Perdón
Necesito dialogar sobre esto con Amelia, es ella quien podrá aclararme muchos puntos, pero a la misma vez debo hacerlo con cuidado. No quiero ponerla en sobre aviso sobre lo que he descubierto o se preocupará.
Llegué a la casa temprano y esperé por ella en la antesala. Le pedí a mis tíos que no nos interrumpieran, ya que necesitaba hablar con ella a solas. Esperé a que se cambiara de ropa y se pusiera cómoda para traerla conmigo al estudio, pues es el lugar más privado de la casa.
—Hoy estaré dialogando contigo como tu abogado, no como un amigo.
—¿Pasó algo?
—No. Es solo que necesito que me cuentes algunas cosas. Todo lo que me digas servirá para recuperar a tu hijo, así que espero que seas honesta y me cuentes todo con lujo de detalles. No quiero traerte malos recuerdos, pero esto es muy necesario. ¿Qué recuerdas de esa noche en que Dominick te encontró en la cama con su papá?
—Estaba esperando a Dominick del trabajo para celebrar nuestro aniversario por adelantado, pero mi suegro llegó a la casa. Él era muy apegado a mí y a Dominick, de hecho, en esa familia él era el único que me apreciaba. Esa noche él se veía cansado y estaba actuando de una forma muy extraña, aparte del olor a alcohol que tenía encima, por eso le ofrecí quedarse en la habitación de huéspedes. No lo vi en condiciones de regresar manejando. Pasé mucho trabajo en llevarlo a la habitación porque pesaba mucho.
—Cuando dices “una actitud extraña”, ¿a qué te refieres?
—Estaba maldiciendo a su esposa, a sus hijos y a todo el mundo. Aunque en realidad, casi todas sus quejas eran inaudibles.
—Bien. ¿Qué pasó después?
—Fui a la cocina a prepararle un café, pensé que eso le ayudaría a regresar a la normalidad.
—¿No llamaste a Dominick para contarle lo que pasaba con su papá?
—No lo creí necesario.
—¿Por qué?
—Porque su papá se había quedado varias veces en la casa con nosotros. Aparte de eso, estaba concentrada en ayudarlo y escucharlo desahogarse.
—Si lo hubieras llamado, él no hubiera podido malinterpretar las cosas.
—¿Cómo se me iba a cruzar por la cabeza que Dominick iba a malinterpretar las cosas? ¡Era su papá!
—No te estoy atacando, mucho menos juzgando, Amelia. Es cierto que no tenías forma de saber lo que iba a ocurrir. Dime, ¿qué ocurrió después?
—Me quedé dormida.
—¿Dormida? ¿Así nada más?
—Solo recuerdo la pesadez y los mareos, pero para mí era algo normal, ya que durante el embarazo sufría episodios de cansancio extremo. De hecho, mi ginecólogo puede confirmarlo. Siempre he padecido de anemia, por eso mi embarazo se había visto en riesgo.
—Luego quiero que escribas la información de ese ginecólogo, porque necesito su testimonio. Eso nos puede servir de mucho. ¿Qué pasó cuando despertaste?
—Desperté por el escándalo que había en la habitación y el fuerte agarre de Dominick. Allí estaba casi toda la familia reunida. Me encontraba totalmente desnuda, al lado de ese señor y enrollada entre las sábanas. Aún recuerdo su expresión de decepción, el odio y rencor detrás de su mirada.
Carraspeé, tomando el bolígrafo más cercano y moviéndolo de un lado para otro.
—¿Qué miembros de su familia se encontraban allí?
—Su mamá y sus hermanos.
—¿Y cómo llegaron ahí? ¿Dominick los llamó?
—No lo sé.
Es evidente que alguien hizo todo esto para perjudicarla. Debe ser alguien de su familia, estoy totalmente seguro, pero ¿quién? ¿Quién está detrás de esto y por qué?
—Uno de los cargos que te imputaron fueron por fraude. Según alegan, ese señor te depositó una cantidad bastante exorbitante en tu cuenta bancaria. También alegan que recibiste un cheque suyo, el cual apareció en tu oficina y firmado por tu puño y letra, el cual no tuviste oportunidad de depositar en tu cuenta, ni mucho menos de cambiar. Ese dinero que te depositaron estaba sucio. Luego de la muerte de ese señor, la investigación arrojó que ese dinero provenía de contratos fraudulentos y estafa, dónde supuestamente tú también participaste.
—Eso no es cierto. Él necesitaba ayuda en la empresa y yo le serví de ayuda durante dos meses, pero jamás recibí un cheque de su parte, de hecho, todo lo hice de gratis, porque era mi suegro y porque lo apreciaba mucho. Además, Dominick estuvo de acuerdo en que lo ayudara.
—¿En qué lo ayudaste?
—Fui su asistente temporal. Cuando consiguió a una empleada, seguí trabajando como asistente dental.
—¿Nunca recibiste nada de ese señor? ¿Jamás firmaste un documento importante, una carta, o algo?
—Nunca.
—Está bien.
—No me crees, ¿cierto?
—Por supuesto que te creo. Es solo que esto complica las cosas.
—¿Por qué?
—Porque ese tipo está muerto, Amelia.
—No podré recuperar a mi hijo, ¿eso es lo que quieres decir?
—Para mí no hay imposibles. Por supuesto que vamos a recuperar a tu bebé. Tengo entendido que tuviste a tu bebé en la cárcel. ¿Recuerdas quiénes estuvieron presentes ese día?
—Tres guardias, dos enfermeras y Dominick.
—¿Tuvieron tiempo de llamarlo cuando te pusiste de parto?
—Él llegó muy rápido. Querían llevarme al hospital de emergencia, pero mi bebé se adelantó.
—¿No lograste ver algún detalle de tu bebé? No lo sé, tal vez su color de piel, si tenía poco cabello, orejas pequeñas, no lo sé.
—Te dije que no pude ver nada de mi hijo. Dominick lo envolvió entre una sábana blanca, sus últimas palabras antes de abandonar la enfermería fueron: «Este será tu castigo por ser una mala madre y una mala mujer». Ni siquiera oí su llanto, tampoco pude ir detrás suyo, porque estaba esposada a las barandas de la camilla.
—¿Nunca pudiste oír su llanto?
—No.
—Aunque suene muy duro lo que diré, no pienso quedarme callado. Esto no te lo diré como hombre resentido o con el propósito de ganar puntos contigo, pero si tú perdonas a ese infeliz, luego de haberte hecho esto a ti y a tu hijo, considero que quien menos tendría perdón en esta vida serías tú.
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