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Sello

El día de nuestra boda llegó y me sentía muy emocionada, aunque bastante nerviosa. Los preparativos fueron realizados entre mis tíos, mis padres y Enzo. En lo único que pude participar fue en el diseño del traje. Todavía no puedo creer que estoy a solo minutos de casarme. 

El escote en forma de corazón de este vestido de novia es encantador. El detalle del listón define mi cintura y resalta los olanes en capas irregulares de la falda. Es un estilo de princesa muy vaporoso y elegante. 

Usé el collar de diamantes que me regaló en navidad. Cualquiera diría que fue un regalo exclusivo para esta ocasión. Luzco como una princesa frente al espejo. 

Mi hijo lleva un hermoso traje blanco, él también debe estar a la par de su papá y de sus abuelos. 

Aún me cuesta creer que mis padres estén aquí conmigo, acompañándome en el segundo día más especial de mi vida. Entrelacé mi brazo al de mi padre y me hizo notar su apoyo, dándome un beso en la frente. 

La iglesia estaba rodeada de mis flores favoritas; la decoración hacía juego con los trajes de las madrinas. Había dos niños delante nuestro que nos abrieron paso y crearon un camino de rosas mientras caminaba de la mano con mi papá. Todo se veía tan hermoso, delicado y colorido.

Cada paso hacia Enzo, traía consigo un hermoso y grato recuerdo. Haciendo retrospectiva de todo lo que hemos pasado los dos, hace que me sienta un poco melancólica y sentimental. Este sentimiento que fluye por mi cuerpo, es la muestra viva del gran cariño y amor que le guardo. 

Antes éramos dos niños, en aquel entonces siempre pensé que lo que sentía hacia él era pasajero; un cariño de amigos, una simple atracción física o tal vez deseo. Apenas estaba en la etapa de descubrir muchas cosas e incluso descubrirme a mí misma. Probablemente las cosas no hubieran resultado como ahora, si hubiéramos comenzado a salir en aquel entonces cuando éramos tan inmaduros. Dios sabe el porqué hace las cosas. Él sabía que llegaría el momento de nuestro reencuentro, de revivir lo que algún día creíamos imposible o muerto, que lo mejor estaba por venir.  

Estoy segura de que él se sentía igual; no solo por su expresión, sino por sus ojos llorosos y rojos. Mi corazón se estrujó al verlo tan conmocionado y sentimental. Por lo regular, se comporta como un hombre fuerte y burlón, pero hoy, por primera vez estaba mostrando una faceta conmovedora, tierna y emotiva, causando un terremoto en todo mi cuerpo y estragos dentro de mi barriga. Se esforzaba en no seguir llorando, parpadeando cuántas veces le fuera posible, pero no era suficiente. Hoy las mariposas están más alteradas que de costumbre.

Se veía hermoso en ese traje estilo príncipe y corbata blanca, más ese pantalón medio ajustado del mismo color. Tan elegante como siempre. Sin duda alguna, me he sacado la lotería con él. Quiero tenerlo para mí solamente.

Tomé su mano extendida, subiendo el escalón para detenerme a su lado. Mantuvo sujetadas mis manos y me saqueó de arriba abajo. 

—Y luego dicen que la perfección no existe; eso es porque no te han conocido. Eres la princesa más hermosa que hay sobre la tierra— acarició mi mejilla y mordí mis labios de la emoción. 

—Tú estás muy bello. Te sienta bien el blanco— no puedo esperar a estar a solas con él.

Esos ojos brillosos que me contemplaban con tanta pasión y dulzura a su vez, tenían mi corazón bombeando muy fuerte. Me sentía al borde de un ataque. 

Escuchamos con atención las palabras del padre, cada una la sentía mía. No podía dejar de mirarlo de reojo, por la seriedad en que toma todo lo que el padre dice y asiente con la cabeza. 

Antes de proceder con los anillos, quise decirle unas palabras desde el fondo de mi corazón. Me sentía segura. Por fin había aclarado mis sentimientos. 

—Ha sido un largo camino, lleno de dificultades y dolor, pero esas malas experiencias han sido el motor para salir adelante. Hemos aprendido mucho el uno del otro, cada experiencia nos ha vuelto fuertes, nos ha revelado quién merece estar en nuestras vidas y quién no. Dentro de todo lo malo, tú y mi hijo han sido mi fortaleza. Delante de todos y de nuestros familiares, quiero agradecerte por todo; gracias por confiar en mí sobre todas las cosas, por decir presente, por respetarme y amarme como lo haces, por ser el gran hombre y padre que eres y por permitirme unir mi vida a la tuya. Si hay una decisión de la que nunca voy a arrepentirme, es de haberte elegido a ti como mi esposo y padre de mi hijo. 

—¿Cómo se puede hablar luego de ese inesperado ataque? — sonrió nervioso, hasta las orejas se le han enrojecido; es tan lindo—. Mi hermosa flor siempre sorprendiéndome, ¿eh? — carraspeó, volviendo a tomar mis manos—. Existen muchas cosas que quisiera compartir contigo. La mayoría de ellas ya las conoces, pero nunca está demás repetirlo. Para mí esto todavía es como un sueño del que no quisiera despertar nunca. Pensé tantas veces en rendirme, creí que jamás sería suficiente como para conquistarte, que las sombras del pasado seguirían siempre ahí para torturarme. Desde el primer día que te vi, fue como un flechazo directo al corazón. Es increíble que todavía sigo sintiendo exactamente lo mismo que sentía hace tantos años atrás. Es como si el tiempo no hubiera pasado. Soy yo quien se siente dichoso por tener el privilegio de casarme con la mujer de la que he estado enamorado desde mis trece años. No solo eso, sino con la que tengo un maravilloso hijo. Si esto no se llama ser afortunado, entonces no sé cómo llamarlo. Te prometo que no te arrepentirás de haberme dado esta oportunidad. Me esforzaré en ser el mejor esposo para ti y el mejor padre para nuestro bebé. Te amo, Amelia.

Siempre tiene la facilidad de ablandarme el corazón y aflojarme las lágrimas. Aunque intenté contener la felicidad detrás de sus palabras, fue inevitable que una lágrima descendiera por mi mejilla. Su dedo la secó gentilmente y sonrió. 

Los anillos sellaron nuestro compromiso, pero aún hacía falta el último sello para nuestra unión. 

—Si alguien tiene algo que decir para que este matrimonio no se lleve a cabo, que hable ahora o calle para siempre.

Automáticamente miramos a cada uno de los presentes, al parecer tuvimos la misma inquietud, pero nadie se atrevió a añadir nada. 

—Yo los declaro marido y mujer. Puede besar a la novia. 

No hizo falta que nos diera el permiso, los dos estábamos ansiosos por lo mismo. Tanta pasión, suavidad y deseo, mezclado en ese beso hizo flaquear mis piernas. 

—Por fin tengo la dicha de llamarte mi esposa— depositó varios besos en mi cabeza, mientras me abrazaba con tanta fuerza contra su pecho. 

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