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Capítulo 32

Hela Petrov.

"No vales el jodido tiro"

Es...No, tiene razón, no lo valgo.

Es irónico he sido la causante de tanto mal que nunca me dio remordimiento o me permití el sentir culpa, pero ahora, que tengo razones poco egoístas para hacer lo que hago siento que...que por primera vez comienzo a saborear la culpa.

Alek dejó caer el arma al piso pero yo no desvié mi mirada de esos ojos azul zafiro que pase días imaginando lo que sería volver a verlos, que...jodidamente estúpida me estoy volviendo.

El pecho me duele y es gracioso porque la herida abierta está en mi muslo, es casi poético que lo que me está impidiendo el respirar sea la sensación de mi corazón estrujándose, me han atacado cientos de enemigos, personas que creí me eran leales me han traicionado y jugado en mi contra decenas de veces, pero nunca, joder nunca baje la guardia ante nadie, e idiotamente la fui a bajar ante quien fiche como mi igual.

Mi igual...vaya ironía, justo ahora mi "igual" me mira con el mismo odio que me profesan a diario, y...no lo soportó.

Ver esa mirada azulada detallarme con un odio tan puro y punzante, que me estremece, me hace querer bajar la mirada por primera vez en mi vida, porque...veo al monstruo que yo era a través de su reflejo, ese monstruos que él nunca vio y que ahora le muestro y comienza a odiarme.

Yo...llegué a Suecia en la tarde. Demoré lo que fueron horas en poder llegar a los limites de mi propiedad para encontrarme con que estaba en llamas, con aviones de caza flanqueando la casa y tanques bombardeando el terreno, fue desesperante ver como penetraban las paredes, saber que estaban allí adentro y no poder hacer nada, cuando despedazaron la terraza y entró el primer grupo cambie de ruta y me fui a las entradas del túnel, me extraño joder como me hirvió la sangre el ver que descubrían las entradas a los túneles y los flanqueaban esperando que ellos salieran para aniquilarlos, me encargue de librarles el paso y descargar cada milímetro de ira punzante de mi cuerpo, asesine hasta que me canse, cada que despejaba la entrada del túnel, llegaban más grupos y tenía que refugiarme para recuperar el aliento y así poder seguir peleando, recibí tantos golpes, cortes, choques eléctricos e incluso rozones de balas pero no me detuve, no podía.

Aún no sé, es más que no saber, es no entender, no entiendo cómo coño Heiko dio con la casa de seguridad de mi familia, es imposible que pudiera rastrear algo que no existe para el mundo, me volví loca creando posibilidades en mi mente, viendo un lado razonable o medianamente posible del como dio con la propiedad pero todo seguía siendo muy confuso, sigue siendo confuso, los arquitectos, diseñadores y trabajadores están muertos, todos los que conocían la ubicación de esa propiedad están muertos, exceptuando Aitor y yo, a menos que ese imbécil allá abierto la boca, no existe razón lógica que me diga como demonios pudieron dar con la ubicación.

Pase horas asesinando y preguntando a los moribundos como demonios dieron con ese lugar, no decían nada, solo se dedicaban a jadear agónicos los debiluchos de mierda, agotaron mi paciencia. Deje de asesinar cuando ya estaba muy herida para seguir peleando, cuando ya no me quedaban energías para seguir librándoles el camino, fue cuando escuche por un intercomunicador de los hombres de Heiko que los Schneider habían escapado por las desviaciones, un alivió porque estaba peleando con mis energías de reserva.

Sabía, más bien mi instinto me gritaba que debía hacer algo. Qué Heiko rompiera las reglas de la zona blanca dándose el jodido placer de irrumpir en una zona libre de mafias arriesgándose a una posible guerra solamente para cazar a cuatro hermanos que ni siquiera están involucrados directamente con él, es algo que sobrepasa los límites de razonable, ni Chavdar se atreve a tanto y eso que es a él a quien le están tocando los cojones.

Creí que aquí estarían seguros, pero dieron tan fácil con ellos que me abrió los ojos, ni en el culo del mundo tengo su seguridad comprada. Los lastimaron porqué me confié, nuevamente me confié y falle. Y ahora viéndolos, viendo a Alek tan herido, con su rostro lleno de moretones y heridas abiertas, con un torniquete en su brazo y muslo hace resaltar mi ineficiencia, hace destacar que me estoy volviendo débil, predecible, que estoy cayendo en el juego de alguien igual o superior que yo, de alguien a quien le gusta jugar con sus objetivos tanto como a mí, la cosa es qué...yo he estado jugando con recursos limitados, sea quien sea que me está tocando los cojones, que solo espere, cuando mi libertad llegue verá quien es la jodida dueña del tablero.

Ahora me toca actuar con los recursos que tengo a mano y es cabrón por qué nunca en mi puta existencia había actuado con impulsividad, pero no saber si seguían con vida, no saber lo herido que estaban, pero tener la certeza de que los seguirían cazando pese a estar bajo una coraza de máxima seguridad me hizo tomar decisiones que doy por hecho acabaran conmigo. Mis decisiones impulsivas me hicieron hizo al centro de un pueblo de mala muerte e ir casa por casa buscando a mis carontes, a esos imbéciles que tenían deudas pendientes conmigo y no pensé, no lo medité ni calculé, solo actué con rabia, con impulsividad y por el palpitar temerario de mi corazón.

Me...me centré después de unos largos minutos de silencio donde me permití procesar todo lo que ocurría, en mi exterior y en mi interior, para darme cuenta de que todos en el establo estaban en el mismo silencio frío y tétrico que yo. Alek seguía en el mismo lugar a unos pasos de mí con sus manos temblorosas y su vista filosa clavada en mi rostro, mirada que se le desviaba a mi pierna que no ha dejado de sangrar como un grifo abierto, la bala que iba a mi pecho me atravesó la carne del muslo, fue una herida limpia al menos, una herida que me hubiese despedazado el corazón y supongo que esa era su idea al no dudar el tiró, si Noemí no lo hubiese desviado mi miseria por fin habría terminado.

Ahora entiendo, que no es la herida la que duele, sino la persona que la realiza, más balas han entrado a mi cuerpo y me ha dolido menos.

Mis ojos se cristalizaron y un nudo se centralizo en el medio de mi garganta, un nudo que hizo arder mi pecho, ¿Qué pasa?, ¿Qué sientes Hela?, ¿Quieres quebrarte ahora?, ¿Por qué?, ¿Por una herida?, Por favor. Me trague el maldito nudo dejando que mis jugos gástricos lo carbonizaran, no es momento de sentimentalismo barato, no ahora.

Seré la persona fría, asquerosa y sádica que Alek mencionó.

Inhale profundamente y volviendo a la inexpresividad lo detalle. Su expresión cambió al instante, lo notó, claro que lo hizo, vio los muros de mil metros fortaleciéndose a mi alrededor, puede derribarlos cuantas veces quiera, pero siempre habrá más tras ese.

Deje de mirarlo, demostrándole que lo que me expresa su mirar y expresión no podría afectarme para detallar a mi alrededor, notando lo mal herido que todos estaban, salté el mirar el rostro de Noemí, no puedo lidiar con su expresión ahora, solo me concentre en su cuerpo mirando si tenía heridas evidentes pero nada, oírla llorar y murmurar mi nombre ya era suficiente castigo para mí.

——Están marcados por la carta roja. —hablé, sorprendiéndome de lo tranquila que sonó mi voz— Solo un imbécil se atrevería a tocarlos ahora. Tendrán un par de días para sanar y descansar correctamente. Asesiné a los últimos numerales que les seguían el rastro y si Heiko es listo desistirá en su caza, al menos hasta comprobar si verdaderamente estoy viva. Les compre tiempo, están solos a partir de ahora.

En mis últimas palabras desvié mire a Alek quien me analizó, como si no quisiera escuchar ni crear palabra alguna que saliera de mi boca pero cuanto sus ojos iban a dar con los míos yo desvié la mirada evitando verlo, puede leerme con tanta facilidad, que prefiero evite ver la duda en mis ojos y solo se quede con la seguridad de mi voz y expresión corporal.

—Hela...—Noemí sollozó dando pasos hacía mí y tensando mi mandíbula me gire hacía el cabrón infeliz de Aitor ignorando por completos los llantos y palabras de Noemí.

—Aitor, afuera, ahora. —Ordené demostrando por primera vez mi tensión. Me di la vuelta para salir del establo deteniéndome apenas unos segundos al ver a...a Alek dar un paso hacía mí, lo mire por reacción por encima de mis hombros y tensando sus músculos dio media vuelta y sé fue.

Eso...eso me encabronó.

Fue...fue como si una nueva ráfaga de ira me bombardeara el cuerpo porque mande a la mierda incluso el jodido dolor por el muslo y salí caminando como una yegua embravecida, ¿Qué demonios me pasa?, yo...joder quería que me detuviera, es...soy una jodida imbécil.

Salí del estable ignorando los balbuceos en lamentos de Aitor.

—Y es aquí donde llega mi fin.

Si le tuviera apreció a su vida, cumpliría mis malditas órdenes.

Me detuve solo al alejarme lo suficiente de ese establo que se caía a pedazos, no quiero oídos extras, no ahora.

Deje...que el agua de la lluvia me golpeó el rostro y me permití flaquear al llegar al inicio del bosque, me permití sentir y...fue lo peor. El aire comenzó a faltarme, las manos me empezaron a temblar y a sudar, el sudor cae por mi frente siendo camuflado por la fuerte tormenta que nos rodea, mis ojos quieren traicionarme, y el nudo que estaba siendo carbonizado por mis jugos gástricos subió con el doble de tamaño, quemándome el pecho, impidiendo el que pudiera tragar por el exceso de saliva que se junta en mi boca dándome unas ganas de vomitar que me revuelven el cuerpo.

Me sostuve contra el tronco de un árbol y con suerte pude mantenerme en pie. Me incliné respirando con dificultad intentando controlarme.

¡Joder que me pasa!

No puedo controlar los espasmos en mi cuerpo, por primera vez mi cerebro no me obedece y no es por la jodida droga, es...no puedo frenar mi sentir, no puedo cerrar el débil espacio en la compuerta que abrí.

—¿Hela? —Aitor llego a mi lado inclinándose hacía mí divisándome confundido—¿Estás...estás bien?

¡No, carajo!, ¡claro que no lo estoy!

Oí como camino hacia mí y antes que pudiera tocarme mis piernas perdieron la estabilidad, y mi espalda se estrelló contra la corteza del árbol y...caí al piso, soltando jadeos ahogados, tocando mi pecho sintiendo una sensación asfixiante, abrumante, como si me estuviera quedando sin aire cuando sentía mis malditos pulmones expandiéndose, pero...pero mi cerebro me gritaba, me exigía más aire, más oxígeno.

Ocupe todas mis fichas. La desesperación me ganó, hace años no me dejaba controlar por mi ansiedad y desesperación, hace años no sentía tanto miedo, miedo que me cegó y me hizo actuar con impulsividad.

Hace años no sentía que estaba por perderlo todo, sin siquiera haber tenido nada.

—Hela—Aitor se dejó caer frente a mí—debes respirar, demonios, ¡Hela!

Intentó tocarme pero golpee sus manos alejándolo de mí. Intente huir, escapar de esta jodida realidad, escapar de mi cuerpo, solo irme, dejar los problemas atrás, las muertes, la sangre, dejar de ver como lastiman a los que me importan, dejar de escuchar el sonido de los huesos de Airón quebrandose, por un segundos cerrar los ojos y no oír nada, ni ver nada más que no sea solo oscuridad, solo por un segundo salir de este maldito cuerpo y solo ser alguien sin caretas, sin tener que fingir que nada me afecta, porque...ya no sé como coño estoy viviendo.

Golpee mi pecho, bajando aún más el cierre de mi chaqueta y odie cada jodido segundo en el que mi corazón latía, me odie a mí, porque todas las mierdas que he hecho y visto en mi vida se pasaron por mi cabeza, escuche los gritos agónicos de Airón, vi cómo le atravesaban el cráneo a Calu, como mi padre moría de forma agónica en los brazos de mi madre quien no dudo en entregarse a la muerte dejándonos a nuestra suerte, vi a Erlick caer junto a Calu, vi...mi vida terminándose una y otra vez cada que abrí los malditos ojos en esa fosa de mierda, reviví todo y aun sentí que merezco toda está agonía, Merezco sufrir, merezco el dolor, merezco ver como cada persona que amo muere por mi culpa, merezco vivir en soledad...

Aitor agarró con firmeza mis hombros y me estampo contra el árbol, haciéndolo crujir junto a mis huesos e irónicamente no sentí el dolor, solo podía sentir como mis ojos ardían, como salían jadeos de mi boca en busca de aire y como lagrimas descendían una tras otra de mis ojos.

—No pienses, no decaigas y respira, solo respira Hela—volvió a estamparme contra el árbol pero estaba vez sus manos acunaron mis mejillas que estaban húmedas, mis lagrimas se camuflaban por las gotas de la lluvia. Aitor me hizo mirarlo pero yo no veía nada más que un bulto frente a mí, borroso y sin rostro—es un ataque de pánico, la sensación de falta de aire, la desesperación, el no poder controlar tus sentidos, no dejes que eso te domine, deja de pensar y concéntrate en mi voz, en el sonido de la lluvia, solo olvida todo lo demás y recuerda quien demonios eres, tienes al jodido infierno a tu favor, eres capaz de todo, tu mente es más fuerte que tu cuerpo, centra tus sentidos y no pierdas la calma.

Cada palabra que lanzó fue brusca y exigente, volvió a zarandearme aferrándome al árbol y presionando mi pecho me incitó a respirar balbuceando cosas que deje de oír, respire profundamente una y otra vez hasta que el palpitar de mi corazón deje de sentirlo en mis oídos y comencé a oír el sonido de la lluvia, el aroma a tierra mojada y el frío punzante calándome los huesos. Aitor no alejó su mano de mi pecho ni dejó de hacer presión en mis hombros, siguió exigiéndome que respirara hasta que pude hacerlo sin temblar.

Cerré con fuerza mis ojos y en cuanto alejo sus manos dejé caer mi cabeza, ignorando el dolor de mi muslo y que tenía mi pantalón humedecido en sangre subí mis piernas para esconder mi rostro entre ellas, respirando una y otra vez hasta que el nudo bajo y mi palpitar se normalizo.

—¿Qué demonios pasa contigo? —Aitor soltó un suspiro dejándose caer frente a mí, exhausto, con la respiración tan acelerada como si hubiese corrido una jodida maratón.

—Te pedí protegerlos...—balbucee con mi voz en un hilo.

—Y lo hice, hice todo lo que me pediste...

—No, no lo hiciste todo, porque de hacerlo él...ellos...

—Está herido, sí, pero son las consecuencia que deja la guerra, lo sabes.

Claro que lo sé, he vivido en una guerra constante toda mi vida, pero ya no estoy en condiciones para seguir perdiendo gente.

—Tú también estas herida.

Aitor hizo el intento de tocarme el muslo y yo eleve mi rostro deteniendo su mano, me analizo la cara y me sonrió con pesar, estoy cansada, y herida, solo...solo quiero detenerme.

—Estoy bien—me forcé a decir.

—¡No, joder! —me gritó perdiendo la paciencia—claro que no estas bien, no eres indestructible Hela, tu cuerpo esta herido, tu mente esta rota y tu corazón adolorido, ¿Cómo demonios dices estar bien cuando te caes a pedazos?

No supe que mierda decir, solo deje que las gotas de lluvia siguieran camuflando las lagrimas rebeldes que se negaban a dejar de salir, recargue mi cabeza contra la corteza del árbol y cerré débilmente mis ojos, odiando cada palabra que estaba por salir de mi boca.

—No sé que más hacer Aitor—susurre sin abrir mis ojos—son ellos o mi hermano, amo a Airón pero...

—Quieres a Alek.

No fue una pregunta, dudo que lo estuviera sugiriendo, no le respondí solo solté un suspiro pesado dejando que mi mente se enredara con el pedazo de hielo que tengo por corazón.

No lo quiero, no es querer, no es lo que siento por Airón o Noemí, es...es algo diferente, siento...es estúpido, pero...siento que puedo vivir a través de él, que él tiene la vida que yo pude tener si...hubiese tomado buenas decisiones, si...si hubiese decidido no ser la mujer que soy ahora.

Querer, envidiar, no sé si quiera que uno pueda sentir ambas cosas por una misma persona y que sea de forma positiva.

—Airón es todo lo que tengo. —termine por decir.

—No lo es todo. — y eso es...que ahora no lo sé.

Mordí el interior de mi mejilla reprimiendo las ganas de decir esas palabras en voz alta, reprimiendo el sentimiento que tengo en el cuerpo, reprimiendo las ganas de querer arrancar el corazón del pecho y gritarle, ¡¿Qué demonios quieres de mí?!

—¿Por qué los marcaste Hela?, —preguntó—dijiste que debías permanecer muerta, ¿Por qué reaparecer de esta forma?

—Sigo muerta.

—Los fichaste frente a un bar repleto de desertores.

—Vieron una carta y hombres suicidándose, nadie me vio a mí.

—Pero...

—Les compré tiempo—lo detuve, recargándome en el árbol—Salgan de aquí. Te daré la ubicación de una de mis bodegas, tienes que sacarlos del país, no sé como dieron con la casa de seguridad de mi familia pero la mía no la encontrarán, solo yo conozco su ubicación. En la bodega a la que los llevaras encontraras un jet, está modificado para que no se pueda rastrear, activaras el piloto automático y dejaras que...

—No—se puso de pie—basta Hela. Vas a la deriva y yo ya no seguiré tus ordenes ni volveré a mentirles, estas haciendo todo esto sola teniendo a gente dispuesta a pelear a tu lado, sea lo que sea que estes planeando, ve y convérsalo con Alek.

Sentenció y yo enarque mi ceja con sorpresa, debí pagarle a Calu maldita sea.

Nos quedamos mirando tan fijamente que nuestro alrededor se volvió una trinchera activa donde por un segundo a Aitor le comenzó a temblar la mandíbula y la vida misma pero se esforzó y termino por fruncir su ceño y cruzarse de brazos demostrando seguridad y...se la acepté, lo dije, estoy cansada de pelear.

—Como sea.

—No Hela, te dije que...espera, ¿Qué?, ¿Cómo que...?

Viré los ojos e ignore su cara de confusión para pasar caminando por su lado con mi pie a la arrastra, no sé en que momento ni como pero Aitor me hizo un torniquete con su cinturón así que ya no siento que se me abre la carne cada que camino o muevo la pierna, al menos corto la hemorragia, pero eso no quita que perdí mucha sangre y con suerte no estoy inconsciente en el piso, necesito reponer líquidos, comer o que se yo, una aguja e hilo para cerrarme la herida y dejar de perder sangre.

Me detuve a mitad del camino cerrando con debilidad mis ojos, escuchando los balbuceos de Aitor y...

—Aitor—lo llamé, y apenas se acercó a mí a pasos lentos mis manos temblaron al igual que mi cuerpo y mundo mismo pero aun así lo solté—gracias.

Fue como escupir malditas cuchillas y para él, fue exactamente lo mismo que detuvo sus pasos en seco a centímetros de mí abriendo su boca con pasmo, sus ojos brillaron con una ilusión que hace años no veía y supongo que era algo normal, ya que es primera vez desde que lo conozco que esa palabra sale de mi boca dirigida a su persona, pero...es mucho, no puedo...no puedo no sentirme como en otro cuerpo al hacer está mierda, así que...deje que mi cuerpo reaccionara a inercia y me giré en seco dándole un zurdazo que lo mando al piso en un golpe seco, cayó de espaldas como un saco de tierra y a pesar de que mi puño dolió, me sentí jodidamente mejor.

—Por no protegerlo como te lo ordene—lo señale desde arriba, dándole una sacudida a mi mano, escuchándolo jadear por el dolor y viéndolo contorsionarse en el piso.

Subí el cierre de mi chaqueta tiré mi melena negra hacia atrás y volví a girarme dejando a Aitor en el piso para encaminarme al establo.

Me detuve a menos de un metro de las puertas del establo, mi mente me exigía seguir caminando y entrar como la jodida Diosa que era, pero mis pies no se movían, no soy bienvenida, todos me detestan y con claras razones, arruine más sus vidas, los marque como a un objeto y le puse precios a su alma, baje la cabeza por segunda vez en la noche y cuando estaba a punto de retroceder para largarme la puerta se abrió dejando ver a una Noemí que tenía los ojos irritados por tanto llorar y la nariz sonrojada.

Me la quede mirando detenidamente, su rostro estaba libre de heridas, uno que otro golpe pero ninguna herida evidente, su ropa estaba hecha un lio, rota, y llena de sangre, la cual me encargue de analizar con detenimiento para ver si era suya y no, estaba por abrir mi boca cuando de dos largas zancadas llego frente a mí y me dio un bofetón que me giró el rostro, sentí mi mejilla palpitar y mi corazón se aceleró, solté un jadeo por sorpresa y sin tocarme la mejilla que me ardía volví a girar mi rostro hacia Noemí dándole una mirada gélida.

Su mano estaba en alto, sus ojos desbordaban lagrimas y su labio temblaba, este día se pone cada vez más raro.

—Tú lo sabías—me señaló y un vacío me golpeo el pecho— sabías que iban a morir. Que la mafia ucraniana iría por ustedes y me dejaste ir. Siempre supiste que Erlick iba a romper mi corazón para hacerme huir y no fuiste capaz de advertirme, de decirme, ¿Qué clase de amiga eres Hela Petrov?

¿Cómo...?

¿Cómo es qué lo...?

Me mordí el interior de la mejilla y negué internamente, no es cosa del cómo, es sino del porque le sigue afectando si han pasado cinco malditos años. Mantuve mi expresión serena, gélida, fingiendo desinterés incluso cuando mi corazón se aceleraba.

Fue tú decisión irte.

—¡¿Porque no me dijiste lo que pasaría?!, ¡¿Porque me dejaste odiarlo?! —Me dio un empujón que me hizo apoyar el peso de mi cuerpo en mi pie herido haciéndome gruñir por el maldito dolor, rompiendo mi careta de inexpresividad le lance una mirada de advertencia la aprecio, por todos esos años viviendo juntas logro considerarla parte de mi familia y solo por eso me estoy dando el lujo de advertirle con la mirada que no juegue a cabrearme ahora que siento que explotaría con un chispeo de dedos, peor si viene a joderme por algo que paso hace cinco malditos años.

—¡¿Por qué?! —volvió a gritar—¡¿Por qué dejar...!?

—Porque era más fácil para ti superar su muerte si te aferrabas al odio. —solté, reacomodando mi peso, volviendo a mi postura despreocupada— Si recordabas las palabras hirientes que Erlick te dijo, si te convencías en que él te odiaba, en que debías odiarlo, se te haría más fácil soportarlo.

—¿Más...más fácil? —su voz tembló y sus ojos ya parecían cascadas—¿Cómo...cómo podría ser más...

—Era la única manera que encontró de mantenerte con vida Noemí... —Su mano se encontró nuevamente con mi mejilla y ahora el gruñido fue más por colera que por dolor.

Cambié mi expresión de advertencia a una clara declaración de guerra cuando noté en sus ojos como...como se estaba cayendo a pedazos.

Emociones, sentimientos, sentir, dolor, amor, cosas...innecesarias, cosas que...que matan y duelen peor que una herida.

Se presionó el pecho y cuando vi el primer fragmento de su ser caer en pedazos la jale del brazo, mandando a la mierda mi ira para aferrarla a mí, recordando los primeros meses que la tuve conmigo, que la lleve a la residencia Petrov, donde mi padre se asomaba junto a mí, mirándola desde las sombras, susurrándome en el oído como un espectro, mientras la veíamos llorar, destruyéndose, ahogándose en su propio miedo e infierno.

"Mírala, eso es lo que te hace el sentir, te vuelve débil, humano, vulnerable. Te entregas desalmado a un enemigo que no conoces y no puedes ver, eso es el sentir"

Mi padre...no estaba equivocado...al menos no del todo.

—Erlick no quería dejarte ir Noe, —cerré los ojos callando los gritos de mi mente— yo tampoco quería hacerlo. Tú todo el tiempo que viviste con nosotros nos tildaste de soberbios, ególatras y egoístas pero...nunca lo fuimos contigo. Erlick dejó su obsesión y posesividad de lado y te dejo ir, y yo deje ir a mi única amiga, te dejamos ir Noemí para que pudieras vivir, no merecías perecer en el mismo infierno que nosotros. Pero todo...Todas las mentiras que Erlick te dijo, todo el daño que te causo te hizo más fuerte, te entregaste desalmada a tu enemigo, permitiste que te destruyera una y otra vez, pero cuando te pusiste de pie, pudiste gobernarlo incluso en medio de la oscuridad, el dolor Noe, te volvió fuerte, aferrarte al odio te mantuvo con vida...

Noemí soltó un sollozo tan desgarrador que me hizo estremecer. Ató sus a mi espalda, llorando como me la imagine tantas veces en esa celda, imaginaba el día en que le llegaría el rumor de que Erlick había muerto y lo único que deseaba era estar ahí para ella, para contenerla y decirle todo esto, poder decirle que Erlick no la odiaba, que él ni nadie creía que era una cobarde como Erlick le gritó cuando Noemí tomo la decisión de irse.

—Lo siento mucho Noe. —balbuceé y fueron las palabras más sinceras que pude decir.

Porque lo sentía, sentía el que sufriera sola tantos años, no el hecho de haberle mentido de esa forma solo así pudo continuar con su vida, sea en base a mentiras o no.

Acaricie su cabello, y ella se estremeció entre mis brazos respirando con profundidad intentando calmar sus lagrimas y llantos, cosa que no ceso, no ceso en horas y agradezco en parte que llueva de tal forma que se este partiendo el cielo, porque sus lágrimas no me incomodan del todo, ya que no sé si son sus lágrimas, mocos o el agua de la lluvia y...

—Estoy embarazada.

Deje de acariciar su cabello, de pesar, respirar e incluso de procesar lo que pasaba a mi alrededor. Mi ceño se contrajo, mis manos se tensaron y mi corazón dejo de latir, la tome por los hombros alejándola de mí para verla a la cara, con mis ojos gritándole que repitiera lo que mis oídos creen haber escuchado.

—Tengo...tengo poco más de...de siete semanas.

Me miro y yo tuve que dar un paso hacia atrás para que el aire me entrara completamente.

—¿Estás...

—¡Sí! —volvió a llorar— Hela perdóname, sé...sé que te prometí que no me encariñaría con ellos, pero lo quiero, joder, y no sé, te lo juro que no sé cómo paso, me cuide, siempre nos...

—¿Estás...estás embarazada de Axel? —Tenía mi ceño fruncido a más no poder y mi cerebro a punto de estallar, Noemí asintió con su labio tembloroso y Aitor a mis espaldas soltó un bufido de obviedad alterándome los nervios. Me gire ignorando por completo mi pierna herida y di dos pasos hacia él para romperle la nariz de un puñetazo y mandarlo al piso por segunda—¡¿Cómo la expones de está manera?! —le grite y ahora los gritos de Aitor salieron gangosos mientras que de su nariz chorreaba la sangre.

—¡Yo no tengo la culpa! —Chilló y me dieron ganas de patearle la cara.

¡Claro que no es su maldita culpa!, pero si le pego a Axel de seguro Noemí me abofetea de nuevo y a ella no la puedo lastimar.

—Eres una estúpida Noemí—me gire hacía ella con mis manos temblando por la colera—¿Crees que me enojaría contigo por sentir?, ¿Por embarazarte?, es...—¡Esto debe ser una puta broma!, Erlick debe estar revolcándose en su mierda justo ahora—¡Estoy jodidamente furiosa! —espeté—esperaste siete jodidas semanas para decírmelo y encima te arriesgaste de esta manera, —me presione la cabeza—¿Por qué demonios no te quedaste con Iker?, ¡¿Por qué mierda la trajiste con ustedes?!

Me giré nuevamente hacia Aitor pero este con velocidad se puse de pie para retroceder moviéndome sus manos exigiéndome calma, calma mis pelotas inexistentes, la arriesgo, sabiendo su estado, la arriesgo trayéndola el hijo de puta.

—¿No estás molesta? —Noemí sostuvo mi mano evitando que fuera aniquilar a Aitor, me giré hacia ella y solté un bufido pesado tirando de mi mano para tocarme las sienes.

—¿Por qué?, ¿Por qué te embarazaste de un pacifista perseguido por las dos mafias más peligrosas del mundo? —le enarque una ceja y me asintió forzando una sonrisa—No, es tu vagina, tu vida y tu jodido problema, pero que lo sepas Noemí, sales lo más mínimamente herida o pierdes al bebé y me verás realmente enojada.

—¿Tú...—me sonrió—si te alegras por mí?

—Detesto a los críos—le confese—y es un pésimo momento para quedar embarazada Noemí—la mire con reproche—pero sé que uno de tus sueños era ser madre y si lo serás con quien quieres no tendría porque no sentirme bien por ti...

—¡Serás tía! —paso de llorar a sonreírme con una alegría exorbitante—¡¿Te das cuenta de eso?!

—Sí...así jamás me dirá.

—La tía Hela.

—Me dice tía y su primera daga la recibirá junto a un corte en la garganta.

—¡Ay si lo quieres!

Dio un brinco y se me lanzó encima, atando sus brazos a mi cuello, puse mueca de asco y solté un quejido por el golpe que me dio con su rodilla en mi muslo, soltó un sinfín de disculpas y retrocedió mirando el torniquete en mi pierna.

—Debo curar eso...

—Después, primero debemos ponerte segura, y también quiero saber que demonios le paso a mi casa. —mire a Aitor pero me hizo la desconocida.

—Háblalo con Alek.

Agarro su dignidad del piso y presionándose la nariz camino pasando por mi lado para entrar al establo.

—Pasaron muchas cosas desde que te fuiste. — Balbuceo Noemí mirando con una débil sonrisa por donde se fue Aitor.

—Infórmame. —Exigí.

—Háblalo con Alek—elevo los hombros girándose para seguir a Aitor, estos...— Está vigilando la parte trasera del establo... Ah y suerte—empujo la puerta regalándome una sonrisa, dejándome con la boca abierta para dejarme completamente sola.

Sola frente a un establo que está a un soplido de caerse a pedazos.

Suspire cansada mirando el cielo y las gotas de lluvia ya eran más débiles, pero seguía totalmente nublado, posiblemente pronto llegará otra nube cargada de agua y comenzaría nuevamente otra tormenta.

Bien, como sea, odiarme más no puede así qué me arme de valor y camine por alrededor del establo.

Pese a que sabía que no me puede odiar más de lo que ya me odia aun así pensé en dar medio giro y largarme ahora que ya había aclarado las cosas con Noemí y le di indicaciones a medias a Aitor de lo que debía hacer podía largarme y listo, pero el jodida establo no era tan grande y con un par de pasos ya estaba llegando a la parte trasera, no alcance ni a pensar cuando tuve que frenar mis pasos en una esquina del establo para detenerme y ver al hombre alto, fornido, con espalda y brazos musculosos, con su cabeza gacha su cabello revuelto y goteando por la lluvia, estaba parado con una pose tan despreocupada como sobrada, es...él tiene un aura que instintivamente llama a la mía, como si la atrajera, es algo magnético, no lo sé, pero cada que lo rondó me es imposible alejarme por completo.

Lo observe por lo que fueron minutos, me di el lujo de detallarlo, viendo sus heridas con más detalle, su muslo tiene un torniquete al igual que su brazo, y sus ropas estás todas rasgadas y ensangrentadas, es...lo odio, la verdad es que odie verlo tan golpeado y herido, ese gesto de dolor que hizo al caminar hacia mí me dio una punzada en el pecho que no me dejo respirar, pero ahora, viéndolo de pie, imponente e indestructible, me da seguridad en saber que no será fácil derrotarlo.

Después de unos minutos, rompí el silencio.

—Sabías que era mi casa, ¿no? —vaya cosa, ya sabía que estaba aquí, porque más que tensar su mandíbula no hizo, no reaccionó de forma sorpresiva a mi aparición— no actuaste sorprendido cuando lo dije.

—Para ser quién eres planeas de forma patética, un movimiento muy obvio. —su voz...estaba tan ronca.

Me habló sin mirarme, ni ladearse a mí, pero al menos me dirigió la palabra eso es algo.

—Lo sabías y aun así seguiste mi plan.

—Nos atacaron en Ibiza—eso no lo sabía—Ainhoa y Akim salieron heridos, así que tú plan me sirvió para mantener seguro a Akim.

—Era para mantenerlos seguro a todos.

—Cállate Hela—soltó, increpándome, girándose para mirarme directo a los ojos—me estresan tus mierdas mentales. Dejaré de desgastarme al intentar entenderte, no sé que planeas, de que lado estas o quien demonios eres. Pero, si no piensas matarme solo aléjate de mí. Tengo bastantes problemas como para lidiar con tus daños mentales.

No te quiere aquí Hela, da media vuelta y lárgate, solo ándate, huye, por primera vez acepta el camino del cobarde y lárgate.

Di un paso hacia atrás pero mis puños se apretaron con rabia, con daños mentales o no, cobarde nunca he sido ni lo seré.

—¿Cómo dieron con ustedes? —me arriesgue dando un paso hacia él— la casa de seguridad de mi familia era de ubicación clasificada, imposible de rastrear, ¿Cómo...

—¿Eres estúpida? —espetó— lárgate Hela, nadie te necesita aquí.

—¿Tienes idea de cómo...

Me maldijo en alemán y con sus pies rompiendo el piso se alejó de mí introduciéndose en el bosque que rodeaba el establo.

De nuevo al bosque maldita sea.

—Alek—lo llame siguiéndolo, no puedo seguirle el paso por mi maldito muslo.

Se metió en medio de los árboles y apoyándome en ellos me di más impulso para seguirlo mientras no dejaba de llamarlo.

—Solo lárgate de una vez Hela...

Lo alcance tirándolo del brazo y antes de que pudiera atacarme pase mi mano por sus hombros estampándolo con brutalidad contra un árbol, tuve que ponerme en puntillas y aplicar mucha presión para inmovilizarlo y hacerlo que me escuchara.

Si no es por las buenas, será por las malas.

—Detésteme, ódiame y deséame la muerta, que me importa una mierda lo que creas y sientas por mí. —apliqué más presión—Tú no morirás Alek, ni tú ni tus jodidos hermanos, no lo harán porque de eso depende la vida de mi hermano— bufo intentando alejarse pero lo retuve con más fuerza, enterrando parte de mi codo en su clavícula, cortándole la respiración—¿Querías que te contará mis planes?, bien aquí van, no sé...no sé que coño hacer y tú hostilidad lo único que me da es un jodido dolor de cabeza. Desconfía de mí todo lo que quieras pero, créeme cuando te digo que no permitiré que mueras...

—Aleja tus malditas manos de mí...

Forcejeo conmigo pero soltando un quejido eleve mi muslo herido para enterrar mi rodilla en su abdomen bajo reteniéndolo.

—Están en medio de la calma—seguí hablando, imponiéndome ante la ira en sus ojos— y se aproxima una tormenta que acabara con todo. Deben salir del país. Tengo una bodega a las afueras de la ciudad, qué...

Alek dejó de forcejear mirándome directo a los ojos, su ojos azules brillaron por el reflejo de la luna y mi corazón se aceleró, la presión que ejercía con mis brazos se relajo y fue un pésimo error, olvide que él siempre aprovecha los momentos en que bajo la guardia para voltear el juego a su favor.

Metió su pierna entre las mías golpeando la parte trasera de mi rodilla sana y antes de que perdiera el equilibrio con su mano derecha me agarro de los hombros y con la izquierda la nuca para girarme y estamparme con brutalidad contra el árbol donde anteriormente estaba él.

—¿Qué demonios quieres de mí Hela? —Todo— me necesitas muerto pero aquí estas esmerándote en protegernos, ¿Qué quieres?, ¿Por qué nos fichas si después intentas salvarnos?

—Tengo una bodega—insistí manteniéndome quieta, dejando que me aprisione contra el árbol aunque me lastime—Aitor los llevará.

—¿Qué haces?, ¿Qué dices...

—Te cuento lo que planeo—lo calle de mala gana, ya estoy hasta la mierda que me interrumpa— me arriesgo a que rechaces mi plan y me mandes a la mierda, estoy...estoy confiando en ti Alek.

Alek me miro detenidamente el rostro, mientras que sus músculos se contraían por la fuerza que ejercía al sostenerme.

Sus ojos, eran...Joder, se me aceleró el corazón con la mirada que me dio, esa con la que tanto soñé en mis días en ucrania.

—Mientes.

Agarro mi nuca con severidad y yo solté un jadeo por la sorpresa, su rostro quedo a centímetros del mío y sentí su aliento cálido rozándome los labios.

—Estoy confiando en ti, Alek.

Repetí lentamente.

Alek soltó un gruñido pesado y dando un golpe en la corteza del árbol jalo de mi nuca y me beso.

¿Qué demo...

Tarde lo que fueron segundos en reaccionar, tuve que pellizcarme mentalmente para saber si esto no era más que una alucinación, pero no, su aroma, su calor, su posesividad, era él, era real.

Ate mis manos a su cuello y deje que se comiera mi boca a su jodido antojo, odio admitirlo, pero lo extrañe, extrañe besarlo, que me besara con esta intensidad sofocante.

Su lengua maltrato la mía, y no se detuve, ni siquiera por aire, esto...que sienta la misma desesperación que yo, esa necesidad por querer poseerme y el miedo al no saber si será la última vez en que lo haga, me...me excita joder, saber que cada uno es más bestia que el otro me inyecta libido directo en las venas.

Mordió mi labio inferior haciéndome gemir sobre sus labios, alterándolo. Desabrocho mi chaqueta sacándola de un tirón. Metí mis manos por debajo de su camisa y la abrí rompiendo los botones y en ningún bendito momento separo sus labios de los míos, podría morir perfectamente en este momento y no me arrepentiría de nada.

—Habla—exigió dejando besos en mi mandíbula para bajar a mi cuello—cuéntame tu plan.

Jadeo y alejándose unos centímetros de mí, tiró del final de mi polera sacándomela por los hombros para seguir besando mi cuello y pasar su mano por mis pechos, tire mi cabeza hacía atrás dándole todo el espacio que deseaba y entregándome por completo a él.

—No te escucho hablar Hela.

Me gruño e inclinándose desabrocho mi brasier, arrancándomelo, para meter la punta de mi seno en su boca, succionándolo y mordiéndolo con suavidad, dejando mis jadeos expuestos.

—Si no hablas, me detengo.

Su mano se deslizó entre mis pechos y en cuanto sus dedos desabrocharon mi pantalón automáticamente abrí mis piernas para él, me dio una sonrisa cabrona y yo me empapé más de lo que estaba.

—Hela.

Me advirtió rozando mi punto sensible por encima de la tela, su frente se poso sobre la mía y ambos respiramos de forma aireada.

—A...afuera—hable al instante en que me dio una palmada en mi zona palpitante—de...de la ciudad tengo...Joder...

Sus dedos corrieron la tela de mi braga y dieron directo con mi punto hinchado. Se movieron con experiencia y necesidad, cortándome la respiración. Me afirme en sus brazos para que mis piernas no se doblaran. Olvide todo, la tormenta eléctrica que amenaza con iniciar, el disparo en mi muslo, el que estamos en medio de un bosque, todo, a la mierda todo, solo sentía sus labios mordisqueando la piel de mi cuello, y sus dedos escarbando en lo más profundo de mi excitación.

—¿Tienes que?

Mordió el lóbulo de mi oreja y metió un dedo en mi interior con tal facilidad que me impresionó. Gemí importándome una mierda si alguien pudiera oírnos, pero gemí por él, por lo que me hace sentir.

—Estas siendo una mala mujer Hela, no me hagas castigarte.

Con su mano libre me sostuvo de la mandíbula con firmeza obligándome a mirarlo y en cuanto metió un segundo dedo los curvo erizándome cada centímetro de piel, abrí mi boca soltando jadeos y Alek me sonrió mirándome directo a los ojos.

—Tengo...tengo una bodega...

Sisee moviendo mis caderas exigiéndole más. Alek mordisqueo mi mandíbula y metió un tercer dedo para con su pulgar llegar directo a mi clítoris y masturbarme solo como él sabe, con una agilidad que me hacía virar los ojos.

—¿Qué hay en las bodegas? —bajo más mi pantalón y con su pierna me hizo abrir más las mías llegando con sus dedos a más profundidad tire mi cabeza hacia atrás gimiendo su nombre, agitando mis caderas en busca de mi liberación—respóndeme Hela—gruño masturbándome con más agresividad haciéndome soltar grititos por placer.

—A...aviones, a...autos, coordena...nadas, ¡Joder Alek, no pares!

Suplique con mi voz exaltada, si para ahora, voy a suicidarme. Apoyé mi cabeza en su hombro y Alek gruño mi nombre en mi oído penetrándome con mayor esmero, la mano que tenía en mi mandíbula bajo por mi abdomen llegando directo a mi clítoris, dio una palmada a mano abierta a ese manojo de nervios que me hizo estremecer y suplicar por más.

—¿Tus aviones de caza?

Susurro deslizando su lengua por el marco de mi oreja. Mordí mi labio y asentí, me dio otra palmada en busca de respuesta y yo grite de placer frotándome contra sus dedos, mi piel se erizo y tuve la intención de cerrar mis piernas pero con agresividad me las separo más, acelerando sus embestidas e intercalando las palmadas en mi clítoris con pequeños pellizcos que me hacía virar los ojos.

—Solo...uno—gemí.

Maldije en cuanto gruñendo se metió entremedio de mis piernas restregándome su erección en el muslo.

Baje mis manos bajando más mi pantalón para dejarlo en el piso y apenas roce la tela de su pantalón Alek soltó jadeos y sin dejar de masturbarme jalo de mi pierna sacándome el pantalón por completo, sostuvo mi pierna por su cadera y frotándose contra mi intimidad abrió mis pliegues y jugo con mis fluidos centrándolos en mi manojo de nervios para concentrarse en el y llevarme al orgasmos el cual arrasó con mi cordura.

—Continúa hablando.

Hablo agitado por mi orgasmo y aunque me sentía temblar bajo su cuerpo no dejo de masturbarme.

—Tengo...tengo un avión furtivo...que es... ¡Mierda!

Jadee y a la mala enrede mi mano derecha en su nuca jalándolo hacia mí boca, metiendo mi lengua con necesidad. El orgasmo me dejo ansiosa de más, ansiosa de que me llene con su polla. Baje mi mano derecha desabrochando su pantalón con agilidad y desespero, se apego a mí siguiendo la agresividad y exigencia de mis labios para dejarme bajarle el pantalón y acariciarle el miembro erecto, duro, grueso y largo, mío, fueron las palabras que grito mi mente, solo mío joder.

Lo saqué de su pantalón y comencé a masturbarlo, apenas su glande se presiono contra mis pliegues gemí sobre su boca. Me jalo por los muslos y aunque solté un quejido por dolor le di una mirada de advertencia como me suelte y se aleje lo mato, volví a jalarlo de la nuca atando mis piernas a su cadera. Siento la herida en mi muslo abierta y palpitante, pero a la mierda el dolor, lo quiero sentir, ahora, completo, solo a él.

Su cadera quedo a una distancia prudente de la mía y con su mano guio su miembro a mi entrada haciendo presión me miro directo a los ojos hundiéndose lentamente, soltando jadeos de alivio pero con una mirada de depredador que me tenía el pulso alterado.

—¿Para que el avión?

Hablo de forma aireada, manteniendo la mirada fija en mi rostro mientras que yo solo podía mirar la unión de nuestros cuerpos, viendo esa obra de arte hundirse forma lenta y dolorosa en mí, abriendo mi carne, moldeándose dentro de mí.

Paro sus movimientos en medio de su entrada dándome una advertencia clara, eleve mi rostro y apenas abrí la boca dio un empellón que me rasgo la espalda contra la corteza del árbol, su cadera choco contra la mía y yo sentí que me tocaba un limite que me dio descargas de dolor, de un jodido dolor completamente placentero.

—Deben...deben usarlo, para...para—cada jodida palabra que decía era una embestida brutal, salía y entraba como un poseso, me exigía que siguiera hablando cuando su polla se hundía en mí cortando cada hilo de respiración— para salir del país. Aitor activará el piloto automático—me aferre a la corteza del árbol moviendo mis caderas a compas, buscando más cercanía, rogando con que llegará a lo más profundo de mi ser y me marcara con su esencia, que me hiciera suya de las formas que quisiera, porque eso era, suya— y el avión los guiará a una de mis propiedades. No tiene las mismas medidas de seguridad que la de mi familia, pero...pero su ubicación la sé solamente yo, solo yo sé dónde está...

Se ató a mi cintura y comenzó a embestirme de forma bestial buscando y anhelando tanto su liberación como la mía. Arquee mi espalda al sentir el calor cubrirme todo el cuerpo, y mire la unión de nuestros cuerpos, su pelvis chocaba con mi cuerpo y sus manos abrían mis pliegues buscando más profundidad.

—¿Tú donde estarás? —Pregunto desviando la mirada de la unión de nuestros cuerpos a mis ojos.

—Les...les compraré tiempo y...y conseguiré información.

Chasqueo su lengua y jalando de mi nuca me empotro con brutalidad haciéndome gritar y virar los ojos.

—No.

Gruño haciéndolo de nuevo, salía por completo de mí y se introducía de una estocada abriendo mis carnes.

—¿No?

Pregunté a centímetros de su boca, negó con su cabeza y en cuanto iba hablar, se introdujo de nuevo en mí dándole una palmada con sus dedos a mi clítoris sensible.

—Vendrás con nosotros.

Sentenció y con la mano que me sostenía las piernas presionó mi abdomen bajo penetrándome rápido y duro, la sensación que se formo fue caótica. Aferre mis manos a su cuello dándome estabilidad y lo deje hacer con mi cuerpo lo que le diera la jodida gana.

—No...no puedo, no...no puedo ir con... ¡Alek!

Gemí golpeando mi cabeza contra el árbol cuando comenzó a masturbarme con la misma intensidad que sus empellones.

—Vendrás conmigo Hela, conmigo—recalcó perdiéndose en mi interior, haciendo sonar sus embestidas por todo el bosque. Mis paredes se contrajeron apretando su miembro y le importó una mierda que soltará gritos por placer. Comenzó a penetrarme de forma agresiva lastimándome la espalda por la corteza del árbol, buscando su liberación y masturbándome para llegar juntos—iremos a tu bodega, juntos, y nos llevaras tú a tu casa, no Aitor, Hela, tú.

El calor que subió por mi espalda fue arrasador, tanto que se me erizo la piel, mis músculos se contrajeron y mi cuerpo comenzó a sentir el orgasmo al borde de mi cordura.

—No...no puedo, yo...yo debo...

Solté un gritito en cuanto me palmeo el clítoris.

—¿Tú que harás Hela?

Repitió con su garganta tensa, su miembro comenzó a inflarse dentro de mí y sus embestidas fueron más desesperadas, más descuidadas y violentas, mis ojos no podían volver a la normalidad, los viraba a cada nada exhausta por placer.

—Com...comprarles—el gemido que solté al sentir como introdujo un dedo en mi interior en conjunto con su miembro se sintió alrededor de todo el bosque, incluso pájaros salieron volando del árbol a nuestras cabezas.

—Lo preguntaré una vez más—me advirtió sin detenerse—¿Tú que harás Hela?

A la mierda.

—Ir contigo—gemí desesperada por el orgasmo que se avecina.

—¿Dónde?

—A donde sea, donde sea pero con...

Dio una última y profunda embestida que me hizo temblar, mis talones se enterraron en su espalda baja y mi columna se arqueo, mi boca soltó un gritito en gemido y sentí mis fluidos mezclándose con los suyos, escurriéndome por las piernas, incluso goteando en el piso, fueron segundos donde sentí su derrame llenarme por completo, donde jadeo mi nombre con respiraciones ahogadas, moviéndose débilmente en mi interior vaciándose por completo, estremeciéndome y dejándome saboreando el mejor orgasmo de mi puta existencia.

—Como me hagas subir nuevamente a un avión piloteado por Aitor, juro dejarte sin orgasmos.

Siseo posando su frente sobre la mía, robándome una sonrisa. Seguíamos en la misma posición, con él clavado en mi interior, con su miembro palpitante y erecto, no bajo ni un centímetro su erección y mi cuerpo se recupera para exigirle más y que no se detenga hasta que mis piernas fallen. Lo miré a los ojos y al notar la pizca de miedo en sus palabras aumenté mi sonrisa al imaginarme lo que vivió por culpa de Aitor.

—Recuérdame matarlo luego.

Enrede mis manos en su cabello y él me regalo una sonrisa curva, depositando un casto beso en mis labios.

—Iremos a tu bodega entonces.

—Quiero más...

Le sisee moviendo mis caderas, soltando jadeos aireados.

Alek me sonrió con suficiencia y a la mala soltó mis piernas dejándome en el piso ganándose mi mirada de odio.

—Tienes un agujero en el muslo.

—Cortesía de tu bala.

—Noemí te suturara la herida.

—Alek...

Entrelace su mano y el tensó sus hombros, lo mire directo a los ojos suplicándole que no me quitará este momento tan rápido. Quiero que me llene tantas veces que ya no recuerde las veces que tuve que fingir, solo quiero que sus manos borren cada rastro de ese animal dejo en mi cuerpo, solo lo quiero a él.

No abrí mi boca. No dije absolutamente nada, pero olvidé que para él es tan fácil leerme que se me aceleró el corazón al sentir su mano acunando mi mejilla y su frente posándose contra la mía.

—No me gusta—susurro sobre mis labios— no me gusta que juegues conmigo y luego te largues, no me gustan tus mentiras y tus secretos, no me gusta está mierda Hela. —suspiró cansado— A partir de ahora planearemos juntos y atacaremos juntos, yo...te ayudaré a liberar a tu hermano, —el pulso se me aceleró— es tu última oportunidad Hela, me fallas...

—Te dije que era una caja de secretos. —solté sin siquiera procesar lo que acababa de decirme.

—Conmigo no tienes que fingir, yo te veo a ti, Hela, no a los rumores. —me...me ve a mí...es...

—Yo...Encontraré otra forma de salvar a mi hermano, yo no...

—No nos entregarás, lo sé—me acaricio la mejilla con su pulgar— y encontraremos una forma de liberar a Airón, juntos.

—Sin más secretos.

Suspire cerrando débilmente mis ojos, mi existencia misma es un secreto, ¿Cómo se supone que no los tendré con él?

—Sin más mentiras—me acaricio el labio con su pulgar y yo asentí abriendo débilmente mi boca.

—Planearemos juntos.

—Terminaremos juntos tu venganza, y sobrevivirás. —Me tomó de la nuca y yo le asentí mordiendo el interior de mi mejilla para calmar el alboroto que era mi cuerpo.

—Juntos. —Susurré más para mí que para él, pero me asintió regalándome una sonrisa. Dejo un beso en mi frente y se alejó de mí.

—Voltéate Hela.

Ordenó y su voz paso de ser suave a brusca y deseosa.

Baje mi mirada y Alek deslizaba su mano por el largo de su falo.

Mordí mi labio y sin esperar que volviera a repetirlo me gire aferre mis manos a la corteza del árbol y me abrí de piernas para él, inclinándome, dejando mi culo en alto.

Se posiciono en mi entrada húmeda y lista y antes de que se enterrara en mí me dio una palmada en la nalga que resonó robándome un gemido.

—Más te vale aguantar Hela, fueron muchos días sin mi mujer.

La sangre se me calentó y en cuanto gire el rostro para exigir que lo repitiera me agarro de las caderas y se enterró en mí haciendo bajar la cabeza y abrir más las piernas.

Porque eso eres Hela, mía—volvió a desaparecer en mi interior dando una palmada en mi otra nalga dejándome frenética con sus palabras y movimientos—mi Diosa, mi mujer, mía.

Repitió y yo me aferré al árbol tirándome hacia atrás penetrándome sola, moviéndome con desespero.

Alek se quedó estático y yo me moví con ansiedad de atrás hacia adelante con agresividad encontrando mi placer y el suyo, volviéndome loca con sus palabras, "Mi Diosa, mi mujer, mía"

Eso era, suya, lo fui desde un maldito principio. 

————

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