18. Cuentos [Para dormir]
[—... y al final, los tres cerditos bailaron felices en la casa de ladrillos agradeciendo al cerdito mayor por haber construido la casa más fuerte que resistió a los fuertes soplidos de lobo feroz.
El ya adolescente Ian Denver acarició la cabellera de su dormida madre con cierto dolor. Hacía unos años atrás la habían dejado salir del manicomio nuevamente, y él era el que más temía porqué regresara. Todas las noches hacia esta clase de "ritual" donde le contaba una historia a su mamá para tranquilizarla hasta que la logrará hacer dormir.
El teléfono de casa sonó desde la sala sacando al joven del momento. Se levantó con cuidado de no despertar a la fémina a su lado y camino hasta allá con suma paciencia. Contestó.
—Buenas noches ¿Quién habla?— preguntó el joven con suavidad.
—¿Es usted Ian Denver?— preguntó un hombre desde el otro lado de la línea. El muchacho tomó aire, empezó a sentir punzadas.
—S-sí.
—¿Es familiar de Melissa Winslow?— cuestionó. Esto iba sonando cada ves peor. Sintió poner sus vellos flor de piel. Hizo un sonido asintiendo.— Lo lamentamos mucho.
Y ahí, sintió el aire desaparecer y toda la luz asfixiándolo. Su tía había estado hospitalizada desde hace no tanto por problemas cardiacos que empezó a sufrir de tanta píldora que tomaba para los nervios a pesar de las advertencias que su propio sobrino siempre le dio. Suspiró con pesadez mientras las lágrimas ya se le escapaban. Extrañamente no se sentía tan horrible, simplemente vacío, como cuando un niño pierde un juguete de gran valor sentimental.
Él ya estaba acostumbrado a las grandes tragedias.
—Bien.— pronunció mordiéndose un poco los labios mientras trataba de asimilar la noticia.
—Ronald Benner, pero llámeme como gusto. Soy el abogado de su familia, y justo ahora, yo me encargaré de dejar todas las propiedades a su nombre, incluido el Hotel California; pero solo si usted acepta, presentándose la opción de que usted niegue, todos sus bienes pasarán a nombre del gobierno, remunerándosele el costo de propiedad .— dictó el hombre. Ian dejó un halo de aliento a punto de decir su respuesta.
—Aceptó, déjenlo todo a mi nombre.
De una u otra forma, tenía que mantener a su madre]
Esto estaba mal, sentía la cordura resbalándosele de las manos; su corazón nonparecia latir de la misma manera de antes y su mente parecía no pertenecer a su cuerpo. El sudor de los nervios se mezclaban con las lágrimas del dolor. Sus manos aún temblaban sintiendo el vacío reciente que Plagg le había dejado.
Agradecía a sus pies por seguir avanzando a pesar de que su mente estuviera en otro sitio. ¿Qué sería de él cuando saliera de este infierno? ¿Podría borrar todos estos espantosos recuerdos de su mente? ¿Sacar el sabor de carne humana de su boca? Y aunque Marinette ya lo había perdonado, sentía un inmenso asco y repudio a sí mismo.
Si no fuera porque la mano de aquella azabache lo sostenía, él de seguro ya se hubiera decidido quedar. Ya no podría ser parte de la sociedad otra vez.
Y en ese instante, sus ojos chocaron algo que llamó su atención haciendo detenerse de golpe. Sacó un papelito que traía para ver si era cierto.
Habitación 126
—Esa habitación está marcada con un punto rosa.— tiró Marinette observando la misma puerta que Adrien. Algo atónito, le pasó aquel papel que traía a la azabache.— ¿Por qué...
—Me lo dio Melodie cuando a penas llegamos.— decía sin dejar de ver aquel sitio.
—Si de algo estoy segura Adrikins, es que esa no es nuestra salida, es solo una habitación y ya vimos que no es bueno entrar a ninguna.— exclamó la rubia con miedo a que decidieran entrar.
—No puedo creer lo que voy a decir pero...— tomó aire la morena.— Estoy de acuerdo con Chloe, deberíamos seguir.— soltó casi en suplicio Alya.
No entres ahí. Pronunció esa voz también.
—Tienen razón Adrien, no tenemos tiempo para hacer más paradas.— dijo por fin Marinette. El ojiverde asintió aún sin quitar su vista de ahí.
Y así, empezaron a correr los demás, pero Adrien continuó ahí unos pocos segundos. Con la intriga consumiéndolo, entreabrió la puerta un poco.
Su corazón se detuvo por un segundo, sus ojos observaban inevitablemente una imagen que, desde ese momento, sería imposible borrárselo de la mente. Él era el culpable de todo. Todos sus compañeros muertos por su maldita culpa, todo por...
Era sin duda la habitación de Melodie, pero eso no era lo que capturaba toda su atención, sino el cuerpo casi todo descuartizado de Juleka tirado en el piso. Su único torso desangrandose y el solo ojo rojo que tenía aún mostrando un profundo vacío. Sus labios totalmente deshechos y su caballera normalmente llamativa destruida y humedecida con su propio charco de sangre.
Asombrosamente, con sus pocas fuerzas Juleka dirigió su vista hacia aquel muchacho que la observaba sin darle lugar a crédito a lo que estaba viendo.
—A-dri-en.— dijo entrecortado con su último aliento. Acababa de morir desangrada. Tan solo ese segundo, se quedó perpetuándose en la mente de Adrien, grabándolo a gran detalle sin poder apartar su mirada de ahí, traumando a su rota cordura. Tragó saliva y cerró la puerta. Ya no podía hacer nada por ella.
Sacudió un poco la cabeza tratando de colocarse de nuevo y poder seguir corriendo, pero es que, ver a su compañera ahí solo le mostró lo peor de ese lugar. El paraíso para seres sin corazón, que solo buscan satisfacer sus retorcidas filias a toda costa, sin importar cómo los sueños y alegrías de una persona podían verse destruidos y, aún peor, dejarlos sufriendo para que vivan su propia muerte.
Aunque sonase irónico decirlo así.
Y luego estaba Plagg, quien le demostraba que no todos los caníbales eran bestias sin alma. Que podían llegar a ser realmente amables y gentiles. Personas más "humanas" que cualquiera que los rodeará. Su mente se estaba perturbando.
A paso rápido, alcanzó a sus amigos y comenzó a correr o con ellos. Por fin, llegaron a las escaleras de emergencia. Una enorme sonrisa de esperanza se dibujó en los rostros de la mayoría, excepto de Adrien quién aún estaba demasiado sumergido en sus pensamientos.
—Al fin saldremos de este maldito infierno.— impuso Kim con una tremenda alegría.
Empezaron a salir por las escaleras, cada uno. Primero Chloe y Alya, después Marinette y Mendeleyev. Justo cuando Adrien iba a salir, el suelo de simple madera y tablaroca comenzó a colapsar debajo de él. Pero, como el único evento afortunado que les había sucedido en ese viaje de muerte, ambos jóvenes alcanzaron lanzarse a las escaleras y salvar sus vidas. Dentro de poco, era probable que el edificio colapsara por completo.
—¿Están bien?— preguntó Marinette preocupada.
—Sí, sigamos.— tiró el ojiverde desconcentrado.
Y así, comenzaron a bajar.
Pero Adrien no era el único que traía sus traumas atormentándolo. La paranoia de Marinette iba aumentando, el temor consumía sus fuerzas para dar el siguiente paso y ahora, sentía que cualquiera de ellos podía dañarla. Sonará egoísta, pero en estos momentos, solo pensaba en la forma de cómo regresar con sus padres y decirles que los amaba.
Se arrepentía un poco de haber rechazado la primera oferta de Cloude, pero sabía que si hubiese aceptado jamás se lo perdonaría.
Y hablando del rey de Roma...
—Marinette.— escuchó decir con suavidad frente suyo sacándola de sus pensamientos. Ese castaño la miraba sorprendido y con cierta alegría. No supo porque, pero ella también sintió un inmenso alivio de volver a verlo.
Si no hubieran estado en mal momento, se lanzaría entre sus brazos para poder mostrarle cuanta gratitud comenzaba a sentir por él. Sin embargo, se limitó a solo responderle con una sonrisa.
—¿Cómo encontraron las escaleras?— preguntaba sorprendido.
—Plagg.— escuchó decir en voz baja desde atrás a Adrien, quien miraba hacia el vacío. Comprendió lo que probablemente le había sucedido. Apretó los ojos y respiro profundo, empezó a rechinar los dientes soportando el sufrimiento.
Ese niñato había sido su único amigo por tanto tiempo. Respiró profundo, ahora no era momento de llorarle a los difuntos.
—Hay que seguir.— y ahora empezaron a bajar las escaleras todos, corriendo con velocidad temiendo a que en cualquier momento se destruyera el lugar.
Todos se sentía enormemente felices. Ya estaban a punto de tocar suelo, y eso significaba, libertad. Al fin todo este terror terminaría. Solo era correr a salvo hasta el autobús que los guiaría a su salvación.
Empezaron a correr sin detenerse a ver atrás. En este momento no les interesaba otra cosa más que lograr escapar con vida, pero, está es mi historia. Todas mis piezas habían caído, solo mi reina y mi rey permanecían de pie.
Al final de cuenta, sólo perdería si matan a mi rey, y no voy a permitir que simples peones lo hagan, aunque para salvarlo y poder hacer mi movida táctica, tuviera que sacrificar a mi reina.
La rubia escuchó un crujido detrás suyo, volteo un instante.
Sin pensarlo dos veces corrió hacia la ojiazul.
—¡Cuidado!— la oyó gritar abalanzándose sobre ella.
De repente, Marinette escuchó tres balazos mientras caía. No solo eso, los segundos de su caída pasaron en cámara lenta, tanto así, que vio cómo las otras dos balas impactaban contra Alya y Mendeleyev.
Y antes de darse cuenta, su cuerpo ya estaba depositado en el suelo con el de la rubia encima de ella. Se golpeó fuerte el oído izquierdo tras chocar contra el suelo arenoso y lleno de grava del desierto, produciendo un gran pitido momentáneo que no le permitía escuchar los llamados preocupados de Adrien acercándose.
El rubio sin importarle aquellas balas, corrió hacia su amada quien estaba aturdida debajo del cuerpo vacío de vida de su amiga de la infancia.
¿Que no lo dolía?
Por supuesto que era así. Tras la muerte de su madre, ella se había convertido en la fémina más importante que tenía, una enorme confidente que a pesar de que de vez en cuando recurría a la superficialidad, era alguien con la que siempre podía contar.
Solo que ahora, su cuerpo se sentía demasiado débil como para sufrir la muerte de alguien más.
Con toda la fuerza de voluntad que le quedaba, empujó al cuerpo muerto de Chloe para poder levantar a Marinette. Se sintió despreciable. Colgó el brazo de la azabache de su cuerpo y la levantó.
— Probablemente no me escuches.— dijo levantando a la aún congelada muchacha.— Pero te prometo, que después de esto todo está bien.— trató de consolarla entre tanto dolor que sentía.
La ojiazul no quitaba la mirada inexpresiva de encima del cuerpo de su mejor amiga tendido en el suelo.
—Que lástima que sólo tenía tres balas.— escucharon Kim, Cloude y Adrien de donde habían provenido los asesinatos. Voltearon a ver.
Melodie, mi reina.
Mi último as bajo la manga.
No lamento la broma que les hice xd. La dvd me sentí toda genial haciéndola. No me culpen, ese día sufría de aburrimiento severo. Saben que los amo y no cancelaría una historia ya estando a dos capítulos de terminarse 💕
Adrien sufriendo traumas severos, Marinette paralizada por la muerte. Que bello Adrinette. ^^
¡¡FELIZ DÍA DE LOS MUERTOS!! ✨✨✨
Agradézcanle el susto que les di antier y este capítulo a -UnAnimaPerduta-
Y, una cosa más antes de irme. No sean de los tontos que odian a Kagami na' más porque sí (u ódienla pero en silencio) plis, que no soportaría saber que uno de mis Luckys es de esas personas que están ofendiendo a los demás que sí les gusta el personaje a tal punto que los hacen salir del fandom.
Con lof, Jazmín Valero.
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