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14. Desayunar [Un corazon]

(Si, lo sé. Noto mi horrible falta de ortografía en la palabra invención que es con C, luego lo corrijo)

[—¿Te pasa algo, Mack?— le pregunto Phil con su mujer recargada en su pecho, ambos recostados en el sillón de la sala escuchando las melodías que pasaban en la radio. Mack alzó la mirada un poco dilatada por el miedo que sentía. El pudo notarlo, aquel gesto era poco común en ella.

—Siento miedo.— ella no veía el sentido de mentir como el resto de la mayoría, sabía que de todas maneras la verdad se descubriría y de maneras más hirientes. Phil la acurruco más entre sus brazos y acaricio su cabello rubio con la nariz. La acción siempre la erizaba y le otorgaba una tranquilidad inigualable.

—¿Por qué?— le pregunto suave.

—Ayer...— iba a decirle pero la advertencia rebotó en su mente y volvió a atormentarla. Se trago sus palabras y guardo el silencio.— Un hombre me amenazo.— tiro como una verdad a medias. Phil noto claramente que su esposa le ocultaba algo, y aunque eso le preocupaba entendía que lo mejor ahora era tranquilizarla.

—Tranquila Mack, recuerda que nadie puede contra nosotros.— guiño el ojo su esposo, se levanto y le ofreció la mano para invitarla a bailar aquella melodía que sonaba.— No me gusta esta canción.— confesó con ella en brazos meneándose al ritmo de la música. El palpitar suave del corazón de el contra su pecho la tranquilizó más.— Pero contigo es suficiente para que se vuelva un deleite.

Lo que dijo Phil era falso, ellos no podían contra todos.

Bueno, Mack si; pero el no.]

Alya, Marinette y Adrien corrían a través del pasillo de ese piso con precaución. Temiendo a que en cualquier momento Melodie los sorprendiera en su plan de escape. Plagg se hallaba con ellos, pero a diferencia el corría sin ninguna precaución, más bien como si estuviera jugando.

—Bien, según la lista que tengo, ya no hay salvación para Nino, Nathanaël, Sabrina, Alix, Rose y Bustier; pero recuerden que no he bajado a ver la lista actual, así que puede que ya se hayan llevado a alguien más.— inquirió con una vocecita traviesa el pelinegro.

—Debemos encontrar a los demás.— inquirió Marinette sería.

—Obviamente.— respondió Plagg a lo diva.— ¿No se supone que eso estamos haciendo?— a los tras jóvenes le erizaba la piel la manera tan tranquila y casual con la que actuaba un niño de eso edad en un infierno como ese; pero ninguno se atrevía a pensar en cómo había terminado ahí.

—Pase lo que pase, no hay que separarnos.— sugirió Alya con los nervios de punta. Todos asintieron. Pero...

¿Cómo saber cuáles son sus habitaciones exactamente sin ir al lobby por la lista?

Los puntos blancos, Marinette.

Esa voz que hacia rato no escuchaba volvió a aparecer, y como siempre, haciendo que su corazón tambaleara y dudara de sus decisiones. Trago saliva sintiendo que la sangre en sus venas dejaba de circular y sus piernas se debilitaban.

—Marinette ¿Estás bien?— preguntó Adrien preocupado sacándola de sus pensamientos. La azabache tomó un respiro para volverse a reacomodar, no podían perder tiempo en ella.

—Los puntos blancos en las placas.— soltó con una seguridad sorprendente para todos.—Ahí se hospedaban nuestros compañeros, el nuestro también tenía uno, Adrien.

Se encaminaron hacia la primera puerta y abrieron con sutileza. No había rastro alguno de vida ahí. A oscuras, buscaron entre las cosas para ver de qué compañeros se trataba esa desaparición.

—Mylene e Ivan.— susurro Alya con dolor y tristeza mostrándoles un teléfono que tenía como fondo de pantalla una foto de ellos dos, seguramente era de Mylene.

—Si salieron de su habitación, seguramente ya están muertos.— inquirió con facilidad Plagg, con sus palabras clavándose en sus pechos. Adiós a tantas sonrisas compartidas.

Alya se llevó el celular consigo para iluminar otras habitación a oscuras en las que pudiera entrar, ya que por el miedo anterior se le había olvidado llevarse el suyo consigo misma. Adrien buscó entre la mochila de Ivan y tomó una navaja que el siempre cargaba, no podía dejarse a manos libres si quería proteger bien a Marinette,

Tomaron rumbo hacia la siguiente habitación, que estaba prácticamente a un lado. Precedieron a la misma que la anterior al encontrarla vacía.

—El perfume de Rose.— soltó dolida Marinette. Temía saber la manera en que había sido corrompida la dulzura de aquella chica en tal lugar. Oler esa tierna fragancia a vainilla en ese sitio era tan... agónico.

—Pero ¿Y Juleka?— cuestiono Adrien.— ¿A ella no la mencionaste en tu lista?

—Tampoco a Mylene e Ivan pero mira.— contesto Plagg.— De seguro ellos fueron más recientes que Sabrina, la última de la lista.

Suspiro con pesar queriéndose quitar ese sabor en la boca. Tratando de negar el hecho de que lo había disfrutado y hasta había llamado en su mente " el mejor corte que había probado". Pero se le aguaba la boca de solo evocar esa tierna carne siendo triturados con lentitud por sus dientes, exprimiéndole todo el cálido jugo y sosteniéndolo en su garganta para disfrutar cada sazón que cargaba.

Agitó su cabeza. Maldición.

—Vayamos a la siguiente habitación.— Marinette noto ese tono agrio y extraño con el que Adrien había hablado, como si estuviese evitando decir algo. Tomó aire sintiendo temor en su pecho, no podían perder tiempo en aquello. Ignoro ese mal presentimiento y...

Las bestias están saliendo a flote, cuidado con el.

Su pecho colapso con aquellas palabras. Regreso a verlo entre las penumbras, sostenía una postura sin emoción y gélida, sus vellos se le erizaban de solo verlo ¿Cómo le podía pedir esa voz que se cuidará de Adrien y que confiara en Cloude? Un mar de emociones la estaba ahogando.

Al entrar a la habitación, igual estaba vacía. Nuevamente buscaron entre las cosas para ver de quién había sido aquella habitación. Con ayuda de la lampara del teléfono de Ivan, descubrieron playeras de Kim.

Simplemente guardaron silencio por ambos, sin poder creer por lo que estaban pasando. Bueno, solo Alya realmente; ya que a Plagg le valía poco lo que sucedía, Adrien seguía sumergido en su conflicto interno, y Marinette se enfocaba en las preguntas que rondaban alrededor del rubio.

Llegaron a la siguiente habitación con ayuda de la llave maestra que cargaba Plagg. Pero para su sorpresa, esta vez sí encontraron alguien en la habitación.

—¡¡Adrien!!— dijo Chloe corriendo hacia los brazos del rubio cubierta en lágrimas. El chico suspiro aliviado de hallarla con vida y respondió al abrazo con fuerza. Kim, quién era el otro de la habitación se levanto sorprendido de ver a todos los que habían llegado.

—¿Qué hacen aquí?— preguntó el chico.

—No hay tiempo de explicar, tenemos que escapar ahora.— comentó Alya tomando las manos en forma de súplica a Kim mientras continuaba atónito. Se detuvo un segundo a observar a todos, podía ver sus pechos subiendo y bajando con velocidad, como si tuvieran miedo. Trago la saliva confundido, temiendo que todas las sospechas que se había cargado ese día fueran realidad.

—Sabrina desapareció, así que Chloe me llamó para hacerle compañía hasta que ella aparezca de nuevo, pero...— suspiro con fuerza, sintiendo como crecía un nudo en la garganta que retenía todas sus emociones.— Supongo que ella ya no va a volver ¿Verdad?— vio a Marinette negar con lentitud. Aquel ambiente lleno de dudas y de un misterio mortal llenaba de ansiedad a la rubia, quien ya sentía la opresión por tanto secreto que se decían entre miradas.

—Adrien.— dijo con las palabras cortándose en su boca. Su voz temblaba.— D-dime ¿En donde estamos en realidad?— cuestionó con el temor invadiendo cada poro de su piel.

—En un hotel para caníbales.— Adrien pudo sentir como, por fin, la rubia terminó rindiéndose en sus brazos, quedando congelada e incrédula por la situación. Tratando de conseguir aire y por fin, continuar llorando. No lanzaba algún jadeo o sollozo, las lágrimas solo salían, y ella continuaba con esa facción de terror en su rostro.

A Kim también le dolió, pero de tanto temor que había sentido hoy desde que vio el hotel a lo lejos, le costó menos de lo que creyó digerir la noticia.

—¿Y Max?— preguntó Adrien aún con la rubia en brazos, dejando que se desahogará ahí por un rato. Kim abrió los ojos como plato al escuchar aquella pregunta.

—N-no lo sé.— titubeo atónito.— Cuando me fui, el seguía dormido ¿P-por qué preguntan?

—Ya no está ahí.— contesto rápido Marinette, tratando de que así se suavizará lo digo. Daba igual como lo dijera, nada cambio el hecho de como Kim se sintió fatal al enterarse que su copiloto de aventuras había muerto.

—¿Cuál es el plan?— preguntó ignorando todas las emociones que sentía por dentro.

—Por ahora, asegurarse que Madame Mendeleiev siga viva. Según la lista, es la única que puede seguir viva.— exclamó Marinette.

—N-no, no puede ser.— repetía Chloe en voz baja.—No podemos ser los únicos vivos.— apretó los párpados con dolor negándose a la realidad, tallando su frente en el pecho de Adrien tratando de buscar consuelo. Pero no, no sentía esa sensación reconfortante; más bien, sintió un pánico enorme se sentirlo cerca. —A-Adrien ¿Te pasa algo?— preguntó con un inmenso temor.

Marinette regreso a verlos, queriendo saber la respuesta también. Adrien la observó, lo que menos quería era espantarla. Tomó aire y negó.

—No es nada, es solo que a mí también me hez difícil creer todo lo que está sucediendo.— Chloe asintió poco convencida y prefirió ponerse a lado de Kim.

Cuando todos estaban saliendo hacia la siguiente habitación, Adrien detuvo a Marinette por el brazo. Su piel cosquilleo haciendo que la azabache se zafara por acto de reflejos.

—Marinette. Dime ¿Te sucede algo?— preguntó inquieto el rubio al verla sería. Ella negó.

—No Adrien. Tú eres el que actúa extraño.— respondió lo más frívola posible. Aún así, el temor se percibía. El ojiverde tomó aire, tratando de atenuar ese revoltijo en el estómago.

—Tengo algo que decirte, ma..— la chica le tiro un beso fugaz en la mejilla para callarlo. Le sorprendía que a pesar de todo, ella todavía tuviera el detalle de ser cariñosa con el.

—No ahora. Tenemos que seguir.— y le dio la espalda para encaminarse con los demás.

Adrien se sobo ahí donde la azabache había depositado sus labios. Tan suaves y tiernos. Miro hacia el techo unos instantes para tratar de pensar las cosas. En su mente, el chico solo deseaba que ella lo pudiera perdonar.

...

Cloude tiraba de una puerta intentando que se abriera. Pero no funcionaba. Ahí en sa habitación, había respuestas de neumáticos de autobuses que anteriormente habían parado ahí. Se limpió las gotas de sudor en la sien agotado.

—No puedo creer lo que estoy a punto de hacer.— se dijo así mismo cansando. Tomó rumbo hacia la sala de eventos, pues ahí siempre se hallaban herramientas que podían reparar cualquier manojo atorado.

Se escabulló por los pasillos, no es que los caníbales no lo hayan visto antes, pero simplemente repudiaba la idea de ponerse a simpatizar con uno. No eran personas con las que le gustara conversar, eran demasiado anticuados en su manera de pensar.

Para su suerte, llegó a la entrada principal de la sala de eventos sin que nadie. Entro sintiendo la humedad del salón invadiendo sus pulmones, que asco. Recorrió el lugar hasta la otra punta esperando que nada malo sucediera.

—Wow, Cloude, cuánto tiempo sin vernos.— escucho decir a Melodie a sus espaldas. Rodó los ojos con fastidio y volteo hacia ella. Paso saliva al ver que sostenía a uno de los franceses moreno. Tenía un cuchillo clavándoselo en uno de sus oídos al pobre sujeto. Cloude bufo.—Salúdalo, Max.— el francés no hacía más que lloriquear de dolor.

—Déjalo en paz.— dictó Cloude.— Hacerlo sufrir no volverá más jugosa la carne ¿Sabes?— tiro frío.

—Ay, vamos.— hizo un berrinche Mel.— Bueno, y dime ¿Qué haces aquí? ¿En que te encuentras metido ahora?— cuestionó con una sonrisilla curiosa.

—¿Por qué preguntas? ¿Quieres que también ande entre tus piernas como mi hermano?— respondió cínico con un entusiasmo fingido. Melodie soltó un bufido molesta. Cloude continuó con lo suyo.

—¿No vas a ayudar al muchacho?— le reclamó furiosa la fémina. El se encogió de hombros.

—Amigo, te voy a ser sincero.— dijo acercándose a él. Se puso frente a frente.— Ya no tienes salvación.— después se levanto a altura de la fémina, y le sonrió maliciosamente.—¿Ahora me permites seguir con lo mío o se le ofrece algo más a la princesa del hotel?— Melodie solo le ofreció una mirada de asco.— Como quieras.— y le dio la espalda para caminar hacia donde tenía planeado.

Melodie observó a su alrededor. En el techo habían espejos, espejos que habían reflejado tantos actos criminales, el champagne rosado había sido colocado ya en una mesa para el gran festín mañanero costumbre del hotel. Sonrió y respiro profundo, no se sentía cómoda formando parte de todo esto pero con el paso de los días esa opresión en su pecho era menor.

—Aquí todos somos prisioneros, de nuestra propia invención; Max.— y lo llevó hacia su segura Muerte.

Tranquilos, el fue una de las muertes más dolorosas por igual. El fue asesinado, y ya después cocinado.

Trituraron bien su carne para poder separar los trozos más tiernos de los ligamentos difíciles de masticar. Pusieron la carne a cocer  mientras iban siendo picados las especies que le pondrían.

Fueron preparando aquella salsa con la que bañarían la carne del joven francés. Después, cuando la carne termino de ser cocida tomaron la cacerola y ahí la sazonaron con mantequilla, sal y aceite.  Melodie se dedicaba a observar cómo la carne cambiaba de tono mientras iba siendo cocinada. Le gustaba ver como los tiernos tonos rosados se volvían cafés y negros. Adoraba como la lumbre hacia que la grasa en la carne brillara.

El banquete pronto terminaría de ser servido. Ahora iría por los que restan.

...
...
...

Aquí les traigo este cap y como siempre ¿Qué les pareció?

Y ya lo sé, la gente me empieza a preguntar si me baso en la canción de Bon apetito de Katy Perry pero no, no es así.

Para que veas que te quiero apareussant , entregue esto para antes de lo que tenía planeado >>:v

Créditos a la receta canibal de hoy para PerlaStefanie


Y... antes de terminar....

Gracias por todo su apoyo en Tiro al blanco. Les pedí 20 y ustedes me dieron 50, y como les prometí, vayan haciendo aquí sus preguntas acerca de la historia, alguna duda que tengan, o algo que le quieran preguntar a alguno de los personas de aquí. Yo se las responderé en el siguiente capítulo que publique.

Jazmín Valero.

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