Sonrisa
—Lo de Dominick y yo está irremediablemente roto.
—Tienen un hijo de por medio.
—¿Y eso qué? Un hijo no amarra.
—Pero los sentimientos sí. No sé por qué siento que todavía guardas una esperanza de arreglar eso que consideras irremediablemente roto. No soy quién para juzgarte, pero sí quisiera recordarte, por si lo has olvidado, que ese hombre fue capaz de condenarte, no solo a ti, sino también a ese bebé. No le importó alejarlo de su propia madre. Independientemente de las diferencias que tuvieran y de la duda, ese bebé no tenía la culpa. Existen cosas que no merecen perdón, y considero que esta es una de ellas.
—Lo sé, créeme que lo sé, pero duele.
—Que ese dolor te sirva para ser fuerte, superarlo y salir adelante, más no tropezar con la misma piedra, Amelia. Ten presente que ese tipo nunca te amó, porque si lo hubiese hecho, jamás hubiera dudado de ti.
Lo sé, tengo claro todo eso. Pero ¿cómo se lo hago entender al corazón? ¿Cómo se borra a alguien de aquí? Aunque lo odie de la manera que lo hago y cargue tanto resentimiento hacia él por darme la espalda y por todo lo que me hizo, el recuerdo de lo que éramos antes me atormenta día y noche. Fueron ocho maravillosos años que se fueron por la borda. Habíamos hecho planes futuros juntos. Éramos tan felices, al menos yo sí lo era. Esperábamos con ilusión la llegada de nuestro primer bebé. Dominick mandó a construir una casa para nosotros, incluso teníamos la habitación preparada para la llegada de nuestro hijo. ¿Cómo algo que comenzó siendo tan hermoso, se convirtió en una terrible pesadilla?
—¿En qué piensas?
—Él seguirá pensando que mis intenciones con él eran quedarme con su fortuna y la de su papá, porque así me ve él y su familia, como una caza fortuna y destruye hogares. Ni siquiera recuerdo cómo aparecí en la cama con mi suegro esa noche. Si ese señor no hubiera tomado la decisión de quitarse la vida al encontrarse en el ojo del huracán con ese escándalo, tal vez esto se hubiera podido esclarecer a tiempo.
—Para mí es evidente que alguien más está detrás de todo esto, pero necesitamos ir con calma, hacerles creer que han logrado su objetivo. Descansa tranquila, porque créeme que voy a dar con el culpable y me encargaré personalmente de llevarlo de excursión a explorar las profundidades del infierno. Nadie se mete con mi florecita.
—No hagas una tontería, Enzo.
—Pagar con cárcel sería un privilegio para esas lacras. Ni aunque le partan o le coman el ojete sería suficiente castigo por lo que te han hecho pasar. Por cierto, hablando de ojetes, ¿disfrutaste el baño?
—Eres tan vulgar— pese a lo mal que me sentía, su comentario me sacó una sonrisa.
—Luego de esa tensión y seriedad que se creó por la conversación pasada, me hacía falta verte sonreír.
Desvié la mirada por su mirada fija. Me puso nerviosa su comentario.
—Por cierto, sé que tienes un grado asociado como asistente dental y que el empleo que tenías se vio afectado por lo sucedido, pero tengo una amiga que está dispuesta a ayudarte. Es una oportunidad única y sé que te gustará porque es en el campo que estudiaste.
—¿De verdad crees que me dé una oportunidad?
—Por supuesto. ¿Te animas?
—Claro que sí.
—Bien. Entonces mañana mismo te llevaré a su oficina para que la conozcas. Estoy seguro de que te caerá muy bien. Ve esto como un nuevo y mejor comienzo.
—Gracias, Enzo.
—Por cada «gracias» que me des, será un beso más a la lista de los que me debes.
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