Ahora
Permanecimos unos cuantos minutos abrazados, hasta que mi tía rompió el silencio de repente.
—No lloren más. Hoy es un día alegre y especial. Por fin está la familia completa reunida como siempre debió estar. Es maravilloso recordar los buenos tiempos que solíamos tener en familia, pero ahora tenemos oportunidad de crear unos mejores. Quiero aprovechar el momento y dar una noticia.
Los tres nos separamos para dedicarle nuestra atención.
—Mi marido y yo hemos decidido quedarnos.
—¿Quedarse?
—Así es. Tus padres también lo harán. Me puse en contacto con ellos. Espero no te molestes, pero me tomé el atrevimiento de contarles todo lo que has pasado. Como bien sabes, ahora más que nunca necesitamos estar unidos. No solo por esa despreciable y peligrosa familia, sino por nuestro nieto.
Miré a mis padres, pero no los noté molestos. Mi padre siempre me dijo que me cuidara, que no quería nietos, en cambio ahora nada de eso se refleja en él. Me tranquiliza que ese haya sido el caso. Nada me haría más feliz que mi hijo pueda tener cerca a sus abuelos.
Vi a Enzo acercarse con mi hijo en los brazos, tal parece que había estado escuchando la conversación, pues les acercó a nuestro hijo para que lo vieran. Ellos se veían llorosos pero contentos con conocerlo y tuve sentimientos encontrados.
Enzo sabía que ellos vendrían, lo supe al verlos hablar entre ellos. Ajeno a eso, por lo visto, logró arreglar las diferencias que tenía con mis padres. Mis padres no querían que me pasara con Enzo, me decían que era un muchacho problemático, rebelde, que terminaría convirtiéndose en un delincuente y me arrastraría con él, solo por sus maldades y esa única forma de ser. Era una joya, pero yo no me quedaba atrás.
Cuando hago retrospectiva de todo eso, en realidad no puedo arrepentirme de cada travesura que hacíamos, sería como arrepentirme de haberlo conocido y jamás lo haría. Enzo y yo hemos cambiado mucho, gracias a todas las pruebas y dificultades que hemos tenido que enfrentar, es lo que nos ha hecho las personas que somos hoy en día. Me alegro de haber tenido el privilegio de reencontrarme con él y, mejor aún, de haber hecho realidad uno de sus más grandes sueños; como lo es el ser papá.
Estaba en ese trance, siendo invadida por los recuerdos de quienes éramos, que no me había percatado de su presencia y cercanía.
—¿Ya bajaste a la tierra, florecilla? — sonrió.
—Gracias, Enzo.
—¿Gracias? ¿Por qué?
—Por ser como eres.
Se me quedó viendo sorprendido y fijamente, luego de unos cortos segundos, volvió a sonreír.
—¿En qué estabas pensando?
—En ti y en mí.
—Eso suena dulce. ¿En qué precisamente?
—En lo que éramos. En esa amistad que teníamos tan inquebrantable e intensa.
—¿Por qué estás pensando en el pasado?
—Estoy un poco melancólica, eso es todo. Intento comparar lo que sentía en aquel entonces por ti, con lo que siento ahora, pero no tiene comparación alguna. Me caía bien el Enzo de antes, pero me encanta mucho más el Enzo que eres ahora.
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