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Capítulo 3

Abrí los ojos parpadeando lentamente y un poco somnoliento. Creí que ya había amanecido, pero el silencio y la oscuridad decían todo lo contrario. Seguía acostado.

Solo escuchaba un ruido estático no tan fuerte al lado de mí.

Erguí parte de mi cuerpo apretando mis ojos y con mi mano en la cabeza debido al fuerte dolor que tenía, para luego pasar a rascar un poco la misma.

Quedé sentado en lo que parecía ser el sillón del cuarto de mis padres.

Me relajé y miré hacia delante para luego encontrarme frente al televisor, el cual parecía que hubiese perdido la señal, emitiendo un ruido estático similar al de un corte de electricidad desde su pantalla en blanco y negro.

Aunque me parecía extraño el que me hubiesen dejado sólo acostado en el asiento, no dejé de sonreír al recordar el rato tan feliz que pasamos todos juntos.

¿Qué tal familia?, son las 3:00 AM —de pronto escuché el encender del radio.

—Que raro, pensé que ya era más tarde —fruncí el ceño—. De seguro que ya mi madre prendió la radio desde temprano —dije agarrando el control al lado de mí y apagando la televisión.

Ya llegó el día que tanto esperábamos todos... ¡Halloween! —entrecerré los ojos por el repetido ruido del radioemisor, el cual provenía al parecer del salón en el piso de abajo.

—No puedo creer que mi madre haya subido el volumen sin saber si yo me he levantado —me paré calmadamente limpiando el hilo de baba que habitaba bajo mi labio. Luego me dí cuenta de que mis chanclas ya las tenía puestas y que por lo tanto dormí con ellas.

Caminé hacia la puerta del cuarto, bastando solo con tocarla para que se abriera.

Terminé bajando lentamente las escaleras, conteniendo leves quejidos al sentir aparentemente, sin propósito alguno, fuertes dolores y contracciones en los músculos de las piernas y los brazos, principalmente en estos.

Ya el ruido de la radio se escuchaba mucho más fuerte, por lo que mi madre debía de estar cerca, a ella le encantaba oírlo, pero esa vez exageró, era demasiado temprano y algunos estaban durmiendo.

—¡Clara apaga ya de una vez la radio, no me deja conciliar el sueño, y además, emite muchos ruidos extraños! —dije elevando la voz al estar en el primer piso de la casa.

—¡¿Ma... donde estás?! —buscaba en posibles lugares observando por todos lados.

Caminé un poco más hasta llegar a la sala y ubicarme justo al lado de mi regalo de cumpleaños, el piano.

Ojeé mi alrededor, todo parecía estar tranquilo, excepto por el insistente ruido y que además solo había prendida una tenue luz proveniente de una linterna de mesa, y justo al lado de esta el fastidioso radio que ya iba moderando su ruidosa algarabía, todo lo demás era plena oscuridad. Pero de mi madre, no había rastro.

Tal vez estén durmiendo en mi cuarto o en el de mi hermana; pensé.

Justo cuando di la vuelta dispuesto a buscar a mis padres y a mi hermana en las otras habitaciones...

No haría eso si fuese tú...
¿Por qué lo dices? —al instante voltee nuevamente luego de oír de nuevo en la ruidosa radio una conversación entre dos personas, de seguro que era la radionovela que escuchaba Clara.

—¡Oh por favor!, ya basta —bufé caminando con ira hacia el transmisor de ruido queriendo apagarlo de una vez por todas.

Apreté el botón «Of» con intenciones de silenciarlo pero no funcionó <<¿Qué rayos?>> Formé un mohín de confusión.

Insistí e insistí pero no tuve resultados.

—Debe ser una puta broma de mierda —cerré los ojos conteniendo una leve cólera.

Golpeé con fuerza en el centro y di gracias a dios que funcionó, ya estaba perdiendo la paciencia.

Suspiré profundamente.

Al punto de marcharme noté por pura casualidad que bajo la linterna de mesa, al lado de la radio, había una carta con manchas rojas, parecían manchas de sangre, que luego de examinarlas llegué a la conclusión de que aún se mantenían un poco frescas. Esta perturbó mi mente e hizo llenarme de dudas por las ganas de querer saber qué contenía ese sobre.

Estaba indeciso en si abrir, dejar o ocultar la dichosa y pequeña correspondencia.

No pasó más que un par de segundos cuando decidí abrirla, la curiosidad por saber qué había escrito y qué entrañaba eran demasiadas.

Procedí con lo que pretendía hacer, y que puta mierda, solo había una pequeña nota dentro de él.

Observando con dificultad entrecerrando los ojos debido a la escasez de luz, pude denotar que la letra con la que estaba escrita era muy rara, era roja, también parecía sangre, además de que su estructura era enjuta, por lo que debió ser escrita con algo aparentemente fino, como una pluma o algo así.

UNKNOWN:

"La oscuridad mató al gato"
                Atte: ...

Era lo único que tenía escrito.

Al instante de leer la pequeña oración se produjeron tres razonamientos en mi testa a la velocidad de un rayo...
<<¿En verdad el refrán no es... "La curiosidad mató al gato"?>>
<<¿Quién, y para quién escribió esto y qué hace tal cosa justo aquí en la mesa?>>
<<¿Por qué estoy haciendo caso a algo que de seguro es una broma hecha por alguien de esta casa? Tal vez por mi hermana, o por los tres, quién sabe, pero no creo que se hayan tomado la molestia de despertarse y despertarme a las 3:00 de la mañana solo por esto>> Eso me dió la alternativa de hacer una sola cosa, la única que pasó por mi cabeza en ese preciso instante.

Agarré la linterna e iluminé todo alrededor de mí.

Anduve a cortos pasos hacia donde me llevaron mis sentidos por los alrededores de la morada. Buscando lugares donde pudiesen estar escondidos mis padres y mi hermana.

Busqué detrás de cada asiento, detrás de cada cortinaje, debajo de cada mesa, incluso en algunos rincones oscuros.

La casa es grande, así que me costó un poco de tiempo buscar.

Me mantuve quieto unos segundos.

Pensando.

—¡La biblioteca! —resalté bajo el total silencio, pude oír hasta un eco formado dentro de la sala.

Rápidamente reaccioné a mi razonamiento y casi corrí hacia la estancia donde me dirigía.

No tardé mucho en percatarme de algo que provocó que abriese los ojos como platos.

Desde el punto fijo en el que paré en seco, observé con detenimiento las siluetas un poco más oscuras que la penumbra en la que me encontraba, obstruyendo el paso frente a la puerta de la sala de lectura <<¿Qué o quién se supone que es eso?>> Entrecerré los ojos.

<<¿Son ellos?>> Pude conjeturar tres cuerpos situados uniformemente horizontales.

Con una sonrisa declarándome victorioso comencé a adentrarme al fondo del medianamente espacioso pasillo, esperando encontrarme a mis padres agachados y a Agatha conteniendo las risas.

Caminé... caminé con un poco de duda, iba a estar muy avergonzado si llegara a ser una broma y pudieran sacarme un susto.

Lo próximo que observé apuntando lenta y firmemente la linterna hacia el suelo desde no tan cerca fueron tres grandes cajas junto a la pared, y frente a ellas, otra correspondencia, también manchada de sangre.

Agarré el sobre del suelo rápidamente e igual lo hice al apartarme de su estancia anterior y abrirlo.

No sé por qué pero algo me decía que ese escrito contenía algo importante o de seguro decía que era todo una broma, y en ese momento iban a salir todos de sus escondites. <<¿Están dentro de las cajas?>> A ver... tampoco era para tanto.

   UNKNOWN:

"No lo dudes, solo es un pequeño regalo". No es nada con lo que puedas colapsar de miedo, tristeza y rabia, por lo menos para mí.
                                   Atte: ...

Era lo que guardaba, con la última oración señalizada.

Ok si antes no estaba seguro en si debía abrir o no las cajas, mucho menos después de haber leído eso

<<¿A quién se le ocurre que dejando una carta en apariencia manchada de sangre y que esclarece semejante perturbación e inquietud, va a convencer a alguien de abrirlas?>> Pensé afirmando que no las abriría cuando en realidad yo mismo sabía que no iba a poder quedarme con la intriga, esa es mi debilidad, podré morir en el hecho, pero no por saber y descubrir algo en lo que ya me he adentrado lo suficiente como para dar vuelta atrás.

Miré fijamente los cajones que se mantenían inmóviles junto a la pared y la puerta.

<<Definitivamente mis padres no podrían caber dentro de esas cajas, incluso Agatha se notaría desde dentro>> Volteé la mirada hacia atrás y después la devolví al frente, con temor de que me sorprendieran por detrás.

Comenzaba a imaginar lo que pudiese haber dentro, una bomba, algo para asustarme y dejarme en ridículo, o tal vez sí era lo que decía la nota, un regalo.

Me acerqué lentamente dudando si remover las cajas o regresar a dormir con la duda de lo que pudiera estar dentro, seguro que al otro día ya iba a estar todo bien. Pero no podía hacerlo, no podría dormir con la intriga y la ansiedad de descubrir que había allí dentro.

No sabía realmente lo que era, pero se podía percibir un leve olor nauseabundo que salía desde dentro.

—No sé qué clase de broma es esta, pero realmente no me está gustando nada —dije calladamente agachado frente a la caja del medio.

¡Que tengan un feliz Halloween familia! —rápidamente me levanté un poco del suelo luego de volver a oír el ruido rayado y repetido del transmisor.

—Si esto es una bromita de ustedes, me lo van a pagar —musité mirando a mi alrededor.

Volví a posar la vista en los cajones.

Me acerqué más hasta quedar casi sentado en el suelo de frente al del medio de ellos, posicionando mis manos encima de él, todavía un poco indeciso en si abrirlo o no.

Suspiré.

Al instante abrí la caja sin pensarlo dos veces de nuevo...

Descontrolado, nervioso, asustado, tembloroso, delirante, exasperado.

Así quedé al ver impactado lo que había allí dentro. Abriendo los ojos asombrado. Con náuseas provocadas por lo que contenía el cajón.

La conclusión a la que había llegado anteriormente era totalmente errónea, pues ahí sí se encontraba mi madre.

Dentro de la caja del medio, y deducía que probablemente en las otras también, estaba mi madre desmembrada, y su cabeza justo encima de todas sus partes ensangrentadas.

—¡No, no, no! —comencé a gritar en toda la casa—. ¡¡No puede ser!! —rápidamente abrí la caja de la derecha.

En efectivo, en esa ese encontraba lo que quedaba de mi padre en la misma condición.

Luego abrí la de la izquierda, y sí, solo faltaba mi hermana, los tres estaban situados en la misma posición, ya estaban muertos, pero...

—¡¿Quién mierda hizo esto?! —dije gritando en toda la casa—. ¡¡Tiene que ser una puta broma!!

Las cajas que tenía temor abrir y que pensaba que alomejor era una broma hecha por los que ahora solo son despojos, en verdad eran paquetes de carne, carne de mi familia, que se hallaban hechos pedazos dentro de los contenedores.

Pero lo que me resultaba más sospechoso dentro de lo poco conciente que me encontraba en ese momento, era que dentro de cada caja habían dejado una rosa negra, de las cuales tomé una, la que habían dejado junto a la cabeza de mi hermanita

—¡Madre! —comencé a llorar en toda la casa—. ¡Padre! —las lágrimas fluían por todo mi rostro—. ¡Agatha! —el sudor corría por mis alteradas venas.

Me recosté de la pared izquierda adyacente de en la que reposaban los paquetes. Me iluminaba solo por la pequeña linterna en el suelo, mientras que la sangre que salía desde dentro por debajo de los cajones se acercaba a mí expulsando un olor a podredumbre.

No sé por qué, pero en ese momento recordé una de las clases sobre descomposición orgánica en la morgue, en la que hablaron sobre el periodo en que se tarda un cadáver en comenzar a descomponerse y cuáles eran las formas de notarlo fácilmente. -Un cadáver tarda alrededor de veinticuatro horas para comenzar a descomponerse si se mantiene intacto, pero, si es cortado o diseccionado, el proceso de descomposición se acelera tardando solo pocas horas al iniciarse un nuevo proceso microbiano dentro del mismo. Unas de las formas más comunes de reconocer un cadáver en proceso de descomposición son, por ejemplo: que emite un olor característico y desagradable a podredumbre, la coloración de la piel que se va tornando pálida o azulada debido a la falta de oxígeno en la sangre, y la rigidez cadavérica, esto es que después de varias horas de muerte, los músculos del cuerpo se vuelven rígidos, lo que dificulta mover las extremidades.

Ya había comenzado a encontrar pequeñas pistas, las cuales me llevarían hasta la persona causante de todo eso.

Comencé a razonar de manera más clara...

Entonces es totalmente probable que esto haya sucedido desde hace poco tiempo mientras yo dormía, pero no pudo ser una sola persona, debieron ser alrededor de dos o tres aproximadamente, una sola no podría hacer todo este desastre en tan pocas horas y dejar el macabro escenario totalmente ordenado para volverme loco.

<<¿Por qué motivo no me desperté por el ruido? ¿Por qué me dejaron vivo?>> Eran dos de mis mayores incógnitas.

Comenzaba a atar cabos mientras seguía desplomado en el suelo, aún me mantenía un poco cuerdo, pero en un punto en el que cualquier otra cosa que sucediera ya acabaría con las pocas ganas de vivir que me quedaban.

—Pero hay algo que no entiendo... ¿Quién nos odiaría tanto como para hacer esto? —dije en un tono en el que solo alguien estando en un velorio hablaría, y con los ojos tan vacíos como la persona que hizo tal cosa.

—¿Por qué a nosotros?, ¿quién...? —comencé a maquinar sobre quién o quiénes pudieron haber sido las personas culpables de todo esto y que aún se mantenían vivas—. Solo pudieron ser... —ya tenía claro quienes eran.

Alcancé la linterna y me levanté del suelo. Me dirigí rápidamente hacia el interruptor y prendí la luz del corredor, volteando aún con lágrimas en los ojos a ver nuevamente hacia donde estaba sentado.

Al instante noté que en lo alto de la pared de en frente de mi anterior quietud, había escrito algo con sangre, algo de lo que aún no me había percatado de que se encontraba ahí encriptado. La escritura era: "Σε το Μεσάνυχτα", en español: "En la Medianoche", lo pude denotar gracias a mis aprendizajes sobre el idioma griego, ya que como es mi preferido y por tanto el que más me gusta me tomé mi tiempo para aprenderlo y estudiarlo de tal forma que puedo lograr decifrar acertijos escritos en esta lengua; y sí, la escritura estaba traducida en ese idioma, no sabía para qué habían escrito tal cosa o qué querían decir con eso pero ya tenía la certeza de saber quiénes fueron, y créanme, les iba a hacer pagar con la misma moneda, ese mismo día.

Miré el reloj, ya eran las 6:00 AM. Me dirigí hacia el sótano de la casa, y allí lo primero que encontré distinguiendolos con la poca luz que llegaba desde arriba de las escaleras fueron los propios equipos y utensilios de mi padre cuando era cirujano, igual que yo lo quería ser. Él me contó que había decidido por sí mismo jubilarse desde jóven, no entiendía por qué, ya que aún le encantaba su trabajo.

Prendí la luz, busqué insistentemente entre muchos objetos y polvo, pronto encontré algo de lo que estaba buscando, pero no para esta ocasión, un kitt donde había dentro todo lo necesario para una cirugía, el cual lo dejé en un lugar donde pudiese encontrarlo fácilmente, en el estante al lado de una gran mesa vieja. Apagué la luz jalando del cordón de encendido y cerré la puerta no justo antes de agarrar lo que faltaba. Luego me ubiqué en la cocina.

Busqué entre los cuchillos que mi madre utilizaba y tomé uno de ellos, uno un poco largo y no tan grueso.

No tenía ni idea de qué ocurría conmigo, ya actuaba casi inconcientemente.

Rápidamente fui hacia mi cuarto a cambiarme de ropa, hasta yo mismo me daba cuenta de la manera en la que hacía las cosas, parecía que estuviese drogado, pero trataba de mantener la calma aunque la rabia me devorara por dentro y aún me bebiera las lágrimas.

Vestí de un fino abrigo negro bien ajustado con una capucha, un pantalón negro con cuatro bolsillos, dos por encima de la rodilla y dos debajo, unos zapatos cerrados del mismo color y unos suaves guantes de tela oscuros. El atuendo perfecto para un clima tan frío como en ese entonces.

—Van a pagar por lo que le hicieron a mi familia —musité sollozo.

Por último agarré junto a una fosforera, una caja de cigarros dentro de la gaveta del closet, de la cual saqué uno, lo prendí y me lo llevé a la boca al salir de mi habitación.

Ya había tenido pensado dejar el humo, pero en esa ocasión lo necesitaba demasiado.

Guardé el cuchillo dentro de uno de los bolsillos más grandes del abrigo, el cual quedaba en el interior de este. En el otro la rosa negra que todavía sostenía en la mano. Lo que quedaba lo oculté por dentro de mi ropa.

Miré la hora en el reloj que traía puesto apartando la manga, eran las 7:30 AM de un primero de octubre, un domingo prometedor de muchas cosas.

Entonces me dirigí hacia donde oí y ví por última vez que se dirigían Jack y Jackson en aquella ocasión, necesitaba encontrarlos, tenía la certeza de que fueron ellos los que asesinaron a mi familia. No tenía la menor idea de como le hicieron llegando al punto en el que no me despertaron, pero sé que fueron ellos, no cabía duda.

—Les haré sentir y sufrir el mismo dolor por el que pasaron ellos, pero mucho peor —expresé como maniático.

Después entendí claramente...

En este mundo tan injusto, no existen las personas puramente buenas, todas algún día o en algún instante dejan salir ese lado cruel que llevan dentro. Ahora todo es más fácil resolverlo con sangre, es la forma más rápida que el género humano ha encontrado desde su existencia, y a muchos les gusta, los satisface, como a mí en estos momentos.

No importa si me convertiré en asesino por hacer pagar a los que asesinaron a mi familia, lo haré a cualquier costo, ya lo estoy ansiando.

                       ‡---- ★† † †★ ----‡

Υπάρχουν στιγμές που πρέπει να αναγνωρίσεις ότι είσαι ο εφιάλτης του εαυτού σου.
                            Atte: ...

Ok, esto sí que fué un trauma para Eldritch 😬.

¿Qué hará él para vengar a su familia?

¡¡ESTÁ LOCO!!

Bueno, dejando eso a un lado, ya se está poniendo muy macabro todo y como ya dije, cada vez va a ser peor.

See you

In the Midnight

Fautinoperez

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