar oí las rápidas pisadas subiendo la escalera y en menos de cinco segundos la puerta se abrió escondiendo el cuerpo de Alek.
Eleve mis manos por reacción al ver dos armas elevarse con torpeza para apuntarme al pecho.
Mire a los sujetos y eran dos, dos hombres, dos desertores con la marca alemana en el cuello, eleve más mis manos y ellos desviaron su mirada a mis piernas.
—Y...yo. —Tartamudee fingiendo miedo.
—¿Quién eres?, ¿Qué haces aquí?, esta casa no es tuya. —Uno de los desertores dio un paso hacia mí, sin bajar el arma y yo evite rodar los ojos al ver que la sostenía mal, si dispara el retroceso le quebrara los dedos.
—Y...yo no...no tenía donde ir, vi...vi la casa vacía y entre por...por ropa.
Señalé mis piernas desnudas y en cuanto ellos bajaron la mirada yo di una mirada a la puerta, donde Alek silenciosamente salía para ganarse atrás de ellos y apuntarles a la cabeza, pero le hice una seña para que esperara, quiero divertirme un rato.
—Ropa y armas, claro está. —El otro desertor miro la cama y camino hacia ella sin bajar el arma.
—Soy una mujer sola, indefensa en un pueblo lleno de malhechores, necesito protegerme con algo.
—Estas herida. —El desertor que estaba más cerca de mí, miro mi pierna con el torniquete y yo le asentí con obviedad camuflada por el dolor.
—Me dispararon, —balbucee tímida, dando un débil paso hacia atrás— tomaré las cosas y me iré...lo prometo, solo...no me hagan daño por favor. —Se dieron una mirada cómplice y yo sentí mis ojos brillar con ilusión, solo un motivo, solo uno necesito para comenzar a jugar.
—No tienes que irte, si no quieres. —Uno de ellos elevo sus hombros y en cuanto bajo el arma yo respire con tranquilidad, el poleron me quedaba corto, un movimiento y dejaría ver que andaba sin ropa interior, y eso me deja sentir la ira que emanaba la mirada de Alek, como le deben de estar castañeando los dientes, al ver como ellos me comen con la mirada.
—No...no quiero problemas. —Titubee moviendo mis manos y dando un paso hacia atrás, el poleron se levanto y los ojos de ellos se encendieron como luces de navidad, bajaron su mirada deslizándola por mi cuerpo y yo fingí temblar. —Por favor no me hagan daño. —Susurre mordiéndome la lengua para callar la emoción.
—Oh preciosa nosotros nunca te haríamos daño, podríamos divertirnos juntos, ¿Qué opinas?
—Y...yo solo quiero irme...
—Ya estás aquí, quédate un rato más y juega con nosotros. —Saboreé esas palabras y sentí crispar algo en mi interior, chasqueé mi lengua bajando mis brazos y por fin, me liberé, quitándome la carete de frágil, soltando la sonrisa más sorna que encontré.
—No creó que a él le guste. —Ladee la cabeza mirándolos con tranquilidad y ellos me detallaron confusos entrecerrando sus ojos.
—¿A quién? —Susurró uno y en cuanto yo mire por sobre sus hombros Alek elevo el arma, saco el seguro y les apunto a ambos.
—A mí. —Los dos se giraron y fue mi momento para tomar dos cuchillas de la cama y ganarme tras la espalda de uno de ellos para hacer presión en su garganta, saboreando el temblar de sus manos.
—Es un hombre celoso. —Susurre en el oído del desertor mientras le sonreía a Alek con complicidad, quien no le sacaba la mirada ni el arma del encima al otro desertor.
—Lo soy—admitió—más si dos imbéciles miran a mi mujer como si no estuviera presente.
Ronronee deleitándome con sus palabras.
—Querían jugar conmigo—le hice un puchero a Alek, respirándole en la oreja al desertor—¿puedo enseñarles como me gusta jugar? — La mirada y sonrisa curva que me dio hizo arder mi corazón, me bombeó tan rápido que sentí la necesidad punzante de soltar las cuchillas y lanzarme contra él.
—Bajen las armas y suban las manos. —La voz de Alek sonó ronca y autoritaria, pero al ver que se negaban a recibir órdenes, suspiró con pesadez y bajando el arma dio el primer disparó atravesándole el empeine al desertor que retenía, esté se inclinó y Alek le dio un golpe con la culata en la cara quitándole el arma, se giro al desertor que retenía yo y con un movimiento de ojos él ya había soltado el arma.
—Todos tuyos. —Me guiño un ojo y yo casi brinqué de la emoción, me sentí como un crío en dulcería.
—Y...yo te conozco. —Gire alrededor del desertor sin despegar la cuchilla de su cuello pero él no me miraba a mí, porque claro, yo tendré la cuchilla en su cuello pero él miraba al macho en la sala con el arma en la mano. —En el bar...tú, te marcaron. —Solté una risita cómplice y él bajo su mirada a mí, su colega seguía en el piso sosteniendo su pie sangrante.
—¿Quién se supone que lo marco? —Entrecerré mis ojos con confusión y hundí la punta de la cuchilla en su garganta deslizándola con lentitud hacia abajo, solo aplicando presión sin desgarrar la piel.
—Los marcaron con la carta roja. Nos...nos iremos, no queremos problemas con los fichados. —El del piso lloriqueo y cuando hizo el intento de pararse Alek le aferro el cañón en la nuca.
—¿Carta roja? —pregunte confusa, mire a Alek con gesto de no entender y él me rodó los ojos—Ay claro, la de la princesa de la muerte esa...
—Diosa. —Aclaró al que le rasgaba la garganta con la cuchilla y yo centre mi mirada en él, en sus ojos, absorbiendo su miedo, agache mi mirada analizándolo con detenimiento y el tembló bajo mi mirada.
—Diosa, por supuesto—sonreí—eh oído los rumores sobre ella. —Chasquee mi lengua elevando los hombros restándole importancia. —¿Los has oído tú también? —mire a Alek y él me sonrió con suficiencia.
—He oído más de ella que solo rumores. —Me miro de pies a cabeza y yo evite el que su comentario me excitara más de lo que la situación amerita.
—Se dice que tiene un cuerpo de Diosa. Cabello negro, largo y lacio, unos ojos esmeraldas que...—sonreí—son las puertas directas al infierno. Que sé encapricha con sus objetivos y vuelve vulnerable y miserable hasta al más destacable guerrero...
—Te...tenía, ella está muerta. —El desertor en el piso elevo la mirada y en cuanto le sonreí con sátira los dos quedaron en un silencio rotundo.
—¿Puedes apostar por ello? —Le enarqué una ceja y apenas el desertor que retenía dio un paso hacia atrás yo solté una risa que llego a retumbar de forma macabra por el placer que impartía.
—No...no puede ser...
Intento girarse para tomar el arma de la cama y antes de que diera un paso yo ya le había dado una patada lateral en las costillas para tirarlo del brazo, doblarle el codo hacía atrás y azotarlo contra la pared clavándole la cuchilla en el hombro astillando el muro a su espalda.
—Déjame presentarme para que iniciemos con mis juegos. Soy Hela, Hela Petrov, más conocida como la Diosa de la muerte. — Le di una sonrisa sorna y el comenzó a jadear de dolor por la cuchilla en su hombro, la giré y borrando la sonrisa mi rostro se volvió serio, dejandome consumir por esa expresión tan majestuosa que hacía de dolor mezclada con el terror.
El desertor que estaba en el piso intento ponerse de pie y antes de que Alek hiciera algo lance una patada con mi muslo malo enterrándole mi talón en la garganta lanzándolo al piso.
—Mi primer juego se llama; No me irriten que los mato —espeté aferrándome al puñal del arma—y consiste en que tú, levantaras al imbécil que esta en el piso y silenciosamente seguirán mis ordenes, ¿Entendido?
—De...dejamos ir, por fa...—grito, jodidamente grito cuando con un suspiro enterré la otra cuchilla en su otro hombro soltando un quejido molesto.
—¿No entendiste el nombre del juego?, es...no me irriten o los mató. Levántalo del piso. —Di dos pasos al costado para cruzarme de brazos y esperar a que el desertor clavado a la pared con las cuchillas pudiera liberarse soltando gritos de dolor y tastabillar antes de caer.
—Sin sacártelas, no tengo donde dejarlas. —Señalé las cuchillas en sus hombros negando que se las sacará. Bajo las manos y con su mandíbula temblando ayudo al otro desertor a ponerse de pie. —Caminen.
Señalé la puerta con la cabeza y como no se movieron le di una mirada a Alek y él elevo el arma para direccionarlas a sus cabezas.
—¿Qué tan molesto estas porque se propasaron con tu mujer? —lo mire con una sonrisa maliciosa y el tensó su mandíbula.
—Podría decirlo, pero me saldría mejor demostrarlo. —Bajo el arma apuntando a las pelotas del desertar que tenía las cuchillas en los hombros y yo mordí mi labio, al ver la seguridad y oscuridad pura quemándole los ojos.
—No quiero que mi juego termine tan rápido—me queje encaprichada para sin resistirlo caminar hacía Alek—y creó que no están entendiendo las reglas de mí juego. —Me pare frente a él quien seguía con el arma en alto y lista para disparar. Deslice mi mano a palma abierta por los músculos de su brazo mirándolo con devoción. —¿Podrías explicarle de nuevo las reglas de mí juego?
Ronroneé deslizando mi mano por su pecho desnudo y en cuanto bajo su mirada a mí, sus ojos brillaron con complicidad, nunca he trabajado en equipo, pero esto, esto es indescriptible.
Alek paso su mano por mi cintura con posesividad, deslizándola para apegarme a él con su mano pegaba a mi culo y sin mirarlos comenzó a hablar.
—Ella ordena, ustedes cumplen, sin titubear ni poner objeciones, la irritan jugará con ustedes, la miran—desvió la mirada de mis ojos para tensar sus manos y mirar a los dos imbéciles que no hacían más que mirarme con miedo— y los mató.
Gruño las últimas palabras y ellos bajaron la mirada. Solté un jadeo aireado y atando mis manos a su cuello lo jale hacia mí para estampar mi boca contra la suya con jodida desesperación, las torturas y jugar con mis victimas siempre había sido excitante, pero ahora, con cada maldita palabra que sale de su boca me empapo aumentando la necesidad por arrancarle la ropa y montarlo en frente del jodido mundo.
Alek ignoró por completo la presencia de esos dos idiotas, no le importo para nada apegar su cadera a la mía, meter su pierna entre las mías y besarme como una bestia, su mano no se alejaba de mis glúteos, la mantenía allí con posesividad señalando que eso era suyo, toda yo le pertenecía y lo dejo claro cuando me dejo sin oxígeno y me restregó su erección haciendo soltar un gemido aireado.
—Caminen—ordene alejándome débilmente de los labios de Alek—ahora. —Los mire con histeria y ellos reaccionaron despegando la mirada de nosotros, para con temor caminar hacia la salida de la habitación, indique que bajaran al primer piso y nos esperaran en la cocina, y mientras Alek observaba que siguieran mis ordenes yo me coloque un pantalón de buzo. —Hora de jugar, papi Alek.
Le guiñe un ojo y él me gruño siguiéndome escalera abajo, antes de que llegáramos a la cocina me dio una palmada a mano abierta en mi nalga derecha que me hizo brincar y ahogar un gritito por la impresión.
Me dio una mirada rápida de pies a cabeza en una promesa silenciosa de que eso no terminaría aquí y claro que no, verlo gobernado por su lado oscuro y que cumpla todos mis jodidos caprichos me está volviendo loca.
Entramos a la cocina y ellos ya estaban sentados en sus respectivas sillas. Aquel idiota seguía con las cuchillas en sus hombros y él otro seguía temblando por el dolor del pie y su nariz sangraba cual rio.
—Bien ahora pasaremos a mi segundo juego—dejé en la mesa un arsenal de dagas y con una sonrisa enorme me senté frente a ellos—y se llama; yo pregunto, y ustedes responden. —El desertor con la bala en el pie se burló de mí mirándome con desprecio y Alek gruño a su espalda.
—Que poco creativa para quien dice ser la Diosa de la muerte. —Me escupió a los pies y tuve que darle una negativa a Alek para que bajará el arma y no le atravesara el cráneo.
—¿Muy cliché el juego? —le pregunte con falso interés—podría ser, yo pregunto, ustedes responden o sorpresa, ¿te parece? —Me incliné hacía él ocultando una daga en mi mano y en cuanto me miro ignorando mi pregunta yo suspiré con pesadez y tomando la daga con fuerza la clave en su muslo. —Sorpresa—susurre en medio de sus gritos por el dolor— ya que fui interrumpida antes de explicar las reglas, daré una demostración, te haré una pregunta—mire al sujeto que se retorcía de dolor por la daga en su muslo—¿Estás de acuerdo? —Le pregunte ladeando la cabeza y como no respondió clave una segunda daga en su otro muslo, grito, me maldijo y deseo la muerte una y otra vez. —Pregunte, no respondió y eso paso, seré—moví mis manos con emoción— creativa, ¿Podemos dar inicio al juego?
—S...sí. —Hablaron a la vez y yo sonreí complacida.
—Partamos por una pregunta sencilla, ¿Qué hacen aquí?, esta humilde morada es de un Caronte y como su vida era mía, sus propiedades también, ¿Por qué irrumpir en la casa de un muerto? —Los miré detenida e idiotamente se miraron entre ellos incitándose uno a otro para responder, volví a suspirar con pesadez y tomando dos cuchillas le enterré una en el brazo al desertor que tenía las cuchillas en el hombro y al otro centímetros más debajo de la primera daga. —Me estoy irritando y el primer juego decía que si lo hacia yo los mataba, pero no especifique si sería una muerte rápida o lenta, ¿Les gustaría averiguarlo?
—¡No! —jadeo el de las cuchillas en los hombros— vinimos porque Kurt nos debía dinero y muerto ya no nos iba a devolverlo.
—Claro y por eso profanan su morada, que feo y descortés de su parte. —Les negué dedicándole una sonrisa a Alek, horas antes me tenía abierta sobre esta mesa con él entre mis piernas y me importaba una mierda de quien era la casa. —Segunda pregunta, ¿Hace cuanto dejaron la mafia alemana?
—Tres años.
—Cuatro años.
Hablaron a la vez.
—Ven que fácil es cuando cooperan —como premio a ambos les saque una cuchilla demostrándole lo buena que soy— tercera pregunta, ¿Qué saben sobre los intereses de Heiko con los Schneider? —Pregunté girando las cuchillas ensangrentadas en mis manos y como no respondieron me preparé para enterrarlas de nuevo pero me gritaron que no.
—No sé, yo...yo salí de la mafia mucho antes de que el conflicto iniciara.
—¿Y cuando inicio precisamente?
Me incliné hacia él con una sonrisa interesada y él miro a su compañero en busca de ayuda, toque el filo de la cuchilla y de un movimiento la enterré en el nudillo de su dedo índice, grito absorto en dolor pero no me importó cuando gire la cuchilla y tire de su dedo arrancándolo de su cuerpo, mire su dedo mutilado con desinterés y lo arroje a la mesa.
—Te quedan nueve oportunidades, ¿Cuándo comenzó el conflicto?
—No...no lo sé...—Segundo dedo fuera, con la misma precisión pero con más lentitud.
—Será una muerte larga y lenta—le susurre con gozo— puedes cambiar tu fatídico final diciéndome, cuando creció el interés de Heiko por los Schneider.
—Y...yo no lo sé—susurro a punta de lágrimas— cuando deserte, Heiko estaba alineando sus fichas para un ataque mayor, pero cuando el legado ucraniano murió los fichas de Heiko se detuvieron, no...no oímos de él en meses, hasta que comenzó a cazarlos. —Le di una mirada a Alek y pareció leerme porque frunció su ceño y miro a ambos desertores quien ni se atrevían a mirarme a la cara.
—Dices que al morir Damyan, Heiko se mantuvo en silencio, ¿para no llamar la atención?
—No sé si...—Grito cuando por instinto le corte el pulgar dándole una mala mirada.
—No estaba preguntando. —Lo señalé con reproche y el bajo la mirada, su mano tenía solo dos dedos intactos, el del medio y el meñique, ninguno de utilidad para el porte de arma, el piso a su alrededor era un rio de sangre y dedos, el desertor a su lado tenía que contenerse para no vomitar y permanecía inmóvil, como si haciéndolo no pudiera ser visto.
—Al pasar dos años de la muerte de Damyan, Heiko comenzó a cazarlos, ¿no?
—Yo no sé, no estaba...—Gruñí por molestia cuando nuevamente hablo siendo que no le preguntaba a él, metí mis manos en su boca tirando de su lengua y cuando empezó a retroceder la saque de su boca y clave la cuchilla en ella.
—Ya hablaste suficiente—espeté mientras el gritaba por el dolor y su boca se llenaba de sangre. El mango de la cuchilla estaba apegado a su lengua, mientras que con cada movimiento de su cuerpo la hoja cortaba más y más desgarrando cada nervio a su paso— Alek—lo mire y tenía su boca entreabierta y facie de dolor—¿Cuándo fue el primer atentado de Heiko?
—En...en el intercambio. Cuando asesinaste a los numerales, fue donde me entere que Heiko nos quería muertos.
—Dos años después—susurre para mí—¿Por qué Heiko se mantuvo en las sombras tanto tiempo?, ¿Qué oculta? —No le pregunte a ninguno en especifico pero era más que obvio que quien tenía la cuchilla en la lengua no podía hablar y Alek carecía de información, así que alterando mi poca paciencia tome dos dagas y clave una en el hombro del que ha permanecido en silencio y la otra en su palma, apenas soltó el primer grito gire ambas dagas en su cuerpo rompiendo sus huesos.
—Responde.
—No. —Soltó mirando mis ojos con odio punzante, aumentando la diversión en los míos, ladee mi cabeza con desafío y al negarse hablar, tome otra cuchilla clavándosela en la clavícula, cinco centímetros a su derecha y le perforo la garganta.
—¿Cuáles son las intenciones de Heiko?, ¿Por qué quiere a los Schneider muertos? —Permaneció callado, incluso cuando moría por gritar, tome otra cuchilla y con enojo la clave en su muñeca, la gire en su interior y cuando intento atacarme saque una cuchilla de su muslo y la enterré en su hombro clavándolo a la silla. —Las cosas se pondrán feas si no cooperas.
—Que ardas en el infierno, perra.
Me escupió el cuello y yo gruñí soltando una sonrisa cabrona, Alek estaba como un animal rabioso detrás del sujeto, esperando que soltara la cuerda y lo dejará atacar, pero no, él tiene información que ambos queremos y toda necedad sucumbe al dolor.
—Si me pagaran un dólar cada vez que me mandan al infierno seria millonaria. —Me puse de pie limpiando con mi mano el escupo en mi pecho para con mueca de asco girarme y limpiarme las manos con un paño. —Ay espera—lo señale virando los ojos al cielo—ya soy millonaria, cierto, recibo sumas millonarias solo por asesinar, me pagan por matar y tú idiotamente me desafías.
Chasquee mi lengua en negación y de un rápido movimiento tire de su polera elevándolo de la silla. Gire alrededor de su cuerpo enterrando mis dedos en sus costillas y clavando mi codo en su espalda tire de su pelo estrellando su cara contra la mesa, enterrando con más profundidad cada cuchilla y daga clavada en su cuerpo, gruño y grito preso del dolor pero me importó una mierda y seguí presionando.
—Verás, conozco demasiados métodos de tortura, algunos más divertidos que otros y justo ahora tengo todo el tiempo del mundo para enseñártelos. —Presione su cabeza contra la mesa y mire el material a mi alrededor. —Haremos lo siguiente, cada segundo que demores en decirme, porque Heiko se está arriesgando tanto al cazarlos, será una parte menos en tu cuerpo, suena emocionante, ¿no lo crees?
—Que te den, perra. —Forcejeo con mis brazos y yo me reí inclinándome a su altura.
—Supieras lo que hice en esta mesa hace un par de horas—le ronroneé en la oreja—apuesto a que aun se siente la tibieza de mi orgasmo. —Me maldijo en alemán y cuando hizo el intento de alejarse enterré mis dedos en su costillas con tal presión que sentí como una se quebró cortándole la respiración dejándolo inmóvil el tiempo suficiente para tirar su mano y clavar la primera daga en su brazo clavándolo a la mesa.
—Los segundos comenzaron a correr. —Le informé y tomando una navaja comencé a enterrarla en sus uñas extrayendo una a una, cada segundo que pasaba arrancaba a sangre fría una uña. —Le das tú voto de silencio a un hombre que no dudaría en matarte al tenerte de frente.
—Mi lealtad estará siempre con el señor de la mafia alemana.
—Claro y por eso desertaste, vaya lealtad. —Clave otra daga subiendo por su brazo clavándolo a la mesa, silbe con burla y comencé a cortar su dedo índice de manera lenta, deje la cuchilla a la mitad y me pare para caminar a una frutera que estaba en la repisa, tome un limón y sal, tarareando de forma animada corte el limón para exprimirlo sobre su dedo semi-amputado, grito cual desesperado, se estremeció, peleo con mis manos y yo removiendo la punta del cuchillo dentro del limón termine por enterrarlo en la piel expuesta de su hombro.—Dime lo que quiero saber y me detengo.
Le di la opción y como bruto necio se negó a dármela, tome una cuchara para llenarla de limón dejando caer unas gotas maliciosas por sus heridas abiertas para el resto del liquido arrojarlo en su dedo sin terminar de amputar, tire de su cabello y haciendo presión acerque la cuchara a su ojo.
—Esto dolerá, lo haré lento, ¿De acuerdo? —Negó retrocediendo preso del pánico pero lo sostenía con fuerza impidiendo que pudiera liberarse, metí la cuchara con limón dentro de su cuenca y cuando curve su ojo, sangre se desprendió de aquel, gritó, suplicó, me lanzó golpes pero no se digno a responder, hice una especie de rastrillo con la cuchara y cuando el ojo estaba a punto de salir de su cuenca lo soltó;
—¡No sé porque los está cazando!
—No me sirve esa respuesta. —Exprimí el limón dejando que escurriera por el mango de la cuchara hacía abajo, entrando directo a la parte expuesta de su ojo haciéndolo retorcerse por el dolor.
—S...si—se estremeció—debe estar involucrado. —Jadeo sin fuerzas dejando la sangre brotar en cantidades exageradas de su cuerpo y mientras que su ojo solo estaba pegado a su cuerpo gracias a un par de nervios que lo sostenían.
—Se más claro. —Cerró la boca y yo tiré de su ojo arrancándolo por completo, grito, se estremeció y comenzó a vomitar preso por el dolor. Enterré otra daga en su mano, pero ya no sabía porque gritaba o que le dolía más.
—¡Heiko...debe estar...in...involucrado en...la muerte de Damyan!, ¡si...los qui...quiere muertos es...porque algo saben y...que él no quiere que se sepa!
Habló con su voz pendiendo de un hilo pero con una seguridad plasmante.
Desvié la mirada a Alek y él solo movía sus ojos de un lado a otro analizando sus palabras.
Ruslan dijo que la habitación estaba vacía. Damyan murió de un tiro en la cabeza. ¿Cómo Heiko estaría involucrado?, la mafia alemana tiene prohibida la entrada a territorios ucranianos, es imposible que Heiko pusiera un pie en el territorio de Chavdar sin que él lo supiera, estaría muerto antes de poder respirar.
Me quede analizando a Alek y en cuanto sus ojos dieron con los míos algo cálido me recorrió, fue una promesa de que lo descubriríamos juntos, juntos revelaríamos los detalles de cómo Damyan murió y de que forma Heiko esta involucrado en su muerte.
—Te volverías loco—le dedique una sonrisa sincera—porque seria una combinación de los dos.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro