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2. Luz [En la oscuridad]

Los Angeles había sido un lugar interesante, y a pesar de que muchos no podían dejar de despegar sus pies de las playas; cumplieron con su deber: hacer un reportaje acerca del comportamiento social tras las recientes elecciones.

Ya habían pasado tres semanas desde su llegada a América, y era hora de su regreso a la Ciudad francesa.

Hasta ahora el viaje para la azabache había sido asombroso. Su mejor amiga había cumplido su promesa, estaba con ella más que con el moreno. Tomaban fotos a cada paso que daban emocionadas, incluso se podría decir que ellas habían capturado la historia de todo el grupo en el Nuevo Continente.

Otoño ya dejaba sus últimos rastros; el sol no estaba a todo el resplandor que querían, sin embargo disfrutaron al máximo su estadía.

Ahí estaba ella. Observaba la inmensidad del Océano Pacífico y sus olas tronando contra la costa. El sonido de las gaviotas decoraba ese ambiente como una melodía de despedida. Ese era su último día, la siguiente parada era el aeropuerto de internacional de San Diego.

¿Como celebraban su último día?

En esa playa. Riendo con una fogata en la arena, acampando llenos de alegría. Todos contando diversas anécdotas. Aprovechando al máximo. Este ciclo escolar era el último antes de irse a la universidad. En definitiva gozaban de cada momento antes de que todo esto se volvieran simples recuerdos.

Nadie se sumergía al mar. No era necesario sumergirse en la brisa marina para tan siquiera saber las bajas temperaturas a las que se encontraba.

Aún así se divertían. Se divertían de esa manera mágica que solo las almas joviales pueden hacerlo hasta en días donde el cielo está nublado y la luz de las estrellas es cubierto por un manto gris.

-Marinette ¿No vas a venir?- gritó Alya a su amiga mientras se acercaba a ella corriendo entre la arena, quien se mantenía en la lejanía observando la luz de luna apenas perceptible.

-Así estoy bien Alya, es solo que...- se quedo viendo enamorada aquella luz.- No se, así estoy bien. Ya te alcanzo.- dijo aún con la vista en las nubes. Escucho como la morena empezó a titubear.

-Entonces... si vas a estar aquí...- la azabache regresó a ver a su amiga, quien tenía su mirada algo nerviosa.- No te molestaría si estoy con Nino esta noche.- preguntó apenada. Ella soltó una pequeña risa.

-Claro que no, estate con el si quieres.- la castaña asintió emocionada y fue corriendo al campamento. Ella siguió con lo suyo.

-Ya llegue cariño.- tiro feliz Alya acercándose a su novio.

-¡Alya!- esbozó alegre el moreno. Con solo eso, Adrien supo que en ese momento el se quedaría en segundo plano para su amigo. Así que decidió irse alejando poco a poco.

Y sin la compañía de su mejor amigo, el bullicio del grupo de jóvenes podía resultar algo irritante y más cuando el alcohol comenzó a hacerse presente.

¿Y los maestros?

Durmiendo en el autobús, tenían lo que restaba del día antes que los llamaran al la 11:00 p.m. para comenzar su trayecto al aeropuerto.

Cuando comenzaba a alejarse pudo notarla, sentada en la arena, sus cabellos volando por las ráfagas nocturnas. Su presencia tan suave como el mismo aire. Empezó a acercarse, quizás era su única oportunidad para hacerlo.

-Marinette.- musitó aún lado de ella. Al escuchar su nombre de el, su vellos se erizaron y pudo sentir como el calor subía por sus mejillas. Le rogaba al cielo que las penumbras la ayudarán para que el joven no se diera cuenta de lo que causaba en ella.

Aún le sorprendía que el no se diera cuenta de que tan enamorada estaba de el. Siempre que estaba cerca, sus piernas parecían no responderle, su mirada se estampaba torpemente con la suya, su corazón palpitaba a más no poder.

-Es una linda noche ¿No crees?- preguntó el rubia sentándose a un lado de ella. No sabía que contestar.

Tranquila Marinette, solo di lo que piensas.

-Creo que podría ser mejor.-tiro algo pensativa. Era curioso, pero su contradictoria lo había cautivado, no era una chica que dijera que si a todo lo que el dijera.

-¿Y por qué crees eso? Yo creo que para que una noche sea perfecta, solo se necesita la luz de la luna.- ella elevó una pequeña sonrisa. No volteo a verlo, sabía que si lo hacía se pondría nerviosa y no podría mantener este ambiente de paz que surgía entre ambos.

-Te olvidas de todas las estrellas que han quedado abajo de las nubes.- soltó un suspiro.- Que sean pequeñas no significa que su luz sea insignificante.- pronunció pensativa. Adrien agacho su cabeza, era cierto, y el más que nadie lo sabía.

-Yo... concuerdo contigo.- tomó aire y continuó.- Marinette ¿Por que no estás allá con los demás?- preguntó con intriga.

-Ehh, pues supongo que por lo mismo que tú.- ambos voltearon al ver el campamento. Algunos chicos bailaban y se quitaban una que otra prenda, otros se bañaban en alcohol, unos más solo observaban borrachos. Ambos rieron por aquella escena.

-Por lo mismo que yo ¿Eh?- tiro algo nervioso.- Así que también lo hiciste por querer estar conmigo.- el corazón de la joven se detuvo en ese momento. ¿Que acaba de decir?

Ahora sí, sus mejillas estaban totalmente encendidas. Y por menos que ella lo quisiera, esta vez el rubio si lo pudo notar, gracias a la luz de aquella fogata.

Al notar que el ojiverde tenía su mirada inmersa en ella, esta se levanto rápidamente. Su corazón estaba latiendo a velocidades poco confiables.

-Marinette, espera...- suplicó el rubio levantándose y tomándola por la muñeca. Dios, si seguía así terminaría por desmayarse. En ese instante ambas miradas se perdieron en el otro.

Pero, no nada más había amor.

Unas chispas de temor brotaban alrededor de ellos sin que se dieran cuenta.

-Me gustas Marinette, y mucho.- maldición ¿Acaso estaba jugando con ella? Paso saliva. Podía ver cómo la mirada de la joven lo observaba cómo un animalito asustado. No quería que fuera así, quería que sintiera confianza. Tomó aire.- Yo se que no te caigo bien, siempre que me quiero acercar a ti me evitas pero ya no quiero que sea así. En serio, no se lo que hice para caerte mal pero ya no quiero que sea así.

Marinette no sabía que decir. Jamás se imaginó que el chico pensase que le caía mal cuando en realidad era todo lo contrario.

-Perdona si pensaste que me caías más, es solo que...

-🎵¡¡¡Estoy enamorado de ti, Marinette!!!🎵- canturreo Nathanael desde el campamento. Ambos voltearon nuevamente. Adrien estaba a punto de sentir una horda de celos, pero al verla reír ese sentimiento se vio aplacado en seguida. Su risa era hermosa. Una dulce melodía de la cual jamás se cansaría de escuchar. Tomó con suavidad sus manos para que volviera a verlo otra vez.

-Es solo que ¿Que Marinette?- insistió el ojiverde esperando la respuesta. Marinette empezó a sentir que le faltaba el aire.

-Tu también me gustas, Adrien.- dijo casi en un hilo de voz. El joven no se podía sentir más feliz, desde las primeras semanas que la conoció había soñado con este momento, con esa frase.

Vaya lugar en el que había sucedido. Quizás a algunos cuantos kilómetros de donde en pocos días, terminaría.

-Y siempre me ponías nerviosa, es por eso que te evitaba.- continuó ya con un poco de más valor. Sin saber bien porque, sus manos se empezaron a entrelazar. Una pequeña descarga surgió de ambos al unirse sus manos por completo.

Los dos soltaron pequeñas risas.

-¡YA ES HORA DE IRNOS, ALUMNOS!- gritó Bustier.- Salimos en 10 minutos.

Ambos jóvenes se dirigieron a guardar sus cosas. En ninguno de los dos se borraba esa sonrisa. Ahora sabían que le gustaban al otro y eso los llenaba de satisfacción.

Subieron a sus amigos totalmente borrachos al autobús junto con todas sus cosas. El camión arrancó con dirección al Aeropuerto Internacional de San Diego.

Durante el trayecto Marinette observó hacia la ventana para evitar el aliento a alcohol que salía de la boca de su amiga dormida. El camino era hermoso, a pesar de que hace un buen rato la costa se había dejado de ver. La inmensidad del desierto bajo el cielo nocturno era hermoso. Maravilloso.

-Alya.- escucho a aquella voz inconfundible despertar a su amiga.

-¿Pasa algo Adrien?- preguntó aún adormilada la morena.

-Es que Nino quiere que estés a su lado. Creo que prefiere estar contigo.- soltó en una pequeña risita. Alya volteo a ver a su amiga, pidiendo su permiso con la mirada.

-Supongo que...- inquirió pensativa. Volteo hacia Adrien. Aquella mirada la observaba anhelante. Ella asintió.- Está bien Alya, ya han sido tres semanas contigo.- ella se levanto ansiosa y se dirigió donde Nino para dormirse a su lado.

Adrien no tardó mucho en sentarse junto a la azabache.

-Lo siento Mari, es que ya no soportaba el aliento de Nino.- tiro con una sonrisa inocente. Ella le contesto igual.

El silencio entre ambos se mantenía. Ninguno de los dos sabía si era un silencio incómodo, o un silencio mágico, solo que permanecía ahí. Este continuó hasta que el joven vio como ella se removió por el frío a pesar de tener su suéter puesto.

-¿Tienes frío? Traje una manta, pero tendremos que compartirla porque yo también tengo frío.- se ofreció amable Adrien. Ella quiso negarse, pero la verdad es que el frío si la consumía y necesitaba de la manta.

-Bien.- sin más quitaron el descansa-brazos que separaba ambos asientos para poder cobijarse. Sin darse cuenta, sus cuerpos buscando calor se fueron acercando al otro.

No se necesito mucho, solo que sus brazos rozaran para que surgiera la electricidad entre ambos. Adrien río al sentir ese toque. La chica se mantenía nerviosa. Tenía que sacar un tema de conversación. Dirigió su vista a la ventana.

-Te imaginas...- tiro soñador.- está oscura carretera del desierto...

-Con el viento fresco en mi pelo.- continuó ella imaginándose ese viaje en carretera.

-Y un cálido aroma a *colitas...- siguió Adrien.

-Subiendo por el aire.- terminó Marinette. Los dos voltearon a verse con una sonrisa, a ambos le gustaba lo que entre los dos crecía.

Lástima que duraría muy poco.

Aunque eso no significaba que no llegará a ser profundo.

Supongo que eso fue lo peor. Que ambos desearon que ese sentimiento profundo durara más. Fue tan corto el tiempo. Tan poco los días para disfrutar.

Pero tenía que suceder.

Quizás el causante de que terminarán en ese hotel fue el conductor. Aquel que no previó que la gasolina se acabara.

Quizás fueron los maestros. Quienes debieron esperarse al siguiente día.

Pero ya que importa, de nada sirve buscar culpables. Ya todo termino, o mejor dicho, ya todos terminaron.

Aunque, aún podría haber una luz [en la oscuridad] que cambie los resultados de esta historia.

Por ahora lo que deben hacer estos dos, es disfrutar de la compañía del otro.

...
...
...

Hola Luckys, aquí les vengo con el siguiente capítulo.

Tan dulce y lleno de romance como siempre, todavía no le agrego el suspenso. Eso vendrá más tarde.

Y sin más que decir, me despido.

Adiós mis Luckys.
MIRACULER_AG

*Colitas: El término "colitas" en la primera estrofa de la canción es una flor del desierto, también conocida como salvia antílope o Colita de Rata Tanto Don Henley y Don Felder en varias ocasiones y declaró públicamente que colitas son "flores del desierto embriagador.

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