Solos
—Eres tú quien debería tener cuidado, pero con ella, no vaya a ser que aparezcas con moscas en la boca.
—Gracias por elevar más mi interés. Me gusta el peligro.
Enzo no pronunció palabra alguna luego de esas, solo le sonrió antes de subirse al auto y ponerlo en marcha.
—¿Y tu auto? ¿Lo dejarás ahí?
—Mandaré a uno de mis muchachos a llevarlo a la casa. No te preocupes por nada, florecilla. Lamento haber llegado tarde y que tuvieras que enfrentarte a esa situación tan desagradable.
—Acabas de amenazarlo, eso puede traer problemas.
—Él no es tan idiota. Sabe perfectamente que tiene las de perder si dice algo sobre nuestra conversación.
—¿Que se haya aparecido aquí no nos puede favorecer a nosotros? Es evidente que me estaba siguiendo, ¿o cómo pudo saber que estaba aquí?
—No, no es suficiente. Para recuperar a tu hijo ya te dije los pasos a seguir. Debes tener presente que lo que nos pone en desventaja son los cargos que te imputaron. Hasta que no podamos esclarecer eso, no podremos luchar por su custodia. Debemos mostrar tu inocencia, eso hará que todo el proceso sea más rápido y seguro.
—¿Qué sucede si no puedo demostrarlo? ¿No podré ver a mi hijo nunca?
—Mi hermosa flor, sé que estás desesperada, pero hay que ser pacientes. La verdad siempre sale a la luz. Con esta visita indeseable he confirmado dos cosas; ese tipo está realmente herido y celoso, por lo que no creo que él tenga enteramente la culpa de lo que pasó. Si te odiara y quisiera hundirte, ¿qué ganaría creando una escena como esa? Tengo la leve sospecha de que ha sido envenenado por alguien.
—¿Por alguien?
—¿Tienes enemigos?
—¿Enemigos? ¿Su familia aplica? Son las únicas personas que desde que comencé mi relación con Dominick, me han tratado como basura. Siempre han dicho que no lo merezco. Por eso tomamos la decisión de mudarnos juntos.
—Bien. Entonces comenzaremos por ahí.
—¿Qué harás?
—Solo pienso llegar al fondo de esto, cueste lo que cueste.
Durante la noche no pude dormir casi nada. La conversación que tuve con Dominick estuvo dando vueltas en mi cabeza. Me prometí no llorar por esto y, aunque he tratado de cumplir con ello, mi corazón duele mucho.
Según salí del trabajo, regresé a la casa a terminar de preparar la maleta con lo esencial. Nuestro primer destino fue el Hotel Mandarin Oriental. Quería decirle muchas cosas, pero decidí solo seguirlo al ascensor. Pensé que nos quedaríamos en los primeros pisos, en una habitación normal, pero subimos al piso 53, deteniéndonos en la suite presidencial. Por dentro era un lugar de ensueño. Hay muchas vitrinas y la altura brinda unas vistas panorámicas de Central Park y del perfil urbano de Nueva York. En esta habitación caben fácilmente ocho o hasta más personas. Es demasiado lujoso, tiene alfombras elaboradas artesanalmente, obras de arte únicas, espectaculares objetos de decoración y mobiliario diseñado a medida. Dispone de un amplio dormitorio principal con paredes revestidas de seda y un vestidor panelado con madera de sicomoro. Su espacioso cuarto de baño de mármol cuenta con una bañera de tamaño considerable y una regadera de vapor acristalada para dos.
—Enzo, no quisiera sonar despreciativa, pero ¿por qué nos quedaremos aquí? Este lugar es demasiado.
—Ya habíamos hablado sobre esto, mi bella flor. Para mi futura mujer lo mejor. Siéntete cómoda y disfruta de nuestra estadía. Serán solo dos noches. Estaremos completamente solos, celebrando nuestros planes futuros, creando mejores recuerdos juntos, y celebrando que muy pronto demostraremos tu inocencia, limpiaremos tu nombre y recuperaremos a tu bebé. Este es solo el comienzo de las bendiciones que vamos a recibir en abundancia.
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