—No te atrevas a lastimarme o vas lamentarte lo que te quede de vida. 

—Los lamentos son para personas débiles. Si fueras obediente, este mal rato podría llegar a su fin, pero te empeñas en ser una necia y no soltar prendas. Si no consigo algo de ti, podré conseguirlo de tu mamá, de tu abuela, o de algún otro miembro de tu familia. Eres una mujer inteligente y fuerte, realmente te admiro, el único detalle es que eres reemplazable para mí. Si desapareces, nadie podrá encontrar tu paradero. Sería un triste final para una mujer que apenas está comenzando a vivir. ¿No lo crees?

—¿Qué es lo que quieres? — preguntó con evidente disgusto.

—Solamente quiero saber quién fue la mente maestra de lo que le pasó a Amelia. 

—¿Qué tengo que ver yo en eso? 

—Eres como uña y mugre de tu primo. Por supuesto que debes saber muchas cosas que yo no sé.

—Fue él quien encerró a esa caza fortuna. ¿Por qué habría alguien más envuelto en esto? 

—Alguien le envenenó el alma. Estoy casi seguro de que tu mamá o tu abuela tuvieron algo que ver en eso. Para que un hombre enamorado sea capaz de todo lo que él hizo, no solo contra ella, sino contra su propio hijo, debe tener motivos lo suficientemente justificables. Él la condenó, de eso no me cabe duda, pero alguien estaba detrás para alimentar ese odio hacia Amelia. 

—¿Alguien? — rio descaradamente—. Ese alguien no es nada más ni nada menos que ella misma. Esto se lo ganó ella, por haber sido una perra y habernos engañado a todos, acostándose con padre e hijo. 

—Ella no se acostó con nadie, alguien los drogó esa noche. Tengo entendido que tu abuelo estaba alcoholizado, y era la primera vez que se tenía registro de que él hubiera tomado alcohol. Algo tuvo que desencadenar esa acción de su parte.

—¿Por qué la defiendes? ¿Tú también has caído por esa mujer? Eso explicaría el hecho de que la defiendas tanto, y de que hagas tanto por ella como secuestrarme. Esto es un crimen, por el que pagarás tú y esa mujerzuela.

—No nos desviemos del tema, pequeña.

—He dado justo en el clavo, ¿eh? — sonrió—. No confíes demasiado en ella o podría ser que termines decepcionado. Amelia no es la mujer que dice o aparenta ser. A esa no le importa ni siquiera ese bebé. Ha estado con tantos que, probablemente no sepa ni de quién es.

Intenté guardar la calma y no perder los estribos, pero cada vez se me hacía más difícil escuchar que se refiera de esa forma hacia mi florecita. 

—Te escuchas muy segura de lo que dices. ¿Qué es lo que sabes, que yo no sé? 

—Si quieres oírlo, de acuerdo, te lo diré. Dominick le realizó una muestra de ADN a ese bebé, y resulta que no es ni suyo ni de su papá, aun así, decidió hacerse cargo de un bebé que es la viva prueba y representación de su engaño e infidelidad. Puedes comprobarlo tú mismo. Puedo facilitarte lo que pidas, siempre y cuando me dejes en paz.