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12. Amigos [Imaginarios]

En este capítulo solo se contará la historia completa de Mackenzy Winslow, por lo tanto si el personaje no te interesa no es necesario que lo leas para continuar con la historia.

[—Winslow.— no respondía, permanecía sentada en la esquina de su habitación. Con una mirada demacrada que indicaba todas las noches de insomnio por las que había pasado. Cada minuto, cada segundo, cada instante; clavándose como agujas ardientes en su alma.

Sus ojos; nublados por el sometimiento inhumano que le daba a a esa pobre fémina.

"Te arrebataron tu humanidad" enunció frívolo Levi.

—Has pasado todas las pruebas, parece que ya eres una nueva mujer.

"Felicidades. Un maniquí más en este mundo"

—Pronto, podrás reintegrarte de nuevo a la sociedad. En cuanto llegue tu hermana y ella firme los papeles; y tú ya no volverás a pisar el suelo de este lugar.

"Que asco. La sociedad."

—Como último ¿Que piensas cuando digo "carne"?

"Necesidad, sed, tiernos ligamentos"

—Costillas texanas.— respondió Mackenzy.

"Mientes"

—Bien. Sin duda Estados Unidos recibirá de brazos abiertos a una mujer ejemplar como tú.

"Aleluya. Morirás en el mar de la hipocresía, siendo hipócrita."

La Doctora Castro abrazo al que había sido uno de sus pacientes más significativos sin duda. Extraña y retorcida, su comportamiento fúnebre aún le causaba cosquilleos en la piel. Más debía sonreír, debía fingir que todo estaba bien para que Mack se sintiera igual.

Aunque muy dentro de ella, una voz le susurrara que todo iba a empeorar.]

[—Vamos Mack. Solo es un hombre. No pasará nada.— se le insinuó Melissa. Tenía que admitirlo, para sus tan solo 16 años, su hermana era muy coqueta y atrevida. Suspiro e ignoro aquel comentario, tomó una trago a su agua y se concentró en las ondas que se provocaron en ella al momento de que la música golpeaba contra el vaso.

No comprendía la diversión juvenil. Era demasiado... insana desde el punto de vista de ella: alcohol, cigarros, drogas, música a decibelios excesivos, coqueteos.

—Camina hacia el, tranquila, no muerde.— le dictó al oido su hermana. Se le hacía imposible creer que ella se tratara de una Winslow. Los de su apellido siempre guardaban la compostura, tenían intereses intelectuales y sus impecables modales los hacían el atractivo de cualquiera.

Recordó a su madre y la comparo con Melissa. No se parecía ni en lo más mínimo.

Pero no la culpaba, al fin y el cabo sus padres habían muerto cuando era muy pequeña. Y quedó al cuidado de la nada.

Seguro no pudo con tantas pérdidas a su alrededor.

Suspiro y pensó que tal vez, lo mejor era complacer a su hermana. Ya le había hecho mucha falta, no podía negarse ahora a una petición suya.

Cerró los ojos, como le hacían mucha falta sus amigos imaginarios. Siempre había existido alguno que lo aconsejara, pero ahora ni eco de su voz quedaba en su cabeza.

"¿Por qué me niegas?" Preguntó Levi.

No existe, el no existe. Repetía Mack en su mente.

Todos sus amigos le tenían miedo a Levi, incluso Edward. Tomó aire olvidándose de aquello y empezó a caminar hacia el joven.

—Hola.— tiro seria sentándose aún lado de un joven pelinegro.— Mi hermana dice que me has estado viendo.— comentó inexpresiva. El chico tomó su bebida y sonrió.

—Es imposible no hacerlo. Después de todo eres la loca de los Winslow.— respondió el varón, con un tono casi alegre. El no era estúpido, sabía con quienes debía mantener distancia para su propio bienestar.

Pero Mack no era una de esas personas.

La fémina abrió los ojos de par en par pero luego agacho su mirada, su puño estaba apretujando un pedazo de su vestido.

—¿Cómo lo sabes?— preguntó aún tensa.

—No lo sé.— rió. — Quizás Satán me lo dijo.— tiro jovial, despreocupado.

—¿Entonces por qué estás tan tranquilo?— cuestionó sin poderlo ver a los ojos. La vergüenza la consumía.

—Existen peores monstruos que tu, preciosa.—  su mirada se alzó y se encontró con los oscuros ojos de el. Mantenían una profundidad que no había antes.

"Exquisito manjar que nos resultará"

—Vamos.— siguió el mismo.— ¿En serio crees que ustedes son las únicas bestias en el planeta?— preguntó con sorpresa cínica, pérfida. — También existimos nosotros.

Un cosquilleo se sintió en su estómago. Por primera vez, se sintió débil e indefensa, pero extrañamente lo disfruto.

Tomó el trago final de su bebida y se paró del asiento. Empezó a caminar hacia la salida de aquel lugar, pero antes de seguir con su camino se detuvo y viró hacia ella.

—Vente, querida bestia. Este lugar no es para nosotros. Acompáñame.— la invitó cortes, con una mirada algo picara y vacilante.

—¿Cual es tu nombre?— preguntó escéptica antes de darle su mano ofreciéndole la confianza para acompañarlo. El la tomó y elevó una sonrisa que la cautivo por pequeños instantes.

—Philip Denver, pero llámame Phil.— y después...

Bueno, adoro el después. La distopía más hermosa que he visto en toda mi inmortalidad.

Ese día, fue el primero en la que una Winslow y un Denver cruzaron palabras.

Una caníbal... y un pirómano.]

[Escuchaba el crujir del fuego frente a ella, el calor se infiltraba por cada uno de sus poros a pesar de ser una helada noche de otoño. Las cenizas volaban y se paraban sobre su cabello. Su corazón, palpitaba rápidamente, a pesar de ella estar completamente gélida.

—¡¿Viste eso?!— decía Phil completamente incrédulo pero feliz. Se podría decir que hasta casi saltaba de alegría.

Mack seguía igual. No sabía cómo sentirse al respecto, en sus oídos aún resonaban los gritos de auxilio de los más pequeños de la familia. Ahora, lo que alguna vez fue un dulce hogar, era un montón de llamas, escombros y cenizas.

—L-los asesinaste.— dijo aún con un nudo de garganta. Empezó a temblar de la furia y la impotencia. Volteo a verlo molesta. Varios sentimientos encontrados hacia el le daban unas ganas inmensas de llorar en ese momento.

El la viro, estaba sorprendido de que aquello le molestara.

—¿Disculpa?— cuestionó indignado.— Hice esto por ti.— bramó señalando las llamas. Vio como una lagrima se salió de esos ojos que tanto amaba, estaba confundida. Más no mostraría rendición ante eso, siempre que lo hacía salía perdiendo.

—¿Asesinaste a inocentes sin razón por mi?— cuestionó molesta. Podía notarlo en su rostro, se hallaba decepcionado.

—Ahí hay carne ahumada para ti.— soltó mientras veía las llamas.— Lo mejor, es que podrás comerlos sin dejar rastro. Lo que tú les hagas no se notará y le echaran la culpa al fuego.— tiro inexpresivo. Se veía su dolor.

Eso le gustaba de el; que de vez en cuando se esforzaba por darle pequeños lujos. Aunque no fueran los más comunes, los apreciaba.

Los bomberos y oficiales llegaron al poco rato, mientras ellos permanecían a lo lejos viendo todo para que no los atraparan. No, esconderse en las sombras no era una opción, Phil le temía a la oscuridad.

—La carne.— pronunció ella viendo como apagaban las llamas y algunos bomberos ingresaban en la casa con el fuego ya disipado. Phil la abrazo, despreocupado como siempre.

—Tranquila, los escondí en un lugar en donde no los encontrarán rápidamente. Mañana vendré por ellos y desayunaras como reina.

Al día siguiente, como el le prometió, se infiltró en su habitación y le dio un paquete. Al abrirlo, el hermoso aroma de un filete marinado se coló por su nariz. Maldición, hace mucho que no probaba carne humana. No, esto no podía ser correcto.

"¿Por qué te resistes?"

¿Por qué simplemente no nació como los demás, sin ese insaciable gusto? Su mano paso por la textura de la carne, las yemas de sus dedos podían sentir lo blanda y jugosa que estaba. Se veía que las había cocinado a la perfección.

—Me esforcé mucho para conseguir esta receta, no lo dejes así.— la animó tierno Phil. Ella sonrió, adoraba ver que el no la rechazaba.

Y sin pensarlo más le dio la primera mordida, baño sus papilas gustativas de su mayor delirio, carne humana. Tomó trozo tras trozo, su paladar jamás se sentía satisfecho ante aquellos tiernos tejidos que palidecían al ser triturados por sus dientes.

El solo se dedicaba a observar cómo la mujer a la que amaba saciaba su exótico gusto, sonreía más así no se sentía. Sabía que estaba alimentando al monstruo, para mantenerlo calmado, si seguía retenido como lo tuvieron tanto tiempo, ella algún día estallaría.

Pobre Mack, jamás fue libre.]

[—Solo firma estos papeles y el hotel que tenían tus padres te pertenecerá.— le dijo el abogado a Melissa Winslow, quien acababa de cumplir sus 21 años, ósea, la mayoría de edad en los Estados Unidos.

Aplasto sus labios uno contra otro aplacando el pesar en su lomo que eso resultaba, parecía más una responsabilidad aplastante que un beneficio. Suspiro y firmó.

—Entonces, desde ahora todos los bienes dejados por sus padre serán dados a usted.— le sonrió a Melissa. El abogado volteo a ver a la joven adulta que estaba sentada en la esquina del cuarto.

Mackenzy.

Los bienes no pudieron ser dados a ella puesto que el gobierno tenía muchas restricciones para aquellos que han permanecido alguna vez en algún centro psiquiátrico, por eso tuvieron que esperar a la mayoría de edad de Melissa.

Pero, realmente no la veía con lastima, si no con asco. Puesto a que era su abogada, conocía toda la historia por la que los Winslow habían pasado gracias a ese demonio estúpido y repugnante que se sentaba ahí.

Criaturas como ella no debían existir. Malditas dementes. Si hubiera sido su hija la hubiese asesinado desde hace mucho tiempo atrás.

—Me despido de usted.— le tendió la mano para que está la estrechará.— Fue un placer atenderla, Señorita Winslow.— inquirió ya casi saliendo de la sala, pero Melissa lo detuvo por el hombro antes de que este saliera.

—¿No se va a despedir de mi hermana?— preguntó lo más amable posible Melissa al abogado. Este solo soltó una pequeña risa.

Volteo a verla como si de un animal se tratase.

—No veo lo razonable en despedirse de bestias.— y salió de la habitación sin más. Melissa estuvo a punto de ir por el pero Mack lo detuvo.

Y luego la llaman bestia a ella, malditas tarados.

—Estoy harta de que busques la igualdad entre tu y yo.— tiro fría con planes de salir de ahí también. Melissa gruñó. Ella también estaba harta de la terquedad de su hermana por negar su normalidad.

Le jaló del brazo para que ésta dirigiera su mirada a ella, pero al momento de hacerlo una quemadura en lo alto de su brazo salió a la vista de Melissa. Se veía grande, y por lo que se notaba ya tenia días atrás que se la había hecho ya que estaba cicatrizando.

—El te lo hizo.— soltó sin duda alguna en sus palabras, sabia bien que clase de persona era Phil. El caso de su familia fue sonado por mucho tiempo, pero creyó que quizás el había cambiado. Estúpida.— ¿Por qué?— cuestionó a su hermana, sin embargo esta se dignó a solo arrebatarle sus brazos. Siguió avanzando y salio el pasillo, mas la menor salio tras de ella en busca de respuestas.— ¡Dime!— exigió.

Viró hacia su hermana nuevamente, su pecho subía y bajaba por la rabia contenida. Odiaba esto, odiaba amarla así.

Odiaba ser así.

Tenía que ser cortante, de alguna manera tenía que alejarla de ella antes de que saliera lastimada. Hasta el mismo abogado lo había dicho.

Ella era una bestia que no debía ser tratada como humano.

—Si tu te dejas hacer chupetones por tus cientos de hombres ¿Por qué yo no dejarme hacer una quemadura por mi amante?— tiro agria, sin un dulzor que amortiguara sus palabras dolorosas. Su hermana rechinó los dientes. Soltó un bufido y volvió a entrar en la habitación donde anteriormente estaban.

Alzó el mentón ante la actitud de su hermana, tan ingenua.

"La solución es fácil, cómetela."

Unas nauseas enormes brotaron de la joven. El monstruo volvía a resurgir.]

[Las noches con el hombre de ojos oscuros le resultaban un delirio, casi tanto como la carne, solo que este le sobrepasaba.

Sumergían sus penas y rabias en la piel del otro. Le entregaban sus emociones a la indiscreta luna. Sus corazones imprudentes palidecían ante los latidos compartidos. Se ahogaban en su propias tragedias y emergían como pasión pura.

El le daba algo que ni su canibalismo lograba; felicidad, tranquilidad. Y al viceversa.

Ya no eran bestias; se volvían como los demás: almas indefensas ante la estúpida sociedad.

Se revelaban y entregaban su confianza entera.

Y ellos, se habían hecho una promesa.

Vivir, vivir al fin. Hacer de ellos una familia feliz y unida. Lograrían lo que siempre quisieron, su catarsis.

El retendría sus impulsos de encender en llamas las cosas. Ella evitaría comer carne humana.

Se alejaron un tiempo de California, nadie supo que fue de ellos. Hay quienes dicen que se fueron a Texas y ahí crearon un sembradío para volver a Mack vegetariana. Otros dicen que cruzaron la frontera y vivieron en Tijuana como mercaderes.

La verdad, no era ninguna de ellas.

Que ingenuo amor. Las promesas fueron hechas para ser rotas.

Quizás si pudieron llegar a ser felices. A pesar de ser un viejo maniático del fuego que le costaba resistir sus impulsos, era un buen hombre para ella. Daba su corazón entero para cumplir aquella promesa. Y ella igual, le era muy amorosa a el; se ayudaban mutuamente en calmar sus manías.

Por eso era irónico que todo fuera resultando bien.

Durante ese tiempo vivieron en Arizona; en un pueblo pequeño donde Phil consiguió un trabajo como pescador (lo que lo mantenía lejos del fuego) y la verdad es que lo disfrutaba, quizás no daba todo el dinero del mundo pero ellos eran felices con su sencillez. Ella solo era ama de casa, disfrutaba que fuera así.

Todo iba tan hermosamente perfecto. Y lo fue aún más en la llegada de Ian Denver, el primer hijo de Phil y Mack.

Los días eran hermosos sin duda, pero algunas noches podían ser tormentosas.

Ninguno de sus amigos imaginarios continuaba con ella. No ha tenido esos espíritus ahí desde 1969. Pero a veces podía oír cómo aquellas voces la estaban llamando desde lejos. La mantenían despierta a la media noche, solo las escucha decir advertencias sobre Levi.

Su último compañero en pie.

No entendía, y eso le irritaba. Su mente era torturada y para calmarse tenía que evocar el vago recuerdo del olor de la carne humana.

Ella misma acabaría con su felicidad muy pronto.]

...
...
...

Esta no es toda la historia de Mack, poco a poco se irá continuando en otros capítulos. Explicaré el como Mack llegó a hacerse dueña de un hotel en medio de la nada, y cual es su relación con Melodie.

En fin, ame el capítulo, pero si a ustedes les resultó un asco pueden decírmelo con gusto. Si les soy sincera, este es el primer capítulo que he escrito durante toda mi vida, desde un celular, y la ortografía me sale del asco desde el celular.

Los amo Luckys míos.

Jazmín Valero.

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